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Habeas corpus

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Marlene Wayar. Integra un movimiento que comenzó luchando contra la represión, el odio y la muerte y que en el camino fue construyendo su propia teoría sobre el significado de una nueva identidad de género. Una filosofía política que trasciende lo sexual y que plantea el fracaso de un sistema que convierte a las personas en basura y la necesidad de romper el lenguaje para romper las viejas formas de pensamiento. “Somos parte de la construcción del futuro”, dice esta intelectual que soportó la violencia de policías y prostituyentes y sobrevivió para pensarlo.

Habeas corpusLa hipótesis es la siguiente: si entendemos la identidad como algo hecho, construido, significa que también se deshace, parte por parte. La conclusión, sin embargo, no es tan sencilla:
 
Se puede dejar de ser lo que se es
para ser lo que cada uno desea.
 
Suena como un trabalenguas, pero también como una tarea imposible, difícil, épica. El viejo sociólogo Zigmunt Bauman nos agregará otro adjetivo: ineludible. ¿Por qué? Porque nos advierte sobre el estado actual de este problema: “Hay identidades que estereotipan, pero muchas más que humillan y someten”. Ineludible será también su conclusión: en nuestros días “el lugar natural de la identidad es un campo de batalla”.
Es exactamente en ese campo donde el movimiento trans ha forjado su experiencia. Se trata de una batalla social y política, que trasciende lo sexual, incluso el género, y alcanza a toda la realidad construida a partir de un sistema de poder binario, que va desde el combo hombre-mujer hasta el modelo exclusión-inclusión, por caso.
Fue el suizo Max Frisch quien definió la identidad como “el rechazo de lo que los otros quieren que seas” y en eso está, precisamente, el movimiento trans argentino desde hace casi diez años. Nada menos que eso: ser algo que se mueve en la escena pública –la calle, la tevé, la academia– como un terremoto, abriendo grietas que –como canta Leonard Cohen– nos descubren lo importante: así es como pasa la luz.
Siguiente hipótesis: ¿qué puede verse a través de la grieta trans? Si se mira a sus estrellas mediáticas, poco y nada, porque ya se sabe: los flashes encandilan. Tampoco es fácil ver algo en la calle, porque también se sabe: los prostíbulos a cielo abierto son lugares sombríos y escenográficos. Hay que abandonar los íconos –esas falsas identidades creadas por el mercado– para encontrar a las personas y desde allí maravillarse con la profundidad del hueco: se podrá observar así la primera cooperativa textil travesti del mundo –bautizada Nadia Echazú en honor a una de sus luchadoras– o la primera revista trans de Latinoamérica –El Teje–, pero también políticas como Lohana Berkins, militantes como Diana Sacayán, escritoras como Naty Menstrual o intelectuales, como Marlene Wayar.
La sola enumeración de estas identidades –política, militante, escritora o intelectual– es una trampa. Cada una y cada cual es todas esas cosas y muchas más, al mismo tiempo y por idéntico motivo: o trabajan juntas en la cooperativa, o escriben en la misma revista o militan en los mismos espacios. Y en todos han abierto grietas juntas o separadas, pero en sincronía, para escapar a la condena social de violencia, prostitución, odio, soledad.
Así de ineludible es todo movimiento impulsado por la vida.
 

El juego de las diferencias

Marlene es hoy la directora de El Teje, la fundadora de un espacio de militancia Futuro Transgénero, la integrante de la cooperativa textil, la estudiante del último año de la carrera de Psicología Social de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo, la escritora, la artista, la pensadora. Fue el hijo hasta que en su adolescencia decidió ser otra cosa, que la dejó sin familia, sin hogar y sin escuela. Fue, también, la prostituta de las calles de Palermo. Fue la prisionera de las cárceles de ese barrio. Fue el cuerpo golpeado por la violencia policial y fue el cuerpo abusado por la violencia prostituyente. Pero siempre fue, es y seguirá siendo, la misma persona valiente y, quizá por eso, rebelde.
No voy a detenerme en el lugar común de describirla físicamente, porque el abuso sobre el cuerpo trans es el crimen cotidiano de los medios (ya sé lo que estás pensando, pero las fotos de esta nota se hicieron exactamente por eso: para que pienses). Prefiero ayudarte a imaginar lo que mejor la define: su forma de hablar. Calma, serena, sosegada, como si hubiera logrado exorcizar tanta violencia vivida o convertirla en un lugar desde el cual otear la vida.
Escuchala.
En el camino de la batalla por la construcción de la propia identidad, ¿qué tuvieron que destruir?
Fue un proceso lento y combinado, porque estás con el enemigo adentro. Así que son pequeños momentos de lucidez. Como, por ejemplo, cuando nos hizo el clic de decir “no somos mujeres encerradas en el cuerpo de un varón”. Poder romper eso fue importante. Hoy, si vos les preguntás a las chicas qué son, te responden: “somos travestis”, automáticamente. Pero hubo un ejercicio de metabolismo para pensarlo. No sé en qué momento hemos decidido hacerlo, pero sí que se trató de un movimiento colectivo y homogéneo.
¿Cómo definís esa identidad?
Lo trans como identidad tiene que ver con el ponerse a pensar la hegemonía como sistema. El patriarcado es eso. A nosotras nos incomoda la masculinidad. Y todo lo “hombre” produjo lo “mujer”. Son sistémicos: uno es funcional al otro. Pero se trata de un sistema que no está pensado. Está impuesto, vivido. Y también en el viviendo vas encontrando la forma de destruirlo.
La identidad travesti, por ejemplo, ¿representa una desmentida pública, evidente, de que el sistema binario hombre-mujer no es el único posible?
Aun cuando terminemos reduciendo ese sistema de identidad de género sólo a lo corporal, te obliga a pensar en una pregunta: ¿pueden reconstruirse los modos de uso de mi cuerpo? Sí, tengo pene, pero no es violento. Entonces, ¿el juego amoroso puede tomar otras formas sensitivas y erotizadas que no tengan que ver con la dicotomía de ser penetrado o penetrante? Si nos ponemos a indagar, ninguna de nosotros, hombres y mujeres, tenemos construido el cuerpo de una manera unívoca. La sexualidad es una sensibilidad y no una genitalidad.
¿La prostitución es la forma de atrapar esa rebeldía trans y hacerla útil para el mercado?
Representa todo un trabajo fino y exitoso de la hegemonía. Por eso, el lugar donde nos queremos poner a trabajar es antes de la puerta de la prostitución, porque después es muy difícil dejarlo, es epopéyico. El otro día hablaba con una amiga, con la que tenemos muchas diferencias en cuanto a la prostitución, que proponía el derecho a la prostitución como trabajo. Realmente reconozco que en este sistema el cuerpo siempre está explotado, sea el sexo, las manos, la espalda o la vista… Esa explotación de tu cuerpo existe en todos los diferentes trabajos. También reconozco algunas maneras dignas de manejar la prostitución. Lo que sucede es que, en la medida que sean imposiciones colectivas, no podemos ni siquiera pensarla como trabajo hasta tanto no se pueda decidir con total libertad si quiero hacerlo o no. Si me sirve para mantener mis estudios, bárbaro. Pero si es para llevar el pan a casa y alimentar a mis hijos, me parece algo jodido.
Así como en Ninguna mujer nace para puta María Galindo definía el campo de la soledad social, política y filosófica de la puta, ¿cómo es la soledad travesti?
Estamos solas, con nosotras mismas, en una soledad poblada por la desesperación de la compañía. Y cuando el otro es un extracomunitario caemos en excesos de soportar lo que sea con tal de tener la ilusión de la experiencia del cariño.
¿Existe la relación amorosa travesti-travesti?
Sí. Y es nueva su visibilización. Hará unos siete años que empezó a poder aceptarse públicamente eso de: “somos pareja y vamos de la mano a todos lados”.
¿Es una salida del closet?
El problema con lo transexual es inverso a lo gay o lo lésbico con respecto al closet. Nosotras no tenemos closet, porque al asumir esta identidad se hace inmediatamente pública y evidente. Pero en muchos casos lo terminamos construyendo. Hay una trampa montada, justamente, por la necesidad de afecto y aceptación. El closet, para mi, lo representa la necesidad de operarse para tener “el cuerpo que corresponde”. Esa identidad quirúrgica me provoca muchas inquietudes. ¿Significa portar internamente la mentira? ¿Significa ocultar, porque el otro no te querría si supiese la verdad? En algún punto representa una falta de identidad, porque la mentira no construye tu identidad sino todo lo contrario. Pienso, por ejemplo, en el caso de los hijos de desaparecidos. Ellos nos plantean claramente lo que representa el derecho a saber la verdad sobre tu identidad. Entonces, ¿cómo trasladamos esto a al tema de las cirugías en cuerpos desobedientes? Uno se transforma en algo para que el otro lo acepte, ocultando lo que es quirúrgicamente. Eso es el triunfo de la hegemonía sobre nosotras: hacerse invisible. Creo, entonces, que ese es nuestro verdadero closet y que no está al comienzo, sino al final, como una trampa.
¿La maternidad no es también otra forma de intentar alcanzar el estereotipo femenino?
No. Llega un momento de la vida en la que estás dispuesta a crear posibilidades de vida en el otro y ponerte en segundo plano. No creo que la maternidad sea mucho más que esto, y no necesariamente con un niño o niña. Hay formas de sublimar la maternidad en otras áreas, hacerte responsable de los que te rodean, por ejemplo. Creo que la maternidad tiene más que ver con la metáfora del sembrar, del trascender. Seguramente mi razonamiento esté confundido con mi propio deseo, mi propio egoísmo, pero no es menor para una identidad como la nuestra pensar “soy la mejor opción que tiene esta criatura”. Simplemente, porque para nadie, nunca, fuiste la mejor opción.
¿Creés, entonces, que la experiencia de la maternidad repara ese tremendo dolor social?
Totalmente. Normalmente, la gente te mira y ve en vos un mal. Pero una travesti amorosa con sus hijos cobra socialmente una dimensión humana que antes nunca tuvo. En ese sentido la maternidad es una reparación del odio social. No es una réplica intacta de la propuesta hegemónica, porque el objetivo es ser madre y no ser mujer. Es crear un vínculo de cuidado, amor y vida como respuesta a la violencia, el odio, la muerte.
¿Es poblar la soledad?
Es una de las formas de trascenderla.
 

La puta respuesta

¿El primer signo de ruptura de la identidad trans es vestirse de otra manera de la ordenada para su sexo?
En general, se trata de una identidad que se toma en plena adolescencia y tiene sus ingredientes: la ruptura total, la frescura, la ingenuidad. La adolescencia es el momento justo en el que creés que si te vas de casa vas a poder subsistir. No te das cuenta de que tu mamá es la que te mantiene. No tenés dimensión de la vida. Tampoco de las consecuencias, porque lo que emprendés es un camino a la pobreza. Porque la ruptura de la identidad te lleva a la marginalidad y a la pobreza, indefectiblemente. Y así, esa decisión se convierte en una epopeya de la que siempre hemos salido mal paradas, porque somos demasiado jóvenes para practicar la rebeldía de un modo tan extremo y no tenemos herramientas para lo básico: dónde vivir, cómo comer. La única respuesta te la da la prostitución y es una respuesta completa: te da pertenencia a un clan, te da dinero, te da la ilusión de ser deseada, te da mentiras para consolarte y drogas para anestesiarte. La prostitución es una respuesta integral, pésima, que te destruye, pero es completa. Si queremos construir opciones, tenemos que pensar entonces estrategias integrales porque si no son inútiles.
¿Cómo construyó lo trans su discurso público de reivindicación? ¿Desde la víctima o desde la heroína?
Desde la regulación de los dos estereotipos. Nada y todo es impugnable. El ejercicio de la prostitución te da esa formación ecléctica: de todo lo bueno y lo malo sacás un aprendizaje o experiencia. Entonces, ser resentida o furiosa como las feministas fue importantísimo. Ir atemperándolo y buscando su graduación, es el logro. Me parece que la perfomativización de pararse en la esquina nos sirvió también para pararnos en la escena política. Esa operación que consiste en agarrar lo crudo y volverlo arte, sin amenazar, pero sin atenuar. Decir las cosas muy en serio y con mucho humor. Mover el alma de quien tenés enfrente.
¿Cómo se mueve el alma en un sistema que la aliena?
Con esperanza. Los otros días volví a releer el relato de la caja de Pandora. Algunos cuentos son realmente un puente que nos lleva a reflexionar, pero hay que volver a ellos en diferentes etapas de la vida para ver qué te permiten pensar en cada momento.
 
Volvamos, entonces, al relato de Pandora.
 

La bella estúpida

Zeus está furioso con Prometeo. Esto significa que tenemos un hombre que es dios, muy enojado, que planea su venganza: crear a una mujer capaz de seducir a su enemigo. La hace de arcilla, le pone hermosas ropas, vistosos collares, corona de flores y en el pecho –es decir, en su alma– le coloca mentiras, palabras seductoras y un carácter voluble. Ésa es Pandora, la mujer que abre sin intención la caja que contiene todos los males que el mundo desconocía: la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, el crimen. Y la que cierra presurosa la caja para dejar bajo llave lo único que pudo salvar. Luego, corre a contarle a su esposo Prometeo su hazaña. La bella estúpida y sumisa Pandora había dejado encerrada a la esperanza.
Volvamos, ahora, a Marlene:
 
“Hay una cuestión sistémica que te lleva a encerrar la esperanza bajo llave, como si eso significara algo inteligente, algo que te salva. Y nada que esté encerrado puede ayudarte. ¡Abrí la caja y que salga la esperanza en vos! ¡Son posibles los cambios! Nadie pensaba que iba a cambiar la mente menemista, pero es algo que se pudo cambiar. ¿Cómo? No siendo vos menemista con tu vieja, con tu alumna, con tu pareja. Ahí hay esperanza, porque la llave sos vos.
Cuando hablás de menemismo te referís a toda una forma de pensamiento, ¿por qué recurrís a esa imagen cuando aparentemente está “fuera de moda”, por así decirlo?
Porque refiere inmediatamente al macho estúpido, corrupto y burdo, perverso e idiota. Y eso no está pasado de moda, sino reciclado. De Narváez es más berlusconista, pero los mecanismos que dispara son idénticos y automáticos. Ya empieza a hablarse de lo buen mozo que es. O lo piola que parece Michetti. Y podrá parecerte piola una mina así si es tu vecina, pero si pretende manejar el país tenés que empezar a pensar hasta dónde lo que representa no es una máscara.
La máscara es, justamente, un lugar común asociado a lo travesti. ¿La sociedad piensa que te ponés una cuando, en realidad, te la estás sacando? ¿O esa confusión representa otra cosa?
Por un lado, fue una estrategia para poder sobrevivir. Llegó un momento en que teníamos tal enfrentamiento con la policía y eran tan brutales los mecanismos de represión que se nos planteó la siguiente opción: o nos callábamos porque si no íbamos a aparecer en un zanjón o nos hacíamos tan visibles como para que no fuera fácil matarnos. Y la única manera de hacernos visibles era trasladar la performatividad de la calle, de la prostitución, a los medios. Pero luego, esta construcción de la hipermascarización tuvo un efecto de sinceramiento.
¿Qué sincera?
Que todo está performativizado. Tenemos una máscara básica a la que le ponemos otras máscaras. La cuestión es que siempre tenemos una máscara que nos hace imposible nuestra esencia. Cuando mamá nos pone zoquetitos celestes ya nos está atravesando con la palabra, “vas a ser varoncito”. Y no hay tutía. Pero cuando los intersexuales plantean que sus primeras hormonas se las roban a las madres revelan dos cosas al mismo tiempo: por un lado, su propia búsqueda de la construcción de un cuerpo, una identidad, un género; pero al mismo tiempo, que también la madre está siendo construida. Sólo que parece más natural porque es una construcción biomédica, sostenida desde lo hegemónico. La diferencia es que a ella las hormonas se las da un médico que está construyendo tanto su feminidad como yo.
También hay una construcción bio-médica de la felicidad (los antidepresivos) o de la erección (el viagra) o de la normalidad (los chalecos químicos)…
Entonces, hay que poner en juego el sentido de esta construcción. Quién la hace y por qué. Hay una enfermedad de la cual somos emergentes, que es una enfermedad social. Una mamá gorila sabe qué hacer con su cría. Nosotras somos capaces de dejar la cría porque no cumplió nuestras expectativas. ¿Podemos permitirnos pensar por qué? No es una pregunta que pueda responder la ciencia. La ciencia hoy es un lugar de poder, y ese poder lo ejerce el mercado. Y el mercado es dictatorial: impone un orden. La realidad tiene que ser así y así. Por eso cualquier cosa que desestabilice ese orden se presenta como una noticia devastadora. Porque se cae el mundo. Y lo que se cae es la construcción de eso que nos dicen que es el mundo. El mundo sigue. Entonces me parece que hay que estar muy atenta a la novedad, no por la novedad misma, sino por todo lo que nos dice sobre lo ordinario, lo “normal”, por la sintaxis que desestabiliza. Debemos enfrentarnos más a la conciencia de que somos absolutamente vulnerables. Bajar nuestra omnipotencia de creernos dueñas del universo. Justamente por esto de creernos dueñas estamos a punto de colapsar. Los desajustes climáticos, las nuevas epidemias, estos virus, no están dentro de lo previsible porque no hemos previsto un modo más integrador de vivir ese mundo.
Analógicamente, lo trans funciona como el virus: algo que sale del control…
Funciona como algo que te descoloca y estamos acostumbrados que lo que te desestabiliza, te paraliza. El miedo invade y no te deja reaccionar. Pero si vos reaccionás, aun suponiendo el peor de los desenlaces, la situación se va a poder metabolizar y trascender.
¿Cómo lograste vos no paralizarte?
Es un proceso lento, que empezó porque me reía de la policía cada vez que venía a reprimirnos. Después, desde el 99, se empezó a cristalizar en algo más militante, de manera muy confusa y muy pegada a lo que sentía internamente como trans, queriendo resignificarlo sin saber muy bien cómo. Y el clic fue en 2001, cuando realmente empezamos a despegar. Ahora, estamos viviendo la experiencia de hablar con nuestras viejas, las pocas travestis que sobrevivieron. Ellas nos dan la dimensión de la etapa que estamos atravesando porque la diferencia es abismal. Estamos en otro contexto que ellas ni se imaginaban. Será desgarradoramente lento ese proceso, pero es un proceso al fin. Estamos siendo cómplices de la construcción de posibles futuros. El occidente cristiano machista patriarcal y capitalista ya fracasó. La evidencia está en que en este sistema somos basura. Hay en la calle miles de personas convertidas en “algo” que no sirve. ¿No tenemos capacidad amorosa para volverlos a acobijar, ni para acobijarnos? El fracaso ya está. Hay que pensar otras formas de futuro y romper el lenguaje, porque esa ruptura del lenguaje nos permite que podamos romper nuestros pensamientos y sentimientos y acciones. Tiene que haber coherencia entre el pensar, el decir, y el accionar. Y que no nos quedemos en mandar un mail y creer que estamos militando o haciendo algo sólo por mandar un mail. Tiene que haber una acción concreta, con la misma eficiencia que el sistema hace que sus palabras sean concretas. Cuando el sistema dice que va a bajar la imputabilidad de los menores, es una acción que no sólo se queda en palabras. Nosotros confundimos el verbo con la acción. La acción tiene que venir desde adentro. Y ahí volvemos a la cuestión de la identidad. Hay que lograr que para nosotras la conquista de la autonomía no sea sinónimo de soledad, tal como lo fue hasta ahora. No está entonces la cosa para ponerse pesimista, sino para seguir tejiendo redes. No sé cuánta gente quiere construirlas junto a otras formas vinculares sin dejar la seguridad de sentirse hombre o mujer. Pero no vamos a ser nosotras las que cerremos las puertas. Al contrario: los invitamos a des-identificarse de todo lo preestablecido para volver a construir una identidad, teniendo memoria del pasado, pero también con esperanza en el futuro. No sabemos qué identidad vamos a ser capaces de crear juntos, pero por el momento podemos partir de una: “persona humana”.

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Actualidad

Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
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El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

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Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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