Nota
La marcha como espejo de lo que no se quiere mirar

Miles de personas llenaron Plaza de Mayo en el cierre de la Marcha Federal de la Unidad Piquetera, un abanico que cubre desde partidos de izquierda hasta organizaciones de base, con cuestionamientos muy críticos al Gobierno. El plan social como necesidad y a la vez como impedimento, la discusión por trabajo digno, la falta de respuesta en los barrios, la necesidad, el hambre, la desconfianza a los medios de comunicación, la bronca, el rebusque. Más allá de los debates sobre cuánta gente marchó, la concentración es un reflejo de la situación de pobreza, desempleo y desigualdad vigente desde hace demasiado tiempo, y que hoy tuvo como marco la noticia del 6% de inflación mensual.
José tiene 50 años, un fierro que le torció la columna en el que transporta 250 algodones de azúcar todos los días, y una pieza en Montevideo 41 que alquila a 30 mil pesos por mes. “Una piecita -aclara-. Es lo que hay: algo más barato es tener que ir al baño con todas tus cosas porque te afanan todo”. Hoy tendría que haber ido a trabajar a la entrada de la Feria del Libro, pero lo mandaron a la marcha. “Cada vez más está todo mal con la gente”, dice, desde ese radar que construye todos los días caminando de Congreso a Palermo (casi ocho kilómetros) con ese fierro a cuestas. “La estamos rebuscando de mil maneras, porque la plata no alcanza para nada. Todos los días suben las cosas un poco más y lo que uno hace es ver si paga el alquiler, pero no comer; o comer, pero no pagar el alquiler. Así estamos”.

Un techo o comida es la cuestión, plantea José, como resumen de la Marcha Federal de la Unidad Piquetera, que cerró con un acto multitudinario en Plaza de Mayo una jornada de tres días de protesta, que inició en La Quiaca (Jujuy), pasó por actos en las ciudades de Córdoba, Rosario, Bahía Blanca y Mar del Plata, y llegó este jueves a Casa Rosada.
La consigna de las organizaciones -Polo Obrero, MST-Teresa Rodríguez, Barrios de Pie, fracciones del Frente de Organizaciones en Lucha y del Frente Popular Darío Santillán, entre otras- fue: “Por trabajo, por salario, contra el hambre y contra la pobreza”.
Algo que bien sabe José, que hace malabares con los 6.000 pesos que le depositan en la Tarjeta Alimentar: “Vas al supermercado y el kilo de carne está a 1200 pesos. El azúcar la comprábamos a 40, hoy está 100. Todos los días se va todo un poco más al carajo”.
Este jueves, además, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) dio a conocer el índice de inflación de abril, 6%, que implica un 58% de incremento interanual, y una acumulación del 23,1% en el primer cuatrimestre del año.
Por eso, José se despide, tiene que seguir trabajando: “Hoy come el que tiene”.


En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hubo tres focos de concentración: Constitución, Once y Retiro, los puntos neurálgicos de conexión con el conurbano. Sobre 9 de Julio marcha una columna de la organización Esperanza, integrante del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR). Federico tiene 25 años y llegó del barrio Atalaya, en el municipio bonaerense de Moreno: “No tengo trabajo. Estoy buscando, pero cuesta bastante. El barrio está muy pobre, faltan muchos recursos, a veces cortan la luz”.
A su lado está José, 51 años, del mismo barrio y la misma organización: “La situación es crítica. Los sueldos no alcanzan y los planes que dan es una ayuda, pero el tema es que no hay trabajo y cuesta conseguir”. No tiene un trabajo fijo, hace changas en la construcción, y se apoya en un Potenciar Trabajo (“Este mes vino de 19 mil pesos”) para llegar a fin de mes: “Si bien es una ayuda, no cubre ni el 10 por ciento de los gastos que uno tiene”.
Hace unos días vio por televisión cómo personas de traje y corbana los acusaban de “planeros” y hablaban de sacar todos los planes sociales como la respuesta a todos los males: “Me daba risa porque decían que los planes generaban vagancia. Si no hubiese sido por la ayuda de los planes habríamos tenido un estallido social tremendo. No tienen ni idea: para llegar a fin de mes tenemos que prohibirnos hasta de lo básico. Es una ayuda que aplaca un poco la situación, por eso lo que estamos pidiendo es trabajo formal”.
Federico está esperando cobrar su primer Potenciar, y también se ríe: remarca, como si hiciera falta, que está buscando trabajo, pero no consigue. “Según el punto de vista de ellos, somos así, planeros, pero lo dicen porque ellos la tienen toda y no sufren como la mayoría del pueblo. Estamos pidiendo lo que nos corresponde”.


En otros barrios, lo que corresponde, también es lo más básico y elemental. “No tenemos trabajo, pero tampoco luz y cloaca”, dimensiona Leyla, 38 años, de Villa Argentina, en Florencio Varela, sur del conurbano. “Lo que queremos es vivir como corresponde”.
Sobre avenida Corrientes, Susana -45 años , de Tendencia Guevarista, en campo Tongui, Lomas de Zamora- desconfía: pregunta en qué medio va a salir y cuáles son las preguntas. Luego, describe el marco que ve cotidianamente: “Hay muchísima necesidad. Todos los días se acercan a la cooperativa a pedir un plan porque no les alcanza. Si bien las escuelas están repartiendo mercadería, no alcanza, y el 80 por ciento de lo que nos entregan es polenta y arvejas. Después critican que venimos con las mamás y sus hijos, ¿pero cómo puede vivir un bebé con polenta y arvejas? Necesitamos vitaminas, proteínas”.
Por eso, subraya, es que desconfía: lo que dice no sale en los medios comerciales de comunicación: “Los medios burgueses tildan a los compañeros de piqueteros vagos, pero son trabajadores precarizados, informales, que trabajan en negro por un sueldo por debajo del registrado. Atacan a más débil, pero Mayra Mendoza (intendenta de Quilmes) fue denunciada por desviar 500 millones de pesos de las cooperativas, mientras hacían laburar a compañeros por el ingreso de un Potenciar. Somos críticos de Juan Zabaleta (ministro de Desarrollo Social de la Nación), porque destinan millones a intendencias corruptas pero no a las organizaciones que combatimos el punterismo y la corrupción”.

Las primeras columnas llegan a Plaza de Mayo. Juana (54) y Laura (47) se presentan como de la Asamblea Permanente de Guernica y dicen que están por tierra y trabajo: “Denunciamos al gobierno de la provincia de Buenos Aires porque firmaron un acta de compromiso para entregarnos los terrenos después de sacarnos violentamente hace dos años. Se tiran la pelota de un lado a otro, pero así estamos sin ninguna respuesta”.
Laura tiene cuatro hijos y paga un alquiler: “Son 12 mil pesos por una cucha de perro, en Quilmes. Vivo de changas en el horario en el que mis hijos están en la escuela. Cobro un Potenciar Trabajo que me ayuda para pagar el alquiler. No me considero planera, tampoco piquetera: lastimosamente no tengo trabajo digno, y no deseo que mis hijos estén en la calle reclamando como lo estoy yo. Quiero una vida digna para ellos”.
Las columnas siguen ingresando. Algunos de los carteles que llegan: “Por el cambio social, que se vayan todos”, “No a los ajustes del Gobierno y del FMI; la deuda es con el pueblo”, y “Por un trabajo genuino y un salario igual a la canasta familiar”.
Son miles y miles de personas que llevaron hasta la puerta de la Casa Rosada una agenda cada vez más caliente: pobreza, hambre, falta de trabajo, el plan social como un dique cada vez más tenso, desconfianza a los medios, descreimiento de la clase política, bronca.


Entre esa Plaza de Mayo camina César, vendedor de garrapiñadas de 51 años, que le preocupa hacia dónde fuga todo ese reclamo. Es de Rafael Calzada, en Almirante Brown, también sur del conurbano, y cuenta que hace unos años estaba “muy bien” (vendía globos y burbujeros), pero que cuando empezó “esa presidencia” se fundió. No quiere nombrar a Macri: “Aumentazo, aumentazo y aumentazo, la plata no rendía nada. Después, en pandemia y ahora, no puedo cobrar el IFE: como no entiendo Internet, no sé qué me decían de que no me coincidía el CBU. Yo la veo muy mal en breve”.
-¿Qué ves?
-La veo malísima, pero más miedo me da quién pueda entrar. Puede ser para peor.
César se despide.
También, tiene que seguir trabajando.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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