Nota
Memorias del futuro
A 40 años de la creación de Abuelas, y tras la recuperación de la nieta n° 127, Estela de Carlotto cuenta cómo lograr lo que parece imposible y resistir en tiempos difíciles. ▶ ANABELLA ARRASCAETA Y LUCAS PEDULLA

La Plaza de los Dos Congresos todavía late su diciembre.
A metros, en la mítica sede de la calle Virrey Cevallos, en la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo saben que la memoria y el futuro se construyen con los pies y en la calle.
Estela nos recibe con una sonrisa, que en medio gases lacrimógenos y balas de goma parece un oasis. Su voz combina la dulzura de una abuela y la fortaleza de presidir un cuerpo vivo que cumplió 40 años de historia y sembró en una sociedad vapuleada algunas de las noticias más hermosas de un 2017 en el que parecía no haber nada por festejar.
Desde su creación en 1977, Abuelas de Plaza de Mayo recuperó 127 nietos y nietas. El primero, Emiliano Damián Ginés Scotto, en 1978. La última en 2017. La búsqueda de los 500 hijos e hijas de desaparecidos no sólo llevó a una lucha que corrió los límites de la fuerza y del amor, sino también de la ciencia y de la justicia.
- La pregunta que transformó lo posible: ¿se puede usar sangre de los abuelos y otros familiares para reconocer a los nietos robados? Construyeron la respuesta visitando academias, investigadores, científicos y crearon así algo único: el “índice de abuelidad”, que garantizaba un 99,99 por ciento de eficacia en la determinación de parentesco. El Poder Judicial lo tomó como prueba y lo aplicó por primera vez en 1984.
- Por la lucha de Abuelas, los casos de robos de bebés quedaron fuera de la aplicación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y eso significaba el único resquicio para obtener algo de justicia. Entre 1986 y 2003 (año de la derogación de las leyes) hubo 18 condenas por 13 casos de robo de bebés. La causa más emblemática, conocida como “Plan sistemático de apropiación de menores”, finalizó en 2012: se investigaron 35 casos -25 de ellos eran nietos restituidos-, declararon 200 testigos y el genocida Jorge Rafael Videla fue sentenciado a 50 años de prisión.
Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo hicieron así posible lo que parecía imposible. Y siguen dándonos lecciones, en tiempos donde la historia y la memoria están en disputa.
¿Cómo evitar que esto que llamamos país se convierta en un desierto sin raíces ni memoria?
Las abuelas construyeron 127 respuestas a lo largo de 40 años.
Aún faltan 300 nietos y nietas por recuperar.
Y queda Estela
-¿Cómo funciona la máquina de recuperar nietos, que ya va porel 127?
–Ponemos un número para ir viendo cómo va creciendo esta lucha que es producto de un trayecto de 40 años que ha sido muy difícil. Éramos un grupo, sobre todo mujeres, que estábamos en la búsqueda de dos generaciones: la de los hijos y la de los desaparecidos vivos, como llamamos que son los nietos. En los primeros tiempos estaban los miedos, los peligros, la incertidumbre, el desconocimiento total de lo que teníamos que hacer. Pensábamos que iban a volver: lo pedíamos así. Con el correr del tiempo nace el Banco Nacional de Datos Genéticos, fundamental para la identificación. Hoy en día encontrar un nieto significa encontrarse con una persona que tiene 40 años, que ha formado familia, o que se ha ido del país para estudiar, para la aventura, por un nuevo trabajo. Nuestra tarea ha ido cambiando mucho en procedimientos, en actitudes, en modalidades, en formas. Desde que nuestros nietos tienen edad para ser autónomos en su pensamiento, empezamos a hacer mucha propaganda fuera de los lugares comunes -medios, películas, spots- para encontrar al resto. Cada vez intensificamos más, ahora abarcando espacios ya de tercera generación: los hijos de los nietos. En jardines de infantes, escuelas primarias, ahí están y hay que enseñarles delicadamente lo que pasó para que puedan transmitirle al padre que hay una abuelita que está buscando su nieto, y que el nieto tiene tu edad, papá. Todo lo que hacemos va a dos lugares: al que sabe algo y no lo dice y al que duda de su identidad y no se anima.
-¿Cómo son esos primeros encuentros?
-No todos son fáciles. Algunos están muy apropiados, muy metidos dentro de la mentira. Algunos de ellos con sincero sentimiento: quieren a sus padres, y nadie va a hacerles cambiar el afecto, pero sí que sepan que fueron víctimas de un robo y de un delito feroz, que tiene derechos y obligaciones. En general, primero nos acercamos al domicilio. A veces te cierran la puerta en la cara, a veces la segunda vez ya no quieren hablarte, y a veces aceptan. La tercera o cuarta vez que va el grupo de acercamiento ya el caso no puede quedar como si nada, y ahí nos presentamos a la justicia. La justicia llama y sí o sí hay que ir. Es el juez el que tiene que revelar la verdad y buscarlo a través de la sangre, para que se haga el examen en el Banco de Datos. Si da que sí, y está en situación de rechazo a la familia de sangre, comienza el proceso: hay nietos que tardaron años en llamarle “abuela” a la abuela. La recibían mal, o regular, o a distancia, no aceptaban un regalo, nada, y después fueron entrando y entrando. Y llega un momento en que se te devela la verdad. Entonces ya conocen más a la abuela, se integran, y es “la” abuela. Hay un resultado, pero hay que tener mucha paciencia.
-En el caso de la nieta 126, Adriana Garnier Ortolani, contó que desde el primer día le dijo “abu”.
–Se enteró que es hija de desaparecidos, quiénes son sus padres, y vino acá, a conocernos, abierta plenamente a esa historia desconocida para ella pero que necesitaba tener. Por eso participa de la conferencia de prensa, viaja a ver a la abuela, se saca fotos, le dice “abuela”. Es un caso excepcional.
-¿Cómo fue en su caso, con Ignacio Guido Montoya Carlotto?
–También: el día que me conoció me dijo “hola, abu”. Después quizá puede haber un momento que esa euforia entre en un plan sereno y quieran tener más “prudencia”, o no. Lo de mi nieto fue una explosión nacional e internacional. La calle se cortó. Fue muy impactante.
-¿Qué procedimientos se activan para la búsqueda?
-Cuando empezamos éramos las abuelas las que hacíamos todo: recursos de habeas corpus, cartas al Papa, a presidentes de Europa. También acá, al Ministerio del In – terior. Después mirar a los chiquitos a ver qué cara tenían, sacarles fotos a la salida del jardín o la escuela porque una maestra había dicho “miren este chico”, “coincide”, “véanlo”, “parece”. Se nos escapaban, muchos se nos fueron al Paraguay huyendo, después conseguimos que vuelvan, pero costó años. Fuimos incorporando gente solidaria. No teníamos un peso, no teníamos sede, no teníamos nada. ¿Qué sabíamos? Una era maestra, otra profesora, otra odontóloga, otra psicóloga, otra ama de casa. Era decir: ¿qué hacemos? Ahí las ideas las compartíamos. Por eso agruparse es bueno. Con el tiempo conseguimos una pequeña oficina alquilada, algunos abogados, psicólogos. Siempre fuimos sumando. Y después nos fuimos organizando económicamente con subsidios del exterior para rentar a la gente. La militancia y la solidaridad viene cuando puede, y nosotros no podíamos esperar a que viniera: la necesitábamos acá. Hoy hay equipos técnicos perfectamente armados de abogados, psicólogos, genética, investigación, de recepciones espontáneas, de acercase al domicilio, prensa y difusión. Todo un aparato que entre filiales suma 100 personas.
-De esas 100, muchas son jóvenes. ¿Qué sig – nifica esa participación?
–El trabajo lo vamos haciendo ahora con gente joven, ya preparada para el relevo, porque quedan muy poquitas abuelas activas: o están muy enfermas porque son muy mayores o se han muerto. Si ves la re – unión de Comisión Directiva, que el número formal es de 13 personas, somos 4 o 5 abuelas nomás las que estamos. ¿El resto quiénes son? Los nietos: ellos ya integran formalmente la Comisión: ya tienen experiencia. Son chicos recuperados, otros son hermanos de desaparecidos, otros son chicos voluntarios. Y ya forman parte de la institución. Estamos mirando al futuro también.
-¿En cuánto influye el Estado en los procesos de búsqueda?
-La actitud que hemos tenido es de diálogo con todos los gobiernos de turno constitu 4cionales. No nos interesa de qué gobierno sean sino que son gobierno: el presidente es un empleado que cobra para responder al pueblo y nosotras somos parte del pueblo. Siempre nos han recibido, algunos más y otros menos. El tiempo que rescato que más nos abrieron las puertas, atendieron y repararon fue durante la década de Néstor y Cristina. Ahora ha llegado otro gobierno que está en la vereda de enfrente: lamentablemente el presidente no nos quiso recibir. Le mandamos un pedido de todos los organismos para hablar. Ya había dicho en su campaña que éramos un curro, eso no gustó nada pero como dijo “pobreza cero, argentinos unidos” (y hoy está abriendo una grieta más grande que la del Cañón del Colorado) pedimos la reunión cuando recién tomó el cargo. Nos contestó que no tenía tiempo de recibirnos. Me mandó una carta a mí firmada por él, diciendo que nos dirijamos a la Secretaría de Derechos Humanos, que conocemos, for – mamos y en la que hoy hay un funcionario totalmente identificado con los linea – mientos del presidente, Avruj, que también nos ofende. Tratamos de llevarnos bien, ha venido a esta casa las veces que ha querido, lo tratamos respetuosamente, hemos hablado pero cuando está acá es un galante y cuando va a la prensa es un enemigo. El presidente a la larga nos atendió, porque venía Hollande (Francois, expresidente de Francia) y era una vergüenza. Un fracaso esa reunión, con su equipo de negadores, Marcos Peña entre ellos.
-¿Qué hacer con un Estado así?
–Después de todos los agravios, yo no quiero hablar. Si nos llaman vamos. Hay mucho por dialogar. Pero no le pedimos más.
-¿Cómo influye el resto de las políticas -eco – nómicas, sociales- en Abuelas?
-Nosotras somos parte de un pueblo, no somos una isla. Somos argentinas que tam – bién sufrimos todos los deterioros. Ejemplo: soy jubilada. ¿Qué me espera? No sé. Pero no pienso por mí, sino por todos: y lo que pasó el 13 y el 18 de diciembre deja en evidencia que el pueblo no quiere lo que están haciendo. Antes las cacerolas eran para repudiar a Néstor y Cristina, ahora para repudiar las decisiones de este hombre. Nosotros vamos a seguir horadando la piedra, y muchas veces conseguimos tor – cer el brazo. Y vamos a seguir buscando a los nietos, esas buenas noticias que para la Argentina de los derechos humanos eran prioridad, eran ejemplo que habíamos podido vencer muchas barreras, tener justicia, tribunales que están juzgando en juicios orales y públicos.
-¿Qué política pública ayudaría a instrumentar la búsqueda de los nietos que faltan?
-El Plan Nacional de Derechos Humanos que anunciaron en el Museo de la Casa Rosada está bueno, pero lo que pasó en diciembre en la Plaza va en camino totalmente contrario a eso. Dicen: “Vamos a erradicar la pobreza”. Y hay más pobres. Dicen: “Los derechos humanos hay que respetarlos sin violencia”. Y a tres le sacan un ojo. Es un discurso de locos.
-¿Qué otros elementos de la historia de Abuelas nos permiten entender cosas que están pasando hoy?
-Hoy la mujer se ha rebelado. Y quizás a partir de nuestra presencia cambió mucho. Nosotras inauguramos una actitud visible de búsqueda venciendo los miedos, inventando cómo dejar la casa, a los maridos, que nos esperaban, nos ayudaban, nos aguantaban. Y algo clave: desafiar. Nunca bajar los brazos. Desaparecieron Madres en diciembre del 77, pero eso no hizo que nos escondiéramos en casa: salimos más. Es algo que tienen las madres, de amor. Yo encontré mi nieto, enterré a Laura, sé dónde está, pero lo mío es secun – dario. Falta. Sigo viniendo para buscar lo que falta. Va más allá de lo personal. Acá hay algo de lo que se dice tanto que es “el otro soy yo”: ese es el ejemplo. Y el ejemplo acá es cuando las madres ven que sus hijos son asesinados por la policía y salen a defenderlos. Ven que sus hijos están en – venados por el paco, salen las madres. El movimiento femenino, con Ni Una Menos, ocupa un lugar que nos corresponde. Igualó a la par que el hombre y todavía falta, pero se va a conseguir.
-¿Cuál es el próximo paso de Abuelas?
-Vamos a empezar el 2018 y si preguntan qué proyecto tenemos, no sabemos. No tenemos acá un proyecto de “vamos a hacer tantas empanadas”, y con eso compramos una máquina nueva. Acá es: ¿Qué más? ¿Qué más inventamos? Bueno, esa es la forma de trabajar que tenemos. Lo que moviliza la institución es la creatividad. Así es que ocurren los hechos impensados
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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