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La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

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Una protesta contra la violencia en Chile derivó en una violencia contra la protesta en Buenos Aires. Sospechas a cara tapada, lo que manifiesta la gente, las formas digitales de resistir y la chilena que pasó entre represores y encapuchados reclamando el derecho a vivir en paz.  
“Es innegable que entre gobiernos opresores tienen enlaces para hacer las cosas” dice Mirta Baravalle con un policía de metro 90 a sus espaldas, disfrazado de tortuga y con ajuar antimotines.  A su lado Nora Cortiñas agrega: “Es una represión de este gobierno macrista de acuerdo con el chileno. Para mi salieron a reprimir a pedido”. Mirta tiene 94 años y participó el 30 de abril de 1977 en la primera marcha de 14 Madres de Plaza de Mayo. Nora tiene 89.
La marcha había sido autoconvocada por ciudadanxs chilenos para rechazar la violencia en Chile protagonizada por el gobierno de Sebastián Piñera contra los niños y adolescentes que rechazan el aumento de los pasajes en el transporte público. El señor Piñera anunció su actitud con respecto a quienes no opinan como él: “Estamos en guerra”. Militarizó el país, y el saldo de su guerra contra la sociedad es de 11 muertos, 900 heridos y 2.200 detenidos.
A las 14 del lunes la gente comenzó a reunirse y el acto frente al consulado se inició a las 17.
Cruce de lavaca con fotógrafo de Cítrica, que relata: “Esto está tranquilo, pero hay un par de nenes que me parece que pueden enturbiar todo”. Había también grupos de la izquierda clásicamente subdividida. Al rato se detectó a un policía infiltrado, y lo echaron a los empujones. Ya andaban rondando la zona algunos sujetos encapuchados y con palos que no parecían chilenos.
Poco después empezaron los disparos de goma policiales desde la zona del consulado, con la consiguiente respuesta de encapuchados fornidos con buena técnica para tirar botellas y encender contenedores de basura, y el desmadre represivo que no perdió de vista a jóvenes e incluso una embarazada a la hora de las detenciones. Es un invicto criollo que los encapuchados no son quienes suelen caer presos en estas confrontaciones. Pero hubo un ataque a algunos periodistas, en particular un camarógrafo de Crónica que resultó herido en la cabeza. El episodio había comenzado con una persona que arrojó un líquido a otro camarógrafo, que quiso responder la agresión a las patadas. Todo fue para peor. El clima se recalentó, hubo fuego frente a una hamburguesería, el fuego prendió la llanta de una camioneta que pasaba, mientras llovían proyectiles y unos pocos buscaban matafuegos para la camioneta.

La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

Foto: MAfIA


Dice Nicole Pizarro, especialista en comunicación, chilena, que vive hace cuatro años en Argentina: “Detuvieron a varias personas y las  tenían en el piso. Les pedíamos que gritaran sus nombres. Eran: Violeta Larreli, Pilar Ramírez que parece que es uruguaya, Leandro Cano, Miriam Seli, y Antonio Arzón o Arzol”. Estaban en un celular policial horas después, cuando llegaron Mirta Baravalle y Nora Cortiñas. Nicole creó  un código QR (disponible debajo de la nota) que difundía en un panfleto, para acceder a una nube digital de la que pueden bajarse los videos sobre lo que está ocurriendo en Chile.
En medio de la trifulca pasó entre policías antimotines y encapuchados una joven de anteojos con los brazos alzados llevando un cartel escrito a mano: “En Chile vulneran nuestro a derecho a vivir en paz”. La escena fue emocionante y paradójica: en esa violencia esa chica parecía la única valiente.
Su nombre es Nedel Muñoz, 23 años, de Chiloé, instalada hace cuatro años en Argentina. Cuenta Nedel a lavaca:
«Todo empezó por el aumento de pasaje de metro. En Chile estamos pagando aproximadamente 80 pesos por cada pasaje, ida y vuelta. Mucha gente sólo tiene salario mínimo: tiene que pagar el 25 por ciento de su salario en transporte. Eso provocó un descontento: causó evasiones (pasar sin boleto) masivas en el subte. Y provocó un despertar muy grande, porque los jóvenes estaban haciendo la protesta que sus padres no podían hacer. Entonces empezaron a despertar, empezaron a apoyar a los chicos por primera vez, y la única forma con la que Piñera ha respondido es con represión. Sacó los militares a la calles. Impuso un estado de excepción que es una vergüenza, criminalizando la protesta social y usado como excusa para respaldar la represión militar. Hay que entender algo: todo el gobierno de Piñera es un gobierno fascista, que apoyó el Golpe de Estado de Pinochet en 1973. Y hoy quieren hacer lo mismo pero dentro de la democracia. Los militares están matando gente en la calle, entrando con tanques a departamentos, están despareciendo de las calles y entrando a las casas para que la gente pida más represión. En Chile la única salida es que Piñera renuncie y que se arme un tribunal internacional de derechos humanos para que condene todo lo que está haciendo. Son brutales: ellos quieren volver a 1973».La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?
Nedel, la joven chilena que pasó con su cartel caminando en medio de los enfrentamientos. (Foto: lavaca).
Un poco más allá un joven chileno, estudiante de medicina, decía: “La marcha fue tranquila, apareció gente que no sé de dónde eran, y la policía entonces atacó a la marcha”.
Una chica también chilena gritaba a periodistas y camarógrafos comprensiblemente indignados ante sus compañeros atacados: “Por favor, no pierdan el foco, digan la verdad. Digan que en Chile están matando gente”.
Ricardo, 26 años, que vive en Concepción y está como turista en Buenos Aires: “La gente se enojó con el periodismo porque hacen lo mismo que en Chile, terminan hablando de cualquier otra cosa. Es una represión conceptual. Pero lo que ocurrió es que los escolares se atrevieron a protestar. La gente adulta no se atrevió. Hablo de escolares de 16 o 17 años. Rompieron las vallas del metro, hicieron pasar a la gente, vino la policía, mató a un chico y lastimó a mucha gente. No se soporta Chile. Tiene fama de país con buena economía pero la desigualdad y la pobreza son enormes. La gente para estudiar, para tener donde vivir, pero también para comer, tiene que endeudarse por toda la vida”.
La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

Foto: MAfIA


En el volante que distribuye con el código QR Nicole escribió: “Hoy en nuestro territorio volvemos a hablar de muertos, heridos, detenidos, abuso de poder y abuso sexual. Hoy la gente ha tenido que volver a gritar su nombre por miedo a no ser encontrados tras su detención policial”
“Pero ya nos han quitado tanto, que nos quitaron el miedo. Chile despertó”.
Puede empalmarse esto con otro volante que se ha hecho célebre en Chile y en el exterior.
“No es el metro.
Es salud
Es educación
Es pensiones
Es vivienda
Es el sueldo del parlamentario
Es el aumento de la luz
Es el aumento de la bencina (la nafta)
Es el robo de las fuerzas armadas
Es el perdonazo al empresario
Es la dignidad de una sociedad”.
La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

Foto: MAfIA


Funcionarios del Defensor del Pueblo de la Ciudad se quedaron junto a los manifestantes, esperando certezas sobre la liberación de detenidas y detenidos, mientras la televisión llenaba sus espacios con indignación frente a la violencia de la manifestación. Ricardo me había dicho: “Muestran las cosas como quieren  ellos”.
De regreso a escribir esta crónica observo dos cuadras de cola en el comedor de una iglesia. Hay jubilados, pero hay mayoría de mujeres y hombres de 30 a 50 años, que esquivan la mirada como si estuvieran avergonzados de estar allí (son los únicos que no deberían estar avergonzados).
Esperan por una bandeja de comida.
Aquí no hay cámaras ni panelistas indignados, porque se supone que estas dos cuadras de cola no son violencia.
La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

El código QR desde el que se pueden bajar videos sobre la represión en Chile.


La represión, de Chile a Buenos Aires: ¿Qué es la violencia?

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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