CABA
Peronismo de ciencia ficción
Juan Incardona. Su próxima novela narra una batalla pendiente: la guerra final entre peronistas y gorilas. Pero con personajes fantásticos, que nacen de ese imaginario que cosechó en los campitos de Villa Celina, su fuente de inspiración y la protagonista de sus relatos. Un escritor que ya dejó la venta ambulante y da clases en Madres.En julio se desatará la guerra más terrible que se haya visto jamás. Será entre peronistas y antiperonistas, pero entre sus combatientes no estarán ni el PJ, ni Moyano, ni ningún otro partido político. Los del primer bando cuentan con enanos peronistas de un metro de altura, súper guerreros, además de las delegadas censistas convertidas en amazonas o las temibles legiones descamisadas. Los antiperonistas, por su parte, nada tienen que envidiarles a estos luchadores: cuentan, nada menos, que con un monstruo de diez metros, cortajeado y cosido cual Frankenstein, llamado el Esperpento. A este ser, que es el arma biológica de la oligarquía, le han puesto las manos de Perón. Y esas propias manos deberán matar a los peronistas, quienes desconcertados, lucharán intentando no lastimar las manos de su líder político.
La imaginación de lo común
Juan Incardona es un pibe de barrio, que alza al fútbol, al peronismo y al rocanrol como sus banderas. También escribe. Estudió desde ingeniería mecánica hasta comunicación, pero dio con Letras recién en el 95, dejó al año siguiente y retomó en 2001. Fue vendedor ambulante hasta el año pasado, cuando comenzó a tener un trabajo estable (“¡estoy cobrando sueldo!”), nada más y nada menos que en la Fundación Madres de Plaza de Mayo, como profesor de jubilados de pami, entre otras complejidades. ¿Qué enseña? Narrativa. “La imaginación de lo común” llama a su taller, y pienso que, además, así se entiende a sí mismo. Pibe de barrio, pero nada común: tiene la capacidad de combinar esa imaginación con su experiencia de vida, y contarle a la burbuja del mundo cómo son los territorios olvidados del conurbano. “No suelo hacer mucho hincapié en lo negativo de Villa Celina. No me regodeo ni en la pobreza, ni en la violencia. Me acuerdo de haber vivido en ese lugar, donde todo el tiempo estabas jugando entre basurales que hasta generaban algo mágico a los ojos infantiles, como un espacio de aventura. Para mí es un recuerdo de felicidad”.
Hace años vive en Capital y su paradero fue, hasta ahora, tan esporádico como su forma de mantenerlo: Juan vendió anillos, aros y colgantes que él mismo fabricaba, trece años ininterrumpidamente, haciendo de eso su forma de vida y dejando la literatura en un segundo plano. Sobre la venta ambulante, editó otro de sus libros: Objetos maravillosos. El nombre –cuenta– era la muletilla con la que intentaba persuadir a sus compradoras, y el contenido son las crónicas de los diálogos que mantenía con ellas. “Empecé haciendo personitas con metales y alambres. Les ponía nombres: por ejemplo, el Hombre Riñón. Me re encariñaba. Si la persona que me los quería comprar me caía mal no se los vendía”.
Explica: “Las cosas que vos mismo hacés con las manos tienen cierta santidad. De algún modo, el sueño de todo vendedor ambulante es tener algo que no se lo compren. Pero todo te lo quieren sacar de las manos. Todo se vende. Una vez, hice un collar de mierda: agarré bosta de caballo e hice bolitas con pegamento y me armé todo un collar con pelotitas de bosta. Y dije la verdad: que era un collar de mierda. Nunca pensé que me lo iban a comprar, hasta que uno vino y me dijo ´loco, esto es arte conceptual´ y se lo llevó”.
Lo simple y lo complejo
La tercera es la vencida, dirán. Letras fue su tercer intento en seguir una carrera. Cursó veinte materias y aprobó quince, para luego abandonar definitivamente. “El registro académico me parecía incompatible con la imaginación más narrativa. La creatividad no iba mucho con una carrera crítica”, se defiende. Confiesa que la experiencia le sirvió para entrenar el ojo para la lectura, pero no para sentarse a escribir. “Eso pasa por un lado completamente distinto. Preparando el taller que estoy dando descubrí un artículo de Faulkner que habla de las necesidades de un escritor. Arma una tríada vinculando la literatura con la realidad, que es lo que a mí me gusta: la experiencia, la observación y la imaginación. Yo le agregaría una cuarta: el sentimiento, pero no entendido como sentimentalismo, sino como una fibra íntima de la literatura. No ser solamente un escritor correcto, que tiene una buena gramática y arma bien estructuras. Quizás a veces es mejor equivocarse, asumir riesgos, pero llegar más a fondo”. Como si Faulkner hubiese querido explicar la literatura de Incardona, sus tres conceptos cuajan increíblemente con el universo celinense que creó y a través del cual intenta contar su mundo. Incardona habla y revela las herramientas con las que hilvana sus relatos, pero no le importa: su secreto son sus experiencias, y eso, por mucho que lo diga, nadie se lo podrá quitar.
Incardona, sin embargo, cuenta que como estudiante de Letras no fue la excepción y rápidamente se mareó en los meandros de Borges y lo que llama “la alta literatura”, atravesando una etapa de imitación. “Es algo que les pasa a muchos cuando arrancan. Me olvidé todo lo que era yo, lo dejé de lado. Empecé a escribir cualquier cosa. Relatos muy acartonados, ambientados en lugares exóticos, con palabras difíciles… como para darme chapa de buen escritor”. Paralelamente, a sus amigos les contaba anécdotas del barrio y cosas que allí habían sucedido. “Me decían ‘loco, dejá de escribir esos cuentos borgeanos de mierda y ponete a hablar de tu barrio’. Y así me empecé a encontrar. Me di cuenta de que escribir difícil es lo más fácil que hay: vos sacás palabras brillantes de los libros y las ponés ahí, como pepitas de oro. Escribir fácil es lo más difícil”.
Juan hace lo difícil. Sus relatos son frescos, dinámicos, sin una palabra de más ni otra de menos: se limita a contar. Dicho por él: “Escribo simple, pero no como algo demagógico. Lo mejor que puedo dar está ahí, y, sin embargo, eso le puede entrar a un pibe de Celina”. Ésa es otra clave: su público son los lectores del conurbano. Cuenta las historias de sus vidas, sus experiencias, e intenta que sus relatos les abran las puertas al mundo de la literatura. Su mérito literario sea tal vez justamente ése: formas literarias simples que escapan de lo clásico, creando una voz que te cuenta al oído una historia de un hombre-gato o de un perro que tienes dos narices. “A mí me da orgullo que a un crítico importante le guste mi libro y publique una nota. Es como una satisfacción personal. Pero que me escriba un pibe de 16 años, de Villa Madero, y que me diga que flasheó con el libro, a mí me emociona mucho más”.
El campito
«En mis últimos años de vendedor ambulante ya me cansaba, ya estaba grande… No encontraba un espacio de trabajo que me contuviera. Recién ahora con esto de la Fundación de Madres se me empieza a abrir algo”, confiesa. Está cómodo y feliz: “Nunca escribí tanto como en los últimos tres o cuatro años. De hecho nunca como en los últimos dos meses, porque tuve que terminar El campito. Fue medio alienante, pero una experiencia copada, muy intensa. Este año supongo que voy a laburar mucho y voy a tener menos tiempo, pero voy a intentar no perderlo porque en definitiva es lo que más me gusta”.
El campito es el título de su flamante novela, estimada para julio. Campitos llaman en el conurbano a los espacios verdes que separan los barrios, limitados por los últimos postes de luz de cada uno de ellos y dominados por una oscuridad intimidante. “Vos mirabas esa oscuridad y te parecía ver cosas. Era el lugar donde se desataba la imaginación”. El protagonista del relato se llama Carlitos, un ciruja que existió realmente en Villa Celina. “En los campitos vive Carlitos, que va y viene para contar historias que suceden en esa masa negra, que de algún modo son los propios relatos de todas las bandas de las esquinas”. Sus oyentes son los personajes que aparecen en su primer libro, Villa Celina. La trama nos la cuenta el propio Juan: “Es una historia de aventura, en un universo de fantasía que yo quise armar desde la realidad bonaerense. Pensé: bueno, ¿en el conurbano qué tenemos? Un río contaminado, barrios de monoblocks, villas, el peronismo… Agarré todo eso y me dije: de acá tiene que producirse la fantasía”. Juan entrecruza, teje y rearma historias, siempre a partir de una arista común: su barrio.
“En El campito hay un montón de barrios que están construidos como Ciudad Evita. Ciudad Evita, si uno lo mira satelitalmente, muestra el perfil de Evita. El campito está lleno de, como los llamo yo, barrios-bustos. Donde cada uno está construido como un prócer del peronismo: el coronel Mercante, barrio Gatica, barrio Pascual Pérez, barrio Juan José Valle…”. Todo se da en un clima de guerra ente el peronismo y el antiperonismo. Los del primer bando viven en las afueras de la ciudad, en barrios como Celina, Bonzi o Tapiales. Los antiperonistas, en Recoleta o Barrio Norte, según Incardona barrios-busto pero de la oligarquía: vistos desde arriba está la cabeza del almirante Rojas, de Aramburu, entre otros de ese calibre.
Los bandos chocan en una suerte de guerra desaforada. “Hay enanos peronistas, que son pibes de un hospital que no crecieron más de un metro por la desnutrición, re guerreros. Están las delegadas censistas, que fueron las minas de la Fundación Eva Perón que iban censando a todas las mujeres peronistas del país, que acá son amazonas, guerreras. Están las legiones descamisadas…”, y el delirio sigue en el otro bando: “Hay un monstruo de diez metros que es el arma biológica de la oligarquía, se llama el Esperpento. Como una burla al peronismo, le pusieron las manos de Perón. Y las propias manos de Perón están matando peronistas en el campito. Y no saben qué hacer, porque dispararles a las propias manos de Perón es un sacrilegio”.
Juan toma al peronismo al igual que lo hace con el fútbol o el rock. No es un militante marcado, ni explora el terreno más ideológico de la cuestión: acepta que su preferencia política se dio más por cuestiones tanto geográficas como hereditarias. “Yo lo vivo como algo natural, soy de La Matanza”, dice, como si eso explicara todo. Y lo explica. “Hay mucho de un imaginario del primer peronismo, que yo no viví, pero no podía escribir sin meter en el combo al peronismo: no sería Villa Celina”.
El campito parecería ser su gran desafío literario. Ésa es, al menos, la sensación que deja Juan al contármela: lo hace enérgicamente, como un niño que arma y desarma estructuras, palabras e ideas, divirtiéndose. La historia, a su vez, derrocha elaboración y meses de delirio. ¿Madurez literaria? ¿Año bisagra para Juan? Habrá que esperar a julio y ver en qué termina la desaforada batalla de los guerreros del conurbano contra el Esperpento de la Recoleta.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro.
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro.
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro.
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro.
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro.
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro.

Foto: Juan Valeiro.

Foto: Juan Valeiro.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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