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¿Qué refundación?

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«Hay que refundar la selección». La frase resuena en la tevé, en los bares y en las canchas. Sin embargo para refundar, antes, hay que cuestionar lo fundado ¿Qué es lo que gobierna el fútbol y el periodismo argentino y cómo salir de la lógica de ganar o ganar? Preguntas, anécdotas y referentes en un texto imprescindible de Ariel Scher.

Por Ariel Scher desde Moscú

Kira está más cómoda con el castellano que con el inglés y, entonces, en la línea 6 del subte de Moscú, de regreso de la casa bancaria que le paga un salario y rumbo al hogar que le estimula la vida, lanza palabras sueltas que algún día serán una oración o hasta un párrafo: «nombre», «hambre», «gente», «esperanza», «Messi», «mujer». En estos días, en su Moscú cotidiana, en su ruso cotidiano, practica lo que puede con colombianos, con mexicanos, con mundialistas hispanoparlantes del origen que sea. Con argentinos, desde luego, también. Cuenta que uno la sorprendió hace un rato. No le dijo ni «nombre» ni «hambre» ni «gente» ni «esperanza» ni tampoco «Messi». Le dijo un término que Kira jamás había oído. Le dijo que a Argentina le había ido más o menos en el Mundial de Rusia. Y, después, le dijo «refundación».

«¿La refundación es algo que pasa con el fútbol en la Argentina?», indaga Kira entre las vibraciones que provoca el andar veloz del subte. Tiene una curiosidad que reivindica a la condición humana, algo que resulta una virtud casi siempre y que constituye una macana en este instante porque no hay más remedio que contestarle que no. ¿Cómo desencantar a alguien que luce la buena voluntad de Kira en el subte de Moscú o a cualquiera de los pibitos o de las pibitas que en Flores, en San Miguel de Tucumán, en Paraná o en Santa Rosa podrían haber formulado una pregunta idéntica bajo la expectativa de que el fútbol -ese afecto- y la Argentina -ese otro afecto- quedaran asociados en una refundación?
 
Lo que sigue no está charlado con Kira. Sería un abuso. El fútbol en la Argentina funciona, en el fondo, como un abuso, pero un abuso que los abusados no advertimos y no advierten. EL abuso: se acepta y aceptamos que el fútbol es eso que está siendo sin asumir que podría ser radicalmente algo distinto. ¿Por qué hasta en la línea 6 del subte de Moscú vuela con cierta naturalidad el vocablo «refundación»? ¿Qué significa, más allá de los esfuerzos para explicárselo a una dama rusa, una «refundación»? Una refundación supone volver a ubicar las raíces de algo que ya está creado, hecho, fundado. ¿Y qué es lo que está fundado?
 
El antropólogo Eduardo Archetti no fue traducido al ruso, a pesar de que buena parte de su obra, a causa de que el genocidio de los setenta lo obligó al exilio, la desplegó en Oslo, Noruega, lejos de la línea 6 del subte de Moscú, pero bastante menos lejos que su Santiago del Estero natal. Antes que nadie y mejor que nadie, Archetti trató de pensar a la Argentina desde el deporte, en particular a partir del fútbol. Uno de los ejes en los que desembocó su trabajo gigante puede resumirse en una frase: «El fútbol en la Argentina migró de ritual alegre a ritual trágico», es decir, de punto de encuentro pasional y festivo a escenario sufriente y poblado de violencias simbólicas y hasta físicas.
 
Con ese y con muchos otros conceptos, Archetti planteaba ya en la década del ochenta que en la Argentina, aun sin idealizar a las etapas antiguas, el fútbol había atravesado una serie de cambios culturales y que los cambios culturales no son una pavada o un desvelo innecesario de científicos sociales a los que les sobra tiempo. En la línea 6 del subte de Moscú, ni Kira ni nadie porta libros del uruguayo Eduardo Galeano, pero Galeano, en cierta sintonía con Archetti aunque no centrando el foco en la Argentina, escribió: «El fútbol hizo un triste viaje del placer al deber». Archetti y Galeano, a su vez, leyeron a Dante Panzeri, el periodista  que más denunció los cambios culturales que avizoraba en el fútbol argentino en los sesenta y en los setenta. Y Panzeri dejó puesta una bandera hoy pisoteada: «El fútbol se inventó para liberar al hombre de sus padecimientos de lunes a sábado, no para agregarle uno más».
 
En la Plaza Roja, en las horas en las que cierra lo que define como su «escapada» al Mundial, lo asume Gustavo, sesentón, disgustado no sabe bien con quién porque Argentina no avanzó más en el torneo y devoto de un equipo que compite en la Primera B Nacional: «Cuando yo era chico, me importaban todos los jugadores de todos los clubes, discutía sobre estilos de juego, leía los comentarios de El Gráfico, quería que mi equipo jugara de una manera o de otra. Algunos fines de semana me iba a ver a otros cuadros. La pasaba fenómeno a pesar de que muchas veces terminaba triste y hasta lloraba. Triste, digo, y no tenso como lo vivo ahora. Es que ahora lo único que me interesa es que mi equipo gane como sea y alguna vez, por fin, ascienda. Con la Selección es igual: si gana, le banco todo; si no, casi nada. No sé bien por qué cambié».
 
¿Qué es lo que pretenden refundar los dirigentes deportivos y no deportivos, los periodistas que se esmeran en el periodismo y los fabricantes de shows que desparraman bostas y risas según les convenga, los jugadores y los entrenadores, los pedagogos que se arriman al fútbol y los pedagogos que huyen espantados de él porque el sistema del fútbol los expulsa? ¿A qué se refieren los y las que pronuncian «refundación» cuando aluden al fútbol argentino? ¿Quieren refundar la relación social con el fútbol y hacerlo revirtiendo los recorridos que retrataron, entre otros, Archetti, Galeano y Panzeri? ¿Sueñan refundar para redireccionar los sentimientos de Gustavo y de miles o de millones como Gustavo, tipos y tipas que cabalgan sin conocer por qué marchan con ese itinerario «de ritual alegre a ritual trágico»? ¿Hablan de refundar para instalar otras bases culturales desde las que la tristeza y los dolores deportivos -se insiste: el fútbol es un afecto; se insiste: el fútbol no es sólo un afecto- no se confundan con la histeria, con el drama y con la agresividad? Quienes enarbolan que hay que refundar, ¿poseen una ambición de volver a ubicar al juego -cuesta evocarlo, pero el fútbol, en el comienzo, es un juego- en el nudo de la escena y sacar de allí a las minucias, a las operaciones políticas groseras pero cuya grosería no es fácil de decodificar para multitudes que sudan largo y mucho para sobrevivir cada día, al chismorreo consecutivo, a las nadas maquilladas con envergadura de algo?
 
¿O es bastante al revés? ¿O la mentada refundación apunta a que las cosas permanezcan más o menos como están salvo que hay que encontrar el modo de ganar más partidos y más títulos así millones se alegran y nadie jode con las críticas? ¿Los usuarios de la palabra «refundación» gastan saliva, precisamente, en esa palabra porque los satisface la cultura dominante en el fútbol de la Argentina, pero los incomoda que esa cultura, de vez en vez, los someta a la frustración de no salir campeones? ¿Qué creen que (SOBRA) los promotores de refundar que es esencial refundar: que la Selección no haya vencido en tres finales de competiciones internacionales o que parte de la sociedad -inclusive, en alguna medida, los propios competidores- haya sido empujada a la interpretación de que no vencer en las finales (o no vencer, en general) es un indicativo del fracaso? ¿Qué labor ideológica y práctica creen esos mismos promotores -gente diversa, con intenciones diversas, con nobleza o sin ella, con negocios futboleros o sin negocios futboleros, con negociados o sin negociados- que conviene desplegar para que el lazo social con el fútbol deje de ser ese de matar o morir, exaltar al triunfante y despedazar al caído, hay que ganar o ganar y luego ganar o ganar, y después ganar o ganar?
 
Si el castellano de Kira no perdurara entrampado en desovillar eso de «refundación» y si la línea 6 no tuviera una aceleración tan eficiente como ruidosa, valdría la pena sugerirle que reparara en otras expresiones. Por ejemplo, esta: «La crisis del fútbol argentino es tan grande que no se resuelve ni ganando el Mundial», había afirmado el entrenador César Luis Menotti, en el diario español El País, antes del campeonato. Con la misma lógica cultural que se palpa cada fin de semana en los estadios con público proscripto por ser visitante, con la misma mugre que barniza los ciclos constitutivos de los jugadores menos que jóvenes, con la misma exaltación de la minucia (así la bautizó el investigador Carlos Mangone) de parte del periodismo y del showmanismo deportivo, con la misma minusvaloración del juego y la misma maxivaloración del sitio en la tabla de posiciones, ¿los auspiciantes de las refundaciones las auspiciarían si la Selección se llevaba el título del mundo?
 
Está planteado que Kira prefiere el castellano al inglés y esa es otra barrera para que se sumerja en un artículo de Jorge Valdano, en el diario británico The Guardian y de hace apenas una semana, en el que detalla las mutaciones de la cultura futbolística argentina y parece tirar paredes con Archetti y con Panzeri: «Al gusto por el juego se le impuso una necesidad un poco delirante por ganar. ‘Ganar como sea’, según reza el lugar común, barre con todos los valores de referencia. Dividir el mundo en ganadores y perdedores fue una enfermedad que también atacó al fútbol en la etapa formativa». Y más: «En la cancha le dijimos adiós a los ‘olés’ y le dimos la bienvenida a un mundo donde los ‘huevos’ son mas importantes que el talento». Paredes con Archetti, con Panzeri y, habría que añadir, con un interlocutor asiduo de Valdano en los años final del siglo XX, el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, quien evaluó al fútbol como «la droga dura de las democracias» porque «permite responder tanto a la falta de proyecto de las sociedades globalitarias como a la paradójica soledad de las masas». Pensado desde la trama futbolera argentina del presente, se quedó corto: la droga dura es ganar.
 
Ni en la línea 6 del subte de Moscú ni en ningún otro sitio hay respuestas enteras para algunas preguntas que, al menos por ahora, Kira, silabeando «re-fun-da-ción», no ensaya: ¿quiénes fabricaron este fútbol y esta conceptualización del fútbol?, ¿a quién le conviene que la cultura futbolística sea esta?, ¿a quién le conviene que el fútbol sea esto?, ¿quiénes se benefician de que el fútbol argentino sea «el paraíso de los brutos», como lo caracterizó el periodista español Rafa Cabeleiras?, ¿quiénes modelaron audiencias, públicos, cantidades enormes de personas que funcionan como «el gordo sillonero» (que es «amo y señor de las redes sociales», que «sabe de todo»), de acuerdo con el lúcido análisis que, con la firma de Javier Garfias, publicó la revista Panamá?, ¿qué autonomía y qué enlaces con otros ciclos políticos, económicos y sociales de la Argentina expresa el fútbol? ¿Se puede refundar de verdad si los enunciadores de refundaciones son los actores habituales en la mayoría de los ámbitos o sea los que armaron esto que ahora proclaman que habría que refundar? ¿Por qué cabría esperar que estos actores alteraran algo si son las expresiones de un sistema que no por azar apela a estos actores? ¿No avisaba Rodolfo Walsh lo que no sólo para el fútbol conviene leer seguido: «El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene»?
 
Entre amabilidades y castellanos en progreso, Kira avisa que desciende en la estación Kitai-Gorod, barrio emblemático de Moscú, a unas pocas cuadras del Kremlin. Recomienda, generosa, acercarse hasta el Mausoleo de Lenin, donde el cuerpo del símbolo de una revolución que cumple un siglo se exhibe en este mes para el asombro de lluvias de individuos que llegaron a Rusia con el propósito de ser espectadores de fútbol. Lenin, justo Lenin, avisó en aquel tiempo que «la praxis hace a la conciencia». Puede retumbar irrespetuoso con semejante jugador, pero, bajado al dilema futbolero argentino, ¿cómo se puede cambiar la comprensión de lo que es o de lo que debe o puede ser el fútbol si todo funciona bajo prácticas que se repiten, se repiten, se repiten y no se ponen en cuestión?
 
Dan ganas de charlarlo con Kira, pero ella sonríe una sonrisa rusa y, cuando las puertas de la línea 6 del subte se cierran, dice su último «refundación» de la jornada y se va.
 

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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