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Operación masacre

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Melina Romero fue asesinada brutalmente cuando cumplía 17 años. Su cuerpo fue hallado en un basural por mujeres de un movimiento social. La muerte se convirtió en rating y en construcción de la imagen de una chica sin rumbo. Lo mediático, lo machista, las drogas, el sexo, la umbanda, la violencia, el rol de la justicia, las formas de abuso y exclusión sobre las chicas y chicos que aquí cuentan cómo piensan y sienten el presente.

Era el mejor de los tiempos,
era el peor de los tiempos,
la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas;
la primavera de la esperanza y el invierno
de la desesperación.
Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada.
Historia de dos Ciudades, de Charles Dickens (novela, 1859), citada en la serie House of Cards y ahora en Mu.

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Veo esos ojos, la sonrisa, el peinado; la veo caminar como un fantasma azulado en las imágenes de las cámaras de seguridad: todo lo vemos, todo lo sabemos, y no vemos ni sabemos nada. No logro entender que se destruya a golpes a una chica de 17 años recién cumplidos. Es como descifrar signos sin ser sabio competente. Que se la viole y se la siga golpeando. Y se la vuelva a violar, y a golpear. Cada golpe, cada patada, cada sometimiento, sobre un cuerpo ya inerme hasta dejarla sin sonrisa, sin mirada, sin peinado.

Y que luego se descarte el cuerpo en un basural, envuelto en bolsas de residuos, en posición fetal, en una descomposición que alimenta la proliferación de microbios, hinchándose, hasta que lo encuentran unas mujeres en José León Suárez. Y empiezan a aparecer en las pantallas policías, fiscales, abogados, luego familiares y amigos aullando de dolor, velatorios, autopsias, testigos, imágenes únicas y revelaciones exclusivas para alimentar empresas audiovisuales y gráficas, que tantas veces son una hinchazón que descompone lo que estaba vivo, otra forma de proliferación microbiana.

Frente a estos casos confieso un sentimiento raro, que no es producto ni de la solidaridad ni de la compasión. Tampoco es indignación, curiosidad o escándalo moral, ni siquiera conciencia debidamente concientizada: es asfixia. Y por haber elegido este oficio incierto, ante la asfixia que no permite pensar –y no sé si sentir- tal vez convenga aplicar lo que recetaban antiguos maestros: ponerse en movimiento, salir, conversar, investigar, preguntar, sorprenderse, revolver en busca de eso que algunos llaman respuestas en la frontera entre la luz y las tinieblas.

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El ágora adolescente

Las risas revolotean en la pequeña plaza Martín Coronado, conurbano bonaerense, junto a la estación de la línea Urquiza. Es el gran punto de encuentro de adolescentes, antes o después de ir a las escuelas de los alrededores. Es la plaza en la que Melina Romero pasaba muchas tardes compartiendo horas, palabras, sueños, formas de ver el mundo.

Una parejita se besa golosamente, una chica corre a un chico, un grupo ríe, otros tres están escuchando a un amigo con la capucha del buzo puesta, que arma un rap con los ojos en el piso, el cuerpo como un diapasón, y las manos diseñando una historia en el aire. Edades entre 14 y 18 años.

Primero miran fijo, con una mezcla de curiosidad y desconfianza felina. Ven que estamos fotografiando a sus ancianos profesores (de 35 años promedio) que escribieron una carta asombrosa sobre el rol de los medios de comunicación en el crimen de su alumna. El grupo se va acercando a las baldosas que pintaron los hermanos de la chica asesinada, con aerosol negro:

“Tocar el sueño que no es realidad. Hermana descansa en paz, que nos veremos allá. Melina…”

Parados ante esas frases, consulto a los chicos. ¿Qué piensan de lo que pasó?

Paola: “Es una injusticia. Es una mierda”.

Leandro: “Nadie tenía derecho a matarla”.

Paola: “Era re copada, re buena persona, siempre estaba contenta. Cuando la veías, te sacaba una sonrisa. Te hacía la segunda”.

La segunda es acompañar, como la segunda voz de una melodía que uno jamás podría cantar solo.

Leandro no sólo rapea. “Soy famosito” explica. Su actividad en Facebook y el reparto de invitaciones para los boliches lo han convertido en esa categoría de adolescentes que han ganado notoriedad, amigos y fans virtuales. Relata Leandro: “Melina se quedaba alentándonos cuando hacíamos rap. ‘Bien ahí amigo’, nos decía. Si había algún problema entre dos chicos, los separaba. No le gustaban los quilombos. A mí me decía chupetín de brea. Y yo le decía pelolindo. Nunca vi una mujer con ese pelo: de un lado cortito, como un hombre, pero se dejaba una mecha rubia increíble, y se reía, y jodíamos con eso”.

¿Por qué creen que alguien, o algunos, pueden matar a una persona como Melina? Javier, gorro de lana sin visera, busca palabras con las manos. “Puede ser una cuestión, también, como ser… un hombre… usted discúlpeme las palabras que uso… como quien diría vulgarmente, el tipo quiere coger. Pero ella no. Al no poder, seguramente la habrán golpeado hasta matarla”.

Paola: “Se creen más hombres así”. Cuentan que en la plaza nunca permiten que un varón le pegue a una mujer. Uno de los chicos plantea una solución paradójica. “A un hombre que le pega a una mujer, sinceramente, hay que partirle una botella en la cabeza y tirarlo en un baldío”.

Leandro, que además de amasar rap compone medialunas y bizcochos en una panadería todas las noches, utiliza una palabra que no apareció en ninguna de las crónicas sobre el asesinato de Melina: “Tenés que estar mal de la cabeza para hacerle eso a una piba”. Levanta la cabeza y dice: “Son psicópatas”.

Psicópatas.

En la plaza de Martín Coronado, un grupo de chiquilines deja así propuesto un concepto que acaso explique mucho más que el crimen de una chica de pelo lindo asesinada cuando se le ocurrió decir no.

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La plaza de Martín Coronado

Retrato de la mala persona

Psicópata es el término técnico para referirse a lo que usualmente se llama mala persona, o cosas peores. Representa una característica antisocial de la personalidad. Implica una disociación con las emociones y sentimientos, el no registro de los demás, salvo para utilizarlos o someterlos. También la imposibilidad de ponerse en el lugar del otro. La indiferencia frente al dolor ajeno. La capacidad de ejercer la crueldad. La falta de culpa, no en un sentido cristiano, sino en la comprensión del daño al otro, junto a la capacidad extrema de desplazar toda culpa hacia los demás. El egocentrismo patológico. El abuso sexual, político, laboral, moral, burocrático. La perversión. No hay relación, sino consumo o uso del otro: el fin justifica los medios. La psicopatía implica la falta de afecto o empatía, pero la necesidad de agradar y seducir para poder vampirizar lo que lo rodea. La sexualidad robótica. La nula intención de reparar el daño causado, salvo para fingir si está en riesgo su poder sobre el otro o la satisfacción de sus deseos. La manipulación, el control, la aniquilación del otro -de su cuerpo, o de su voluntad, su autoestima, su autonomía- porque la psicopatía siempre es un asunto de poder.

Se puede pensar en personas, en acciones y en tiempos psicópatas.

Zorras y rating

Melina Romero cumplió 17 años el 23 de agosto, y esa noche fue al boliche Chankanab, en San Martín. No volvió a su casa de Martín Coronado. Su familia hizo la denuncia dos días después. Sus amigos y compañeros de la escuela repartieron volantes con la foto de Melina en las plazas, en canchas de fútbol (como la de Chacarita Juniors en San Martín); la reclamaban por Facebook, donde Javier, por ejemplo, escribió: “Che pelotuda aparecé que todos están preguntando por vos”.  Alejandro, uno de sus hermanos, escribió también, textualmente: “Dónde cuerno estás loka de mieerda venite para casa porqe mama ta preocupada”.

Ana, su madre, organizó marchas y panfleteadas con amigos y compañeros de escuela de Melina. La persistencia familiar despabiló la investigación judicial, se organizaron rastrillajes policiales, se reactivó la noticia, y las fotos de esa niña sonriente entusiasmaron a algunos editores de noticieros y diarios, tres semanas después de la desaparición.

Clarín tituló el 13 de septiembre, cuando todavía la familia no tenía noticias aún sobre Melina: “Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria”. La nota comenzaba: “La vida de Melina Romero, 17 años, no tiene rumbo”, frase que confirma, en papel prensa, la teoría del famosito Leandro sobre los psicópatas. El resto tiene el mismo tono, para crear una imagen negativa sin hablar sobre lo central: estaba desaparecida. 

“¿Por qué escribieron eso? ¿Quiénes se creen que son? ¿La conocían?”, pregunta con absoluta lógica Nico, 16 años, en referencia a los empleados del diario. Juan, 17, supone: “A lo mejor no tienen hijos”. Candela, 15: “Dijeron que era como una puta. Es una gran mentira. ¿Les gustaría que les digan a ellos que son putas o zorras?”. 

Soledad: “Y suponete que una chica se acuesta con chicos. ¿Es puta por eso? Y si una mujer es prostituta, ¿está bien que la maten?”. Los 16 años de Soledad, ya le permitieron entender cómo funciona en estas extrañas comarcas una frase: “algo habrá hecho”.    

Los noticieros y programas especiales compitieron durante horas y días mostrando las imágenes, prejuicios, insinuaciones, chismes y lo que en general resultó una violación mediática de la que Melina tampoco pudo defenderse. La aglomeración de personas maquilladas en cámara para opinar sobre quienes no pueden responderles, aporta también a la teoría de Leandro.

El cuerpo apareció el 23 de septiembre en los basurales de José León Suárez.

¿Noticias?

Los femicidios son una nueva operación masacre. Un detenido, una testigo clave, muchas noticias sobre sexo, drogas, fiestas, umbanda, para alimentar el rating geriátrico de la televisión abierta, dispositivo cada vez más ajeno a los jóvenes.

Candela, estirando el lado largo de su cabello: “Yo digo: cuando una mujer dice no, es no. Pero entonces le dan pastillas, le dan la jarra loca (mezcla de alcohol y drogas de venta legal como el clonazepam, marca Rivotril), la violan, la matan, y encima le echan la culpa a ella. No entiendo. Miro lo que pasa, y da miedo”. 

Que hable la escuela

Cuando Melina Romero aún estaba desaparecida, nueve de sus profesoras y profesores escribieron una carta urgente, conmovedora. Cuentan en ella que Melina siempre se destacó por tener un carácter decidido, por ser muy sociable y extrovertida. Aclaran: “El motivo de esta nota no es hacer una descripción de cómo era Melina, ya que eso no cambiaría el hecho de que esté desaparecida ni la responsabilidad de un sistema social causante de su desaparición, como el de tantas otras mujeres, que hacen las cifras del horror”.

Recuerdan: una mujer asesinada cada 30 horas en 2013 en Argentina.

Completan: “La relevancia del caso de Melina, tiene que ver con que es mujer y de una familia humilde. Se la condena por ello. La nota misógina, machista y miserable que sale en Clarín, da cuenta de lo que decimos”.

Párrafo sobre la prensa oficialista: “De la misma manera la consideran los medios que se rasgan las vestiduras de ser ‘objetivos y afectos a la ley’ como el oficialista C5N. El silencio objetivista y para nada condenatorio de parte de la TV Pública, deja que ese ‘sentido común’ crezca, y se vea como normal que las mujeres desaparezcan, o las maten. Y más normal, si es humilde”. 

Lucas López es profesor de Literatura, y Facundo Pilarche dicta los talleres de la Escuela Técnica 2 de Ciudad Jardín. Cuentan frente a un café con leche: “Desde la educación vemos que los mismos chicos reproducen esas ideas espantosas que presentan los medios: acusan a la víctima. Se notó mucho la diferencia con el tratamiento del caso de Ángeles Rawson, por la condición socioeconómica. Los pibes pobres no son vistos de la misma manera que los de otro sector social”.

Ángeles fue asesinada el año pasado, depositado también su cuerpo en los basurales de José León Suárez.

Lucas: “Los medios tienen una pretensión de inocencia brutal. Es violencia”.

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El abogado y el pai

El abogado de la familia de Melina es Marcelo Biondi, que responde a todos los moldes mediáticos. Su página de Internet lo muestra rodeado de micrófonos de movileros. En Twitter avisa a sus seguidoras (las bionditas) horarios y programas en los que participará y envía mensajes tipo:

“BUENAS NOCHES BIONDITAS QUE TERMINEN UN LINDO DIA Y COMIENCEN LA SEMANA C/MCHA LUZ Y BENDIC”.

Traje y camisa negra, corbata ídem con franjas grises, peinado con gel que rompe la ley de gravedad, sostiene ante Mu: “Tenemos una testigo principal, creíble, de 17 años”. En todos los medios se la nombra como Melody. “A Melina la golpearon, agredieron de puño y patadas, abusaron sexualmente y después la siguieron golpeando hasta provocarle la muerte. La testigo señala a Joel Fernández (Chavito), Elías Fernández (Narigón), Toto (16, menor de edad) y a un señor César, que tuvo que ver -según el testimonio- con el modo en que se deshicieron del cuerpo”.

César de Xangó es el nombre del pai umbanda que resultó detenido, tras brindar una conferencia de prensa con su propio abogado mediático. El templo ofrece, en sus volantes: “Ayuda espiritual. Destrabes. Buzios. Abre Caminos. Uniones. Limpiezas”. El eslogan del Reyno Africanista es inolvidable: “Ni buenos ni malos. Eficientes”. 

El abogado Biondi, que ofrece “experiencia, trayectoria y profesionalismo” planea sobre lo mediático: “Reconozco que intervengo en causas con repercusión. Sé que tengo fans en las redes sociales, y lo respeto. No soy hipócrita: me gusta hacer notas y participar en los medios”.

¿La notoriedad termina siendo una estrategia para que las causas sean visibles y avancen? “La repercusión de una causa es buena para todas las partes. Para el damnificado, por la visibilidad y porque crece la disposición política, judicial, policial mucho más que si no hay repercusión”.

Sobre el tratamiento a la imagen de Melina: “Ella viene de un origen humilde. En casos de familias más adineradas, se las trata de otro modo. Pero pibes de clase alta también participan en reuniones con alcohol y drogas, y pueden intentar someter sexualmente a una señorita presente. Es un tema general”.

Biondi aclara que no cobra de la familia de Melina, sino de un conocido mutuo. “Y apenas si alcanzará para viáticos. Me habían llamado para defender a uno de los acusados, pero en ese momento la familia de Melina me planteó que yo fuese su abogado. Les ofrecían estudios con un marketing muy importante. Me pareció valorable que me eligieran, tal vez no tengo tanto marketing, pero sí seriedad y formación”.

¿La presión mediática puede provocar que se busque la apariencia de avances en las causas, cosa que termina en la detención de los llamados perejiles?  “La repercusión excesiva a veces lleva a cometer desprolijidades. No es el caso de Melina. En la causa de Ángeles Rawson no tengo dudas que la presión llevó a cometer errores que violan garantías de cualquier imputado”.

Biondi fue abogado del caso Ángeles junto a Miguel Ángel Pierri. Defendían a Jorge Mangieri, el portero procesado por ese crimen. Este año los programas y revistas de la farándula revelaron que Pierri se separó de su mujer, Karina Ranni, al descubrir que ella había comenzado una relación sentimental con su socio, el propio Biondi, quien salió a plantear que ante una situación de violencia familiar que vivía Karina, él tuvo que elegir “entre dos amigos”.

Una cosa llevó a la otra.

La sociedad se disolvió.

Biondi y Ranni explicaron todo ante Chiche Gelblung. Pierri apareció en la revista Gente con su nueva novia, una policía 20 años menor: “Me enamoró más que ninguna”.

Biondi mira de reojo los celulares que suenan a su alrededor: “De mi vida privada no hablo más. Ya dijimos nuestra verdad”.

Luego, coordina su participación en el programa de Santo Biassati, para revelar en qué punto está el caso Melina.     

Foco y medios

Cuando logró reponerse del asesinato de su hija, Adoración Gutiérrez hizo algo extraño: estudió Derecho. Empezó a los 48, se recibió a los 54, y hoy es de las personas que acompañan, desde el Centro de Protección a las Víctimas de la provincia de Buenos Aires, a otras mujeres que pasan por lo mismo: por ejemplo a Ana María, la mamá de Melina.

“Yo era contadora. Cuando fue lo de mi hija, María Laura, quería justicia. Otras mamás han hecho oenegés o marchas, que desde ya comparto y acompaño, pero no me nació eso, sino buscar desde las propias leyes”.

Su hija fue secuestrada en el año 2000. Según el portal Infojus fue llevada a la fuerza, golpeada y drogada. “Luego llamaron a su familia pidiendo 30.000 pesos de rescate. Intentaron descuartizarla en vida pero no pudieron y la trasladaron a un basural de Gonnet. Finalmente la acuchillaron, la rociaron con nafta, la quemaron viva y siguieron llamando para exigir el dinero del rescate”. Dos mujeres fueron condenadas a perpetua, pero Adoración aún espera el juicio de quien considera el autor ideológico del crimen: el médico peruano Wilfredo Chipeiquén.    

“Nuestro trabajo hoy es acompañar a las familias, yo como abogada, una asistente social y un psicólogo. El tratamiento del caso de Melina es la re victimización de la víctima, con saña. Ella simplemente no quiso ser obligada a tener sexo grupal. Y por eso la mataron. Pero los medios desvían el foco cuando son sectores vulnerables. Lo vemos todo el tiempo”. 

Paradoja: lo mediático, aunque escandaloso, hace visible el caso y tal vez que avance. “Es mi bronca todos los días con el Poder Judicial. No digo todos, porque hay excelentes fiscales que se comprometen con lo que hacen. Pero muchos otros hacen simple papeleo de expedientes”.

Dora, como la llaman sus amigos, reconoce que “hay una cultura machista de los jueces, que no cambian la mentalidad aunque cambien las leyes. Después de lo de Wanda Taddei hubo muchos casos de mujeres quemadas y a veces  muertas por sus parejas. Acompañé a varias familias. Pero salvo el caso de Wanda, casi ninguno tuvo condena”.

Y a todo eso hay que agregarle otra dictadura moderna: “La burocracia es tremenda, y es una forma de violencia. Todo el tiempo veo que el Poder Judicial es capaz de ejercer esa violencia”.   

¿Quién encontró a Melina?

Las vecinas cuchicheaban preocupadas durante una reunión del Frente de Mujeres del Movimiento Evita, en San Martín. El encuentro tenía dos temas principales: la cooperativa textil que sostienen con el programa Ellas hacen, integrada por mujeres que sufren situaciones de violencia doméstica, y las acciones en la calle para denunciar y repudiar la desaparición de Melina Romero. Ornella Tinnirello, referente zonal del Frente, miraba de reojo a las dos mujeres. Al finalizar la reunión se acercaron. “Encontramos a Melina”, le dijeron.

El movimiento se hizo cargo de la situación. Uno de sus integrantes permaneció en la zona señalada hasta que llegaran los funcionarios judiciales, y finalmente se confirmó que había más que cuchicheos en las palabras de las mujeres, consideradas desde ese momento testigos protegidas.

¿Cómo se ve el tema de la violencia contra las mujeres desde barrios y villas que rodean los basurales del CEAMSE?

Eli: “Aquí vienen desde mujeres que las insultan en la casa, hasta chicas, como la que vino el otro día: prácticamente la desmayaron a golpes. Lo que pasa es que las mujeres llevan una cuestión cultural: hoy me golpeó, mañana capaz que mejora. Las mujeres cambian cuando la violencia va hacia los hijos”.

Diana cuenta que “sufría el problema”, se separó, y ahora volvió. “Pero ahora todo está bien. ¿Qué cambió? “Cambié yo. Le quité el poder que él tenía sobre mí. Entendí que no me podía tratar así, y lo tuvo que entender él”. Diana logró lo crucial frente a las acciones psicopáticas: poner límites.

Romina: “Siempre está el fondo machista de tomar a la mujer como objeto. Mirá Tinelli, el show, las minas en bolas, y él cortándoles la pollerita”.

Eli: “El tema es poseer. Al costo que sea. Y controlar a la persona. El hombre que es agresor no quiere que la mujer tenga independencia”.

Romina: “Lo principal aquí es cuando las mujeres vienen y después de un tiempo empiezan a levantar la cabeza, a ver a la compañera que tienen al lado”.

Diana: “Y recuperar la autoestima. Porque la violencia de género no es sólo el golpe, es el menosprecio”.

¿Y qué se hace frente a eso?

Eli: “Escuchamos a la mujer, después vemos qué quiere hacer. La decisión es de ella. La acompañamos hasta donde haya que llegar”. 

¿Hay más violencia contra las mujeres?

Romina: “Para mí se habla más, se sabe más. Es como la interrupción del embarazo. El año pasado yo lo hice. Y ahí supe que mi mamá había abortado, mi tía había abortado, y mi abuela había abortado: tardé 38 años en enterarme. Y si estos temas ahora se hablan también es porque hemos ganado espacio”.

Ornella: “En los piquetes en el 2000 las compañeras discutían con los varones del movimiento para que en las mercaderías que daba el Estado hubiera toallitas higiénicas. Hoy a este gobierno le reconocemos que estamos en un escalón distinto en cosas que representan cambios subjetivos”.

Diana lo ve en otra cuestión: “A los asesinatos de mujeres antes les decían ‘crímenes pasionales’. Ahora sabemos que es violencia de género”.

Ornella: “Hablamos con la fiscal del caso Melina, María Fernanda Billone, y nos contó cuánto trabajo hay que hacer dentro del propio Poder Judicial para que se entienda el problema y se caratulen estos casos como violencia de género. O sea que la matan por ser mujer. No es un crimen como cualquier otro”.

Ornella no es muy mediática: tuvo que huir de un móvil de América que quería entrevistarla, y recibió 16 llamados. “Me apretaban. Yo les decía que no nos interesa darle contenido a medios sin contenido, porque le quitamos sentido a todo lo que estamos haciendo”.

La productora no podía creerlo, pero ni siquiera logró convencer a Ornella cuando jugó su carta ganadora: “Mirá que es para el programa de Guillermo Andino”.

Cómo superar el miedo

Las chicas del centro comunitario CreSer conocían a Melina y plantean algo que también puede ser una clave. “Estar en Facebook, ser promotora, ir con esos tipos, todo para mí es para hacerte ver, que te presten atención”, dice Geraldine.

Hacerse ver en un mundo que no te presta ni la atención.

Sofi: “Yo me saqué una foto con Melina. Era tranquila, re buena, me convidó gaseosa. Después de lo que pasó me da escalofrío”.

Una de las chicas cuenta que su padre le pegaba a su madre, pero eso ya no sucede. ¿Mejoró la relación? “No, se separaron”.

Varias reconocen violencia entre sus padres.

Les gusta un conjunto: One direction.

Geraldine juega al fútbol.

Corina tiene diabetes y debe quedarse en casa.

El colegio no le envía tareas y puede perder el año. Dicen que les molesta salir de sus casas y que haya gente drogándose en la puerta. “No se aguanta el olor, más que nada”.

¿Qué hacer frente a la violencia?

“Aprender a boxear” dice una.

“Pero si son 3 o 4 como le pasó a Melina, te van a matar igual”.

Se ríen y salen todas corriendo.

En la plaza Martín Coronado varios de los chicos me cuentan que no van a los boliches. “No es nuestro estilo. Lo nuestro es el rap, el hip hop: cosas argentinas”. Javier pide la palabra: “En el rap lo que se cultiva es el respeto a la otra persona”. Nico y Juan lo miran como aprobando lo bien que salió la frase.

Pastillas y Facebook

¿Qué habría que hacer para parar la violencia como la que mató a Melina? Uno dice: “Más seguridad en general. Por ejemplo, al que roba, quemarle las manos”. “Nooo” le gritan los otros.

Nico: “No sirve, aunque haya seguridad te van a cagar violando y choreando igual”.

Matías: “La policía no hace nada”.

Otro agrega: “En Pablo Podestá, por una luca y media, los policías dejaron ir a unos que se habían afanado un auto”.

Leandro: “Los policía acá son para reírse. Nos molestan a nosotros, pero a los chorros nunca los agarran”.

Improvisan un rap ante el grabador. Algunas frases que son crónica de estos tiempos:

“Entré a Facebook, le puse inicio y después me di cuenta que desaparece una mujer. No le pasé cabida, después vi que era mi amiga Melina. Preguntamos qué onda. Capaz que anda por ahí y después salió esa noticia mala. Nos pusimos muy mal, hicimos marcha, y la gorra nos quiso sacar. Pero no nos rendimos, algunas cosas te pueden matar y siempre están a tu lado. Y yo ahora le canto este rap para Melina que estás en el cielo como un Jesucristo. Cómo me gustaría ir con un cohete y decirle que la amo, y que la exrtraño, que siempre va a estar. La pelolindo la voy a recordar. Hey”.

Juan cuenta que Toto, el menor detenido por el crimen, vive cerca de su casa: “Nunca me cayó bien. Me mandó la solicitud de Facebook apenas desapareció Melina, y nunca la acepté. Mi hermana sí”.

Florencia ríe: “Era un plagoso (pesado) me hablaba todo el día y yo no le contestaba”.

¿Cómo se explican lo que pasó?

“Las pastillas que le ponen en la jarra loca” dice Javier. “Hay Rivotril, Clonazepam, hay de 10, de 5, de 2. La mezcla te pierde la mente, te puede llevar a la violencia”. 

Diego Capusotto y Pedro Saborido describieron en su programa ese fenómeno como Robotril: “Lo que no te da la vida te lo da la industria farmacéutica”.

A estas cuestiones se refiere la testigo cuando cuenta que el grupo formado por Chavito, Toto y Narigón quería “enfiestar” a Melina, para obligarla sin esfuerzo al sexo grupal. O sea: se toman pastillas para envalentonarse, y se suministran pastillas a la chica para que quede indefensa y someterla. El cerebro joven de Melina no estaba tan fusilado, se resistió, y la mataron. “Pero la culpa no es de la droga” dice Juan. “Si puteás a una mujer estás puteando a tu hermana, a tu vieja, a tu abuela. Y si le pegás y matás a una mujer es porque ya lo tenés en la cabeza”.

En otro grupo una chica vuelve con el argumento de la policía. A su lado le responden: “Me da miedo la policía. El otro día se paró uno adelante mío y decían ‘vení linda, que te llevamos; dale rubia, vení que somos buenos’”. La que cuenta el episodio tiene 13 años.

Una tercer amiga, también de 13, cuenta: “Yo vivo en un barrio privado, y el otro día me siguieron unos viejos: ‘vení amorcito, somos todos vecinos’, pero yo corro rápido y me escapé”.

Replay: 13 años, barrio privado.

Rap del basural

Repaso las cosas que he ido escuchando. Las mujeres del Movimiento Evita dicen: “Es lógico tener miedo, pero lo que hay que hacer es cuidarse, porque con miedo no arreglás nada: te quedás encerrada en tu casa. Te cuidás cuando no estás sóla, cuando te juntás, hablás, levantás la cabeza. Cuando le parás el carro al que te quiere pasar por encima. Cuando te empoderás. Para nosotras eso es la militancia: hacer talleres, cooperativas, tener proyectos, hacer política”.

En la plaza Martín Coronado dicen:

“No hay que salir solas, sino en grupo, con amigas y amigos. No tomar las jarras de los boliches. Saber con quién estás. No darle bola al que te da desconfianza. Ser confiados, pero no ser confianzudos. Cuidarnos entre nosotros”.

En lugar de protecciones externas, parecen hablar de una autogestión del cuidado.

Las mujeres del Evita lo entienden como militancia política. En la plaza suena a una militancia de la amistad.

Todo sirve.

El saludo de moda es “cuidate”, y tal vez haya que tomárselo en serio.

El grupo rapero vuelve a improvisar.

“No quiero estar triste, hablar de Melina, mejor hablemos de Argentina. Vengo de un barrio llamado Podestá. Los que mandan hablan por hablar. No saben qué pasa, lo que es vivir en una villa. No saben lo que es ganarse la vida, o comer siempre la misma comida. Ya no podemos aguantar el dolor de vivir entre la espada y la pared”.

No sé hacer rap.

Tampoco sé qué palabras habría que entramar con acciones para que el mundo no sea para estas chicas y chicos una tiniebla en el basural.

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El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

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Un 3 de junio sin movilización en la ciudad de Buenos Aires (pasó para el 4) pero sí en el resto del país, encontró sin embargo a integrantes de Familias Víctimas de Femicidios y Desapariciones en la Plaza de Mayo con dos enormes pancartas que rodearon la Pirámide con los nombres escritos a mano de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y lo que va del 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otros lugares del país. Lo que dicen las familias sobre lo narco, el poder judicial, y de dónde se saca fuerza para seguir.

El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

“Estamos otra vez acá. No es la primera vez ni va a ser la última, pero estamos acá visibilizando lo que nos pasa, como lo tratamos de hacer todos los años, todos los meses, todos los minutos de nuestras vidas” dijo en Plaza de Mayo Marta Montero, la madre de Lucía Pérez, junto a la Pirámide donde Familias Víctimas de Femicidios instalaron dos pancartas que rodearon totalmente ese monumento, con los nombres de las mujeres asesinadas en 2024 (317) y estos meses de 2025 (116). La actividad en Plaza de Mayo se sumó a los actos y marchas realizados en Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Tucumán, entre otras.

El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

A su lado estaba Susana Reyes, la madre de Cecilia Basaldúa, que agregó: “Yo estoy acá para que paren de matarnos y para que se haga justicia por todas las que nos faltan. No queremos que haya más mueres, hay mucha complicidad policial, judicial, política y estamos cansadas, pero vamos a seguir peleando y reclamando para que esto cambie en algún momento.  

Mónica Ferreyra es la madre de otra joven asesinada, Araceli Fulles: “Ojalá nadie tenga que sentir el dolor que sentimos nosotras. Lo único que queremos es justicia. Pero te encontrás con un Poder Judicial y encima con una política de dejar que los narcotraficantes entren al país. Cada vez hay más narcos en la calle, que venden más droga, y usan a las chicas que se las entregan por drogas, y después las descartan. En el caso de mi hija todos los que la mataron están sueltos, y eso que a tres les dieron perpetua. Pero no cumplieron ni un año y los soltaron. El que la mató es narcotraficante. Ahí te das cuenta de cómo es que funciona el Poder Judicial”.

El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

Guillermo Pérez, el padre de Lucía Pérez: “Uno ve lo de Maradona y la jueza, y la justicia parece un chiste. En el caso nuestro van a hacer otro juicio, ya van como seis. Cada vez que pueden le degradan la pena a los que también fueron narcos que vendía droga en la puerta del colegio al que iba mi hija. Pero hubo un juicio, tuvieron que anularlo, hicieron otro, también lo mandan para atrás. Un jury (juicio político) que fue un escándalo. Y casi nunca se logra justicia. Somos un país que está preso del Poder Judicial. Un país sin justicia, o con una justicia que sigue siendo un chiste”.

Susana: “Es cierto, el caso de Cecilia está impune hace cinco años porque metieron preso a un perejil, un chico que pasó dos años en la cárcel y era evidente que no tenía nada que ver. Lo tuvieron que liberar porque la fiscal Paula Kelm no tenía una sola prueba en su contra, fue vergonzoso, todo armado por la fiscal, por la policía, o sea que es una violencia permanente de la justicia contra la gente”.

El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

Marta saludó a personas y familias que se acercaron al ver los carteles, incluso familiares de otra mujer asesinada en 2017 que terminaron participando del encuentro. Dijo Marta: “No queremos ni una más, ni una mujer muerta más. Las cifras son espantosas y vamos a seguir luchando aunque a veces parezca una utopía. Pero creemos que algún día lo vamos a lograr”.

Susana comentó que hasta la figura de femicidio pretende ser eliminada. Marta: “Claro, es lo que están haciendo en el nuevo juicio por lo de mi hija. Quieren romper todos los derechos, y el Estado no se quiere hacer cargo de nada. Lo que busca es la impunidad en estos casos, y así tenemos casi 450 mujeres muertas en menos de un año y medio, que los nombres de cada una están en estos carteles. Yo decía que creo en la utopía, pero también sé que nuestra lucha será infinita”.

El 3J, diez años después: “El país está preso del Poder Judicial”

En esa especie de infierno al que son sometidas las familias, ¿de dónde se saca fuerzas para seguir?

Susana: “Del amor que nos dejaron nuestras hijas, de la gente que nos acompaña y de nosotras mismas que nos contenemos para estar juntas y poder seguir adelante”.

Mónica: “Aparte del amor que nos dejaron, también es el amor por hacer justicia. Es como que la impotencia y el dolor, en lugar de frenarnos, nos dan fuerza para seguir pensando que queremos justicia para nuestras hijas”.

Guillermo: “Si no hay justicia, seguiremos en la lucha. Esa es la respuesta que tenemos que dar, pase lo que pase”.

Marta: “Nunca se las vamos a hacer fácil. Nunca nos vamos a dar por vencidos. Que nunca crean que nos han ganado. Es cierto, la fuerza la tenemos del amor y de seguir adelante siempre por la memoria de nuestras hijas”.    

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#NiUnaMás

A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

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El aniversario del grito masivo encuentra dos escenarios muy diferentes: con actividades y movilizaciones que cada año suman más participación en las provincias y con una convocatoria en CABA que posterga un día el Ni Una Menos para sumarse al reclamo de las y los jubilados.

Las cifras de víctimas de femicidios siguen siendo tan alarmantes como las que despertaron el Ni Una Menos hace una década, cuando el asesinato de Chiara Páez, la adolescente santafesina de 14 años, impulsó la primera convocatoria el 3 de junio de 2015. Sin embargo, mientras el gobierno de Javier Milei desmantela programas, recorta presupuestos destinados a prevenir las violencias, niega los crímenes por motivos de género, busca derogar la figura de femicidio y hasta “celebra” en redes sociales que supuestamente “bajaron los homicidios de mujeres” la convocatoria de este año marca un síntoma.

En la Ciudad de Buenos Aires, las asambleas, las organizaciones políticas y sindicales nucleadas en la asamblea Ni Una Menos decidieron cambiar la fecha de la movilización al Congreso de la Nación para el miércoles 4 de junio, para unirse a las y los jubilados que reclaman desde hace meses contra el ajuste y la crueldad libertaria. En el resto del país, se mantiene el 3 de junio como fecha de encuentro y marchas. Ese día, también habrá acciones puntuales en territorio.

A 10 años del 3J: quién grita hoy contra los femicidios, el ajuste y la crueldad

Familias Víctimas de Femicidios en una de sus acciones el 3J de 2023.

3J federal

Las Familias de Víctimas de Femicidios y Desapariciones –que llegarán con mucho esfuerzo desde diferentes puntos de la Argentina– realizarán el 3 de junio una asamblea abierta a las 12, en Plaza de Mayo, donde compartirán sus testimonios, sus difíciles caminos en busca de justicia y se abrazarán en el grito de “Ni una Más”. Al terminar el encuentro, caminarán hasta el Congreso de la Nación para sumarse a la actividad que organiza Atravesadxs por el Femicidio, otra de las organizaciones que reúne a familiares de víctimas. Este año, Atravesadxs realizará una intervención fotográfica sobre la plaza entre las 9 y las 17.

La socióloga Marisa Fournier, integrante de la colectiva Conurbanas Transfeministas, cuenta que en las asambleas que realizaron en el oeste y noroeste bonaerense para definir las acciones para esta fecha apareció el cansancio, pero también la fuerza. “Entonces nos preguntamos: ¿cómo insuflamos la energía militante feminista y la creatividad?”, sintetiza.

En este contexto creían que era necesario hacer algo el propio 3 de junio y en el territorio, más allá de que la movilización este convocada para el 4, porque “el año pasado muchas decidieron no apostar a lo territorial y la marcha de CABA fue muy flaca”. En ese sentido, explica: “Nos parece muy saludable y estratégico enlazar con esta resistencia histórica que están llevando adelante nuestros viejos y nuestras viejas”.

También veían conveniente salir de la declamación o la denuncia y pensar en algo que reconforte y genere más red.

“Decidimos no hacer marchas locales ni documento, y realizar una intervención para el 3J en San Miguel, uno de los municipios más hostiles en políticas de género”, explica Fournier. La propuesta es fruto de una articulación entre Conurbanas, la cooperativa Frida Kahlo, Acción Territorial Rebelde (ATR), La Colmena y trabajadoras de organizaciones territoriales. Se realizará en la plaza principal, frente a la Municipalidad. Habrá fuego en forma de velas o antorchas, y se va a recuperar una intervención que creó Sandra Posadino, llamada PREnDAs, en la que cada prenda representará la forma en que fue cometido el femicidio. “Este 3 de junio, recuperamos el arte y la performatividad como parte de nuestros lenguajes”, asegura Fournier.

En Córdoba, también se están organizando actividades para conmemorar el 3J, incluyendo la marcha en la ciudad y acciones puntuales en otras localidades para “recordar a las que nos faltan en el territorio”.

María Eugenia Marengo, integrante del Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte, reconoce que “está difícil, cuesta salir”, por eso pensaron en una modalidad de encuentro que dé lugar a la palabra y a compartir lo que se está sintiendo. “La idea es recordar estos 10 años, colocar afiches con una especie de cartografía de las luchas y abrazarnos en tiempos difíciles”, cuenta sobre la actividad que harán junto con la Asamblea Multisectorial Punilla Norte y el Movimiento Popular La Dignidad. La “mateada transfeminista” comienza a las 15, en Alem 767, Barrio Balumba, Capilla del Monte.

Bajo el lema “No hay nada que festejar”, en Mendoza llaman a marchar a las 18 en el KM 0 de la ciudad capital, en San Martín y Garibaldi. “A una década de aquella primera marcha que marcó nuestras vidas, nos volvemos a reunir para hacer memoria, abrazarnos y exigir justicia”, dicen en la convocatoria. Piden llevar vestimenta negra y flores para armar un gran altar para las víctimas de la violencia machista.

La integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en Salta, Sofía Fernández, cuenta que entre las consignas de este 3J está “el pedido de aparición con vida de las 13 mujeres desaparecidas que tiene la provincia”. Reclamarán a la Justicia por las malas actuaciones en los casos de violencia desde las 9.30 en la Ciudad Judicial y también exigirán la suspensión de jueces y juezas denunciados por violencia que hoy siguen ejerciendo en esos fueros. Luego, el encuentro será en la Plaza 9 de Julio desde las 16, donde habrá intervenciones artísticas, talleres, radio abierta, un ritual a la Pachamama, para marchar a las 18.

En Jujuy, la convocatoria recuerda que solo en mayo la provincia tuvo tres mujeres víctimas de femicidio –Angelina González, Paola Vargas y Tamara Fierro– y llaman a concentrarse en la Plaza Belgrano a las 17.

En Santa Fe, mujeres y disidencias se reunirán en la Plaza del Soldado a las 17 bajo la consigna “Ni un derecho menos”, mientras que en Rosario la convocatoria de la Asamblea Lesbotrasfeminista Rosario y ATE, entre otros grupos, es a las 17, en la plaza 25 de Mayo, desde donde se movilizarán hacia la plaza San Martín para leer el documento conjunto.

Y en Tucumán, desde las 17 en Plaza Irigoyen, habrá intervenciones artísticas y radio abierta; luego se marchará a Plaza Independencia.

4J en la Ciudad

Una de las cosas que se repiten es la necesidad de recuperar la potencia y representatividad que supo tener la convocatoria del 3J en la ciudad de Buenos Aires. Por esa razón las organizaciones políticas, gremios y sindicatos convocaron a  movilizarse el miércoles en lugar del martes 3. “Tenemos que volver a la calle, generar asambleas plurales, recuperar la vitalidad de un movimiento que puede articular”, asegura Clarisa Gamberra, secretaria de Género y Diversidad de ATE Nacional, quien destaca que “la agenda urgente es la del trabajo. Sufrimos una violencia inédita: más precarias, más pobres, trabajando más horas, perseguidas y endeudadas”.

En el mismo sentido, Patricia González, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de AEFIP MDN, remarcó: “Este año llamamos a movilizar el 4, pero las seccionales adhieren según la convocatoria de cada provincia”.

Y agregó algo que señalaron muchas: “Hay cansancio, el año pasado la convocatoria fue baja y generó frustración”.

Femicidios en la mira  

En lo que va de 2025, el Observatorio Lucía Pérez registró 116 femicidios y transfemicidios, y en 2024, contabilizó 317 casos. Los datos recientes de la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, basados en el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, son algo más bajos: 247 víctimas letales de violencia de género. Un número similar al que dieron en 2023, cuando hubo 250 víctimas, y se mantiene dentro del promedio histórico desde 2017.

¿Bajaron los femicidios como intenta instalar el Gobierno? En este sentido, organizaciones de familias de víctimas advierten que detrás de las estadísticas oficiales hay casos que no son tenidos en cuenta porque no tienen esa carátula y, al cambiar esa figura legal por otras –como abandono de persona, violación agravada o abuso sexual seguido de muerte–, los casos dejan de ser contabilizados.

Un ejemplo es el caso de Lucía Pérez. Para Casación hubo abuso sexual, pero no femicidio, por lo que ordena imponer una nueva pena para Matías Farías, sin esa carátula. “Usan la causa de mi hija para eliminar la figura de femicidio”, denunció Marta Montero, su madre, luego de que la Cámara cambiara la calificación inicial.

Hay otros casos similares relacionados con asesinatos en el contexto de narcocriminalidad o femicidios territoriales. Por nombrar solo algunos:

  • a Luna Ortiz la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid donde fue intercambiada como mercancía. Un día después, encontraron su cuerpo sin vida. La causa se caratuló como “homicidio imprudente”.
  • Carla Soggiu apareció muerta tras activar el botón antipánico, que no funcionó. Para la Justicia, murió ahogada.
  • Luana Ludueña fue asesinada por Diego Concha, quien fue condenado por abuso sexual seguido de homicidio, pero sin el agravante por violencia de género.
  • En el caso de Griselda Blanco, el empresario acusado fue condenado por homicidio, pero sin la carátula de femicidio.

El método que aplica el gobierno en cada lugar donde pasa su “motosierra” es el mismo: primero, ningunear y desprestigiar, para luego, desmantelar. Negar los femicidios o decir que bajaron ayuda a justificar el ajuste y el cierre de programas.

El 3 y el 4 de junio se vienen dos días de abrazo colectivo frente a la avanzada antiderechos y a quienes buscan instalar que las feministas y transfeministas ya no tienen agenda o que “se pasaron tres pueblos”.

“¿De qué están hablando?”, se enoja la socióloga Marisa Fournier. “Esto es parte de la avanzada derechista y la reacción conservadora. Por eso, enlazar luchas es fundamental y estratégico”, asegura la integrante de la colectiva Conurbanas y pide: “Hay que fortalecer esa red que somos y que siempre fuimos”.

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Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

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La audiencia realizada en Mar del Plata para determinar la pena de Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez reveló las contradicciones de un sistema judicial que lleva nueve años sin resolver el caso. El tribunal enfrenta el desafío de aplicar una condena bajo un delito que según Casación pasó a ser un «acceso carnal agravado», mientras la querella insiste en que se trata de un femicidio. La definición del abogado Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles». Los cruces entre la defensa y la acusación que dejan al descubierto las tensiones en torno a la violencia machista y la impunidad.

Por Claudia Acuña (Desde Mar del Plata) (En la imagen de portada, los padres de la menor asesinada junto a Familiares de Víctimas de Femicidio y de la Campaña Somos Lucía).

La audiencia de admisión de pruebas para establecer la pena que le corresponde a Matías Farías por el crimen de Lucía Pérez tuvo características tan inauditas como lo es esta nueva etapa de la intervención del Poder Judicial. El presidente del tribunal, Javier Riquert, tuvo que dar explicaciones para que se comprendiera lo incomprensible de este nuevo proceso judicial, que ya lleva nueve años (el femicidio ocurrió el 9 de octubre de 2016) y ha sufrido tres sentencias diferentes y un juicio anulado.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

El tribunal: el presidente Javier Riquert en el centro, Federico Cecchi y Paula Soulé. No pueden juzgar por femicidio por orden de Casación. La querella sigue denominando al crimen de Lucía como un femicidio.

Riquert explicó que el Tribunal de Casación —responsable de cambiar el delito por el que fue juzgado Farías, de femicidio a acceso carnal agravado— ordenó que se realizara esta instancia judicial de «cesura», dedicada exclusivamente a determinar la pena, que en este caso puede oscilar entre 8 y 20 años de prisión. Para definir cuánto corresponde dentro de ese rango, el tribunal —integrado por jueces de tres fueros distintos: Riquert, Federico Cecchi y Paula Soulé— debe analizar atenuantes y agravantes.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

En primera fila escuchan Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía, junto a su otro hijo, Matías. El abogado de la familia es Juan Pablo Gallego (en el centro de la imagen) con el fiscal Carlos Russo a su izquierda.

Por ello, tanto la acusación —representada por la querella de la familia de Lucía, a cargo del doctor Juan Pablo Gallego, y el fiscal Carlos Russo— como la defensa oficial de la doctora Laura Solari, presentaron sus solicitudes de prueba. Riquert también aclaró que era necesario cumplir con este requisito para que las apelaciones presentadas pudieran ser evaluadas y resueltas. En síntesis: se trataba de un trámite imprescindible para que las objeciones a este nuevo fallo prosperaran. Sin embargo, todo indica que lo que se inicia con este capítulo no será un mero formalismo.

Lo que siguió fue una puja por el control del relato de lo ocurrido. Acostumbrada a dominar las audiencias con su estilo incisivo, la doctora Solari intentó impugnar todas las pruebas solicitadas por la querella, que incluían una inspección ocular en la escena del crimen, la declaración de testigos clave del segundo juicio y el testimonio de una posible víctima de Farías, quien —ante la noticia del nuevo fallo— había expresado en redes sociales su temor por su posible liberación. El doctor Gallego, por su parte, destacó la contradicción de que la defensora se opusiera a la inspección ocular pero solicitara como prueba las fotos de la inspección realizada por el tribunal que había condenado a Farías por femicidio y a prisión perpetua. La paradoja la resolvió la secretaria del tribunal: no había registros fotográficos ni videos de aquella diligencia en el expediente.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

De azul, la abogada de Farías, Laura Solari: la puja por el control del relato del crimen de Lucía Pérez.

Tras varios cruces infructuosos para la defensa, el presidente del tribunal esbozó el posible rumbo: tres jornadas de debate, en las que se presentarían pruebas, se visitaría la escena del crimen y se daría a conocer el monto de la condena. La fecha se anunciaría en los próximos días, junto con la resolución sobre la admisión de las pruebas solicitadas.

En el ambiente quedó flotando el anticipo de lo que se debatirá: por un lado, el negacionismo de la violencia de género; por el otro, la insistencia en que el crimen de Lucía fue un femicidio, aunque este tribunal no pueda reconocerlo por orden de Casación. «Aunque los jueces vean un femicidio, no pueden juzgarlo», declaró Gallego a las puertas del tribunal marplatense. «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

Familiares de Víctimas de Femicidios con integrantes de la Campaña Somos Lucía, escuchan lo que les explica el abogado de la familia Juan Pablo Gallego: «Lo que hizo Casación fue matar el femicidio de Lucía, y eso es lo que tratamos de impedir en todas las instancias posibles».

Mientras el abogado hablaba ante el grupo de Familias Víctimas de Femicidios e integrantes de la Campaña Somos Lucía —que acompañaban a la familia en la calle soportando el viento helado y la lluvia—, un grito inesperado irrumpió: «Yo compartí la cárcel con ese monstruo, y la pasé muy mal». La voz, quebrada, pertenecía a un joven de jeans y campera negra, que la lanzó con paso apresurado antes de ingresar al edificio donde, se supone, se imparte justicia.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

El acompañamiento en la calle pese al frío marplatense y judicial.

Caso Lucía Pérez: matar al femicidio

El abrazo y la espera: habrá tres nuevas audiencias.

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