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Fue femicidio: lo que no se juzga en el juicio de Agustina Fredes

La familia de la joven marplatense denuncia que el juicio que acaba de empezar no relaciona los abusos sexuales, cargo que se le imputa a Matías José Acevedo, con las causas de muerte de Agustina, fallecida a causa de un embarazo producto de la violación. El juicio que falta y los peritajes que faltan, y cómo lucha una familia sin recursos para hacer justicia, en medio de la impunidad.
Agustina Fredes tenía 18 años cuando fue violada y torturada física y psicológicamente por su ex pareja Matías José Acevedo, exintegrante del Ejército. El 28 de enero de 2017 lo denunció ante la justicia por primera vez. Un mes después fue violentada y abusada nuevamente. Entonces lo denunció por segunda vez acompañada de su mamá, Blanca Ozán.
Dos meses después, el 18 de abril de 2017, su familia tomó conocimiento de que Agustina estaba embarazada como consecuencia de estas violaciones. Le realizaron una cesárea donde le extrajeron el bebé, también el vaciamiento de su útero y ovarios. Cinco días después, el 23 de abril, su familia la llevó desvanecida al hospital Materno Infantil, pero luego fue trasladada al H.I.G.A. Allí, les informaron que por la demora del traslado y la falta de oxígeno Agustina tenía muerte cerebral. El informe médico estableció que Agustina falleció por embarazo ectópico. Su madre Blanca calcula que su hija estaba embarazada de entre 10 y 12 semanas cuando murió.
Hoy, después de 53 meses, empezó el juicio en el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de Mar del Plata en donde se lo acusa a Acevedo de por abuso sexual agravado. Mientras transcurre el juicio la familia de Agustina reclama que se abra también una nueva causa en la que se investigue la muerte como femicidio.
El femicida
Matías José Acevedo está detenido desde 2019 en el penal de Batán, desde donde participó mediante videoconferencia de la primera jornada del juicio en el que se le acusa por abuso sexual agravado. El TOC 3 de la ciudad costera está conformado por los jueces Mariana Irianni, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro. La fiscal que lleva adelante la acusación es Romina Díaz, quien asumió hace poco más de un mes. El anterior fiscal era Juan Pablo Lódola, la familia de Agustina había pedido reiteradamente que lo aparten por su mal accionar en el inicio de la investigación.
En junio de 2017 la familia de Agustina pidió que se realizara una autopsia al cuerpo, la cual fue negada. Insistieron. Blanca, mamá de Agustina, tiene 61 años; trabajaba de empleada doméstica cuando perdió a su hija. Vive con su pareja, portero de un edificio. Con los ingresos familiares pagaron el año pasado un perito particular. Cuenta a lavaca: “Me entregaron los resultados este año. El peritaje que hicieron fue sobre la historia clínica, no del órgano reproductor de mi hija, ni del bebe. El fiscal dijo que yo no había pedido ese peritaje en tiempo y forma”. Con el cambio de fiscal Blanca espera poder realizar finalmente el peritaje pendiente. “Ahora voy por esos peritajes de vuelta. Y porque se reabra la causa de la muerte”.

Lo importante
En la primera jornada del juicio declararon 4 testigos, todos familiares de Agustina: su mamá, un hermano, una hermana y una sobrina.
La primera en declarar fue Blanca: “Me sentí bien. Me dejaron explayarme tranquilamente, decir lo que en otras ocasiones no había dicho, o lo que dije y no habían escrito. Me sentí tranquila porque se lo pude contar a los jueces. Me sentí escuchada, contenida por ellos. Cuando estaba declarando sobre mi hija me quebré porque no soy de palo, me preguntaron si quería seguir o parar ahí, pero yo les dije que no quería agua, ni nada: quería seguir declarando para que salga la verdad a la luz”.
¿Qué era importante que escuchen los jueces? “Lo importante era que los jueces supieran que mi hija no había muerto por un embarazo ectópico. Yo estaba emocionada porque me dejaron decir lo que tenía atragantado hace 4 años. Porque me escucharan. Yo no recibo ayuda de ningún lado, pagué el perito, el abogado lo pago yo. Nadie me ayudó a pagar ni el colectivo para llegar a Tribunales”, sostuvo Blanca, quien estuvo acompañada por Marta Montero y Guillermo Pérez, mamá y papá de Lucía Pérez.
Para la segunda jornada se espera la declaración de alrededor de seis testigos.
La sentencia se conocería el miércoles 29, en la tercera jornada del juicio.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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