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Veganos, carnívoros, gauchos y otras cuestiones políticas

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La irrupción de grupos veganos y animalistas en una exhibición de la Sociedad Rural y la respuesta violenta que provocó hace emerger problemas políticos y productivos cruciales ignorados por la campaña electoral y por el periodismo del espectáculo político. Algunas cuestiones, lecturas y herramientas para abrir debates que consideren la salud, la vida, la producción y el futuro, más acá de la grieta.
Foto: Nacho Yuchark

Jóvenes con carteles denunciando el sufrimiento animal y el cambio climático, con la respuesta de empujones y rebencazos de paisanos que defienden ese territorio que no es suyo sino de las exhibiciones rurales de sus patrones, mientras desde las tribunas el público acompaña el enfrentamiento repudiando a los invasores al grito de “basuras” y aplaude a los jinetes que topetean jóvenes desde sus caballos.
Los 40 activistas enrolados en organizaciones como Voicot, Acción Animal o Direct Action Everywhere (acción directa en cualquier parte) se lanzaron a la pista principal de La Rural en un intervalo del concurso de aperos con pancartas en las que se leía principalmente la palabra “Basta”, y reclamos contra la muerte y el sufrimiento de los animales. Así provocaron todo lo que provocaron.
¿Qué dejó ver y qué no todo este acontecimiento?
Algunos apuntes para salir del show.
Lo que no se habla. Estos temas involucran el presente y el futuro, pero casi nunca forman parte de las campañas electorales, ni de la agenda de los medios, dedicados a otras hipnosis. Esta vez cambió la historia por la aparición disruptiva de los activistas en uno de los emblemas del modelo de agronegocios.
La atracción de la carne. Los veganos rechazan el consumo de animales y sus derivados (lo que incluye carnes, huevos, lácteos, pescados). Empiezan por denunciar el sufrimiento y muerte de los animales. Es una posición filosófica y práctica que denuncia principalmente –de modo expreso o tácito- a la industria ganadera que a través de los feed lots concentra el 90% de la carne que se consume en el país.
Ganado dopado. En los feed-lots se concentran y hacinan multitud de animales, alimentados a granos y no a pasto. Esto cambia una cuestión: dejan de ser rumiantes, al ser alimentados por  granos que además son transgénicos (por eso el boom del monocultivo de soja, que Argentina exporta para alimentar ganado chino y europeo, principalmente). Los animales viven sobre sus propios deshechos y deben ser tratados con toda clase antibióticos, medicamentos, vacunas y anabólicos que evitan enfermedades por las condiciones de hacinamiento, y se les acelera el crecimiento para rentabilizar la producción. A  esto se agrega la denuncia sobre el estrés de animales criados de tal modo, y los efectos en sus cuerpos en el momento en el que van al  matadero.
Efectos y cáncer. En términos prácticos, los animales son convertidos además en un producto, en una mercancía. Los efectos de toda esta combinación tanto en la carne como en quienes consumen esa carne, son desconocidos aunque merecerían ser investigados por la salud pública local y global. Dato (casi) oculto: en 2015 la Organización Mundial de la Salud a través del IARC (sigla en inglés de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) catalogó  a la carne procesada (hamburguesas, salchichas, etc) como “cancerígena” y a las carnes rojas como “posiblemente cancerígenas”.
El cambio climático. Los activistas señalan otra cuestión invisible: la industria ganadera genera más emisiones de gases con efecto invernadero que todo el transporte mundial. Sin embargo la tendencia global es a incrementar el consumo de carne en alrededor de un 70% en los próximos 30 años, lo cual rompería los límites de calentamiento global aceptables aún en el caso en el que se dejaran de utilizar definitivamente los combustibles fósiles (necesidad que también forma parte de la agenda del presente y del futuro).
El consumo. El problema de la industria masiva de la carne revela la importancia de encarar una transición a estilos de consumo que al menos reduzcan la incidencia de la carne y los derivados animales en la dieta humana.
Lo que no se aclara. La posición vegana descubre este problema, aunque no siempre queda clara la diferencia entre la producción masiva de los feed lots, y lo que realizan productores agroecológicos, campesinos y comunidades originarias también con animales. La posición filosófica frente a la muerte de otras especies resulta diferente en términos prácticos si se habla de una corporación, o de los métodos de cría que utilizan campesinos por ejemplo del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra) o comunidades indígenas. Hay allí saberes y prácticas que no chocan con el medio ambiente y que funcionan como indicios de cómo recuperar un tipo de producción agropecuaria más sana.
Más sobre este tema:

Qué es la UTT, qué propone y cómo se pueden comprar alimentos a precio justo y sin venenos


Otra producción limpia. Otro caso que no se menciona es el de los productores agroecológicos extensivos (que ya abarcan unas 80.000 hectáreas en el país) que utilizan la ganadería a pastos haciendo una rotación que permite nutrir y fertilizar suelos devastados por el monocultivo y los agrotóxicos. Esa recuperación de suelos es la que a su vez permite elaborar otras producciones de alimentos, granos, hortalizas, que no son transgénicas ni requieren ser fumigadas, y que son las que permiten pensar en una nueva matriz de producción y de alimentación.
Un ejemplo de este tipo de diseño de campo:

La que se viene


El monocultivo. El debate sobre la producción de carne introduce un tema que en este episodio los grupos veganos y animalistas no han alcanzado a tocar: otro efecto de los feed lots (además de maximizar ganancias empresarias) es que permiten el vaciamiento de los campos para realizar monocultivos transgénicos, como lo vive la Argentina con la soja en modo creciente desde 1996. Ahí se encuentra la base del agronegocio con diversos efectos: deforestación (para ampliar la frontera agropecuaria), contaminación (empezando por más de 12 millones de habitantes de los pueblos fumigados en las zonas sojeras, y los múltiples casos de cáncer,  malformaciones y enfermedades denunciadas a lo largo de los últimos 20 años), contaminación del agua (la Universidad de La Plata ha verificado la presencia de glifosato en el agua del Río de la Plata, en la lluvia y en los algodones de venta comercial). En Malvinas Argentinas, Córdoba, la movilización social logró un hecho inédito y altamente político: se logró expulsar a Monsanto que intentaba instalar allí una planta de procesamiento de semillas. En Entre Ríos, la movilización provincial logró detener una ley de ampliación de fumigaciones y un fallo del Tribunal Superior de Justicia alejando las fumigaciones a 3.000 metros (aéreas) y 1.000 metros (terrestres). El presidente Macri dijo que ese fallo es “irresponsable” y el candidato Alberto Fernández planteó que hay que “buscar un punto intermedio”, lo cual permite sospechar que el conflicto seguirá abierto, gane quien gane.
La matriz social. Con los campos vaciados, y en manos principalmente de escasas corporaciones y grupos dedicados a los negocios, la Argentina se ha convertido en uno de los países más urbanizados del planeta: 92% de sus habitantes viven en zonas urbanas, con todos los problemas que eso genera. La vida rural está al borde de la extinción, lo cual agrava el hacinamiento urbano. Las recientes experiencias agroecológicas proponen un cambio de rumbo, recuperando suelos, campos y posibilidades de vida que además aportan a desarrollos objetivamente sustentables.
Sobre este tema:

Lincoln: un viaje al futuro


El hambre. Los defensores del monocultivo de soja plantean que esa producción y exportación termina sirviendo para alimentar a la humanidad. La realidad: con todos los años de viento de cola, producciones cada vez mayores, 400 millones de litros de venenos rociados en el país, y cosechas récord, Argentina no parece haber alimentado a la humanidad ni a su propia población, que sufre cada vez más los efectos de la crisis mientras el modelo se sigue enriqueciendo. El hambre pura y dura, el consumo cada vez menor de alimentos, las familias que pasaron a comer una sola vez por día, los comedores sociales y eclesiásticos atiborrados, y la desnutrición como signo del presente vuelven a estar en el centro de la realidad.
Pesticidas e industria. El planteo vegano deja abierto un dilema: no comemos animales ni sus derivados, pero ¿cuál es la opción? ¿Las proteínas vía soja transgénica (que es donde comienza gran parte del problema)? ¿El consumo de frutas y verduras que universidades y organismos oficiales han demostrado contaminadas por pesticidas en un 70%? ¿La comida empaquetada de la industria? Estos dilemas no son para retrucar el pensamiento vegano, sino para abrirlo a cuestiones que no se alcanzan a solucionar con el viraje a una dieta sin carnes ni derivados animales que, vale decir, en tiempos de crisis económicas se vuelven más compleja.
Para leer sobre estas cuestiones:

Súper trampa: El nuevo libro de Soledad Barruti


Los medios. Las acciones del sábado pasado confirman lo que sabe cualquier persona o grupo que atraviesa por una situación conflictiva: la censura e invisibilización actual sobre lo social no es ya solo producto del Estado sino también de los propios medios. Si no se gana la calle, el espacio público, si no se rompen de algún modo moldes y estereotipos, cualquier reclamo por legítimo que sea suele ser ignorado o criminalizado. Que el conflicto sea tomado por los medios tampoco es una garantía de nada, pero a veces permite salir de la oscuridad y ampliar los márgenes del debate. Lo que más ruido hace parece seguir siendo mantener la movilización.
Lo generacional y lo político. Meterse en el centro de la Rural con una protesta inédita fue pura política, en el sentido genuino de la palabra para discutir o al menos abrir un debate sobre alimentación, las formas de producción y la cultura, también. Los jóvenes tal vez sean parte de una generación que intenta lo político sin creer ni confiar en lo partidario, lo cual dificulta lecturas simplistas en contextos electorales. El nivel de compromiso y de movilización (más allá de los acuerdos o rechazos que puedan generar sus ideas) son un indicio de interés por lo público, de falta de apatía, de no resignación a la fragmentación social ni a mandatos que cada vez se hacen más anacrónicos. En cualquier caso, no parece haber detrás de esa búsqueda otra cosa que la búsqueda de mejores formas de vida. Cualquier debate que apunte a esas cuestiones es crucial frente a modelos productivos y sociales que arrasan con bienes comunes y recursos naturales, que empobrecen, aíslan, contaminan y enferman.
Salidas. La organización internacional Grain publicó un informe en el que no solo describe la situación y los efectos de la industria ganadera, sino que plantea opciones: alejarse de carnes y lácteos de origen industrial, detener los llamados acuerdos de libre comercio e inversión, reducir el consumo de carne y eliminar la superproducción, apoyar la producción en pequeña escala y a los mercados locales.

El trabajo completo puede leerse haciendo click aquí

Estos apuntes veloces merecen ser ampliados y corregidos, buscando nuevas conversaciones, nuevos horizontes; el conflicto en la Rural ha sido, en todo caso, apenas otro disparador para escuchar otras voces y otras propuestas que mes a mes profundizamos en nuestra agencia www.lavaca.org y la revista MU.
Aquí aún más material para quienes estén interesados en estos temas, y que siga el debate:
El Atlas de la carne – Hechos y cifras sobre los animales que comemos editado  por la Fundación Heinrich Boll.

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Blas Correa, y la condena a 11 policías responsables de su muerte: “Esto recién comienza”

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11 agentes policiales fueron condenados por la muerte de Blas Correas en agosto de 2020 en Córdoba, después de 7 meses, 36 audiencias y el testimonio de más de medio centenar de testigos. La sentencia es histórica no solo porque demostró cómo funciona la máquina de violencia institucional, sino porque incorpora la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, y obliga que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Estos argumentos fueron planteados por la familia de Blas, que dice: “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Por Bernardina Rosini desde Córdoba. Fotos: Amnistía Internacional Argentina | Nicolás Bertea

“Prometo hacer todo lo posible para que las cosas cambien”.  

Soledad Laciar en una carta dirigida a su hijo. 

Soledad Laciar es la mamá de Valentino Blas Correas, el joven de 17 años que la noche del 5 de agosto de 2020 salió a comer una pizza junto a cuatro amigos -Mateo, Cristóbal, Camila y Juan Cruz- y quien horas se convertiría en una nueva víctima de la policía de Córdoba. 

Vale recordar: los cinco jóvenes regresaban a casa a bordo de un Fiat Argo cuando divisan un control vehicular; Juan Cruz (19 años, quien conduce) al ver que uno de los policías tiene un arma en la mano, se asusta, se saltea el control. Entonces se escuchan disparos. Seis. Uno de impacta en la espalda de Blas, quien siente la herida y le pide a Camila que le de la mano. Van rápidamente a un clínica, la primera que ven, lo bajan a Blas pero en la puerta se niegan a recibirlo, lo suben nuevamente al auto, intentan llegar al Hospital de Urgencias pero nuevamente son detenidos por un control policial; no los dejan avanzar y los obligan bajarse del auto; los amigos de Blas desesperados ruegan que atiendan al amigo herido pero los agentes policiales niegan cualquier asistencia, les piden documentos y hablan por radio. 

Así muere Blas, en el asiento trasero del auto, solo. 

Pero el horror no termina ahí: en minutos las dos duplas policiales que participaron del tiroteo se reúnen y resuelven plantar un viejo revólver calibre 22 y así intentar justificar sus disparos. El elenco policial interviniente lo conforman 13 agentes. 11 acaban de ser condenados (debajo de la nota, el detalle de las condenas).

Hacer historia

La sala del primer piso de Tribunales II en la ciudad de Córdoba está repleta, desborda hacia los pasillos. Amigos de Blas y de los sobrevivientes, hinchas de Belgrano (club del cual Blas era fanático), Abuelas de Plaza Mayo, el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, madres que llevan remeras de sus hijos también víctimas fatales de la policía, mucha prensa, y ningún funcionario.

Es una jornada histórica, no sólo por la cantidad de agentes policiales condenados, sino porque la sentencia reconoce a Blas Correas, a su familia y a los sobrevivientes, como víctimas de actos de violencia institucional. Soledad Laciar, la madre, luego señalaría que éste reconocimiento fue el momento más conmovedor de la lectura, puesto que señala a la maquinaria en su totalidad.

Y es que la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba dió lugar al señalamiento de la familia de Blas, por un lado, con respecto a la ampliación del alcance de responsabilidades y ordenó investigar al ahora ex Ministro de Seguridad de Córdoba y actualmente legislador por el oficialismo, Alfonso Mosquera, y a la actual jefa de la Policía, Liliana Zárate. 

Al primero, por presuntos actos de corrupción y malversación de caudales públicos al entregar un vehículo judicializado a uno de los comisarios. Mosquera declaró en el juicio que se trató de “una gauchada personal”.

En cuanto a Zárate -que se desempeñaba como titular de Recursos Humanos de la fuerza para aquel entonces- se la responsabiliza de que los policías Lucas Gómez y Javier Alarcón (autores de los disparos) se encontraran en ejercicio a pesar de que sus legajos estaban nutridos con varias imputaciones anteriores al hecho y, en el caso particular de Alarcón, de no haber aprobado una práctica de tiro. A Zárate se la investigará por omisión de los deberes de funcionario público y por las falencias en la formación y el control de los agentes policiales.

El Tribunal también indicó que se inicie investigación judicial y se identifique a los uniformados policiales que durante esa madrugada detuvieron el Fiat Argo y no permitieron que los amigos de Blas lo llevaran al hospital a pesar de la evidente necesidad de atención médica.

Conforme con la sentencia, la mamá de Blas expresó: “Siento que me acerqué enormemente a la justicia, confieso que tenía muchas dudas. Pero para mí es importantísimo que hayan incorporado la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Un mes más o menos en las condenas no me significa nada, pero que se realicen cambios para asegurar que ésto no siga pasando, es lo que me importa”.

Además de las capacitaciones a la totalidad de los agentes de la fuerza, se indicó al Ministerio de Seguridad que se retenga el armamento a todo policía que repruebe las evaluaciones de tiro.

“Esto recién comienza” añadió Soledad, porque ahora asegura que irá tras los demás responsables, estará pendiente de la implementación efectiva de lo expresado en la sentencia, y acompañará a las demás familias que buscan justicia por sus hijos. “Ahora será buscar justicia para Joaquín Paredes, tenía 15 años. Les pido que nos acompañen, que no les quede lejos Cruz del Eje”.

Unas horas antes de conocerse la sentencia Soledad ya lo había adelantado “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Las condenas:

  • Lucas Gómez (37) y Javier Alarcón (33) ,autores del homicidio calificado por ser integrantes de la Policía y agravado por el uso de arma de fuego y por la tentativa de homicidio contra los cuatro otros chicos:  condena a reclusión perpetua, inhabilitación absoluta y especial para desempeñar empleo y cargo público.
  • Wanda Esquivel (34), la oficial que plantó el arma que luego se quebró y confesó el delito fue condenada a 3 años de prisión domiciliaria.
  • La oficial  Yamila Martínez (25) fue condenada a cuatro años y tres meses de prisión e inhabilitación especial por tres años.
  • Leando Alexis Quevedo, condenado a cuatro años de prisión.
  • El cabo Ezequiel Vélez (25), a dos años y seis meses de prisión, por lo que no irá a prisión al ser la pena menor a tres años.
  • El subcomisario Sergio González (44); subcomisario Enzo Quiroga (36); comisario inspector Walter Soria (45); el comisario inspector Jorge Galleguillo (46)  el comisario Juan Antonio Gatica (46) condenados por falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal a cuatro años y diez meses de prisión.
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Daniel Solano: la Corte confirmó la detención de los 7 policías condenados por homicidio

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Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos en los que se detengan a 7 policías”.

La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Pedidos de justicia por Daniel Solano en 2012, a meses de su asesinato.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.

Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.

Compartimos la investigación de MU sobre este caso:

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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LA NUEVA MU. Lo que está en juego

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