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Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

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Mientras el gobernador Gerardo Morales era anunciado como candidato a vicepresidente por ser “un tipo valiente” que “le cambió la vida a los jujeños”, lavaca recorrió los cortes de ruta organizados por las comunidades indígenas, reflejados en crónica, fotos y video.

Las opiniones sobre Morales en pleno jujeñazo. El rol del litio. La falta de agua que hace que los animales vayan hasta las ciudades a buscarla. La generosidad en la carretera, desde la Quebrada de Humahuaca hacia la Puna. Los intercambios con los automovilistas. Las falsedades del aparato político. La descripción de la realidad jujeña. Las amenazas. Y una asamblea en plena ruta en un corte sostenido por 25 comunidades, antes de la noche helada en Abra Pampa, a 3.500 metros de altura.

Desde los cortes, por Francisco Pandolfi. Fotos de Lina Etchesuri

Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

El corte en San Roque. No se trata de “infiltrados bolivianos” ni de porteños. La resistencia en toda Jujuy. (Fotos Lina Etchesuri)

En la estación de servicio de la entrada de la localidad de Tilcara la televisión informa que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, acompañará en la fórmula presidencial a Horacio Rodríguez Larreta en las internas de Juntos por el Cambio. 

A menos de cincuenta metros, la comunidad tilcareña corta la ruta 9 exigiendo la renuncia del propio Morales, el anunciado precandidato a vicepresidente de la Nación.

La escena parece surrealista. Pero no lo es. La escena parece de película. Pero no lo es.

En esa barricada formada por ramas y gomas, Graciela y Griselda piden la identificación de prensa. No será una excepción, sino la regla en los cinco cortes que desde lavaca visitamos ayer para escuchar lo que pasa en distintos puntos del país. “Estamos teniendo muchos problemas, hay muchos infiltrados”, justifica Graciela, quien después de una semana de estar en la ruta no claudica: “Estamos seguros de lo que hacemos, hay esperanzas porque tenemos raíces, que son nuestras identidades”.

Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

Imagen del piquete en Tilcara. Mientras tanto, candidateaban a Morales a la vicepresidencia. (Fotos Lina Etchesuri)

Mientras Larreta dice que Morales gobernó “una provincia que le cambió la vida a los jujeños, que hoy viven mucho mejor que hace ocho años”, Griselda no está tan de acuerdo: “Es el responsable de que tengamos el agua contaminada, de haber explotado nuestros bienes naturales y entregarles las riquezas a las empresas extranjeras. Acá en Jujuy tenemos la planta de energía Caucharí, por lo que deberíamos tener beneficios, pero pagamos barbaridades”.

Durante el recorrido, boletas de más de diez mil pesos serán una denuncia común. Griselda hace una analogía doméstica: “Es como si en tu casa tuvieses de todo, pero le hacés pagar a tus hijos la comida”.

Humahuaca, los “boludos” y los derechos

Siguiendo la ruta 9 hacia el norte, un colectivo va desde Tilcara hasta Uquía, donde está el siguiente corte. En el camino, casas de barro, de adobe, de paja, de madera. Casitas bajas, casitas bellas. Sin otro color que el original en sus fachadas. Hay vacas, hay cabras y hay algunas llamas, que se verán en mayor cantidad mientras se avance más. 

Al costado de la ruta, un santuario del Gauchito Gil y más adelante, un cartel blanco con letras claras: “Abajo la reforma, renunciá Morales”.

Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

Piquete en San Roque, y el muñeco con el cartel: “Abajo la reforma”. (Fotos Lina Etchesuri).

Pero por esas horas Morales no renuncia a nada. Y redobla la apuesta con su candidatura a nivel nacional. El colectivo frena en Uquía, departamento de Humahuaca. En tres horas recién se abrirá el paso para los vehículos. El colectivero dice que el reclamo es justo, pero que también hay que pensar en el derecho de quienes quedan trabados. Dice también que su sueldo no le alcanza. Y que no quiere decir su nombre “porque la empresa puede tomar represalias”. En la barricada, una señora de labios muy gruesos reclama que hace seis días está varada por los múltiples cortes en la provincia. Le pregunta a este cronista si es un trabajador de prensa. Luego, si es de derecha o izquierda. Y luego dice que quienes están cortando “son unos boludos”.

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Compartiendo la resistencia, preparando la olla común. (Fotos Lina Etchesuri)

Del otro lado está Olga, que reivindica el corte: “Aceptar la reforma es pasar a ser esclavos”. Es docente y repudia que la nueva propuesta salarial estipula “un piso de 200 mil pesos, pero el sueldo básico es sólo de 62 mil pesos”. Y que la reformulación de la constitución a escondidas se trata de un modus operandi del gobernador: “Hace dos años cambió el estatuto del docente, sin consultarnos, y fuimos perjudicados”. Pese a esto y a las tres semanas que llevan las y los docentes reclamando mejoras salariales, Rodríguez Larreta afirmó ayer que “la provincia tiene mejor educación”. Y que su compañero de fórmula “ha defendido la educación pública”.

Una mujer se acerca al corte; tiene su auto en la fila que espera la liberación del tránsito. Se llama María Amelia, es de Córdoba y pide hablar: “Yo apoyo el reclamo, pero el daño no puede ser para el resto; coartando el derecho a transitar no debe ser la forma. Esto nos divide aún más. Y quienes gobiernan, que tienen las posibilidades de mejorar la situación, buscan que esto se debilite”. ¿Qué piensa sobre la reforma? “No estoy enterada, sí estoy a favor a que cobren un sueldo mayor”.

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Esperando la apertura del corte. Automovilistas que apoyan, otros que no. En las rutas jujeñas el reclamo es por el agua y por la vida. Y preguntan: ¿cuál es otra forma de reclamar que sea efectiva? (Fotos Lina Etchesuri)

Daniel, que sostiene el corte, la escucha atentamente y minutos después piensa en voz alta: “¿Cuál es la otra forma de reclamar y que sea efectiva? Nunca nadie puede decirla, porque hasta ahora no la hay. Soy un aficionado a la historia y el Éxodo Jujeño fue una guerra civil mano a mano; De la Rúa cayó luego de sangre y saqueos; el Cordobazo fue un quilombo bárbaro. No vamos a parar hasta que se derogue la reforma constitucional, que impide la protesta. Sin protesta, no hay conquista de derechos, y eso queda claro en la historia de la humanidad”.

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(Fotos Lina Etchesuri)

El dictador se hace el colla

Es la hora del almuerzo y Gabriela revuelve el pollo con arroz primavera que pronto comerá su comunidad: “Morales es un dictador que se hace el colla; que ahora tiene a mucha gente amenazada y cooptada con el compromiso de darle viviendas y dinero”. Al terminar, aconseja que hablemos “con Doña Panchita”. Francisca tiene 66 años y luce un sombrero rosa y una whipala que le cuelga de los hombros. También le cuelgan, le pesan, un montón de sentimientos: “Es terrible lo que está pasando; da mucha impotencia. Nos traicionó este gobernador. Yo confié en él, soy históricamente radical, lo voté para su primer mandato. Pienso que al principio hizo algunas cosas bien, pero ya se perdió la confianza. Necesitábamos que él nos explicara los beneficios de la reforma y no lo hizo. No habló con su pueblo”.

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El cerro Las Señoritas. Imagen del territorio que se defiende en Uquía. (Fotos Lina Etchesuri)

Ella sí habla, mientras de fondo impacta lo hermoso del cerro Las Señoritas, con un color rojizo que alimenta a los ojos: “Lo que hace él a nivel provincial también pasa en la comisión municipal. En nuestra comunidad aborigen 1° de Mayo no tenemos luz y prometieron que antes de las elecciones locales lo harían y mintieron. A partir de eso pedimos un informe con la rendición de cuentas de la comisión, y la respuesta no fue la información pública: a quienes firmamos la petición nos dijeron que no iban a darnos la luz; no tenemos la libertad de hacer nada, quieren que vivamos como perros. Esto pasa en Jujuy”.

Entre San Roque y Palermo

Hay que seguir subiendo, hay que seguir escuchando. El próximo corte es en San Roque y de la comunidad indígena de Uquía se ofrecen a llevarnos. Pura generosidad: no nos dejan ir sin aceptar una bandeja de arroz con pollo que antes de llegar a la siguiente trinchera ya están vacías.

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Momento de apertura al tránsito en San Roque: una pueblada que busca garantizar derechos. (Fotos Lina Etchesuri)

Allí, En San Roque, está Omar está sentado mascando coca. Es un hombre de pocas y profundas palabras: “Nos están quitando las tierras y el agua desde hace tiempo. El problema es que dejamos que el gobernador siga caminando y llegamos a esta situación irreversible. Estamos cansados, desvelados, pero con la firmeza de sostener esta medida hasta que renuncie Morales”.

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El reclamo en Uquía: las cosas que reivindica la comunidad. (Fotos Lina Etchesuri)

Sentado a su lado está Alex Frites, docente de 28 años de la comunidad de Varas, donde “la mayoría vive de la agricultura y la ganadería y más del 70% de la gente no tiene trabajo en blanco”. “No es novedoso lo que nos está pasando; para los indígenas siempre fue así, todo nos costó más. Lo distinto de los últimos años es que las nuevas generaciones tomamos la posta de nuestras abuelas. Y ese legado, es independiente a cualquier partido político”. Mientras en San Roque ellas y ellos están hace una semana durmiendo en la ruta, Gerardo Morales está en el barrio porteño de Palermo junto a la cúpula de Juntos por el Cambio. “Es un insulto que esté haciendo esto en paralelo, mientras su pueblo le exige que se vaya. Es evidente que lo que están haciendo con Jujuy es un ensayo para llevarlo a la nación”. 

Luisa escucha y expresa su timidez con el silencio, que solo rompe con un puñado de letras: “Solo quiero que bajen la reforma”. Retoma Alex: “Como decía Atahualpa Yupanqui, ‘para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más’. A Morales lo han ayudado mucho los canales de televisión de acá y los porteños, afirmando que cambió la matriz productiva, que estamos bien económica y socialmente y no es así. Encima, convivimos con aprietes permanentes. Si lo tengo que definir con una palabra, es autoritario; jamás se apoyó en el diálogo, siempre hizo lo que quiso”.

Jorgelina, emponchada, agrega: “Acá no se duerme bien y se pasa frío, pero no nos queda otro recurso. Nunca nos escucharon y ahora tampoco”. En el lujoso salón “La Escondida de Palermo”, a 1.630 kilómetros de los cortes de Humahuaca, el mismísimo Morales presagia “momentos difíciles a enfrentar juntos con temple, diálogo, vocación de unir y firmeza”.

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San Roque. La movilización en la ruta. “Me pone mal ver a las señoras tristes porque quieren quitarles sus terrenos”, dice Xioamara. (Fotos Lina Etchesuri)

¿Quiénes son los tipos valientes?

Hay muchas infancias alrededor jugando, corriendo, mirando. Adrián tiene 13 años, le gusta mucho jugar a la pelota e ir a la escuela para estar con sus amigos. “Vine a hacerle compañía a mi mamá que está luchando por nuestros derechos. Me pone mal ver a señoras tristes porque quieren quitarles sus terrenos”. Xiomara, de su misma edad, da esperanzas desde la naturalidad con la que se expresa: “Morales ha hecho mucho daño, quitando agua y tierras que no les pertenece, que son nuestras”. A Xiomara le gusta el fútbol, el boxeo y estudiar. Es de Boca y hasta no hace tanto jugaba en el club Villa Nueva de Humahuaca. “Que dé la cara Morales, que venga acá y se haga responsable de la sangre derramada”. Vio con sorpresa lo que Rodríguez Larreta decía por televisión sobre Morales: “Es un tipo valiente que no duda en defender los derechos de los jujeños, hubo una muestra esta semana de su temple y de cómo quiere evitar siempre situaciones de violencia”.

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La gente y la tierra. (Fotos Lina Etchesuri)

A las 15 se abre el corte por unos minutos. Desde decenas de autos se toca bocina y se sacan las manos por la ventanilla en señal de apoyo. Un señor grita “basta con los cortes ya”; una camioneta acelera y amaga a irse contra la gente que al costado de la ruta golpea sus botellas de plástico vacías llenas de piedritas, o sus bombos, o lo que tengan en sus manos para hacer ruido.

Pegada a un muñeco de 2 metros y medio de alto, que lleva una bandera con el lema “Abajo la reforma”, Verónica hace ruido con sus palabras: “El gobernador siempre ha jugado sucio y esta no es la excepción; es una burla a su pueblo que hoy esté en Buenos Aires, como si acá nada ocurriese. No le importamos, se ríe de los pobres, porque nos ve sucios, con zapatillas rotas”.

Muestra sus borcegos raídos. Y muestra sus lágrimas mientras dice que no cesará el reclamo, porque eso sería “entregar la libertad”.

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Natividad en el corte. María, de la comunidad Aparzo dice: “Qué mentiroso es”, en referencia al gobernador/precandidato a vicepresidente. “Nos va a esclavizar a toda la Argentina”. (Fotos Lina Etchesuri)

“Dicen que Morales está en Buenos Aires, ¿no? Dicen que dijo que quienes estamos reclamando somos 10, 20 personas, ¿no? Qué triste esta realidad. Qué mentiroso es”, susurra María, de la comunidad originaria Aparzo. Ramona agrega: “Dicen que lo están aplaudiendo allá… nos va a esclavizar a toda la Argentina”.

Plata endulzada/ madre naturaleza

El viaje continúa. Juan, un vecino de Humahuaca que acompaña a las comunidades, se ofrece a llevarnos al centro para tomar un micro. Como no hay, y tampoco hay otra forma de llegar, nos acerca hasta Iturbe, el siguiente corte. La solidaridad brota en cada peldaño del camino. “El pueblo, unido, jamás será vencido”, es la canción de bienvenida, mientras los autos pasan a puro bocinazo. Un micro con destino a Iruya acelera y en una de las ventanas se lee una consigna repetida: “Abajo la reforma”.

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Iturbe, otro de los puntos de la ruta hacia la Puna agregados que se suma al jujeñazo comunitario. (Fotos Lina Etchesuri)

Se arma una asamblea espontánea. Toma la voz Severiano Lamas: “Acá no hay referentes, no hay patrones, somos seres humanos, de carne y hueso. Nadie está a cargo del corte”.

Sigue: “Además, si hablamos de cargos, no podemos quedarnos solo en las personas que estamos acá, porque también está la arena, están las piedras”, acota mirando al piso. “Somos hermanos y nuestra madre es la naturaleza, la que nos dice que no nos podemos rendir”. Luego agrega: “El gobernador se ha enfermado, por testarudo, por haberse endulzado con el dinero; no es un burro, porque el burro es más inteligente que nosotros”. Y sentencia: “Ya no es nuestro gobernador, porque en su rol debe cumplirse la constitución y velar por nuestras necesidades. Nada de eso hizo ni hace”.

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Peligrosos sujetos en la ruta, o las “futuras generaciones”: la niñez de las comunidades anda en monopatín, mientras sus mayores reclaman por los derechos, justamente, del presente y del futuro. (Fotos Lina Etchesuri)

Desmitifica Severiano rumores que se instalan y devienen en verdades al repetirse: “Dicen que nos dan planes, pero no recibimos dinero de ningún tipo, porque no podríamos hacer escuela de eso; que nuestros hijos y nietos vean que recibimos dádivas va en contra del pensamiento indígena”, con lo que Severiano explica la diferencia entre endulzados y el pensamiento originario.

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Asamblea en Iturbe y un razonamiento de Severiano: “Dicen que nos dan planes, pero no recibimos dinero de ningún tipo”. La causa: “Que nuestros hijos y nietos vean que recibimos dádivas va en contra del pensamiento indígena”. (Fotos Lina Etchesuri)

El agua y el litio

Jacinta es de la comunidad Azul Pampa, una de las nueve que se encuentran en el corte: “No queremos estar así, pero es necesario que la sociedad sepa que acá no tenemos agua ni para el ganado, ni para nuestros cultivos, ni para nosotros. Acá en ninguna parte hay agua, salvo alguito, bien pegadito al cerro”. ¿Por qué? “Por los calores extremos y por las grandes cantidades que se utilizan para el litio. Morales nos entregó por la plata, no tiene perdón. No sabe que la Pachamama es quien manda aquí”. 

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El reclamo, Morales y la Pachamama. (Fotos Lina Etchesuri)

Asamblea en Abra Pampa: sin periodismo, con amenazas

Se libera el paso nuevamente y para llegar al siguiente corte solo queda la opción del dedo. De la decena de vehículos que esperan pasar, nueve van hacia Iruya y uno solo a Abra Pampa. Hugo y Graciela, de Neuquén, casi no tienen lugar, pero lo inventan. El camino está lleno de llamas y la Quebrada de Humahuaca le va dejando paso a la llanura y a cerros más pequeños. 

La concentración en Abra Pampa, ciudad cabecera del departamento de Cochinoca, es multitudinaria. Y hay una desconfianza a flor de piel. No es para menos: Abra Pampa fue el primer foco represivo la semana pasada, que luego se extendió a otras localidades. 

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Abra Pampa: empieza a caer la tarde, y el frío, en el lugar donde se desató el primer foco represivo. (Fotos Lina Etchesuri)

Piden identificación y no quieren dar nombres propios. Se arma una asamblea donde se van arrimando distintas personas a hablar con lavaca:

“Dice el gobernador que somos un pueblo rico, pero entonces por qué tenemos sueldos de miseria”.

“Nuestras escuelas rurales no tienen calefacción, y en muchas no hay ni luz. En invierno, acá las temperaturas llegan a los 27° bajo cero”.

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Alimento y fuego: las ollas son una clave para la resistencia a 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar. (Fotos Lina Etchesuri)

“A menos de 100 kilómetros, en el Salar de Olaroz, se encuentra el yacimiento de litio Sales de Jujuy. Las maestras de las escuelas rurales cercanas están llenas de granos por el agua contaminada”.

“Hay muchos animales como vicuñas y hasta pumas que vienen al pueblo a tomar agua porque ya casi no hay en los cerros producto de los proyectos de litio y la minería”.

“El viernes de la semana anterior, gran parte de las comunidades caminaron en el Tercer Malón de la Paz que llegó hasta San Salvador de Jujuy. Quedaron sobre todo los abuelos y las mamás con chicos chiquitos. A ellos los reprimieron”.

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Asamblea al anochecer en Abra Pampa. (Fotos Lina Etchesuri)

“De los medios masivos nacionales y provinciales acá no vino nadie a hablar con la gente, pero sí tenemos que bancarnos que opinen sin saber”.

“Todos los días estamos recibiendo amenazas de despidos, de descuentos en los sueldos, de inhabilitación por determinado tiempo para trabajar. Y hasta amenazas de muerte. Estamos siendo perseguidos por luchar. Con este panorama y sabiendo que están dispuestos a todo, ¿cómo vamos a querer revelar nuestras identidades?”

Hay 25 comunidades originarias sosteniendo este anteúltimo corte previo al de La Quiaca, lindante a la frontera con Bolivia. Estamos a más de 3.500 metros de altura. Son las 20 horas y el frío hiela, entra por todos lados. No alcanzan un buzo, un pullover y una campera. Ni guantes. Ni bufanda. A la madrugada, será peor. Se duerme a la intemperie, en el piso, en colchones, sobre tarimas de madera, con fuegos alrededor que amenizan un poco el microclima.

Termina la asamblea y Raúl dice que pongamos su nombre, que ya está jugado. Y cuenta por qué resisten días y días con climas extremos: un calor sofocante de día y un frío que muele los huesos de noche. “Si nos vencen acá, perdemos todo, porque a partir de la reforma no podremos protestar, vendrán aún más por nuestras tierras, por el agua, por nuestra vida. No nos queda otra que aguantar. Es ganar o morir”. 

Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

(Fotos Lina Etchesuri)

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(Fotos Lina Etchesuri)

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

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Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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