Nota
Una tarde (sin rejas) en el Parque Lezama
Esta la madrugada el Gobierno de la Ciudad intentó enrejar parte del Parque Lezama, en obra hace 8 meses, pero los vecinos reaccionaron rápido: ya a la mañana habían parado las obras, tirado las rejas y logrado una reunión con el Ministerio de Espacio Público. Aunque más tarde los funcionarios aseguraron que “la decisión (de enrejar) ya está tomada”, más de 100 vecinos cortaron la calle Defensa y en asamblea decidieron sostener guardias y realizar un festival artístico para seguir evitando, como desde hace dos años, que se enreje el parque.
Denuncio y enrejo
El mismo día en que sobreseyeron a los responsables de la represión en el Hospital Borda (30 heridos y ocho detenidos, incluyendo internos, médicos y periodistas), el gobierno de la Ciudad intentó enrejar el Parque Lezama. La coincidencia, sostienen los vecinos, no es una cuestión de calendario, sino que se corresponde con todo un avance sobre el sur de la Ciudad de cambios urbanísticos, construcciones inmobiliarias y de transporte público que los vecinos rechazan. “Acá en frente”, señala alguien el ex edificio de Canale sobre la calle Martín García, “van a mudar las oficinas de Espacio Público”. La casualidad del ejemplo es parte de toda una mudanza de oficinas gubernamentales al distrito sur, junto con la tendencia de facilitar zonas donde las empresas se instalan y gozan de no pagar impuestos (distrito tecnológico, de las artes), el nuevo metrobús, y – los vecinos agregan- desalojos y la compra de casas, fábricas antiguas y terrenos para el desarrollo inmobiliario siempre especulativo.
Pero las plazas enrejadas no son sólo patrimonio del sur, y la disputa con la Asamblea del Parque Lezama viene desde hace dos años y tiene hitos recientes.
Las nuevas rejas las descubrió Juan, que saca a pasear a sus dos perros todos los días a las seis y media de la mañana, que avisó a Mauricio, que llamó a Eva, que le dijo a Carolina, y así se fue tejiendo la red de vecinos que antes de las 10 de la mañana logró parar las obras. El parque está en obra desde junio del año pasado, perimetrado por vallas que impiden el acceso, pero se suponía que adentro sólo se estaban realizando tareas de parquización y no de enrejado, ya que ése había sido el acuerdo entre los vecinos y Diego Santilli, el ministro de Espacio Público. Sin embargo, en una reunión que mantuvieron hoy mismo los vecinos con responsables del Ministerio, los funcionarios dijeron que el acuerdo de no enrejar había sido hace un año y medio y que ahora tenían razones para empezar a hacerlo. La más determinante: una denuncia por vandalismo que presentó el propio subsecretario de Uso del Espacio Público, Patricio Di Stéfano.
Por qué no
Los vecinos llegaban a medida que podían: cuando salían del trabajo, de dejar los hijos con algún abuelo o interrumpir lo programado del día para responder a la alerta: quisieron enrejar el parque.
Las antenitas están paradas desde hace dos años, cuando formalmente empezó a haber movimientos – de todo tipo- para “poner en valor” el Parque Lezama. Estas maniobras, aseguran los vecinos, fueron precedidas por otra estrategia que puede llamarse “dejar venir abajo” el parque, y así poder justificar la necesidad de obras. “De pronto el Parque se quedó sin luz de noche, sacaron las guardias, dejaron de arreglar los monumentos”, enumera Eva sobre el abandono. Paralelamente, ciertos vecinos denunciaron – en general frente a las cámaras y no en la comisaría- actos de vandalismo y robos como parte de un aumento de la delincuencia justificado en el deterioro del parque. El propio ministro Di Stéfano radicó una denuncia en septiembre del año pasado, por el supuesto robo de una estatua del parque, que recién se hizo pública el 26 de enero a través del diario La Nación. La nota surtió un golpe de efecto mediático que agitó una discusión que parecía zanjada con la promesa de Santilli. Y Di Stéfano siguió a la cabeza de esta revancha por la instalación de las rejas: “Es clave cerrarlos para reducir la cantidad de daños, como el robo de piezas escultóricas, los grafitis, la rotura de juegos o bancos, o el destrozo y la quema de tachos, entre otros”, dijo.
Los vecinos de la asamblea no sólo discuten este insostenible argumento, sino que enumeran razones concretas de por qué no quieren rejas:
-“No queremos que el Parque cierre a las 8 de la noche; acá venimos a cualquier hora”
-“Esta plaza es especial porque es un barrio con población de bajos recursos, con muchos niños, cuyo único lugar de juego es este parque”
-“No podemos pagar un club, ni un aire acondicionado, ni hay otro parque cerca”
-“La plaza es nuestra y no del Gobierno de la Ciudad”
-“Si hay asaltos o vandalismo, las rejas no solucionan nada”
-“Las rejas son el primer paso para después abrir negocios privados como restoranes dentro de los parques”
-“Poner rejas es un negocio en sí mismo”
-“Hace 70 años que el parque está así”.
Es conveniente aclarar que los vecinos no son fóbicos al cambio, ni es que están a favor de la inseguridad, ni siquiera están en contra de las obras que el gobierno incluso ya está haciendo, sino de las rejas. Tal fue el acuerdo al que arribaron con el responsable de Espacio Público, Diego Santilli, hace un año y medio, quien se comprometió de palabra que no enrejaría el parque porque respetaba la voluntad popular. “Claro, ¿cómo vamos a confiar en su palabra?”, achaca ahora otra de las vecinas.
El parque fue cerrado en agosto del 2014 para dar comienzo a obras “de parquización”, algunas que ya se ven: nuevos juegos para los chicos, estaciones de fitness para los grandes, un canil para los perros y otras obras obras más arquitectónicas que paisajísticas. “Sacaron muchísimo verde, talaron árboles y en cambio agrandaron los senderos. Ahora no es un parque, es un paseo”, define Eva, una de las voceras de la asamblea, sobre los cambios.
Cuestiones de gusto al margen (o no), el descubrimiento de Juan hoy a las seis y media de la mañana significó para la Asamblea la rotura de un pacto que mantenían con el ministro Santilli. La explicación que encontraron antes antes de reunirse con funcionarios del Ministerio (y que dieran sus propias explicaciones) se basaba en un rumor: habían cambiado los responsables del área. El nuevo patrón del Parque Lezama se llamaba Antonio Di Stéfano.
Verano sin parque
Los 8 meses de obra significan que los vecinos no pueden acceder a la mayor parte del parque, ya que unas rejas de construcción lo rodean desde las calles Martín García, Almirante Brown, Brasil y Defensa. “¡Justo en verano!”, es el lamento de muchos de los vecinos que hoy relataban que no se fueron de vacaciones, no tienen donde pasear, tomar aire ni tampoco aire acondicionado.
La licitación pública 506/2013 estipulaba que las obras terminarían la primera semana de diciembre del 2014. “En Parque Centenario, que es bastante más grande que este, las obras llevaron 3 meses”, dice Mauricio García, otro de la asamblea. Por este y otro tipo de irregularidades los vecinos formaron – además- una comisión que monitorea los detalles de la obra y hoy reclaman, entre otras cosas, una respuesta al pedido de informes que hicieron en novmebre sobre el por qué de las demoras. De manera informal, desde el Ministerio aseguraron que el nuevo plazo es el 15 de marzo.
Este juego de postergaciones – a sugerente ritmo electoral- tiene en vilo no sólo a los que solían pasar sus tardes de verano en el Lezama, sino a quienes, directamente, trabajaban allí. “Desde que están en obra, a los feriantes nos mudaron a un lugar horrible cerca de casa amarilla”, relata una de las voceras de la feria del Lezama, que solía bailar tango y atraer turistas. Ella fue una de las que, gritando, propuso en la asamblea realizar un festival para el día 15 de marzo en que, supuestamente, deberían estar terminadas las obras. “Por el ritmo que vienen, no creo que terminen, entonces queremos meternos adentro y hacer un festival como otra forma de presionar para que terminen las obras”, dice.
Por ahora, dentro del parque hay un asentamiento con materiales de la constructora MAVISA S.A., a cargo de las obras, y algunos agentes de la Metropolitana, aunque en rigor esa zona es juridiscción de la Federal, que apenas aparece.
A desenrejar
Hoy a la mañana, entonces, alertados por Juan, los vecinos tiraron las endebles rejas de construcción y se metieron metros adentro donde estaban poniendo las rejas definitivas que cortarían el Parque en dos: según los planos que alguna vez vieron los vecinos, el polémico enrejado abarcaría desde la zona de los juegos de chicos que se ve desde Martín García, rodeando la barranca hasta la calle Almirante Brown. Quedaría despejada, así, una pequeña porción sobre Martín García y otra parte sobre Defensa, donde antes había una cancha de fútbol y ahora un canil.
Los obreros de la empresa Maviasa se retiraron al ver entrar a los vecinos, que fueron llegando en cada vez más número. Llegaron también agentes de la Metropolitana, unos diez, aunque en tono pacífico y de averiguación. Los vecinos fueron por más: a eso de las 3 de la tarde habían sacado gran parte de las rejas perimetrales de Martín García y Defensa, abriendo nuevamente, después de 8 meses, su Parque Lezama.
A medida que otros vecinos empezaron a ver que el parque estaba abierto, y que había gente en el medio, y que había rejas tiradas, se empezaron a acercar. A las 3 de la tarde eran unos 30, a las 5 ya eran 50 y terminaron siendo más de 100 cuando cortaron la calle y se armó una asamblea a las 18.
Pocos efectivos de la Metropolitana siguieron los movimientos durante la tarde, por lo que no hubo situaciones de tensión. Fundamentalmente, se logró una esperada reunión con el Ministerio para que de explicaciones, se debatió quiénes irían, se rellenaron con tierra los huecos dejados por las rejas arrancadas, se presentó un fotógrafo que dijo ser de Clarín, sacó cuatro fotos y en menos de 2 minutos se marchó, otro cronista de La Nación que habló primero con la Metropolitana y luego con los vecinos, y radio Nacional y Radio Sur que entrevistaron a algunos vecinos más seriamente. Más tarde, sobre el corte de calle, se sumaron los canales de televisión.
El plato fuerte del día significó la reunión que mantuvieron tres integrantes de la asamblea y un abogado asesor con 5 funcionarios de Espacio Público. La decisión de cortar la calle Defensa – y no Martín García, “para no joder tanto a los vecinos”- ya había sido tomada y era independiente de los resultados de lo que, se suponía, sería la negociación. No fue tal cosa: los funcionarios del Gobierno dejaron hablar a los vecinos, y luego hablaron Antonio Di Stéfano y Nicolás Quintana, director de Espacios Verdes de la Ciudad. La reunión duró una hora y diez minutos, de las 5 hasta las 6:10 en que los vecinos que fueron a la reunión volvieron aparecer en el Parque. En ese momento otros cien cortaban la calle Defensa. Se armó una asamblea improvisada en la que contaron los resultados de la reunión, resumidos en cinco palabras que decepcionaron: “La decisión ya está tomada”.
Se pasó una lista de contactos para alertar ante cualquier movimiento extraño.
Se habló una grilla de horarios para hacer guardias de a cuatro personas que custodien las obras.
Se determinó que, desde mañana, todos los días habrá asamble a las 18 de la tarde en el monumento principal.
Y que entonces, día a día, seguirán discutiendo las medidas que hagan realidad la verdadera decisión ya tomada: “No vamos a dejar que enrejen el parque”.
A eso de las ocho de la noche, los vecinos liberaron la calle y volvieron al Parque Lezama a disfrutar lo que quedaba de la tarde, como no hacían desde hace ocho meses.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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