Sigamos en contacto

Nota

Agroecología y biodinámica en Mendoza: Elogio de la locura

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Mendoza tiene historia de movilización antiminera. Pero no todo es “no”. Hay además producciones agrícolas sanas, incluso de vinos, que reman contra la corriente tóxica, la crisis climática y sintonizan con las nuevas tendencias de consumo. Primera parte de un viaje a formas distintas de acción y pensamiento que conectan, aunque parezca una locura, el cielo con el suelo. Por Sergio Ciancaglini.

Mendoza, tierra así bautizada como gesto de obediencia hacia el español Hurtado de Mendoza, por carambola de la etimología quiere decir en vasco “montaña fría”. Nombre adecuado, al menos antes de la crisis climática que está derritiendo nieves y glaciares de los Andes. Quienes más están haciendo para recuperar clima, salud y producción son personas y comunidades a las que un reconocido ingeniero agrónomo provincial siempre consideró “medio chifladas”. Tiempo después Marcos Persia, el reconocido ingeniero, se sumó a los medio chiflados y fue presidente de la organización que los nuclea.

El dilema: ¿quiénes son racionales y quiénes chiflados en esta época? Marisol Cortez, sombrero de paja y mate a cuestas, me dirá que está loca de contenta. Sandra, con las manos metidas en el ajo, celebra que su nueva vida es una locura. Y más personas me hablarán de fuerzas sutiles, cuernos de vaca, sabores y astros, mientras recorren viñedos inesperadamente fértiles pese a la sequía.

Mendoza es una provincia bella en un mundo que tiende a ponerse feo. Tiene una sociedad movilizada que en 2019 logró dar vuelta la intención sin grieta de instalarles la megaminería de oro, cobre, uranio, potasio & afines. Las asambleas interpretaron que el oro podría terminar como aquel español: Hurtado de Mendoza.

La respuesta social fue el Mendoaguazo. Pueblos enteros, gremios, credos religiosos, pueblos originarios y reinas de la Vendimia, con el lema “El agua vale más que el oro” lograron lo impensable: la derogación de la ley pro minera, y la rehabilitación de la 7722, la “guardiana del agua”.

Pero las riquezas siguen estando allí, y eso les despierta trastornos de ansiedad a las corporaciones que buscan utilizar a su favor a funcionarios, jueces y políticos centrifugados por la crisis económica de la que esperan salir como siempre: en los 90 fueron las joyas de la abuela (empresas estatales) y desde entonces son los bienes comunes o recursos naturales en plan feria americana.

En Mendoza aprendieron que frente a esto no se trata solo de decir “No”, sino que además se puede mostrar otro tipo de trabajo, de propuesta productiva y de formas de ser.

Oficina no, vaca sí

Es bromatóloga, docente, pero su sueño es ser una futura campesina. María Teresa Cañas, Guni, participa desde siempre en las movidas antimineras y además es inspiradora de la Cátedra de Soberanía Alimentaria local y contacto y cómplice de cantidad de proyectos de agroecología: producción sana, sin venenos, que cuida suelo, agua y salud devolviendo vida a los cultivos, entre otras cosas. “La agroecología entró por el lado de las asambleas, tanto frente a la minería como frente al modelo vitivinícola industrial de monocultivo y contaminante por los agroquímicos. Creció el concepto de la producción local y sana de alimentos, y fue un encuentro natural con las ideas de las asambleas”. Ejecuta Guni unos educados bocinazos al pasar por un pequeño santuario con banderas rojas junto a la ruta. “Saludo al Gauchito Gil. Por si acaso”.

Llegamos a Villa Tulumaya, Lavalle, a recorrer 4 hectáreas y las nuevas lógicas de la finca Cosmos. Trabajan allí nueve personas, más gente que en las producciones de materias primas transgénicas que vaciaron los campos convirtiendo a la Argentina en uno de los países con menos población rural del mundo (el 92% es urbana).

¿Cómo logran generar trabajo? Hay viñedos con elaboración de vinos La Mocha (tinto, naranjo y rosado, $2.500 la botella). Con el resto de plantas de la finca más un laboratorio crearon un sector de cosmética. Son como dos cocinas, una para la elaboración de productos líquidos y semilíqudos, otra para sólidos. “La cosmética es como una repostería” cuenta Laura Manzano, ex licenciada en administración.

Laura trabajaba en oficinas, se separó, y hace unos 15 años se encontró con una palabra rara: biodinámica. “Me habían prestado el libro Sembrar, plantar y recolectar en armonía con el cosmos, de la alemana María Thun”. Hizo algún curso, y viajó a Santa Fe, a la Granja Naturaleza Viva de Remo Vénica e Irmina Kleiner: “Fue demasiado. La belleza y todo lo que producen. Remo decía: si planto tantos girasoles gano tanto, pero si los elaboramos como aceite ganamos tanto más, y le damos trabajo a tanta gente”. Naturaleza Viva tiene 15 familias en 200 hectáreas de producción que los Vénica llaman agroecológica y biodinámica. Marta todavía se asombra. “Algo me latió adentro, volví, renuncié a la oficina y me compré una vaca. Me instalé acá inspirada en Naturaleza Viva y dije: es la vida que quiero”.

La vida que quiere: producen champús para distintos tipos de pelo hechos de jarilla, ortiga, caléndula, romero, tea tree, y varios más. Acondicionadores; jabones de lavanda, olivo, manzanilla y amaranto, pasta dental con extracto de romero y menta, desodorantes fitocosméticos; cremas faciales diurnas y nocturnas, exfoliantes, restauradoras; emulsiones corporales, bálsamos. Fabrican también mermeladas (ciruela, durazno y varios etcéteras), tomate triturado, pasta de berenjenas, orégano y milenrama biodiámicos… el infinito y más acá. Y tinturas madre de jengibre, cola de caballo, consuelda, romero, caléndula, cardo mariano, carqueja, equinacea, lavanda, propóleo, romero, valeriana, vid.

“Tenemos 2 hectáreas de viñedos, y el resto para plantas aromáticas y medicinales, hortalizas y frutas, y pastura de animales” cuenta Laura sobre ese estallido productivo que se puede explorar en la página web de la finca Cosmos.

Agroecología y biodinámica en Mendoza: Elogio de la locura
Marcos Persia, ingeniero agrónomo que participó en el nacimiento de cooperativas campesinas y ferias: “La biodinámica le agrega a la agroecología un componente intangible, sutil, pero de tremendo impacto para transformar lo material”.

Romanticismo + datos duros

Qué es eso de la biodinámica? Laura mira la finca: “¡Qué difícil! Es una forma de cultivo que nace de un filósofo austríaco, Rudolf Steiner (fallecido en 1925). Creó la antroposofía, las escuelas Waldorf, y antes de morir habló de agricultura. Básicamente dijo que había que investigar la relación entre lo que sucede en el cosmos y en la tierra. Que se puede potenciar lo agrícola para tener alimentos con una cualidad diferente”. ¿De qué modo? “Son técnicas agronómicas. Se alimenta y enriquece el suelo para que las plantas se desarrollen de la mejor manera. Aparte está todo lo espiritual que forma parte de la agricultura biodinámica, que me encantó”.

El suelo del viñedo está cubierto de plantas. Un alambrado lo separa de un campo vecino de aspecto desértico, solo vides y un suelo grisáceo. “De esa finca tradicionalmente te dirían que está ‘limpia’, sin yuyos. La nuestra sería ‘desordenada’. En los otros campos andan con las mochilas fumigando, contaminando. Ponen fertilizantes químicos que hacen que las plantas crezcan pero débiles. Atraen plagas y tienen que envenenar más todavía. Aquí el suelo cubierto conserva mucho mejor la humedad. El agua no se evapora, las plantas son fuertes. Pensá que tenemos agua por regadío una vez cada nueve días. Y mirá cómo está todo”. Miro: todo está vivo.

En la huerta tienen de 20 a 40 variedades de tomates, zapallo, lechugas, pepinos, porotos , maíz. Parte lo consumen y el resto lo transforman en productos de venta (tomates triturados, salsas, mermeladas). Se ven patos que pastorean. “Cada animal tiene una función, y los patos no nos tocan las aromáticas, pero sí las que no queremos como el sorgo de Alepo”. Familia ensamblada, Laura vive con sus hijas y su pareja Raimundo Laugero que tiene otros dos hijos. Informa, ante esa especie de jardín botánico: “Acá está mi alma”.

Esto puede sonar romántico, pero el alma de Laura no pierde de vista lo productivo: “Son años de trabajo también en lo comercial para sostener la estructura. Hay cada vez más demanda de este tipo de productos y gente sumándose a trabajar de este modo. Hacemos lo que nos gusta. Y algo tan lindo, no es tan lindo si no lo compartís”.

Los chiflados

Llega el ingeniero agrónomo Marcos Persia, asesor de la Asociación para la Agricultura Biológico-Dinámica de Argentina (AABDA), representante en Mendoza de la Dirección Nacional de Agroecología y uno de los grandes impulsores cuyanos de toda esta experiencia. “La agroecología se centra en lo material, los nutrientes, asociaciones de cultivos. La biodinámica hace lo mismo, agregando un concepto de lo no material, lo que está a nivel de la energía. La palabra clave tal vez sea vitalidad. ¿Cómo medimos la vitalidad? ¿Por qué cambia? La biodinámica trata de pensarlo”.

La AABDA plantea que el objetivo es “vitalizar a la tierra, los cultivos, los animales y al ser humano, produciendo alimentos de altísima calidad”. Eso se logra utilizando “preparados biológico-dinámicos (compuestos por productos minerales y orgánicos: vegetales y animales que llevan un proceso de maduración), con la incorporación de materia orgánica (compost, abonos verdes, cercos vivos, rotaciones de cultivos, purines, etc.), con técnicas de labranza que minimizan los efectos negativos sobre la estructura, microflora y microfauna del suelo e incluyendo en los cultivos el componente animal, generando sistemas mixtos agrícola- ganaderos”, lo cual los convierte en la práctica en captadores de CO2 que contribuyen a la disminución del efecto invernadero y el calentamiento global, además de la producción de alimentos sanos.

Dice la AABDA: “Su visión no queda acotada a lo que ocurre en la tierra de cultivo, sino que se eleva hacia el cielo y está pendiente de los acontecimientos astronómicos registrados durante el mes y el año. Ritmos de la luna, el sol, los planetas, y sus distintas posiciones respecto a las estrellas del Zodiaco. Que influyen directamente en los ritmos de la naturaleza, los biológicos y sobre el crecimiento vegetal”.

Los calendarios biodinámicos indican los mejores momentos para siembras, cosechas, crianza animal y todas las actividades del campo. Sistematizan la influencia de las fases lunares en los cuerpos y los cultivos, algo que se conoce desde siempre (aunque los urbanos hemos sido un tanto podados de esa percepción). Mucha gente en el mundo –la biodinámica es global– utiliza los calendarios hasta para saber cuándo cortarse el pelo. Todo esto puede resultar discutible para muchas mentes pero la biodinámica más que discutir plantea experimentar y observar resultados. “Es un cambio de paradigma. La humanidad y la ciencia están comprendiendo que hay una pifiada, que la relación con la naturaleza tiene que ser diferente”.

Marcos estudió agronomía en Mendoza. “La facultad es pura cabeza, yo quería salir a hacer”. Participó a comienzos de siglo en el inicio de la Unión de Trabajadores Sin Tierra (que inspiró la creación de la Escuela Campesina de Agroecología), en cooperativas rurales, contribuyó en 2004 al armado de la Bioferia de producto agroecológicos, a la que luego se sumó otra opción, la Vida Feria, y hoy es docente en una tecnicatura agroecológica en el Valle de Uco.

“Por 2005 habré conocido a los biodinámicos a partir de Naturaleza Viva, y me parecieron re buenos tipos, pero medio chiflados. Hablaban de fuerzas, cuerpos etéricos, energías, y no me entraba en la cabeza, no cerraba con mi formación. Me puse a estudiar y empecé a entender que la luz solar o la luna influyen de manera increíble, solo que no te habías dado cuenta. Existe algo más de lo que puedo ver y tocar. Cosas intangibles”.

Nota Marcos mi propia perplejidad y dice: “Por ejemplo nuestras emociones no son algo material, pero son tan poderosas que influyen en casi todo. El materialismo se queda corto al querer explicarlo todo”.

¿Y qué tiene que ver eso con la producción? “Eso mismo hay que preguntarse. ¿Cómo impacta mi relación con el suelo, los cultivos, los animales, el agua? Al conocer esas experiencias de agricultura empecé también a percibir un cambio mío, corporal y anímico, la idea de un mundo si querés sutil pero de tremendo impacto para transformar lo material”. Los alimentos y sus componentes son materiales: “Pero también hay un componente sutil, una vitalidad que si no poseen, tampoco nos alimenta”. Por eso se habla de los alimentos sanos como “víveres”: que nutren de vitalidad.

Ocnis en tu menú

Marcos terminó siendo cinco años presidente de AABDA, y cuatro como vice. O sea, un referente nacional de los medio chiflados. “Además conocí las experiencias y organizaciones en Latinoamérica y Europa y la verdad es que el contacto con toda esa gente loca y lo que produce es algo que no tiene vuelta atrás”. Sobre las palabras: “Yo hablaría de una agroecología dinámica, donde la ‘dinamis’ está en esa parte inmaterial, lo del calendario, las formas de coordinar con esa energía que está en el cosmos, incluso con los preparados y el compost que revitalizan los suelos de un modo increíble”.

¿En términos productivos cuál es la diferencia con otros campos? Persia: “Según el lugar, la época o el cultivo, algunos trabajos dan resultados favorables en kilos o toneladas para lo agroecológico, otros al revés, pero en esos casos no se menciona que lo convencional depende de un enorme gasto de energía fósil, fertilizantes y químicos. Además son alimentos vaciados de sus componentes”.

Sobre la idea de que hay que producir más alimentos: “Es un enfoque engañoso para justificar a la agroindustria. El problema en el mundo en realidad es de distribución de los alimentos. Que la gente tenga acceso a la comida. No faltan alimentos sino que se los tira como parte de un estilo de consumo y para regular los precios. Por eso la agroecología plantea un sistema agroalimentario autónomo y soberano que les garantice comida a todos”. Así pasa Marcos de lo sutil a lo gruesamente político (temas de los que no habla ningún político).

Un ejemplo: “Tenemos 3 millones de habitantes en Mendoza. Abrís la producción de alimentos de cercanía. Suponete que empezás con 500 familias. Eso sería súper rentable para todos y estarías cambiando la ecuación alimenticia de la comunidad, paso a paso, para ver cómo llegar a cubrir la necesidad de toda esa población, aliando a productores y consumidores”.

¿Y el futuro? “El sistema actual no cierra ni humana ni ambiental ni climáticamente, y hay una demanda gigante de este tipo de producción en el mundo. La agroecología a la larga tiene que desplazar al modelo convencional. Es la agricultura del futuro, porque es mucho más beneficiosa para todos”.

Salvo, hay que decirlo, para las corporaciones que controlan la fabricación y venta de los llamados OCNIS: objetos comestibles no identificados, con los que reemplazan a los alimentos de verdad.

Producción realizada en colaboración
con la Fundación Heinrich Böll – Cono Sur.

(Este reportaje continuará, describiendo en qué se parecen una empresa que exporta vinos de alta gama a 27 países, una cooperativa de campesinos, un ex corresponsal de guerra, y mujeres que lograron reiniciar sus existencias y conectar el suelo, el cielo y la posibilidad de vivir mejor).

Ésta nota se hizo gracias a suscriptorxs.
La suscripción digital de lavaca te permite acceder de forma prioritaria a todas las notas de la Mu, a otros contenidos y a descuentos en libros, cursos y talleres que dictamos en lavaca. Todo por 350 pesos. Si te interesa asociarte, podés hacerlo desde éste link.

Agroecología y biodinámica en Mendoza: Elogio de la locura

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.029