#NiUnaMás
“Votamos luchar”: voces del cierre del 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias

Los reclamos territoriales y ambientales, en el centro de los debates del Encuentro. Las elecciones presidenciales, desde la perspectiva de lucha antifascista y por una democracia que se ejercitará en la calle. De Jujuy a Bariloche, los pueblos originarios en el centro de la escena, versus el saqueo de recursos sin grieta. El nuevo encuentro feminista y de disidencias volvió a poner en agenda la calle y la calle en la agenda, entre la derecha y los derechos, los que se defienden y los que faltan.
Texto: Bernardina Rosini, desde Bariloche
Fotos: Eugenia Neme
Terminó una incómoda edición del 36° Encuentro con sede en Bariloche, elección precipitada por el violento desalojo de la comunidad Lafken Winkul Mapu y la detención de siete mujeres mapuches y sus nueve niños en octubre del 2022; e incómoda y necesaria la decisión de realizar en Jujuy el próximo encuentro en octubre del 2024, decisión especialmente celebrada por las representantes del 3er Malón de la Paz y las comunidades del Norte, aún asediadas por el gobernador Gerardo Morales y su reforma in-constitucional.
El tono del 36° Encuentro no fue ajeno a las próximas elecciones presidenciales, sino demasiado cercano pero no por el apego a los discursos de campaña sino al contrario: los reclamos territoriales y el señalamiento a un modelo extractivista que se acentúa aceleradamente, de los dos o tres lados de la grieta, representaron una de las tensiones más sobresalientes.




Según lo que emerge de toda la cobertura de lavaca se puede percibir un claro desplazamiento del protagonismo de las reivindicaciones en torno a la autonomía de los cuerpos -como el reclamo histórico de la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo y ley de identidad género- a una centralidad de las reivindicaciones territoriales y ambientales. Debates en torno a la explotación offshore en la costa atlántica, la modificación de leyes para habilitar proyectos petroleros en el Golfo San Matías, la extracción del litio en el norte del país- por mencionar algunos-, y quienes habitan en las llamadas “zonas de sacrificio” son algunos de los ejemplos que atravesaron las jornadas de Bariloche.
Por otro lado, también estuvieron muy presentes las voces de alerta en relación al pronto cambio de gobierno: “Vienen por nuestros derechos y tenemos que frenar a los discursos negacionistas y fachos en la urna, y salir a defender nuestras conquistas donde las logramos, en las calles”, fue uno de los gritos que repitió una joven al megáfono, en referencia al aparente corrimiento hacia la derecha de todo el arco político.
Derechos y derechas
Frente a estas tensiones lavaca conversó con quienes viajaron de distintos puntos del país para compartir reflexiones y estrategias, mientras bajan desde los barrios del Alto de Bariloche al centro, en la marcha de cierre del Encuentro Plurinacional.
Entre cantos como «Milei es facho, es liberal, es un machista de la casta patriarcal”, se encuentra Olinda, docente de la ciudad de Rosario. Dice: “Cantamos contra Milei, pero es contra todos los discursos que minimizan el rol del Estado y lo muestran estrictamente como un ente burocrático, prestador de servicios cuanto mucho, pero siempre como un gasto. Creo que estar acá es garantía del ejercicio de nuestros derechos, los que conquistamos y empujamos con nuestro ejercicio ciudadano”. Esta forma de entender a la democracia no como un estado de salud sino como un entrenamiento cotidiano tal vez sea la que permita ganar gimnasia para la que viene.
Otra vez, las mujeres al frente.




Más allá está Mónica, más cómoda con las temperaturas bajas, que vino en un colectivo con casi 50 personas desde Comodoro Rivadavia, junto a pequeños grupos de amigas de todas las edades que coordinaron el viaje: “Yo no creo que sea una simple oposición derechos versus derechas: habría que especificar qué derechos. Por ejemplo, creo que los derechos asociados al consumo van re bien con quien se siente representado con los discursos de derecha. En un contexto de caída de valor del ingreso, afloran esas posiciones”.
El recorrido de la marcha hasta el Velódromo Municipal llevará casi cuatro horas. Desfilarán banderas de distintas provincias y localidades y de distintas agrupaciones que aportan una inmensa variedad de colores y reivindicaciones. Rostros maquillados, coronas de luces y muchos gorros de lana amortiguan los 6 grados de una noche que va llegando…


En la columna de Catamarca marcha Julieta, licenciada en Letras. “Que te corran con hacerle el juego a la derecha por reclamar el respeto por los derechos de tu comunidad es constante para quienes participamos en asambleas ambientales en defensa del territorio. No cabe duda que es una forma de disciplinamiento. Ahí el juego de derechas y derecho es también una manipulación”.
Mirna vino con sus compañeras de murga; se mueve como se expresa: contundente. Vino de Neuquén, donde trabaja en una librería: “Mirá, para mí es siempre esa. La derecha, las violencias, el saqueo y toda su visión de mundo, del otro lado. Yo no pienso en las elecciones del fin de semana. Creo que estos encuentros, estas marchas son voto cantado: votamos luchar”.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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