Nota
¿Porto Alegre o Porto triste? (VI): el Foro rehén, y la trepanación de las ONGs
Amnesty parece una agencia de publicidad global, y Greenpeace una caja recaudadora on line. Las ONGs pequeñas se comportan igual: sin ideas ni coraje. Lula y el PT convierten a Porto Alegre en un Davos con remeras rojas. Billetera mata moral, pero siguen emergiendo los espacios de resistencia y lucidez.
No es el padre, porque el Foro Social Mundial es hijo
de su tiempo, pero sí su principal impulsor. El sociólogo brasileño Emir Sader fue el encargado de precisar las críticas a esta edición. Dijo:
– Este foro se concentra en temas secundarios y elude
el debate sobre los grandes temas de la actualidad: la lucha contra la guerra y la hegemonía imperial en el mundo.
Sader resumió así el saldo que se perfila ya como ineludible. Naomi Klein había planteado en la edición 2003 (la última realizada en Porto Alegre, ya que el año pasado la reunión fue en la India) el secuestro del Foro. Pues bien: este año ya sabemos qué pasó con el rehén. Se convirtió en ciudadano de otro mundo, que no es otro que el todos los días vivimos hoy.
Bienvenidos entonces a Matrix.
El Foro Matrix: power point al poder
No usan anteojos negros, ni trajes con corbata. Pero están blindados y responden con códigos de androides. No hay en este Foro denuncias al respecto, pero como en muchos otros temas, seremos los encargados de dar la voz:
– Los CEO (gerentes y ejecutivos) de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) globales han sido víctimas de una grave trepanación. Les han robado los objetivos, además del cerebro y –por qué no decirlo con todas las letras- también los huevos.
El resultado en un vaciamiento de consignas, que han quedado reducidas a parpadeos de Power Point (Nota al margen: alguna vez alguien debería dedicarle un análisis a la cultura de este programa de hipnosis creado por microsoft, sin el cual la especulación financiera internacional –esto es desde los bancos hasta las ONGs- no podrían existir).
Dos ejemplos:
– Amnesty Internacional repite sin inmutarse que su tarea se concentra en «realizar campañas con un mismo eje en todo el mundo», informando con esta frase la decisión de convertirse en una agencia de publicidad global.
– Greenpace enarbola el mapa de saqueos con el
correspondiente llamado a una colecta, reduciendo su
tarea a una caja de ahorros on line.
Bush investiga a las fundaciones
Por supuesto que los casos de Amnesty y Geenpeace no revelan nada nuevo. La novedad es que todas las ONGs –desde la más grande a la más diminuta, desde la más combativa a la más tradicional- se comportan igual.
Detrás de esta actitud hay, además de una cuestión que
para muchos es ideológica, un dato que enfrió hasta a los más entusiasmados: uno de los entretenimientos del segundo mandato de George Bush será promover investigaciones
legislativas a las fundaciones que sostienen al 99% de estas ONGs. Una especie de comisión Mac Carthy se dedicará a sentar en el banquillo a los financistas, revisar públicamente sus apoyos internacionales y confrontarlos con la defensa de los valores del «estilo de vida americano» tal como lo entienden los conservadores.
Hasta saber quién será el Danny Rose que inmortalizó Woody Allen en su filme sobre la censura macarthista, dos cosas son seguras:
1) Las fundaciones se están jugando nada menos que la
posibilidad de descargar millones de dólares de impuestos en estas filas (si no aprueban el examen, pueden perder las exenciones impositivas).
2) Ya sabemos cómo son las cosas: billetera mata moral.
¿Cuál Lula es real?
Seguramente, podemos imaginar que la perversa política
de Bush implica asfixiar financieramente las resistencias locales (y cuando se leen estas palabras hay que pensar exclusivamente en Ikak, Palestina y Colombia, porque de lo contrario se perdería seriedad), pero por lo pronto su consecuencia concreta está exhibida en la gran vidriera del Foro Social Mundial. De allí lo señalado por Sader: ni debate sobre cómo enfrentar al Imperio ni (agregamos nosotros) a sus salvajes propietarios, las corporaciones globales.
Para distraer la atención de estas cuestiones centrales, la máquina virtual ha preparado para esta edición algunos fuegos artificiales. La estatuilla a la mejor puesta en escena es, sin duda, para los anfitriones. La presentación del presidente Lula en el estadio Gigantinho en la jornada del jueves fue espectacular.
El tema era inobjetable: una campaña global contra el hambre. El partido oficial, el PT, se preocupó de que las ubicaciones estratégicas para la transmisión televisiva estuvieran ocupadas por militantes que lucían una remera roja con la leyenda «100% Lula».
Afuera del estadio gigante, las voces opositoras cantaban con ritmo de zamba:
-O Lula, cual es real: el del Foro Económico o el del
Foro Social.
Un sorprendente discurso del presidente les respondió: su intención es convertirse en un puente entre Davos y el Foro. Es decir, entre victimarios y víctimas.
Dijo Lula:
«Si nos quedamos charlando entre nosotros del hambre y
no conversamos con aquellos que son los responsables de ella, va a ser mucho más difícil encontrar una respuesta a esta cuestión. En algún momento, tendrá que haber un encuentro entre Davos y el Foro Social para discutir formas concretas de distribución de la renta».
El lugar de la lucidez
Ahora, si desenchufamos la máquina que deforma la realidad, podemos apreciar otro Foro. En los hechos, en cada uno de los compartimentos en donde se cocinan la gente y los debates (es decir, las carpas sin ventilación, a 43 grados de temperatura) no se estuvo hablando de otra cosa que del ejercicio imperial de las multinacionales. El absurdo corte temático de esta edición permitió, al menos, reunir en las mismas mesas batallas locales contra las mismas corporaciones. Y esta no es una consecuencia menor: se trata, en realidad, de la única manera posible de enfrentarlas. También, posibilitó el diálogo entre prácticas similares que enfrentan idénticos desafíos.
Un ejemplo fue la conversación protagonizada entre los MTD (Movimientos de Trabajadores Desocupados) de Solano, Guernica y La Matanza y el público que colmó el espacio del Caracol Intergaláctico. Entre los testigos del rico intercambio de preguntas y respuestas estuvieron John Hollaway y Michael Hardt, pero también Cándido, de la cooperativa de trabajo argentina que recuperó la imprenta Chilavert y Kaí, de la neoyorkina agrupación Resistencia Crítica.
El plus de la reunión surgió de la mirada lúcida de Sebastián, del Colectivo Situaciones, al definir
algunas de las grandes líneas que dibujan el panorama de ese futuro que algunos no ven llegar y ese pasado que otros no se resignan a dejar morir. Escuchándolo se comprenden dos cosas: porqué ladran quienes quieren hacerlos callar, y porqué es necesario escucharlos. No se trata tan solo de una defensa de tal o cual escudería local, sino una conclusión práctica sobre lo que aquí se ha puesto en representación: escuchar lo nuevo, cualquiera sea su voz.
Porque lo viejo solo engaña.
Nota
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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