Sigamos en contacto

Nota

Una de terror: los relatos de los detenidos en Congreso

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Las revelaciones de las personas perseguidas y detenidas por Gendarmería en la represión del jueves -cuando ya se había dado de baja la sesión que pretendió tratar la reforma previsional- demuestran la violencia y arbitrariedad del operativo de Gendarmería y otras fuerzas de seguridad. Algunos de los 14 que fueron llevados al edificio Centinela en Retiro ni siquiera se estaban manifestando. Este viernes fueron liberados diez de ellos, todos heridos y con una causa en su contra por “intimidación pública” que instruye el juez federal Claudio Bonadío. La joven que volvía de trabajar, el repartidor de coca colas y el que viajó al centro porque tenía que entregar un presupuesto.

Damiana Negrín Barcelló, 22 años, volvía de trabajar en el subte B y al salir de la estación Callao vio una escena de terror. Personas corriendo, otras que lloraban por los gases, tachos quemados, humo y disparos de fondo.

Primero se metió en un Farmacity. Esperó un rato y, como vive en la calle Belgrano, del otro lado del Congreso, se dispuso a cruzar. No llegó.

Eran alrededor de las 17 horas, la sesión en la Cámara de Diputados que pretendía tratar la reforma previsional ya se había levantado y la Gendarmería, junto con la Policía Federal, había desatado un operativo de caza de personas que todavía se manifestaban.

Si el epicentro durante el mediodía fue la Plaza de los Dos Congresos, a la tarde grupos de gendarmes recorrían las calles laterales. Fue a la altura de Callao y Bartolomé Mitre, justo por la puerta trasera del Anexo del Congreso nacional, hasta donde llegó Damiana. Y fue ahí donde la detuvieron junto, al menos, a 13 personas más.

El video de la detención de Damiana recorrió las redes por lo brutal y erróneo del caso: Damiana no había asistido a la marcha ni se estaba manifestando. Al salir en libertad, relató que la golpearon y manosearon (cosa que se puede observar en el propio video, así como se pueden escuchar los gritos aterrados de la joven).

Pero ahora es la propia Damiana quien enfrenta una causa judicial por “intimidación pública” y debe declarar ante el juez que estaba de turno al momento de estas detenciones: Claudio Bonadío.

Violencia y abuso

En la puerta de la Unidad Especial de Investigaciones que tiene la Gendarmería en Retiro, justo atrás del famoso “Edificio Centinela”, hay unos 30 familiares esperando que liberen a sus hijos, amigos, esposos o compañeros. La mitad está por Damiana, entre sus padres, unos diez amigos y amigas, docentes y su joven abogado de traje.

“Damiana es muy querida, y es muy chica”, explica uno de los docentes sobre semejante convocatoria, mientras reparte sandwiches de miga y vasos de plástico para pasar la tarde. Alguien suma otro factor convocante: “Me enteré por Twitter, porque es un nombre muy particular y yo la conozco de toda la vida”. Otros detenidos aquí no corren la misma suerte: Mario Marcelo Córdoba, por ejemplo, está en situación de calle.  Su mujer es sordomuda y nadie dio aviso de sus detención. ¿Dónde vive? Callao y Corrientes.

Eso fue precisamente lo primero que aclaró Damiana al salir, en las pocas palabras que pronunció antes de irse a su casa a descansar: «Estoy bien. Agradezco a todo el mundo. No soy yo sola. Somos un montón acá adentro».

El clima afuera era familiar, y de aguante. No había consignas ni banderas, solo gente preocupada por la detención y los golpes, y además por la causa federal que les va a quedar a los detenidos. 

El padre de Damiana cuenta a lavaca: «Ella salió del subte, vio todo y se metió en la farmacia. Después, cuando intentó volver a la calle, la policía salió del vallado y empezó a detener gente. Ella no estaba en la moto que estaba a su lado, como parece en el video. Venía de trabajar».

Poco después Damiana atravesó la salida del edificio de Gendarmería, después de haber estado 24 horas detenida. El padre es el primero que la cruza y le da un abrazo. Sobre su cuello se funden los brazos moretoneados de su hija.

Damiana entonces pudo contar en primera persona: «Me agarraron. Me golpearon. Me tiraron contra una camioneta. Me manosearon. No se lo recomiendo a nadie. Yo estaba a cuatro cuadras de mi casa. Salí de laburar: estaba volviendo a mi casa, loco. No tenía nada que ver. Yo no hice nada. Nadie hizo nada».

Uno de los amigos de la familia sintetiza: “Si estaba Damiana acá adentro, puede estar cualquiera. Es más buena que Lassie”.

Postales de la represión

La historia del día es la de Damiana, pero las historias de los 13 detenidos en el edificio Centinela apuntan a lo mismo: revelan cómo la Gendarmería actuó de manera arbitraria y violenta. En la puerta del Centinela los familiares reconstruyen la dinámica: «Salieron a detener a cualquiera. Entre los familiares pudimos reconstruir cómo: cada quince minutos la policía salía de las vallas y detenía a cualquiera. Ahora están todos imputados y en algún momento mi hija va a tener que declarar ante Bonadio», dice el papá de Damiana.

La cara de Facundo Merlan Rey es otra de las postales de la represión: tiene los dos ojos violetas, hinchados, y el pómulo con una fuerte contusión: “Uno me agarró y otro me dio un rodillazo”, cuenta. Facundo vive en Rivadavia y Riobamba, también llegaba de trabajar, y se acercó a la plaza a buscar a una persona. A la vuelta, lo detuvieron en la zona conflictiva: «A todos los que estamos acá nos detuvieron en Callao y Mitre. Fue la misma redada arbitraria».

Oscar Roberto Plata Zelada también está lastimado, aunque no se le ve. Sale rengueando cuando lo liberan, y en seguida dos personas le prestan sus hombros para que se sostenga: no puede caminar sin esa ayuda. “Tengo la rodilla dislocada. Me pegaron una patada para detenerme”, cuenta a lavaca. “El médico me vio que no tenía una fractura y listo, me detuvieron”, dice sobre la constatación de la lesión, y los parámetros de los gendarmes sobre los niveles de violencia suficientes.

Oscar, que es de Hurlingham, cuenta a lavaca qué hacía en el lugar: «Tenía que entregar un presupuesto y pasé porque cualquier argentino tiene que estar en contra de la reforma. No estuve ni cinco minutos. Estaba en el lugar y el momento no indicado».

Su compañera, Cecilia, relata: “Lo detuvieron antes de las 18.30. Recién me pudo llamar a las 21. Hasta ese momento, no nos decían dónde estaban”. Oscar ya fue informado sobre la fecha en la que tiene que declarar ante Bonadío: el 8 de enero.

Jorge, repartidor de gaseosas, es otro de los liberados. Estaba trabajando en Callao y Mitre. «Ellos (los gendarmes) decían que a nosotros nos tienen que matar porque nosotros no tenemos derecho de estar ahí. Nos cagaron a palos durante el traslado”.

Algunas personas van llegando al Centinela con logos de la CTEP, una de las organizaciones con más participación contra la intención de sancionar una reforma previsional que, según reconocimiento unánime, perjudica gravemente a los jubilados. Entonan una canción:

“Libertad, libertad/ a los presos por luchar”.   

No muchas personas se suman al cántico. No parece ser éste el caso.    

El lunes a las 14 la cámara de Diputados está convocada nuevamente para tratar la ley, y se seguirá escribiendo esta historia.

Nota

83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

Publicada

el

Pablo Grillo
Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

Seguir leyendo

Nota

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Seguir leyendo

Nota

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.