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Todo por ganar

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La Marea Verde como una nueva identidad social y política. La discusión por la legalización del aborto instalada como un tema ineludible de la campaña 2019. Qué respuesta van ser capaces de dar las estructuras políticas después de una manifestación para la Historia. La transversalidad que recorrió el debate. El cuerpo, el deseo y el placer como parte de la política. Líneas de hipótesis a las nuevas preguntas de esta época verde en este texto de Pablo Marchetti.

Todo por ganar

Por Pablo Marchetti

¿Ganamos? Sí, ganamos. ¿Perdimos? Sí, también. ¿Se puede ganar y perder al mismo tiempo? Sí, por supuesto. Esto es política, esto es la vida, estos son nuestros derechos. Y nuestra vida es mejor después del 8 de agosto, sin dudas. Aunque hayamos perdido, aunque no sea ley.

Ganamos porque ganamos la calle. Y ganamos la calle no sólo de a millones, con una multitud que, en cantidad, pocas veces se vio en la historia argentina. Ganamos porque en esa multitud se gestó un nuevo signo político, una nueva identidad, una nueva forma y un nuevo contenido. Ni izquierda, ni campo popular, ni nada a lo que estábamos acostumbrades.

La marea verde contuvo a todo el mundo. Pero, sobre todo, lo desbordó. Nadie lideró este movimiento. Nadie puede hacerse cargo de nada. Y todes podemos decir que es nuestro. Eso no significa renegar de la política en términos tradicionales. Muy por el contrario: se trata de un movimiento político muy serio. Que interactúa de manera muy fuerte con lo institucional.
La Marea Verde surgió como movimiento social, como una señal de hartazgo y de autodefensa. Su germen fue el Ni Una Menos. Primero fue violeta y testimonial. Y luego mutó a verde e institucional. Cada piba que iba con su pañuelo verde atado a un bolso estaba reclamando una ley. Le estaba pidiendo respuestas al Congreso y al Ejecutivo.
Tanto funcionaries como legisladores tomaron nota de esta realidad. El Ejecutivo, habilitando el debate en el Congreso. Les diputades y senadores, articulando con una transversalidad insólita, que sólo se vio frenada por los dinosaurios de la cámara más conservadora.
Todo por ganar

El resultado fue más que alentador. Por eso digo que ganamos.

Ganamos por varios motivos:

  1. El tema está instalado y en las elecciones de 2019 les candidates van a tener que decir qué posición tienen sobre el aborto legal. Nadie podrá hacerse le bolude.
  2. También van a tener que cuidarse les candidates que estén a favor del aborto, no vaya a ser cosa que hagan alianzas con candidatos antiderecho. Es muy probable que allí también haya un pase de factura. Sobre todo entre los partidos más progresistas o con un discurso de izquierda.
  3. Las estructuras políticas van a tener que dar respuestas. Si no las dan, las respuestas se buscarán sin dirigentes a la cabeza. Pero se buscarán.
  4. Nadie podrá subestimar ningún tema que le interese a la gente (o la ciudadanía, o el pueblo, o como prefieran llamarla). Quien diga “el aborto es un tema menor, acá hay que hablar del acuerdo con el FMI”, puede correr el riesgo de que se le lleven pueste.
  5. Nadie podrá venir a darle lecciones de nada a nadie. La política es de quien la necesita, no de les profesionales.
  6. Las alianzas electorales pueden tener un camino determinado, pero ese camino será tan coyuntural como los temas que se vayan presentando. La definición sobre el aborto cortó transversalmente a los partidos políticos. Lo mismo puede ocurrir con otros temas.
  7. La idea de resover temas puntualmente y sin ataduras va a generar (bueno, ya lo está haciendo) un diálogo y unos niveles de acuerdo con gente con la que se sabe que se puede tener cierta afinidad en algún momento. No se trata de ponderar el diálogo de manera pedorra, como lo hacen algunes “republicanes” que quieren terminar con “la grieta” y esas boludeces. Pero sí, se trata de mantener el diálogo y la calma.
  8. El cuerpo, el deseo y el placer, también son parte de la política. La Marea Verde cobra relevancia porque aborda la soberanía del cuerpo de la mujer. No sólo lo personal es político: lo sexual es político.
  9. Los temas considerados de poca relevancia pueden volverse centrales. Y lo que hoy es aborto, mañana puede ser monocultivo o modelo extractivo. En cualquier caso, estamos hablando de una visión estratégica del país y de la política. De grandes acuerdos, de bases para vivir mejor.
  10. No sirve pensar que estamos viviendo tiempos idénticos a otros momentos sociales, históricos y políticos en el país. Quien quiera pensar estos tiempos, que sepa que deberá encontrar nuevas respuestas a nuevas preguntas. Y quien no entienda esto, que actúe. Es lo mejor que se puede hacer por estos días.

Por todo eso ganamos. Y perdimos, si. También perdimos. Perdimos porque el aborto no es ley. Porque falta mucho por hacer. Porque dar un pequeño o un gran paso nos hace tomar conciencia de lo largo que es el camino.

Lo bueno es que, mientras caminemos, nadie puede quitarnos el derecho a pensar que podemos caminar más. Por eso ganamos. Y por eso tenemos todo por ganar.

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Foto: Martina Perosa

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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