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La paz armada
Con una Presidenta a la que le colocó la banda un militar se inicia en Bolivia un proceso difícil, con proscripciones y biblias, pero con las wiphalas volviendo a flamear en los edificios públicos para moderar la imagen del gobierno de facto. Dos muertos en enfrentamientos. Para agencia Lavaca, por Sebastián Ochoa desde Cochabamba.
Tras 22 días de conflicto, los comités cívicos del país anunciaron el fin del paro que incluyó el derrocamiento de Evo Morales y la jura de una nueva Presidenta, quien se comprometió a convocar a elecciones cuanto antes. Si todo sale según sus previsiones, este miércoles Bolivia debería reactivarse. Las rutas volverán a abrirse, las industrias producirán de nuevo, funcionarán los hospitales. Y allí donde se reúnan las y los militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) para protestar contra este golpe, concurrirá la Policía para reprimirlos. Este martes se conoció el crimen de dos personas víctimas de armas de fuego, tras los enfrentamientos del lunes en la zona sur de La Paz: Percy Romer Conde (33 años) y Beltrán Condorí Aruni (22).
El domingo pasado, cuando se consumó el golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales, de inmediato fueron retiradas las wiphalas de las oficinas públicas; muchas de ellas fueron quemadas entre festejos. Esas imágenes, que dieron varias vueltas al mundo, hicieron quedar a los derechistas sublevados como unos fundamentalistas religiosos que venían a avasallar toda la simbología indígena incorporada desde 2006 al Estado. Pasada la borrachera golpista, se dieron cuenta de que esa forma de actuar había contribuido a acrecentar el caos social. Pidieron perdón y adujeron que los ultrajes a la bandera indígena fueron provocados por “infiltrados”. Ayer, las wiphalas fueron restauradas en los edificios, las y los líderes de esta revuelta derechista publicaron videos en sus redes sociales, haciendo grandes gestos de adorar y respetar esta oriflama.
El lunes pasado, con Evo Morales refugiado entre sus bases en Chimoré, grupos de adeptos a él salieron a manifestar su furia en varias ciudades. Hubo saqueos, quema de casas e instituciones públicas, así como varias comisarías. Notablemente desbordada, la Policía pidió asistencia a las Fuerzas Armadas para enfrentar a quienes rechazaban violentamente el golpe.
Los militares aceptaron la propuesta represiva de buena gana, así que desde el lunes a la noche sobrevolaron las ciudades aviones caza, y recorrieron uniformados las calles en camiones y tanquetas. En conjunto con la Policía, en El Alto detuvieron a decenas de personas que protestaban contra el golpe.
Ayer, la mayoría de la población optó por resguardarse en sus casas. La calma se rompía esporádicamente, en La Paz o en Cochabamba, cuando grupos afines al MAS apenas se reunían para iniciar una gira de destrozos, pero eran detenidos o dispersados antes de que pudieran expresar su bronca. Solo una marcha pacífica, en defensa de la wiphalas, obtuvo permiso para bajar desde la ciudad de El Alto hasta La Paz. Cuando arribaron a la plaza San Francisco, miles de personas de origen aymara y quechua se lamentaron por el evidente retroceso que implica este golpe para ellos. Vaticinaron la pérdida de los derechos conquistados en los últimos 13 años.
La presidenta de facto
Jeanine Añez es una senadora del partido de derecha Demócratas, representa a la antigua aristocracia ganadera del Oriente boliviano. Si quieren chusmear su twitter, contiene barrabasadas de toda calaña, dirigidas a Cristina Kirchner, así como a toda manifestación que pueda oler a popular, incluidas obviamente las expresiones políticas de los pueblos indígenas.
Como habían pronosticado los golpistas, anoche irrumpieron en el Palacio Quemado con biblias en la mano. El líder cívico y empresario cruceño Luis Fernando Camacho portaba una una enorme, de más o menos un metro cuadrado.
Momentos antes, en la Asamblea Legislativa Plurinacional, Añez se había autoproclamado Presidenta ante cientos de asientos vacíos, por la ausencia de las y los legisladores leales a Morales, que eran más de la mitad en ambas cámaras. Así que juró rodeada por un puñado de legisladores de derecha, algunos policías y militares. Un militar fue el encargado de ponerle la banda presidencial. Mientras, a dos cuadras de la plaza Murillo, la Policía gasificaba y detenía a manifestantes del MAS que repudiaban ese nombramiento de facto.
De todos modos, el Tribunal Constitucional Plurinacional emitió una resolución en la cual afirman que esta unción presidencial es apegada a la Constitución vigente. Con ello, la mitad de Bolivia quedó satisfecha y el festejo se inició en todo el país, con un reviente de cohetes equiparable a la Navidad. En las calles, grupos de jóvenes en moto cantaban: “Evo Evo carbón/ sos un hijo de puta, la puta madre que te parió”. Si algo no le falta a este movimiento golpista es un alto grado de machirulismo. De ahí salió este hit de la homofobia: “Evo a Chonchocoro (la cárcel de hombres hombres)/ Linera a Obrajes (la cárcel de mujeres)”.
Luego de su ingreso al Palacio Quemado, en medio del tumulto, Camacho anunció que “ha vuelto la paz a Bolivia”. Un periodista le preguntó por los conflictos que existen con esa mitad del país que, de un día para otro, quedó sin representación política. El séquito de Camacho empezó a abuchear al comunicador antes de que pudiera concluir la pregunta. “Aquí no hay país dividido, hombre, no diga eso. No venga con discurso radical, vaya con Dios”, le aconsejó el nuevo referente del fascismo en Bolivia.
Camacho se fue directo al aeropuerto de El Alto para regresar a Santa Cruz de la Sierra, donde convocó a un Cabildo para la medianoche. Avisó que en ese acto concluirían el paro cívico iniciado el 21 de octubre pasado.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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