Sigamos en contacto

CABA

La tempestad

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Miguel Benasayag analiza la que se viene. Las elecciones de Argentina y los atentados en París se cruzan en esta charla sobre el miedo y las mutaciones del presente, los terroristas y Monsanto, la tecno-ciencia y la dictadura. Psicoanalista, filósofo, neurocientífico e investigador social, Benasayag mezcla sus saberes para arriesgar qué podemos hacer.

La tempestad

Miguel Benasayag y Angelique Del Rey con su hija Sara Luna.

Miguel Benasayag ha pasado un mes en Buenos Aires  durante los días previos al balotaje. Nuestra última cena fue en el departamento porteño de Miguel, al que propone ingresar sin zapatos. Descalzos, entonces, jugando con las pequeñas hijas de Miguel y Angelique Del Rey, con quien ha escrito su último libro, El compromiso en una época oscura.

Miguel estuvo detenido y fue torturado en las cárceles de la dictadura. Cenar pollo orgánico acompañado por quia salteada preparada por Angelique, rodeados de nuevas vidas representa, entonces, la celebración de algo conmovedor: el triunfo de la vida sobre el terror.

Cerrábamos así un encuentro que había comenzado con una reunión con todos los integrantes de nuestra cooperativa. Estábamos tristes y de duelo: habían asesinado a puñaladas a nuestra querida amiga Diana Sacayán, una de las mentes más brillantes del movimiento trans argentino.  Miguel nos encontró sumidos en esa mezcla de desconcierto y dolor, aturdidos.

Lejos de consolarnos, nos retó.

Nos sacudió con las palabras justas, nos ubicó de nuevo en nuestra ruta y nos devolvió, así, el empuje que la tristeza nos había arrebatado, junto a la vida de Diana.

Miguel llegó a París y pocos días después ocurrieron los atentados que dejaron un saldo de 124 muertes incomprensibles, tremendas, siniestras.

Durante esos días las comunicaciones fueron las que imponía la situación: saber cómo estaban, comentar las derivaciones políticas que el miedo impondría, la interferencia en nuestro trabajo de construir lazos. Miguel nos contó que su hija mayor estaba justo en ese momento cantando en un local cerca de una de las masacres, y que en medio del show irrumpió una mujer con el abdomen perforado por los tiros.  Esa imagen se impregnó en su sentido del momento, como en nosotros al imaginarla.

En el medio, en Argentina triunfó “el cambio”.

Esta semana, me cuenta ahora Miguel por teléfono, tuvo una reunión con un grupo que trabaja en la periferia parisina. Conocían a personas que habían muerto en los atentados, estaban aterrados, desconcertados.

En lugar de consolarlos, Miguel los retó.

Todo este contexto es para explicar esta primera pregunta.

¿Te das cuenta de que con muy poca diferencia de tiempo tuviste que hacer lo mismo en Buenos Aires y en París?

Partimos de la extrañeza de que en un momento dado tenga que hablarle a los amigos así. Decirles: “Bueno, acá hay que bancarse algo”. No se puede ceder al terror. Mataron a Diana. Entonces les digo a los compañeros de MU: esto es lo que está pasando, esto no es un accidente. Mataron a los vecinos de mi barrio en París: también eso es lo que está pasando y no es un accidente. Me encuentro así en un momento en el que uno no puede decirle a sus amigos, a la gente que uno quiere, “bueno a ver qué pasa”, o lanzarles un discurso psicologista del tipo “esto te reactualiza un trauma de chiquito”. Ni tampoco puedo decir, como el mili-infradotado: “esto es la culpa del sistema y hay que hacer esto y aquello…”. Es un momento en el que uno tiene que decir: va a haber que bancársela, porque acá no hay un afuera de la situación. Llego a Francia, y unos días después, bum, estos atentados terribles contra todos los jóvenes que caminan en mi barrio, con mi hija cantando en medio de los tiroteos. Eso implica que se pudre la mano con respecto a todo nuestro trabajo de crear un espacio donde no se trate de franceses ni inmigrantes, sino de solidaridad, y todos los etcéteras que eso implica. Por poner un ejemplo, tratar de ayudar a los amigos que quieren crear una Teología de la Liberación en el Islam. Todo eso de repente es atacado, perforado por esos balazos. Entonces me encuentro con trabajadores sociales de la periferia parisina, y me doy cuenta que lo que quieren es que les haga de mamita psicóloga : “Cómo sufrieron mis queridos” . O que me comporte como el estúpido visionario y les diga: “Ahora la historia pasa por allá y por acá”. Y la única posición que puedo tener -y la que pienso que tenemos que tener- es la de pensar lo siguiente: no estamos afuera de la situación, en nada estamos afuera… Acá se formaron muchas células psicológicas para contener a la gente que estuvo en los atentados, y digo: ¿desde dónde un psicoanalista escucha eso? ¿De dónde él tiene un afuera que le permita mirar eso como un objeto? No tiene ningún afuera, más allá del que le da la típica cobardía mayoritaria en mi gremio. Con Angelique nos dijimos: acá hay una situación nueva, hay que tener cuidado, ver qué pasa. Uno está en el barco y el barco se está sacudiendo muy mal. Hay gente que se cayó del barco, pero uno está todavía arriba sin protección. Pero a pesar de todo uno trata de decir: no hay que volverse loco, hay que poder ver hacia dónde se va. La cuestión es cómo crear algo concreto, sólido, dentro de la tempestad. A mí me emocionó muchísimo observar, cuando hubo una tempestad terrible en París, cómo se habían volado a la mierda los nidos de los pajaritos. Y claro, ¿qué es un nido de pájaro? Una cosa súper frágil que está, en un equilibrio totalmente inestable, colgando de un árbol. Pero para los pichones eso representa una estabilidad en medio de la fragilidad. Y como la mayor parte de los nidos no se caen, los pajaritos viven un momento de estabilidad, sin que esa estabilidad se pase en un mundo sin fragilidad. Toda estabilidad estructurante, todo lo que puede llegar a ser consistente, que puede llegar a proteger la vida, no puede construirse desde el cemento. No existe un mundo-cemento. Un mundo-cemento es un mundo de muerte. La posición ética hoy en día tiene que ser esa: ser conscientes de la fragilidad.

En medio de esta tempestad, ¿de qué te agarrás para no caer del barco? Entiendo lo de no construir desde el cemento, pero, ¿de dónde sacás coraje sin convertirte en un aparato, sin blindarte?

Hay que entender el miedo total que está invadiendo a los franceses, el sentimiento de miedo y resentimiento que invade a los argentinos frente a este hecho histórico que representa la primera vez que la derecha dura gana las elecciones. Y hay que entender que estamos viviendo una época de mutación total. Ya no se trata de no saber, sino directamente de no tener la más pálida idea de qué va a ser/pasar. Inclusive, físicamente todas las mutaciones, los cambios de lo vivo, incluido el humano y su cultura, está mutando. Hay un sustrato de mutación tal que, efectivamente, no puede no crear un cimbronazo de miedo. Eso, por supuesto, tiene sus dimensiones y corolarios, que son las guerras sin sentido. La guerra de liberación de Argelia era horrible, con sentido. Nadie dice que los argelinos eran santos ni que los franceses eran santos, pero hay un sentido que permite una lectura. Hoy en Siria no hay lectura, porque mismo cuando uno trata de tener una lectura por intereses económicos, como les gusta tanto a los marxistas, ni siquiera desde ese punto de vista tiene un sentido. Y ese miedo que provoca el sinsetido, de repente, se encarna con los terroristas. Es como si se cristalizaran en 8 personajes vestidos de negro y con la cara tapada, todos esos miedos telúricos, trascendentes. Y es como si fuera bienvenido. ¡Welcome! Porque es muy paradojal lo que dicen los franceses: a este enemigo no se le ve la cara. Pero es totalmente al revés: ahora finalmente le vemos la cara. Porque la cara del enemigo tiene hoy un lado real y un lado engaña pichanga: Monsanto mata mil veces más que el terrorista, pero con los terroristas volvemos a la idea de que “el mal” está hecho por hombres con libre arbitrio. Eso les encanta a todos los intelectuales pajeros, digamos, no a las personas comunes. Les encanta a los intelectuales pajeros, digo, porque si hay terroristas podemos pensar que si el mal está dirigido con una intencionalidad humana, el bien también. Entonces estos actos terroristas les permite poner en pausa, hacer el recreo, ignorar lo que hoy está pasando en París, que es la conferencia del clima. Y eso no lo maneja nadie. Por supuesto que hay gente que se beneficia del desastre climático, pero no lo pueden manejar ni ellos.

En medio de eso, ¿qué hacemos?

No hace falta gente que prometa pavadas porque nadie puede tener una información o una mirada desde afuera de barco. Ni tampoco hace falta aumentar el terror, ni hacerle creer a la gente que el terror tiene que ver con sus vidas personales. Hace falta que algunas y algunos podamos apostar a la vida. Es una apuesta de decir: “no es cierto que todo es un mambo, no es cierto que lo único que se puede desear es ser un bárbaro para proteger a mi tribu”. Es necesario que un mínimo de mujeres y hombres apuesten a que capaz, a pesar de todo, la vida es otra cosa. Creo que es ese el nivel más alto de racionalidad posible de la emancipación hoy. No hay nada más que podamos decir que eso. Que un grupo de mujeres y hombres, rompiéndose el culo, porque es un laburo titanesco, apostemos a que “capaz que no”. A que la vida no es solamente este caos. ¿Qué es lo que a uno lo consolida? Entre la materia y la antimateria no puede haber simetrías, sino no hay mundo. Entre el amor y el odio no puede haber simetrías, sino no hay mundo. Tiene que haber un poquito más de amor que de odio… Digamos que en mometos así lo que nos sostiene es la historia, es el amor, son las experiencias de pueblos en lucha, de abrazos, de amistades, de arte, de belleza, todas cosas que nos dicen que no todo es lo mismo. Nadie es un santo. Todos tenemos lados chotos, pero el asunto es que hay algunos que tratamos que durante las 24 horas del día sean solamente pocos minutos donde el lado choto se manifieste. Ahora, eso tiene que hacerse con alegría. Para mí es una alegría. Es una alegría llorona: me la paso llorando porque quiero amiguitos, quiero cómplices … Y los encuentro cuando logro hacer asociaciones que logran que una especie de organismo multidimensional pueda existir. Hace tiempo que me di cuenta que no todo el mundo puede hacer todo. Y que entonces, dentro de esta tarea de proteger la vida, hay que hacer lo que uno sabe hacer. No hay que pedirle a todos que tengan un sentido social, solidario, que sepan entender la complejidad, ser corajudos: no. Uno puede ser cobarde e integrar este organismo, porque sabiéndose cobarde se protege en este organismo; el otro puede ser muy inteligente, pero faltarle práctica. Y esas son las dimensiones en cada uno compone este organismo que estamos permanentemente de crear y recrear.

¿Cuál es el mayor peligro?

Que no haya masa crítica de mujeres y hombres que apuesten a la vida y que, entonces, no haya relación de fuerza contra la destrucción. Es por eso que toda persona que sabe hacer algo no tiene que quedarse haciendo lo que sabe hacer, sino que tiene que buscar a dónde tiene que estar: su lugar. El peligro es que la dislocación, la descomposición, vaya demasiado rápido.

Y eso es lo que notás: que va muy rápido

Sí. Es una época muy, muy exigente, donde hay que inventar en permanencia vías pragmáticas que no sean dogmáticas, para poder abandonarlas cuando no andan. No hay que preguntarse qué es lo que puedo hacer, hay que preguntarse qué es lo que hay que hacer. Y con lo que uno puede hacer, asociarse al organismo donde uno ponga el hombro.

¿Digamos que es un momento incómodo?

Y es un momento magnífico a la vez. Es decir, hay que desviar la mirada del yo, de la persona que uno es y pensar qué es lo que hay que hacer. El asunto no es el yo, el asunto es cómo uno debe incorporarse al organismo que corresponde al desafío.

¿Es un momento de trascendencia?

Es más allá de mí, más allá de hoy. Es más allá de mí, entonces no tengo que pararme en mí. Y es más allá de hoy, por más que hoy sea oscuro. Eso también exige un poco de humildad con respecto a lo que un individuo puede entender. Hay que entender que no se puede entender. Es una especie de práctica muy difícil, sobre todo para los intelectuales y los militantes, eso de ser consciente de que hay cosas que no podés entender. Hay localmente cosas que son claras, pero con respecto a que hay mañana, es una apuesta. No puede ser una conclusión.

Si hoy vivimos una guerra entre lo vivo y lo destructivo, también vivimos una guerra entre el miedo y ¿qué?

Y el aguante. El coraje es eso: aguantar. ¿Y cómo aguantás? Aguantás desde algo que no te pertenece y que es la apuesta de que no tenés que creerte que todo terminó. Uno aguanta desde esa apuesta, que es pura dinámica, pura vida, puro deseo… Es cierto que cuando uno aguantó muchas veces va teniendo un poco más de valor. Que después, no tenés tanto miedo. Hay por supuesto gente que tiene más miedo o menos miedo, pero más allá de la cantidad de miedo que uno soporta, se trata de aguantar. ¿Sobre qué se aguanta? Sobre todo lo bello, lo bueno, el amor, el pensamiento, la solidaridad que a uno lo formó y que forma al mundo. Sólo así uno no aguanta como un faquir. La mujer, el hombre que está aguantando, anida todo lo bello de la vida. Aguanta por eso, no porque es un sacrificado. Aguanta como nido de la alegría y de pensamiento, de todo lo que hay bello. Aguanta porque en el corazón tiene eso. Y esa apuesta no es una apuesta desesperada, sino que es simplemente algo que desde hace millones de años se confirma: a pesar de todo la vida se desarrolla, se reestructura. Con esfuerzo. Es un momento en el que  no solamente hay “no sabemos”, sino que hay un tsunami técnico macroeconómico que está empujando esto hacia la destrucción. Entonces, creo que un mundo se acaba… Durante la dictadura pensabas, por ejemplo,  que algún día metan presos a estos tipos, que se recuperen los nietos, y cuando lo vas logrando hay una especie de “uf, la tormenta pasó”.  Acá no se trata ya de que pase la tormenta: acá el territorio que nos sostiene y nuestra propia composición está mutando.

Somos la tormenta

Somos la tormenta, exactamente. No podemos pedirle a todo el mundo que lo asuma, porque la gente asume niveles diferentes de caos con respecto a su estructura. Tampoco se trata de pasearnos como un profeta del apocalipsis. Tenemos la responsabilidad enorme no solamente de ver lo que está mutando, sino de mantenernos. Y encima, de no ser estúpidos. Y de no exigir que si yo aguanto, todo el mundo se la aguante y sea consciente de lo que está pasando. Hay mucha gente que no puede, y no hay que volverse loco por eso. No hay que esperar lo que no hay. Ahora estoy estudiando lo más parecido que pasó a lo que vivimos hoy: la gran crisis del año mil, que representó el nacimiento del Occidente. Pero hay un “pero”: esta mutación incluye, por primera vez, la materialidad de los organismos vivos. Si desde la revolución industrial hasta ahora, el ser humano modificó todo su medioambiente, ahora lo que está pasando de diferente es que empezó a modificar de una manera absolutamente irresponsable el interior mismo de los bichos y del humano. Entonces: agarrate Catalina.

¿Puede ser un desastre o podemos apostar a algo mejor?

Nada permite pensar que la digitalización del mundo forzosamente va a resultar en una destrucción. Va a ser una mutación radical, total, pero nada permite pensar que la vida no pueda, finalmente, colonizar la máquina. ¿De qué depende? De lo que hagamos.

Y de lo que dejemos de hacer.

Exacto.

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

CABA

La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

Seguir leyendo

Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.097