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El maestro: Asterisco
Un tema, un videoclip y una lección sobre la ciudad que lo parió rapero y él bautizó Comoduro Rivadavia. A punto de editar su tercer disco, da clases que congelan peleas.
La metrópolis del desierto acaba de cumplir 113 años. Miles de personas llegaron al Estadio Municipal para acompañar los ostentosos festejos oficiales. El diario Crónica resalta, no sin efusión, que el momento más “emotivo” fue cuando “se entonó el Himno Nacional y luego, con un nutrido espectáculo de sonido y color, se disfrutó de un espectacular lanzamiento de fuegos artificiales”. El intendente aseguró:“La gente hizo esta fiesta posible, con el esfuerzo que todos hacemos los 365 días del año, teniendo como pilar el sentido de pertenencia que hay que rescatar día a día”.
Todos aplaudieron.
Pocos días antes de la celebración oficial, la ciudad ya había recibido otro homenaje. A principios de febrero, Asterisco, rapero, rebelde y maleducado, difundió por la web su último videoclip, que lleva el nombre de la ciudad donde nació.
No es la ciudad de los vientos, como dicen los porteños.
Ni la capital nacional del petróleo, como dicen los lobos del mercado.
Es Comoduro Rivadavia. Así la conocen los que la ven desde abajo.
Desde abajo
Asterisco tiene 25 años y nació dos veces. Primero, como dice en una estrofa, como hijo de una madre soltera que cruzó la cordillera en busca de sanar sus penas. Su segundo nacimiento fue el 2 de octubre de 2003, día en que ocurrió un hecho que lo parió políticamente: la desaparición de Iván Torres en manos de la policía chubutense. “Yo tenía 16 años. Fuimos a las marchas a rapear y ahí conocimos muchos pibes que acompañaban esa causa. Ellos nos mostraron la otra cara de la moneda. Empezamos a pensar algunas cosas que para nosotros estaban normalizadas. Por ejemplo: ¿por qué siempre los que desaparecen son pibes pobres?”.
A partir de ese momento, Asterisco empezó su transformación como activista político desde el Hip Hop, que hoy puede sintetizarse en un tatuaje que lleva estampado en el pecho: “Rap Sin Patrón”.
Con Comoduro Rivadavia, este rapero que rechaza la metáfora, se propone la dura tarea de narrar no solo un barrio o una esquina, sino una ciudad entera. La ciudad que vende más plasmas y más drogas, la ciudad de las mil putas. Así lo dice con su poesía:
Bienvenido a Comodoro, señor extranjero
Usted va a tener putas, frula
y el sudor de obreros.
Niños van llorando por la ciudad
Y adultos hacen cola por un plasma
como actividad normal
por un consumismo barato,
cuando nada es barato
y los convierte rápido
en fláccidas almas de asfalto.
Asterisco está leyendo un libro prestado: Movimientos y emancipaciones, de Raúl Zibechi. Me dice que lo que le gusta de Zibechi es que todo lo que escribe, él puede corroborarlo en su cotidiano. “Eso de que con el extractivismo ya no existe una masa obrera capaz de organizarse en sindicatos, por ejemplo, lo veo en mi barrio. Ya nadie labura en las fábricas, son todos laburos independientes o temporarios”.
Así, con el ojo del barrio, Asterisco pasa a explicarnos, en un pantallazo, el círculo vicioso que somete a Comoduro Rivadavia. Sus lecciones:
Comodoro es el sueño americano argentino. Mucha gente recorre miles de kilómetros para llegar, pensando que va a salvar su vida. Pero en muchos casos, no pueden entrar a trabajar y no pueden alquilar una casa, ya que el costo de vida está basado en los sueldos del petróleo. Entonces toman terrenos y hay problemas de vivienda. A su vez, la gente de la ciudad, incluso los pobres, cae en esa gilada de pensar que los de afuera vienen a quitarles el laburo. Les roban, les pegan, los maltratan: la misma clase trabajadora se automargina. Por más que sean vecinos y que todos sean pobres, hay mucha hostilidad con el inmigrante.
En los barrios bajos ves que hay ranchos de chapa al lado de palacios. Porque un obrero del petróleo empieza a ganar, de pronto, más de 20.000 pesos y se construye una tremenda casa. Pero lo cierto es que siguen siendo pobres. También ves gente que tiene una súper camioneta, un súper plasma, pero vive en casa de chapa con piso de tierra.
Lo que analizo es que la mayoría de los que trabajan en el petróleo no suben su status social: suben su nivel de consumo. Y creo que el hecho de consumir no tiene nada que ver con el status social. Eso, a su vez, trae dos consecuencias:
- 1. Endeudamiento. Mientras más consumen, más se endeudan, al punto que la deuda triplica su sueldo.
- 2. Violencia social. La mitad de la gente cobra más de 20.000 y la otra mitad menos de 5.000. Entonces hay muchos robos de celulares, autos y zapatillas, que es lo que más se consume. Los robos son violentos y llegan hasta la muerte. Los medios salen a criminalizar a los pibes chorros y la clase media pide mano dura.
El resultado, concluye Asterisco, es una sociedad reaccionaria.
Violencia artística
Comoduro no da respiro. Durante el año que llevó la grabación del tema y el armado del videoclip, ocurrieron una serie de muertes violentas y asesinatos, incluida la de su hermano, Franco, 20 años, apuñalado por un joven que trabajaba para una banda de proxenetas. A todos esos pibes que hoy ya son graffitis, Asterisco los fue incorporando al tema a medida que fueron cayendo. Ahora entiendo, entonces, por qué Asterisco rechaza las metáforas. “En Comodoro ves pibes que tocan la guitarra y le cantan a la paz y a la naturaleza, en un lugar donde no hay paz ni naturaleza. Entonces ¿Qué carajo estás haciendo? No entiendo. No entiendo cómo alguien puede responder a la violencia con la paz. Porque vivimos en un lugar donde pasan cosas horribles todos los días. Yo creo que hay que responder con violencia artística”, razona.
Y nos lleva de nuevo al principio: durante las jornadas del acto oficial ocurrieron dos de esas cosas que a Asterisco le siguen llamando la atención y que no sabe si definirlas como “pelotudez” o “hipocresía”, o acaso una mezcla.
El festival se dio en medio de un importante conflicto con el abastecimiento de agua en la ciudad. Sin embargo, nunca se hizo referencia al tema y la jornada se llevó adelante a puro festejo. Pero al tercer día del festival invitaron a los compañeros del colectivo de Hip Hop en el que Asterisco participó antes de emigrar hacia Buenos Aires. Fueron los únicos que no recibieron ni un centavo de los millones que se habían invertido en la celebración. En medio del show, los raperos desplegaron una bandera que decía “No a la mina” al grito de “El agua vale más que el oro”. Les cortaron inmediatamente el micrófono y los hicieron bajar acompañados por el personal de seguridad. Volvió el presentador con una sonrisa y dijo: ¡Bueno, seguimos! ¡Un aplauso para los chicos!
Todos aplaudieron.
Clases y clase
Ahora Asterisco vive en el sur bonaerense y está a punto de sacar su tercer disco como solista: Quelvulgarria. Incluye, además de Comoduro Rivadavia, temas como Ningún Pibe nace para chorro o La primavera del 70. Está dictando también un taller de rimas en un bachillerato de la villa 31, que lleva adelante el Frente Juvenil Fuerza Callejera.
El primer día que llegó a la villa fue como invitado a un recital. Hubo un altercado entre una banda de tucumanos y una de peruanos, que terminó con un herido. Asterisco tuvo que subir al escenario en el momento más caliente. Empuñó el micrófono y dijo: “No nos peleemos entre nosotros. El enemigo es otro. Focalicémonos en los que nos oprimen”. Pensó que le iban a tirar tomates, pero no.
Todos aplaudieron.
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