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Amador Fernández Savater conversa con Claudia Acuña: “Ni representar, ni juzgar: la comunicación como territorio de vida”

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Entrevista de Amador Fernández Savater a Claudia Acuña, fundadora de lavaca, publicada en Rebelión el 16 de febrero de 2006

La revuelta del 19/20 de 2001 en Argentina desplegó o hizo visibles multitud de iniciativas colectivas que, en el vaciado radical de la representación política (“que se vayan todos, que no quede ni uno solo”), inventaban en los hechos cotidianos otras formas de vida: piqueteros, clubs de trueque, asambleas barriales, fábricas recuperadas, etc. Lo que se denominó un “nuevo protagonismo social”. Mientras las redacciones de los media oficiales estaban pobladas de autómatas y cínicos desbordados por lo que sucedía, en la calle se redescubría la comunicación social como fiesta colectiva. lavaca.org nació en ese contexto de extrema incandescencia a finales de 2001, animada por gente que sentía la necesidad imperiosa de respirar aire nuevo y darle la vuelta como a un calcetín al oficio de informar. Contra la mirada turística y/o impune del periodista estándar, el compromiso y los lazos vivos con ese “nuevo protagonismo social”; contra el espectáculo y los fuegos artificiales del “suceso”, la “noticia” y el “evento”, la insistencia en la realidad esencial de los procesos cotidianos; contra la tentación de juzgar, representar o señalar el camino a las experiencias alternativas, la función de acompañar, registrar, devolver y compartir el día a día de la construcción efectiva de otros mundos posibles. En definitiva, un útil, una caja de herramientas que prueba su valor diariamente en el roce sostenido con procesos sociales, mucho más allá de los círculos viciosos puramente militantes.
Antes de fundar lavaca hicisteis política desde otros medios más clásicos, sin relación directa con movimientos sociales. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿qué límites encontrasteis en ella y qué reflexión os lleva a fundar lavaca?
Es difícil de resumir la experiencia previa de quienes hacemos lavaca sin tener en cuenta el contexto. Un ejemplo: yo comencé a trabajar profesionalmente dos meses antes de la guerra de Malvinas y una de mis primeras notas fue a las Madres de Plaza de Mayo, en plena censura de la dictadura, en una editorial que poco después fue clausurada por los militares. Al poco tiempo y en ese contexto logré publicar una nota que permitió a Abuelas de Plaza de Mayo recuperar al nieto N° 2.  Luego, trabajé con Jacobo Timerman, después en un diario innovador como Página 12, pasé por el hipercomercial Clarín, hice la experiencia de llevarle un proyecto a un inversionista y convencerlo… Es decir, algunos tenemos más de 20 años en el periodismo y hemos desarrollado una experiencia profesional clásica o tradicional: pasamos de cronistas, a redactores, a editores, a directores. Ganamos dos premios Rey de España, escribimos libros, tuvimos hijos y, ahora, plantamos este árbol que es lavaca. Pero antes, durante y siempre tuvimos una relación con la política que también estaba relacionada con el contexto. Es decir, que además de ser periodistas fuimos militantes, delegados gremiales, activistas de derechos humanos. Y en algún momento de la Historia argentina esto pareció coincidir. Es decir, que nuestra sensibilidad social –por así decirlo- podía plasmarse en el tipo de trabajo periodístico que hacíamos. Logramos recibir un salario por escribir aquello que veíamos. Sin embargo, a fines de los 90, cuando la brecha entre lo que se veía y se podía escribir comenzó a tornarse insoportable, producto de la decadencia de los medios comerciales y sus brutales condiciones de producción, nos encontrábamos en la peor ubicación. Esto es, convertidos en jefes de un ejército de autómatas o cínicos. Nos quedaba, entonces, una de dos: quejarnos o salvarnos. Saltamos del Titanic, abrazados al madero de nuestras convicciones. Y aquí estamos, vivitos y coleando.
Contadnos la trayectoria de la experiencia de lavaca
lavaca comenzó en la mesa del comedor de nuestra casa hace ya cuatro años. Y hoy sigue allí. Todo el resto cambió –nuestra cabeza, nuestro trabajo cotidiano, nuestro humor, nuestras teorías y prácticas- pero ese espíritu inicial no varió. No quisimos y no queremos criar estructuras, sino experiencias. El lema inicial estuvo inspirado en una frase del filósofo John Zerzan: “hacé algo o callate”. Y los primero que hicimos fue callarnos. Dejamos de asistir a las mesas redondas donde se diagnostican los males de la época (hasta el día de hoy seguimos rehuyendo de estos convites), para comenzar a hacer algo, que no sabíamos bien qué era hasta que lo comenzamos a hacer. Lo primero fue tener un espíritu de colectivo. Todos fuimos uno y cualquier ingreso –generado o no por el trabajo común- iba a ser compartido en partes iguales. Esto nos permitió sacarnos la presión de que cada uno libre su batalla por el sustento cotidiano en forma solitaria y soportar acompañado tareas que de otra forma hubieran sido más penosas. Así nos encontró –todavía a tientas, pero unidos- el 19 y 20 y diciembre. Nuestra primera producción “pública” como lavaca fue un informe sobre la historia de cada una de los asesinados en esas jornadas, con la convicción de transformar el número en una biografía. Enviamos por mail la información, anteponiendo un lema que mantenemos hasta hoy: anticopyright. No teníamos noticias del copyleft, así que nos salió esa denominación. Así, cabalgamos los primeros meses de agitación callejera, recorriendo asambleas, tomas de fábricas, piquetes. A los pocos meses, pudimos “abrir” nuestra propia página en Internet (www.lavaca.org), gracias a heredar servidor y herramientas, como canje por otro trabajo. Fue entonces cuando tuvimos que decidir qué haríamos. Y creo que allí fundamos la base más sólida de lo que somos hoy. Nos impusimos hacer sólo crónicas o reportajes. Y nunca escribir las típicas columnas de opinión. Esto nos obligaba a estar siempre en contacto con los protagonistas de los hechos. Fue una decisión consciente. Es decir, sabíamos que estaba naciendo algo nuevo y que todo lo que podíamos escribir nosotros era viejo. Debíamos, simplemente, registrar lo que estaba pasando. Y para eso, por cuestiones de disponibilidad, tiempo, recursos, teníamos que elegir muy bien qué no hacer. Había tanto para contar, que era imposible registrarlo todo. Fue entonces donde tuvimos que tomar la segunda decisión vital: qué temas registrar. Nos propusimos seguir determinados temas, y así lo mantuvimos desde hace cuatro años. Nos propusimos “actualizar” la página semanalmente. Y así lo hacemos desde hace cuatro años. El resultado es un método de trabajo que, sin saberlo, fundamos en esa mesa de comedor: lavaca es una colecta de recursos humanos. Lo sabemos ahora, cuando hay una necesidad concreta y pensamos entonces qué se necesita y quién lo puede hacer. Ya no se trata de escribir notas –cosa que seguimos haciendo- sino de crear lazos de comunicación. Pero eso lo sabemos ahora, después de mirar para atrás y ver lo que hicimos. Y de mirar para adelante y ver todo lo que nos falta hacer.
Ni representar ni opinar: hablábamos en Buenos Aires de que la consigna que explica mejor la intervención política y comunicativa de lavaca es “acompañar y aportar” a los movimientos sociales, ¿qué significa eso? ¿cómo se concreta? ¿qué aporta lavaca a los movimientos sociales?
Quisiera compartir primero –aunque de la lata- nuestra pequeña percepción de la comunicación en estos días. Nuestra experiencia es muy modesta y no pretende dictar cátedra sobre nada. Es un punto de vista que interpreta lo que nos ha tocado vivir. Y no sólo referido a la comunicación, sino a la época. Si aseguramos que está en crisis el sistema de representación –como es evidente en una Argentina en donde un Presidente asume con el 14 por ciento de los votos mientras la gente en la calle grita “que se vayan todos”- el periodismo, tal como estaba planteado hasta fines de los 90, se terminó. Hagámonos cargo de la parte que nos toca: lo matamos nosotros, los periodistas profesionales. No fue ni la concentración ni las corporaciones. El medio no es el mensaje: el mensaje es el mensaje y lo escribe cada periodista, que elige ser obediente o no, según le convenga. El problema es que agachamos la cabeza en una época hostil para ser conservador. La tecnología revolucionó los canales, las audiencias se cansaron de escuchar estupideces y comenzaron a aprovechar el viento a favor para convertirse en productores de mensajes cada vez más creativos. Los periodistas pasamos a ser los que se quedan sentados criticando mientras otros se divierten. La comunicación es una fiesta callejera y es un velorio en las redacciones. Hecha la autopsia, a quienes ya no sabemos hacer otra cosa útil, nos queda reflexionar. ¿Qué podemos hacer ahora? Estamos en una época fantástica, plena de novedades, de partos, de invenciones. Eso, de ninguna manera, puede ser malo para nosotros si nos colocamos en el lugar correcto. Elegimos, entonces, salir del medio.
Luego, elegimos dónde colocarnos. Y fue atrás. Corremos detrás de los que están creando un futuro que nos resulta siempre más interesante del que nosotros hubiésemos sido capaz de imaginar. Y desde la trinchera de la retaguardia, hacemos lo que podemos. En primer lugar, la intención es que cada quien pueda manejar los dos o tres trucos a los que ha quedado reducida la técnica periodística hoy. Doy ejemplos, para ser más clara. Con el MTD de Solano aprendimos a enseñar a enviar mails colgados desde un teléfono público, con una vieja computadora colocada arriba de una mesa destartalada en plena calle y la fila de mujeres, hombres y niños esperando turno en el teclado para pulsar enter. Fue casi un año, todos los sábados, luego del cual obtuvimos una página web que ellos aprendieron a autoeditar antes que nosotros (literalmente: nos habíamos propuesto no tocar nosotros el teclado durante esos talleres). Luego, ya más duchos, repetimos la experiencia con uno de los dos movimientos de fábricas recuperadas. Esta vez montar la página web nos llevó solo dos meses de entrenamiento. A esta altura, los talleres de redacción que compartimos con los movimientos son para nosotros verdaderas ceremonias. Hacemos una ronda, nos dedicamos a escuchar y cuando sentimos (realmente es un sentimiento) que captamos la música y la letra, elaboramos un borrador que leemos en voz alta. El resultado es una gacetilla o un documento que sólo si el grupo se lo apropia sabemos que ha sido el correcto.
En estos últimos tiempos, cuando comenzamos a trabajar el tema de las presas políticas, (vendedoras ambulantes y mujeres en situación de prostitución detenidas por participar de protestas sociales) nos metimos en algo de una profundidad que aún nos cuesta analizar las consecuencias. La más importante es la que nos está dejando la experiencia de acompañar a las presas. Desde hace un año, vamos a visitarlas todas las semanas. Al principio, grabamos entrevistas y fotos como una forma de sacar de la prisión su voces y sus caras. Editamos una revista junto al Colectivo Situaciones –al que invitamos especialmente para que nos acompañe en esta experiencia- y se la entregamos a las organizaciones y familiares con el fin de que recauden algo de dinero. En esa revista decidimos contar las historias de las mujeres presas. Pero unas estaban en la prisión de Ezeiza, detenidas por manifestarse en la Capital Federal. Dos son mujeres en estado de prostitución y una, vendedora ambulante. Y las otras estaban a dos mil kilómetros de distancia, en la Patagonia, detenidas por reclamar trabajo ocupando una planta petrolera. No se conocían entre ellas, por supuesto, pero a partir de la publicación comenzaron a escribirse de penal a penal. Las tres mujeres de la Patagonia lograron salir de prisión luego de ocho meses. Y las otras tres al día de hoy siguen presas. Pues bien: al día siguiente de ser liberada, una de ellas consiguió viajar a Buenos Aires para visitar a las que continuaban tras las rejas. Acompañarla a esa visita al penal fue comprobar hasta dónde habíamos logrado tejer una red de comprensión y solidaridad para nosotros inimaginable. Se trataron como lo que eran: compañeras de toda una vida de lucha.
Ir a la cárcel fue convirtiéndose en un acto de comunicación para nosotros prioritario. Les llevamos cuadernos y lapiceras, libros, recortes, fotos, cuentos, noticias. Y sacamos de allí cartas, grabaciones, pedidos, encargues. De todo el material hacemos copias para que cualquier organización la utilice en actos de difusión de la situación de los presos. Así fue, por ejemplo, que las fotos se convirtieron en afiches que ya ni sabemos quién los hace y hasta ilustraron notas en periódicos comerciales.
Lentamente, nuestra misión de comunicación derivó en mediar entre las diferentes organizaciones que trabajan en la campaña por este tema. Desde conectar a abogados de diferentes organismos de derechos humanos hasta coordinar las reuniones donde se elaboran las distintas acciones de reclamo por la liberación. Hace poco, por ejemplo, se cumplió el año de las detenciones de los 15 presos y presas por manifestar en la Legislatura porteña y nuestra tarea fue coordinar la organización de una jornada en el Obelisco, con músicos, actores, movimientos, colectivos de arte. Sólo uno de nosotros se dedicó a escribir una crónica para subir a nuestra página. El resto estuvo abocado a conseguir un camión para trasladar el escenario, ordenar la rutina de los músicos, distribuir los puestos de la feria y lograr que desde el teléfono celular se escuchara la voz de las presas que hablaron en directo con todos los que allí estaban. Ese fue para nosotros el momento más importante de nuestro trabajo: sostener un micrófono delante de un celular para que se escuche la voz de una prisionera. No encuentro una mejor manera de ilustrar lo que significa ahora para nosotros nuestro rol.
Mientras el ruido y la mera virtualidad limitan la potencia de herramientas comunicativas como Indymedia, otra cosa importante en vuestra experiencia es que “ponéis el cuerpo” a la hora de hacer comunicación. ¿Qué aporta esto a vuestro acompañamiento de los movimientos sociales?
A nosotros nos aporta mucho. No estoy segura de que a los movimientos le signifique tanto. Poner el cuerpo es básico y sin eso no hay posibilidad de cambio en la comunicación. No existe ninguna posibilidad de utilizar la tecnología a favor de una sociedad distinta si no se pone el cuerpo en el territorio donde se libra la batalla por ese cambio. Podría dar muchas explicaciones para justificar esta posición. Pero dos son prioritarias. En principio, aprendimos de la experiencia de las Madres –a las que debemos tanto- que el miedo se cura con los pies. Y el miedo es un arma contra la cual, en estos tiempos, es necesario luchar todos los días. Caminar junto a otro es lo único que nos quita de encima la pistola que nos pone en la sien la noticia del día. Salir a la calle es ponerse en contacto con la verdad, sea cual sea: buena o mala. Pero también, para quienes estamos condenados a librar esa batalla en zonas urbanas, poner el cuerpo es convertir en territorio la propia experiencia. Esto es lo que crearon los Sin Tierra de Brasil: el concepto de territorio como espacio mental. Hay un lugar donde nadie puede mandar si otro no obedece. Y ese es el espacio a conquistar: nuestra propia cabeza. No es tan sencillo, porque allí se ha librado una batalla cultural de la que seguimos prisioneros, aún cuando no queramos. Movernos es entonces el primer paso para mudar perspectivas, intentar zafarnos de las cadenas que nos sujetan a la clase, al sexo, a la cultura, a la moral a la que nos ataron. Poner el cuerpo es lo que nos permite establecer un contacto humano, real, sin el cual no hay comunicación verdadera.
Nosotros, que somos para muchos tan sólo una página web, para los movimientos junto a los cuales trabajamos somos personas con nombres, carne, defectos, a las que pueden insultar o abrazar, como tantas veces han hecho. Entendemos lo virtual como un mero megáfono que amplifica alguno de los muchos mensajes que necesitamos dar, pero también como una rendición de cuentas: si saben quiénes somos es también por lo que escribimos.
No sois una “agencia de comunicación de los movimientos sociales” ni pretendéis que lavaca.org represente a todas las experiencias políticas argentinas: decididamente hacéis “comunicación de parte”, con ejes concretos de trabajo, ¿no es cierto? ¿Qué reflexión os lleva a decidir a qué experiencias acompañáis?
En parte tomamos la decisión teniendo en cuenta qué temas garantizamos dar continuidad. Pero también es importante qué temas no van a ser abordados por los demás. Y esto incluye a los propios medios que se denominan a sí mismos alternativos. Un ejemplo es el de las fábricas recuperadas. Al día de hoy, salvo cuando se produce un hecho violento –como un desalojo-, no fue un tema de seguimiento por parte de ningún medio. Hay mucho del ideario de la izquierda tradicional que conspiró en contra de este movimiento. Al no saber cómo clasificarlo y al no poder controlarlo, lo dejó a un lado. A nosotros nos interesó, sobre todo, el cambio subjetivo que podía producir en un obrero tradicional controlar los medios de producción. ¡Nada menos! Y registrar esos cambios implicaba un trabajo sostenido y continuo en el tiempo. El tema de las presas políticas es otra decisión que implicó, cuanto menos, seguirlo hasta que se obtuviera la libertad. Y esto nos está llevando ya un largo año. Por supuesto que cuando comenzamos no sabíamos cuánto iban a estar detenidos, pero teníamos la intuición –por no decir la convicción- de que no iba a ser por poco tiempo.
Si otro medio hubiera garantizado comunicar sobre estos temas, sin duda no hubiésemos seguido con ellos. Decidimos no competir, sino convivir y sabemos que hay quienes por acceso a la información, afinidad o interés pueden informar sobre ciertos temas mejor que nosotros. Un ejemplo es la información sobre pueblos originarios que realiza Indymedia argentina, un tema que por supuesto nos interesa pero que en lavaca no vas a encontrar simplemente porque otros lo hace mejor que nosotros. Tampoco tenemos buena información internacional, por ejemplo. No pretendemos darle a nuestros lectores la idea equivocada de que podemos informarlo acerca de todo. Simplemente porque es mentira: no podemos.
¿Qué experiencias acompañáis ahora?
-Estamos trabajando muy de cerca con las mujeres de Ammar Capital, una organización de mujeres en estado de prostitución que tiene dos de sus integrantes detenidas. Comenzamos por allí –por las presas- y así llegamos al hoy, donde una vez por mes participamos de un taller que pedimos que coordine el Colectivo Situaciones, donde hablamos del miedo, del sexo, de la calle, de la represión. Invitamos también a participar de ese encuentro a las mujeres del MTD de Solano. Y como una cosa lleva a la otra, en estos días estamos saliendo de viaje a Bolivia con una de las integrantes de Ammar y otra de Solano para conversar con mujeres de organizaciones sociales de Cochabamba y La Paz. Una escritora y militante amiga, Marina Sitrin, juntó peso por peso el dinero de los pasajes y los amigos y amigas bolivianos nos garantizan el resto: contactos, hospedaje, comida y charla durante una semana. Veremos qué nos traemos de allí, pero ya fue interesante la experiencia de preparar con todas las mujeres de Ammar las preguntas para llevarnos al viaje.
Seguimos trabajando con las fábricas y empresas recuperadas. Estamos tratando de que la Clínica IMEC tenga su propia página web, porque así lo quisieron ellos en una asamblea, y estamos en plena tarea de entrenarlos en la autoedición. También colaborando con el Hotel Bauen, que está siendo todas las semanas amenazado con un desalojo, y quieren en los próximos días organizar un festival en la puerta, en pleno Corrientes y Callao.
Seguimos, por cuestiones casi personales, el juicio por el asesinato de Darío y Maxi, dos muchachos asesinados el 26 de junio de 2002 en Puente Avellaneda. Fue un caso por el que hicimos mucho en su momento y para el año, colaboramos en la edición del libro que sobre el tema escribieron los integrantes del movimiento (si hay un error es culpa nuestra porque hicimos el editing) y ahora que se llegó a una instancia como el juicio oral queremos seguir de cerca lo que allí suceda, no porque creamos en la ceremonia judicial, sino por el registro que nos pueda dejar en la memoria escuchar los testimonios de funcionarios y policías en directo. Las jornadas del juicio son, la mayoría de las veces, de hasta 12 horas, así que no podemos garantizar ir a todas, pero al menos una vez por semana estamos cumpliendo con lo que nos propusimos: estar allí para contarlo.
-Otra cosa que me impresionó de vuestro trabajo es la temporalidad que lucháis por establecer: frente a la amnesia que producen los medios oficiales (descontextualización, superficialidad, espectáculo) y la dispersión habitual de los medios alternativos, vuestra apuesta es “acompañar sostenidamente” a las nuevas experiencias de contrapoder.
Lo nuevo, pensamos, necesita tiempo. La verdad, creemos, necesita tiempo. Pero nuestras crónicas, muchas veces, son urgentes. Se escriben en pocas horas. Lo cual deja mucho margen para el error, para la mirada prejuiciosa, para la inexactitud. Decidimos, entonces, que teníamos que escribir sobre aquellos procesos a los que pudiésemos dedicarle un tiempo de seguimiento, de registro de su evolución. No voy a negarte que hubo mucho de personal en la elección. Aquellas cosas que nos entusiasmaban más fueron las que decidimos seguir más de cerca. No escribimos, entonces, sobre las asambleas barriales, pero sí sobre las fábricas recuperadas, por ejemplo, en principio porque nos conmovió compartir con los obreros situaciones como resistir un desalojo, enfrentar a la policía, ver llorar con mocos a hombres cincuentones porque no podían regresar a sus casas sin nada, verlos reír con mocos porque se ponía en marcha la máquina, cosas que se parecían mucho a registrar pequeñas revoluciones que nos transformaban. Fue un aprendizaje duro, porque estábamos acostumbrados a la impunidad del cronista que va, mira, escribe y no regresa jamás a escuchar lo que dicen los protagonistas de aquello que escribió. Bueno: nosotros volvíamos. Y no siempre nos esperaban con un halago. Con el tiempo, compensamos los errores de nuestra soberbia con la paciencia: nos veían ahí, otra vez y otra vez y la siguiente. Podíamos parecerles torpes, pero al menos éramos persistentes.
Esa continuidad marcó nuestro destino, en todo sentido. Es así desde el principio. Esto hasta ahora nos ha permitido seguir produciendo, así que se ha convertido en un motor que al comienzo, en plena ebullición, parecía hacernos mover lento pero que ahora, cuando ha bajado tanto la producción de información independiente, nos hace producir más, incluso, de lo que un mortal interesado puede llegar a digerir en una semana. En estos últimos meses hemos tenido que fijarnos cuántas notas subir a la página por semana, porque estábamos atragantándonos con información. Tratamos de cuidar ese aspecto de la comunicación: sobre qué vamos a conversar con nuestros lectores esta semana. Son para nosotros mensajes importantes, aún cuando no sepamos a cuántos le importen. Por suerte, hasta ahora el interés no ha decaído y desde que tenemos memoria no ha parado de subir en contador de visitas, así que por el momento no tenemos registro de cuál será nuestro techo. Aunque sabemos que llegará y estamos preparándonos para registrarlo.
¿Cómo trabaja lavaca la relación con los media oficiales?
Estamos convencidos de que no hay que trabajar para “salir en los medios”, aunque siempre nos encontramos con que esa es la primera necesidad que plantean los movimientos. Así que generalmente, cuando se comienza a planificar una acción, escuchamos cosas tales como a qué horario conviene hacerla para que llegue la TV o quién tiene contactos para convocar a la prensa, incluso la alternativa. Tenemos un número montado como respuestas. Hace un tiempo, una revista de actualidad publicó en su portada la foto de la esposa de un dirigente piquetero. La mujer posaba en la foto con una remera muy sexy. Tenía una falda corta y la toma se le había hecho de forma tal que se le veía la bombacha (las bragas para ustedes). Bueno: para salir en los medios tenés que estar dispuesto a mostrar la bombacha… de tu mujer. Es decir, para tener un espacio allí hay que estar dispuesto a deformarse de tal manera que hay que plantearse si vale la pena (tomando esta frase literalmente) comunicar algo así, abierto de piernas impúdicamente.
Pero como aún cuando creamos que esta es una condición necesaria de la producción comercial de la noticia, el hecho de que los movimientos todavía le den importancia a la comunicación mediática de sus problemáticas nos ha obligado a dar una respuesta eficaz, sin caer en esas bajezas. Inventamos entonces los talleres de contrainformación. Se trata, entonces, de garantizar que un evento puntual sea “cubierto” a la manera de una agencia de noticias. Realizamos la convocatoria (en general, a periodistas profesionales o estudiantes de comunicación), repartimos las tareas (cada uno elige la nota que quiere hacer) y armamos una red de distribución del material que esa “agencia” creada por uno o dos días produce. La red puede incluir desde foros, páginas web, listas de mails o reenvíos a los contactos personales. El día del evento fijamos un horario de “cierre” y nos sentamos a esperar que lleguen las notas. Increíblemente, llegan. La única condición que ponemos es que sean crónicas o reportajes. No las editamos. Salen como vienen, salvo que haya errores ortográficos o de nombres propios (y siempre que nosotros los notemos). Hemos llegado a recibir 80 notas o 7, según el evento, lo que implica que han trabajado docenas de gente sin más interés que contar que lo vieron. La parte más interesante es cuando logramos que más de una persona escriba sobre el mismo hecho. Es interesante comprobar como a pesar de haber estado en el mismo lugar y esforzarse por escribir en un formato tan tradicional como un cable informativo, las perspectivas son absolutamente diferentes. Para el final, convocamos a una reunión de balance junto a los organizadores del hecho. Hasta ahora solo hemos recibido aplausos y agradecimientos. Y la comprobación de que, cuando hay tanta producción hay también presión de difusión… la noticia termina incluso apareciendo hasta en los medios comerciales.
El segundo paso es conversar con los movimientos sobre estas experiencias. Analizar si el mensaje llegó a dónde querían que llegue. Y cómo. Ahí es donde aparece entonces la necesidad clara de establecer otra forma de contacto, que sin duda da más trabajo pero que es parte de la construcción de otra manera de relacionarse. No es la publicación de una noticia sino la creación de un vínculo lo que garantiza la comunicación. Y sin bien es cierto que esto no es fácil, hay algo que aprendimos junto a los trabajadores desocupados: el principal recurso de los que no tienen otra cosa es el tiempo. Porque el tiempo es nuestro.
(c) Amador Fernández-Savater. Se permite la reproducción de este texto por cualquier medio siempre y cuando sea sin ánimo de lucro y esta nota se mantenga.

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Septiembre en Mu Trinchera Boutique

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Obras de teatro, música, comida rica, dos ceremonias especiales, y una propuesta para las infancias: este septiembre te esperamos en nuestro espacio (Riobamba 143, CABA) con todas estas propuestas. Recordá que si sos suscriptor, tenés descuentos.

Sábado 7 de septiembre, 20.30hs

TERROR DE ARRABAL

Tres barrios porteños, tres leyendas urbanas y la pesadilla de una inquilina en busca de hogar. Terror de Arrabal es un unipersonal de narración oral que recorre leyendas urbanas de la Ciudad de Buenos Aires en el camino de una inquilina que mudanza tras mudanza no para de chocar con lo paranormal.

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Domingo 8 de septiembre, de 13 a 17 hs

PACHA URBANA

Una ceremonia para testimoniar la vida y celebrar el placer del encuentro colectivo. 

Un ritual para nutrir el cuerpo y el alma, con el escenario urbano de fondo, con nuestros pies sobre el territorio que nos cobija.

Empanadas salteñas, bebidas, DJ y fiesta: todo incluído.

Anfitriona y cocinera: Carla Morales Ríos

Musica en vivo y DJ: Big Mama Laboratorio 

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Sábado 14 de septiembre, 20 hs

NENA GORDA

Un biodrama que surge de la convicción de que una herida personal es un interesante y genuino punto de partida para la creación. En éste caso, el foco está anclado en lo más íntimo y a la vez universal: el cuerpo propio y la mirada de los otros sobre él.

Regresar, a través de sus objetos, al cuarto de la infancia; aquel sitio que alberga aún el recuerdo, las memorias, los deseos de otros proyectados sobre nosotros.

Una foto. Una pequeña bailarina clásica llamativamente gorda es el disparador para preguntarnos ¿Qué tiene que cambiar para que el cuerpo de una niña sea suficiente?

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Domingo 15 de septiembre, 18 hs

MARYTA DE HUMAHUACA

KILLA RAYMI (la Fiesta de la Luna)

Maryta de Humahuaca, cantora indígena, jujeña, llega a Buenos Aires para presentar sus nuevas canciones en una ceremonia con artistas invitadas.

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Viernes 20 de septiembre, 21 hs.

Maca Mona Mu

Nos invita a recibir la Primavera

presentando su disco Ruca.

Canciones enhebradas a través del elemento fuego para iluminar, abrigar, cocinar y encender nuestros sentidos.

La voz de Maca Mona Mu narra emociones íntimas que exponen la nueva sensibilidad de esta época.

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Sábado 21 de septiembre, 20.30 hs

SER EVA, por Eva Basterra Seoane

Textos y canciones para no olvidar, el arte para testimoniar y celebrar la vida. 

La Eva artista, la que se rebela, la que se entrega, la lucha, la que grita, la que muerde, la que sueña, la que vive.

Un encuentro mensual, con una invitada especial en cada ocasión. En esta oportunidad: Graciela Daleo, docente, investigadora, sobreviviente de la ESMA.

Eva es escritora, cantora, murguera, feminista, hija de Víctor Basterra y Laura Seoane, sobrevivientes de la ESMA. El testimonio de Victor fue crucial en el Juicio a las Juntas Militares, inmortalizado en un texto de Jorge Luis Borges.

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Domingo 22 de septiembre, 16 hs

FESTIVAL MOSTRES E INFANCIAS

¡Primer Festival para Infancias libres y Todo Tipo de Familias, porque deseamos que crezcan en toda su diversidad!

Habrá:
-Ronda de Lectura con hadas travas madrinas: Susy Shock, Luz Ventura, Eugi
-Juegos participativos y Juegos cooperativos: Amarella y Amarellita.
-Talleres organizados por la Editorial Muchas Nueces.
-Música en vivo: La Banda de les Mostres, Susy Shock, Sofia Dieguez, Lelé Música, Amarella, Mika De Frankfurt, ¡y más amigues!
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Diez años después: comienza el juicio por el femicidio de Nancy Fernández

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Comienza este martes el juicio por el asesinato de Nancy Fernández que se extenderá entre el 3 y el 6 de septiembre en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 7 de San Isidro. Por Anabella Arrascaeta.

Nancy tenía 36 años cuando el 2 de mayo de 2014 fue encontrada en su casa semidesnuda, violada y asfixiada. Venía reclamando justicia por su hija, Micaela Fernández (14), que un año antes había sido secuestrada, violada y asesinada (ambas en la foto de portada). Sin embargo, se caratuló el caso de Micaela como suicidio. El acusado es Juan Carlos Corvalán, conocido narco de la zona. Nancy y Micaela eran parte de la comunidad qom Yecthakay, de Tigre.

Esta historia, situada en el Municipio de Tigre, se teje entre muertes e impunidades. El crimen de Micaela Fernández fue caratulado como suicidio, y sigue impune. Este martes comienza entonces el juicio por el asesinato de su madre, Nancy Fernández, que se extenderá hasta el viernes 6 de septiembre en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 7 de San Isidro. Hay un solo imputado por el femicidio: Juan Carlos Corvalán, narco de la zona.

El entramado detrás de estas muertes sigue aún sin visibilizarse. 

Diez años después: comienza el juicio por el femicidio de Nancy Fernández

Nancy Fernández, de la comunidad qom del Tigre. La asesinaron porque seguía denunciando que el caso de su hija Micaela no había sido un suicidio, sino un asesinato (Foto de Canal Abierto)

Los crímenes

En 2013, cuando Micaela Fernández desapareció, su madre Nancy fue a la Comisaría 6ª de Talar pero no le quisieron tomar la denuncia; había sido secuestrada y violada por varios hombres. Cuando su hija apareció días después, con golpes, cortes en la cara y el pelo cortado, Nancy insistió en denunciar lo sucedido y otra vez volvieron a negarle ese derecho. En una entrevista con la TV Pública, Nancy reveló que la policía la llevó a la comisaria, donde la ataron y golpearon. Cuenta Nancy en el video: “India de mierda, me dijeron, te callás la boca, no vas a hablar vos”. 

El 17 de febrero de 2013 Micaela apareció asesinada en la casa de Dante “Pato” Cenizo. Tenía un tiro en la cabeza. La investigación de su muerte estuvo a cargo del fiscal Diego Molina Pico, de la Fiscalía de El Talar, que a los pocos meses archivó la causa caratulada como suicidio. Dante “Pato” Cenizo solo estuvo preso por venta de drogas. 

Un año después, mientras Nancy, reclamaba justicia y denunciaba la complicidad policial en la trama, la encontraron en su casa semidesnuda, violada y asfixiada. Ahora, diez años después, su muerte llega a Tribunales. 

El reclamo de justicia

Nancy y su familia son parte de la comunidad Qom Yecthakay del partido de Tigre. Micaela tenía una hermana: Lisette Fernández, que tenía 12 años cuando asesinaron a su hermana, y 13 cuando asesinaron a su mamá. Cuando cumplió la mayoría de edad tomó el reclamo de justicia y se rodeó de las organizaciones que desde el territorio acompañan los reclamos por los femicidios locales. 

La misma red que acompaña por ejemplo el reclamo de justicia por Luna Ortiz (asesinada en 2017 cuando tenía 19 años) estará presente en los Tribunales acompañando a Lisette. 

“Es importante el acompañamiento porque es una causa fuerte. Esta red de mafia territorial se creía que al matar a Nancy y al morir su abuelo Eugenio de tristeza, Lisette no iba a hacer nada por su corta edad, pero cuando cumplió los 19 años decidió salir como particular damnificada, y es importante levantar junto a ella el pedido de justicia”, dice a lavaca Marisa Rodríguez, mamá de Luna Ortiz y miembro de la red que acompaña el pedido de justicia por Nancy y Micaela.

Marisa Rodríguez, la mamá de Luna Ortiz, junto a Lisette, hija de Nancy y hermana de Micaela que retomó el reclamo de justicia ante la audiencia que comenzará este martes 3.

Esa red garantiza por ejemplo que durante esta semana Lisette tenga cómo trasladarse al juicio, y se quede a dormir cerca de Tribunales. También organiza que la joven tenga la comida para la semana y las actividades de acompañamiento que sucederán en la calle mientras el proceso transcurre, además del claro apoyo y contención. 

El juicio marca la posibilidad de empezar a desarmar el entramado de impunidad. Un primer paso en un largo camino que se inicia por juzgar como femicidio el crimen de Nancy, y que después pueda dar lugar a lo que todavía no se hizo increíblemente: vincular la muerte de Nancy con el crimen de su hija Micaela, y poder poner luz en la trama de responsabilidades y complicidades que mantuvieron durante 10 años sus femicidios sin justicia. 

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Talento eterno

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Ricardo Talento –actor, director, dramaturgo y docente, fundador del Circuito Cultural Barracas y uno de los principales impulsores del teatro comunitario–  se “mudó de casa”, como dicen las Madres de Plaza de Mayo cuando alguna de ellas parte hacia otras dimensiones. El recuerdo de Luis Zarranz, periodista, escritor y autor de del libro Actores Sociales, de Lavaca Editora: una investigación, descripción y guía sobre una experiencia de una profundidad única en el mundo, con Ricardo Talento como uno de sus emblemas. En esa obra Luis explica el rol del teatro comunitario en la reconstrucción del tejido social tras la dictadura, hasta el presente. Y en esta nota cuenta sus batallas, sus conceptos, lo que fue capaz de crear con la mirada siempre puesta en lo grupal. Su debate tanto con el liberalismo como con el progresismo sobre lo que significa el arte como producción social y autogestiva. La definición de la palabra “talento” que le falta a los diccionarios. El retrato de un imprescindible que supo combinar alegría, entusiasmo y comunidad.

Por Luis Zarranz

(foto de portada publicada por la Asociación Argentina de Actores y Actrices)

Ricardo Talento tuvo un apellido que le calzaba justo. Su virtud no estaba solo en su capacidad actoral o dramaturga sino en algo más trascendental y difícil de hallar: la potencia para generar proyectos artísticos comunitarios a lo largo y ancho del país.

En ningún lugar de eso que llamamos mundo existe algo similar –en términos de extensión, recorrido, articulación, transformación y hecho cultural– como el teatro comunitario argentino. ¿Qué es? Teatro de y para vecinos y vecinas. En nuestro país, más de sesenta grupos conforman una red nacional de enorme vitalidad en la que se fusionan conceptos tales como comunidad, arte, identidad, celebración, autogestión y juego: todo como parte de una unidad teatral.

Sin embargo, lo que hace más interesante aún al teatro comunitario es la generosidad fundacional con la que creció. Y es precisamente ahí donde emerge la figura de Talento junto con la de Adhemar Bianchi como directores de los dos primeros grupos del país: fueron ellos quienes durante los días aciagos del 2001 salieron por los barrios a propalar el encuentro de vecinos a través del arte, lo que permitió que surgieran diversos grupos hasta en los lugares más inimaginables del país.

Eso es Talento.

A partir de ese impulso, en pueblos de no más de seiscientos habitantes, por ejemplo, comenzaron a surgir grupos de teatro comunitario en los que participaba buena parte de la comunidad: la vieja estación de tren abandonada pasaba ser un escenario para una función, lxs vecinxs contaban ellxs mismxs la historia del lugar, es decir su historia.

Talento vio allí el hecho cultural en toda su dimensión transformadora.

Antes, mucho antes, en la década del setenta había participado en el Centro de Cultura Nacional José Podestá, en el grupo La Podestá y en el Grupo de Teatro Cumpa. En 1987 comenzó a dirigir al grupo de teatreros Los Calandracas. Finalmente, en 1996, en plena sobredosis menemista, fundó el Circuito Cultural Barracas y, junto a Adhemar, creó “El Fulgor Argentino Club Social y Deportivo”, la gran obra del primer grupo de teatro comunitario, Catalinas Sur de La Boca, hermano mayor del Circuito de Barracas.

Talento eterno

Imagen de la actual versión de El fulgor argentino, espectáculo organizado y creado en1996 por Ricardo Talento y Adhemar Bianchi, cuyo éxito lo renueva año año. Foto Lina Etchesuri

Pero todo el párrafo anterior engendra un error: nada de lo que haya hecho Talento podría conjugarse en singular. Sus iniciativas siempre propiciaron el encuentro con el/la otro/a para, a partir de allí, crear proyectos de índole grupal.

Su nombre y apellido nunca fueron un nombre propio sino sustantivos colectivos. Por eso le preocupaba tanto combatir la aparente capacidad individual de un artista. Ese fue su verdadero arte: dialogar con la época para transformarla en comunidad: “Creemos que el arte es un derecho de todos. El mundo liberal creó la figura del artista como para decir que están los que se permiten desarrollar su actividad y tienen un don. Están diciendo que otros no lo tienen. Y, además, que se trata exclusivamente de una producción personal. Es un nefasto concepto liberal y hay otro del progresismo: la idea del arte como herramienta, como una utilidad. Nosotros creemos que en sí es transformador”.

Eso es Talento.

Así, en 2001, bajo su dirección, el Circuito Cultural Barracas parió una de sus emblemáticas obras: El casamiento de Anita y Mirko. Un casamiento como una excusa para generar un espacio de encuentro, intercambio y diversión que amortiguara la crisis neoliberal que, como un tsunami, arrasaba con todo. La fórmula que crearon lxs vecinxs fue medicina para curar el agobio, la desesperación y el desencuentro. Y fue también un éxito teatral que lleva veinte años ininterrumpidos de funciones agotadas sábado tras sábado, con más de 70 vecinxs actores en escena.

Talento eterno

El Casamiento de Anita y Mirco, obra y experiencia emblemática del Circuito Cultural Barracas desde 2001, otra muestra de la capacidad de Ricardo para reunir lo social y lo artístico y hacer una fiesta (literal y divertidísima) que comparten y actúan con el público más de 70 vecinas y vecinos del barrio. Foto Lina Etchesuri para lavaca .

Hace un tiempo, en una charla para una nota de lavaca, Talento me dijo: “En todo estos años cambió el clima político y el social, pero sigue esa necesidad de jugar, aunque sea por dos horas, a que no tenemos paranoia el uno del otro. En el fondo, el Casamiento es una ficción: ficcionamos que nos conocemos, que nos podemos divertir juntos, que podemos compartir una mesa sin que nos conozcamos. No es poca cosa”.

Eso es Talento.

Más Talento: “El teatro es la última ceremonia humana que le queda al ser humano. Cuando la comunidad la toma, vuelve a darle encarnadura, sentido. Porque a veces el teatro se vuelve una ceremonia hueca, no de comunicación sino de exhibición: de habilidades, de construcciones artísticas. Una de las cosas por la cual el teatro comunitario tiene tanta repercusión en el público es porque al tomarlo la comunidad vuelve a tener sentido esta ceremonia celebrativa. El vecino produce con otro vecino, que es el espectador: hay empatía y todos juntos estamos participando de un hecho colectivo”.

Así, con esas pócimas, Talento supo dialogar y protagonizar su tiempo: con otros/as: “Creatividad significa cómo puede imaginarse uno de otra manera, cómo puede modificar el entorno y puede construir política. Estás desarrollando prácticas a nivel comunitario, de construcción política, partiendo de la posibilidad de imaginar de otra manera. Y ejercerla, además, porque no es que lo decís teóricamente y después te vas a tu casa solo. No, lo estás ejerciendo todo el día en la práctica, con otros”.

Talento eterno

Cómplices y compinches. Adhemar Bianchi y Ricardo Talento, creadores de espacios de encuentro, intercambio y diversión para escaparle a la desesperación y los desencuentros. Foto LAVACA

Pocas veces palabra y acción se sintieron tan a gusto: eso sí es Talento.

Otra vez, cuando participó del Foro Social de Porto Alegre puso en discusión la frase “Otro mundo es posible”, leiv motiv de esos encuentros. Talento planteó dos cosas: primero que nada iba a ser posible si no éramos capaces de imaginarlo. Y, segundo, que no había que plantear otro mundo posible sino este, el de aquí y ahora, el que se manifiesta en el más político de los ámbitos: el cotidiano.

Eso es Talento.

Hay personas que dejan una huella tan imborrable de su paso por el mundo que resulta imposible mencionarlos en pasado, su tiempo es tan actual que siempre están en presente: eso es también es Talento. Y, por eso mismo, siempre están y estarán vivas: cada vez que un grupo de teatro comunitario se junte, cada vez que empiece una función, cada vez que surja otro grupo más, Ricardo Talento estará ahí, como parte inescindible de esa acción.

La Real Academia Española, que poco sabe del mundo real, admite tres definiciones de “talento”: “1) inteligencia (capacidad de entender). 2) aptitud (capacidad para el desempeño de algo). 3) Persona inteligente o apta para determinada ocupación”.

Le falta la más trascendental de las definiciones: “Talento: sustantivo colectivo teatral y comunitario”.

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