Nota
Tortas y política: la generación que pone el dedo en la llaga
Una nueva generación nos muestra en el espacio público otra forma de relacionarse y con eso provoca una serie de reacciones sociales, institucionales y judiciales. Están organizadas, saben lo que quieren y cómo. Toman su identidad lésbica como una cuestión política y no sólo sexual. ¿Qué nos están proponiendo pensar?
1. “Y ahora que estamos juntas y ahora que sí nos ven”, canta una ronda bajo una gran bandera color verde que dice: Libertad para Higui. Asamblea Lésbica Permanente. Y la palabra “permanente”, flamea en el aire y rompe con una época en la que nada lo es.
¿Cuándo cantan? El 7 de marzo. Día de la Visibilidad Lésbica en homenaje y reclamo al asesinato lesbofóbico de la “Pepa” Gaitán.
¿Dónde cantan? En un festival en la Plaza de Retiro frente a la estación de tren. Y en horario pico: las siete de la tarde de un martes.
¿Para qué cantan? “Para que nos vean”, va a decir Ana Carolina artista, lesbiana y una de las participantes de la Asamblea desde el día cero.
La Asamblea Lésbica tiene solamente alrededor de diez encuentros en su historia. Y tiene más acciones y movilizaciones en esa historia que encuentros de debate. Es un espacio que surge de la urgencia y lleva como una de sus banderas la furia. Furia que las chicas reconocen heredera de la “Furia Trava”. Furia que surge de una violación de diez hombres a una lesbiana. Y de la injusticia de que la que está presa es ella.
La Asamblea Lésbica es un reflejo de la frase de María Galindo “juntas, revueltas y hermanadas”. Hay lesbianas sindicalistas, peronistas y de izquierda. Lesbianas artistas, médicas y docentes. Hay lesbianas chongas y femeninas. Lesbianas bisexuales y transtortas.
¿Qué une la diversidad? La mayoría de las integrantes son subtreinta. Todas juntas se animan a ganar las calles, ponerse en tetas, hacer pintadas, realizar performances y gritar en contra los abusos y femicidios, y a favor del aborto legal.
“La mayoría somos militantes del lesbianismo. Somos feministas pero creo que primero somos lesbianas como identidad política más allá de lo que decidamos hacer con nuestra vida sexual afectiva”, dice Cammila Gómez Grandolli, actriz de 28 años y una de las detenidas por las pintadas para convocar al #8M.
“Hoy nos dispara tomar la calle, generar comunidad de los diversos movimientos feministas, de mujeres, y llevar todos estos reclamos. Estamos en estado de alerta y frente a cualquier ofensiva contra personas del colectivo se sale a la calle. Hay una necesidad”, va a arriesgar Marina médica generalista de 29 años cuyas tetas, junto con las de su pareja y amigas, originaron la primer reacción grupal de la Asamblea: el #Tetazo.

Ana Carolina por Lina Etchesuri
2. Un par de tetas revolucionaron las playas, las redes sociales y el Obelisco unas semanas antes del 8M. No era la primera vez que Marina tomaba sol en la playa. Es nacida y criada en Necochea y es la forma que elige para tomar sol. “Yo elijo no decirle topless porque significa falta de top y yo estaba como estoy siempre”, dice Marina y señala que en esa playa a ella no le faltaba nada. No opinaron lo mismo los seis patrulleros y veinte policías que quisieron llevarlas detenidas por exhibicionistas. La escena terminó bien gracias a un acto de valentía extrema de su mamá que a los 59 años se sacó el corpiño por primera vez frente a los veinte policías para que no se lleven a su hija. Las chicas filmaron la injusticia. El video se viralizó en las redes bajo el título “Tetas sin sol” y una semana después había una generación de jóvenes cortando la Avenida 9 de julio para enseñarle a las fuerzas policiales a respetar el cuerpo de las mujeres.
Si lo hacen siempre, ¿Por qué esta vez las vieron? Marina arriesga que eran cinco minas en tetas, que algunas se estaban besando públicamente entre ellas y que estaban preparando carteles para la marcha del orgullo que decían cosas como: chucha con chucha esa es la lucha. “No sé si fueron los carteles pero estoy segura de que nuestra presencia incomodaba. Seguramente no tuvo que ver solamente con las tetas.”
Marina es médica. Logró formarse de la forma más contra hegemónica posible dentro de la medicina conservadora y feliz cuenta que trabaja en un centro de salud al lado de la Villa 1-11-14, que lo hace desde el enfoque de derechos humanos y con perspectiva de género y que eso le permite realizar prevención en salud sexual y practicar abortos legales.
Con esa mirada joven y profesional, Marina piensa el movimiento lésbico que estuvo junto a ellas en su reclamo: “Me sentí acompañada. Entiendo que parte de esa militancia también es por el placer. No someterte a las formas hegemónicas o normatizadas de tener relaciones sexuales y llevar nuestros cuerpos que muchas veces no son placenteras. Con más o menos visibilidad, las lesbianas siempre estuvimos en los movimientos feministas. Siempre hicimos un aporte y crítica al propio movimiento de la homogeneidad de las mujeres, como si todas fuéramos lo mismo. La crítica al heterosexismo obligatorio. Las lesbianas en general no somos indiferentes al mundo ni a los sistemas de opresión, sobre todo al sistema sexo genérico y creo que por eso la mayoría participamos de todos los frentes posibles de la lucha feminista. Lamentablemente no siempre ocurre lo contrario.” En el Tetazo sì ocurrió. Fueron trescientas, cuatrocientas, quinientas, muchas y muy jóvenes mujeres, dispuestas a cambiar lo establecido como cuerpo normal.

Julieta Laso por Lina Etchesuri
3. No fue la última vez que la policía exageró sus medidas de fuerza hacia las mujeres. A las pocas semanas, volvieron a rodear con seis patrulleros y dos motos a seis chicas de veintitantos por un motivo que no era delito. Esta vez la geografía fue Almagro y la excusa, pintadas. Las chicas son militantes feministas y ejercían su derecho a manifestarse y convocar al Paro Internacional de Mujeres. Cinco hombres de alrededor de 50 años comenzaron a seguirlas, dieron la voz de alto y las zamarrearon hasta que llegó la policía. “La situación que tenía la policía enfrente eran ellos diciendo que nosotras pintamos una pared y nosotras diciendo que ellos nos venían gritando y acosando por la calle. ¿A quién escucharon?”, dice Cammila que deja esa pregunta en el aire sin respuesta porque la sabemos todas y agrega: “El policía que llamó al Fiscal se indginó cuando los hombres le dijeron que habíamos escrito: lesbianizate. Y nos hizo saber que estaba indignado. Ni siquiera le importaba saber si era verdad o mentira, por eso, denunciamos lesboodio”
Allí se pudo ver en acción la fortaleza que esta red tejida en forma de Asamblea. Se dio lugar una estrategia tan política como humana y tan histórica como nueva: las chicas se convocaron por redes sociales y no se movieron de enfrente de la comisaría ni de la fiscalía hasta que no vieron salir a las pibas sanas y salvas. Afuera fue una fiesta: canciones, gritos, platillos. No dejaron de gritar hasta que abrazaron a sus compañeras. No es esta la única muestra de que las lesbianas están organizadas y plantean críticas fuertes y nuevas prácticas al interior de los sindicatos y espacios políticos a los que pertenecen. Laura Safo es parte de SITRAJU (Sindicato de Trabajadores Judiciales) y desde ese espacio intenta articular su activismo lésbico con el sindical. Desde que se sumó a la Asamblea Laura plantea en los plenarios trabajar temas como: Libertad para Higui e ir a apoyar el tetazo. Y siente que es escuchada porque es un espacio nuevo con mayoría de militantes jóvenes. “Para mí esa confianza que logramos en la Asamblea en tan poco tiempo tiene que ver con cierto continuum lésbico entre las lesbianas que circulamos por los mismos espacios de militancia feminista y LGBT. Llega un momento que ya nos conocemos todas con todas y aunque discutamos podemos construir juntas. Hay algo que es más fuerte”
Cammila milita en espacio kirchnerista como su espacio orgánico y Marina fue militante de izquierda. Ambas plantean que hay una práctica y una forma de organizarse en la Asamblea que trasciende esos espacios. Todas las entrevistadas entienden que la identidad lésbica no sólo desarma estructuras adentro del propio feminismo sino en sus propios espacios políticos convencionales.
Gelda Abramovich de Sipreba (Sindicato de prensa) plantea que “la torta hincha pelotas” es un lugar empoderante y genera muchas cosas adentro de los sindicatos y arriesga una mirada de por qué pueden poner más en cuestión las convenciones: “Siempre hay una cuestión cuando sos mujer que trae debilidad que es que dicen: podés discutir todo lo que quieras pero después vas a garchar con ellos. Como lesbiana, en el ámbito público puedo discutir un montón de cosas justamente porque no busco agradarles. Esa es la mentalidad horrible de chongo heterosexual que aunque sea super progre, es a la que más le hacemos ruido con nuestra identidad”.

Cammila Grandoli por Lina Etchesuri
4. El 9 de mazo Laura Arnés presentó su tercer libro “Ficciones lesbianas. Literatura y afectos en la cultura argentina” editado por Madreselva. Estaba reventada, se recuerda. No había dormido ni salido del todo del estado de shock. La noche anterior, luego de la histórica movilización por el Paro Internacional de Mujeres, fue una de las diecinueve personas detenidas por efectivos de la Policía de la Ciudad y policías de civil. Después de ser liberada participó de la conferencia de prensa en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Desde ahí fue directo al Auditorio-Bar de La Tribu. Es Doctora en Letras, investigadora del instituto interdisciplinario de Estudios de Género (UBA) y del CONICET y docente –también en la UBA- del seminario de sexualidades disidentes y literatura pero aclara que nunca se inscribió solamente en la teoría. El activismo y el trabajo académico siempre convivieron turnándose las intensidades uno con el otro: “este último año había estado poco en la calle y más en los libros”.
En su libro Laura escribe: “La literatura es un dispositivo político donde se modulan múltiples distribuciones de lo que afecta a nuestros mundos sensibles, un espacio privilegiado en el cual se ensayan formas posibles (probables o improbables) de la vida en común y en donde, como consecuencia, se estrenan nuevas relaciones entre los cuerpos”. Decide entonces recorrer la literatura argentina de los últimos 100 años en búsqueda de lo que llama ficciones lesbianas: “afectividades disidentes que aparecen en nuestra literatura sin mostrarse necesariamente como lesbianas”. ¿Por qué? Porque sabe que desde la ficción se pueden construir trincheras. ¿Cómo se vincula el libro y la cacería post movilización? Laura propone pensar cómo funcionan las ficciones de nuestra cultura, aquellas que describe como “las ficciones que nos construyen y que le dan forma a nuestros cuerpos” Analiza: “por ejemplo: ¿qué pasó el otro día con la razzia? Hay hipótesis que dicen que parecíamos lesbianas. Yo no soy lesbiana, soy bisexual, y las dos chicas que estaban conmigo también. Teníamos remeras que lo decían además. La pregunta es: ¿Efectivamente hay una fisonomía que se corresponde con una identidad o con un deseo?”, y sigue: “La representación tiene sus límites y va generando constantemente ficciones sobre los cuerpos y sobre los usos de los cuerpos. Es lo interesante: todo el tiempo las que activamos, y las que procuramos visibilizar como hecho político, lo que tenemos que hacer es crear una imagen y después romper con esa imagen y crear otra. Yo trabajo con lesbiana como catacrecis, una palabra que siempre tiene el significado desplazado, vos nunca sabes del todo que estás diciendo. ¿Cómo definimos lesbiana? Cargar de significado la palabra es muy complejo y sin embargo parece que el afuera tiene muy claro qué somos. Ahí entra la ficción, la ficción lesbiana de los otros sobre nosotras”.
5. Cómo pensamos la visibilidad para pensar la época. Algunas ideas:
La mirada de Ana Carolina: “Si sos invisible tenés la ventaja de que sos menos asible, sobre todo si te quieren asir para violentarte pero al mismo tiempo las lesbianas somos invisibles pero no tanto, somos invisibles cuando se trata de incluirnos, reconocernos, reparar, pero no somos invisibles cuando se trata de señalarnos y decir ‘ahí va la torta, caguémosla a trompadas’. Una lesbiana se hace invisible para los ojos que decodifican los cuerpos o las existencias. Si tu expresión de género o cómo llevas tu ser no se condice con lo que generalmente se decodifica como lesbiana, ahí te invisibilizas también”
Cammila Gómez Grandolli aporta: “La sociedad siempre tiende a etiquetarte. Si vos no te llamas, te llaman de alguna manera y siempre van a elegir leerte como heterosexual. Si vos no te plantas y decís yo siento otra cosa, siempre te van a leer de la forma binaria hombre-mujer heterosexual. Creo que tiene que ver con eso la lucha de visibilizar. La idea es romper con los estereotipos. Para una lesbiana más femenina esa visibilización se hace más complicada porque no te leen de esa manera. Te encara alguien, le decís me gustan las mujeres, y te tiran: no te creo. Lo que estás diciendo no tiene validez porque no tenés la apariencia estereotipada de una lesbiana”
Laura Arnés suma: “Siempre me perturbó mucho la idea de salida del closet. Por qué yo tengo que visibilizarme saliendo del closet, sentando a alguien y confesándole que yo tengo una sexualidad diferente. Veo que mis alumnos no hacen eso. Los de este último año, fueron 40, se mueven en las arenas de la sexualidad con mucha más libertad. La identidad no puede ser explicativa, no puede ser que te digo: soy tal cosa y eso ya te de un saber sobre mí”.
6. “No existe otro territorio posible donde vivir las experiencias que no sea el cuerpo”. Ana Carolina es guionista, actriz y comediante. En el Instituto Vocacional de Arte Manuel José de Labardén, a sus 15 años, empezó todo. Después: escuela de circo, escuela de títeres, cursos de clown. En el 2001 tenía un pasaje para Nueva York, iba a ver stand up, quería saber cómo se hacía, se quedó ocho años haciéndolo ella misma. Desde entonces no paró. “Es una herramienta muy poderosa el humor, la risa, la persona que se ríe le pasa en el cuerpo. Si bien podes bajar línea con el humor, la persona que lo recibe, como se está riendo ese cuerpo que le pertenece, no lo siente como una bajada de línea. Sentís que te reís porque se te ocurrió a vos y eso es poderoso porque puede llegar a transformar”.
En un momento Ana Carolina hablaba mucho en sus shows de ser lesbiana, “lo sentía como una obligación, ahora ya no tanto”. Advierte un buen cambio: “Acá cada vez hay más lesbianas haciendo stand up. Antes había personas homosexuales haciendo stand up pero el chiste era homofóbico, me horrorizaba eso, no entendía qué estaba pasando. Y mujeres haciendo chistes machistas. Ahora creo que eso sucede menos. A mí no me costó hablarlo en el escenario, coincidió con que empecé a decir: soy re lesbiana, me fui a Nueva York a ser lesbiana en paz. Antes de irme yo ya sabía que era lesbiana, pero no lo decía, me hacía la boluda, allá hasta lo empecé a usar para hacer los chistes”.
¿Tiene límite el humor? “El límite para el humor es la falta de risa porque yo puedo decir lo que quiera decir pero si vos no te reís, no es un chiste, es un comentario, una poesía. El limite es la falta de risa y no lo pongo yo”

Marina por Lina Etchesuri
7. La Orquesta Típica Fernández Fierro tiene desde hace años voz de mujer: Julieta Laso. Desde ese género musical, muchas veces machista, reflexiona optimista: “Si bien hay muchos tangos maltratadores, hay muchas mujeres cantantes de tango. Es cierto que no es un espacio donde hayan habido muchas compositoras, ni muchas instrumentistas. Donde yo canto, los tangos no son machistas. La cosa está cambiando”. La tarea de pensar nuevos escenarios de realidad posibles le da al arte un papel protagónico, “todo hecho artístico es político indefectiblemente. Así me subo al escenario. El arte tiene que cuestionar siempre, nunca tiene que trabajar para el poder, sea cual sea” El poder patriarcal se enfrenta con un enemigo dispuesto a derrotarlo. ¿Cómo? Julieta dice que no hay recetas. Todo está siempre por crearse. Quizás algún tango retome lo que la calle canta: “Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer”.

Gala y Laura por Lina Ethcesuri
8. Agustina se la conoce como Cumbio, icono de una generación que repensó las formas de comunicarse. Hoy trabaja en Storylab, la productora de Nacho Viale, el nieto de Mirtha Legrand, por lo cual también es parte del equipo que pone al aire lo que la conductora define como mesazas. En la productora lleva adelante los contenidos digitales y está participando de otros pilotos y proyectos. En ese contexto propuso una nota: el caso de Higui. ¿Por qué? “Me hace sentir muy representada y me sorprendía que a la gente le sorprenda que todavía pasen esas cosas”, sigue: “son cosas que personalmente me afectan. Creo que yo tuve mucha suerte, que Cumbio en algún punto me salvó la vida”. Desde ahí insiste en sus ganas de que la pantalla amplíe los posibles que muestra, “muchas cosas que pasan con las lesbianas no son visibles en la televisión, de hecho el caso de Higui se está manejando por las redes sociales y así miles nacionales e internacionales”.
Otras potencias aparecen: las redes sociales, motor exitoso de las últimas convocatorias para salir a la calle, junto a la tecnología que llevamos en la mano: los celulares, crean nuevas formas de comunicación. Cumbio mete en la charla el término influencers y analiza: “hay muchas lesbianas influencers, llegan a un público que muchos no llegan”. Propone un ejercicio: chequear perfil de una chica heterosexual y una lesbiana con muchos más seguidores. Pregunta: ¿Cuál tiene más pauta publicitaria? Contesta: la heterosexual. ¿Por qué? “Porque las pautas no las manejan adolescentes, no las manejan chicos de mi generación, las grandes marcas las manejan personas que están acostumbradas a publicidad más conservadora: la chica linda, rubia, de dientes blancos casada con el príncipe azul hermoso y teniendo muchos hijos. No se adaptan todavía. Prefieren poner su publicidad en esa chica aunque tenga 20 mil y no en una chica que llega a 500mil chicos pero es lesbiana, tiene novia y no tienen hijo”
Y cuenta una experiencia propia reciente: la llamaron para ofrecerle hacer un canal de YouTube. Contesto que sí, que lo haría con su novia, también influencer. “Una de las primeras cosas que me dijo el productor: tantos videos con novia no porque eso después hay que venderlo, para que sirva no puede ser todo el tiempo videos con novia. No porque me discriminara, sino que tiene presente lo que las marcas buscan. Creo que eso va a ser así por mucho tiempo, va a ir cambiando de a poco pero va a llevar tiempo. Lo bueno es que internet es un poco más flexible y tenés una apertura para elegir tremenda”.
9. Los medios hegemónicos y las marcas son insensibles para identificar cómo habla la época. ¿Y el mercado? Ana Carolina propone su mirada: el mercado de todo se apropia: “Antes la sexualidad diversa era una disidencia que implicaba un sesgo anticapitalista, antipatriarcal. El capitalismo todo lo fagocita: de todo se apropia, por eso todo el tiempo hay que cambiar no en el sentido de ‘Cambiemos’, sino de mutar. El mercado se apropió de las sexualidades diversas, ya somos parte, antes éramos excluidos, parias. Al empezar a visibilizarnos, el mercado dijo pará, apropiémonos de esto, es marketing para nosotros, turismo. No vas a poder jamás esconderte del mercado, lamentablemente, incluso si sos quien se va a vivir al bosque, una loca que vive ahí y se deja crecer todos los pelos, el mercado va a encontrar la forma de apropiarse o te va a excluir al plano de lo imposible y te va a invisibilizar. Entonces me parece que esta ebullición: ahora somos más o más visibles, estamos más aceptadas, o todas tenemos una amiga lesbiana, para mí está muy ligado a que el capitalismo se está apropiando de nosotras”
Un mercado que de todo se apropia no garantiza que el sistema permita que ese todo se vea. “Muchas veces me dicen ‘¿para cuándo una lesbiana en la televisión?’, y cuando la haya va a ser un estereotipo nefasto. ¿Para cuándo una travesti en la televisión? Si, Flor de la V, que su anhelo es casarse con vestido blanco y tener hijos. Reivindico que ella pueda hacer lo que quiera y por otro lado me entristece que quien está ahí siendo para el público sea alguien que quiere casarse y tener hijos. Que oportunidad que se diluyó, el sistema no va a permitir que llegue ahí alguien disidente”.

Ana Carolina, desde el entusiasmo que le genera la Asamblea Lésbica Permanente propone que deberían ser bailables, con masajes incluídos, “sindicato social sensible que no puede esperar. Todo lo raro suma, porque te obliga a detenerte y pensar. Eso es un montón, sino lo das por sentado y ahí se genera la norma. Lo normal es sospechoso”.
Lo sensible es político, también lo es el placer.
Y aunque planteen no sólo a través de la sexualidad diversa se va a cambiar el mundo, todas sostienen que ejercer el lesbianismo tiene ciertas características que son disruptivas del heteropatriarcado capitalista:
No van a tener hijos a menos que realmente eso quieran.
Prescinden de la categoría hombre.
Su sexo no tiene nada que ver con la reproducción.
Esta generación plantea que son prácticas que podrían compartir otros sectores de la población. Son jóvenes que sostienen que se puede lesbianizar la vida disfrutando del sexo no para reproducirte, prescindir del hombre en cuanto proveedor de la mujer, jefe de familia, quien toma las decisiones, quien sale a la calle y enfrenta el mundo.
¿Qué pasaría si todes lesbianizamos un poco nuestro devenir? Podría ser transformador, arriesgan.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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