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Qué es la justicia

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Marta Montero, mamá de Lucía Pérez. La mamá de Lucía Pérez, la joven de 16 años asesinada en 2016, habla después del juicio que absolvió a los acusados del abuso sexual y femicidio de Lucía, mientras espera la resolución de Casación tras la apelación. Del primer Paro Internacional de Mujeres a la fuerza que encontró en la movilización social. Por qué el Estado es responsable de los femicidios. Y la política como acción que sale del corazón.

Qué es la justicia

Marta Montero es la mamá de Lucía Pérez, que tenía 16 años el 8 de octubre de 2016, cuando se convirtió en otro emblema de los femicidios. El crimen de Lucía en Mar del Plata provocó el primer Paro Internacional de Mujeres y una enorme movilización en todo el país, que no se detiene. Marta Montero, su esposo Guillermo Pérez y su hijo Matías, decidieron no callar y llegaron a un juicio que terminó en impunidad. Un juicio en el que los jueces se comportaron con una ideología machista y patriarcal. Pero Marta siguió adelante como tantas madres. Decidió seguir reclamando justicia y por eso está aquí. Hola, Marta. Gracias por venir. 

¿Qué es para vos la justicia?

Un circo romano. Es una vergüenza. Es un desprecio tan grande a la vida del otro, al respeto del otro. La justicia no nos tiene respeto. No le interesamos las personas. Está totalmente deshumanizada. Ellos creen que manejan expedientes, papeles, que las personas somos carpetas que apilan. Ellos nos consideran de esa manera. Para ellos no somos nada. No le interesamos tampoco. Es muy difícil esperar que la justicia salga de esos barrotes oscuros y fríos. Es muy difícil. La justicia la vamos a hacer nosotros, como la hicimos con Lucía. Si nosotros no hubiésemos salido a la calle a buscar justicia, hoy estos tres individuos estarían en la calle. ¿Por qué? Porque la Justicia es funcional a ellos. De qué manera: este sistema es tan perverso que divide las clases. Como acá hay una persona que es de clase social muy alta, y de mucho poder, que es Offidani… Para que ustedes dimensionen: su padre era, en ese momento, el presidente del Colegio de Escribanos de Mar del Plata. Todos sabemos cómo se manejan. Siempre dijimos que era gente de mucho poder, que podía terminar de la forma que terminó, porque veíamos cosas nosotros y también lo decíamos. Acá lo que no se entendió es porque no se quiso entender. Lo que no se vio es porque no se quiso ver: las pruebas estaban y sobraban. Esta sentencia fue pergeñada desde el primer momento. Todo lo que hicimos fue acumular papeles. Esto iba a ser así. Entonces para mí la Justicia, en realidad, no existe. Porque así como salgo yo, salen muchísimas madres. No es que yo soy un hecho aislado y que me pasó lo que me pasó, que no tuve justicia. No: eso es la justicia en nuestro querido país.

En principio la Justicia debería tener un significado noble. Pienso en la ciudad de la que sos, que tiene el mote de La Feliz. Pienso en esa otra cara y en cómo se vive ese contraste. 

Tenemos que ponerle La Feliz para vender. Es mentira: feliz no es nada. Aparte de La Noche de las Corbatas (los secuestros que se produjeron durante la última dictadura cívico-militar), ¿ustedes se acuerdan de las desapariciones de mujeres? ¿Del “loco de la ruta”? Acá no había ningún loco. Era vox pópuli. Y para muchas de esas mujeres no hubo justicia. Aparecía una vez por mes, cada dos meses, una mujer descuartizada a la orilla del camino. Nadie investigaba. Nadie veía nada. Nunca tuvieron justicia. Eso es Mar del Plata. Hubo hechos neonazis que golpearon chicos por otra orientación sexual. Y los femicidios: los dedos de las manos no me alcanzan para contártelos. Mar del Plata es el hambre, la desidia, el tribunal que hace lo que quiere, que no le interesa la gente. 

¿Creés que esta idea de instalar lo de La Feliz hace que se tape esta otra realidad?

Obvio. Ejemplo: el caso de Lucía fue en octubre. Había que tapar en diciembre, que ya se venía la temporada. ¿Por qué gastar en sillas o reposeras gratis, que no sirven para nada? ¿O es lo que se quiere, tener un grupo de elite y otro grupo pobre arrastrado en la vida? ¿Se quiere esa diferencia social? Bueno, esa diferencia social se cosecha, porque es lo que tenemos. En lugar de hacer eso, denle a todos. No necesito un baño gratuito por parte del Estado: necesito que las mujeres tengan contención, un psicólogo, un refugio donde ir. Que a las mujeres se las escuche. Que las mujeres tengan justicia. Eso necesitamos. No necesitamos cuatro reposeras y dos balnearios gratis en el verano. Las mujeres necesitamos respeto y necesitamos justicia. No pedimos más que eso. 

Pensaba en las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que cuentan que no tenían conciencia política y fue la desaparición de sus hijos y nietos el hecho que las empujó a tomar esa conciencia. ¿Cómo fue en vos?

La vida a mí me cambió en un ángulo de 180 grados. Era una mujer que vivía, trabajaba, soy enfermera, todos los días me levanto muy temprano, volvía a las 3 de la tarde a mi casa. Tenía mi vida con mis hijos, estudiaban los dos, mi marido trabajaba. Esa era mi vida. Siempre me interesaron los derechos de los demás, la problemática social. De hecho, la elección mía de trabajo es muy social y personal, y de vocación, porque nunca se podría trabajar en ese lugar. Y agradezco al hospital regional para que yo pueda estar acá. Agradezco a ellos lo que me ayudan a mí. Y cuando pasa esto, con Lucía, que fue un antes y después, en la vida jamás podés pensar esto. Cuando nos pasa esto, al principio decís: la Justicia lo va a resolver. Y cuando empezás a caminar, y a darte cuenta con las personas que te estás enfrentando, te empezás a dar cuenta y a despertar. Lejos de quedarme llorando en mi casa, yo al mes y medio empecé a trabajar. “De acá salgo”, yo misma dije. Porque si me quedo, no salgo. Y ahí seguí. Y cuando empezás a leer la causa, a preocuparte, empezás a ir, y a hablar, te empezás a dar cuenta de muchas cosas, que por ahí fui prudente hasta la sentencia, pero ya había un montón de cosas que no sólo veía, sino que me estaba adelantando a la jugada. La frutilla de la torta fue la sentencia. Ahí dije basta. Ya pierdo, y si querés una forma grosera de hablar, el respeto. Ya no me interesa. Sigo para adelante. Y acá es la forma en la que tenemos que luchar, y soy una convencida que si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie por nosotros. Si nosotros no salimos a luchar y a exigir, nadie lo va a hacer por nosotros. 

¿Qué encontraste en la movilización popular?

Encontré esa calidad que uno puede seguir. Ese abrazo que te da el otro, ese calor que te da el otro. Cuando fue la sentencia de Lucía fueron 14 jornadas. No les puedo decir lo que fue ir 14 días a ese lugar. Cuando llegábamos siempre había un abrazo. Y cuando nos íbamos, siempre había un abrazo. Hubo días de lluvia, días de mucho frío, y las personas estaban. Cuando te lo digo me da frío en el cuerpo. Porque vuelvo a estar en esa situación, en ese momento. Y lo que nosotros vivimos fue eso. Salir de esa sentencia, de esa oscuridad, del tratamiento que había hacia Lucía, de las barbaridades que decían de Lucía. Y encontrarnos ese abrazo de las chicas de la misma edad que Lucía, y ese mate calentito cuando salíamos, es lo que te fortalece. El propio pueblo es el que te acompaña. Las propias víctimas, las propias madres son las que te abrazan. Y eso nos fortaleció y nos enriqueció a nosotras como personas poder decir: de acá tenemos que salir, acá no nos tenemos que quedar, esto no tiene que terminar acá, pero es por Lucía y por tantas Lucías. Y porque ya no vamos ni por Lucía, ya vamos por todas. Lucía será el emblema, pero acá hay muchísimas Lucías que no se ven. Lo que es la crueldad de la justicia: el día de la sentencia había un aparato preparado de policías, de escudos, una playa de estacionamiento gigante donde están los autos de los fiscales y jueces, todo estaba ocupado por policía. En la esquina había un bar con policías de civil armados. Enfrente de Tribunales eran personas como nosotros, comunes, esperando la justicia. Personas esperando esa sentencia. Y cuando se da, fue demoledor. Recuerdo esa mirada con mi marido, teníamos la cara desencajada, de decir: qué pasó. Y no fue sólo con nosotros, sino era con el resto de las personas, todas estaban esperando una condena ejemplar. Obvio que había más policías en la sala que las familias que tendríamos que haber estado. Todo un cordón tapándolos a ellos con escudos. Era una preparación de ese propio sistema. Ahí ves cómo se manejan. Ese es el manejo que tiene: cuidando a estas personas. ¿Entonces qué hacemos? Nos levantamos y nos fuimos a decirles a las personas: fueron tantos los años que dieron, pero no importa, vamos a seguir pidiendo justicia. Fuimos una marcha hasta el centro, un montón de gente, y todos los escudos de todas las policías que se lo lleven y se los guarden a sus lugares, y se los lleven tranquilos, porque acá no necesitamos que nos repriman a palos. Acá necesitamos, con nuestra propia voz y nuestros propios pasos, justicia. 

Ese sistema, tan perverso y nefasto, no sólo actúa dictando una sentencia nefasta, sino que sufriste otras agresiones. Hubo campañas de difamación. ¿Qué te pasó a vos?

Difamar a un menor, condenar a un menor que la culpa la tiene él. Es terrible. Me pasaron esas cosas y más, pero la verdad  que lo único que saqué es mi cabeza y frialdad, y en sentarme a ver las cosas porque yo no programo, no pergeño nada, es lo auténtico que a uno le sale desde la verdad. Porque yo no tengo que mentir nada. No tengo que aclarar nada. Ni tampoco le vendí mi alma a nadie. Y si hablo, hablo con total claridad, y si alguien me ayudó, me ayudó de la mejor manera, gente que no tenía nada que ver, porque la gente que realmente tenía que hacerse cargo, que era la gestión de este momento, nunca se hizo cargo. Nunca.

¿Qué sentiste cuando fue el primer Paro Internacional de Mujeres?

Lo vi después. Imaginate que 19 días después del asesinato de Lucía, yo no podía entender ni lo que estaba pasando. Yo no vi televisión durante dos meses, porque si no era entrar en un pozo depresivo y no salir más. Si el otro no me cuida, me voy a cuidar yo, porque es la única manera que tengo de salir adelante. Cuando lo vi, me sentí orgullosa de las mujeres, de hasta ser mujer, y orgullosa por Lucía, porque eso lo había conseguido ella. Es la luz que tiene Lucía. Es la persona que era Lucía. Era una buena persona. Y esta gente oscura, esta gente nefasta, que este Estado no vio, porque también la culpa la tiene el Estado: este feminicidio que hicieron con Lucía fue el Estado que permitió que esa droga se vendiera en la puerta de ese colegio. Había una camioneta vendiendo droga a menores frente a un colegio y el Estado nunca lo vio. Nunca le interesó. Y no era el único, porque esa camioneta vendía droga en tres colegios. Ese es el abandono que hizo el Estado con Lucía, con Melina, con cuántas chicas más. Bueno, ese es el Estado. Y no pueden negarlo, porque las propias cámaras lo tienen filmado.

Lucía era parte de las pibas que hoy están haciendo esta revolución feminista. ¿Tenían charlas al respecto?

Lucía era una persona muy luchadora. Ella veía puntualmente en el otro algo que faltaba, y estaba ella. Una anécdota. En su escuela hubo un chico que se desmayó por falta de alimento. ¿Qué hizo Lucía? Fue a mi casa y me dijo: “Mamá, ¿puedo sacarle algo a un chico?”. Algo era arroz, fideos. Le ayudaron, le dieron. Yo no sé si Lucía iba a cuarto año. Ese ser era Lucía. Veía un ser sufriendo y estaba ayudándolo, desde el abrazo, desde el estar. Lucía miraba por el otro. Después me entero que en el colegio estaban trabajando un tema con la violencia. 

¿Qué es para vos la política?

La verdad, no tengo idea. Nunca estuve en política. Nunca me metí en política. Lo que hago, lo hago desde el corazón. La ayuda que hago con mis compañeras la hago desde mi corazón. No cobro nada porque yo trabajo, no me siento en un sillón, nadie me pasa nada, y tampoco lo quiero. Dignamente soy esta enfermera. Y voy a seguir laburando de la manera que trabajo. Será en este hospital, sea donde sea, pero dignamente soy esta persona. No me interesa cobrar un sueldo para ser figura. Por qué te digo esto: lo viví en carne propia, a mí nadie me ayudó. Si salí adelante fue por mi familia, por personas que no tenían nada que ver pero estuvieron con nosotros, y por nuestra fe y nuestra convicción. Si no, no hubiésemos salido para adelante.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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