CABA
Informe Alerta Argentina: el caso Cromañón
La masacre producida la noche del 30 de diciembre de 2004 en el local llamado «República Cromañón» ubicado en el Barrio de Once, durante un recital del grupo de rock «Callejeros», tuvo un resultado devastador, que además de traducirse en victimas concretas, se manifestó como una metáfora de nuestro país, llamado a partir de ese momento por los familiares, sobrevivientes y amigos en lucha Argentina Republica de Cromañón.
Este gravísimo hecho visibilizó el espacio y la importancia que tienen los jóvenes en nuestra sociedad. En el lugar del horror, se encontraban más de 4000 personas, en su mayoría adolescentes que llegaban de diversos barrios del conurbano bonaerense.
La oscura y siniestra «República Cromañón» tenía una capacidad para 1200 personas, sin embargo allí, en el momento del incendio, había más de 4000 personas. Las condiciones de funcionamiento del local eran inaceptables desde todo punto de vista, a tal punto que expertos internacionales consideran que nunca debió ser habilitado. Puntualmente, en la noche del 30 de diciembre, el incendio se habría producido por la combustión de una suerte de tela o lona extendida en el techo, como del tipo «media-sombra», la cual funcionaba como aislante acústico. En realidad, una «media-sombra» no tiene nada de aislante acústico. Dicha tela habría entrado en combustión al ser alcanzada por una «bengala» o cañita del tipo «tres tiros». La mayoría de los fallecidos perecieron por asfixia vinculada no solamente al monóxido de carbono sino también al cianuro que se desprendió de la media sombra. Otros murieron entrando a rescatar a otros chicos (según se comprobó, al funcionar muy mal el sistema de Emergencias de la Ciudad, y dejar a las víctimas su propio rescate, el 40 % falleció intentando salvar a otros chicos. Además, al menos una de las puertas de emergencia estaba trabada con candado, con lo cual varios habrían fallecido aplastados por la multitud en el ímpetu de escapar del desastre.
Desde el evitable episodio ocurrido en diciembre de 2004; 194 personas murieron, cientos de personas continúan con graves problemas de salud tanto físicos, como psíquicos. Además de considerar las consecuencias psicológicas, los efectos traumáticas de aquellos que sobrevivieron y de los familiares de las víctimas.
En lo que respecta a la atención de la salud de los sobrevivientes, el estado, desde un primer momento actuó agudizando el malestar de los perjudicados, ya que la respuesta para enfrentar las problemáticas que acarrea este hecho traumático desde un primer momento se enmarcó en contemplar solo o exclusivamente un tipo de tratamiento psicológico de corte individual, condenando a los damnificados a llorar y ampararse en un consultorio privado. Una vez más, el accionar de nuestros gobernantes montando una «política pública» de este tipo, demuestra el nulo interés de remitir a procesos grupales, comunitarios en los que se pueda tramitar una elaboración del duelo colectivamente, ya que el hecho por si mismo es un fenómeno social y colectivo.
Lo que agrava más el panorama es que con el transcurso del tiempo se fue demostrando el poco interés para garantizar aún este tipo de intervención. La respuesta del estado en materia de salud para abordar dicho problema fue deficitaria. Aunque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de diversos medios en los primeros meses haya montado un escenario de política sanitaria destinada a trabajar «activamente » con los damnificados, en concreto no se destino ninguna acción solvente con respecto a este tema. No se han destinado profesionales para que trabajen específica y conjuntamente con los familiares, con los jóvenes, en las escuelas prácticamente no se ha trabajado el tema.
Desde el estado no se impartió ninguna medida o acción seria y comprometida con la magnitud de lo sucedido. No se ha asumido el carácter público de lo ocurrido, su control y seguimiento como responsabilidad de los estados y los gobiernos.
Los jóvenes hoy
Este acontecimiento nos interpela, denuncia la situación de los jóvenes y adolescentes en nuestra Argentina, que provoca cotidianamente serias consecuencias en la vida de miles de adolescentes. Solo que la agonía cotidiana de los/ las jóvenes no la visualizamos como un homicidio en el que también hay responsabilidades políticas.
Un estudio realizado por Artemio López y publicado, refleja la grave situación de los jóvenes en la actualidad. En lo que respecta a pobreza e indigencia entre los jóvenes 3,5 millones (de entre 14 y 24 años) viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes. La pobreza entre los adolescentes de 14 a 19 años promedia el 55 por ciento. Mientras que la indigencia alcanza al 21 por ciento. En cuento a los adultos de entre 20 y 24 años, la pobreza promedia el 40 por ciento y la ciento y la indigencia el 14 por ciento.
Teniendo en cuanta la heterogeneidad regional, se debe aclarar que en el NOA y NEA son regiones que siguen mostrando los mayores índices de pobreza e indigencia y vulnerabilidad entre los jóvenes.
En lo que respecta a la esfera laboral, el desempleo sigue siendo elevado en muchos contextos y las tasas de desempleo de los jóvenes son especialmente elevadas. Los jóvenes tienes dos o tres veces más probabilidades que los adultos de estar desempleados. Hoy 27,3 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra desocupado, por cuanto no trabaja pero busca activamente insertarse en el mercado laboral. Son 830.000 jóvenes y adolescentes a la búsqueda de un contrato. La tasa de desocupación entre los jóvenes ha crecido desde comienzos de los noventa un 137 por ciento. Todavía duplica la tasa de desocupación de principios de los noventa, cuando era del 13 por ciento.
Entre los jóvenes de entre 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 buscan trabajo, pero no lo encuentran. 550.000 adolescentes de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria. Hay más de 300 mil adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. Esta situación es especialmente notoria en adolescentes entre 17 y 19 años.
El trabajo de los jóvenes
Los jóvenes se enfrentan a un escenario de flexibilización-precarización laboral, de desocupación, de la sobre explotación, etc.
Los trabajos que realizan los jóvenes están vinculados a ocupaciones de menor calificación, más sobreexplotadas y mal pagas. En general, los jóvenes acceden a puestos laborales como: repositores/as, cajeras, vendedores, cadetes, peones o empleadas domésticas. La mayoría de los jóvenes o adolescentes que trabajan, trabajan a destajo, con contratos basuras, por sueldos miserables, en pésimas condiciones de salubridad, sin posibilidad de sindicalizarse, sin ningún tipo de cobertura social.
El 68 por ciento de los ocupados adolescentes y jóvenes se desempeña en puestos informales. Para los de 20 años la informalidad ronda el 71 por ciento, en tanto que para los menores de 19 años promedia el 85 por ciento. Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro. 7 de cada 10 jóvenes ocupados estén en negro se traduce en los magros salarios que perciben, que para estos trabajadores promedian los 300 pesos mensuales», es decir, menos que lo necesario para adquirir la canasta básica de alimentos que mide la indigencia.
El futuro incierto
En la actualidad las instituciones tradicionales (escuela, trabajo, salud, etc.) se encuentran degradas y desbastadas por las políticas sociales y económicas implantadas en las últimas décadas.
Como sostiene Graciela Zaldúa: «El mercado neoliberal atravesó las instituciones, en un presente de contingencia y de fragmentación, desestabilizando sus supuestos de educar, cuidar, proteger, sanar. Los efectos de vulnerabilidad y fragilización con relación a los sostenes materiales y simbólicos y los lazos afectivos impactan en la constitución subjetiva, particularmente en la infancia y adolescencia». (Graciela Zaldúa, 2005)
Los jóvenes, en su gran mayoría, carecen de la posibilidad de generar proyectos futuros, como pensar en un trabajo seguro, independizarse económicamente, contar con la posibilidad de estudiar en la universidad pública y luego ejercer una profesión, etc. En muchos casos sus familiares y amigos más próximos también se encuentran desocupados. Dicha situación sumada a otras (que exige la «posmodernidad» actual), provoca en muchos adolescentes procesos de desubjetivación. Dichos procesos se caracterizan por habitar situaciones marcadas por la imposibilidad, estar a merced de lo que acontezca, habiendo minimizado la posibilidad de decir no, de hacer algo que desborde las circunstancias. Se trata de modos que despojan al sujeto de la posibilidad de decisión y de la responsabilidad. La desubjetivación hace referencia a una posición de impotencia, a la percepción de no poder hacer nada diferente con lo que se presenta (Duschastzky, 2003) . Es prudente aclarar que dichos procesos no son estados puros, homogéneos. Si bien las subjetividades tienden a desvanecerse en el capitalismo actual, debemos considerar que los sujetos tienen potencialidades y que también se producen procesos de construcción de subjetividades reflexivas, creativas.
En este contexto las faltas de alternativas para los jóvenes son múltiples, desde la falta de educación, la discriminación, violencia familiar, falta de espacios culturales y recreativos, falta de empleo, vivienda y salud, son problemas a los que miles de jóvenes se enfrentan día a día.
Los mecanismos de exclusión impacta de diversas formas sobre los jóvenes, no sólo hace referencia a una situación de inequidad y discriminación en lo pertinente a bienes y servicios sino que alude a las subjetividades que quedan, de este modo ubicadas fuera de los circuitos formales de la sociedad. Lo cual impacta considerablemente sobre la subjetividad de los jóvenes y la determinación que ejerce sobre la salud mental, incidiendo directamente en la producción de malestares colectivos de frustración.
Las problemáticas actuales a las que cotidianamente se enfrentan los jóvenes afectan considerablemente el desarrollo de su autonomía, creando una sensación de «falta de lugar». (Cecilia Moise, 2000)
Las privaciones a las que son expuestos los jóvenes y adolescentes son diversas, y afecta considerablemente sus capacidades creativas, su realización en el plano simbólico, en la posibilidad de expresión y de transmisión de sus pensamientos, vivencias y sentimientos.
La criminalización de los/as jóvenes
Un cóctel peligroso es ser pobre y joven. Se criminaliza, se judicializa a la pobreza y la juventud. Las causas de gatillo fácil cada año se van incrementando. Según el informe presentado en diciembre de 2005 por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi): «El gatillo fácil es practicado como herramienta de control social. Desde el 10 de diciembre del año pasado el aparato represivo estatal mató un total de 183 personas en hechos de gatillo fácil, por la tortura, en cárceles y comisarías, lo que lleva la cuenta, desde diciembre de 1983, a 1888. Las policías federales, provinciales, los servicios penitenciarios federales y provinciales, la gendarmería y la prefectura están matando una persona cada 48 horas, lo que incrementa la frecuencia que el año pasado era de una muerte cada 60 horas. El 44,6 por ciento de las muertes se produjo en cárceles y comisarías, o con posterioridad a ser liberados pero a raíz golpizas recibidas durante la detención. Este porcentaje incluye los hechos de tortura. El resto de los casos corresponden al denominado gatillo fácil, que a su vez contiene fusilamiento o ejecución de «delincuentes» reales o presuntos; homicidios en ocasión de discusiones o prepotencia, asesinatos de terceros ajenos a hechos reales, causas fraguadas que resultaron en homicidios, y otras circunstancias. Respecto de las fuerzas involucradas, casi el 80 % corresponde a la policía, un 69 % las provinciales sumadas y 10 % la federal; 13,8 % a los servicios penitenciarios, 1,2 % a la Prefectura, el 1,7 % a la Gendarmería y el resto a otras fuerzas. La provincia de Santa Fe es la de mayor cantidad de casos en proporción a la cantidad de habitantes, seguida por Catamarca, Buenos Aires, La Pampa, Corrientes, Córdoba y Capital Federal. El 64 por ciento de las víctimas son jóvenes de 15 a 25 años, y más de la mitad eran menores de 18″.
La lucha contra la impunidad
Desde un primer momento los familiares y víctimas de Cromañón reclamaron justicia. Enfrentando a los distintos poderes involucrados. Exigieron a la justicia argentina que actuara sobre los responsables directos e indirectos. Por lo cual se involucró a los inspectores, al director de habilitaciones, al secretario de Seguridad y Justicia del Gobierno de la Ciudad, a Aníbal Ibarra, y al jefe de Bomberos. Entendiendo que la cadena de responsabilidades no terminaba en Omar Chabán el gerenciador del local y su hermano, Yamil Chabán
Hasta este momento en la causa principal hay 25 procesados, entre ellos el dueño de la discoteca, Omar Chabán, los miembros del grupo Callejeros, funcionarios del gobierno de la ciudad y policías. En el juicio político que se le inció al Jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, se lo encontró responsable político de la masacre y se proclamó su destitución.
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Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.