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Nuevas generaciones: lo que se fue, lo que quedó y lo que no queremos que vuelva tras la pandemia

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Las redes de whatsapp. La autogestión. La pregunta de Naomi Klein a Chávez. Los desafíos del movimiento feminista latinoamericano. La idea de ser «más inoportunas». Cómo se vive y muere en Suecia. Y la lista de cosas que no queremos que existan nunca más: algunos de los temas que viajan de Estocolmo a Buenos Aires, en la sexta entrega de un emotivo intercambio entre América Vera Zavala y Claudia Acuña.

Buenos Aires, Argentina, 9 de abril de 2020

Querida América:

Me hiciste llorar con tu carta, seguramente porque cuando la leí estaba en uno de esos momentos sensibles que te enciende el aislamiento, pero también porque tocaste temas que son motivo de preocupaciones profundas y sin resolver que en estas situaciones te acechan como fantasmas que reclaman que definamos de una vez por todas dónde deben habitar: si acá o en el más allá.

Los tres timbres que tocaste son certeros: la autogestión, Venezuela, No estás sola.

Me invitás a pensar estos temas, pero no sé si soy capaz de hacerlo así y ahora. Mis reflexiones siempre fueron producto de charlas colectivas, pero no provocadas por las palabras que así escucho, sino por lo que esas palabras me hacen sentir. Solo puedo pensar con el cuerpo, y en particular con los pies, recorriendo realidades y situaciones muy diferentes, que me permiten no solo trazar un panorama, sino sobre todo un horizonte.

El encierro nos cercena eso: la mirada hacia lo que todavía no hay, pero está. La artista Hito Steyerl reflexiona justamente sobre lo que significó para la cultura occidental crear el paradigma del horizonte vertical en su libro Los condenados de la pantalla, y también los esfuerzos de muchos artistas por romperlo, y algo de eso hay en juego en este encierro: descubrir cómo experimentar otras formas de ver, de representar y de producir que no sean las que naturalizamos como únicas y por eso mismo, provocaron este colapso.

Es cierto que no estoy sola en este aislamiento social y que además conecto a través de grupos de wathsapp con no menos de 500 personas, todos los días. Sí: todas esas personas estamos conectadas a través de intereses concretos (el día del anuncio del aislamiento obligatorio formamos una red de mujeres que ya suma más de doscientas integrantes; desde la batalla legislativa por el aborto legal estamos en red cotidiana 156 periodistas profesionales; además formo parte de un grupo con familias sobrevivientes de femicidios; otro con las revistas culturales independientes; una red de psicólogas y hasta uno inesperado, que se armó hace una semana, para promover bailar en casa los sábados a la noche, entre otros). Me llegan así intercambios de información, pedidos, necesidades, informes de situaciones territoriales, y listados con las cosas que funcionan bien, mal o están cerradas y necesitamos reclamar que se abran. No recibo por estas vías reflexiones ni estados de ánimo, y mucho menos pensamientos sobre algo que no sea ya, urgente, necesario. Uno de esos grupos de wathsapp nuclea a mujeres de la Mesoamérica a las que conocí en un congreso de Economía feminista. Una de ellas fue la única que hoy se atrevió a compartir una mirada hacia el horizonte: “A nivel del movimiento de mujeres y feminista no hemos podido articular como colectivo ninguna propuesta. Estamos teniendo muy poca capacidad de propuesta de carácter estructural”.

Y esa es la tarea más urgente.

Trato entonces de reflexionar sobre esos tres temas, no a pesar sino con estas dificultades, que gracias a ese mensaje comprendí que no son personales ni locales, sino resultado de uno de los síntomas más preocupantes de esta crisis: perder la posibilidad de que desde los tejidos sociales periféricos del poder y de quienes tanto hemos aprendido a crear soluciones para enfrentar crisis podamos elaborar colectivamente un horizonte.

  1. La autogestión: No suelo hablar del amor en relación a las fábricas recuperadas, pero sí suelo  hablar mucho, así que puedo haber mencionado esa palabra. Sí hablo del afecto, en el sentido más amplio del término. Está claro hoy cómo nos afectamos unos a otros con lo que producimos, incluso en solitario o, más concretamente, incluso a pesar nuestro. La autogestión tiene siempre muy presente este principio porque puede producir sin dinero, pero no sin comunidad de intereses. Ese afecto es central, la mecha que enciende la producción. No se trata de la solidaridad ni de la igualdad –por usar dos términos que suelen asociarse a este tipo de producciones- sino de sintonizar exactamente, con la precisión que solo puede darte la sensibilidad social, qué necesita la época, qué no soporta más y qué está dispuesta a sostener, a pesar de todo y en medio de todo “lo otro”.

Concretamente, nosotros estamos pasando ese examen ahora, una vez más. Estamos acostumbrados y sabemos que para trascenderlo hay muchas cosas que podemos hacer, pero hay otras que ya no dependerán de lo que hagamos, sino de lo que la época esté dispuesta a hacer con nosotros. Si mirás los números, está claro quién no está dispuesto a sostenernos: desde septiembre pasado el Estado no nos paga lo que nos debe y el nuevo gobierno ha decidido distribuir la pauta oficial solo entre los medios corporativos, así que no tenemos un solo aviso desde diciembre. Sin esos pagos y sin esos ingresos, estamos claramente en desventaja frente a los medios comerciales, que han obtenido en una reunión que realizaron por teleconferencia con el ministro de Industria la promesa de que contarán con descuentos impositivos, subsidios para compra de papel, aportes de 10 mil pesos que pagará el Estado por cada salario y excepción de pago de aportes jubilatorios, además de la pauta, claro. Nosotros, nada. Por la cuarentena, tampoco podemos abrir nuestro local ni dictar nuestros cursos, así que la suma de ingresos por cualquiera de las otras vías diversas que abrimos para sostenernos en momentos así, están cerradas. Siempre, en estos casos, nos ha sostenido la revista papel que editamos todos los meses, pero los kioscos de ventas de revistas están cerrados y el precio del papel, que siempre cotiza en dólares, aumentó en los últimos seis meses un 300%, aumento que no podemos trasladar a quienes están suscriptos, por ejemplo, porque nos han pagado esas ediciones por adelantado y nosotros, más allá de los desquicios del mercado, debemos cumplir con quienes han confiado así en nuestra producción.

¿Entonces?

¿Qué hacer?

Nuevas generaciones: lo que se fue, lo que quedó y lo que no queremos que vuelva tras la pandemia

En estos momentos hay una nueva generación a cargo de la cooperativa, que ha crecido en tiempos menos violentos y tuvo que enfrentar los cuatro años de macrismo sin experiencia previa en represiones brutales, persecuciones a medios opositores, inflación desmesurada, cambios galopantes de precios de insumos y todas esas pestes neoliberales. Es esa generación la que ahora debe superar esta nueva prueba, más difícil por cierto y mucho más imbricada.

Y lo que hicieron fue crear contenidos, muchos, diversos, por todos los canales abiertos y posibles, sin pausa, con entusiasmo y con confianza: si la época los necesita, serán sostenidos.

La respuesta comienza a llegar y con ella, los ingresos. (Suscribánse a la edición online de lavaca.org, ¡por favor!)

Estamos hablando de economías de sobreviviencia, así que está generación ya sabe que nunca será reconocida por las instituciones que otorgan los certificados de prestigio ni  nunca será millonaria, pero sí que hay algo más poderoso que cualquier poder y ese algo es estar vivo.

Hay muchos medios de comunicación muertos, algunos incluso prestigiosos y millonarios. No es ese nuestro juego ni nuestro partido: nosotros estamos jugándonos el horizonte, que es lo que hoy vale una fortuna.

Nuestro recurso, entonces, es el afecto: que nos quieran nos salva.

  • Siempre recuerdo ese único viaje a Venezuela, así como no puedo olvidarme de la única vez que vi a Chávez. Fue en el marco del Foro social de Porto Alegre, en un encuentro privado en el que me colé. Pude ver así el momento en el que saludó a Naomi Klein y escuchar lo que ella le preguntó:

-¿Por qué detrás de la revolución bolivariana veo a un hombre y no a un pueblo?

Chávez no le respondió.

Había que tener una mirada entrenada en el divisar horizontes para poder hacer esa pregunta en aquel momento, y esa Naomi, tan joven, tan modesta, fue la única capaz de comprender antes que nadie que ahí estaba el problema y que de ese problema nadie hablaba.

¿Cúal era ese problema?

Llamésmosle caudillismo.

Recordé ese momento hace poco, cuando Rita Segato habló del caudillismo de Evo Morales como uno de los factores centrales del golpe en Bolivia, y cómo intentaron acallarla, calificándola de inoportuna, golpista y elitista por criticar al… caudillo caído. Deberíamos ser inorpotunas más veces, especialmente en América Latina, aun pagando el alto costo que pagó Rita por hablar de ese tema en ese momento. Nos debemos esa charla, especialmente nosotras, las feministas.

En mi barrio todos los comercios más pequeños –kioscos, cajeras de supermercados chinos, farmacias- están atendidos por personas venezolanas. También en las esquinas se aglutinan con bicicletas y motos, ataviados como repartidores precarizados de las empresas virtuales –Globo, Rapi, etc- para esperar cerca de los supermercados los pedidos y así, estar primero en las preferencias del bot que les da órdenes desde el teléfono. Son los más expuestos, los peores pagos, sin duda los más capacitados desde el punto del mercado laboral formal –por estudios universitarios, por edad, por responsabilidad- y que por la crisis venezolana han emigrado a un país tan inclemente como Argentina. Llegaron en el momento adecuado, cuando el anterior gobierno no pudo, por la resistencia social, modificar la ley laboral y flexibilizar así derechos que en Argentina son fuertes, pero cada vez para más pocos. La migración de venezolanxs funcionó entonces como la flexibilización laboral de facto: le pagan la mitad, los obligan a trabar el doble. Un ejemplo es Vaca Muerta, la mayor reserva de petróleo del mundo, enclavada en la Patagonia: a los ingenieros venezolanos no le reconocen los títulos, así que ganan la mitad, pero saben mucho de algo que acá se desconocía: el fracking. Tenemos entonces a personas que huyeron de su hogar para escapar del derrumbe de una revolución castigando a una tierra a la cual no pertenecen.

Venezuela, entonces, ya no es un país sino un estadío del capitalismo del desastre, capaz de producirlo en cualquier parte porque ha logrado primero destrozar lo primero: las raíces, aquello que te hace sentir parte de algo más grande y más importante.

  • No estás sola es exactamente eso. El título de mi novela lo sugirió un periodista amigo, Gerardo Rozín, porque me escuchó decírselo a una muchacha muy joven que llegó a nuestro local buscando ayuda para escapar de la violencia de su ex pareja. Es una frase que uso desde hace años y que estos días tremendos veo repetir en tantos lados –desde mensajes de wathsapp hasta anuncios oficiales- pero para mí no es simplemente un grupo de palabras, sino una forma de recuperar aquello que este sistema nos mutila: la capacidad de sentirnos parte de este mundo, de todo, todito, desde el cielo hasta las entrañas del petróleo, y comprender así que somos mucho más fuertes, más inmensos y más resistentes, pero también más responsables y dependientes de todo aquello que hagan y todo aquello que dejen de hacer los demás,  todos. Unidos así, desde lo más profundo y más intangible, la soledad es un estado pero también un desafío. Es la manera que tiene nuestro destino de ponernos a prueba para enseñarnos así que somos humanos.

Ahora, esto que llamamos pandemia nos recuerda que no podemos seguir comportándonos como si no fuéramos cuerpos capaces de ser afectados por otros cuerpos.

Ahora, cuando el aislamiento social nos niega la posibilidad de admirar el horizonte, tenemos que aferrarnos a esa memoria ancestral, primitiva, de especie, porque solo así podremos comprender, quizá, supongo, deseo, por qué parar este mundo horrible es necesario, sanador y por qué no, también, una segunda oportunidad que nos da la época para intentar que este planeta nos quiera.

Te abrazo,

Claudia

Estocolmo, Suecia,15 de abril de 2020

Querida Claudia:

Pasaron varios días desde la última carta, y muchas cosas en el mundo, pero acá en Suecia, y en mi vida, no. O mejor dicho, pasaron cosas importantes, pero que no tienen que ver con el coronavirus. El jueves, el primer día de la Semana Santa con mi hijo Ernesto fuimos a un entierro. La verdad es que yo lo acompañe porque era su amigo, un chico muy encantador, de ocho años, que después de sufrir mucho tiempo un cáncer ya no pudo más. 

Fue en el cementerio Skogskyrkogården, no muy lejos de la casa donde vivía cuando me visitaste en Suecia cuatro años atrás. Es un cementerio muy bello, como en un bosque, es el único sito patrimonio mundial en Estocolmo. Los entierros son la ceremonia más importante de todas las ceremonias, porque realmente es por ti mismo: lo que realmente es central es tu adiós a la persona.

Un par de años  atrás se murió una mujer, militante comunista de Gotemburgo. Su marido había participado de la Brigada Internacional durante la guerra civil en España. Ella desde su casa organizó las ayudas a las brigadas internacionales. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en la escuela del “partido” en Moscú, luego trabajó como espía contra los nazis. En sus últimos años, en el asilo de ancianos se convirtió en rapera: siempre le pedían que cante y ella eligió el rap porque quería variar un poco. Así vivió y lucho hasta morir, cuando tenía noventa y pico. Se llamaba Greta y fui a su entierro porque la quería despedir como se merecía. Sabía que esa ceremonia me iba compensar su pérdida. Este entierro fue otra cosa.  Nunca en mi vida me podría haber imaginado el entierro de un niño No es natural, es contra el orden natural, correcto. Ver esa mamá mirar el ataúd de su único hijo. Yo, sentada al lado de mi hijo que lloraba. Y hacerlo además, en tiempos de coronavirus, con restricción de cuanta gente podía participar (no más de 50 personas) estar sentados lejos de uno al otro y no poder ni abrazar a la madre.

Esa experiencia me hizo pensar que así muere mucha gente ahora, solas, totalmente solas, después de haber estado aislada en terapia intensiva durante semanas. ¿Qué hacer frente a semejante el dolor con esta soledad impuesta, con esta distancia social obligatoria, en momentos en los cuales lo que más necesitamos es cercanía?

¿Cómo está Argentina? ¿Cuánta gente está enferma, cuánta murió? ¿Cómo es la atención en los hospitales? ¿Como están siendo tratados las enfermeras y doctores? 

En estos días vi un video muy lindo de la Afa, y pensé que cada país enfrenta el coronavirus de una manera que es  típica de cada lugar. Eso de utilizar el fútbol como metáfora para la vida es muy argentino. Así como es muy sueco ser lagom, esa palabra que solamente existe en sueco y que google translate me dice que significa “moderada”, pero es más: es la manera de pensar y vivir sueca. 

Y así entramos en Semana Santa, siendo diferentes. 90% disminuyeron los viajes de pascua, eso significa que mucha gente siguió la recomendación de la Agencia de Salud Pública de quedarse en casa. También significa que 10% igual se fue a sus casas de verano en Gotland o en la costa, a fuera de Gotemburgo o en la tierra de Wallander, Ystad, y al norte para esquiar.  Y estos días, Para nosotros estos días en casa con toda la familia fueron distintos: la primera vez que desde el 9 de marzo –que se declaró la pandemia- que tuvimos un sentimiento de normalidad. No sabemos nada del futuro, ni podemos planear el verano, que para un país con tan poco sol y calor es muy importante. Pero comimos, salimos a jugar, miramos películas y la vida igual se sintió bien. 

Cuando Arundathi Roy en su magnífico texto sobre coronavirus pregunta si la pandemia puede ser un portal hacia lo nuevo, hacia ese  mundo diferente que tanto queremos y necesitamos, la respuesta me da miedo. Porque lo que era antes, lo que ahora los líderes y economistas llaman “la normalidad” era un sistema insostenible, y estas semanas no nos han dado suficientemente la oportunidad de cuestionar lo “normal”. Europa se está preparando para “abrir” el portal hacia “la normalidad”, salvo Francia que va seguir con la cuarentena un mes más. ¿Y después?

 Tenemos que hablar sobre después, en otra carta.

Me escribes sobre la capacidad de sentirnos parte de este mundo, de una segunda oportunidad. En el último libro de Naomi Klein, On Fire, cuando agradece a su hijo escribe :  “failure is not an option”.

Fallar no es una opción.

¿Cómo podemos crear el después, sin errar?

¿Podríamos hacer una lista de cosas que no queremos que existan en lo después? Cosas grandes, cosas chicas: todas las que se nos ocurran.

Y por favor cuéntame más sobre eso de bailar los sábados en la noche.

Te quiero mucho,

América

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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