CABA
Hip hop, al frente
El Brujo. Fue chico de la calle y ahora es contratista de obras y Master of Ceremony (mc) de la música que empieza a compartir con la cumbia el reinado de los ritmos que mejor cuentan lo que pasa. Ahora, presenta su primer cd, Calles, un sueño que construyó con esfuerzo, paciencia y convicción. Éstas son sus enseñanzas.En Villa Tesei, el rap sale por las ventanas de las casas. Los adolescentes que están en el almacén visten remeras y pantalones anchos. Los más chicos también. La cumbia, parece, ya no es la única banda de sonido de los barrios bajos. Estamos en el oeste y para entender la escena del hip hop que domina hay que hablar con El Brujo, o al menos así dicen. Él representa símbolo y promesa de un arte que parece tener como requisitos ser joven, varón y del conurbano. Eso no alcanza, claro: también hay que tener bronca, ojos, corazón, y algo para decir. No estar resignado.
El Brujo ganó un concurso de freestyle (estilo libre) organizado por la radio Rock and Pop, forma parte de la González Catán Killer Crew, está por sacar su primer disco llamado Calles, por el sello dbn y tiene apenas 23 años. Saluda tímido al tiempo que abre las puertas de la casa en donde vive con Flor, su novia peluquera, y la familia de ella. “Esta casa nos costó diez años de esfuerzo”, revelará más tarde Flor, orgullosa. El lugar es nuevo, el piso es brillante, las paredes blanquísimas y todos los ambientes son triangulares. “Todo lo eligió mi mamá”, dice Flor.
El músico no revela qué dice su dni. “Mi nombre no es importante. Todos me conocen como El Brujo”. Ordena un poco el barullo de perros, amigos y familiares que entran, salen y deambulan y se sienta a conversar. Tiene la boca gruesa y la contrae para fumar un cigarrillo atrás de otro. “A los 16 años empecé a acercarme al rap porque yo bailaba, me hice conocido como B-boy (dentro de la cultura del hip hop, es el que domina esa acrobacia casi mágica llamada break dance). Bailé en fiestas de hip hop en el under local”, recuerda El Brujo. De manera natural su interés cambió: empezó a mirar lo que pasaba en su barrio y a rapear. “Rapear, rapear, rapear freestyle, durante dos años”.
Palermo y Fuerte Apache
Para los que se inician en este tema, El Brujo explica algunas claves. El freestyle sucede cuando una persona improvisa, arma rimas en el momento, como un relato de lo que pasa aquí y ahora en esa especie de flujo sólo en apariencia monocorde. La competencia o batalla es cuando son dos los que improvisan y contraponen, discuten: payadas siglo 21. En las contiendas todo está permitido. Incluso, repasando batallas en el noticiero YouTube se puede descubrir un florido vocabulario callejero, unas cuantas alusiones homofóbicas del estilo “a vos te gusta que te rompan el culo” y un sinfín de insultos. Pero El Brujo no está del todo de acuerdo con esta mirada e intenta cambiar de rumbo esas máximas del freestyle. Recuerda una competencia en Córdoba en la que un contrincante lo insultaba a él y también a su familia. Ante eso, El Brujo decidió contestarle que para hacer freestyle no hace falta insultar: “Un pibe que recién está empezando lo único que sabe decir es la concha de tu madre, hijo de puta, te mato, me fumo un porro, ¿me entendés? Pero si vos sos bueno vas a dejar un mensaje por lo menos más positivo”. En Córdoba, El Brujo resultó ganador. Como ejemplo de lo que dice, un fragmento de batalla, literal e improvisada, contra el duelista de turno, un tal Carmona, de Solana: “Usted señor sin swing no puede bardear sin contenido / no tiene skit / hablaste de que tu nombre es Carmona / para mi vos sos un gil / tu nombre cambialo, Ramona / el Brujo va con las rimas y no te insulta / date cuenta de que ésa es la diferencia que gusta”.
Ahora, dice, está en una nueva etapa. En las calles ya ganó todas las batallas, incluso la de la supervivencia y se quiere probar como mc (Master of Ceremony), y el examen final es el disco. “La diferencia entre el freestyle y el mc es que el primero se prueba en la calle o en fiestas y a las palabras que se dicen se las lleva el viento. Y el segundo se mide en un disco, en algo que queda”, explica.
Su primer concurso ganado como mc lo organizó nada menos que Mustafá Yoda, mítico rapero de la escena local que, hace alrededor de dos años, en un skate park de Munro, le dio el premio y su bendición.
El Brujo ha tocado en la puerta del ceamse, acompañando las protestas de los vecinos de González Catán contra la instalación del basurero y la contaminación que enferma y mata. Pero también conocen su estilo en otros circuitos, a través de una movida que puede abarcar desde el Niceto Club de Palermo Hollywood hasta la estación de ferrocarril de San Miguel, canchas de fútbol, boliches chetos, Fuerte Apache y Ciudad Oculta.
Es probable que estos cruces sean posibles porque la moda tornó inevitable la mezcla. Quizá, la música que mejor sintetiza los cruces sea la que nace precisamente del mestizaje: el rap, el reggaetón, el reggae, la cumbia, todo junto y yendo de la periferia al Centro, aunque siempre de ida y nunca de vuelta.
¿Qué se ve desde la ventana?
Decido por este incesante flujo, El Brujo logró llegar al sueño que para él es Calles, su primer disco, que saldrá a la venta al mismo tiempo que esta edición de mu y podrá conseguirse en todas las disquerías de rap del país. Está por verse si dbn colocará el cd también en las casas grandes de música. “Empecé a grabar el disco en enero de 2006 en el Mester de los Juglares, de Liniers y lo terminé hace una semana”, relata y se pone de pie para ir a buscar el flamante objeto musical. Enseña la foto de tapa: es él, en distintas poses. Sobre la financiación explica: “Lo banqué todo, puse toda la plata yo, laburando en estos dos años”. El Brujo es contratista de obras y lo que logra ahorrar lo invierte en su carrera. Tocó 7 años sin ganar un peso y hoy dice que, si quisiera, podría llegar a vivir de la música, pero prefiere seguir trabajando: no está pensando en eso todavía. No cobra en Ciudad Oculta o Fuerte Apache, pero sí en los boliches. (No dice cuánto, pero de acuerdo a cifras que flotan en el ambiente en Palermo Hollywood no es probable que le paguen menos de 300 a 500 pesos por presentación.)
Así, ladrillo por ladrillo, El Brujo se está armando su propio estudio de grabación en la casa y pagó la producción de Calles, aunque logró que las copias y la distribución las encare dbn. “Acá no podés ir a un sello y esperar que te paguen todo. Yo llevé el disco ya terminado”, cuenta. A la industria la ve camino a terminar como la de la cumbia. “Hoy no hay un mercado tan claro para el rap como el de la cumbia, pero dentro de unos años van a ser lo mismo. En Yankilandia salen nuevos grupos de hip hop todas las semanas igual que acá salen de cumbia, pero dentro de unos años vamos a tener grupos de hip hop de gira por boliches de todo el país”, vaticina El Brujo. Y explica por qué: “Mirá, en el barrio todos son raperos, hasta los que antes escuchaban cumbia, por eso me parece que en un tiempo los dos géneros van a ser parte del mismo negocio”, vaticina.
Las letras de su disco son, en general, relatos sobre los problemas que hay en la calle. Hay un tema llamado Máquinas humanas que habla de la alienación de las personas dentro del sistema; Espectro que habla de un chico que se suicida y Calles, la pegadiza canción que da nombre al disco: “Las calles están llenas de demonios / Los chicos ya no juegan con globos / Las mentes, vacías por el odio”. Sintetiza El Brujo: “El disco tiene de todo, lo único que no puse es romance”.
Algunas de las letras de Calles las escribió a los 21 años, cuando todavía vivía en González Catán: “Empecé a escribir estos temas sobre un piso que no era piso: era tierra. Y en un escritorio de madera hecho por mí. Tenía un grabador con el play, el retroceder, y nada más. Y andaba un solo parlante”, recuerda. Por la ventana de ése, su anterior hogar, veía lo que ahora cuenta en las letras.
Lo que te parte la cabeza
El Brujo es sincero. Me doy cuenta porque no relata estas historias con orgullo de rapero gángster: lo dice con la voz de los recuerdos tristes, pero también con la firmeza del que vive para contarla. Laburó desde muy chico, tuvo que vivir y dormir en la calle, conoce los oficios de los semáforos, y sobrevivió para hacer rap. Estudió hasta tercer año de la secundaria y dejó porque cayó preso por un delito menor. Pero piensa que la mejor escuela, aunque suene a lugar común, fue la calle. ¿Qué es lo que se aprende en la calle? Según El Brujo, se aprende a ver lo que pasa: “Cuando veo a gente durmiendo en la vereda; gente que es re pobre y que está mal y que se está cagando de hambre, me parte la cabeza y me hace concentrarme más en escribir, me sirve para enfocar mis letras…” relata, y se ataja: “Yo sé que con la música no voy a poder ayudar a esa gente, pero por lo menos sirve para que los que están mejor se enteren ¿me entendés?”.
El Brujo no habla como si fuese mejicano ni tiene pose de estrella. Como mc tiene un estilo propio. Lo llama flow, que es algo que define como “lo que uno tiene adentro”. “El flow es el estilo que uno le da a la palabra. No es algo que está en la boca. Flow es cuando vos con las cosas que decís, convencés a la gente de que lo que vos estás diciendo es la verdad”.
Ahora, cuando la movida rapera comienza a ser consumida por la moda, el fantasma de que se puede vaciar de contenido parece un peligro a tener en cuenta. Pero sobre esto El Brujo está muy tranquilo: “Nosotros estamos haciendo rap para la gente que quiere escuchar rap. No hago música alternativa ni música comercial, y si algún día nos llegamos a hacer conocidos quiero que sea porque nosotros siempre conservamos los mismos principios”.
La escuela de rap, los pibes de la calle
Ese “nosotros” al que refiere es la González Catán Killer Crew, la banda formada esencialmente por catorce mcs, aunque también hay cuatro B-boys y alrededor de seis grafiteros. Son los que eligieron “un camino por derecha”, como dice El Brujo: organizan eventos, salen a pintar graffiti y a rapear por el barrio. Marcan una diferencia con –por ejemplo– la Wu Tan Catán, una tribu más asociada al estilo gángster del hip hop. “Nosotros la hicimos por derecha, porque queremos estar con la mente tranquila”, cuenta. Esta dirección elegida por su grupo es la que lo acercó a la escuela de rap que funciona en San Miguel: “Es una iglesia grande que la prestan para que se junte toda la gente de la movida del hip hop. Está muy bueno porque saca gente de la calle, pibitos que por ahí tienen un momento para relajarse, poder bailar, o sea, absorber algo bueno de tanta mierda que se tienen que comer”.
De vuelta a esos orígenes que lo definieron y junto a Mustafá Yoda, El Brujo está organizando una suerte de presentación de Calles en González Catán para mediados de noviembre. Será en el cine frente a la plaza. Cinco pesos la entrada.
Llega, entonces, el momento del gesto típicamentebrujo: convoca a toda su crew –la banda de amigos– al momento de las fotos en el patio de su casa. El Brujo sigue siendo el mismo, algo tímido, algo ensimismado, simpático, dispuesto a acceder a todos los pedidos del fotógrafo. Hace un gesto rapero, como con bronca, y sólo pueden dar ganas de que le vaya bien cuando en el patio anuncia, por ejemplo: “Mi estilo de hacer música es este: decir la verdad”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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