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Ninguna mujer nace para puta

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Hasta el 21 de mayo, todos los días, de 10 a 21 puede verse esta muestra de Mujeres Creando, de Bolivia y Ammar Capital. Hay instalaciones, videos, audios, fotos y textos que interpelan sobre el tema de la prostitución desde un lugar revelador: el cliente, el Estado, el lenguaje, la violencia son piezas claves de esta exposición.
Ninguna mujer nace para putaLa muestra “Ninguna mujer nace para puta” se inauguró el jueves 4 a las 19 sin palabras: todo lo que sus organizadoras tenían para decir ya estaba dicho. La propuesta, entonces, fue dejar que se escuche el grito que brota de las tres camas que ocupan el centro del salón: una dedicada a la relación mujer puta-no puta; otra dedicada a los crímenes impunes y otra al cliente, la única deshecha y con profilácticos desparramados por el piso y entre las sábanas. El círculo central se completa con una instalación realizada con cajas de Plan Alimentario Nacional, sobre la cual se apoyan carteles que resumen la información de una encuesta que entre sus 400 afiliadas realizó Ammar Capital. Así se informa que entre las mujeres que se prostituyen en los barrios de Flores, Once o Constitución la mayoría tiene más de tres hijos, vive en casas tomadas o habitaciones de hotel, son analfabetas o no tienen la primaria completa y sus problemas de salud más frecuentes son el HIV/Sida, la hipertensión y la depresión. A este menú de urgencias, el Estado responde con esas cajas de alimentos. Y profilácticos. Allí están, entonces, desnudándose ante la vista del público las políticas oficiales.
El círculo que se traza en la pared es, en cambio, histórico. Comienza con unas fotografías de frente y perfil halladas en el archivo policial de La Paz. Son los rostros de mujeres criminalizadas por ejercer la prostitución a principios de siglo. Le sigue la serie de 20 fotos de Lupanar. Se trata del contenido de un rollo que encontró en el basura la hija del fotográfo Ricardo Ceppi y que ilustran la tarde que pasaron en un prostíbulo de provincia un grupo de muchachos de buen porte. Ceppi investigó el origen y llegó hasta donde pudo: las fotos pertenecen a los años 35 al 40, en un lugar indefinido de Buenos Aires, que supone al norte de la provincia.
El círculo se cierra con las fotos de frente y perfil de una integrante de Ammar Capital. En la primera lleva una caja de alimentos en la cabeza y sostiene el cartel que la condena: es el artículo del Código Contravencional porteño que penaliza la oferta de sexo en la calle. En la segunda, ojos y boca están cubierto con profilácticos y el cartel que tipifica el delito es una lectura más profunda de lo que condena ese Código: “por portación de rostro”.
En un costado, un sillón y un espejo proponen sentarse y mirarse a los propios ojos mientras se escucha desde los auriculares el testimonio de una mujer prostituta. Es una historia real, pero narrada por un coro de voces, entre las cuales está la inconfundible Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo. Por último, un cuaderno espera lo más importante: tener registro de qué le pasa a cada quien con lo que allí está dicho. En esta muestra las Mujeres Creando y Ammar Capital esperan que, finalmentente, alguien hable junto a ellas.
La presentación en el Bauen

Ninguna mujer nace para puta

El cliente


Cuando uno se sube a una montaña rusa va con los puños cerrados por la adrenalina, tenso y nervioso porque el cuerpo se sacude. La presentación de Ninguna Mujer Nace para Puta organizada por AMMAR Capital de Argentina y Mujeres Creando de Bolivia, en el salón Cascada del recuperado Hotel Bauen, fue como la montaña rusa. Pero del cerebro.
Alrededor de las 19 del miércoles 26 de abril la organización enfrentó un nuevo desafío ¿Cómo hacer para que entren más de 100 personas en un auditorio para 50? Finalmente las 100 personas se transforman en 500 y el encuentro se mudó de salón. AMMAR es una sigla que originalmente se refería a las mujeres meretrices , pero hoy se transformó en un nombre en sí mismo: AMMAR es ahora la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos) se pusieron de pie frente al auditorio repleto y extendieron una bandera: Estoy aquí y digo basta . Luego, con el dolor hecho voz, de a una, comenzaron a leer los textos preparados para esta presentación:

  • Soy una mujer no una cosa. Me expropian mi cuerpo los proxenetas, los clientes, los policías, los políticos, los sindicalistas. Y hoy estoy aquí para decir basta
  • Soy una mujer organizada. No me refiero a cómo me organizo para planchar, cocinar. Me organizo para ser una mujer autónoma y libre. Me organizo porque estoy harta de las injusticias. No estoy sola contra el mundo y estoy aquí para decir basta .
  • Al Estado le pregunto: por qué no tengo trabajo. Por qué no tengo educación, por qué no soy dueña de decidir sobre mi vida y mi cuerpo. Estoy aquí para decir basta .
  • El Estado nos quiere conformar con una caja de alimentos. El Estado quiere crear dependencia en nosotros a través de programas vacíos que son una manera humillante para taparnos la boca. Estoy aquí para decir basta .
  • A la sociedad le digo, señor, señora, no crea que me gusta estar parada en la puerta de su casa, por eso hoy día le aclaro una cosa, no sea hipócrita. Mis clientes son sus maridos, hermanos, primos, hijos. Señor, señora no necesito su condena. Se la devuelvo. Y estoy aquí para decir basta .
  • La prostitución es un tema de todos. La prostitución no es un tema de las putas sino de todos, luchá conmigo, gritá conmigo. Estoy aquí para decir basta.

¿Cuándo te vas a sacar la máscara?

Ninguna mujer nace para puta

Cuerpo y alma: las fotos pertencen a la autopsia de una prostituta muerta a golpes por su fiolo


Tras la emoción y los aplausos, las mujeres tomaron asiento para dejar el micrófono a Sonia Sánchez, también de AMMAR, que se quedó de pie frente al auditorio y además de dar oficialmente la bienvenida y agradecer a colectivos y personas que colaboraron, dio un discurso. Cada palabra un latigazo, para interpelar a la sociedad:
Puta. Prostituta. Trabajadora sexual. Dama de compañía. Y tantos otros adjetivos que le pones vos. Todos esos más estos que yo he nombrado. Todo sobre un mismo cuerpo, todo sobre una misma subjetividad. Por eso yo hoy quiero charlar contigo, quiero reflexionar contigo, porque lo sé, lo siento, lo vivo y lo padezco, no son sólo adjetivos, es la acción directa sobre nuestros cuerpos, acción que lastima y violenta cuerpos jóvenes, cuerpos adultos, despersonalizados, envejecidos, acción que violenta y lastima. Acción que te despersonaliza, te mutila y te margina. Acción que es admitida, sostenida y fomentada por el poder político. A través de sus leyes, a través de las violaciones de los tratados internacionales. Acción que es admitida, sostenida y fomentada por este Estado corrupto y proxeneta que tenemos, que a través de sus políticas sociales –¿gran nombre no?- lo único que hacen es crear dependencia y humillarnos. Con programas vacíos de inclusión. Acción que es admitida por el poder de la Iglesia que a través de ese bendito por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa los hombres son pecadores. No puede ser que hoy en el barrio de Flores compañeras nuestras tengan que rezar una hora antes de sentarse frente a un electrodoméstico como lo es una computadora. Es una acción que es admitida por la sociedad por omisión, por proteger, ocultar, resguardar al prostituyente que está en las casas de todas y de todos. Por eso digo y lo sostengo: la prostitución no es sólo problema de las putas y las travestis, la prostitución es tema de todas y de todos.
Nosotras comenzamos a apropiarnos de nuestro cuerpo. Algunas. Comenzamos a apropiarnos de la palabra. Algunas.
Comenzamos a apropiarnos del decir. Algunas.
Y comenzamos a apropiarnos del decidir. Algunas.
Y diablos que no es poco eso.
Y nos ha llevado la juventud y la mitad de nuestra adultez para conseguirlo.
Y no es poco.
Por eso hoy te digo a ti sociedad: hasta cuando vas a seguir impávida sobre nuestra situación. Hasta cuándo vas a seguir muda. Adormecida. Con tantas muertes y cuerpos mutilados de mujeres pobres, prostituidas. Sin justicia.
Hasta cuando sociedad vas a estar en esta actitud pasiva mientras yo estoy en la vereda de tu casa. Nosotras comenzamos a accionar, a reaccionar, a ser rebeldes, a ser desobedientes y es un trabajo de día a día de hora a hora, de años…
Y vos sociedad,¿ cuándo vas a estar con nosotras, acá al lado¿ Porque yo soy tu hermana, soy tu amiga, soy tu pareja, soy tu compañera, soy tu vecina,¿ cuándo vas a despertar¿
Nosotras comenzamos a sacarnos la máscara, y mi pregunta hoy es: ¿Vos cuando te la vas a sacar? ¿Cuándo? Ojalá no sea muy tarde. Gracias

Sacudiendo a los intelectuales
Ninguna mujer nace para puta

La foto de frente y perfil con la que Ammar expresa su posición sobre las políticas de Estado hacia el sector: profilácticos y Código Contravencional


Por si ya la audiencia no estaba suficientemente pasmada con la interpelación de Sonia, María Galindo de Mujeres Creando, sacudió entonces a los muchos simpatizantes de Evo Morales que habían en el auditorio y arremetió contra los intelectuales y los indigenistas bolivianos, el feminismo, la clase media y los espacios culturales. De pasó se despidió públicamente de las mujeres de AMMAR y explicó de qué se trata Ninguna Mujer Nace para Puta:
Con la palabra de Sonia está todo dicho. Yo verdaderamente no tengo nada más que decir. Pero voy a aprovechar este tiempo que generosamente ellas me plantean de estar acá para contarles qué cosa es Ninguna Mujer Nace para Puta.
Porque Ninguna Mujer Nace para Puta no es una anécdota.
Porque Ninguna Mujer Nace para Puta no es un espacio más para consumir algún productito cultural, de manera rutinaria.
Porque Ninguna Mujer Nace para Puta no es un producto de consumo pasivo.
Ninguna Mujer Nace para Puta es una migrante, porque resulta que es una muestra que ha migrado de La Paz a Buenos Aires como tantas mujeres bolivianas, y tantas de nosotras en situación de prostitución también. Ninguna Mujer Nace para Puta nació en La Paz como una estrategia frente a una izquierda indigenista que pretendía decirnos que con la ascensión de Evo morales al poder, estamos tocando el cielo con las manos, estamos tocando el cambio social…
Por eso Ninguna Mujer Nace para Puta fue una impugnación del derecho que se atribuyen dos categorías de patriarcas: los intelectuales y los indígenas para decir que en sus manos y a partir de ellos las cosas cambian, dejando de lado a las mujeres.
Ninguna Mujer Nace para Puta es una estrategia de lucha porque es tomarnos el atrevimiento de salir de ese lugar de la calle, de ese lugar de invisibilización hacia la toma de un espacio cultural.
Para decirles a los espacios cultura que están llenos de polvo, que están llenos de una retórica conservadora, racista, homofóbica, proxeneta y que esa progresía , esa alternatividad de los espacios culturales no es tal mientras no sean tomados por los sujeto sociales, por nosotras las indias, las putas y las lesbianas juntas revueltas y hermanadas. Eso es Ninguna Mujer Nace para Puta. Así nació en La Paz.Y nació también para decir a esa lógica que además es transnacional y que además vienen desde los organismos internacionales; para decir que no vamos a permitir que la prostitución sea encorsetada, encasillada como un trabajo porque no es un trabajo .

Sistemas de machos y fachos
Ninguna mujer nace para puta

La relación mujer puta-mujer no puta


Las palabras de María provocaron reacciones diversas en el auditorio, la mayoría interrumpió con un aplauso. Lo que dijo, cómo lo dijo, la fuerza y la espontaneidad –nadie en esta presentación excepto por las lecturas iniciales, habló con un papel en la mano- tuvo a todos los asistentes hipnotizados y movilizados.
Ninguna Mujer Nace para Puta en Buenos Aires se convierte en otra cosa porque así es la migración, porque así es luchar juntas, así es hacer algo concreto juntas, porque tiene el efecto de una bola de nieve que adquiere otros colores, adquiere otras formas y resulta que en Buenos Aires, Ninguna Mujer Nace para Puta se convierte en una toma de la palabra que no admite ninguna tutela, una toma de la palabra sin tutela, no hay tutela institucional, no hay tutela intelectual, no hay ninguna forma de tutelaje sino que hay alianzas de hermanas que están convirtiendo Ninguna Mujer Nace para Puta en un espacio de convocatoria. De convocatoria a comunicarnos, a subvertir, a fortalecernos. Nosotras nos vamos y les deseamos a nuestras hermanas, amigas de AMMAR, suerte, fuerza, mucha mucha fuerza para esta lucha que va a ser abrir la muestra Ninguna Mujer Nace para Puta en el centro Borges , en el centro de Buenos Aires, en el centro de la hipocresía, el adormecimiento de la intelectualidad, el adormecimiento del feminismo, de la clase media, etc, etc, punto com. Termino con un grafiti: Para todos los sistemas de machos y de fachos la mujer es una puta. Mueran los sistemas. Vivan las putas .
Revolver el universo
Ninguna mujer nace para puta

"La mujer invisible", la instalación con cajas del Plan Alimentario y los profilácticos que reparte el Estado entre las mujeres en estado de prostitución


Cerrada la presentación, se proyectó un fragmento de Mamá no me lo dijo , una serie de cortos producidos por María Galindo que fueron televisados en el primetime del canal boliviano más visto. En la pantalla armada artesanalmente con una cortina pudo verse un grupo de hombres desnudos alrededor de un obelisco en el centro de La Paz. Allí la mujer pinta y mide sus penes. La filmación muestra además las reacciones de la sociedad y la policía ante la acción de revelar los cuerpos masculinos, los clientes. Ver en ese momento y en la oscuridad del BAUEN, los rostros de algunas mujeres fue revelador, y sobre todo ver el rostro de algunos hombres que no participaron luego en el debate que se abrió.
Tras algunos desperfectos técnicos con la proyección que dan cuenta también de las trabas con las que trabajan y se organizan las mujeres de AMMAR y las Creando, comienza así la etapa de intercambio:
Un hombre -el único que hizo una intervención en todo el debate-:
-Por qué crees que el gobierno que tira a la mitad de la población a la calle, tomaría en cuenta el reclamo de ustedes?
Responde Sonia:
-Nosotras como mujeres pobres vamos y le tocamos la puerta al gobierno y decimos no queremos prostituirnos, queremos educación, capacitación y un trabajo ¡y sabe cómo nos responden? Con una caja de mercadería. Con esos fideos que se hacen masacote cuando los hago en un guiso…
-¿Y qué esperas entonces?- consulta el hombre. Sonia es clara:
-Yo del Estado no espero nada, espero de la sociedad que nos escuche y que se ponga del lado nuestro y que comencemos a caminar las calles. Contra el código contravencional en las calles éramos putas y travestis en las calles de Buenos Aires y nadie más. Salir a la calle es nuestra forma de decir acá estamos, de visibilizarnos, de apropiarnos.
Una mujer inquietante pregunta:
-¿Y qué proponen entonces ustedes, qué es lo que proponen para cambiar? No será solo caminar en las calles porque también se mueren chicos de hambre y a nadie le interesa. A un grupo sí, pero no es la mayoría…¿Qué proponen? ¿Cómo cambiar?
-¿Sabes qué pasa? –arranca Sonia-. Que nosotras nunca tuvimos voz. Siempre han legislado sobre nuestros cuerpos sin conocernos sin escucharnos. La propuesta es eso: decir que existimos, somos personas, pensamos y queremos ser escuchadas. Y estamos diciendo: queremos capacitación laboral, educación, salud, porque para nosotras la prostitución no es un trabajo. La prostitución golpea, viola todos tus derechos. Si ellos no quieren ver que estamos pidiendo capacitación, educación, es porque no les conviene.
La mujer intenta decir algo más, pero la interrumpe María:
-Es bastante cómodo asistir acá y decir ‘Y ustedes qué proponen’ justamente a nosotras cuando tan solo estamos planteando que la prostitución no es un trabajo. Eso revuelve el conjunto del universo de lo que entendemos por trabajo en la sociedad revuelve el lugar de las mujeres en la sociedad. Entonces, el discurso de estas compañeras es un discurso de una subversión in crescendo como un espiral subversivo. ¿Qué proponemos nosotras? Como mínimo, es lo que la sociedad se tiene que preguntar, es la idea de la convocatoria. Ese no es el problema de la compañera.
Que venga Kirchner
Ninguna mujer nace para puta

Cada cama tiene colgada sobre el respaldar dos almohadas con preguntas y frases que formularon las mujeres de Ammar Capital en los talleres que se realizaron para pensar y producir esta muestra


Una mujer joven de unos ventipico de años, de ninguna organización particular, dice:
-Primero quiero agradecer por haber planteado que la prostitución no es un trabajo. Yo soy mujer y nunca lo había visto así. Así que primero, gracias. Y segundo yo propongo que esto lo discutamos con los hombres y las mujeres que tenemos a nuestro lado.
Interviene después una compañera de AMMAR: Yo soy prostituta, busco trabajo como empleada doméstica y me piden referencias. No las tengo. Si digo: soy prostituta señora ¿me van a tomar?.
-No- responden las demás.
María se dispone a moderar el debate y cede la palabra a otra mujer:
-Me parece que sería interesante hablar sobre una parte del video que es la que llama la atención sobre el cliente. Más allá de lo que hace el Estado con la pobreza, hay un punto sobre el cual parece que la sociedad no quiere hablar y que es el punto sobre la demanda de la prostitución y si existe esta cantidad de prostitución y de tráfico y consumo de cuerpos de mujeres para la prostitución es porque hay una gran demanda y esa gran demanda la generan los clientes. Creo que la reflexión a nivel de la sociedad tiene que ser sobre los clientes. Qué es lo que la sociedad reflexiona sobre esto. Me gustaría que pudiéramos no desviarnos demasiado de esto.
Vuelve a intervenir la mujer de AMMAR que preguntó cómo hacer para conseguir trabajo:
-¿No hubiese sido bonito que en esta reunión hubiese un policía, así nosotros le preguntábamos a ver qué piensa él?
Interviene a los gritos la dirigente Lohana Berkins de ALITT (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual):
-No. Qué venga Kirchner que es el que manda a la Policía.
¿Y las que deciden prostituirse?
Ninguna mujer nace para puta

En el sótano de la Iglesia Metodista de Flores, María Galindo (en el piso) coordina el taller sobre "Tomar la palabra", luego del cual las participantes escribieron el manifiesto con el que presentaron la muestra


Desde el fondo, una travesti hace un planteo que desata más caos:
-Hay mujeres, personas que deciden prostituírse en todo el mundo. ¿Qué opinan ustedes de estas personas que deciden prostituírse, sacándole la carga moral? Como una opción laboral, porque explotación y maltrato laboral hay en todos los trabajos. Es una pregunta ¿Qué opinan ustedes de las mujeres que deciden, que tienen la capacidad de decidir y ejercer la prostitución por decisión propia y no por imposición del Estado?
María contesta:
-A mi me gustaría señalar dos ejemplos muy curiosos de ese supuesto proceso de decisión: uno es un ejemplo que recientemente recogí del País Vasco, charlando con una mujer que trabaja allí como parlamentaria. Resulta que ella comentaba que en el País Vasco, donde hay un nivel de vida muy alto, el 99% de las mujeres en situación de prostitución son del sur del mundo. Son las mujeres migrantes, Entonces eso ya te dice algo. ¿Y donde están las mujeres españolas que eligieron prostituirse? ¿Qué eligieron hacer las vascas en ese contexto?
La travesti repregunta:
-¿Pero no creés que una mujer que trabaja como empleada doméstica también es maltratada y también es pobre? ¿No creés que una mujer que es prostituta, tiene la capacidad de decidir y elegir prostituirse? ¿A vos qué te parece?
María es breve y quiere seguir con el debate. Sólo responde:
-A mi me parece que esa es una gran verdad del patriarcado.
Hay gritos que se mezclan y gana la que grita más fuerte.
-No vamos a ser autoritarias –dice Lohana Berkins-. Las putas y las que ponemos el cuerpo somos nosotras. Entonces a mi, sin descalificar a nadie, me gustaría decir que este es un debate que tenemos que saldar entre las putas, me gustaría escuchar a Sonia para saber qué es lo que ella piensa.
Sonia:
-Elegir y decidir lleva años. Nosotras comenzamos allá por el 94. Estaba Lohana y también otras compañeras. Se comenzó a pensar en la palabra puta y dijimos: no, es muy humillante. Se cambió por trabajadora sexual porque era una forma de invisibilizar tanto hostigamiento pero no significaba que nosotras estábamos eligiendo esa identidad. Fueron 10 años de lucha y de reconstruir, y hoy le estamos dando una vuelta más, superamos lo de trabajadora sexual, pero eso es porque venimos logrando a partir de un crecimiento interior. Sí sé que muchas de las que hoy están diciendo soy trabajadora sexual no van a la escuela de sus hijos a decir: sí señora directora yo soy trabajadora sexual . Se esconden. Entonces ¿de qué libertad me estás hablando ¿De qué libertad me estás hablando cuando no podés decir lo que sos, sólo lo podés decir en el submundo que es la prostitución? Y sólo el proxeneta y los que comen de tu vagina saben que vos sos trabajadora sexual. Va más allá de las palabras, hay que apropiarse del cuerpo. Si hablamos de decidir, hablemos de la libertad del decidir. Y eso lleva años de construcción. A algunas nos ha llevado toda la juventud y nuestra adultez y todavía tenemos que seguir apropiándonos de muchas cosas.
El grito de Sonia termina en un aplauso cerrado.
Luego María le responde a Lohana:
-No estoy de acuerdo en que este es un debate entre las putas y de las putas. Yo estoy acá como lesbiana, planteando una alianza solidaria y estoy acá como lesbiana, feminista boliviana. Y me la estoy jugando con las compañeras como ellas se la jugaron en Bolivia con nosotras. De la misma manera. Todo esto ha sido un esfuerzo por abrir este debate, por construir alianzas que no es lo mismo que tutelar voces. Eso es posible, y yo estoy acá ejerciendo esa palabra. No creo en el maternalismo o paternalismo. Si alguien viene y quiere arrinconar a la compañera nosotras vamos a salir al frente porque es exactamente lo mismo que pasó en Bolivia. Generamos un espacio, ponemos nuestros cuatro centavos, ponemos el esfuerzo por convocar a lugares y resulta que compañeras que están subvencionadas por el Estado, subvencionadas por el sindicalismo, quieren copar el espacio que abrimos desde la autonomía para instalar su falso debate.
Antidemagogia: el público cuestionado
Ninguna mujer nace para putaUna mujer interviene para señalar su bronca son respecto a los insultos y maltratos a mujeres en supuestas marchas revolucionarias. Y una joven, muy curiosa en su discurso, dice:
-Hay mujeres machistas también.
Nuevos gritos que van y vienen. Una mujer trae un dilema:
-Plantear algo sobre la prostitución es hablar de algo mercantil. Lo que está detrás mucho más fuerte que es el dinero el poder, el sistema. ¿Estamos realmente en condiciones de cambiarlo?
Sonia le responde:
-Eso le preguntamos hoy a la sociedad. Empecemos a debatirlo en nuestras casas. La respuesta la hacemos entre todas y todos.
A modo de cierre y de despedida de Argentina, María concluyó:
-Es curioso, sorprendente e interesante que cuando abrimos un debate sobre prostitución un solo hombre toma la palabra, pero cuando hablamos de cambio social, son los hombres los que avasallan. Les agradecemos el haber estado acá, pero como nosotras no somos demagógicas ni en Bolivia ni en la Argentina ni en la China, les digo lo que pienso de lo que se dijo aquí hoy. La sensación es la de una dispersión en el debate, una dispersión terrorífica. Un uso de la palestra de cada uno para decir su teoría social, y eso es darle la espalda a los planteamientos concretos de las personas que hacen el esfuerzo para abrir estos espacios. Y esa imposibilidad del feminismo, de los partidos, del sindicalismo, de los intelectuales de sentirse convocados a cosas concretos y tener actitudes un poco más efectivas y un poco más humildes. ¿Hacia dónde vamos a ir cuando abrimos espacios de discusión y no hay capacidad de escucharnos y de respetar esos procesos? Abrir esos espacios que no es nada fácil
Tras los aplausos el cierre de Sonia:
-La sensación nuestra es que no se puede tocar temas de sexualidad. Se tocaron todos los temas menos el prostituyente, el cliente. Creo que con esta muestra, las mujeres pobres comenzamos a proponerle a la sociedad debatir sobre esto. Por eso los invitamos desde el 4 de mayo hasta el 15 en el Centro Cultural Borges, desde las 19 horas el día 4, y desde las 10 de la mañana hasta las 21 el resto de los días. Allí van a ver muchas cosas. No van a ver cuerpos desnudos, ni culos ni tetas, porque no nos vamos a exponer más. Va a haber fotos, videos, instalaciones, audios, textos y también un cuaderno para que escriban qué sienten, porque eso es lo que nos interesa. Y por eso es importante para nosotras el espacio de la muestra. Porque es una herramienta más de lucha y una forma de empoderamiento. Por eso lo digo de vuelta: el tema de la prostitución no es sólo de putas y travestis, sino de todas y todos. Los y las esperamos para comenzar a sacarnos las caretas.
Nosotras ya lo hicimos

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La Ronda en la mirada de Alejandra López

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Octava entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Alejandra López.

Toda la producción de La Ronda será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Por Alejandra López

Cuando Claudia Acuña me propuso que fotografiáramos la Ronda de las Madres con un grupo de colegas, acepté sin dudar con gran alegría por varias razones. Por una lado, la urgencia del registro ahora que se nos van poniendo viejitas, y por otro, la necesidad de emprender un proyecto colectivo.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

He ido muchas veces a la Ronda. Una de mis primeras veces, yo fotógrafa debutante, lloré durante toda la cobertura y una de las Madres (no sé quién fue) me retó con ternura: “Sin llorar”, me dijo, y repitió: “Sin llorar”. 

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Siempre hay algo de esa primera vez: la emoción, la admiración sin límites, y,  sobre todo, el asombro ante esa capacidad increíble de sostener el ritual de lucha durante 47 años.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Hice mis fotos el jueves 21 de marzo, en la Ronda número 2397.

Hoy más que nunca #memoriaverdadyjusticia.

Mi humilde homenaje a estas mujeres que, junto con Abuelas, son nuestro faro.

La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López

Sobre Alejandra López

Retratista.

Empezó a trabajar profesionalmente en 1990 haciendo fotografía teatral y en la revista El Porteño.

Durante 14 años fue fotógrafa de staff de la revista Viva del diario Clarín, donde fotografió a innumerables personajes del espectáculo y ha publicado en revistas como Elle, La Nación Revista, Brando, Harper’s Bazaar, Le Figaro Magazine, Bacanal.

Actualmente se dedica a la fotografía para gráficas de teatro y cine, colabora con la revista L’Officiel y es reconocida además por sus retratos de escritor, algunos ya icónicos, para editoriales de libros como Penguin Random House y Planeta.

Ha realizado numerosas muestras: Retratos (2001), La máscara (en el Festival Internacional de Teatro), Retratos de la Memoria, (imágenes de sobrevivientes del Holocausto) en el Museo Judío de Frankfurt, Calendario FOE 2009 y en junio del 2011, la exposición Algunos escritores, en la Fotogalería del Teatro San Martín. En 2021, realizó Ese día, una serie de retratos de víctimas sobrevivientes del atentado a la Amia. En 2023, Belleza Marrón, en el Centro Cultural Borges, (ensayo en colaboración con la agrupación Identidad Marrón).

Para ver más: en Instagram @alejandralopezfotografa

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La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…

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Se cumplen hoy 47 años de la primera aparición de las Madres en la Plaza de Mayo. La fecha llega en un momento en el que lavaca ha puesto en marcha un registro fotográfico colaborativo sobre las actuales rondas de Madres: una forma de homenaje, sabiendo que la memoria no es hablar del pasado, sino comprenderlo para actuar en el presente y el futuro.

Esta es una recorrida entonces, con un resumen del antes, el durante y el después de la instauración del terrorismo de Estado. Cuenta el nacimiento de la organización de estas mujeres que salieron a reclamar por la vida y, frente al horror y la desaparición de sus hijos e hijas, y lograron lo que parecía inconcebible: transformar el dolor en acción. ¿Cómo lo hicieron? Un recorrido por las últimas décadas, y algunas cuestiones prácticas sobre los tejidos, los territorios, las brujas y los alumbramientos. El video que muestra parte de la historia.

Por Sergio Ciancaglini

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…
La historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos.

La historia suele ser infinita, ¿cómo contarla?

Habría que hablar de un siglo XX Cambalache, que empezó con el país granero del mundo, con trabajo para pocos, democracia para pocos, dinero para menos, alguna ilusión de tiempos mejores, seguida de décadas infames. Surgió luego un gobierno que generó una expectativa de más justicia, y más democracia. La política empezaba a estar en las calles, en las plazas, en la cabeza y en el corazón de cada persona.

Ese gobierno fue tumbado en 1955 por los poderes económicos, políticos y militares de siempre. Poco antes los golpistas habían bombardeado con la aviación militar a transeúntes inocentes en plaza de Mayo. Más de 300 muertos. Que hubiera más igualdad de oportunidades, o mejor distribución de la riqueza, era una maldición que había que mutilar. Tierra extraña; aquí siempre hubo una envidia al revés. Los ricos envidiaron a los pobres, odiaron que los pobres pudiesen mejorar.

En 1956 aquella dictadura fue pionera: secuestró ilegalmente a decenas de personas acusándolas de planear una rebelión. Los militares ordenaron los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. Fue la Operación Masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un libro inolvidable. Lo que nadie sabía, ni siquiera Walsh, es que la Operación Masacre apenas empezaba.

Poco después, en una pequeña isla del Caribe frente a las narices de los Estados Unidos, hubo una revolución que se proclamó socialista. Los militares argentinos temieron que esa revolución fuese contagiosa, y gatillaron sus armas junto a los de todo el continente.

Siguieron los tiempos de proscripción política, censura, gobiernos civiles derrocados, gobiernos militares que se iban tumbando entre ellos, mientras las fuerzas armadas actuaban como tropas de ocupación en su propio país, como trincheras contra la democracia, en nombre de la lucha contra el socialismo.

Frente a eso, crecía la resistencia de quienes que no se resignaban al silencio, la censura, ni al olvido. Resistían los mayores, con una especie de nostalgia por el pasado. Y resistían también los jóvenes, como añorando el futuro, pero un futuro que querían construir con sus propias manos.

El surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo

Un argentino que había puesto la mente y el corazón para aquella revolución en la isla del Caribe, fue capturado y fusilado cuando quiso hacer algo parecido en Bolivia. Le decían Che. Los que lo mataron no sabían que lo estaban inmortalizando. El mundo se ponía violento. En todo el planeta oleadas de jóvenes salían a reclamar justicia, igualdad, rechazo a la guerra y la muerte, un mundo distinto.

En la Argentina las dictaduras seguían tropezando con las resistencias. Hubo un Cordobazo, un Rosariazo, la juventud se movilizaba pintando paredes y pintando proyectos. La democracia seguía presa. La violencia militar seguía libre. Nacieron las organizaciones guerrilleras, que quisieron agregarle armas a toda esa resistencia.

Tal vez esta historia haya que comenzarla, entonces, en 1972. El 22 de agosto en Trelew hubo una nueva versión de la Operación Masacre. Allí habían detenido a miembros de varias agrupaciones guerrilleras. Fueron acribillados a balazos, indefensos, con el falso pretexto de un intento fuga. Mataron a 16. Hubo tres que sobrevivieron por milagro, y contaron lo que había pasado. Tal vez en aquel momento, cuando el crimen fue evidente, los estrategas militares empezaron a diseñar la represión del futuro: matar sin evidencias.

Las movilizaciones protagonizadas fundamentalmente por la juventud, empezaban a ser gigantescas. La trinchera militar no soportó la correntada de tantos sueños, y en 1973 la vida pareció cambiar. Una multitud obligó a liberar a los presos políticos. La ilusión no duró demasiado.

Fue una danza alucinada.

Cámpora ganó las elecciones. Volvió Perón. En Ezeiza las patotas de la derecha peronista acribillaron a las columnas juveniles. Perón apoyó a esos grupos, contra la juventud. Cayó Cámpora. Asumió Lastiri que era el yerno de José López Rega. López Rega era ex policía, nazi militante, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social, y astrólogo esotérico. Como si su brujería funcionara, concentró cada vez más poder. Lastiri llamó a nuevas elecciones que ganó Perón. Ocho meses después, murió Perón y asumió su esposa Isabel. La sociedad miraba aturdida, mientras el sistema de la muerte se instalaba alrededor de López Rega, que organizó a los matones policiales, militares y a las patotas de la derecha, para crear un monstruo al que llamaron Triple A. Alianza Anticomunista Argentina.

La Triple A era un escuadrón de la muerte, un grupo paramilitar con vía libre para salir a matar. Estudiantes, intelectuales, sacerdotes, artistas, sindicalistas, obreros: la sucesión de fusilamientos se hizo cotidiana, el terror empezó a ser la genética de cada día.
La lista es macabra. Cientos de víctimas. Por recordar algunos: Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional y abogado de presos políticos. Carlos Mujica, sacerdote del Tercer Mundo, Silvio Frondizi, uno de los principales intelectuales que dio la izquierda argentina, Julio Troxler, que había sobrevivido a los fusilamientos de 1956. Atilio López, uno de los dirigentes del Cordobazo, que durante la breve etapa camporista fue vicegobernador de Córdoba.

Los bombardeos en Plaza de Mayo y la matanza en los basurales habían sido premoniciones.
Los fusilamientos de Trelew fueron una secuela.

La Triple A fue el perfeccionamiento del crimen mafioso.

El terrorismo de Estado y la desaparición forzada

Pero ahora imaginemos.

Imaginemos por un momento que hubiera miles de masacres como las de los basurales de José León Suárez. Imaginemos que hubiera de pronto miles de fusilamientos como los Trelew. Y miles de Triple A matando por las calles con absoluta impunidad.

Eso fue la dictadura militar, cuando los militares dieron el golpe de Estado para imponer la máquina de matar corregida y aumentada al infinito. Fue hace exactamente 30 años. Le pusieron un nombre que sería cómico, si no fuera tan patético. Proceso de Reorganización Nacional. El comunicado número uno que emitieron decía:

Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.

Más que nunca, la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Pero esta vez, además, inventaron una especie de acto de magia superior a los de López Rega. La magia más perversa que alguien pueda imaginar.

No más bombardeos, ni basurales, ni fusilamientos en cárceles, ni homicidios mafiosos a la luz del día.

Los perseguidos, las víctimas, iban a desaparecer.

No iban a estar más: secuestrados y esfumados de la noche a la mañana.

Los militares creían que al no haber cuerpos, al no haber pruebas ni quedar en evidencia, nadie podría acusarlos de crimen alguno.

Eso es el terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas se dedicaron a la muerte clandestina, mientras en público sus jefes iban a misa a ser bendecidos, a comulgar, y a la salida sonreían. En sus discursos hablaban de la ley, el orden, la paz y el progreso.

Empezó la cacería. Zonas liberadas, gritos en la noche, secuestros de gente indefensa, la absoluta desaparición de la justicia.

Hay bibliotecas enteras que podrían leerse para entender lo que pasó. Pero hay también una carta. Apenas un año después del golpe Rodolfo Walsh –otra vez- escribió en la clandestinidad su Carta abierta a la Junta Militar, donde explicó lo que nadie se atrevía a decir.

Hablaba de un lago cordobés convertido en cementerio lacustre. De personas arrojadas desde aviones militares al Río de la Plata, cuyos cadáveres afloraban en las costas uruguayas. Denunciaba un sistema de tortura absoluta, intemporal y metafísica, aplicada tanto con métodos medievales como el potro o el torno, como con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana. Hablaba de las guarniciones y comisarías convertidas en campos de concentración. De las mentes perturbadas de los militares que torturaban. Decía, apenas un año después del golpe y en medio de la censura y el terror: “Quince mil desaparecidos y desaparecidas, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Pero hay otro párrafo, que cada día se entiende mejor. Le decía a los militares:”Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Ahí estaba la clave para entender el crimen: la miseria planificada.

Walsh fechó esa carta el 24 de marzo de 1977, distribuyó varias copias, y un día después fue secuestrado por los militares.

Nunca más se supo de él.

Es otro desaparecido.

Érase una vez 14 mujeres: La historia de las Madres de Plaza de Mayo

En esa noche, hubo un parto.

En medio de la oscuridad, un alumbramiento.

Nació una historia.

Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio. Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio.

Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.

La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda.

Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.

Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.

Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.

Una de esas mujeres dijo: Basta.

Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor.

Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.

La plaza sería el territorio de estas madres.

No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.

No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza.

No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.

No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando.

No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro.
Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.

No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.

La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparle a las brujas.

La policía empezó a desconfiar. Por el Estado de Sitio, se impedía cualquier reunión de tres personas o más, por ser potencialmente subversiva.

Para decir la verdad, en este caso tenían razón: buscar la vida era subversivo. Como pájaros de uniforme, los policías empezaron a revolotear alrededor esas mujeres que hablaban y tejían de los asientos de la plaza. Ordenaron: “Caminen, circulen, no se pueden quedar acá”. Ellas se pusieron a caminar y a circular alrededor del monumento a Belgrano, en sentido contrario a las agujas del reloj: como rebelándose contra cada minuto sin sus hijos.

Marchaban, cada jueves, en las narices del gobierno dictatorial más temible. La plaza ya era el territorio de las Madres.

Algunos periodistas extranjeros descubrieron esas raras vueltas y vueltas. Consultaron a los militares. Les contestaron que eran unas mujeres trastornadas, unas Madres Locas que andaban buscando a gente que no estaba en ningún lado. Gran parte de la sociedad prefería no darse por enterada. La censura bloqueaba orejas, cerebros y corazones. Las madres locas eran las únicas que parecían cuerdas, tejiendo y circulando al revés que las agujas del reloj.

En octubre de 1977 se sumaron a la peregrinación a Luján, que congregaba a un millón de jóvenes. El problema era cómo encontrarse y reconocerse en la multitud. Alguien propuso que todas se pusieran un pañuelo del mismo color. Lo del color era un problema, pero entonces una de las madres tuvo una ocurrencia: ¿Por qué no nos ponemos un pañal de nuestros hijos? No existían los pañales descartables y la mayoría de las madres todavía guardaba los de tela, tal vez pensando en los nietos.

Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos y desaparecidas. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y Avemarías. Los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”, y seguían rezando. Amén.

El hecho de reunirse, romper el aislamiento, buscar a sus hijos, se convirtió en sí mismo en un delito. Diciembre de 1977, un oficial de la marina que se hacía pasar por hermano de un desaparecido organizó el secuestro y desaparición de tres de las madres, dos monjas francesas y otros familiares y amigos. Así era el coraje militar.

Las madres estaban organizando la colecta para publicar una solicitada el 10 de diciembre, denunciando las desapariciones.

El 8 de diciembre secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Esther era paraguaya. Ya había encontrado a su hija adolescente, a la que los militares habían liberado. Las otras madres le habían pedido que volviera a su casa, que ya no se arriesgara más. Esther no les hizo caso, decidió seguir junto a ellas hasta que encontraran a cada uno de sus hijos.

Dos días después, desapareció la mujer con nombre de flor. El terror de aquellos tiempos superó todo lo imaginable. Desaparecían quienes buscaban a los desaparecidos y desaparecidas. Pero los militares habían sido selectivos: secuestraron a quienes todas siempre consideraron “las tres mejores madres”. Sin Azucena, había que elegir: seguir, esconderse, o volverse a casa. Para las madres no hubo demasiadas dudas: ahora no solo debían buscar a sus hijos e hijas, sino también a sus amigas y compañeras. Lograron sobreponerse a la parálisis y al terror, para seguir su marcha.

Azucena había parido la idea de que las madres se organizaran para nunca más estar solas en su lucha. Y había dicho algo: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. Así estaba socializó la maternidad, potenció a cada madre y le dio grandeza a cada minuto de resistencia.

Llegó el Mundial 1978. El fútbol tapando de gritos y sonrisas la realidad, mientras a pocas cuadras de la cancha de River seguían torturando gente en la ESMA. El mundial fue oxígeno para los militares: para seguir matando y seguir castigando cada vez a más gente con la miseria planificada. Las madres cambiaron sus lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Madres locas, dirían los policías, que no sabían bien qué hacer: muchas veces las soltaban para sacárselas de encima.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

En 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También el fútbol jugó en contra. El mundial juvenil tenía a todos pendientes de Maradona, y los militares aprovecharon para que relatores de fútbol y periodistas radiales llamaran a la gente a Plaza de Mayo, y que de paso repudiaran a quienes hacían cola para declarar ante la Comisión. Querían mostrar lo que llamaban “la verdadera imagen del país”. Decían: “los desaparecidos algo habrán hecho”, o “por algo será que se los llevaron”. Los hinchas, sin embargo, no molestaron a los que estaban esperando para hacer sus denuncias.

Ya era la época de la plata dulce, la fiesta de las multinacionales, el dólar barato, miles de argentinos gastando en el exterior lo que nunca habían sabido ganarse, gracias a la miseria planificada de millones.

Los diarios y las revistas no sólo censuraban la información para defender su negocio, sino que hacían campañas por los militares: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Confirmado: nunca hay que subestimar la estupidez humana, la capacidad de negación, el tamaño de la crueldad.

En ese 1979 hubo otro parto, otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de mantener la lucha viva. La casualidad, o el destino, determinaron que la asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían pasado siete años de la masacre de Trelew, aunque parecían siete siglos.

Los militares asesinos argentinos inventaron un conflicto contra los militares asesinos de Chile, que a todos les servía para ganar tiempo en el poder. En esos días fue muy próspero el negociado de la fabricación de ataúdes, hasta que el Papa intervino. Secuestros clandestinos y desapariciones en la noche, permitían mirar para otro lado. Guerra abierta entre gobiernos tan vecinos y tan beatos era demasiado. Hasta para el Vaticano. Amén.

Seguían encontrándose en plazas y bares. Para que no las descubrieran cambiaban el nombre. Si iban a ir a Las Violetas, decían Las Rosas. Ellas mismas llevaban en sus carteras las carpetas, las denuncias, los expedientes.

Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener una oficina. Pero también ese año decidieron volver a su territorio, la Plaza de Mayo, para nunca más abandonarla.

Fueron un jueves, al jueves siguiente las estaba esperando un escuadrón entero, con las armas gatilladas. Ellas cambiaban el horario, circulaban por donde no las veían. Poco a poco envolvieron a la Pirámide de Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Llevaban diarios enroscados. Pronto aprendieron de sus hijos, y llevaban también botellitas de agua y bicarbonato por si las esperaban con gases lacrimógenos. No necesitaban gases para llorar. Pero habían decidido transformar el llanto en acciones.

Los militares eran la rigidez y la violencia. Las madres eran la fluidez y la energía. Los militares y la policía eran la muerte. Los verdugos. Las madres eran la vida.

Se editó el primer boletín de Madres, se iba ganando apoyo afuera y adentro. Los militares llamaron a los viejos políticos a dialogar, como abriendo el paraguas frente a la crisis económica y a su propio desgaste. Pero las Madres estaban simbolizando dónde estaba la verdadera política, y quiénes eran sus nuevos protagonistas. En 1981 lo demostraron retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas, pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas.

Vinieron épocas de ayunos, de tomas de iglesias y catedrales. Los jóvenes, sobre todo, se conmovían. Nació la consigna “aparición con vida”.

El 30 de abril de 1982, hubo manifestaciones de protesta en Buenos Aires contra la situación económica, la miseria planificada, con la policía reprimiendo a todos. Dos días después, se llenó la Plaza de Mayo para aplaudir a los militares que habían invadido Malvinas, creyendo que así se iban a reciclar en el poder en una especie de brindis perpetuo.

Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales. Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón sobre los guerreros, entre ellos el mismo que había delatado a Azucena, Esther y Mary.

La derrota de los militares resucitó la posibilidad de la democracia. Se abrió la multipartidaria, formada por cantidad de partidos y políticos muchos de los cuales, durante los tiempos más duros de la represión, habían sido expertos en el arte de callar.

En 1983 hubo elecciones, Alfonsín llegó a la presidencia, y las madres hicieron la marcha de las siluetas para que nadie olvidara a los ausentes. En los afiches decían que esos hijos e desaparecidas habían luchado por la justicia, la libertad y la dignidad.

El gobierno formó la CONADEP, la comisión nacional para la desaparición de personas. Las madres desconfiaron, no quisieron integrarla. Siempre prefirieron la calle, y no las comisiones. Crearon un periódico, la Asociación iba creciendo y seguía reclamando aparición con vida y castigo a los culpables.

En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias decisiones.

Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua. Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se fueron de la sala de audiencias.

Seguían las acciones, marchas, escraches a los militares en sus casas, viajes y campañas en todo el mundo, la lucha contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, La lucha contra las rebeliones de Semana Santa y de los carapintadas, La marcha de las manos, La marcha de los Pañuelos, cuando taparon la casa de gobierno de pañuelos blancos, los premios internacionales.

El apoyo a los conflictos, a las huelgas, a los reprimidos y a los perseguidos.

Empezaban a hacer propia una idea: el otro soy yo.

Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos, hicieron otra cosa: comenzaron a levantar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes habían luchado.
Por eso sintieron que aún sin estar, sus hijos las estaban pariendo.
Aquellas amas de casa desgarradas por la desesperación, habían logrado transformar el dolor en acción y en pensamiento.

Todas estas luchas se multiplicaron al infinito cuando Menem llegó a la presidencia para perfeccionar, en democracia, la miseria planificada: privatizó el país, regaló el Estado, masificó el desempleo, protegió a toda clase de mafiosos, asesinos y corruptos, y además los puso a gobernar con él. De paso indultó a todos los militares que habían sido condenados.

Hubo más de lo mismo cuando subió De la Rúa, y las madres estuvieron allí, nuevamente en la plaza, el 19 y 20 diciembre, cuando ese gobierno intentó imponer el Estado de Sitio y se dedicó a reprimir a miles y miles de personas hartas de tanta decadencia y de tanta mentira. Nuevamente las plazas se llenaron de balas, y de jóvenes muertos.

La historia reciente es más conocida, las Madres y su universidad llena de jóvenes, de movimiento, de conferencias, de proyectos. Las Madres y su flamante radio, para que se escuche cada cosa que hay que decir. La intervención en cada lucha contra las mafias, contra la miseria, contra la muerte.

Y cada jueves, como siempre, las madres circulando, tejiendo solidaridad, construyendo este territorio de la Plaza para que sea el espacio de todos.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos. Las madres están dejando esa herencia.

Cómo convertir al dolor, en acción.

La parálisis y el miedo, en lucha.

La desesperación, en coraje.

Las lágrimas, en acciones.

Para acorralar a la muerte, como el primer día:

tejiendo luchas,
haciendo circular los sueños,
y alumbrando la vida.

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Nota

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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