Nota
Gualeguaychú: cuando el río suena
Buscan frenar la construcción de las papeleras para dialogar, y se rebelaron para ser reconocidos como interlocutores en un problema que puede afectar su vida, sus derechos y su futuro. La Asamblea de Gualeguaychú logró exhibir nuevos modos de organización, debate y acción, con una potencia tal que puso en vilo al gobierno provincial, al nacional, al uruguayo, al Mercosur, y se vienen finlandeses, españoles, la OEA y La Haya. lavaca estuvo en el piquete de la ruta 136, para comprender cómo funciona esta experiencia horizontal, sus dilemas, y cómo se ven desde allí los políticos, los medios, las empresas y una idea tantas veces contaminada de amnesia: qué significa ser un ciudadano.

Pintaron también dos banderas celestes y blancas con un sol: una de Argentina, la otra de Uruguay.
En la banquina, sobre el pasto, cerca del Arroyo Verde, hay reposeras alrededor de las cuales juegan los chicos. Van llegando más y más vecinos. Cada noche, después de las 20, se congrega una gran asamblea pública. Los viernes son más de 500, o 600, y siguen llegando. ¿Ágora, polis, ecologistas impermeables al progreso? ¿Foro vecinal, piquete a la entrerriana, fundamentalistas irracionales? Ellos han decidido darse otro nombre: Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. (Una curiosidad política o psicoanalítica: los medios los llaman «ambientalistas» y jamás «asambleístas» ni «ciudadanos»).
Anochece. La hilera de autos llega por la ruta 136 y se estaciona a un costado. Ya hay más de 200. Más reposeras, más termos, más mate. Unos metros más allá, algunos empiezan a encender fogones sobre la tierra: pronóstico de asado pos asambleario. Hay dos reflectores para que todos se vean la cara. Más allá, la oscuridad del campo, y la luz de la noche de Entre Ríos, que parece haberse quedado con todas las estrellas que ya no se ven en Buenos Aires.
Instalan un micrófono y varios parlantes. Cuando empiezan las exposiciones la asamblea sigue cada palabra con un silencio atento, cortado solo por algún bebé que llora, o por alguna acotación que le hacen al orador de turno. Muchos hablan, todos escuchan, hay un coordinador para que la secuencia no se diluya. Hay aplausos, hay desacuerdos y broncas, propuestas que se votan. La asamblea funciona con fluidez, sin monopolios del micrófono y sin jergas militantes.
Una mujer dice con naturalidad, sin arengar a nadie: «Nunca nos vamos a ir mientras se construyan las papeleras» y la noche se convierte en un estallido iluminado por reflectores, entre el asfalto pintado, los fogones y las estrellas que en Buenos Aires no se pueden ver.
Piquete con oxígeno
Pese a todos las actas de defunción extendidas a este tipo de experiencias, los vecinos de Gualeguaychú reflotaron el piquete y la asamblea como formas de buscar soluciones para problemas concretos. Alfredo Casella es uno de los que maneja el tractor-puerta del piquete. Dejan pasar a gente que va a trabajar del lado uruguayo, o a una ambulancia si fuera necesario. El último caso fue un camión con insumos hospitalarios (oxígeno, más precisamente) para Fray Bentos, Uruguay.
Esta frontera que libera el paso del oxígeno y busca impedir la instalación del veneno -por nombrar sólo uno de los límites que demarca- está inundada de mate. Casella, paisano entrador y autocrítico, dice: «Somos muy parecidos a los uruguayos. Pero la yerba de ellos es mejor, la Canarias». Esa yerba en realidad se hace en Brasil, se toma en Uruguay y se envidia en la Argentina.
Alfredo cuenta que todo este debate empezó cuando organizaciones uruguayas como el Movitdes (Movimiento por la Vida, el Trabajo y un Desarrollo Sustentable) y Guayubira, junto a vecinos de Fray Bentos cruzaron el Río Uruguay para anunciar o denunciar ante sus vecinos argentinos la instalación de multinacionales con la intención de fabricar pasta para papel según una exitosa receta: la parte sucia del proceso en el hemisferio sur, mientras la industria, el valor agregado, la generación de riqueza y de fuentes de empleo se concentran en el norte.
«Ya en el 89 y 90 empezaron las grandes plantaciones de eucaliptos con créditos a largo plazo de los bancos uruguayos, con financiaciones del Banco Mundial. Y esto de los dos lados. Hay más hectáreas acá en Entre Ríos que en Uruguay» dice Alfredo bajo el sombrero del que no suele desprenderse.
«Después llegaron las empresas. Los españoles de ENCE hicieron el puerto para llevarse la madera. Hasta ahí no contaminan porque se la llevan y la blanquean allá, se tragan la dioxina» dice señalando el asfalto donde también han pintado un barril de dioxina «made in Europa» según reza.
«Pero después viene la finlandesa Botnia, que es más grande que todas las papeleras argentinas juntas. Es fácil saber que van a emplear millones y millones de litros diarios de agua del río para enfriar la pasta, y el agua va a salir con una cantidad de deshechos químicos que van a influir en la naturaleza, primero en los peces, después a los seres humanos. Con las dioxinas en el aire las lluvias van a ser ácidas. Todo esto va a afectar las carnes, los cereales, los arándanos, la apicultura, no nos van a querer comprar nada de lo que se produce en 100 kilómetros a la redonda».
La prevención de Alfredo no incluye entonces lo estrictamente «ambiental» sino el perjuicio económico que amenaza el área. Pero hay algo más:
«Muchas veces nos hemos quedado callados. En la historia, digo. Me parece que tenemos que enseñarle a nuestros hijos y nietos que hay que meterse y comprometerse para tener una mejor calidad de vida».
¿Cómo hacer para no callar? «Empezamos a reunirnos, a movilizarnos, nunca en contra del hermano uruguayo. Nos subíamos al puente. Me parece que en Uruguay mucha gente está bastante temerosa porque trabajan para el Estado, no se pueden manifestar. La vez pasada iba a haber una manifestación de unas 70 personas, de Guayubira, y mandaron 100 soldados para amedrentarlos».
Alfredo cuenta que la asamblea nació espontáneamente, los encuentros se sucedieron en la Casa de la Cultura en Gualeguaychú. «Y mientras todos nos decían que nos bajáramos, más arriba nos quedábamos. Los políticos quieren decirnos qué hacer. Ahí está Terragno (Rodolfo) hablando pestes de nosotros. Y algunos políticos de aquí están con nosotros, pero como miembros de la asamblea».
Más o menos cuestionados por otros vecinos, es el caso de algunos integrantes del gobierno comunal (peronistas opuestos al gobernador Busti como el secretario de Cultura Javier Villanueva o el propio intendente Daniel Irigoyen) o concejales como el radical Osvaldo Moussou.
«Lo importante acá no es que sean políticos, sino de la asamblea. La asamblea es totalmente horizontal, cualquiera puede tomar la palabra, proponer cosas. Lo digo de corazón, las mujeres nos ganan en fuerza y en voluntad. Tanto para las cosas cotidianas, como para decidir el corte y mantenerlo. La vez pasada una de ellas dijo que si no hay huevos, va a haber ovarios».
-Hay gente que de buena que puede pensar que mantener el corte no es la mejor estrategia.
-Mire, hay algunos políticos que nos quieren bajar líneas de arriba ¿Le parece que con esta gente de las empresas se puede hablar de estrategias? Lo que hay que hacer es cortar hasta que ellos paren de hacer la planta. Cuando paren, levantamos y nos sentamos a dialogar.
-¿Y si no paran?
-Seguimos.
-Pueden estar jugando al desgaste.
-¿Le parece, che? Acá somos cada vez más.
-Pero el gobierno argentino puede apostar a que se cansen.
-Vamos a ver. Pensamos en eso. Es lo que hicieron con los piqueteros. Pero acá no hay agresión, dejamos pasar a la gente del campo. Yo mismo voy y saco el tractor. El asunto es cortar el cruce al Uruguay hasta que acepten dialogar con nosotros. El problema es que el gobierno uruguayo bajó una cortina metálica, no quiere hablar. Tabaré Vázquez hasta insinuó que habría que reprimirnos.
-¿Y qué opina de la actitud del gobierno argentino?
-(Se ríe como si uno estuviera hablando de algo pecaminoso?)
-Si ustedes están aquí, cortando la ruta, es porque demasiada confianza no le tienen.
-Ni a los de allá, ni a los de acá. Así que vamos a seguir así. No necesitamos que vengan 6.000 personas a la asamblea todos los días. Con ser los que somos está todo bien, nos vamos turnando, y que el resto quede de reserva. El día que nos movilizamos, llenamos el puente. Si ponen la piedra fundamental en Botnia, yo creo que nos van a escuchar, porque vamos a ir hasta el último metro de frontera que podamos.
Se estima que en marzo la piedra fundamental de la fábrica será colocada por la embajadora de Finlandia en el Uruguay, con la presencia de Tabaré Vázquez.
Perros, espuma, y ansiolíticos
La situación del corte de la frontera enfrentó a la gente de Gualeguaychú con situaciones inéditas. Una persona del grupo Clarín hizo lobby ante un integrante de la asamblea para conseguir que dejen regresar dos camionetas con los perros de la señora Ernestina Herrera de Noble, que pasaron sus vacaciones en Punta del Este. «Para ustedes es es-tra-té-gi-co dejarlas pasar. Un favor, ¿se entiende? Estamos hablando de Clarín, Canal 13, TN, Radio Mitre. Además los estamos tratando bien en las notas, no estamos matándolos, no les conviene ponerse en contra al Grupo».
El caballero víctima de tal discurso, contestó con cortesía entrerriana: «Puedo ver qué hacer, pero decide la asamblea».
Esto no conformó a la persona enviada, que volvió a enumerar las empresas del grupo. El caballero entrerriano se fue mascullando su perplejidad ante lavaca: «¿Perros? ¿Cómo le decimos a la asamblea que levanten el corte para que pasen perros? Los podrían mandar en barco».
Quedó naufragando un dilema: ahora que supuestamente «los tratan bien», el periódico ya ha editorializado sobre la actitud de los vecinos usando palabras como «fundamentalismo» e «irracionalidad». No está muy claro cómo los calificarán cuando los traten mal. lavaca no pudo confirmar el actual paradero de los canes.
La recorrida por Gualeguaychú había comenzado en el bello edificio de la Casa de la Cultura, donde muchas veces se reunió la asamblea hasta que comenzaron los cortes y las reuniones pasaron a la ruta. Hay una alegre agitación en el lugar, por dos cuestiones que indican otro modo, justamente, de considerar la cultura: el piquete en la ruta, y el corso popular. El corso está potenciando viejos y nuevos esplendores. Entre otros, obligó a imprimir un cartel informativo bajo el siguiente título: «Vendedores de Espuma».
Javier Villanueva es secretario de Cultura, representante del municipio en la asamblea, peronista del grupo Nuevo Espacio que gobierna Gualeguaychú, y sumamente descriptivo con respecto al modo en el que el sector político es visto por la asamblea: «No te puedo explicar cómo me putean, pero nos conocemos todos. El otro día me agarré una bronca y vino uno de los muchachos a darme un Alplax, un calmante (Acción terapéutica según el prospecto: Ansiolítico con acción antidepresiva. Agente antipánico, indicado para trastornos por ansiedad, y ansiedad asociada con depresión. Asimismo, está indicado para el tratamiento del pánico, con o sin agorafobia). Bueno, me hizo pensar que por lo menos no quieren que me muera».
Tal vez la asamblea tenga acción antidepresiva y antipánico. Villanueva relata una historia de la situación. «La clase política está desprestigiada, así que recibimos palos todo el tiempo. Acá venimos del peronismo de los 70. Hicimos Nuevo Espacio, ya tenemos varios períodos intercalando intendentes. El actual es Daniel Irigoyen. Pero cobra 2.000 pesos, yo tengo un Falcon 73: acá el que está en política no lo hace por plata. Nos presentamos en la provincia, contra Busti. No nos ha ido mal, pero estamos segundos, lejos». Villanueva pasó en el 2000 de Cultura al Programa Río Vivo, ya que consideran al río como un monumento natural que hay que defender. Se trabajó con el curso del Gualeguaychú, para evitar el trabajo de las areneras y, en general para aliviar la contaminación.
«Aparece lo de la papelera. Nos lo cuentan los grupos ambientalistas uruguayos. Hay espacios burocráticos que no sirven para nada, salvo para encontrarte. Cervezas del lado de allá, unos vinos del lado de acá, y te vas conociendo. Uno de esos espacios es la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), la gran responsable de esta situación. Es una comisión binacional. El Tratado del Río Uruguay plantea cómo convivir sobre el río y uno de los puntos dice que cuando uno de los dos países va a realizar un emprendimiento potencialmente perjudicial para las aguas, debe consultar a la otra parte para después tomar la determinación en conjunto. Eso no se hizo. ¿Quién es responsable? Los representantes argentinos en la CARU».
Cosas de la política
En el 2003 la cuestión seguía sin estar clara. Pero como en la CARU no se había hecho ningún reclamo, las papeleras avanzaban en su proyecto. Desde el punto de vista político los vecinos de Gualeguaychú interesados en el tema comenzaron un curso acelerado de realismo mágico.
«En agosto del 2003 llegamos a la Cancillería» cuenta Villanueva. «Nos atendió el embajador Raúl Estrada Oyuela, de asuntos ambientales. El discurso fue penoso. Salimos diciendo: estamos entregados de pata y manos. Nos trató medio de loquitos. Le dijimos lo que pasaba, las miles de hectáreas de eucaliptos plantados (que proveen la madera para la pasta), ya sabíamos lo que pasaba en Pontevedra, en España, donde no se puede estar de la contaminación. Estrada Oyuela dijo: es imposible parar las plantas, no podemos meternos en la vida de otro país».
Lógica de sillón: no se puede hacer nada. El tiempo demostró que se podía. «Él no sabía del Tratado, le explicamos que había que reclamar por lo menos una buena tecnología. Volvimos, hicimos una carta explicando todo, y hubo una nueva reunión donde además de Estrada Oyuela estaba Roberto García Moritán».
Para Villanueva, García Moritán es el gran responsable de que el conflicto esté donde está. Presidió la CARU y no hizo nada en ese rol como representante argentino. El actual gobierno ascendió a García Moritán al cargo de vicecanciller, lo que hace que Villanueva se agarre la cabeza cual necesitado de ansiolíticos antipánico.
«En esa reunión García Moritán nos agredió a todos los que fuimos de Gualeguaychú. Fue tan violento que el propio Estrada Oyuela lo echó de la sala diciéndole que en esos términos no podía participar».
García Moritán es lo que se llama un funcionario de raza, cuya trayectoria merecería ser estudiada en los cursos de ciencias políticas: fue nombrado por el menemismo, surfeó exitosamente el delarruísmo y el duhaldismo, y el kirchnerismo lo elevó aún más en la farándula del poder. El gobierno de Menem lo había nombrado ante la Comisión Binacional para la construcción del puente Colonia Buenos Aires, con resultados que saltan a la vista. También fue presidente de la Comisión Administradora del Río de la Plata y -queda dicho- de la CARU, logrando gracias a todo lo que hizo, y principalmente a lo que no hizo -según la denuncia generalizada de la gente de Gualeguaychú- ser uno de los responsables de que el conflicto en el Uruguay llegue a su actual estadio.
Villanueva considera que el canciller Jorge Taiana no está tan mal visto: «Capaz que también es un traidor, pero da la sensación de tener otro origen, ser un tipo preparado. Pero a este Moritán le conocemos la historia y cuando lo nombraron vicecanciller nos queríamos morir. Se lo dijimos a Taiana, y lo tuvo que escuchar. En eso han estado bien en el gobierno: se comen todos los garrones».
«Nos pasó por arriba»
Durante el 2004 siguieron las gestiones, reuniones, creciente efervescencia comunitaria y una ilusión alimentada por la propia Cancillería argentina a través del entonces ministro Rafael Bielsa: el casi seguro triunfo del Frente Amplio con Tabaré Vázquez a la cabeza solucionaría todo inmediatamente. Villanueva: «Ahí perdimos un año, porque apenas ganó Tabaré se puso a respaldar a las papeleras, contra todos sus discursos previos donde hablaba en defensa de lo ambiental. Ahí quedamos desubicados muchos de los que por ahí creemos un poco en la política, porque ahora cuando te dicen que los políticos son inútiles, corruptos y mienten todo el tiempo, ¿qué contestás?»
En octubre del 2004 hubo una marcha con autos a Fray Bentos donde se entregó un petitorio reclamando el cumplimiento del Tratado. «A alguno de los muchachos se le descompuso un poquito el auto sobre el puente y ya ese fue un primer corte que hicimos» se ríe Villanueva. «Fijate que eso lo tendría que haber hecho Cancillería, pero lo tuvimos que hacer nosotros. Y lo que pedíamos principalmente era el diálogo».
No hubo respuesta, Tabaré Vázquez asumió en marzo, respaldó la construcción de las papeleras, el gobierno argentino mantenía su política de Estado de no hacer nada, y Gualeguaychú terminó alzándose el 30 de abril de 2005, copando el puente en una manifestación que las fuentes más pesimistas calculan en 30.000 personas y otros elevan a 40.000, en una ciudad de 70.000 habitantes. (Proporciones: es como si en la ciudad de Buenos Aires se hubieran movilizado un millón y medio de personas).
Villanueva reconoce: «Habíamos calculado que podrían ir 10.000 a lo sumo, pusimos colectivos, movimos lo nuestro, pero esto nos pasó por arriba. Mucha gente fue por convencimiento, otros porque iba el malón para ese lado, pero fue impresionante».
El grupo que se dedicaba al tema de las pasteras era hasta ese momento relativamente reducido, pero desde la movilización se multiplicó. «Ahí nació la asamblea, había un grupo de autoconvocados que la llamó, nos tuvieron que aceptar a algunos del campo político, y nació ese nuevo espacio con horizontalidad total, sin jerarquías, sólo con un coordinador que anota quién pide la palabra. Antes éramos un puñadito pero empezó a haber reuniones de 60, 80 personas, cada vez más, 200, 300, y ahora están las asambleas en la ruta que de golpe puede haber 800 personas. El tema es, ¿cómo te organizás para que 800 se pongan de acuerdo?»
El gobierno entrerriano pareció encontrar un modo de evitarlo, nombrando a algunos ambientalistas en cargos en la CARU. «Es una estrategia para romper la asamblea, con sueldos de 4.000 dólares». La relación del gobierno comunal con el provincial es, dirían los viejos periodistas, de tensa calma. «Nosotros les disparamos, pero en este tema se trata de trabajar juntos. Siempre pasa que si uno sale en televisión te llaman después diciendo: che, no me nombraste, te olvidás que la provincia puso plata. Pero bueno, son esas cosas de la política».
Ya a fines de 2005 los vecinos veían crecer las papeleras ante sus narices, escuchaban a Tabaré respaldando el proyecto, percibían que el gobierno argentino hacía méritos para ser incluido entre los Vendedores de Espuma. Comenzaron los cortes de 12 horas, hubo otro de 24, el de 36.
«Y ahora se llegó a este corte donde no se abonan tantas ideas, donde hay gente que quiere el corte y nada más». Villanueva está un poco dolido porque en las últimas votaciones en la asamblea sus propuestas perdieron. Gracias a «esas cosas de la política» logró ganarse la desconfianza de los otros asambleístas.
«Para mí hay que pensar en levantar el corte como una señal para hablar, y para demostrar que venimos y nos vamos de la ruta cuando queremos. Cuando fue la reunión con Kirchner (el 10 de febrero) vino el vicegobernador Guillermo Guastavino que es de aquí, y nos conocemos el colegio diciendo que si no levantábamos el corte, Kirchner no nos iba a recibir. Ahí lo fuimos a proponer, porque yo creo que la ruta tiene un límite. Se votó y nos mataron. A los dos días Kirchner, que no es ningún opa, llamó diciendo que fuéramos a la Casa Rosada. Yo había pedido que levantaran el corte para ir, y ahora llamaba él. Tuve que ir a la ruta y pagar ese costo. Y encima cuando nos reunimos Kirchner dijo que él no había hecho ninguna presión para levantar el corte». Villanueva se ríe: «Ahí sí que nos mató. Y bueno, hay que seguir, porque todo esto es como un juego donde siempre va a quedar mal el que está más abajo».
El valor de la asamblea
Villanueva logró ganarse que en la asamblea lo miren de reojo, o le den ansiolíticos en el mejor de los casos. «La realidad es que la gente no se quiere ir de la ruta. Yo no le encuentro salida a esto. Si tuviéramos la suerte de que Tabaré Vázquez mañana dice que para la construcción de las papeleras, habrá que aplaudir a todos los muchachos que quisieron seguir. Pero yo creo que esta no es la batalla final, que todavía conviene hacer corte, levantar, exigir, moverse».
Hace pocas semanas, las cosas habían sido distintas. El gobernador Jorge Busti le pidió a los funcionarios de Gualeguaychú que trabajaran para levantar los cortes: «En ese momento yo le dije que esa propuesta no pasaba la asamblea. Y después del pedido de Busti, un lunes, el martes empezamos un corte más grande, el viernes otro, y de ahí no nos fuimos más. Todo es una muestra de que acá no se responde a la parte política. Como parte de la política municipal estamos metidos adentro, discutimos, yo puedo decir: tarado, así no vamos a ganar, pero es distinto, porque es una discusión entre nosotros. Aunque yo pierda una votación en la asamblea no digo: loco, rompo».
Para Villanueva la asamblea tiene un valor «que sería una locura intentar desactivar. Yo hago críticas pero tampoco sé cómo salir de este problema sin desmovilizar, y conseguir resultados».
-¿La presencia de los medios cambió a la asamblea?
-Claro, mucha gente se siente importante porque sale en la tele. Hay gente que se puede enamorar del micrófono.
-Le pasa a demasiadas personas, incluyendo a casi todos los políticos. Pero al margen, si la asamblea no hubiera hecho lo que hizo ¿qué hubiera pasado?
-Sin la presión de Gualeguaychú acá no pasaba nada. Lo reconoció el propio Rafael Bielsa a quien le rescato cierta franqueza en el discurso.
Bielsa es el ex canciller caído en desgracia en el kirchnerismo. Otros integrantes de la asamblea piensan que Bielsa fue el gran responsable de que el conflicto llegara hasta aquí, tanto si sabía lo que pasaba, como si no lo sabía por haber sido desinformado por sus funcionarios (cosa que Bielsa parece haber dado a entender cuando estuvo en Gualeguaychú). Actualmente Estrada Oyuela se ha puesto a favor del discurso de la gente de Gualeguaychú: «Primero nos echó flit (antiguo insecticida), pero ahora cambió. Me parece que quería el cargo de vicecanciller pero lo eligieron a García Moritán, así que no sé cómo seguirá ahí la cosa».
Villanueva critica a la asamblea «porque a veces te abuchean, y aunque después se callen el abucheo ya entra a jugar. O por ejemplo, Adolfo Pérez Esquivel propuso hacer un gesto de los dos lados: el nuestro era salir de la ruta. Además de que la votación fue a favor de seguir el corte, y ganó por paliza, mucha gente decía. ¿y este quién se cree que es para pedir eso?»
Las asambleas, si gozan de buena salud, presentan esa característica: hasta los premios Nóbel pueden resultar cuestionados, no existe necesariamente la obediencia a ninguna instancia. Villanueva:
-Yo te confieso que estoy desconcertado. Creo que habría que presionar en otros ámbitos, armar por ejemplo una caravana a Buenos Aires de 2000 autos, armar un flor de bolonqui en la Panamericana y en pleno centro, y te garantizo que todos se van a enterar. Pero ni lo puedo proponer, porque nadie quiere salir de la ruta.
-¿Vino la izquierda? Una acusación que se hizo en las asambleas del 2002 en Buenos Aires es que la izquierda aparecía para dominarlas, y terminaba rompiéndolas.
-No hay lugar para eso porque todo el mundo se conoce. Vinieron unos chicos del Partido Obrero, creo, divinos, pero con una idea de la realidad medio difícil. Yo pensaba que acá en el gremio docente, por ejemplo, donde yo estoy, tenés gente de esa que está en contra de todo. Pero esos no van a la asamblea, porque ahí te exponés mucho. Si van, los vuelan enseguida.
-¿Qué clic hicieron ustedes, como políticos, para sumarse a la asamblea cuando lo habitual es que los partidos políticos quieren controlar esos espacios? ¿Es lo que ustedes buscan?
-No, nos metimos como Estado pero hay un espíritu de participación en Gualeguaychú, está lleno de agrupaciones. No digo que no haya individualismo, pero también hay muchas ganas de participar. Lo único incómodo es que cada tanto te dicen: los políticos son tal o cual. Y yo digo: pará, ¿me lo estás diciendo a mí?
-El político tiene una secuencia perpetua: campaña- elecciones- gestión. La asamblea implica lo que usted dice, que lo pongan en tela de juicio.
-Y uno se tiene que acostumbrar. Ya te digo, muchas cosas no me gustan, pero yo creo que la gente tiene que estar, y es un deber nuestro saberla convocar y saber cómo sumarnos. En la época del 2002 acá había asambleas gorilas, de ahorristas, y después vino el fenómeno Blumberg (Juan Carlos Blumberg convertido en adalid de la «mano dura» y las leyes represivas tras el secuestro y asesinato de su hijo Axel). Ahí había gente con la que no me sentaría ni a hablar. Pero esto es distinto porque hay mucha gente común, gente del pueblo, que no está manijeada. También es cierto que todo el mundo decide igual y a veces hay un tipo que estudió, que es experto, y su voto vale igual que el de uno que no sabe.
Tal vez el problema es que los expertos, como los que Javier mismo menciona de la Cancillería, han hecho tantos desaguisados que deben revalidar sus títulos ante quienes sólo conocen los efectos de sus decisiones. El tema que deja traslucir la asamblea es que sólo mostrar títulos no alcanza para generar confianza. Dice Javier:
-Te pongo un ejemplo. Bielsa propuso que alguien de la asamblea tuviera un puesto pago en la Cancillería, en las comisiones de estudio. Y la asamblea lo rechazó diciendo que quiere seguir siendo independiente para poder seguir cuestionando.
-¿Ese criterio de independencia en qué consiste?
-En que la asamblea no quiere estar atada a nada. Y yo mismo lo pregono desde mi lugar político. La asamblea es la asamblea, y hay que venir a pelarse acá adentro.
Cuando el gobernador Busti decidió armar un recital con Soledad Pastorutti, Víctor Heredia y Tarragó Ros como forma de sumar música al conflicto, la asamblea rechazó la idea de hacer el show en otro lado. «Que vengan al corte. Nos quieren desmovilizar, de acá no nos movemos». Una nueva demostración del grado de confianza que los políticos y funcionarios han sabido ganarse entre la ciudadanía, que parece preferir que se vayan con la música a otra parte.
Gatos locos
Uno de los expertos que revalidado títulos ante la asamblea es el ingeniero Héctor Rubio, nacido en Gualeguaychú, mudado a Buenos Aires durante 30 años y ahora otra vez en su terruño.
-En el origen había un problema de contaminación grande en el propio río Gualeguaychú. Mi hijo tiene una agencia que estudia impacto ambiental y descubrimos lo siguiente: se invitaba a los turistas a bañarse en el río, pero el código de agua para recreación dice que pasando las doscientas partes por millón de materia fecal, el agua ya no es aconsejable. ¿Sabe cuánto había?
-No quiero imaginarlo.
-Dele. Diga un número.
-Quinientos.
-Siete mil. Y había tramos del río con medio metro de materia fecal estacionada. Por hacer las denuncias querían declararme persona no grata porque atentaba contra los intereses turísticos.
-¿Y lo de las papeleras?
-Empezó a través de contacto con la gente del Movitdes, que propuso crear una red ambientalista. Hicimos una ONG llamada Ñandubay, muy mal vista por todos lados. Se descubrió plomo en la desembocadura del Gualeguaychú sobre el Uruguay, pero todo se tapaba, nadie quería hablar de esas cosas. El primer grito por las papeleras fue en el 97, con una que se llamaba Transpapel que creo que era de origen canadiense. Mientras tanto el Banco Mundial ya estaba poniendo plata y créditos para impulsar la forestación con eucaliptos. Uruguay tiene unas 700.000 hectáreas ya sembradas y en Entre Ríos hay 1.200.000. No era para escarbadientes. Era para papel. Le daban gratuitamente las plantitas a cualquiera. Un paisano que tiene su chacrita en la punta del cementerio plantó eucaliptos porque ese era el negocio. ENCE, la empresa española, empezó a hacer el puerto para mandar todo a Europa.
-Cuántos eran los que trabajaban en el tema.
-Cuatro gatos locos.
Rubio logró ir a Pontevedra, España, y olfateó que algo andaba mal. «La gente que vive frente a la ría donde está la papelera, te recibe por el lado de atrás de la casa, porque el frente lo tienen totalmente sellado por el olor a huevo podrido y la contaminación. No me lo contaron, lo vi en el lugar».
Contaminación: el hielo de Finlandia
El ingeniero no sabe qué responder con respecto a las ventajas uruguayas por instalar estas pasteras:
-No se entiende, les dio zona franca para que no paguen impuestos, firmó convenios donde si alguien perjudica la imagen de las empresas, el propio gobierno las tiene que indemnizar, modificaron leyes como la que decía que a 200 kilómetros de la cabecera del puente no podían instalarse emprendimientos industriales. Para mí lo tienen arrinconado a Tabaré entre las empresas y los partidos opositores que firmaron todo eso.
-¿Cómo ve al gobierno argentino?
-Nunca tuvo idea de lo que estaba pasando. Y los políticos de acá también jugaron a desmovilizar en un momento, por ejemplo en la reunión con Kirchner cuando decían que había que levantar el corte para poder ir a la Casa Rosada. Acá lo fundamental es entender que el gran traidor que nos hizo perder un año y pico fue Bielsa.
-Hay otros, del gobierno municipal, que lo defienden.
-Es una vergüenza que lo hagan. Dijo que iba a parar la construcción, iba a hacer de todo, le creímos, y no hizo nada de nada.
-¿Y Busti?
-Otro. Ganó las elecciones en la costa del Uruguay porque se subió a este tema. El día de las 40.000 personas estaba en Paraná. Le avisaron que la cosa era grande, lo trajeron en helicóptero. Pero como no pudo ponerse adelante en la marcha, al final se fue. Busti siempre quiso desmovilizar, pero un día nos llevó a la casa de Entre Ríos en Buenos Aires a dar una conferencia de prensa y se empezó a jactar de haber sido él el que empezó toda esta movida. Yo escucho esas cosas y me quedo sin saber cómo contestar. Y fue Busti el que empezó a decir que había que hacer un estudio de impacto ambiental, y esa es la trampa en la que caímos todos.
-¿Por qué?
-Porque me juego la cabeza de que un estudio de impacto ambiental va a decir que son contaminantes, pero se pueden controlar. Y esos controles son de tal envergadura, que en países como los nuestros son impracticables.
-¿Para usted qué sería lo ideal?
-Lo que siempre dijo la asamblea: no a las papeleras, ni siquiera con controles.
-En los diarios dicen que los finlandeses fabrican pasta en su país, y tienen un standard ambiental maravilloso.
-Lo que hace la española ENCE lo vi yo. Y los finlandeses tienen el ochenta por ciento del tiempo su territorio congelado, con lo cual los vertederos se depositan debajo del hielo de los lagos. Ricardo Carrere, el uruguayo que es una eminencia en el tema de la forestación, visitó Finlandia y no le pudieron contestar ninguna de sus dudas y planteos sobre cómo es el proceso y la contaminación. Aquí va a estar fluyendo por el río: la contaminación no la vamos a poder meter debajo de ningún hielo.
Modelo de subdesarrollo
Para Rubio hay intereses argentinos que juegan a favor de las papeleras de Fray Bentos: «Somisa les vendió la misma producción que lo que Uruguay compra en todo un año. Y los que se pusieron a plantar eucaliptos como materia prima del lado entrerriano, ahora están esperando para vendérselo a las papeleras».
Con respecto a los eucaliptos, el ingeniero explica que se trata de un árbol «que chupa alrededor de cien litros de agua por día, no permite que crezca nada alrededor. El tema es que se hace la pasta, la parte más sucia del proceso, todo lo llevan para Europa y el papel lo van a hacer allá. El valor agregado allá». Queda descripto un modelo de desarrollo típico, con tendencia al monocultivo y, para colmo, monocultivo depredador de otras producciones.
Rubio considera que desde varios puntos de vista, la pelea es desproporcionada: «No es un conflicto con Uruguay, sino contra un capitalismo internacional que decidió usar al Uruguay como fuente del papel que va a consumir el mundo». Con ese criterio geográfico, el ingeniero observa otra característica: «Uruguay tenía todo tremendamente atado, y pasó lo que pasa en esta parte del mundo: uno se entera de la verdad cuando todo está hecho. Lo que pasa es que empezamos a gritar, y se encontraron con una oposición que nadie tenía en sus planes».
La trastienda de las reuniones
Las experiencias que le ha tocado vivir en estos tiempos son una fuente de asombro para el ingeniero Rubio:
-Usted va a las reuniones en Cancillería, por ejemplo. Pero una cosa es la reunión en sí, donde se guardan los modales y se dicen unas cosas, y después termina, salís, y charlás con todos los mismos de un modo muy distinto.
-Ahí se dice la verdad.
-Exactamente. Ahí hablan en serio.
-¿Por ejemplo?
-La gente de Cancillería misma me dijo, afuera, informalmente, «a La Haya no podemos ir porque perdemos antes de empezar». No creen en serio que eso vaya a servir para algo. O por ejemplo, Greenpeace hizo la propuesta de que se puede controlar la planta, hacer la producción limpia, un circuito cerrado de agua. Estrada Oyuela tiró la propuesta en la Comisión Binacional para ver cómo la tomaban los uruguayos. No lo dijeron abiertamente, pero les pareció bien, factible. Sin embargo, a la siguiente reunión estaban totalmente en contra.
-¿Cuál era la explicación?
-Ninguna, pero cuando salimos le pregunté a uno de los muchachos uruguayos: ¿por qué se cerraron otra vez con lo de Greenpeace si la vez pasada les pareció razonable? Me contestó: «porque en esta reunión los uruguayos ponemos la cara pero el discurso lo dictan las empresas». Eso da la pauta de cómo se manejan las cosas en la política.
-¿Y del lado argentino?
-Lo mismo. Usted fíjese que en la Cancillería nos dijeron que teníamos que tomar conciencia de que nos vamos a convertir en los chicos malos de la película por hacer los cortes.
-Pero Taiana mismo les dijo que siguieran movilizándose.
-Claro, pensando en provocar un acuerdo en la comisión binacional. Pero cuando eso no ocurrió, nos agarran afuera de la reunión y nos dicen: ojo, que ahora los medios de difusión se les van a poner en contra, porque el gobierno maneja los medios.
-Pero parecería que el gobierno no los cuestiona tanto.
-Lo que querían era advertirnos que nuestra posición finalmente va a tener esa contra, y que el gobierno la va a manejar con los medios. Y uno lo nota, lo que nos costó salir en los medios fue tremendo. Nadie nos quería atender. Y ahora hay radios, una Radio 10 o algo así, que nos dicen cosas muy pesadas, nos atacan todo el tiempo. Se ve que el gobierno les va marcando línea y lo que tienen que decir. Es evidente. Bueno, me lo advirtieron ellos mismos en esas charlas informales.
-El gobierno argentino nunca se preocupó por lo de las papeleras, ni le parecía mal que se instalaran, hasta que estalló lo de la asamblea, a la que hasta ahora no pudo desmovilizar. ¿Puede ser que la diferencia entre Argentina y Uruguay no sea tanto lo que opinan los gobiernos, como que en un país hay una asamblea activa y en el otro no?
-Es así, totalmente. El gobierno argentino acaba de tomar noticia de todo esto. La semana pasada fuimos al Congreso y los diputados no sabían de qué les estábamos hablando. ¿Cuál es el problema, por qué nos peleamos con los uruguayos? Me pedían mi mail para hacerme consultas. No tienen ni los datos más elementales. Y que me los pidan ahora para mí es peor todavía: es para morirse. Porque el momento de hacer algo en serio era hace dos años, cuando ni nos atendían el teléfono. Mire: ya le podría plantear un caso similar. En la Patagonia se están plantando miles y miles de hectáreas de pinos de una variedad especial para hacer la pasta para papel. Como aquí antes se plantaron eucaliptos. Entonces, dentro de equis tiempo, va a aparecer por la Patagonia la empresa que diga: ustedes tienen la materia prima, nosotros hacemos la producción. ¿Usted se imagina que algún gobernante va a hacer algo al respecto?
-Si esa empresa les dice que va a haber una buena inversión, sea cierto o no, los gobernantes van a ir felices a poner la piedra fundamental.
-Y si la gente del lugar arma una asamblea, volvemos a tener lo mismo de Gualeguaychú.
-En estos casos siempre se busca al culpable. ¿De quién diría usted que es la culpa?
-De los gobiernos. El gobierno uruguayo tendría que haber cumplido el Tratado del Río Uruguay y avisar a la otra parte que estaba autorizando la construcción de plantas que pueden contaminarlo. Y el gobierno argentino tendría que haber actuado a tiempo, porque la información la tenía, haciendo cumplir el tratado. Lo podrían haber denunciado hace dos o tres años. En el 2002 o 2003 Uruguay le dio la autorización a ENCE y Argentina no hizo nada. Después aparece Botnia, le dan el permiso, y tampoco la Argentina dijo nada. El gobierno miró para otro lado, no le dio bola, y por eso Bielsa es el culpable al decir que él iba a solucionar todo con Tabaré. Mire cómo lo solucionaron.
-¿Por qué Argentina miró para otro lado? ¿Por estar de acuerdo con que las empresas se instalen y produzcan? ¿Por una mentalidad amoldada a dejar que las empresas hagan lo que quieran?
-Puede ser. Sobre el Paraná hay diez papeleras, y nueve habría que cerrarlas ya mismo si somos coherentes.
-¿Qué sería ser coherentes?
-Algo que le da temor a la Argentina, como por ejemplo reclamar un tremendo control a otro país, cuando vos para adentro sos un relajo.
-¿Cómo ve la cuestión hacia delante?
-No sé. La fuerza de la asamblea no está manejada. El gobierno tendría que manejarla. Con un buen proyecto y el apoyo consensuado de la asamblea, esto se arreglaría.
-Pero usted mismo decía que los gobiernos son los culpables de la cuestión porque nunca les interesó resolverla. Si el gobierno manejara a la asamblea ¿qué pasaría?
-Estaríamos hablando de cualquier otro tema.
-Se puede pensar que la asamblea, al decidir el corte, permitió que se vea claramente un modelo de crecimiento que queda encubierto por los discursos progresistas de estos gobiernos.
-Estuvimos más de un año pidiendo entrevistas con Kirchner. Cuando nos recibió nos palmeó mucho la espalda, pero nadie toma el problema en serio. Ese es el drama.
-¿Cuál es el horizonte de este conflicto?
-Para mí se van a terminar instalando las papeleras, nosotros mordiéndonos la cola de la bronca por no poder pararlas, y empezando a sentir el famoso olor a huevo podrido. Para mí, no tendrían que instalarse, pero yo como ingeniero sé que hay posibilidades de hacerlo más o menos bien.
-Me perdí. ¿La asamblea, quiere que las plantas se hagan bien, con lo que se llama tecnología limpia, o que no se hagan?
-Gualeguaychú no quiere papeleras acá enfrente.
-O sea, tampoco acepta la idea de una producción limpia, como la que usted mencionaba por parte de Greenpeace.
-No. Aquí no se quiere a estas industrias. Pero eso no quiere decir que no sepamos que las plantas se pueden controlar. Pero hay que hacerlo con una seriedad, una firmeza y un nivel tecnológico, que ni Argentina ni Uruguay pueden llevar a cabo. Pero la asamblea no quiere ese tipo de industria. Ni quiere ese tipo de forestación que es un desastre en campos que son muy buenos para la agricultura y la ganadería. O algo que está funcionando muy bien, la producción de miel con abejas, ya sabemos que Europa no va a comprar nada que esté en un radio de 100 o 200 kilómetros alrededor de la planta. Y la parte turística. Ningún balneario va a poder tener la aceptación que existe ahora, con semejantes vertederos delante de la nariz. Sinceramente, no sé qué actitud va a tomar la asamblea.
-Cómo va a hacer, incluso, para evitar el desgaste.
-Sí, porque ahora empiezan las clases. Mucha gente no va a poder estar en el corte todo el tiempo. Vamos a ver hasta cuándo podemos aguantar. El gobierno apuesta al desgaste para pasarnos por encima. Pero la verdad es que nada les dio resultado. Pensaban que esto se desarmaba. Ojo, nosotros también lo pensábamos, y nos sorprende lo que está pasando. Yo soy uno de los históricos, y estoy asombrado. Y muchos de los históricos ligados al gobierno provincial hicieron lo posible para desarmar la asamblea, desarmar el corte, de acuerdo a lo que les pedía Busti. Y no pudieron. Nos sobrepasó a todos. Los políticos están desconcertados y no se atreven a enfrentar a la asamblea. Ni nosotros nos imaginábamos que esto podía llegar a tener tanta fuerza.
De la peluquería al corte
Otra vez en el corte en la 136, siguen llegando autos, bajan las reposeras, los chicos salen corriendo, se movilizan los termos, se comprueba el sonido para el micrófono, la gente pasea por esa ruta que ha hecho suya.
Sira Muñoz convida facturas. En el corte no parecen hacer falta ansiolíticos antipánico, ni antidepresivos. Debe reconocerse que tampoco hay trastornos de ansiedad. Sira va con su pechera verde y su gorra (que dicen No a las papeleras) sus anteojos y su tono afable. Se ha ganado el cariño de todos en la ruta. Cuenta que desde hace más de un año se metió en las reuniones y debates en torno a este tema, ahora participa en los cortes, para lo cual abandonó su trabajo en una peluquería. Acaso por oficio, descubrió que el mejor modo de difundir el conflicto fue «de boca en boca». Es posible que la peluquería haya sido un semillero de activismo por esta causa.
Cree, como tanta gente repite en Gualeguaychú, que los vecinos uruguayos están condicionados en sus opiniones por la gran cantidad de empleo estatal. «Allí les lavaron la cabeza» dice, argumento que difícilmente facilite ganar amigos en la otra orilla, donde más de uno acaso piense lo mismo de los argentinos.
Sira, de todos modos, es un caso testigo de una actitud de la asamblea que consiste en no dividirse con quienes hay desacuerdos (sean representantes del gobierno local o provincial): no dejar a nadie de lado. Comparte facturas, sonríe tras sus anteojos y se va a trabajar en el baño ecológico que los vecinos están construyendo pensando que el piquete puede durar mucho más tiempo que el que nadie podía imaginar hace apenas unas semanas.
La política de desechos humanos
Unos pasos más allá María Elena Marchiolli es de las que va mirándolo todo, confirmando que todos estén bien, hablando con cada uno. Anda en ojotas caminando la ruta, y alguna vez sorprendió diciéndole a la asamblea que si no hay huevos, habrá ovarios. Dice que el corte es una trinchera, pero sin embargo no habla con estilo de barricada sino con una enorme serenidad, se permite emocionarse, y decir todo lo que hay que decir sin apelar a tonos pomposos.
Tiene tres hijas: las mayores (Soledad y Fernanda, 29 y 30 años) en Buenos Aires, y la menor (Lisa, 27) en Montevideo. «Tengo que llevarle ropa y no puedo ir, porque tengo que dar el ejemplo. Si nadie cruza, yo tampoco. Yo sé que me dejarían ir en auto, pero jamás lo haría».
María Elena trabaja del lado uruguayo de la frontera, en el peaje:
-Me vienen a buscar hasta la trinchera, yo voy, trabajo y vengo. No hay casi movimiento y todos, mis compañeros uruguayos y yo, estamos re preocupados por el tema del trabajo. Son mis compañeros y mis amigos.
-La paradoja es que usted participa en un corte que pone en riesgo su propio trabajo.
-Pero las cosas hay que hacerlas. Yo estoy segura de lo que estoy haciendo porque sé lo que va a pasar. Fray Bentos es un pueblo muy pintoresco que vive del turismo y ha venido creciendo, que ahora lo matemos con esto sería terrible, se van a convertir en pueblos fantasmas. Pueblos sombríos.
-¿Cómo empezó la asamblea?
-Muchos grupos estuvieron trabajando el tema del medio ambiente, los mismos grupo uruguayos nos avisaron de la instalación de estas pasteras y nació una asamblea ciudadana, como le pusimos. Porque somos todos ciudadanos.
-Asamblea, como las que surgieron en el 2001 y 2002.
-Tal cual. Y todo esto es horizontal, todos hablamos, opinamos, todos tenemos el derecho y se respeta la opinión de la mayoría. A mí siempre me interesó el tema del agua.
-¿Por profesión?
-No, yo siempre fui empleada, fui productora de seguros, pero me interesaba el tema porque una ve que si se contamina el agua, es algo que no se va a poder reponer. ¿Y sabe qué pasa? Como las clases sociales se van dividiendo cada vez más, la brecha entre el pobre y el rico es cada vez más grande, va a haber un momento en el cual el tema va a ser quién va a poder comprar el agua y quién no. En realidad, ya está pasando. Todos pagamos por el agua y si esto sigue así, va a empeorar.
-¿De qué modo?
-Hace muchos años que vienen con todos estos planes. Primero fue la globalización en la cual los grandes capitales se adueñaron de empresas y nos dejaron a todos estos pueblos de Sudamérica sin trabajo, como para empobrecernos y dejarnos con la materia prima y el recurso humano. Y ahora viene la otra etapa que es llevarse la materia prima, y dejar el desecho humano. Porque cuando dejan toda esta contaminación va a quedar gente enferma, y otra gente degradada.
-Desechos humanos: le parece que la cuestión llega a esos términos.
-Sí, porque te quitan todo, te enferman y te van matando. Sudamérica es riquísima, Argentina también, pero matan el valor humano. Duele mucho cuando veo que mucha gente no se da cuenta de lo que nos van a hacer, porque nuestros descendientes e van a ir degradando cada vez más. Los niños (mira a los chicos que nos van gambeteando mientras hablamos) sin la alimentación necesaria, sin los recursos necesarios, ¿qué van a ser?
-…
-Esclavos. Esclavos de estos grandes emporios que vienen a llevarse todo y a someternos a través del hambre
-¿Cómo es la relación de la asamblea con los partidos políticos?
-Nunca se ha permitido que los partidos quieran adueñarse de la asamblea. Yo no soy política y una de las cosas por las que acuso a todos los políticos que estuvieron, a los que están y seguramente a los que estarán, es que no han podido. El gobernador se ha querido hacer cabeza de la asamblea en algún momento, prometiendo cosas, y de golpe da vuelta el discurso porque lo manda el Presidente a que nos levanten de la ruta porque no saben cómo sacarnos. Vinimos a la ruta, después fuimos apoyados llámese por el gobierno, Busti, la cancillería, Kirchner a través de otros funcionarios. Pero resulta que ahora quieren que salgamos de la ruta y todavía no nos han dado soluciones. Quiero decir: si vinimos acá a matar un monstruo, yo quiero ver al monstruo muerto antes de irme. Si no al pueblo se le da un sabor de que siempre es derrotado.
-El gobierno les genera desconfianza.
-A mí sí. Eso de ir a La Haya son todos papeles, y no me da ninguna confianza lo que hagan. Si no era por la asamblea, acá no pasaba nada. Si era por ellos, que se construyan las pasteras, que sigan haciendo lo que quieran, a nadie le interesaba lo que eso iba a producir en la naturaleza y en el ser humano.
-Pero hace lo que hace la asamblea, ¿no es política?
-Si la vida pública es política, esto es política. No sé, lo que yo digo es que nuestra misión es que las papeleras no se instalen. Además creo que este es un momento importante, porque esas empresas son la apertura para que se sigan colocando muchas más en Latinoamérica. Y me parece que no es un problema de Argentina, Uruguay, Gualeguaychú o Fray Bentos. Es un tema del Mercosur. Algunos dicen que no conviene ir al Mercosur a buscar soluciones porque ahí está Lula y qué sé yo. Pero entonces yo le digo a Lula y a todos los otros: pónganse a hablar un poquito en serio, esto parece un campeonato de truco donde gana el que miente más. Aquí hay que ganar con las cartas en la mesa y mostrar a los pueblos por qué traen semejante monstruo.
-No parece que se pueda lograr semejante sinceridad. Se diría que a veces son como vendedores de espuma.
-Mire, si son tan inoperantes que no saben atraer capitales genuinos para instalar empresas genuinas, es problema de ellos. Cuando se postularon para presidentes en cada país, prometieron cosas buenas. Quiere decir que saben que hay cosas buenas en el mundo, por eso hicieron esas promesas.
-Es como un teorema: las cosas buenas existen, pero antes de las elecciones. Otra promesa es la de las papeleras: ¿qué pasaría si lograran demostrar que pueden trabajar sin contaminar, o contaminar menos?
-Sí, claro, nosotros decimos: que salga agua bendita por los vertederos. Y bueno, si realmente lograran demostrar que el agua que van a verter al río puede ser tan limpia como dicen, cosa que sabemos imposible, veremos. Pero también hablamos de evaporación de gases en el trayecto de la pasta celulósica: van limpiando ese puré y lo elevan a 180 grados para disolver productos químicos y hay evaporaciones de gas. No sé cómo se garantiza que haya poca contaminación.
-¿Cuál cree que es la estrategia del gobierno nacional frente a este problema?
-Quieren que nos desgastemos, como hicieron con los piqueteros. Y comprando cabezas. Es súper evidente cómo compran.
-¿De qué modo es evidente?
-Lo tenemos a un D’Elía (Luis D’Elía, ex piquetero y flamante funcionario del gobierno, además de declarado kirchnerista). Lo ves en la televisión. Cuando lo ves peinado de peluquería, con las uñas bien arregladitas, rostro tratado en algún spa o esas cosas, te muestra cómo es la persona. Y después se compra ropa cara, y sonaste. Empiezan con el poncho y después se ponen Armani. Ya sabemos cómo son, y esta historia la hemos vivido siempre.
-¿Existe el riesgo del desgaste de la asamblea, en la medida en que no haya respuestas? Usted dice que es a lo que apuesta el gobierno.
-Pero ellos se tienen que mirar primero en el espejo. Si no, Cristina (Fernández de Kirchner) no sería senadora después de 20 años, se habría desgastado. Y el marido salió a batallar para que su señora vuelva a ser senadora y cambie de un asiento a otro: no se ha desgastado, porque tiene otras aspiraciones. Y bueno, la aspiración nuestra es voltear todo esto, y nos llevó a estar en la ruta. Las mujeres somos constantes en esas cosas.
-Aparecería el ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo.
(María Elena mira a la barricada, piensa, y hace una crítica que muestra un modo de interpretar lo ocurrido en los últimos años)
-Sí, pero si el doctor Kirchner les sacó el pañuelo blanco de las cabezas a las Madres, no vaya a querer tener mujeres con pañuelos verdes porque esta forma de capital nos va a matar a nuestros hijos y nuestra gente.
¿Qué es la libertad?
María Elena reconoce que la creación de la asamblea y toda la actividad que nació a partir de allí les cambió la vida a muchos de los vecinos de Gualeguaychú: «Totalmente, siempre hablamos con los que venimos a hacer el aguante. ¿Sabe qué? (Se emociona, se pone anteojos oscuros para disimular las lágrimas) No queremos estar en nuestras casas. Queremos estar acá. Yo no me puedo ir sin recorrer todo, ver que todos estén bien. A veces, cuando hay mucha gente, aprovecho y me voy a dormir, y después vengo a las cuatro de la mañana. Yo digo que es como en el velorio: a las cuatro de la mañana se fueron todos y se queda la viuda sola con el muerto».
Nació en Basavilbaso: «Pero elegí vivir acá. Y ahora elijo quedarme. Yo podría hacer las valijas e irme, mis hijas ya se fueron. Pero tengo todo un sentimiento con este lugar».
-¿Cómo funciona la asamblea?
-Y… hay luchas, cada uno quiere imponer su idea. Me parece que después de voltear a las pasteras, toda esta enegía tenemos que aprovecharla en seguir limpiando la casa. Por ejemplo, aquí se usan agroquímicos prohibidos en los Estados Unidos.
-La asamblea es ambiental, pero antes es ciudadana. Usted hablaba de la brecha entre ricos y pobres. ¿Una asamblea podría tomar ese tema, como toma las cuestiones ambientales?
-Seguro, e podrían generar fuentes de trabajo, buscar créditos para emprendimientos y proyectos. Hay créditos y nadie te los informa para hacértelos accesibles. Otro asunto es que llevamos mucho tiempo con gente que no ha trabajado. Gente que no sabe trabajar y no sabe crear, porque entre la desocupación y los planes sociales los levaron a ese desastre de estar esperando, y no crear nada. Una cosa pasiva. Yo digo que al pan hay que ganárselo. Cualquier ser sobre la tierra busca su alimento, un árbol, un pájaro. El ser humano tiene que aprender lo mismo. Lo contrario es degradarlo y tenerlo por inútil.
-¿Qué luchas hay en la asamblea?
-Hay gente que se quería bajar el día que el presidente Kirchner supuestamente mandó a decir que levantáramos el corte. Después lo negó… esto es encontrar quién fue el primero que mintió. Él desmintió, y quemó toda la tropa para abajo. Entonces los demás mintieron cuando dijeron que no nos recibían, o mintió él cuando dijo que no había dicho eso.
-Pero ni así lograron evitar el corte.
-Es que yo dije que conmigo no tiene que hablar, que hable con Tabaré. Y yo me quedo hasta que hablen y paren las papeleras. Esa es su misión, no hablar conmigo. Y otros decían había que hacer un gesto. ¿Y ellos? ¿Qué gesto hacen todos los demás?
-¿Qué pasa si se hace muy largo?
-Estamos viendo de qué forma hacemos turnos, hay mamás que están haciendo el aguante y tienen chicos que van a empezar a ir a la escuela, hay gente más joven que puede venir en distintos horarios, y vamos a hacer turnos. Pero yo no sé qué va a pasar, porque todo esto se ha ido haciendo, se ha ido haciendo. Eso es lo más efectivo. Lo que creo es que hasta que del otro lado no paren las papeleras, vamos a seguir acá. Lo bueno es que las voces del Uruguay ya se están levantando. Porque si algo lo va a movilizar a Tabaré es su propio pueblo.
-¿Qué voces?
-Hay gente de Fray Bentos, de Mercedes. Nadie puede decir «porque no» cuando pedimos que nos expliquen por qué no contaminan. Eso no se le puede contestar ni a un niño. Nosotros decimos que contaminan por tal y cual cosa. Botnia no da informes ciertos, no se puede hacer una evaluación de acuerdo a los informes que dan ellos, sí el sistema que van a utilizar que es el Kraft que es el más contaminante.
-¿Cuál cree que es la ventaja de organizarse como asamblea?
-En otras cosas que se arman, comisiones, partidos, o qué sé yo, siempre hay presidentes, secretarios, y de pronto esa comisión o partido resuelve algo y todos los demás socios o integrantes tienen que acatar, obedecer, y esperar a las próximas elecciones o recambio de autoridades si algo no les gustó.
-Un sistema representativo. Se delega el poder para que los otros hagan las cosas.
-Bueno, ni hablar, no queremos eso, queremos organizarnos pero no que haya uno que hagan y los otros que obedezcamos. Mire lo que pasó en la Argentina donde siguen estando todos los que queríamos que se fueran. Mis hijas fueron de las primeras que salieron con las cacerolas en Buenos Aires, pero a esta gente de la política no les entra nada, no se mueven del sillón, son terribles. Vos ves al Presidente que dice que vamos a ir a La Haya. Se cree que somos idiotas, ¿qué es eso? Van a estar años hasta decidir algo, y acá con las plantas instaladas ya va a estar todo contaminado. La gente enfermándose, los animales envenenados, las plantas muriéndose, todo con un olor insoportable, mientras esperamos lo que digan en La Haya.
-Parece haber una diferencia entre los vecinos que se sumaron en los últimos tiempos, que son más radicales con respecto al corte, y los «históricos» que empezaron toda esta movida y quieren más flexibilidad en la medida.
-Puede ser que algunos que están desde un principio tengan un poco de miedo. Yo no, ¿qué me puede pasar? Pero a alguna gente de la asamblea medio que los asustó la concientización que ellos mismos transmitieron a la gente. Se habló del tema, se explicó, se difundió, y al final la gente se sumó y ahora quiere que la cuestión se solucione en serio.
-Y los históricos sienten que ya esto no lo pueden manejar. ¿Será que ayudaron a generar conciencia, y tal vez por eso mismo la gente de la asamblea ahora se permite no hacerles caso?
-Sí, eso es lo que está pasando. Pero se puede manejar la cosa en este sentido: la gente escucha, razona, piensa bien, y elige lo que quiere. Eso es conciencia. Por ahí puede no estar de acuerdo con alguno de la asamblea que quiere ser un poquito más blando, compaginar, pensar que si aflojamos nosotros capaz que aflojan ellos. Algunos piensan así, pero la gente de la asamblea no.
-Ahí el cuestionamiento es que se han obsesionado con el corte en sí mismo. Que hay una actitud cerrada en la asamblea.
-(Mira sorprendida) No, para nada. Acá no hay nadie emperrado en nada. Y lo que se busca es generar diálogo. Algún dirigente de los que tienen miedo puede pensar esas cosas porque no lo obedecen, porque la gente viene a la asamblea y decide por sí misma. Ahora, si yo no estoy de acuerdo con alguien, tampoco me pueden contestar que estoy cerrada. Simplemente, no estoy de acuerdo. Mire, le voy a contar: muchos vienen a hacer lobby, a tratar de convencer a cada uno de hacer esto o de hacer lo otro. Y la gente después te dice: «Yo escucho, pero a la hora de levantar la mano nosotros sabemos qué es lo que queremos». Eso me da mucha paz. Lo más hermoso que hay es la libertad de elegir. Los pueblos tenemos que elegir.
«No somos como nos muestran los medios»
María Elena está un poco enojada, aunque hay que reiterar que su tono y sus modos son totalmente opuestos a cualquier idea urbana de persona crispada. El enojo a la entrerriana es con el modo en el que se trata a veces a la asamblea.
-Nos dicen talibanes, fundamentalistas, ¿a usted le parece que estos vecinos con sus hijos aquí son eso?
-No, no me parece.
-En lo diarios y en las radios nos dicen esas cosas, y te quieren hacer olvidar que lo que hay que pensar es en lo de allá (señala hacia la frontera) en hablar con los hermanos uruguayos, dialogar allá, armar juntos equipos de trabajo y de conversaciones.
-Los ataques tal vez den la medida de la fuerza del corte.
-Pero te ponés mal porque esos periodistas o dueños de medios, ¿quiénes son? ¿Qué se creen? ¿Nos quieren matar? Es feo. Si un uruguayo se enoja con nosotros, yo lo entiendo, tiene lógica y yo por eso quiero que hablemos y dialoguemos. Pero no estos que tratan de formar ideas y opiniones. No somos como nos muestran los medios. Yo no soy así como ellos dicen. Nadie aquí es así.
-Cualquiera que se ponga firme en la defensa de sus derechos corre el riesgo e ser reflejado por los medios como un violento, irracional, sordo y agresivo.
-Pero justamente estamos luchando por el diálogo, que Tabaré no nos quiere dar. Él dice, levanten lo cortes y las papeleras no se paran. Ese es su tema. Nosotros entonces decimos: nunca vamos a levantar los cortes hasta que no paren las papeleras y nos sentemos a dialogar y a que nos expliquen por qué no van a contaminar. Tabaré lo sabe, pero no sé qué es lo que lo ata. Él tuvo la oportunidad de terminar con esto sin un costo.
-¿Por qué cree usted que no lo hizo?
-No sé qué pensar. Quiere que otras empresas vengan a instalarse. Los del grupo Guayubira decían: «queremos pensar que él quiere demostrarle al mundo que se respeta a las empresas». Pero yo digo así no es el caso: podemos respetar respetando la vida, porque si no otra vez venimos con todos esos capitales que son garrapiñeros… Se supone que Tabaré siempre estuvo contra esos que vienen a sacarnos todo, que vienen a instalarse acá en Sudamérica como hicieron hasta ahora, roban y se van, nunca pagan nada.
-Se pasó de la economía de especulación a la de extracción. Y los gobiernos acompañan.
-Es lo que te decía: de la globalización se pasó a extraerte la materia prima, y el ser humano queda totalmente depreciado. Esto es como Cromañón: nos encierran en una situación donde nos van a matar, pero nadie es responsable de nada. Yo no sé si los que piensan así son los únicos que se presentan para políticos. Yo a veces pienso, ¿por qué una persona que sube, al día siguiente se da vuelta?
-Seguimos con los teoremas, María Elena: el sillón, como usted decía, tiene un efecto contaminante sobre las convicciones.
-Busti sigue estando, dice que se pone al frente de esto, va a escucharlo a Kirchner y vuelve diciendo que hay que levantar el corte. Y Kirchner dice que no hay que levantar nada. ¿Sabe qué son? El camaleón. Yo estoy contenta porque se logró meter el debate, que se vea el problema, que todos puedan hablar de esto. Ojalá haya un final feliz, y no algo doloroso en el medio. Una mamá decía: «Si esto sale mal, si ponen las plantas y la gente se va, yo no me voy a poder ir». Es una mujer muy pobre. Yo le dije: vamos a ser dos, porque yo tampoco me voy a ir. Que nos aplasten los camiones.
Unos metros más allá hay música de chamamé, y llaman a la asamblea. Junto a la ruta se arma una especie de enorme anfiteatro de asambleístas sentados en reposeras o en el pasto. Mucho mate, ningún antidepresivo. Y ahora silencio: empieza el debate y van votar si se sigue o no con el corte.
Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
Nota
Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.

Nota
Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.
Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.
Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.
Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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