Nota
#FueraBullrich: una foto con la ministra en medio de dos pedidos de renuncia
Dos conferencias de prensa exigieron hoy la renuncia inmediata de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, luego de la brutal represión en Congreso. El Sindicato de Prensa de Buenos Aires denunció la cacería contra los reporteros gráficos. “Todo el discurso del diálogo no se corresponde con los balazos que recibí”, sintetizó el reportero gráfico Pablo Piovano, con once agujeros en su cuerpo producidos por las bolas de goma que le disparó un policía. Organismos de derechos humanos y diputadxs nacionales expusieron su preocupación por estas violaciones al Estado de Derecho. En el medio, una foto desató la polémica: muestra a la ministra Bullrich en un evento organizado por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA). lavaca habló con su presidente, Néstor Sclauzero, que explicó: “Fue un evento ligado a la recaudación”.

El titular de Medios Públicos, Hernán Lombardi, el presidente del Foro de Periodismo Argentino, Néstor Sclauzero, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich
El Sindicato de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) brindó una conferencia de prensa junto a representantes de la Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (Argra), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y algunos de los fotógrafos heridos ayer durante la brutal represión estatal frente al Congreso. “Exigimos la renuncia de la ministra (Patricia) Bullrich como responsable política de la brutal represión contra los manifestantes y trabajadores de prensa”, dijo el secretario general de SiPreBA, Fernando Tato Dondero. “También repudiamos el cinismo del jefe de gabinete Marcos Peña, que adjudicó las heridas de los reporteros a los manifestantes. Las balas de goma salieron de las armas de la policía. Esperamos la rectificación de Peña”.
El secretario de Derechos Humanos del sindicato, Tomás Eliashev, nombró a algunos de los heridos en la represión policial:
- Pablo Piovano, reportero gráfico, a quien le dispararon once balazos de goma en el cuerpo. “Todo el discurso del diálogo no se corresponde con los balazos que recibí y que recibieron tantos compañeros ayer”, dijo Piovano. “El riesgo a nuestra seguridad, a nuestro derecho a comunicar está siendo lacerado. Se están apagando voces y de esa manera nos quieren disciplinar como fotógrafos, como reporteros gráficos”.
- Federico Hauscarriaga, corresponsal de ANRed, integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos. “Estaba filmando cómo avanzaban las columnas por calle Rivadavia. Estábamos en un lateral de la línea policial, y una moto se salió de la columna, se bajó un policía federal y nos disparó. Le exhibimos nuestra credencial de prensa y nos volvió a disparar. Ahí me pegó un impacto en el pecho y en el pie. Le volví a exhibir la credencial de prensa, y nos volvió a disparar. No hay forma de buscarle la vuelta: no se confundió”.
- Leandro Teysseire, fotógrafo del diario Página/12.
- Guido Rodríguez, camarógrafo de la emisora de tevé C5N.
- Pablo Cuarterolo y Marcelo Silvestro, reporteros gráficos del diario Perfil.
- Nicolás Fiorentino, periodista de Letra P, quien fue agredido por un empleado de seguridad de la Cámara de Diputados.
“Fueron víctimas de una represión brutal”, sintetizó Diego Morales, director del área de Litigio y Defensa Legal del CELS. “Nosotros habíamos identificado que una de las herramientas que se estaban utilizando para afectar la libertad de expresión y el ejercicio de la protesta tenía que ver con la detención y criminalización. Lo que vimos ayer tiene que ver con el ejercicio directo de la violencia. Es un hecho muy grave”.
Organismos de derechos humanos: “El fuego no se apaga con nafta”
Tres horas después, en otra conferencia de prensa se exigió lo mismo: la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Fue en el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) donde confluyeron organismos de derechos humanos, diputadxs como Victoria Donda y Leonardo Grosso (dos de los reprimidos el miércoles) y Sergio Maldonado, hermano de Santiago: «Esto es una locura, ya pasó con Raúl Godoy cuando le tiraron en la pierna (diputado provincial del FIT por Neuquén, herido en un reclamo por despidos). El día que enterramos a Santiago mataron a Rafael Nahuel. No puedo creer las barbaridades que están ocurriendo. Hoy no estamos lamentando muertos porque hay un Dios. Creo que Bullrich transmite inseguridad y busca infundir el miedo. Vengo a repudiar esto y a pedir la renuncia de Bullrich y justicia por Santiago», dijo Sergio Maldonado. Otras voces:
- Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora: «Se terminó el Estado de Derecho. En las comisarías no dejan entrar a los abogados a ver a los detenidos. Todas cosas que nos recuerdan otros tiempos que no queremos vivir. Este gobierno le quiere sacar a los jubilados para pagar una deuda infame».
- Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz y presidente del Serpaj: «Bullrich debe ser apartada. Es un persona totalmente represiva, no es democrática. Y quiero denunciar que hay un entrenamiento de las fuerzas de seguridad en territorio de Israel. Esto no puede ser. Lo importante es la unidad en la diversidad. Tenemos objetivos comunes para avanzar en la construcción de un país libre y soberano. Está en riesgo la soberanía del país».
- Victoria Donda, diputada de Libres del Sur: «Convocamos a una gran movilización para este lunes ( a las 14 habrá sesión, ya que el gobierno vuelve a intentar aprobar la reforma jubilatoria) y nos llamamos a un estado de alerta permanente».
- Myriam Bregman, legisladora porteña del FIT y abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh): «Fue un operativo brutal. Desde 2001 no veíamos cuatro fuerzas militarizando la ciudad. Es una represión deliberada a la gente que se moviliza. Si los gobernadores quieren entregar a los jubilados y a los pibes que cobran la asignación universal por hijo, volveremos la calle».
- Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza. «Hago responsable de lo que está pasando a Macri, que está empujando al Estado democrático a un terrorismo de Estado. Pedimos que se llame al diálogo, no más violencia. El fuego no se apaga con nafta».
- Hugo Godoy, secretario general de ATE Nacional: «Este es todo un paquete de leyes que transfiere recursos de los que menos tenemos a los que más tienen. Cuando el sentido profundo de la democracia se ataca y ofende, el pueblo tiene derecho a reclamar leyes más justas».
Néstor Sclauzero, presidente de FOPEA: “La ministra nos dijo que se iba a investigar”
Mientras ambas conferencias se desarrollaban, por redes sociales se viralizaba una foto de la ministra Bullrich y el Secretario Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, abrazados al presidente del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), Néstor Sclauzero, horas después de la brutal represión en Congreso. La imagen impactó por el peso y el mensaje que provocaba que la máxima responsable del operativo brindara con un organismo de defensa de la libertad de expresión el día que ordenó una represión que terminó con periodistas heridos.
lavaca habló con Sclauzero.
¿Cómo evalúa lo que ocurrió ayer?
-FOPEA tiene un monitoreo de libertad de expresión que se encarga cuando se dan cuestiones de violencia o de violación a la libertad de expresión. Ese monitoreo ayer se disparó. Lo que se hizo fue trabajar en la constatación de las personas que estaban involucradas. Dio lugar a un comunicado que salió ayer a última hora donde se repudia lo sucedido, se le pide a las autoridades competentes que expliquen el porqué de estos hechos, que se sancione a los responsables y se garantice el trabajo a los periodistas en todos los ámbitos y situaciones como ésta que hemos registrado una cantidad importante de colegas afectados por violencias que muchas vienen de fuerzas de seguridad.
¿Cómo se explica la gravedad de la situación?
-Es el hecho más grave respecto a la situación que involucra a periodistas en manifestaciones en los últimos tiempos. Y el número de gente que ha quedado herida lo demuestra.
¿Qué hacía la ministra Bullrich en FOPEA horas después de la represión?
-Fue un evento que no era cerrado, ligado a la recaudación. FOPEA, en su financiamiento no puede recibir dinero de terceros, sólo mantenimientos para el pago de la cuota mensual y los congresos. Este año decidimos iniciar un camino para los 15 años de creación de este Foro que nos permita, en un futuro no lejano, organizar una cena para que empresas y organismos puedan donar dinero apoyando una organización como ésta. Con esa lógica organizamos este evento que no era cerrado, pero tampoco público, sino vinculado a quienes aportaron a hacerlo, para eso se invitó a representantes de empresas, jueces, ministros, gobernadores, etc. La ministra (Bullrich) también estaba invitada, por el vínculo que tenemos entre FOPEA y su ministerio: un acuerdo de protocolo de seguridad que tenemos junto a ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) para periodistas que están en etapa de investigación, cuando ven peligrar su identidad física. En principio no iba a estar, imagínese que todo lo que sucedió fue a media tarde y el evento comenzaba a las 19. Y cuando llegó, a las 20.30, 20.45, era prácticamente el final.
¿Pudieron hablar de lo que pasó?
-No sólo hablamos, sino que le comenté lo que estábamos haciendo en el monitoreo. Pedimos que se actúe con dureza y firmeza en buscar a los responsables y saber por qué esta reacción contra los hombres de prensa. Nosotros pedimos a la ministra y autoridades correspondientes que dé una respuesta e investigue qué fue lo que sucedió, con tantos trabajadores de prensa que fueron víctimas de disparos de balas de goma. Por supuesto lo dijimos tanto en lo formal como informal, porque ella no estuvo en los discursos: exigimos a la ministra puntualmente que den garantías para quienes trabajan cubriendo estos hechos.
¿Qué respondió la ministra?
-La charla fue sobre el final, dijo que se iba a investigar. Nosotros estamos haciendo un pedido formal de entrevista, quizá con el envío de una carta documento, para que por lo menos dé la explicación en público por la violencia que sufrieron varios periodistas el jueves.
Muchos criticaron la foto: la máxima responsable del operativo que disparó contra periodistas en un evento con el Foro de Periodistas.
-Sí, obvio, yo entiendo que esa asociación se hace, pero quiero dejar bien en claro esto: ya había terminado todo, no es que estaba acá mientras sucedía lo del Congreso. Esto fue durante la noche y la cuestión más tensa se vivió mucho más temprano. Por supuesto que es lógico que con buena o mala fe uno pueda hacer una asociación, pero era un evento que no podíamos suspender. También es cierto que hoy salimos con el diario del lunes: nosotros estábamos ahí, donde había un montón de compromisos económicos de por medio. Decidimos hacerlo porque, insisto, la motivación estaba vinculada a un evento que nos permita recaudar dinero para poder segur funcionando. No era un brindis social.
Las críticas, más allá del evento, apuntaban a la ministra.
-Insisto: ella pasó sobre el cierre, no era cena. Cuando salió de Casa de Gobierno, pasó. Incluso cuando llegó había poca gente. Es un tema que habría que preguntarle a ella.
Usted, ¿qué piensa?
-Insisto: la jornada no ayudó a que muchos pudieran venir. El tránsito estuvo complicado desde temprano. Había mucha gente que estaba comprometida, manifestó su intención de estar presente y cuando ella pasó, por ahí no impedimos que llegara. En todo caso, sí aprovechar la oportunidad para hablar y, en lo formal e institucional, hacerle el pedido de reclamo y preocupación por lo que había pasado. Y eso lo sostenemos hoy. El comunicado es explícito en la condena y en lo que pudimos reconstruir.
El SiPreBA, ARGRA y los organismos de derechos humanos exigieron hoy la renuncia de la ministra. ¿Cuál es la posición de FOPEA?
-Esa es una posición que sostienen los gremios. Desde FOPEA trabajamos con los criterios para que haya posibilidad de trabajar libremente y que no haya afectados en situaciones como esta. Respetamos que cada uno haga el pedido que más considere oportuno.
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Daniel Solano: la Corte Suprema confirmó la detención de los siete policías condenados por homicidio

Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos que se detengan a 7 policías”.
La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.
Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.
Compartimos la investigación de MU sobre este caso:
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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.
En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.
La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.
Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.
El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.
Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:
- la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
- el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
- las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
- el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
- las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
- las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
- Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
- Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.
Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:
- Sí: sí a la vida.
- Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
- Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
- Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.
Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.
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24 de marzo de 2023: Que la memoria (los) ilumine
Crónica de un nuevo 24 de marzo desde la voz de la gente, que habla de todo: de cuánto estaba el chori la marcha pasada a cuánto está hoy; de la pesificación de los fondos jubilatorios y de las elecciones por venir; de las dos marchas, y de la realidad. La necesidad de seguir enfrentando al fascismo, ¿cada vez más presente?, y la energía que da la calle. El recuerdo de Hebe, la presencia y las palabras de Nora Cortiñas, la partida sin condena de Carlos Blaquier. Lo pendiente: los juicios aún en curso, la falta de respuestas del Poder Judicial y de la política, les desparecides de hoy. La presencia de niñas y niños como herencia de una sana costumbre: memoria, verdad y justicia, ahora y siempre.

Y si de vos
“Octubre 1976”, de Ana María Ponce, desaparecida.
me dijeran que no exististe,
les gritaría que me quedan,
tus ojos tristes,
tu caminar lento,
tu sonrisa apenas esbozada,
tu caricia leve,
y una espera,
una larga espera
de la que no volveremos
nunca,
o tal vez sí…

Ahora es marzo de 2023.
24 de marzo de 2023.
Un pibe alto camina lento, con ojos tristes; el frente y el dorsal de su musculosa negra, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi abuelo”. Al lado, su mamá, camina lento, con una sonrisa apenas esbozada. Su musculosa gris, cuenta: “Son 30.000 y uno es mi papá”. Caminan lento porque hay un océano de cabezas, pies y corazones que se dirigen desde el Congreso de la Nación hacia Plaza de Mayo, a reivindicar la Memoria, la Verdad y la Justicia, a 47 años de la noche más sombría.
El pibe alto se llama Thomas Aballay y sostiene un cartel que contiene la foto de su abuelo, cuya sonrisa es tan ancha que parece desbordarse de la imagen. Se lee: “Jorge Oscar Tanco, detenido desaparecido, 16/09/1976”. Dice: “Pertenezco a la agrupación de Nietos de desaparecidos, conmueve un montón estar acá. El Nunca Más no debe quedar en el aire, por eso hay que seguir luchando”. Lo escucha su mamá, Maika Tanco, la hija de Jorge. Plantea deudas de esta democracia en relación a los castigos por los crímenes de lesa humanidad: “Necesitamos hablar no sólo del pasado, sino del presente y del futuro. La cárcel para los genocidas debe ser definitiva; cárcel común, no que estén en sus casas. Además, los juicios están retrasados. En los últimos cuatro años no hubo adelantos significativos y eso quedó manifiesto en que el empresario Carlos Blaquier acaba de morir sin ser juzgado por su complicidad con la dictadura. 47 años después, no es justicia. Y él ni siquiera la tuvo; falleció como inocente, y no lo fue”.


Lo que plantea Maika, minutos después lo confirman en números desde Sobrevivientes, Familiares Compañerxs y Amigxs del Centro Clandestino de Detención «El Olimpo”, emplazado en el barrio porteño de Floresta: “Hoy, 8 de cada 10 condenados por delitos de lesa humanidad están en sus casas cumpliendo las penas que debieran completar en cárcel común”. Desde que se reabrieron los juicios, entre 2006 y 2022 hubo 283 sentencias dictadas, 1115 personas condenadas y 171 absueltas. Hay 15 juicios en curso y 75 causas aguardan fecha de debate. En relación a la falta de celeridad, se debe a la escasez de tribunales orales disponibles. Un ejemplo es el proceso judicial por las violaciones de derechos humanos en el Centro Clandestino “Puente 12”, en La Matanza. El debate, pactado para principios de 2022, recién comenzará el próximo 3 de abril “por cuestiones de agenda”.
Como el mundial
El olor a humo que emana de decenas de parrillas acompañan toda la marcha. Hay olor a chori, hay olor a un pueblo que, pese a ser una fecha que evoca la peor de las crueldades, se hermana, se abraza. Se trata de una fecha para encontrarse y reencontrarse, con unx mismo y con el resto. El barro que se multiplica con el paso de las horas en varios sectores de la Plaza de Mayo refleja la masividad de la cita ineludible. Hay mil banderas de organizaciones sociales, de partidos, de sindicatos; pasacalles, stencils, graffitis viejos y que acaban de nacer; bombos, cánticos, intervenciones artísticas; hay sueños compartidos: “La importancia de estar acá es mostrar que la derecha, los milicos, la policía, no tiene la cancha libre; desearía que fueran menos, pero no lo son, siguen teniendo mucho poder. Entonces, la única defensa que tenemos es la calle”, alza Cecilia, 69 años, de Florida Norte. Y profundiza: “Hay que apuntar a la igualdad social como eje; tenemos alimentos para millones de personas, pero la mitad de nuestra población infantil es pobre. Alguien se la está llevando y es contra ellos que debemos pelear”.
Antes de empezar a marchar, Norita Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, le dice a la lavaca que está “con mucha fuerza para seguir pidiendo Memoria, Verdad y Justicia”; le dice que “el país está cada día peor, porque este gobierno, gobierna para los ricos, y hay que resistir en la calle”; le dice que pasó su cumpleaños (93, el 22 de marzo) “muy feliz, llena de abrazos y de afecto, pero la felicidad nunca es completa y será así hasta encontrar a Gustavo (su hijo, desaparecido)”; dice que el compromiso “debe ser hasta morir” y antes de terminar la charla, en medio de un intenso calor, propone ir tomar una cerveza al final de la jornada.

Lucía Iérmoli tiene 35 años y está embarazada de seis meses. “Las conquistas hay que defenderlas acá, contra el poder concentrado que sigue creciendo. No estar un día como hoy marcaría una ausencia. Que reviente de gente esta plaza es un logro de todas, de todos. No sé cuántos lugares en el mundo tienen un día que reivindique la memoria”, dice, con voz tierna y con Vera en la panza, que también sigue creciendo. A su lado, su amiga Alejandra Spinetta, 59 años, agrega: “No se puede no estar acá; si uno falta, si no se compromete, es dejarle el lugar para que avance la derecha”.
A unos metros, Laura, de 66, está contenta. Muestra una vitalidad que está recuperando, a medida que avanzan las horas: “Es mi primera movilización después de la pandemia; estuve muy enferma, durante muchos años, pero hoy sentía que debía estar con mi pueblo y no me arrepiento: me llena de energía”.
Detrás, una imagen bellísima que retrata a Hebe de Bonafini, en el primer 24 sin su presencia física. Está con sus dos hijos, chiquitos, ambos desaparecidos. Una frase acompaña el cuadro, a 40 años de la recuperación de la democracia: “El día que me muera no me tienen que llorar. Hagan una fiesta en la calle, porque hice lo que quise y peleé con todo como quise”.

El 24 de marzo de 1995 a las 6 de la mañana llegó al mundo Victoria Rossi. “Victoria por la frase del Che, de ‘hasta la victoria siempre’, por el concepto del triunfo del pueblo”, rememora Viqui, a metros de la Catedral vallada, en su cumpleaños 28. “A partir de que empecé a militar en el centro de estudiantes del secundario, sentí que los 24 de marzo ya no había lugar para festejos personales, sí para abrazos, sí para estar con mi gente, pero desde un lado más colectivo”. Su mamá y su papá, militantes de izquierda, venían a las marchas mucho antes de que se decretara feriado, allá por 2022: “Desde chiquita fui consciente del valor que tenía esta fecha y me acuerdo que en cuarto grado fue el último cumple que festejé en la escuela. Sin embargo, estar acá es lo más importante en este día; un año no vine y algo me faltó. Decidí que esa sensación no la quiero sentir más”. Y asocia: “Más allá de que esto no sea una celebración, vivo un 24 de marzo como lo más parecido a ganar un campeonato del mundo, porque hay un gran motivo para juntarse: hay orgas, partidos, familias, parejas, gente que va de la mano con quien quiere y eso tiene que ver con la búsqueda de la libertad por la que peleaban las y los desaparecidos”.

Ideas de ayer a hoy
Un hombre cuarentón camina de la mano de su hija. Ambos tienen puesta el mismo modelo de remera que exige “Juicio y castigo”. La diferencia es que una es talle X y la otra es talle S. Expresa Lucas: “Estamos acá por dos motivos: por responsabilidad social y porque mi papá es uno de los 30 mil”. ¿Qué utopías de su viejo hay que traer al presente? “Nunca dejar de hacer política seria y trabajar mucho en los barrios”. Se va a seguir marchando, siempre de la mano de su hija. En su espalda, de su mochila cuelga un pañuelo blanco que denuncia: “Pablo Córdoba, desaparecido”.

Ana Valverde escucha atentamente el documento leído por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Tiene 72 años, milita hace 54 y lleva bien alto un cartel con la foto y el nombre de Patricia Gaitán, desaparecida por la última dictadura cívico militar eclesiástica. “La principal pelea de los 70 que hay que dar hoy es cómo lograr la unidad de las y los laburantes”. Dice que es jubilada y protesta porque “el gobierno nacional acaba de confiscar el fondo de garantía de sustentabilidad que estaba en dólares y que por un DNU lo pesificó. Esto no perjudica a quienes ahora somos jubilados, sino también a ustedes, los más jóvenes”.
–¿Vos aportás? –me pregunta.
–Sí.
–Bueno, te acaban de afanar.
Un pasacalle grita: “30.000 razones contra el FMI”; un cartel pegado con engrudo sigue la línea: “Basta de extorsiones del FMI”; desde arriba del escenario, en el documento que leen los organismos de derechos humanos, se agita: “El Poder económico es el gran ausente de este proceso, y su impunidad la seguimos pagando como pueblo, porque nos siguen sometiendo a la miseria, buscando un enriquecimiento sin límites y sin importar los costos”. Abajo, la inflación arrasa. Alberto es de Avellaneda y atiende una parrilla que instaló en la esquina de Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini: “En la marcha pasada, el chori estaba 150 pesos, cobrándolo caro; hoy, yo lo tengo 700, como barato; en otros puestos está hasta 900”. A 50 metros, Viviana está sentada en un banquito. En el piso, sobre una lona, expone pañuelos blancos y azules, con la consigna “Nunca Más”. “El año pasado estaban 250 pesos, hoy 500”. Agrega: “Fue muy floja la venta, hoy se vendió mucho menos que en 2022”.



La primera actividad que arranca el 24, a media mañana, y la que cierra, a eso de las 20, se da en Plaza de los Dos Congresos. Es un festival por la memoria donde cantan bandas de heavy metal, que se organiza desde hace 16 años. Quien presenta a las bandas se llama Fernando Ricart, tiene 52 años, un pelo larguísimo y un padrino que estuvo detenido desaparecido: “Se lo llevaron por ser delegado, como si eso fuera un delito. Estuvo un mes y medio desaparecido, pero el daño que le hicieron fue para siempre. Se lo llevaron siendo uno, y me devolvieron a otra persona. Nunca se recuperó”. Andrés, 39 años, escucha la música pesada junto a su hijo de 6. Lleva una remera que se pregunta qué hicieron con Santiago Maldonado. Le pregunto qué ideas de la militancia de los 70 serían importantes que hoy sean prioridad: “Se perdió la perspectiva de un cambio revolucionario real; el peronismo tiene su eje en la Justicia, como si no fuera parte de este sistema que hay que cambiar de raíz; mientras que la izquierda partidaria sigue en la pelotudez, discutiendo en el Congreso sobre concepciones marxistas de hace tiempo, sin pensar en el cambio social actual”.

Rocío y Darío viajaron desde Tandil junto a su hijo Amadeo, de un año recién cumplido, para sentir en vivo y en directo la marcha que tantos años recorrieron cuando vivían en Buenos Aires. “La memoria se construye desde la cuna y las Madres y las Abuelas son la escuela”, recuerda ella. “La mejor manera de reivindicar a las y los desaparecidos es seguir su camino: el trabajo de base que se hacía en esos años”, recuerda él, que al igual que su bebé lleva puesta una remera de Diego Maradona. A su lado está Belén, una amiga de la pareja que por primera vez es parte de esta movilización: “En Tandil es diferente; hay un espacio fuerte y comprometido con los derechos humanos, pero es una ciudad mayormente oligarca; para mí es muy fuerte estar acá. Más que nunca debemos mantener viva la memoria y para eso hay que movernos”.
Memoria en este momento
Hay un graffiti recién pintado en la estación de subte Lima, de la línea A, que reza: “Memoria en este momento”.
Aparece también en paredes, en carteles y en diversos reclamos. Elizabeth tiene 70 años y lleva colgado un cartel que pide “Libertad a Assange, una verdad sin mordaza”. Lo relaciona con el 24 de marzo: “En el caso de Julian, se condena la libertad de expresión, no hay derecho a la información de la población y se expone cómo se persigue a la gente cuando se descubren los secretos de los gobiernos”. Detrás de ella, un stencil negro exhorta: “Abran los archivos secretos de la Dictadura”. Elizabeth tiene tres compañeros desaparecidos: Mónica Epstein, Hernán Abriata y Klaus Zleschank. “De ellos, además de recordarlos, hay que seguir su ejemplo: militar por una mejor redistribución de los ingresos”.
El recorrido desde la 9 de Julio hasta la Plaza de Mayo está acompañado por afiches de la organización La Poderosa con un encabezado: “40 años alimentando la democracia”. Se da en el marco de un proyecto de ley que impulsa el conglomerado de asambleas villeras para que se reconozca con un salario a las más de 70 mil cocineras comunitarias que trabajan en el país sin percibir un salario. ¿Qué implica el reconocimiento laboral? “Un salario ligado al Mínimo Vital y Móvil como base; acceso al aguinaldo, vacaciones, seguridad social, cobertura contra riesgos en el trabajo por enfermedades y maternidad, por invalidez y vida, retiro, acceso a la jubilación y guarderías”, expresan desde el movimiento.
Uno de esos afiches lo tiene a su lado Francisca, que vive en la calle y ahora está delante de un kiosco de diarios cerrado. Tiene una bandeja de arroz por la mitad y una voz que pide escucha: “Se la pasa muy difícil acá”. Y en un puñado de palabras, esgrime una deuda sustancial de la democracia: “Pensemos, ¿cuántos políticos en los últimos años hablaron de la situación de calle, de las villas? Eso dice mucho de cómo estamos”.

Detrás de su lente, la mirada de Oswald, colombiano de 41 años que hace 14 vive en Argentina, fotografía a un pueblo que recuerda sin parar. “Es imposible estar acá y no compararlo con mi país. Allá, pese a que no hubo una dictadura tan marcada, la serie de gobiernos de derecha y los paramilitares han desaparecido a más gente que en cualquier dictadura del cono sur”. Añade: “Por eso es tan importante valorar lo que se consiguió acá. En mi país, el miedo y la violencia aún imposibilita la unión de familiares de víctimas para reclamar en conjunto. En el último tiempo la juventud comienza a jugar un rol clave y para esto la Argentina es un ejemplo a seguir”.
Sobre Avenida de Mayo, un gazebo contiene a un grupo de “peruanos autoconvocadxs” que vocifera por la “dictadura que vive Perú”. Más de 60 caras se alternan con cintas de luto negro, en un antimemorial que estremece. Son las “víctimas del Estado Peruano”. Merly tiene 36 años, nació en Parcona Ica y hace 20 vive en Argentina. “Estamos acá porque también queremos decir Nunca Más. Las muertes tienen rostro y la mayoría son de pueblos originarios, del sur del país”.
Carolina, de 23, muestra su juventud caminando rápido, para no perderle pisada a sus amigos que van un poco más adelante. “Recordar a los desaparecidos de la dictadura es luchar por los desaparecidos de hoy. La derecha sigue avanzando y no lo podemos permitir”. A pocos metros de la Plaza de Mayo, donde desemboca la enorme movilización, Daniela, de 35, vende hamburguesas veganas. En el frente de su heladerita de telgopor está pegado un cartel con los colores de la diversidad, que se pregunta: ¿Dónde mierda está Tehuel? “No se puede aceptar tener desaparecides en democracia. El Estado define de quién se ocupa y de quién no, discriminando a las identidades trans. El racismo sigue, nunca se fue”.

Pablo está a pasos de la Pirámide de Mayo. Tiene 36 años, una militancia desde la juventud y un miedo que le recorre el cuerpo: “La democracia vuelve a estar en riesgo; las voces que la amenazan vuelven a tener más peso, que se traducen en persecución, en proscripción, en prohibición”. Suma: “Sufrimos salarios de miseria que sólo lo podremos dar vuelta con una transformación obrera y un pacto social que resguarde un piso que la derecha busca perforar. Para esto, hay que poner el cuerpo como en los 70, porque salvo en determinados momentos como el 2001 o la reforma jubilatoria del macrismo, no pudimos hacerlo en unidad”. A su lado, lo escucha Fidel, su hijo de 8 años.
–¿Por qué estás acá? –le pregunto a Fidel.
–Por la desaparición de los compañeros.
La tarde empieza a caer, la multitud a desconcentrarse y, mientras las paredes siguen pintando preguntas, también se escuchan versos que alimentan la memoria.
Se que algún día dejaré de pertenecer al mundo,
“Poema para no morir”, de José Beláustegui, desaparecido.
y nunca más podré escribir,
ni hacer el amor,
ni disfrazar la naturaleza con un poema,
ni viajar en los libros,
ni exponer mis ideas.
Por eso en este poema dejo, mar, cielo y luna
mariposas, besos y sirenas,
y me dejo a mí,
porque cuando muera seguiré viviendo en estos
versos.

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