Nota
Zanon, la definición: ¿Desalojo o expropiación?
El 20 de octubre vence el plazo para la cooperativa FaSinPat (Fábrica Sin Patrón) de administraciòn de la planta de cerámicos de Neuquén. Los obreros exigen la expropiación (que el gobierno neuquino analiza), para continuidar la gestión iniciada hace 7 años, que generó 220 nuevos puestos de trabajo y tejió inéditas formas de solidaridad, resistencia y creatividad. Aquí, un plus: La revoluzanón permanente.
Una vez más los obreros y obreras de Zanon salieron a la calle acompañados junto a los docentes de ATEN, los trabajadores de la salud, judiciales y los estudiantes del Comahue, en una nueva marcha que reunió más de 7.000 personas en Neuquén. Reclamaron frente a la Legislatura provincial que se trate el proyecto de expropiación de la fábrica en forma definitiva antes del 20 de octubre. Esta fecha es clave en el futuro de Zanon porque marca el fin del plazo que autoriza la administración a la cooperativa FaSinPat (Fábrica Sin Patrón). Además, por esa costumbre de los ceramistas de andar juntando solidaridades, han sumado el apoyo rockero de La Renga y un recital especial en el playón de la fábrica, el jueves 9. Casi un detonador de sueños. Si hoy hubiera que apostar a una posibilidad real, es posible que se dictamine la prórroga que habilita a la cooperativa a administrar la fábrica durante un año más, mientras se da tiempo para concretar la expropiación. Pero se sabe que nunca es prudente esperar sentado: los obreros esperan en otro de sus picos de movilización.
El proyecto de ley de expropiación que fue presentado por los ceramistas en tres oportunidades cuenta, además, con el respaldo de 90 mil firmas. Mu, el periódico de lavaca, se sumó con la campaña Zanonizate. Sin embargo, las autoridades no dejan de pensar otras alternativas diferentes a las de los trabajadores. El secretario general del Sindicato Ceramista, Alejandro López detalló para lavaca las propuestas que analizan desde el Estado:
- “Se ha conformado una comisión, autodenominada ‘Interpoderes’, en la que está representado el ejecutivo provincial, los diputados oficialistas y opositores y los trabajadores de FaSinPat. Esta instancia analiza algunas variantes de salida a nuestro conflicto.
- “Hace dos meses el gobierno planteó que la solución es la compra de la fábrica. Esto para nosotros es totalmente descabellado porque para comprar la fábrica hay que hacerse cargo de la deuda que dejaron los antiguos dueños. Es decir, poner más de 230 millones de pesos, lo cual es inviable por las necesidades que hay en la provincia. Además con esta medida se estaría legitimando el proceso de vaciamiento, el lock out patronal que cometió la familia Zanon.
- ”Cuando el gobierno entendió que no tenía fundamento para avanzar en la compra de la fábrica, empezó a plantear la compra de los créditos privilegiados. Esto significa arreglar con tres acreedores que tienen carácter de ‘privilegiados’ que son el Banco Mundial, la empresa italiana SACMI y el Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo que responde al gobierno provincial. La variante es muy compleja porque llevaría la fabrica a remate y corremos el riesgo de perder lo que hemos construido en estos años”.
López cuenta que la semana pasada los funcionarios provinciales, por primera vez, comenzaron a decir que la expropiación es una salida viable. Con estas palabras en los oídos los trabajadores de Zanón viajaron a Buenos Aires para entrevistarse con los síndicos que llevan adelante el caso. Ellos respondieron que si el gobierno de Neuquén toma la decisión política de expropiar no plantearán ningún tipo de objeción. De todas maneras, relativiza estas declaraciones porque no se han hecho públicas y para no cometer el error de confiarse con respecto a cuestiones que aún no están materializadas.
Raúl Godoy, otro de los obreros de Zanón, reconoce que estos siete años de gestión demostraron lo que los trabajadores son capaces de hacer: “La autoorganización y mantener una fábrica en pie al servicio de la comunidad”. Detalla que se abrieron los portones a la comunidad mapuche, a los estudiantes y docentes de la universidad, a los movimientos de trabajadores desocupados. En los momentos más duros, llegaron a recibir el apoyo más inesperado: los presos de la cárcel local donaron parte de sus raciones de alimentos para que los obreros pudieran seguir resistiendo.
Godoy explica que la fábrica no sólo concentra la resistencia, sino que reúne a muchísimas iniciativas fundadas en la creatividad. En este sentido destaca la asamblea que realizaron los artistas de diferentes disciplinas para organizarse y comenzar a trabajar en pos de que la planta continúe en manos de sus obreros. Godoy anuncia: “Lo que va a pasar es que el conjunto de la comunidad se va a levantar para defender a Zanon bajo control obrero” .
La revoluzanon permanente
(Versión completa del artìculo publicado en Mu, el periódico de lavaca)
Son 480 hombres y mujeres que todos los días producen el desafío de poner en marcha una fábrica, resistir las amenazas de desalojo y crear formas de gestión social. Cuáles son para ellos las claves de esta dura batalla por la que están dispuestos a todo y que este mes puede terminar si la legislatura neuquina se decide, al fin, hacer lo que debe.
Dicen que es una fábrica de cerámicos, pero en realidad produce otra cosa. Es lo primero que se me ocurre pensar frente al tremendo predio que se asoma tras el portón. Estoy tratando de calcular la dimensión de este fenómeno recorriendo con la mirada la postal. El parque, los playones, los edificios, los depósitos y las grúas que frenéticamente transportan de acá para allá las cajas estampadas con un logo que sintetiza todo en pocos trazos: un apretón de manos en medio de una ruta.
Abracadabra: la mano está tendida frente a mí y la ruta está a mis pies.
–Bienvenidos.
Nos dice sonriente Raúl Godoy.
Acaba de comenzar nuestro recorrido por ese parque de sensaciones llamado Zanón.
Gorra rapera, ojos transparentes, barba candado y paciencia zen. Godoy parece un Sabina patagónico –más rocker o menos gastado que el español– pero su fama proviene de otros ámbitos: es obrero, sindicalista, integrante del pts y referente de la batalla que desde hace ocho años vienen librando los hombres y mujeres de Zanón. Su magia, en cambio, proviene de cualidades más extrañas: saber escuchar, dejar hablar, esperar, correrse a un costado o incluso desaparecer para dar espacio a que otros cuenten, sin presión, lo que piensan de él. Esta enumeración, justamente, es la que me está dictando uno de sus compañeros y –abracadabra– cuando busco a ese Godoy que nos acompaña a todos lados recién me doy cuenta de que no está en ninguno. Por no quedarme con la boca abierta, pregunto:
–¿Cuánto mide Zanón?
Si no entendí mal, la cosa es así: todo comienza donde estamos ahora, en esta habitación con estantes repletos de frascos de vidrio y una gran mesa en el centro, donde apoya las manos Manoplas para dejar en claro su apodo. A su lado, Carlos –33 años, un hijo de 2– es el encargado de descubrirnos los misterios de su sección: el laboratorio. Durante mucho tiempo era un lugar que custodiaban con recelo, cuenta Carlos, porque allí se esconden los secretos de la producción. Si hoy están a la vista es porque ya ganaron el primer round. “Cuando arrancamos, un proveedor se dedicó a llamar a los otros para que no nos vendan insumos. Entonces, para evitar que se supiera quién no participaba del boicot, ésto estaba bajo siete llaves. El que conoce del tema, con solo mirar los estantes ya lo sabe.”
-¿Y qué cambió?
-Que ya nos venden todos, incluso el que nos boicoteó.
La alquimia
El laboratorio –como su nombre lo indica– es el lugar de experimentación y creación. Aquí urden lo que llaman el “modelo”, es decir, eso que en base a la experiencia, el saber, el hacer y el deshacer y el sacar conclusiones de todo ese proceso, finalmente genera una pieza que puede ser reproducida al infinito. Hoy tienen 30 modelos. Arrancaron con uno, que armaron con los pocos materiales que encontraron. Lo apodaron El Obrero y tenía tres variantes: celeste, gris y blanco. Para el mercado, se trataba de un cerámico. ¿Hace falta decir que para ellos era mucho más? Hace falta.
Primero, tuvieron que estar en seis meses en la ruta, en una carpa. Fue el tiempo que les consumió el infierno institucional –judicial, legislativo y estatal– ciego a sus reclamos.
Luego, tuvieron que comprobar en esa ruta quiénes estaban dispuestos a darles una mano. Lo dirá Godoy, con nombre e incluso, con cifras. “Teníamos que resolver la situación de 240 familias y creamos un fondo de huelga. El pts aportó 10 mil pesos, el mst 5 mil, el po –que no estaba de acuerdo con el fondo de huelga– lo mismo aportó 600 pesos. Hubo una campaña en la Universidad del Comahue para que cada alumno aporte 1 peso. El sindicato del subte nos mandó alimentos. El movimiento piquetero nos dio otra mano. Y la gente que pasaba por acá siempre nos dejaba algo. Incluso los presos de la Unidad 11 nos donaron su ración de comida durante tres días. De los que menos tenían, más recibías. Durante todo ese tiempo tuvimos que aguantar llevándonos a casa 50 pesos cada uno, así que el apoyo de la familia fue clave. Fueron los meses más críticos.”
-¿Cuál fue la peor amenaza?
-El fantasma del escepticismo. Cuando los compañeros planteaban ¿vamos a poder solos contra este monstruo? Es un cuestionamiento lícito. Incluso el más fuerte duda en esos momentos de su propia fuerza.
-¿Y cómo lo superaron?
-Con ideología. Diciendo: lo único que tenemos para perder son nuestras cadenas. El no, ya lo tenemos. Busquemos lo positivo. Eso nos alimentó. Porque la cuenta es sencilla: el escepticismo te mata. Y lo que te mantiene vivo es la asamblea. Cara a cara, podés debatir o pelearte, ganar o perder, pero siempre sale algo bueno, porque hay reflexión. Votamos en la asamblea empezar a producir recién después de meses de debates. El tema de propiedad privada fue un problema: los compañeros sentían que esto no era nuestro. Y hasta que no hubo convencimiento, no pasamos ni a considerar la votación. Cuando más del 80 por ciento se sintió seguro, votamos. Y el resultado fue una mayoría absoluta. Pero cuando terminó la votación, el silencio era… aterrador. Nadie sabía cómo empezar. Los primero que hicimos fue organizarnos por sector. Cada sector tenía que limpiar y hacer un inventario de lo que había y de lo que faltaba.
¿Qué faltaba en el laboratorio?, le pregunto a Carlos.
Cerebros. Llamamos a los chicos que habían trabajado en este sector –tres ingenieros y dos técnicos químicos– y ellos nos dieron una mano. Nos enseñaron todo lo que sabían. Hoy, ese mismo trabajo lo hacen un maestro mayor de obras, un perito mercantil, un profesor de historia y un electromecánico.
-¿Cuál fue la fórmula que aprendieron?
-Respeto y compromiso. Y responsabilidad. Sin responsabilidad, no podés hacer nada. Un error nuestro significa mucho, pero un acierto más, porque nos beneficia a todos. Sabemos que nuestros compañeros aguantan nuestros errores, nos bancan, pero eso te compromete más. Acá hay gente con mucha experiencia que nos aporta buenas ideas y en eso nos apoyamos. Nuestro punto de referencia fue cómo trabajábamos antes, sacándole la presión de si lo hacés bien o mal.
-¿Cómo se arranca desde cero?
-Con mucho huevo. Organizar esto fue difícil. Hasta hoy es difícil. La incertidumbre lo hace difícil. Y también es difícil de entender cómo es ahora trabajar acá. Nos quedamos para no perder lo que teníamos y lo que pasó después no podíamos ni imaginarlo. Para mi es un privilegio trabajar acá, pero también un desafío.
-Mirado desde este laboratorio ¿cuál es ese desafío?
-Desde acá hay que ser frío. Lo que determina si una idea es buena o mala, posible o no, es el costo. La cultura del mercado se volcó a valorar sólo lo económico y dejó de lado la valoración de la calidad. Mantener entonces el equilibrio entre precio y calidad se hace cada vez más difícil. Pero nosotros no queremos hacer cualquier cosa. Nosotros no pensamos como el resto: que lo mejor es el que el piso de tu casa te dure dos años, así volvés a comprar cerámicos. Nosotros pensamos: cambiá el piso y que te dure mucho, para que al menos eso no sea más un problema.
De 1 a 10, ¿cuántos puntos le das a los productos que hacen?
8. Los niveles de control de calidad que tenemos no los hace nadie en el mercado.
Buda & Trostky
Ahora estamos en el sector donde se decoran los cerámicos y el encargado de mostrarnos la variedad de diseños es Juan Riquelme, el coordinador. Juan se entusiasma hablando de los productos, pero se queda sin palabras cuando cambiamos de tema. “Mucho no me gusta hablar”, dirá pudoroso. Para saber qué piensa Juan e intuir incluso lo que siente alcanza con conocer a su hija Belén, 20 años, pelo y cejas color fucsia, ojos cielo, diseñadora del sector que coordina su papá. Ella tampoco hablará demasiado, pero dirá lo suficiente: “Papá se la pasa preguntando ¿qué podemos hacer? Todos los días, todas las noches.”
Así nació la idea de hacer cerámicas con el abecedario, las tablas o el mapa argentino, entre otros de los productos que Zanón fabricó especialmente para donar a escuelas, hospitales y jardines de infantes. Ahora Juan está ensimismado en una nueva idea: hacerlos en braile. “Es que esta semana visitó una escuela de ciegos y no va a parar hasta poder entregarles algo en nombre de Zanón.”
Para Juan eso se llama “devolver”.
Belén dirá, como al pasar, que en julio cumplirá tres años de trabajo en la fábrica, pero que desde hace mucho más “ayuda” a Zanón.
–¿Cómo?
-Empecé acompañando a mi papá para que no caminara solo.
Belén no dice nada más y será Godoy quien completará la historia. Juan vivía –como él– en el barrio San Lorenzo. Juan es budista y Godoy trotskysta. Durante aquellos primeros y difíciles meses, no tenían plata ni para el colectivo. Belén tiene la misma edad que la hija mayor de Godoy. Las dos los acompañaban cuando iban caminando desde sus casas hasta la puerta de la fábrica.
-¿Cuántas cuadras?
No sé. Nunca sacamos la cuenta.
Belén me dirá entonces que la distancia no se calcula en cuadras, sino en kilómetros.
Las dos chicas se reunían por las noches para pintar chalecos con la leyenda “Yo apoyo a mi papá” que lucían los fines de semana en la carpa. Ellas fueron las que acercaron el conflicto a las escuelas. Cuenta Godoy:
–Un día nos citó la maestra. Cuando llegamos, tenía un volante arriba del escritorio: lo habían llevado las chicas para repartirlo en la escuela. Yo estaba buscando palabras en mi cabeza para explicarle lo que estábamos pasando, cuando la maestra nos dice: “Las chicas ya nos contaron todo. Los llamamos para saber cómo podemos ayudarlos.”
Andrés Blanco ahora trabaja en el sector estampado, pero antes pasó tres años en la sección compras. Es una de las leyes del control obrero de Zanón: los puestos de administración son rotativos.
-¿Hay diferencia entre trabajar en la administración y en la producción?
-Mucha. En la administración tenés relación cotidiana con los buitres y una visión concreta de la usura. Todo el tiempo estás alerta para que no te pasen por arriba. En producción, la relación es con tus compañeros. Para mi, el desafío en la administración fue aprender a hacer ese trabajo y transformarlo.
-¿Cómo?
-Nunca tomando una decisión solo. Consultando todo con los compañeros.
Andrés fue uno de los encargados de lidiar con el boicot de los proveedores, en aquellos primeros días de producción autogestiva. “Costó muchísimo abrir la cadena de pagos, porque nos tildaban de usurpadores. La primera compra fue con pago anticipado: 3.500 pesos. Y a prender velas hasta ver llegar la arcilla. Imaginate lo que significaba para nosotros esa cifra. Y al viejo Zanon, los mismos proveedores lo financiaban un año. Si no, no hubiese podido generar la tremenda deuda que les dejó de clavo.”
Otras ventajas del patrón: pagar sólo el 25% de la factura de luz. El resto, lo cubría un subsidio que le otorgaba la cooperativa que administra ese servicio. De su directorio, participa el gobierno provincial e incluso delegados gremiales que responden a la cta. Sin embargo, la gestión obrera de Zanon no tiene descuentos: paga el 100 por ciento.
Ir por más
Andrés también participó de la primera delegación de la fábrica que viajó a Buenos Aires, en una vieja combi que consiguieron prestada. Buscando apoyo para poner en marcha la fábrica, golpearon todas las puertas posibles e, incluso, las imposibles. “A Moyano lo fuimos a encarar al Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, donde daba una conferencia de prensa. Nos respondió: ´agarren un plan y déjense de hinchar las pelotas.´ De Gennaro nos dijo que las cuentas de la cta estaban mal y nos propuso que nos afiliáramos. Por eso cuando miro para atrás, siempre digo que cada una de esas cosas que vivimos nos educó. La experiencia nos enseñó a no quedarnos con el no, a siempre ir por más.”
-Y cuando mirás para atrás, ¿qué encontrás que fue clave para avanzar, pese a todo?
-La asamblea.
Hacer o crear política
En Zanón las asambleas son semanales y si hace falta, más. Una vez al mes, le dedican una jornada. Se paraliza la producción los tres turnos y durante ocho horas debaten y aprueban informes que separaron en tres rubros: político, judicial y económico. Dice Godoy:
–Eso es lo único que nos mantiene vivos. Si no, te firmo donde sea que hubiésemos sido derrotados. Sin asamblea no hay gestión obrera que valga. El patrón te puede hacer producir con un látigo, pero la gestión obrera depende del convencimiento que tenga cada uno de que todos tiramos para el mismo lado. Nuestra principal inversión es la asamblea.
Godoy agregará, entonces, que otra de las claves fue no eludir el debate político. “Muchos conflictos empiezan por problemas internos y se quedan ahí, no debaten por qué se generan. Nosotros no le tuvimos miedo a que ese debate abra diferencias, sino al contrario, hablamos de esas diferencia y encontramos los puntos en común.”
Otro obrero me dirá después lo mismo de otra manera: “Godoy consulta a sus compañeros del pts y yo consulto a mi mujer. Los dos hablamos con los que tenemos más confianza”. Para Godoy, la asamblea es el lugar donde esas dos visiones se encuentran y se superan.
-Sus compañeros ¿no les recriminan el uso del discurso militante?
-Podemos hablar desde ese lugar porque nos hemos ganado el respeto de nuestros compañeros.
-¿Y cómo se ganaron ese respeto?
-Porque supimos respetar. Y el error que comete la izquierda es no hacerlo.
-Muchas veces el problema es que la izquierda aparece alentando más el conflicto que la solución…
-Es que hay una izquierda abonada al régimen, de diferentes formas, que opera con las lógicas del poder. Pero cuando se logra que la izquierda nutra la experiencia de una lucha obrera, tus compañeros ya no piensan que es un pecado mortal tener una mirada política.
Obligaciones vs. responsabilidades
La primera consecuencia directa de esta mirada fue, en Zanón, entender quiénes eran sus aliados y cuál era el escenario de combate. Godoy lo sintetiza así: “En la calle y unidos con quienes estaban librando la misma batalla que nosotros”. En Neuquén esto significó encontrarse en la ruta con los movimientos piqueteros, que los defendieron siempre, y poniendo el cuerpo, ante cada amenaza. Por eso, cuando Zanon tuvo la posibilidad de ampliar los puestos de trabajo, la asamblea votó la incorporación de quienes más los apoyaron: media docena de puestos fueron para el mtd, un par para el Teresa Vive, otro para el Polo Obrero y otro para Barrios de Pie. El siguiente cupo se cubrió con organizaciones sociales de mapuches y discapacitados. El tercero fue para familiares y recién el cuarto buscó cubrir las vacantes teniendo en cuenta qué especialidades les faltaba reforzar. Cuenta Godoy: “Tuvimos problemas con la gente del mtd porque jamás habían tenido un trabajo. Y fueron discusiones fuertes, porque la lógica ahí opera al revés: ¿qué significa tomar una responsabilidad? Para algunos significa una obligación y para otros, una forma de hacer algo concreto para cambiar el sistema de relaciones de poder. Producir junto a otro te crea responsabilidades, no obligaciones. Por eso, acá tenemos la responsabilidad de cumplir con nuestra parte de trabajo, de asistir a las asambleas. Pero es totalmente voluntario asistir o no a una movilización.”
Ya es mediodía y en el comedor nos esperan fideos con tuco de sabor casero. Arriba del mostrador que separa el comedor de la cocina han colocado –como en cada rincón de la fábrica– una cerámica que recuerda: “Daniel: siempre te recordaremos. 15-7-2000”. Debajo de esa cerámica, sirviéndome los fideos, está Ana, la mamá de Daniel. No hace falta hacerle ninguna pregunta para que comience hablar.
–Todavía lo lloro, todavía no me entra en la cabeza cómo pasó. Salió ese día de mi casa diciéndome ´chau mamá´y a la hora y media me estaban llamado por teléfono para avisarme que estaba en el hospital.
En realidad, Daniel –22 años, sostén de su familia– murió antes de que llegara la ambulancia de un paro cardiorrespiratorio: el tubo de oxígeno de la enfermería de la fábrica estaba vacío. Su muerte se convirtió en un trágico símbolo del vaciamiento que sufría la empresa en tiempos de Luis Zanon. “Ya no pagaba los salarios ni invertía en mantener la seguridad de la fábrica. Lo de Daniel fue el límite, la primera vez que dijimos basta”, contará Godoy después. Ahora, es Ana la que sigue recordando en voz alta aquel día que está congelado en su cabeza. “Los muchachos me mandaron un taxi para que me llevara al hospital y cuando llegué, le pidieron a los médicos que me dieran una pastilla antes de darme la noticia. Por las caras que tenían me di cuenta que pasaba algo grave, pero nunca me imaginé que mi hijo, que tenía apenas 22 años, iba a morirse así. Si pude reponerme de ese golpe, es porque siempre estuvieron ellos al lado mío. Nunca dejaron de visitarme, de llevarme ayuda, y apenas pudieron, me llamaron para que venga a trabajar acá. Yo tengo 62 años, así que imaginate: ¿quién me iba a dar trabajo? Acá estoy rodeada de los compañeros de mi hijo, me siento querida, apoyada y encuentro la fuerza para seguir adelante.”
Ana me mira con sus ojos mojados. Tiene las manos aferradas al delantal.
Me pregunta:
–¿Algo más?
Y me ofrece una rodaja de pan.
Lo que ya se ve
Para que la arcilla se convierta en baldosa son necesarias cinco horas de molienda y otras tantas de compactación, secado y pulverización, aunque seguramente implique más cosas que no llegué a entender, a pesar de la paciencia de Luis –coordinador de la sección molienda y atomización– para explicarme el proceso.
Luis entró a Zanón en el año 79 y aunque lo echaron en el año 98, no dejó de trabajar en la fábrica: el despido fue un pase mágico para convertirlo en proveedor. “Tuve que sacar monotributo, factura. Y todo para poder seguir haciendo el mismo trabajo”. Intuyo que el motivo que lo obligó a aceptar ese mal acuerdo fue el mismo que motivó a la empresa a forzarlo: Luis es viudo y padre de siete hijos. Con la maniobra, la empresa se ahorraba –entre otras cosas– el salario familiar. “Me dieron la indemnización, pero como después no me pagaron las facturas, me comí esa plata y quedé vacío. Al tiempo, y aunque no quería, me tuve que ir a trabajar a otro lado, en changas, porque a mi casa, algo tenía que llevar.” Cuando al año sus compañeros recuperaron la planta “me llamaron para que ponga en marcha este sector. Para mi fue algo muy lindo. Imaginate, con todo lo que pasé acá. Y eso que fui supervisor, jefe. Que me llamen mis compañeros era una manera de reconocer que nunca me creí las boludeces que me decía la empresa.”
¿Por qué aceptó?
Porque era un desafío y, la verdad, una venganza personal. No sabía qué iba a pasar, si iba a poder llevar un peso a mi casa, pero era una buena revancha. Hablé con mis hijos. La mayor en ese tiempo tenía 19 años, pero el resto todavía era muy chico. Pero entendieron y me apoyaron, incluso me acompañaron a algunas marchas. Eso me bastó.
¿Y cuál es la diferencia entre cómo trabajaba antes y ahora?
Yo hago las cosas tal cual las hacía antes, pero mejor. Empezamos de la nada y llegamos a lo que llegamos porque cada uno pone todos los días lo mejor que tiene. Sigue siendo un desafío, pero ya demostramos que se puede hacer algo sin patrones, sin mandamás. El compañerismo es algo muy lindo, que te llena, te da orgullo. Siento que vamos por buen camino y cada vez veo más cerca la solución. No porque sea fácil, sino porque la veo.
¿Qué ve?
Que hoy por hoy es un problema político. Y la solución, también.
La hora de los hornos
Las baldosas que salen crudas de la sección de Luis viajan hasta los hornos transportadas por una máquinas solitarias, que ejecutan movimientos sincronizados. Se desplazan, hacen filas, suben brazos, bajan bandejas y regresan a su lugar como por arte de magia, a través de unos pasillos infinitos que forman catorce hornos de 95 metros de largo, cada uno. El sector tiene, entonces, la dimensión de un pequeño barrio, con calles por donde transitan robots. En cada esquina, hay un obrero controlando el proceso.
El cocido consume dos horas y media e implica, entre otras cosas, que la baldosa sea tragada por un horno a 585 grados y escupida cuando alcanza los 1.162 grados. En una de esas bocas está ahora Franco, 27 años, menos de dos en Zanón. Él representa la generación de los nuevos y lo hace notar apenas saluda.
–Todo lo que sé me lo enseñó El Viejo.
El Viejo es Alberto Berra y Franco lo convoca haciendo sonar una sirena, porque las distancias en ese sector son así de elocuentes. Cuando Don Berra asoma, Franco lo presenta:
–Mi maestro.
Don Berra tiene 64 años, veinticuatro de los cuales vivió en Zanón, siempre al lado de los hornos. “Tengo el ojo y la experiencia que se necesita para cuidar esto, porque cada error que se comete lo pagamos muy caro. Y digo pagamos porque lo que se pierde sale del bolsillo de todos. Acá nadie te manda, así que es tu conciencia la que te mueve a hacer el trabajo como corresponde.”
Casi sin tomar aliento, sigue Don Berra: “Esta era una empresa rica que vimos empobrecerse. Se empobreció la fábrica y nos empobrecimos nosotros. Los patrones, no. Ellos no pagaron nunca ni las deudas ni las consecuencias. Eso se lo dije al síndico cuando me lo crucé acá. Le dije también: “¿Ve este horno encendido? Lo prendí yo. Y para apagarlo me va a tener que matar.” Esa es nuestra riqueza.
Don Berra parece un personaje de película y esto en Zanón significa que es literal y doblemente cierto. El documental Corazón de fábrica lo muestra en el afiche, parado frente a los hornos. El título de la película es una frase que dijo Don Berra en una asamblea. “Si esto se apaga es porque la producción, pero también nosotros, estamos muertos”.
Los fantasmas
Estos fantasmas son los que acechan a los hombres y mujeres de Zanón todos los días. Y en algunos más que en otros. Los ojos claros de Godoy se ponen transparentes cuando recuerda el peor de todos: 8 de abril de 2003.
El juez de la quiebra había decretado el desalojo y los síndicos viajaron desde Buenos Aires con la orden de ejecutarlo. La noche previa, los trabajadores se reunieron en una asamblea para decidir qué harían. Cuenta Godoy:
–Todos dijimos y repetimos: ninguno tiene la obligación de quedarse, ni siquiera moral. Pero nadie se movió. Nos preparamos a resistir. Estábamos alertas, tensos, cuando nos avisan que por la ruta se acerca un micro. Nos asomamos por las ventanas –que parecían trincheras– y vemos un colectivo que se para frente al portón, se abre la puerta y se asoma un pie hinchado. Era Hebe. Detrás de ella, bajó una docena de Madres. Hebe ese día me regaló un pañuelo. Y yo pensé: ya está. Ya entendí todo: soy un desaparecido que tiene la oportunidad de dar pelea. Acá lo que único que va a morir es el temor. Después, empezaron a llegar de todos lados. Había gente que estacionaba su cero kilómetro en el playón para armar un cordón alrededor de la fábrica y gente que estacionaba al lado el carrito del bebé. Los tres claustros de la Universidad del Comahue decretaron un paro y movilización, también el gremio docente y la cta. Había tanta gente alrededor nuestro y nosotros, unas horas antes, no sabíamos si íbamos a estar solos. Eso te cura el miedo.
Lo legítimo
Parece un trono, pero es el estrado desde el cual Julia juzga la calidad de las cerámicas que acaban de abandonar los hornos. Desfilan ante ella sin pausa, una tras otra y una tras otra, cual película de Carlitos Chaplin. Julia tiene un marcador indeleble en la mano y cada vez que pasa por delante de sus ojos una cerámica cachuza, la marca con una cruz. A Julia le sobra experiencia y concentración para hacer justicia con su marcador y hablar al mismo tiempo. A mi, en cambio, me da vértigo la coincidencia entre lo que está diciendo y lo que está haciendo. Precisa, breve y contundente, Julia dictamina:
“Esta es una lucha constante. De todos los días y de cada uno. Lo sabemos. Y la vamos a seguir todo lo que haga falta (marca una cruz). Hay gente que te apoya en todo lo que hacés y hay gente que siempre va estar en contra, hagas lo que hagas. Eso también lo sabemos. Como sabemos que la solución en bien sencilla: los diputados tienen ahora la posibilidad de darnos la expropiación. Firman y listo (otra cruz). Está en sus manos (y otra). Sabemos que ellos tienen mucha experiencia en beneficiar empresas. A las petroleras, por ejemplo. ¿Con qué argumento entonces van a negarnos a nosotros la expropiación?”
Al terminar el recorrido, le pido a la gente de prensa y difusión algunas fotos sobre los momentos claves del conflicto. Me convidan un mate, dos, y con el tercero me entregan cuatro dvd. En tres están algunas de las películas que se hicieron sobre Zanón: Fábrica sin patrón, No retornable y Corazón de fábrica. En el cuarto copiaron 1.784 fotos sacadas por ellos mismos en movilizaciones, recitales, asambleas, actos solidarios. Es apenas una muestra de todo lo que fueron capaces de hacer en estos años.
Me despiden con un regalo: un cerámico con el calendario 2008 y el retrato de Carlos Fuentealba, el maestro asesinado por la policía del gobernador Sobich.
Cuando ya estoy a la vera de la ruta, esperando el auto que me regresará a eso que llamamos realidad, alguien me toca el hombro y –abracadabra– me tiende su teléfono celular. Del otro lado, la amable voz de uno de los coordinadores de prensa me dice:
– Zanón mide 12 hectáreas.
Y hasta en ese pequeñísimo detalle queda claro qué produce Zanón.
Nota
Contra los incendios y la desinformación: sobre la caza de brujas en la Comarca Andina

La policía provincial, fogoneada por el gobierno local y nacional, detuvo a 12 personas al voleo y sin pruebas como supuestas responsables de los incendios que ya consumieron más de 25 mil hectáreas en la zona. Se trata de vecinas y vecinos que se encontraban conteniendo las llamas o que tienen apellidos mapuche. Frente a la comisaría, una movilización que reclamaba la liberación de estas personas sufrió además el amedrentamiento de una patota ligada al magnate Joe Lewis (uno de sus integrantes, empleado del municipio y cercano al intendente). La policía los dejó actuar sin hacer nada. Lo que hay detrás de esta operación político-mediática: fake news para romper la organización, persecución social, proyectos de extractivismo y entrega de territorios. “El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos, en los territorios y en las calles”, dicen algunas personas que prefieren no dar el nombre pero testimonian en esta nota, explicando todo lo que pasó y sigue.
Por Francisco Pandolfi
Mientras se queman los bosques y la montaña y los valles y las casas, y los animales, empezó una caza de brujas en Chubut y en Río Negro. Una caza de personas que justamente combaten a un fuego que sigue ardiendo en cinco grandes incendios. Que ya quemó más de 25 mil hectáreas. Que ya se llevó una vida: Ángel Reyes, de 84 años. Que ya arrasó con más de 200 viviendas en la Comarca Andina. Y que ya tuvo por lo menos 12 detenidos, al voleo, sin pruebas, y con el cargo de “incendio doloso” (dos de esos detenidos fueron inmediatamente liberados por falta de pruebas).
La persecución que en las últimas horas escaló al extremo, con el Estado sembrando en la población un estado de terror.
Frente a esto: la autogestión. El poder de las comunidades organizadas, ante todos los otros poderes.
Miente, que algo quedará
Para entender este presente basta con hacer memoria a no tan largo plazo para comprender un mismo modus operandi.
“La historia se repite”, decía Hegel. “La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”, dijo Marx.
Todos los años ocurren enormes incendios forestales, y según estadísticas oficiales más del 95% son provocados por la acción humana. En enero de 2024 se quemaron casi 7 mil hectáreas en el Parque Nacional Los Alerces, en Chubut. A las horas de su inicio, el gobernador Ignacio Torres responsabilizó a la comunidad mapuche Paillako, tomando la línea de Patricia Bullrich, es decir del gobierno nacional. Pasó un año y no se encontró ni una sola prueba en contra de la comunidad, pero el ataque allanó el terreno que derivó en el desalojo de la lof a comienzos de este 2025. El déjà vu aparece cuando el último miércoles el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, informó que habían sido detenidas tres personas. Este jueves, se sumaron por lo menos 9 detenciones más, según el registro de distintas asambleas que ya no solo deben contar la hectáreas quemadas.
La patota
Iván González es docente de biología, comunicador en la FM Radio Alas y vecino de Lago Puelo. Ahora está en El Bolsón, combatiendo el fuego y la desinformación. “Las personas a quienes están deteniendo son las que arriesgaron su vida por apagar los incendios. Ni bien nos enteramos de las primeras excarcelaciones nos movilizamos a la puerta de la Comisaría 12, de El Bolsón, para exigir su liberación, cuando de repente llegó una patota montada en caballos que vino directamente a agredirnos. Vimos peligrar nuestra vida, rodeados por mucha gente armada, con cuchillos, palos, amenazándonos de muerte todo el tiempo, aplaudiendo y gritando ‘viva la patria’, ‘mátenlos’. Fue una situación muy violenta”. La policía se destacó por su sospechosa inacción.
Iván explica que, ante las persecuciones, tienen dos estrategias: salir a hablar sin dar nombres propios, o hacer lo opuesto y que sea la exposición el paraguas que los proteja. El anonimato es la opción que elige un vecino de la localidad chubutense de Golondrinas, por una cuestión vital: “Quiero seguir viviendo”. Pone en contexto esa tremenda frase: “Están haciendo un operativo cazando gente; ayer a una amiga que lo único que hizo fue apagar llamas, le allanaron su casa; a otro flaco que por su apellido es del pueblo mapuche, lo levantaron de la puerta del supermercado y se lo llevaron, montando pura espectacularidad”. Agrega un dato clave sobre el grupo parapolicial que el miércoles llegó a caballo a amedrentar en la puerta de la comisaría: “Responde a Joe Lewis (magnate británico dueño de una estancia de 8 mil hectáreas que rodea el Lago Escondido). Lewis, Pogliano (intendente de El Bolsón) y Weretlineck son la misma cosa”. Uno de los integrantes de la patota es empleado del municipio encabezado por Pogliano.
El relato
Nelson Ávalos integra la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), región Noroeste de Chubut. La conversación con lavaca se pospone una y otra vez porque las detenciones aumentan con el correr de las horas. Entre audiencia y audiencia de la formulación de cargos a los detenidos, finalmente explica: “Mientras la gente arriesga su vida y encima la detienen, los gobernadores de Río Negro y Chubut, junto a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, están creando un relato sobre que los incendios (Mallín Ahogado, Epuyén, Trevelín, la comunidad Nahuelpan y el Pedregoso) son producto de una sola causa: una organización que se dedica a realizar actos terroristas para incendiar todo, vinculando siempre al pueblo mapuche tehuelche. Y ahora intentan sumar a gente que voluntariamente busca apagar el fuego”.
Nelson dice que es muy complejo lo que están viviendo, que es muy difícil de sintetizar. Y subraya lo que cree fundamental poner en evidencia: “El relato de los gobiernos busca justificar que se instale en la región un estado de militarización. Hace unos días, Torres y Bullrich presentaron el Comando Unificado para combatir a ‘las fuerzas terroristas de la Comarca Andina’, y para eso desembarcaron las policías provinciales, la Federal, la Gendarmería, la Prefectura y el Ejército, además de los servicios de inteligencia”. Avalos deduce qué hay detrás: “Proyectos de extractivismo y entrega de territorios a la voracidad de capitales nacionales e internacionales”.
Sobre las detenciones: “La investigación la lleva el fiscal (Francisco) Arrien y se están llevando a cabo las audiencias de formulación de cargos por incendio doloso. Yo creo que mañana estarán todos liberados, porque esto forma parte de un circo de la Justicia y del poder político, para no ir hacia las verdaderas causas que originaron el fuego”.
El Estado de las cosas
“Estamos muy preocupados”. Del otro lado del teléfono habla Viviana Moreno, referente histórica de la Asamblea por el No a la Mina de Esquel. “Hay incendios locales en todos lados, todos los días. Se logran apagar enseguida porque estamos atentos. Son intencionales, porque son de madrugada”, dice. La voz se pone más tensa: “Estamos desesperados, anoche hubo otro incendio en un barrio. Esto que ocurre es una locura. Ya se están haciendo planes de evacuación de los barrios más inmersos en el bosque nativo”.
Para Viviana, el fuego es el resultado final de una combinación explosiva de factores: un abandono del Estado de los bosques comunales, que deben ser limpiados, raleados sistemáticamente y no sucede; las plantaciones de pinos como monocultivo, altamente combustibles; el cambio climático: altas temperaturas impensadas años atrás, sequía y vientos fuertísimas; y la falta de equipamiento y la precarización laboral de los brigadistas que combaten los incendios forestales”.
Hernán Mondino integra la Brigada de Incendios, Comunicaciones y Emergencia (ICE) del Parque Nacional Los Alerces. Da un marco de la situación: “Pedimos 15 compañeros para reforzar la temporada e ingresaron solamente seis. Y encima, por la política general de gobierno renunciaron cuatro. A esto se suma que los brigadistas tenemos contratos laborales de tres meses. O sea, los números son siempre negativos y de esa política hay responsables concretos que se llaman a silencio. El Servicio Nacional del Manejo del Fuego ahora depende de Patricia Bullrich y en este contexto que vivimos Parques Nacionales sigue despidiendo gente. Estas responsabilidades se quieren ocultar buscando chivos expiatorios o culpables efímeros para desviar lo que realmente pasa”.
El vecino de Golondrinas que pide reserva de su nombre recuerda que desde el catastrófico incendio de 2021, aún hay gente que sigue sin agua, cuatro años después. También dice que sólo en enero, ya debió apagar cuatro veces el fuego iniciado por el chisporroteo de cables y por la quema de transformadores. “Cuando hay viento, están cortando la electricidad, porque saben que eso puede generar más incendios, lo que refleja la falta de inversión. Como no pueden resolver los problemas de infraestructura, por no haber inversión estatal, acusan al pueblo de terrorista, cuando son los gobiernos quienes están generando políticas de terror a favor de sus negociados”.
Agrega Nelson Ávalos, de la APDH: “Acá se juegan intereses que trascienden a los incendios y se está utilizando el desastre para allanar el camino. Queda demostrado la complicidad estatal con lo que pasó el miércoles con esa patota y la impunidad con la que se movieron: cometieron un delito en flagrancia, a los ojos de la policía, que no hizo nada. Es evidente que su accionar fue avalado y que busca, generando desconfianza, romper un tejido social, una solidaridad de hermandad construida en toda la Comarca”.
La autodefensa de la autogestión
Hay dos movimientos que están sucediendo al mismo tiempo: la persecución, por un lado, y la organización popular que crece cada día un poco más. Iván González, vecino de Lago Puelo, reflexiona: “Todas las acciones que se están haciendo desde los gobiernos son conducentes a desarticular la red comunitaria que se formó para luchar contra los incendios y crear enemigos internos como el pueblo mapuche. El crecimiento inmobiliario en El Bolsón hace que la ciudad casi ya no tenga dónde crecer, porque es un valle encajonado, y entonces se pretende avanzar con loteos inmobiliarios hacia los lugares rurales, justamente como es la zona de Mallín Ahogado”. Iván suma un elemento: “La aprobación del RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) vino a acelerar la realización de proyectos mega turísticos hoteleros y mineros, en un territorio donde hay una resistencia importante a que no talen los bosques, donde hay muchos productores apostando a la agroecología, donde en definitiva existe un obstáculo importante para sus proyectos urbanizadores”.
Y suma otro más: “A ellos les molesta que haya gente organizada contra sus planes, todos articulados por Joe Lewis. De hecho, es muy sospechoso que el incendio en Mallín Ahogado haya empezado pocas horas antes de lo que iba a ser la novena marcha hacia Lago Escondido, que año tras año visibiliza que se trata de un lago usurpado por un empresario”.
Iván pide no desviar el foco principal: apagar el fuego. “Intentan meter miedo y romper nuestra organización, mientras las llamas siguen descontroladas en la montaña, en las laderas, y ayer ya ni había aviones hidrantes volando. Entonces, si esperamos que 100 brigadistas de los servicios estatales –en un estado de cansancio total, con unas viandas deplorables y casi sin nafta para el uso de motobombas–, apaguen estos incendios no va a ocurrir hasta dentro de varios meses. El desfinanciamiento se traduce en la poca capacidad operativa del Estado para apagar el fuego. Ni hablar cuando hay varios fuegos en simultáneo, como ahora, que son cinco. Los mismos jefes del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) y todas las brigadas, reconocen que están con una frazada corta, que sacan de un lado y ponen en otro, que mueven aviones de un incendio al otro y no logran apagar ninguno. Por eso, no nos queda otra que las brigadas de vecinos voluntarios estemos de pie, que hoy cuadriplicamos en cantidad a quienes conforman los servicios estatales. La organización es muy grosa, hay muchísima gente participando”.
Existen roles bien marcados. Están quienes van al frente de la batalla contra el fuego; quienes organizan las viandas –hay un montón de cocinas y en cada una hay siete personas en cada turno–; están quienes se encargan de distribuir la comida; hay gente que organiza los animales; otro equipo ya pensando en la reconstrucción de las casas; uno más, imaginando cómo hacer las estufas para las nuevas viviendas; y otro, ideando cómo volver a reforestar, si con bolitas de arcilla o semillas. Plantea Iván: “La organización de autodefensa es enorme. Y apuntan a derribarla. Por eso estamos repitiendo un versito, que no es ningún verso, y es que a la represión, a su cacería y a los incendios, los combatimos con apoyo mutuo, con cuidados, con autogestión. El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos en los territorios y en las calles”.
Nota
Lohana Berkins: recuerdos del futuro

“Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, Lohana Berkins desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír. La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo. La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas. La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político”.
Con estas palabras la escritora y periodista Claudia Acuña despidió a Lohana, fallecida el 5 de febrero de 2016. Nueve años después recordamos esta conversación cada vez más actual, publicada en la revista MU 11 bajo el título Anatomía política del cuerpo travesti: “El travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo”.

Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír.
La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo.
La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas.
La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político.
El suyo fue castigado, ignorado, intervenido, encarcelado, explotado. Y en consecuencia, Lohana Berkins murió.
Nos queda, entonces, la gran tarea de cuidar los cuerpos de quienes sufren hoy violencias. Las machistas, las institucionales, las sociales, las culturales, las que nos hacen llorar hoy.
Anatomía política del cuerpo travesti
Conversación con Lohana Berkins con Claudia Acuña, publicada en MU 11, diciembre de 2007.
De mujer a travesti te pregunto ¿cómo puedo hacer una lectura política de tu cuerpo?
Una de las cosas que no ve esta sociedad es el cuerpo travesti. Es decir, ve la identidad, la apariencia, la parte performativa de la travesti, pero lo que a esta sociedad le produce un pánico moral y sexual es el cuerpo de la travesti. Si yo, en cualquier contexto cultural y socioeconómico, pronuncio la palabra “mujer” o “varón” inmediatamente todas y todos pueden referir un cuerpo, con variaciones de a cuerdo a la cultura, pero un cuerpo anatómicamente definido. En cambio, cuando decís “travesti” no imaginan ese cuerpo de acuerdo a sus características físicas. Negado el cuerpo travesti, lo que se lee es su apariencia. Entonces se empieza a encasillar: si tiene barba, se lo encasilla en lo masculino, te remiten al origen al cual -según la sociedad- no se puede escapar. O te remiten al otro extremo, colocándote en lo femenino: te veo como mujer, las travestis son mujeres, y a la hora de la articulación de la lucha y la palabra que pasen al lado de las mujeres. Entonces, la travesti no se puede posicionar como un cuerpo propio. Y, por lo tanto, al negarle la existencia a ese cuerpo, tampoco se le concede ningún derecho. Porque en definitiva, lo único que tenemos es ese cuerpo. Y si hay algo inocente es la representación anatómica del cuerpo desnudo, pero el cuerpo desnudo de la travesti es subversivo, totalmente peligroso. Es intolerable.
Justamente, ese cuerpo desnudo de la travesti te confronta con la posibilidad de pensar por fuera de los esquemas establecidos: no es hombre, no es mujer. ¿Qué es? ¿Es un cuerpo creado? ¿Es un cuerpo que expresa violencia? ¿Abuso? ¿Mentira?
Creo que no es un cuerpo creado, porque en realidad tendríamos que discutir la naturalidad. Yo creo que la naturalidad, en su esencia más profunda, no existe. Cualquiera fuera nuestra orientación sexual, nuestra identidad de género, de por sí hemos sido y somos atravesadas por la superficialidad del mercado. Se nos han creado necesidades que nada tiene que ver con nosotras y nosotros. Y ahí me parece que viene una de las cuestiones profunda que quizás el cuerpo travesti le arranca de manera muy fuerte al patriarcado y al capitalismo mismo: el hecho de qué pasa cuando uno/una es artífice de su propio cuerpo, no ya de su propio destino. Después podemos leer por qué hay esa necesidad de esa construcción del cuerpo, si esas construcciones son deseadas, pero lo que la travesti pone en evidencia es eso de ser arquitecta de su propio cuerpo y a partir de qué lo construye. Otra cosa siniestra que pone en evidencia es cómo la sociedad te pide la evidencia de esa corporeidad. ¿Esto que significa? A nosotras no solo nos piden que tengamos tetas, sino que seamos la evidencia de esa teta.
De alguna manera el mercado llenó ese vacío de representación del cuerpo travesti con sus propios íconos: decís travesti y pensás en Florencia de la V. ¿Es la representación del cuerpo travesti como mercancía?
Yo diferenciaría dos cosas. La primera es que el mercado históricamente cotiza la belleza de la mujer como moneda de cambio: vende la belleza impecable del cuerpo de Florencia de la V. No sólo su cuerpo, a secas. Lo que se le exige a ese cuerpo es la belleza. La segunda cuestión es con respecto al cuerpo travesti en particular: cuando esos cuerpos están en el mercado de la prostitucion son deseados y cotizados. Ahora cuando esos mismos cuerpos abandonan la prostitución, no son deseados por nadie. Porque hasta la misma Florencia está atrapada en esa trampa: para mantenerse en su estatus debe ser un cuerpo despolitizado, que es lo mismo que nos pasaba a nosotras en la prostitución. Un cuerpo a disposición del tipo que no va a comprar conflictos, sino sumisión.
Desde ese punto de vista, no existe cuerpo más politizado que el de la maestra travesti.
Claro: imaginate ese cuerpo puesto ahí, al frente de un aula, para que las niñas y los niños empiecen a romper con la binariedad y empiecen a imaginar un mundo posible donde el diálogo se habilite más allá de ser hombre o mujer. No solo que la vea como un cuerpo construido, sino también que la pueda ver como objeto de deseo en ese mercado de los deseos. Porque ¿qué pasa si el niño o la niña se enamora de la maestra travesti? ¿qué pasa si la quiere, si la admira?¿qué pasa si aprende de esa maestra lo que ella es y lo que no es?
¿Lo que vos estás diciendo es que hoy el cuerpo travesti no puede pensarse sino en función de la prostitución?
Totalmente: no puede pensarse sino es en función del mercado. Ese cuerpo, en cuanto se mantenga en esos márgenes, digamos, de utilidad de un mercado, por supuesto que está cotizado. Siempre digo que las travestis somos el deseo oculto de la burguesía capitalista, pero ¿cuándo seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria? Porque está bien que Lohana Berkins y determinadas travestis participemos de los partidos de izquierda, pero ¿qué pasaría si el secretario general de un partido de izquierda dice “te presento a mi compañera, Lohana Berkins”, con el mismo orgullo que yo he visto diciendo “te presento a mi compañera dirigente obrera, que luchó en Zanón o en Brukman”? No. Nosotras seguimos estando como ícono de la particularidad. Nosotras quedamos atrapadas en esa cosa del mercado. Y ahí se genera algo bien peligroso que la sociedad no quiere debatir y que en ese sentido se marca más en las travestis: eso de generar genotipos de personas solo para algo. Cuando, por ejemplo, se dan debates sobre la prostitución, ahí se ve lo que realmente la sociedad piensa. Lo primero que surge en torno a la prostitución es si la legaliza o no. Más allá de que este tema merece otro capítulo, lo que señalo es que nunca esos pedidos fueron propiciados por organizaciones de mujeres y travestis en situación de prostitución. Nunca fuimos nosotras a decir “queremos una zona roja”. Siempre lo dicen los otros. Y lo que expresan es algo bien concreto: porque así como en su momento la negritud era sinónimo de esclavitud, las travestis son para esta sociedad un genotipo de esclavitud sexual.
Lección de anatomía
¿Qué pasa con el cuerpo travesti cuando llega a un hospital?
Te contesto con una anécdota concreta. Un día, por un dolor de panza, voy al hospital, al servicio de gastroenterología. Como yo ya había hecho un escándalo en admisión para que me anotaran como Lohana, el primer diálogo con la doctora fue así:
-¿Tuvo abortos? ¿cómo es su menstruación?
-Perdón doctora, acá hay un problemilla: yo mujer no soy.
-¿Cómo que no es mujer? ¿Usted no es Lohana?.
-Sí, soy yo. Pero soy una travesti.
-¡Ahh! Entonces, ¡usted es un hombre!
Me lo dijo levantándose de la silla, como sentenciándome. Ahí le apareció lo policíaco de la medicina. Y aunque le expliqué que estaba equivocada, en la historia clínica escribió: “se niega a dar su nombre”. Y no me estaba negando a dar mi nombre, porque mi nombre es Lohana. La que se estaba negando a ver la realidad era ella. Ahí mismo me fui a hablar con el director del hospital, que me propone consultar la lista de médicos de esa especialidad así elegimos a la doctora más “simpática”. Le digo: “Perdón doctor. A mí me va atender la misma doctora que me atendió, pero bien. Si cuando yo me vaya se pone azufre y se rocía con agua bendita, es problema de ella, pero me tiene que atender. Porque sino le estamos resolviendo el problema a ella, no a mí.
¿Y tu dolor de estómago?
Tuvo que seguir esperando, porque me pasan a otra médica, divina, canchera, pos moderna, pero que no me revisó nunca. No podía relacionarse con el cuerpo de una travesti. Así que pasé a un tercer médico al que le dije:” Si no me vas a revisar, me voy ya”. Nunca indagaron la historia de mi cuerpo, si el haber estado presa influyó en mi salud, si las siliconas me las puse ilegalmente y en qué condiciones, si tomaba hormonas… Mi cuerpo era una cosa tirada ahí, seguía siendo violentado, invisivilizado, porque verlo era para esos médicos alterar, confrontar e interpelar todo un orden de lo aprendido. Es tan fuerte el pánico que producen nuestros cuerpos que absolutamente cancela cualquier diálogo.
¿Qué pone en evidencia el cuerpo travesti? ¿La inseguridad, la ignorancia, lo desconocido?
Creo que el travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo. Cuando las vecinos sensibles de Palermo reclamaron que saquen a las travestis de la puerta de sus casas, ¿a quién realmente querían sacar de la puerta? Al deseo de sus esposos. No pueden admitir que nosotras le pongamos el deseo en la puerta. Cuando una persona ve a una travesti, en realidad, no le molesta la diferencia sino la igualdad: qué me refleja, qué me está sacando a mí que me pone tan loca. Pensemos que una travesti nos enfrenta, incluso, a pensar en nuevas formas de reproducción. ¿Podríamos decir, por ejemplo, que un hombre ha parido un hijo? Sí, si pensamos que una persona que nació mujer y se convirtió en hombre sigue teniendo sus órganos reproductivos. Yo he visto una foto de un tipo de barba pariendo. Algunos dirán que está pariendo una mujer, pero su identidad es masculina. ¿Qué respetamos entonces para referirnos a esa persona: su identidad masculina o su anatomía femenina?
¿Cómo podríamos definir la subjetividad travesti?
Si yo me comparo con una mujer de mi edad, cruce racial y origen social, es evidente que la construcción de los cuerpos y las vivencias fueron absolutamente distintas y que esa diferencia nos van dando un tamiz sobre la vida absolutamente distinto. Es cierto que toda la sociedad, por ejemplo, está atravesada por la violencia. Pero si vos comenzás a hacer un trabajo empírico sobre esa violencia social, podés sectorizarla: los jóvenes pasan por esto, los ancianos por esto otro, las mujeres por aquello. Lo que hace sumamente grave en esta sociedad el tema de las travestis es que todas esas violencias juntas atraviesan sus cuerpos. Si a una travesti le preguntas ¿te encarcelaron?, te responde: sí. ¿Te pegaron? Sí. ¿Te violaron? Sí. ¿Te echaron de tu casa? Sí.¿Se te murió una amiga? Si. ¿Tenés Sida? Sí. Todas esas violencias juntas hacen muy pesadas estas historias. Nosotras somos identidades clocalizantes: toda la mierda debe ser puesta en nosotras. Pero no vemos esta historia de genocidio. Son generaciones enteras que están desapareciendo y la gente y funcionarios siguen pensando en función de que toda esa miseria no es real, es simbólica. ¿No hay mayor crimen que quitarle la niñez a alguien? En las travestis es lo primero que se hace. Una niña travesti es siempre alguien expulsado de su hogar, que a los 13 años ya vive en una comunidad con adultas que tenemos la vida hecha mierda.
¿Otra forma de violencia más sutil, que desactiva la rebeldía, no es la victimización?
Esto de la victimización termina siendo rasgo identitario muy fuerte, porque si vos perdés el discurso de la víctima perdés todo. Es otra de las consecuencias de la exclusión: la victimización termina siendo un rasgo identitario único. Un paso más fuerte es cuando esa misma víctima se convierte en sujeta de derecho. Nunca se nos puede quitar el derecho a denunciar que somos víctimas, pero no nos tenemos que quedar ahí. Vos tenés que revolucionar no solo tu propio sentido, sino también el sentido común de la sociedad. El Derecho debe ser interpretativo de la realidad. Si alguien dice “ya he sido puta y no lo quiero ser más”, el Estado automáticamente tiene que interpretar esa realidad. Lo que pasa acá es que no se lee esa realidad, se ignora. Nosotras tenemos que discutir nuevos derechos civiles y políticos, nuevas constituciones. Debemos participar generar, debatir, no permitir que el sistema siga funcionando así.
Modelos de mujer
¿Se podría decir que una de las características de lo travesti es esa visión performática de sus cuerpos?.
En realidad, la estética de todas las mujeres no es creación de las propias mujeres: es una creación de los varones.
¿Y la estética travesti no es una creación de los varones?
Es la estética que se impuso a las mujeres, sobre la cual las travestis hacen después su propia interpretación. La sociedad genera esos íconos. Lo travesti, entonces, no hace más que dejar en evidencia, bien demostrado, cuáles son esos íconos. En mi época, nuestro modelo era Moria Casán. A lo mejor si hoy una adolescente travesti tuviera que hacer una lectura de qué es ser una mujer, pondría de ícono a Pampita. Ahora, el porqué Moria Casan o Pampita son la estética de una trava no es un tema del trava, sino de la sociedad. Eso te da la clara evidencia de cómo el sistema capitalista genera iconos fuertes que atraviesan a cualquier adolescente y, por supuesto, también a las adolescentes travestis. Esos modelos van cambiando, pero forjan una identidad sobre lo femenino de la que nadie está a salvo. El agravante que tiene esta identificación es que ése cuerpo travesti sólo es valorizado en el marco del a prostitución. Y la prostitución es un condicionante muy fuerte. Por ejemplo, en cuanto a las prótesis. Si la que sube más (a los autos) tiene una de 400 es lógico que la otra se quiera poner una de 500. Ahí el que está definiendo ese cuerpo es el prostituyente.
Algo que llama la atención es que desde hace relativamente poco tiempo la sociedad está pensando a las travestis como una población. Inclusive para moverlas del Rosedal, ya no se las trata individualmente, sino como a una población a la que hay que destinar un sector concreto de la ciudad para que allí sean prostituídas.
Hay que diferenciar la prostitucion de las mujeres y de las travestis: lo único que nos une es que para una y otra el primer fiolo es el Estado. Otra cosa en el sistema prostitucional de Argentina y ahí sí hay diferencias: las travestis no somos atravesadas por el fiolismo, como sí lo son las compañeras mujeres. La explotación sí que es la misma. La otra vez compañera me dijo una cosa que me hizo ver la luz. Ella marcaba la contradicción del Estado argentino: por un lado, el Ministerio nos da los forritos para que nos cuidemos y, por el otro, ese mismo ministerio manda a la policía para que nos reprima. A mí me impactó su manera de señalar estas contradicciones en las políticas de Estado. Porque si el Estado te dice “cuídense del sida”, la pregunta siguiente es: ¿cuídense para qué? ¿Qué posibilidades de vida digna tiene esa compañera?, ¿puede ir al a escuela , cambiar de trabajo? Cuando nosotras vamos al gobierno con estos problemillas, nos dicen: “bueno, las vamos a capacitar”. Perfecto. Pero mientras se produce la capacitación, ¿yo le puedo exigir a alguien que se prostituyó hasta las 6 de la mañana que venga a las 10 a tomar el cursito de peluquería? Es indigno. Y esto habla a las claras del destino de muerte que rodea a la travesti. Esta cosa de la muerte, no solo real, sino de muerte cotidiana. Porque los modelos de identificación que encuentra en el día a día siguen siendo el de la puta. ¿O acaso cuando vas a una tienda o a un bar sos atendida por una travesti? Para ejercer los derechos los tenés que conocer, vivir, incluso para exigirlos tienen que ser una cosa posible. ¿Y qué es lo posible para una travesti más allá de la prostitución? Muchas travestis activistas somos altamente capacitadas, pero no somos contratadas. Un ejemplo: en el campo especifico del sida, donde hay mayor cantidad de dinero destinado a las travestis, esos recursos son manejados por las oenegés y sus técnicos, que después agarran a las travestis y le tiran unos pesos por mes para que salgan a la calle, repartan los forros y les recojan la información que ellos luego presentan para justificar sus trabajos. Nosotras somos llamadas para dar testimonio o para el cotillón. No somos vistas como fuerza productora de trabajo.
Como fuerza de trabajo son vistas en cuanto putas.
Exactamente. Cuando destrabemos eso, vamos a poder decir: “Mirá cuánto avanzó la sociedad”.
La sexualidad travesti
¿Podemos pensar el cuerpo travesti como un cuerpo en rebeldía?
Ojalá las travestis lo pensáramos al cuerpo como una cuestión revolucionaria. Nosotras no estamos a favor de ningún tipo de institucionalidad, pero también no se puede obviar los impactos negativos que produce la no institucionalización, ya sea por no tener acceso a un hospital, a la escuela, ni siquiera tampoco a ningún orden barrial, la salitas del barrio o el grupo de la cooperativa “El trapito feliz” de la villa. Los impactos negativos que produce la ignorancia también afectan la capacidad de rebelarse. Para entender, por ejemplo, que la identidad no puede ser construida solo a partir de un cuerpo. El creer que ser mujer es tener una súper teta. Por ejemplo, cuando nostras hacemos los talleres damos una silueta de una modelo divina, ninguna discute ese cuerpo. Y cuando les decimos “vístanla”, todas la visten como puta, con medias caladas, botas bucaneros, polleras cortas. Yo les digo: chicas, las mujeres tiene sabor, olor , color, dolor.
Cuando ustedes están construyendo ese cuerpo ¿qué pasa con el pensamiento, con el alma, con el lenguaje? Va en conjunto con la transformación del cuerpo, o primero va el cuerpo, y después el pensarse, mirarse, decirse?
Absolutamente esa es la parte más fuerte que pasa con el travestismo. Generalmente, por cuestiones económicas y técnicas, comienza con el cuerpo, que muchas veces es modificado aun en la más tierna niñez. Esta exigencia de la corporalidad, de la definición corporal, es prioritaria porque la sociedad todo el tiempo te está pidiendo que te definas. Ellas acceden entonces a esta cuestión de transformar el cuerpo y no se pueden pensar a sí mismas, qué es lo que son y qué quieren ser. A mí me pasó que, tras mucho años de ser portadora de este cuerpo, recién empecé a pensar hace relativamente poco sobre lo que esa transformación significa. Si este pensamiento se hubiese producido al inicio de mi vida nada de lo que me hice, nada, lo hubiese realizado. Lo hubiera hecho en otras circunstancias, con otros cuidados, sin duda. Pero aun si no hubiese podido acceder a esa transformación, lo mismo yo seria Lohana Berkins. Hoy sé que si yo mañana me saco las tetas, me corto el pelo, sigo siendo Lohana Berkins. No podemos creer que solo puedes ser travesti con ese cuerpo. Eso es lo fuerte que nos ha pasado. Y no estoy siendo moralista: que cada una se haga lo que quiera, pero porque lo quiere, no porque se lo están exigiendo o por esta tremenda creencia que sin ese cuerpo no hay nada.
Algo de cruda realidad hay en esa elección: sin ese cuerpo no hay destino en la prostitución.
Eso es algo que se ve en los propios deseos. Cuando le preguntas en un taller qué quieren ser, te contestan: travesti. O mujer. Quedan tan atrapadas en esa ficcionalidad, y en esa cosa de ser solo travestis. Recién después de mucho trabajo, salen otros deseos: maestra, bailarina, médica. Nosotras lo que le tratamos de lograr es que las travestis comiencen a aceptarse a sí mismas. Y en ese sentido, una cosa muy particular es el truqui.
¿Qué es el truqui?
Es el arte de esconder el pene. Algo tortuoso, que te lastima, pero que se transformó en una exigencia para crear la ficción de que somos mujeres. Y no: somos travestis.
Eso lleva a un tema clave: ¿cuál es la sexualidad de la travesti en cuanto a su propio deseo? Porque a las mujeres, por ejemplo, una llave muy preciosa para nuestra propia conquista del deseo es la masturbación. ¿Esto es algo que forma parte de la sexualidad travesti?
Es algo que no puede formar parte en tanto te digan: sos mujer. Eso inhabilita no sólo tu realidad, sino tu posibilidad de goce. El aceptar nuestro cuerpo, y decir que tenemos un pene es maravilloso, porque eso es ser una travesti. Aceptar el cuerpo como es y las funcionalidades de ese cuerpo es algo muy difícil si estás atrapada en el universo de la prostitución. Si te obligan a hacer veinte cosas para que el tipo no se de cuenta de que vos tenés un pene, entonces, ¿porqué no buscan a una mujer? Si venís conmigo, deseame en mi integridad, gózame y déjame disfrutar a mí, porque sino me estás obligando a seguir siendo la geisha de la prostitución. Y esto no tiene nada que ver con la orientación sexual o la identidad de género. Esto es poder amar su propio cuerpo.
La cooperativa
Para pensar esos cuerpos como cuerpos productivos, más allá del mercado del sexo, se están organizando en una cooperativa. ¿Cuál fue el origen de ese proyecto?
Una de las crisis que nos agarró era ver que si bien nosotras habíamos avanzado en mucha cosas, la gran mayoría sigue viviendo de la prostitución. La gente ya ve bien que nosotras nos sentemos en una mesa de debate, pero no le importa de dónde secamos el dinero para sobrevivir, a cuántos tipos tuvimos que aguantar, a qué violencia nos expusimos. Así que les dije a las chicas: ¿qué está pasando? O estamos transmitiendo algo mal, o no se nos está entendiendo. Paremos y veamos cómo nosotras nos hacemos cargo de nuestra entrada económica, de empezar a debatir en esta cultura totalmente patriarcal porqué no se nos ve como productora de fuerza de trabajo. Y se nos ocurrió esto de la cooperativa. Así comenzaron a aparecer las ideas. Un día Hebe de Bonafini me invita a su programa de radio, se enteró del proyecto y nos dijo que nos amadrinaba. A partir de ahí todo el proceso fue sumamente interesante para ambos lados: para nosotras y para cada funcionario ante el cual teníamos que hacer un trámite.
¿Cuáles son tus miedos frente a esta nueva experiencia?
Yo le tengo miedo al Estado. A mis compañeras no. Toda la vida conviví con compañeras mujeres en calabozo y el conflicto siempre estuvo a punto caramelo y, sin embargo, siempre encontrábamos la forma de resolverlo. La ética de la puta a mí me conduce en toda la vida, por eso nunca tomo una discusión en términos personales. Una crece, y el crecimiento produce mucho miedo, pero no me asusta ese tipo de tensiones porque todas aprendimos a rescatar el valor de la convivencia y el afecto.
Nota
El gobierno en una foto: los dueños de la Argentina

La foto y las sonrisas podrían ser un emblema de la época. Ocurrieron el 17 de diciembre de 2024 en el hotel Palacio Duhau-Park Hyatt. (Por Sergio Ciancaglini)
De creerse en los trascendidos a la opinión pública, el ministro Luis Caputo, alias Toto, dio cuenta en ese almuerzo de un pollo al horno con puré. Es un plato difundido en estas curiosas tierras, que tal vez Caputo no encontró en fugas anteriores, desparramado en playas cariocas tras “fumarse” 15.000 millones de dólares de reservas “irresponsable e ineficientemente”, según lo denunciaba el entonces panelista televisivo Javier Milei.
En la foto se ve al actual ministro de Economía junto una serie de personas que en cualquier otro ámbito podrían ser confundidas con jubilados salvo por los trajes, las cuentas bancarias y las prótesis: Luis Pagani de Arcor (primer productor mundial de caramelos y otros productos que no aplican como alimentos); Héctor Magneto de Clarín (que definió a la presidencia de la Nación como “cargo menor”, aunque luego lo desmintió sin éxito ante la versión original del maestro Chiche Gelblung); Sebastián Bagó de los laboratorios ídem; Federico Braun de La Anónima (quien reconoció que lo suyo es “remarcar todos los días” como actitud ante la inflación); Alejandro Bulgheroni (de Pan American Energy); Cristiano Rattazzi (reconoció que gracias a las actuales políticas la gente come menos carne, pero él también, mezclando pobreza con tips vegetarianos); Carlos Miguens del grupo ídem; Paolo Rocca de Techint, instalado financieramente en la guarida-ducado de Luxemburgo para no pagar impuestos; y Jaime Campos de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) promotora del encuentro y diversas actividades cobijadas en una metódica penumbra. No estaba el presidente: no hacía falta.
Había otras mesas que reunieron un total de treinta y tres comensales, tres de ellas mujeres. Había un Blaquier, un Roggio, un Pérez Companc, un Roemmers, y hasta un Duhau (no Park Hyatt), entre tantos. No estaba el más rico, Marcos Galperín, un Elon Musk all uso nostro, emigrado al Uruguay para aliviar impuestos, quien de todos modos fue designado en la Mesa Ejecutiva de AEA junto a Magneto, Pagani y Rocca, por ejemplo.
Había allí más riqueza reunida que la que posee en conjunto gran parte de las millones de personas del país que intentan seguir aferradas a una supuesta pirámide social que no derrama hacia abajo dinero y bienestar sino escombros y residuos. Afuera del hotel, cuentan, había gente ansiosa por ver qué pasaba dentro. No por AEA, sino por la posible aparición ante sus fans de Luis Miguel, huésped del lugar e intérprete de canciones que entre estos adultos mayores podrían haber encontrado coro. Por ejemplo, “Dame”.
Antiguamente se mencionaba a este tipo de personas como dueños del país, capitanes de la industria y otros epítetos menos glamorosos. Hoy muchas de esas empresas están trasnacionalizadas y los ex dueños mutaron a CEOS. Había en otras eras emblemas como Franco Macri y Carlos Bulgheroni. Este último, fallecido en 2016 a los 71 años tras convivir desde los 28 con un cáncer de ganglios, es un símbolo: negoció con todas las dictaduras, con gobiernos democráticos, con Occidente, con China y hasta con los talibanes por un gasoducto de Las Mil y una noches, que jamás llegó a construir. Se le conocen pocas frases: “Somos los cortesanos del poder”, y “Los gobiernos pasan, nosotros quedamos” entre las icónicas.
Los comensales del Duhau tomaron lo que Bulgheroni y también el Macri originario enseñaron. Al menos desde los tiempos de la dictadura lograron que los gobiernos les entregaron todo o casi. Muchos se enriquecieron inoxidablemente gracias al Estado, y supieron enriquecer a militares y funcionarios con los porcentajes correspondientes. Pero a estos empresarios nada, nunca, les resultó suficiente: “Será que no me amas” cantaría el huésped del Duhau. Los gobiernos pasan, ellos quedan. Para la población los resultados de tanto poder acumulado por estos señores en las últimas décadas están a la vista.
Según las crónicas más serias (La Nación, por ejemplo, que tenía entre los convidados a Julio Saguier, presidente del directorio del diario), el ministro Caputo “contó que la genialidad fue bajar la tasa de interés”.
En el marco del autopercibido mejor gobierno de la historia, las palabras de ese coloso rock star trasuntan cierto nerviosismo oficial, un trastorno obsesivo compulsivo de alabarse a sí mismo. Pueden parecer reacciones diagnosticadas por un conocido refrán español: “Dime de qué presumes, y te diré de qué careces”. El gobierno presume de un éxito económico inigualable, de un apoyo social inédito, de un crecimiento económico deslumbrante. Lo mismo ocurrió en su momento con otras experiencias como las de Martínez de Hoz, Menem y Macri, por poner una letra.
El autoelogio oficialista deberá confirmarse o no más adelante, de acuerdo a los designios a veces astrológicos de la familia gobernante y su entorno, que evocan también a otra etapa que se autopercibía como exitosa, comandada por José López Rega (a) el Hermano Daniel, promotor de la idea de Argentina Potencia, del Rodrigazo y recordado, además, por la creación de la Alianza Anticomunista Argentina (o Triple A).
Volviendo al Duhau, los invitados dijeron a Caputo a través del señor Campos lo que repitieron de distintas formas a todos los gobiernos anteriores:
“La AEA, conformada por empresarios que lideran empresas muy importantes de nuestro país, quisiera expresarle hoy el compromiso de todos sus miembros de trabajar para que la Argentina deje atrás décadas de estancamiento y se encamine definitivamente en la senda del desarrollo económico y social”.
La pregunta podría ser: ¿quién les pide tanto? ¿O será como tantas veces, un oficialismo producto del viento a favor, para finalmente descartarlo? Por ahora, solo sabemos que terminó una parte del juego que continuará en este 2025. Tiempo para desearnos un feliz año, aunque esta vez –con todo tan dado vuelta– podría ser prudente plantearlo al revés: que todos tengamos un zilef oña.
- ActualidadHace 2 semanas
Marcha nacional antifascista y antirracista: a moverse
- NotaHace 2 días
Lohana Berkins: recuerdos del futuro
- #NiUnaMásHace 4 días
Otoño Uriarte: cuando el tiempo que pasa es la verdad que huye
- Pueblos originariosHace 4 semanas
El show de Bullrich que no fue, la reivindicación mapuche que sigue
- ActualidadHace 2 semanas
30 preguntas desde la comunidad travesti a nuestras disidencias: un llamado a la acción y la autocrítica
- ActualidadHace 2 semanas
La actualidad en una foto: la sillicolonización del mundo
- #NiUnaMásHace 2 semanas
La actualidad en una foto: los privilegios del poder
- ActualidadHace 3 semanas
Abrazo al hospital Laura Bonaparte: la locura del modelo