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Este partido entre la sociedad y el Congreso se jugó en varias canchas, en simultáneo y sin respiro. Fue largo, fue intenso y tuvo momentos dramáticos. Fue también el más importante de las últimas décadas y aunque no comenzó este histórico miércoles, fue ayer cuando emergió toda la fuerza acumulada por un movimiento inesperado para aquellos que se perdieron, durante tantos años, verlo crecer. Nuestra crónica y reportaje fotográfico.

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Fotos: Lina Etchesuri, Nacho Yuchark y Martina Perosa  para lavaca


Desde que salió a su cancha, que es la calle, la marea verde dejó en claro que era enorme en número, en convicción y en fuerza. No sólo en relación a la pálida actuación de los fundamentalistas azules, sino también a sus principales rivales: aquellos que adentro del Parlamento no están acostumbrados a representar las demandas sociales.
Carpas, gacebos y escenario se desplegaron desde el mediodía sobre Callao hacia Corrientes y desbordaron hacia Avenida de Mayo para armar un corredor que, durante todo el día, fue acumulando pasión, energía y un sinfin de lenguajes y herramientas para gritar lo mismo. En tanto, dentro del Congreso se sucedían discursos, mientras muchos de los diputados y diputadas oteaban las pantallas de sus celulares, más pendiente de las tendencias de Twitter que de los latidos de la calle.
Hasta que fue ineludible.
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El iceberg emergió y quedó a la vista de los drones cuando la cantante Jimena Barón estaba arriba del escenario.
Los que se atrevieron a medirlo arriesgaron “más de un millón”.
Fue entonces cuando la consigna se transformó en diagnóstico político:
“Ahora que estamos juntas,
 ahora que sí nos ven”.
¿Qué vieron los diputados y diputadas?
Algunos vieron aliento; otros, peligro.
La lista de oradores fue el reflejo de esta reacción: se alargó al infinito con voces de uno y otro bando, viejo truco parlamentario para transformar el tiempo en otra cancha donde jugar el mismo partido.
Mientras en los pasillos y en algunos despachos se disparaban presiones, se diseñaban estrategias y se ordenaban llamados, en la calle la multitud desafiaba todas las roscas políticas desplegando frazadas. Fue luego de que el grupo de diputadas les describiera desde el escenario la situación adentro del Palacio: la noche sería larga.
También sería la más fría del año.
Ninguna de las dos noticias sorprendió a nadie.
Y eso fue clave: la marea verde estaba preparada.
Tenía aguante y tenía cumbia para calentar la madrugada.
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Fotos: Lina Etchesur, Nacho Yuchark y Martina Perosa para lavaca


En el recinto se intentó acortar la lista de oradores, aludiendo por primera vez a esos datos: las jóvenes que estaban afuera, el frío que las congelaba.
La intención, sin embargo, era otra y era mala.
Quedó al descubierto cuando comenzaron a apostarse carros hidrantes sobre los bordes del Congreso y a desplegarse fuerzas de seguridad en la zona azul despoblada.
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Fotos: Lina Etchesuri, Nacho Yuchark y Martina Perosa para lavaca


Hay momentos en que la Historia se hace invisible y este fue uno.
Había que estar a esa hora en la calle para verla hacer su magia.
Sentadas en el asfalto, con las mantas en los hombros y el pañuelo verde -ya no en el cuello sino en la cara-, con los cachetes pintados con purpurina -ya no festivos sino de batalla-, cientos de jóvenes muy jóvenes con la mirada clavada en el Congreso construyeron juntas un silencio que hizo arder la trasnoche helada.
¿Cuanto duró esa tensión?
Demasiado.
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El amanecer fue color acero.
El Salón de los Pasos Perdidos comenzó a iluminarse con las luces de los noticieros que inciaron sus transmisiones tal como las habían terminado: diciendo que el resultado era inesperado.
En la calle comenzaban a llegar los refuerzos: de a dos, de a veinte, de a una, de a treinta, se fueron sumando siluetas menudas, con la misma actitud firme, decidida, esa que sin palabras gritaba el “sale o sale” que adentro del recinto sonó como un dictamen.
Las últimas maniobras se jugaron en la cancha más embarrada: los medios transformaron  trascendidos en noticia y la noticia era mala.
Si intentaron provocar así una reacción en la calle para traumar la votación, otra vez fallaron porque otra vez la marea verde estaba preparada: no le cree a los medios y usa a las redes sociales, pero ya sabe cómo no ser por ellas usada.
A las 8.11 un tuit del diputado de La Pampa Sergio Zillotto anunció que los tres diputados de su provincia votaban a favor y eso desbarató todo el humo disipado para construir las tinieblas. En la marea verde tuvo otro impacto: la multitud se puso de pie, mirando hacia ese horizonte de piedra que es para ella el Congreso.
Antes de que den las 10, el Parlamento dio media sanción al aborto legal, seguro y gratuito, entre lágrimas, abrazos y cantos de las diputadas y diputados que lo posibilitaron.
La marea verde festejó eso y mucho más.
Festejó que habíamos movido esa montaña que llamamos democracia.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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