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Qué es el fútbol, el juego y la villa

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Mónica Santino, DT de fútbol femenino. De activista pasó a recibirse como entrenadora, y trasladó fútbol y feminismo a las mujeres de la Villa 31. Para poder jugar, aprendieron a conseguir su espacio, a delegar en los varones el cuidado de los chicos, a hacerse valer. ¿Qué cambió en las mujeres? Ni Simone de Beauvoir, ni Menotti: una experiencia en la cancha que no está escrita en ningún libro. 

Qué es el fútbol, el juego y la villa

Mónica Santino, con el equipo La Nuestra de la Villa 31 y con miles y miles de chicas con los tapones de punta, están destruyendo el mito según el cual el fútbol es cosa de hombres.

Además, Mónica ha jugado siempre y al mismo tiempo en otra liga: la que defiende la vida y derechos de las mujeres en general, y las lesbianas en particular.

Familia hincha de Vélez, le gustó jugar al fútbol desde chiquita, aunque fuera la única mujer rodeada de hombres. Con cabeza dura y rulos sueltos llegó a lucirse en All Boys, armando juego. Luego se hizo entrenadora.

En 2005 estuvo entre las fundadoras de Las Aliadas, equipo que ahora se llama La nuestra, y participa en el torneo femenino de la villa 31.

Sabe mucho de fútbol y de barrios, de luchas y de pobreza, de formas de control social y de estrategias. Y tiene una mirada que permite entender a las personas a partir del juego, relacionando fútbol y vida. 

Por ejemplo, cuando explica qué significa jugar (y vivir) con la cabeza levantada.

¿Se puede pensar que el rol de entrenadora es un rol político?

El fútbol como bien cultural, como parte de lo que explica nuestra sociedad, es un hecho que supera la mera cuestión deportiva. Con el fútbol podés explicar muchas cosas que tienen que ver con nuestra identidad, con nuestra manera de ser. Es un escenario magnífico para todo eso y te lo pueden chorear y usar para algunas cosas, o lo podés traer para otras y también vale y también sirve porque es fantástico todo lo que puede pasar en una cancha y todo lo que puede representar. Puedo tener recuerdos nefastos: cuando lo viví no supe cómo fue el Mundial 78, tenía tan solo 13 años y no sabía lo que pasaba a veinte cuadras de la cancha de River. Pero creo que por eso no deja de ser legítimo el festejo de la gente que ama el fútbol y veía a Argentina campeón del mundo. Nos enteramos después, la gran mayoría, de lo que estaba ocurriendo. Pero el fútbol siempre fue un campo de batalla, de resistencia. Como mujer apenas podía ir a la cancha a ver partidos y sentarme en el sector damas de la cancha de Vélez con mi abuela, no más que eso. Y cuando empecé a animarme a jugar, a intentar jugar, cuando era piba era: “qué lindo, qué bien, qué llamativo”, siempre como algo extraño, como una especie de fenómeno, que es el relato que tenemos la mayoría de las mujeres ahora grandes que jugábamos al fútbol cuando éramos pibitas, en los años 70. Y después el problema al crecer. Empezás a encontrarte con las cuestiones que marcan cómo nos tenemos que portar las mujeres, cómo tienen que ser nuestros cuerpos, a qué podemos jugar y a que no. Y en medio de eso, ver fútbol, ir a la cancha y jugarlo, leer asiduamente la revista El Gráfico. Cuando era chica anotaba en una cuaderno cómo iba a formar Vélez el domingo. Recuerdos intensísimos que tienen que ver con la felicidad, como cuando jugué en AFA ya grande, pasados los 30 años, y conocí compañeras que son amistades indestructibles. El fútbol también te da eso, un tipo de lazo que lo armaste en la cancha y después, afuera, sigue siendo maravilloso, fantástico, por más que no te veas siempre con esas personas. 

Qué es el fútbol, el juego y la villa

¿Cuándo empezaron los problemas de los que hablabas?

Ingreso a la pubertad, a la adolescencia. Los cuerpos empiezan a cambiar y la mirada sobre el conjunto de las mujeres cambia. Sobre todo la de los varones y sobre todo sobre los órdenes establecidos: cuáles son los mandatos que nosotras tenemos que obedecer. Ahora puede haber un poco más de elasticidad sobre algunas cuestiones pero sigue siendo lo mismo cuando escuchas cómo se habla de las jugadoras en un mundial de fútbol, cómo los medios de comunicación en general hablan de las fútbolistas: que seguramente tenés un problema, que seguramente tu sexualidad va a ser contraria a la que se espera. Se da por sentado y de manera peyorativa que la mayoría de las fútbolistas somos lesbianas, que tu cuerpo va a lucir como el de un hombre, vas a tener las piernas grandes y chuecas: una cantidad de cosas como el mal del mundo, como algo que estás eligiendo porque te gusta, y una contradicción grande porque vivís en una sociedad que todo lo explica con el fútbol. Cuando repasás el lenguaje cotidiano está repleto de fútbol. Entonces seguir pretendiendo que las mujeres en Argentina vivimos afuera de un fenómeno de esa naturaleza, es ilógico. 

A esos prejuicios le sumaste ser directora técnica de un equipo de la villa…            

La injusticia es algo que siempre nos rebeló a la mayoría que vamos a laburar al barrio: nos pone mal, nos pone en un lugar de interpelación: qué podés hacer vos para cambiar eso. Hacer fútbol en el barrio con mujeres nos pone en un lugar de poder transformar cuestiones, considerarlo un hecho político: que las mujeres en el barrio se apoderen de la cancha que es siempre de los pibes. Dicho así parece algo superficial pero no lo es porque una piba que ocupa el espacio público más importante de la villa, con un horario que sostiene esa conquista como parte de un colectivo, se transforma en un hecho político cuando sale de la casa, rompe la cotidianeidad, y logra que un compañero varón cuide a los pibes mientras ella está jugando. En los barrios en los que las tareas domésticas siempre las hacen las mujeres, los comedores los llevan adelante las mujeres, las tareas más pesadas son de las mujeres, es enorme poder ejercer ese derecho al juego. Le damos esa lectura política y ese lugar revolucionario. Para nosotras no es hacer asistencia en el barrio, ni ir a tirar la pelota un rato para que las pibas jueguen. Hay algunos discursos bastante de derecha con esto de sacar a los pibes de la droga, como si fuera algo mágico y sencillo cuando en realidad hay una complejidad enorme. Y lo que nosotras hacemos es poner un derecho en movimiento, que es muy distinto a decir: voy con una palabra iluminada. Lo que armamos es un colectivo con las pibas. Las que somos entrenadoras a esta altura somos casi todas ex jugadoras de fútbol o jugadoras de futbl en ejercicio que nos hicimos entrenadoras mientras las pibas se hacían futbolistas: eso es una estrategia de empoderamiento colectivo enorme y no conocemos una experiencia más feminista que esa porque ahí el poder se reparte, la palabra se reparte y los privilegios que podemos tener las que no vivimos en el barrio lo estamos poniendo en juego todos los días. Fue el fútbol, fue el feminismo, pero fue un proceso que nos fue transformando a todas en el día a día y fue un proceso que le fuimos poniendo esos nombres a medida que los hechos iban ocurriendo. No fue que llegamos con Simone de Beauvoir debajo del brazo a la villa. O con los libros de Menotti y Bilardo. Es algo que estamos aprendiendo y eso es algo maravilloso que el fútbol tiene

¿Cuándo, en tu historia personal, se te activó la conciencia de que el fútbol era una herramienta que podía servir para la transformación feminista y política?

Yo me recibí de directora técnica en 2001. Jugué en AFA del 96 al 99, después de haber hecho la experiencia de militar en la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en los 90. En aquella época la militancia no tenia ningún valor, eras más o menos un marciano, marciana, porque lo que estaba en boga, los valores eran otros: “salvate solo, lo único que importa sos vos”. Salir de ese discurso, ese neoliberalismo, Menem, era duro, difícil. Yo venía de esa experiencia política muy concreta, con algo que me pasaba personalmente a mi y a todas las compañeras que estábamos en esa época, y jugar al fútbol fue como cambiar las militancias: aquella de la CHA que era en los tiempos de la derogación de los edictos policiales… una época en la que no soñábamos ni de casualidad tener ley de matrimonio igualitario, identidad de género.  En apenas 20 años los cambios fueron fabulosos. Cuando llegamos a jugar al fútbol, en AFA nos damos cuenta de que había un campeonato del que no se enteraba nadie, apenas nuestra familia. Que los clubes nos daban el poquito espacio que les quedaba, que teníamos un solo juego de camisetas para todo el año y que nos garpábamos el lugar para ir a entrenar porque no había espacio en el club. Pero All Boys sí nos daba la cancha, algo que le pasa a pocos equipos de primera de mujeres. Por lo general jugás en la cancha alternativa o entrenás en el playón de estacionamiento. Lo de la cancha de All Boys fue para nosotras muchísimo: usar el vestuario, salir por el túnel, un ritual fantástico que tiene que ver con ser futbolista, pero toda la problemática era: esto hay que militarlo. Ahí estaba la cuestión de cambiar una militancia por otra, ahí empecé a darle un poco de dimensión política. Después el primer laburo formal que tuve como directora técnica fue en el centro de la mujer en la Municipalidad de Vicente López: tenían un programa para las pibas más vulnerables del partido, y se usaba el fútbol como herramienta para deconstruir estereotipos y para hacer prevencion en salud. Empecé a politizarme cada vez más en ese sentido, a compartir mesa con muchísimas profesionales feministas, y a mirar el fútbol desde ese lugar. La Villa 31 llega después de encontrarnos con una entrenadora norteamericana que había armado un pequeño equipo ahí, que se volvia a Estados Unidos y quería que alguien se quedase con ese grupo. Llegué en noviembre de 2007, sola, me enfrenté a unas chicas que me miraban como diciendo: “esta vieja loca con el pelo parado ¿de dónde salió, quién es?”. Un año entero para hacer vinculo y pertenencia porque eso en los barrios en fundamental. La gente está podrida que se acerquen, les digan cosas que después no se cumplen, y se vayan. Cuando pudimos tener esa base, el grupo empezó a crecer a partir de la conquista de la cancha. Creció el grupo y el cuerpo técnico, nunca pusimos un aviso. La  gente fue llegando porque se iba enterando o porque nos conocimos de otros ámbitos. Hay un camino de aprendizaje permanente en el barrio que no está escrito n ningún libro. Es lo que te pasa en una práctica territorial, política concreta. 

Qué es el fútbol, el juego y la villa

Cómo nos formatean

Cuando decís que el fútbol opera cambios en las mujeres, ¿a qué te referís concretamente?

Al empoderamiento. Nosotras crecemos con la idea de que hay actividad física que n podemos realizar, o que no estaríamos muy capacitadas para hacer. Está pasando cada vez menos pero lo primero que hacen con un pibe es tirarle una pelota adentro de la cuna y a nosotras nos regalan juegos que más bien tienen que ver con la tarea doméstica, la cocina, la escobita, los bebés. Te van formateando con una idea de a lo que podés jugar y a lo que no. Pero si saltás, te tirás de un árbol, hacés otro tipo de cosas, hay algo malo en esta nena. Crecemos como si no tuviéramos piernas. Cuando jugás al fútbol levantás la cabeza para hacer un pase, te das cuenta de que podés correr, rasparte las rodillas si hace falta, poner el cuerpo para defender la pelota. Son cuestiones que te atraviesan, te empoderan y te preparan. Nosotras decimos que es una herramienta muy importante para erradicar la violencia de género, cuando vos creces y tu cuerpo se vuelve en contra tuya y ser piba empieza a ser un peligro incluso hasta para transitar en la calle. Si jugaste al fútbol tenés una herramienta más, y si jugaste con compañeras, el doble: un empoderamiento que capaz no se ve ahí en la cancha pero pasa en la cotidianeidad. Las pibas tienen una frase que para nosotras es fabulosa y nosotras tomamos como consigna: me paro en la cancha como en la vida. La dijo una piba de 14 años en un espacio de taller después de jugar a la pelota y resume todo: empoderarse, el cuerpo, y cómo te plantas después de haber pasado una experiencia así. Cuando te sale un gol después de un montón de pases es una alegría muy difícil de describir que la sabe el o la que jugó la pelota. Eso, afuera, es una piba con herramientas para enfrentar la vida. 

¿Qué expectativas tenés con respecto a la reciente profesionalización del fútbol?

Es un partido que recién arranca, que recibimos con alegría. La denuncia de Macarena Sánchez cayó en el colchón feminista, y no hubiera tenido repercusión sino hubiera miles de compañeras en la calle. El reclamo por el deporte y el fútbol entró al feminismo, algo que antes era imposible de imaginarse porque para las feministas el deporte era algo tan de varones que no se preocupaban por eso, pero ahora está en agenda. Creo que llega en un momento político justo. Hay montones de cosas para mejorar: no creo que ser profesional sea solamente cobrar un salario. Creo que es un buen inicio pero que tenemos que estar  atentas a lo que pase y seguir exigiendo todo lo que falta. Hay posibilidad de ocho ó de once contratos por equipo, pero los planteles son de 30 jugadoras. ¿Qué pasaría con las que no cobran?  Hay más preguntas que certezas. Pero veo bien que el proceso haya servido como una forma de visibilizar el fútbol de mujeres mucho más que antes. 

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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