Nota
La cultura que emerge en emergencia: siguen las Postas en el Festival de Escena

El Festival n° 8 de la agrupación ESCENA fue el marco de otra Posta Sanitaria Cultural en Mu Trinchera Boutique, donde artistas y público volvieron a encontrarse con cuidados y protocolos. «¿Se puede celebrar estando en emergencia? Una pandemia es una emergencia. Un festival también lo es», propone el Manifiesto del Festival, que sigue en distintos espacios con propuestas culturales que salen de los moldes. Danza, teatro, música, poesía y cuerpos en movimiento, encontrándose otra vez, cuidando la potencia creadora, celebrándola, creando la cultura de la nueva normalidad: crónica y fotos de otra jornada que llena el alma e inspira, y el calendario de Postas que se vienen.
En el marco del Festival Escena 8, inaugurado el sábado 23, en la tarde de ayer se llevó a cabo la Posta Poética en MU Trinchera Boutique, uno de los nueve espacios participantes del festival que concluye el próximo domingo 31 y da inicio al Festival de Danza. Pasadas las siete de la tarde, la artista plástica y cantante Lucía Apogliessi abrió el evento con la lectura del Manifiesto del Festival:
¿Cuál es la cultura de la nueva normalidad?
¿En qué mapa queda la cultura?
10 años de ESCENA, 8 festivales y muchas preguntas.
Como agrupación, hablamos con nuestras acciones, avanzando de manera colectiva, horizontal, motorizadxs por el deseo de mantener viva la cultura emergente e independiente. Luchamos alegremente; luchamos con y desde nuestros lenguajes; luchamos a partir de la diversidad que nos aúna; luchamos contra todo intento normalizador, viejo o nuevo.
¿Viste a la danza por ahí? ¿Viste al teatro por ahí? ¿Cómo se estrimean las respiraciones?
10 años de ESCENA, 8 festivales y muchos meses de incertidumbre.
Nos organizamos para frenar las clausuras y hoy nos encontramos nuevamente en emergencia. ¿Se puede celebrar estando en emergencia? Una emergencia es algo que surge, que brota sin pedir permiso. Una pandemia es una emergencia. Un festival también lo es.
¿Qué es la cultura? ¿Quién es la cultura?
10 años de ESCENA, 8 festivales e innumerables reflexiones. Preguntas-heridas abiertas. “El teatro no volvió”, circula, pero nos preguntamos también si “volver” es el mejor verbo para nombrar la acción que deseamos. Nuestro presente pandémico precario tiene sus raíces más atrás.
“Cuidar” es el verbo que nos ocupa. El cuidado es, para nosotrxs, un elemento fundante. Nacimos con el objetivo de cuidar nuestros espacios, para hacer crecer y darle lugar a la creación artística, a la gestión autónoma y a la producción de pensamiento crítico.
¿Quién cuida la potencia creadora?
Nosotrxs. Todxs. Cada unx.
Celebrémoslo.
Sentades en la hilera de sillas y de pie, les espectadorxs exponen sus manos para ser rociadas con alcohol. La persiana sube con lentitud y queda la vidriera de la Trinchera al descubierto.
Dos chicas con sus cuerpos vendados con film plástico, aparecen en escena. Una –la bailarina Casandra Velazquez- tiene cables negros rodeando su cuello como si fueran un collar, la otra –la música Violeta García- sostiene un violonchelo. Roza las cuerdas con el arco y las hace vibrar, sus sonidos son discordantes, incómodos. Casandra toma con sus dedos la punta del collar de cables y recorre su piel con esa especie de sensor. Así, vamos escuchando los sonidos corporales y el violonchelo es el médium, el instrumento musical que decodifica los impulsos de esa anatomía en movimiento.

En la voz de Casandra escuchamos: “Ellos dicen representación. Nosotros decimos experimentación. Dicen identidad. Decimos multitud. Dicen lengua nacional. Decimos traducción multicódigo. Dicen domesticar la periferia. Decimos mestizar el centro. Dicen deuda. Decimos cooperación sexual e independencia somática. Dicen desahucio. Decimos habitemos lo común. Dicen capitalismo humano. Decimos alianza multiespecies. Dicen diagnóstico clínico. Decimos capacitación colectiva. Dicen disforia, trastorno, síndrome, incongruencia, deficiencia, minusvalía. Decimos disidencia corporal”, palabras del filósofo y escritor Paul Preciado. “Dicen poder. Decimos potencia” repite Casandra. ¿Qué oímos en el silencio? ¿Qué nos susurra el cuerpo? Finaliza “Caudal”, la primera intervención performática de la tarde, con la asistencia técnica de Carlos Quebrada.
Camina hasta la vidriera-escenario tocando la caja, con el sonido acompasado como un corazón que late amplificado por un estetoscopio. Kndelah se para ante el micrófono y lanza: “Yo vengo de los sótanos. Nunca se me fueron regaladas las mañanas. Mi casa fue una cueva llena de borrachos y poetas que no conocieron el verbo amar. Habitábamos las noches sin relojes que marcaran la caída de la máscara. Algunos se quedaron para siempre a vivir al otro lado de las palabras. Yo nací en el interior del interior, en el medio del barro, con padres con olor a mecánico. Donde a las travestis se las trata en masculino y a las maricas se las corre por los baldíos con la punta de los cuchillos, como el cuchillo con el que corrieron a mi hermano”. Acompaña sus palabras con los sonidos de la caja, su poesía brota cadenciosa, con un resabio místico de procesión sin santo, guiada por el primer instrumento musical que cobijó su cuerpo, el que vino de fábrica y es un manojo de sangre, venas y arterias. “Quiero ver un ejército de tetas invadiendo las calles de la ciudad. Quiero que el espacio público se convierta en un cambalache de tetas y que trepemos las vallas, las veredas y algún que otro patrullero. Quiero ver a miles de compañeras altas, bajas, gordas, flacas, rubias, morochas, pelirrojas, que vengan todas las que quieran mostrarle sus pezones al viento, alzar su voz, gritarle al cielo que nuestro cuerpo es todito nuestro, que no tenemos amo ni dueño. Que vengan todas, yo las espero, marchemos juntas, perdiendo el miedo, que por dos tetas se escandaliza hasta el mundo entero”.
Les presentes aplauden, lanzan gritos de alegría, ella se presenta: “Mi nombre es Kndela. Esta es una caja chayera porque soy descendiente de diaguita calchaquí” y cantó su tema “Negra”, que dice “Soy negra de alma, de piel y corazón”. Luego sigue con el rap. Kndela combina distintos géneros musicales y todos le quedan bien. Se autodefine en su canción: “Me preguntan si soy rapera o poeta y les digo no hay pureza ni certeza, yo soy hija de mi sigo XXI, generación sin futuro bailando entre los escombros esperando el fin del mundo”. Se despide del público esta poeta-rapera cordobesa del siglo XXI, transmisora rebelde de una época de estallido y fragmentos, propulsora de la recontrucción con diseño feminista, entusiasta y ardorosa como las llamas dibujadas en su pantalón.
Y para finalizar la Posta, llegó el turno de las “Chica Queen Kong”. En versión pandémica reducida (son once integrantes) cuatro de ellas, fueron el broche de oro de la jornada ya anochecida. Su show incluye danza, canto, actuación, son ácidas y divertidas. Denuncian lo inaceptable con esa cualidad del humor que pone en el pedestal el objeto desagradable para dejarlo expuesto y abofetearlo con inteligente ironía. “Bueno, bueno, bueno, ¿tan tarde y solita? ¿Te acompaño? Mirá, yo te explico, todos los hombres son machistas por naturaleza. No, pará, a mí no me digas que yo no respeto a las mujeres porque mi vieja es lo más grande que hay. No, mi amor, con vos no voy a ver el partido. Pero andá a hacerte coger, puta de mierda. Si a todas las minas les gusta que les digan piropos en la calle ¿o no? Ahhh ¿sos torta? Mirá, no se te nota. Cuando la veo por atrás tenía un ojete así de grande, ahora cuando se dio vuelta era alto trava. Mirá cómo me ponés. Después se quejan si las violan”.
El rosario de frases tan lugar común nos resuena en las cabezas, reímos por la graciosa interpretación.
Mascullamos para adentro.
No queremos escucharlas más.

Una parodia que nos suena conocida: conductora televisiva toma cloro para salvarse del coronavirus, llora ante la cámara, se desgarra las vestiduras por las “muertes de ángeles” y proclama que el feminismo es puro marketing. Una diputada pide por vacaciones dignas “porque la vida tiene que ser vivida y si no es vivida, no es vida”.
Una investigadora del “Conchicet” se lamenta amargamente por los corazoncitos que están dejando de latir.
Una cantante entona “Feto con vida, es una vida, es como vos”. Victoria Duarte, Martina Kobrinsky, Camila Miranda y Manuela Bottale terminan su participación, saludan y se despiden.
Les espectadorxs aplauden, gritan y celebran lo visto, oído y sentido.
La función ha llegado a su fin y la persiana-telón va bajando hasta tapar la vidriera, hasta la próxima Posta.
Aquí las Postas Poéticas del Festival que habrá hasta el domingo 31 de enero:
Viernes 29, 19 HS – @morrisonclubcultural (Espinosa 1159) y @demaquinas.sala (Lavalle 1145)
Sábado 30, 19 HS – @galponface (Deán Funes 2142)
Domingo 31, 19 HS – @estudioelaquelarre (Cierre del Festival ESCENA y apertura del festival Danza en Escena!) – (Malabia 852)
Nota
Mía: Cuando el arte abraza

Mía es una obra de teatro que podríamos encuadrar dentro del biodrama o autoficción. Y es mucho más: es grito, es abrazo y, también es un espejo. La actriz y médica psquiatra Mercedes Bertuzzi expone en escena su propia historia: una situación de violencia machista que sufrió por parte de una ex pareja. Este sábado 18 de marzo y en el marco del 8M, esta obra testimonial se presenta en MU Trinchera Boutique a las 21 hs, entradas a la gorra.
“Los primeros años, luego de salir, fueron de mucha confusión, angustia y mucha bronca. Escribir me permitía depositar esas emociones en el texto. El primer objetivo fue descargar. Siempre estuvo el deseo de poder denunciar a través de ese texto que iba escribiendo, pero no estaba segura de si iba a encontrarle la forma. En el proceso empecé a entrenar con Marina Otero, ella hace autoficción, y ahí algo se destrabó, la vi, vi la obra”, cuenta Mercedes. Al terminar de escribir el texto, tomó conciencia de que no era exclusivamente autorreferencial sino que involucraba la historia de muchas otras. Así tomó coraje para llevarla a la escena. “En cada función se me acercan decenas de mujeres emocionadas a abrazarme diciéndome ‘somos muchas’. Todas pasaron por una situación de violencia o acompañaron a otra mujer que la pasó. Siempre termino la función con ganas de gritar cada vez más fuerte el texto de esta obra. Siento que estoy entregando mi historia al colectivo y eso hace que ya no me pese, ya no lucho contra ella. Cada mujer que se identifica con la historia se la apropia un poquito y le va dando más cuerpo al personaje de Mía”.
Con sus herramientas artísticas, Mercedes logró una obra poética, sin golpes bajos, con ironía y momentos muy divertidos.
En una escena, dos niñas juegan a ser actrices, prueban vestuario y declaman en nombre del amor. Las palabras son extraídas de las típicas canciones románticas de cantantes famosos, las que hemos aprendido y cantado a lo largo de los años. “Para quienes fueron víctimas, no es fácil hablar. La violencia nos deja mudas, vacías, solas, no hay palabras que alcancen para explicar. El arte nos habilita un lenguaje a través del cual poder decir lo indecible, nos devuelve la voz, en la forma que cada una elija expresarse. Y para quienes son público, adentrarse a la temática desde una propuesta artística creo que les permite hacerlo sin tantas resistencias. Te permite escuchar con otra disponibilidad. El relato atravesado por la dramaturgia, la música, los cuerpos. Mantiene su fuerza y su crudeza, pero es amortiguado de ternura, poesía, risa. Y eso permite que hablemos de violencia con personas que quizás no se acercarían de otras formas”.

Cada vez que Mía fue presentada en distintos teatros —Mercedes quiere que la obra circule y abra a la reflexión— los comentarios de personas del publico se multiplican: “Presencié ese mismo diálogo”, “sentí exactamente eso”, “estuve en pareja con un tipo igual”. No solo es reparador para ella sino para muchas. “Romper el silencio es imprescindible. Me sigue sorprendiendo la cantidad de mujeres que se acercan después de la función a abrazarme emocionadas por haber ‘contado su historia’, estuvieron ahí mismo o acompañaron a otra. De todas las edades, todas las clases sociales. Es escalofriante, es triste. Pero es también esperanzador encontrarnos. Ya no nos estamos quedando calladas, estamos denunciando y estamos convencidas de cambiar esa realidad. El haber sido víctima de violencia ya no queda solo como una herida que duele y mejor callar y olvidar. Hoy somos víctimas enojadas, creativas y sobre todo, en red. Compartir Mía me abrió los ojos a eso… Es mi historia, es la de muchas otras y, por suerte, es parte de la historia que estamos modificando”.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143
Sábado 18 de marzo a las 21 hs
Actúan: Mercedes Bertuzzi, Juliana Gotta, Gonzalo Pungitore, María Tibi
Entradas “a la olla”.
Podés reservar en este link:
Nota
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía

La abogada trans Cristina Montserrat Hendrickse analiza por qué es falsa la dicotomía que pretenden instalar sectores que siempre trabajan para categorizar las divisiones del movimiento feminista. Así crean grietas sociales que les permiten alentar congresos, investigaciones y polémicas de las cuales viven.
Por Cristina Montserrat Hendrickse
Una corriente muy minoritaria de los feminismos entiende que reclamar la sanción penal del femicidio es una actitud punitivista.
Llegan a tal conclusión partiendo del concepto de que el castigo refuerza la violencia.
Evidentemente la idea de la que se parte es correcta, pero el error de la conclusión reside en asociar pena a castigo. En no distinguir la finalidad de la pena que impone nuestro Derecho de la triste realidad de castigo que significa la ejecución efectiva de las penas privativas de libertad.
Los feminismos en nuestro país se encuentran justificados jurídicamente en la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) incorporada a nuestra Constitución en 1994; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) que es un tratado internacional de jerarquía superior a las leyes; y las leyes nacionales y provinciales que reglamentan a estos tratados.
Nótese que la convención de Belem do Pará obliga a los Estados a “sancionar” la violencia de género, además de prevenirla y erradicarla. El marco jurídico “sancionatorio” por excelencia es el Derecho Penal.
De allí que en nuestro sistema de derecho pretender eludir o abolir la punición de la violencia de género resulta jurídicamente anticonvencional, y por tanto anticonstitucional.
No por ello se deja de valorar el aporte del antipunitivismo feminista en cuanto sostiene que el castigo refuerza la violencia. Pero el problema del antipunitivismo reside en cuestionar al sistema (de origen convencional interamericano) de sanción de la violencia de género, y no al sistema de castigo que en los hechos (y apartándose del Derecho) sucede con la aplicación de la pena.
En efecto, la finalidad esencial de las penas privativas de la libertad es la reforma y la readaptación social de los condenados (art. 5.6. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también incorporada a nuestra Constitución en 1994), sin olvidar el mandato de que “…Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” (artículo 18 de la Constitución Nacional). De ambas reglas de jerarquía superior surge que la finalidad jurídica de las penas no es el castigo, como erradamente lo entiende cierta expresión del feminismo antipunitivista, sino la resocialización.
De allí que se impone una diferenciación entre “antipunitivismo” y “abolicionismo” que permita distinguir: si se pretende que la pena no se constituya en castigo sino como resocialización (antipunitivismo); o si se pretende abolir todo tipo de pena (abolicionismo penal).
La primera debería hacer foco en una reforma penitenciaria feminista, que lejos de reforzar el patriarcado lo deconstruya, no aboliendo las penas, sino modificando su ejecución a la finalidad que el impone el Derecho.
La segunda implicaría la abolición de todas las prisiones; y además, el desafío de construir respuestas ante los crímenes o lo que cada sociedad considera crímenes.
Evidentemente el castigo refuerza la violencia. Por lo que el mismo debe ser eliminado del sistema de ejecución penal, pero no el sistema de sanción; salvo que se sostenga el abolicionismo, teoría también respetable, pero que resulta anticonstitucional en nuestro sistema de Derecho, al menos en materia de violencia de género ya que la República Argentina se obligó ante la comunidad interamericana a sancionarla.
Toda decisión que se aparte de ese compromiso violentaría el sistema jurídico argentino y comprometería a nuestra Nación frente a la Comunidad Interamericana exponiéndonos a ser destinatarios de reclamos, cuando no de sentencias condenatorias, ante el sistema interamericano de Derechos Humanos.
En resumen: debatamos sobre las cárceles, no sobre las penas.
Cristina Montserrat Hendrickse
Nota
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente

La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la distancia de 1.095 metros dentro de las cuales están prohibidas las fumigaciones terrestres con agrotóxicos, y de 3.000 metros para las aéreas. De ese modo denegó el recurso de amparo presentado por el intendente pro agronegocio de Pergamino, Javier Martínez. La denuncia original había sido presentada por Sabrina Ortiz (en la foto principal), vecina de Pergamino, que en su reclamo contra el envenenamiento cotidiano que sufrían ella, su familia y sus vecinos, y sin encontrar quien la defendiera legalmente, terminó recibiéndose de abogada para encarar sus propias causas. La sentencia de primera instancia había sido dictada por el juez del juzgado penal 2 de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo.
Frente a la ratificación de la Corte dijo a Sabrina Ortiz a lavaca, entre otras cosas:
- “Se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa”.
- “Celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Publicamos además la nota completa realizada en la revista MU.
Por Francisco Pandolfi

Un fallo de la Corte Suprema de Justicia ratificó la distancia de 1.095 metros de prohibición de fumigaciones terrestres y de 3.000 metros para las fumigaciones aéreas, denegando el recurso de amparo que había presentado nada menos que el intendente de Pergamino, Javier Martínez, pretendiendo fumigar en todas partes, pese a las denuncias sobre los efectos de los agrotóxicos en la comunidad, el suelo, el aire y el agua.
El fallo en primera instancia, apelado por Martínez, había sido del Juez Carlos Villafuerte Ruzo, titular del Juzgado Penal Número 2 de San Nicolás, en septiembre de 2019, como medida protectoria paliativa urgente frente a las masivas fumigaciones.

Quien realizó la denuncia original ante la justicia federal fue la activista ambiental y abogada Sabrina Ortiz, también víctima de los agrotóxicos. Ante este fallo de la Corte Suprema de la Nación, explica a lavaca: “Esperábamos la resolución desde hace bastante tiempo, con muchas expectativas, pese que los últimos fallos que ha tenido la Corte en materia ambiental no han sido para nada alentadores. Sin embargo, para nosotros era casi seguro que iba a fallar a favor. Se me vinieron un montón de situaciones a la cabeza, sobre todo por cómo comenzó esta causa, por la salud de mis hijos, por las afectaciones que tuvieron, con las afectaciones que tuve en mi cuerpo; se me vinieron a la mente un montón de recuerdos de personas que la pasaron muy mal, personas que ya no están incluso, que fueron víctimas de este modelo y que perdieron la vida por esta causa. Fueron recuerdos muy tristes, muy angustiantes, dolorosos, del vivir cotidiano, de hecho todavía están en controles mis hijos y hay un montón de gente que la sigue sufriendo”.

Relata también con asombro: “Me da mucho dolor, que sea el propio municipio el que intenta ir en contra de la salud de las personas. Me da mucha impotencia que el intendente Javier Martínez sea quien quiere que nos fumiguen en la cabeza. Al mismo tiempo, celebro por duplicado porque cada batalla que damos tenemos oponentes muy fuertes, corporaciones, intereses políticos, corrupción, sectores del agronegocio. Entonces, en parte estoy feliz porque aunque sabemos que la solución sería que sea agrotóxicos cero para todo el mundo, no sólo para esta región, podemos decir que es un pasito más que estamos dando hacia el buen vivir”.
Aquí, el viaje, la investigación y la nota completa sobre la situación en Pergamino publicada en la revista MU: La capital del veneno.
https://lavaca.org/mu163/mu-en-pergamino-la-capital-del-veneno/

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