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Vida líquida
Caleta Olivia y Comodoro Rivadavia por el agua. Cortes infinitos de agua movilizan a comunidades patagónicas, mientras las petroleras se la toman toda.
En ciertas épocas pretéritas (anteriores a la semana pasada) los pobladores de este planeta suponíamos que el agua era un recurso abundante y gratuito. Según los códigos del whatsapp, twitter, fb & afines, la respuesta que podría formularse a ese tipo de creencia es la siguiente: ja ja, o incluso: jajajá!
En Caleta Olivia, Santa Cruz, los vecinos descubrieron hace tiempo que abrir canillas puede resultar una actividad inútil: el flujo de la nada. En diciembre de 2013, tras días sin agua y de un hartazgo de meses, salieron a cortar durante tres días el Acceso Norte que conecta a la ciudad con Comodoro Rivadavia.
En febrero volvió el corte de agua. Los vecinos regresaron a la ruta el 11 de febrero. Eran 8.000, sobre 60.000 habitantes (equivalente a un corte porteño con 500.000 personas). Frente al mar, descubrieron un lugar común al revés: la ausencia de la gota, rebalsó el vaso, o les secó la paciencia. Fueron 21 días de corte de agua, y varios más de corte de ruta. Crearon la Asamblea de Vecinos Autoconvocados, con características inéditas. Y un detalle: ganaron.
Yoga y piquetes
En 1999 se inauguró el acueducto Jorge Carstens, iniciado en tiempos de Menem, finalizado con De la Rúa, Néstor Kirchner gobernador. Iba a durar 100 años, dijeron, pero al poco tiempo parecía una manguera pinchada y antes de los 15 años, colapsó, sobre todo en el tramo santacruceño que llega a Caleta Olivia. En 2013 se perdieron 60 de 180 días de clases por falta de agua. “Pero las petroleras nunca dejaron de trabajar” dice Pablo Robles, empleado municipal, vocero de la Asamblea. El cálculo vecinal es que las petroleras del golfo San Jorge consumen el triple que Comodoro Rivadavia, y entre 10 y 15 veces más que Caleta Olivia. “Y hay que agregar a las mineras” dice Nancy Muñoz, docente jubilada.
La Asamblea reunió un arco muy amplio: desde obreros petroleros criminalizados, hasta profesores de yoga, comerciantes, el cura, docentes, judiciales, policías, profesionales y representantes del pueblo mapuche-tehuelche. Una bandera, por ejemplo: “Lo siento, por ser una piedra en tu camino. Perdón por no haberlo hecho antes. Gracias, por habernos ayudado a perder el miedo. Te amo, vital elemento: agua”. La concibió Susana Castillo: “Soy asesora de seguridad e higiene en empresas, y profesora de yoga. Esa frase viene de la teoría del doctor Lem, de Hawaii, que es una idea sanadora”.
Al lado, Jorge Mansilla, que pasó 8 meses preso en 2005 como forma de criminalizar la protesta obrera: “Sigo apoyando toda la lucha del trabajador, pero lo que sucede con esta asamblea arrastró a todas las clases sociales. Si lo pensás, la lucha obrera y ésta son la misma, porque siempre tenés enfrente a los capitalistas petroleros o mineros, y gobiernos que son como gerentes de las multinacionales. Pero además, aquí todos somos trabajadores. El gobierno se quedó desarmado y sin respuesta, y la principal autoridad es la Asamblea de vecinos, que no está entongada con nadie, y por eso pudo refutar todas las mentiras”. Sandra Valente, que aporta su experiencia como técnica química: “Esto para nosotros fue histórico también por la solidaridad que hubo para ayudarnos y trabajar juntos”.
Nicolás Meriñanco: “Represento al pueblo mapuche tehuelche. No vivimos aquí, en las ciudades, porque queremos, sino porque nos echaron con el hambre y el alambre. Nos quitaron la tierra, ahora nos quieren matar quitándonos el agua, que no es sólo algo que se bebe, es energía. Agradecemos poder participar en esta lucha que es por la vida”.
Negros cabeza de tacho
La Asamblea, en la ruta, se organizó en comisiones (Actas, Prensa, Concientización, Control de Calidad, Control de Obra): “Durante el corte nos turnábamos, informábamos a los vehículos cuál era nuestra pelea antes de dejarlos pasar, abríamos el corte cada dos horas, y siempre recibimos solidaridad”, cuenta Nancy. El gobernador Daniel Peralta se reunió con la asamblea, como broche a decenas de encuentros con funcionarios nacionales, provinciales y comunales. Robles: “Peralta firmó un acta y por eso levantamos el corte de ruta, pero seguimos en asamblea permanente porque vamos a realizar el control de obra para que los arreglos en el acueducto sean permanentes”.
El estilo de la asamblea, que reúne aportes de técnicos y profesionales, respiración profunda, y tenacidad de luchas docentes, obreras y mapuches, hizo que las reuniones con funcionarios fueran preparadas, ordenadas, sin dejar flancos. “Nos contaron que un funcionario dijo que no somos negros cabeza de tacho”, relata uno de los vecinos, mostrando de paso el pensamiento crudo de algunos de los que tienen poder de decisión.
El agua volvió a Caleta, la asamblea sigue sesionando y controlando la realización de las obras. Nancy: “El que todavía piensa que se puede salvar solo en este mundo está equivocado. Aquí sabemos que hay que cuidar tierra, agua y aire, o nos vamos al tacho. Cuando el mundo explote, explotará para todos”. Pablo: “Al pelear por el agua, que no tiene color ni banderas, estamos haciendo la democracia genuina, la del pueblo, bien concreta y donde todos participan para encontrar soluciones”. El obrero Mansilla me cuenta que decidieron no llamarse mutuamente “compañeros” sino “vecinos”. Pablo (que como trabajador municipal hizo 75 días de huelga y 54 de cortes de ruta): “Las palabras a veces se desvalorizan. Te dicen compañero, pero te tienen agarrado de las pestañas. Al que no obedece le dicen: ‘te vamos a sacar el plan, compañero’. Aquí nos llamamos vecinos, porque es lo que sabemos que somos”.
El proyecto es que las empresas empiecen a hacer obras para la recuperación del agua desechada, y plantas desalinizadoras del agua de mar. La Asamblea contagió también a Comodoro Rivadavia, en Chubut, donde el problema es similar y los vecinos ya están organizando reuniones y marchas. Zulma Usqueda: “Caleta sacudió a la región. Ya sabemos que no podemos quedarnos esperando. Y que el agua no es un recurso: es un derecho”.
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