Nota
Informe Alerta Argentina: el caso Cromañón
La masacre producida la noche del 30 de diciembre de 2004 en el local llamado «República Cromañón» ubicado en el Barrio de Once, durante un recital del grupo de rock «Callejeros», tuvo un resultado devastador, que además de traducirse en victimas concretas, se manifestó como una metáfora de nuestro país, llamado a partir de ese momento por los familiares, sobrevivientes y amigos en lucha Argentina Republica de Cromañón.
Este gravísimo hecho visibilizó el espacio y la importancia que tienen los jóvenes en nuestra sociedad. En el lugar del horror, se encontraban más de 4000 personas, en su mayoría adolescentes que llegaban de diversos barrios del conurbano bonaerense.
La oscura y siniestra «República Cromañón» tenía una capacidad para 1200 personas, sin embargo allí, en el momento del incendio, había más de 4000 personas. Las condiciones de funcionamiento del local eran inaceptables desde todo punto de vista, a tal punto que expertos internacionales consideran que nunca debió ser habilitado. Puntualmente, en la noche del 30 de diciembre, el incendio se habría producido por la combustión de una suerte de tela o lona extendida en el techo, como del tipo «media-sombra», la cual funcionaba como aislante acústico. En realidad, una «media-sombra» no tiene nada de aislante acústico. Dicha tela habría entrado en combustión al ser alcanzada por una «bengala» o cañita del tipo «tres tiros». La mayoría de los fallecidos perecieron por asfixia vinculada no solamente al monóxido de carbono sino también al cianuro que se desprendió de la media sombra. Otros murieron entrando a rescatar a otros chicos (según se comprobó, al funcionar muy mal el sistema de Emergencias de la Ciudad, y dejar a las víctimas su propio rescate, el 40 % falleció intentando salvar a otros chicos. Además, al menos una de las puertas de emergencia estaba trabada con candado, con lo cual varios habrían fallecido aplastados por la multitud en el ímpetu de escapar del desastre.
Desde el evitable episodio ocurrido en diciembre de 2004; 194 personas murieron, cientos de personas continúan con graves problemas de salud tanto físicos, como psíquicos. Además de considerar las consecuencias psicológicas, los efectos traumáticas de aquellos que sobrevivieron y de los familiares de las víctimas.
En lo que respecta a la atención de la salud de los sobrevivientes, el estado, desde un primer momento actuó agudizando el malestar de los perjudicados, ya que la respuesta para enfrentar las problemáticas que acarrea este hecho traumático desde un primer momento se enmarcó en contemplar solo o exclusivamente un tipo de tratamiento psicológico de corte individual, condenando a los damnificados a llorar y ampararse en un consultorio privado. Una vez más, el accionar de nuestros gobernantes montando una «política pública» de este tipo, demuestra el nulo interés de remitir a procesos grupales, comunitarios en los que se pueda tramitar una elaboración del duelo colectivamente, ya que el hecho por si mismo es un fenómeno social y colectivo.
Lo que agrava más el panorama es que con el transcurso del tiempo se fue demostrando el poco interés para garantizar aún este tipo de intervención. La respuesta del estado en materia de salud para abordar dicho problema fue deficitaria. Aunque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de diversos medios en los primeros meses haya montado un escenario de política sanitaria destinada a trabajar «activamente » con los damnificados, en concreto no se destino ninguna acción solvente con respecto a este tema. No se han destinado profesionales para que trabajen específica y conjuntamente con los familiares, con los jóvenes, en las escuelas prácticamente no se ha trabajado el tema.
Desde el estado no se impartió ninguna medida o acción seria y comprometida con la magnitud de lo sucedido. No se ha asumido el carácter público de lo ocurrido, su control y seguimiento como responsabilidad de los estados y los gobiernos.
Los jóvenes hoy
Este acontecimiento nos interpela, denuncia la situación de los jóvenes y adolescentes en nuestra Argentina, que provoca cotidianamente serias consecuencias en la vida de miles de adolescentes. Solo que la agonía cotidiana de los/ las jóvenes no la visualizamos como un homicidio en el que también hay responsabilidades políticas.
Un estudio realizado por Artemio López y publicado, refleja la grave situación de los jóvenes en la actualidad. En lo que respecta a pobreza e indigencia entre los jóvenes 3,5 millones (de entre 14 y 24 años) viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes. La pobreza entre los adolescentes de 14 a 19 años promedia el 55 por ciento. Mientras que la indigencia alcanza al 21 por ciento. En cuento a los adultos de entre 20 y 24 años, la pobreza promedia el 40 por ciento y la ciento y la indigencia el 14 por ciento.
Teniendo en cuanta la heterogeneidad regional, se debe aclarar que en el NOA y NEA son regiones que siguen mostrando los mayores índices de pobreza e indigencia y vulnerabilidad entre los jóvenes.
En lo que respecta a la esfera laboral, el desempleo sigue siendo elevado en muchos contextos y las tasas de desempleo de los jóvenes son especialmente elevadas. Los jóvenes tienes dos o tres veces más probabilidades que los adultos de estar desempleados. Hoy 27,3 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra desocupado, por cuanto no trabaja pero busca activamente insertarse en el mercado laboral. Son 830.000 jóvenes y adolescentes a la búsqueda de un contrato. La tasa de desocupación entre los jóvenes ha crecido desde comienzos de los noventa un 137 por ciento. Todavía duplica la tasa de desocupación de principios de los noventa, cuando era del 13 por ciento.
Entre los jóvenes de entre 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 buscan trabajo, pero no lo encuentran. 550.000 adolescentes de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria. Hay más de 300 mil adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. Esta situación es especialmente notoria en adolescentes entre 17 y 19 años.
El trabajo de los jóvenes
Los jóvenes se enfrentan a un escenario de flexibilización-precarización laboral, de desocupación, de la sobre explotación, etc.
Los trabajos que realizan los jóvenes están vinculados a ocupaciones de menor calificación, más sobreexplotadas y mal pagas. En general, los jóvenes acceden a puestos laborales como: repositores/as, cajeras, vendedores, cadetes, peones o empleadas domésticas. La mayoría de los jóvenes o adolescentes que trabajan, trabajan a destajo, con contratos basuras, por sueldos miserables, en pésimas condiciones de salubridad, sin posibilidad de sindicalizarse, sin ningún tipo de cobertura social.
El 68 por ciento de los ocupados adolescentes y jóvenes se desempeña en puestos informales. Para los de 20 años la informalidad ronda el 71 por ciento, en tanto que para los menores de 19 años promedia el 85 por ciento. Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro. 7 de cada 10 jóvenes ocupados estén en negro se traduce en los magros salarios que perciben, que para estos trabajadores promedian los 300 pesos mensuales», es decir, menos que lo necesario para adquirir la canasta básica de alimentos que mide la indigencia.
El futuro incierto
En la actualidad las instituciones tradicionales (escuela, trabajo, salud, etc.) se encuentran degradas y desbastadas por las políticas sociales y económicas implantadas en las últimas décadas.
Como sostiene Graciela Zaldúa: «El mercado neoliberal atravesó las instituciones, en un presente de contingencia y de fragmentación, desestabilizando sus supuestos de educar, cuidar, proteger, sanar. Los efectos de vulnerabilidad y fragilización con relación a los sostenes materiales y simbólicos y los lazos afectivos impactan en la constitución subjetiva, particularmente en la infancia y adolescencia». (Graciela Zaldúa, 2005)
Los jóvenes, en su gran mayoría, carecen de la posibilidad de generar proyectos futuros, como pensar en un trabajo seguro, independizarse económicamente, contar con la posibilidad de estudiar en la universidad pública y luego ejercer una profesión, etc. En muchos casos sus familiares y amigos más próximos también se encuentran desocupados. Dicha situación sumada a otras (que exige la «posmodernidad» actual), provoca en muchos adolescentes procesos de desubjetivación. Dichos procesos se caracterizan por habitar situaciones marcadas por la imposibilidad, estar a merced de lo que acontezca, habiendo minimizado la posibilidad de decir no, de hacer algo que desborde las circunstancias. Se trata de modos que despojan al sujeto de la posibilidad de decisión y de la responsabilidad. La desubjetivación hace referencia a una posición de impotencia, a la percepción de no poder hacer nada diferente con lo que se presenta (Duschastzky, 2003) . Es prudente aclarar que dichos procesos no son estados puros, homogéneos. Si bien las subjetividades tienden a desvanecerse en el capitalismo actual, debemos considerar que los sujetos tienen potencialidades y que también se producen procesos de construcción de subjetividades reflexivas, creativas.
En este contexto las faltas de alternativas para los jóvenes son múltiples, desde la falta de educación, la discriminación, violencia familiar, falta de espacios culturales y recreativos, falta de empleo, vivienda y salud, son problemas a los que miles de jóvenes se enfrentan día a día.
Los mecanismos de exclusión impacta de diversas formas sobre los jóvenes, no sólo hace referencia a una situación de inequidad y discriminación en lo pertinente a bienes y servicios sino que alude a las subjetividades que quedan, de este modo ubicadas fuera de los circuitos formales de la sociedad. Lo cual impacta considerablemente sobre la subjetividad de los jóvenes y la determinación que ejerce sobre la salud mental, incidiendo directamente en la producción de malestares colectivos de frustración.
Las problemáticas actuales a las que cotidianamente se enfrentan los jóvenes afectan considerablemente el desarrollo de su autonomía, creando una sensación de «falta de lugar». (Cecilia Moise, 2000)
Las privaciones a las que son expuestos los jóvenes y adolescentes son diversas, y afecta considerablemente sus capacidades creativas, su realización en el plano simbólico, en la posibilidad de expresión y de transmisión de sus pensamientos, vivencias y sentimientos.
La criminalización de los/as jóvenes
Un cóctel peligroso es ser pobre y joven. Se criminaliza, se judicializa a la pobreza y la juventud. Las causas de gatillo fácil cada año se van incrementando. Según el informe presentado en diciembre de 2005 por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi): «El gatillo fácil es practicado como herramienta de control social. Desde el 10 de diciembre del año pasado el aparato represivo estatal mató un total de 183 personas en hechos de gatillo fácil, por la tortura, en cárceles y comisarías, lo que lleva la cuenta, desde diciembre de 1983, a 1888. Las policías federales, provinciales, los servicios penitenciarios federales y provinciales, la gendarmería y la prefectura están matando una persona cada 48 horas, lo que incrementa la frecuencia que el año pasado era de una muerte cada 60 horas. El 44,6 por ciento de las muertes se produjo en cárceles y comisarías, o con posterioridad a ser liberados pero a raíz golpizas recibidas durante la detención. Este porcentaje incluye los hechos de tortura. El resto de los casos corresponden al denominado gatillo fácil, que a su vez contiene fusilamiento o ejecución de «delincuentes» reales o presuntos; homicidios en ocasión de discusiones o prepotencia, asesinatos de terceros ajenos a hechos reales, causas fraguadas que resultaron en homicidios, y otras circunstancias. Respecto de las fuerzas involucradas, casi el 80 % corresponde a la policía, un 69 % las provinciales sumadas y 10 % la federal; 13,8 % a los servicios penitenciarios, 1,2 % a la Prefectura, el 1,7 % a la Gendarmería y el resto a otras fuerzas. La provincia de Santa Fe es la de mayor cantidad de casos en proporción a la cantidad de habitantes, seguida por Catamarca, Buenos Aires, La Pampa, Corrientes, Córdoba y Capital Federal. El 64 por ciento de las víctimas son jóvenes de 15 a 25 años, y más de la mitad eran menores de 18″.
La lucha contra la impunidad
Desde un primer momento los familiares y víctimas de Cromañón reclamaron justicia. Enfrentando a los distintos poderes involucrados. Exigieron a la justicia argentina que actuara sobre los responsables directos e indirectos. Por lo cual se involucró a los inspectores, al director de habilitaciones, al secretario de Seguridad y Justicia del Gobierno de la Ciudad, a Aníbal Ibarra, y al jefe de Bomberos. Entendiendo que la cadena de responsabilidades no terminaba en Omar Chabán el gerenciador del local y su hermano, Yamil Chabán
Hasta este momento en la causa principal hay 25 procesados, entre ellos el dueño de la discoteca, Omar Chabán, los miembros del grupo Callejeros, funcionarios del gobierno de la ciudad y policías. En el juicio político que se le inció al Jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, se lo encontró responsable político de la masacre y se proclamó su destitución.
Contacto:
[email protected]
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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