Libros
La tecnochamana: Feminismo bastardo, el nuevo libro de María Galindo editado por lavaca
Compartimos parte del exquisito prólogo de Paul Preciado al nuevo libro de la activista y teórica boliviana. En esta primera intervención Preciado repasa la increíble biografía de Galindo, las condiciones, formas y sitios en los cuales parió su nueva tesis: la violación a la india como génesis de la poscolonización, y no el mestizaje, para hablar del bastardismo como herencia, saber y desobediencia. Por Paul Preciado.
Conseguí el libro haciendo clic acá.
Como casi cualquier cantante sueña con ser el telonero de Rosalía o de Rihanna, yo, prefiero confesarlo desde el principio, siempre he soñado con ser el telonero de María Galindo. Y por eso, este día de invierno, este día de verano en el que escribo este prólogo, como quien canta sabiendo que luego viene la voz de las voces, merece ser destacado entre cualquier otro como un día excepcionalmente agitado y bello. Y ahora que estoy aquí, subido al escenario de la primera página, con los textos y los grafitis de María Galindo, esperando a sonar en cuanto yo acabe, las palabras me tiemblan como frágiles piernas. Porque soy y estoy aquí para ser un grupi, un fan, un adepto, un adicto, un seguidor, un discípulo, un devoto, un efecto, un fruto, una consecuencia, un mensajero, un emisario, un incondicional, incluso, a veces, un fanático de María Galindo.
Para presentarles a la mítica María Galindo podría cantarles mi mejor canción, un rap trans y postestructural con sabor a farmacopornografía, pero eso no sería suficiente. Porque María Galindo no paga peajes académicos, ni hace hermenéutica de los textos de los padres blancos de la rebelión europea del 68, no compra notas de pie de página, ni se inclina ante las divas de la queer theory. Para presentarles a la monumental María Galindo tendría que meter algunas de sus inmensas palabras en un pequeño prólogo y agitarlas delante de ustedes como si fuera el cascabel de una serpiente, tendría que hipnotizarles, o mejor, des-hipnotizarles, sacarles de sueño hipnótico en el que han entrado tan acostumbrados que están a pensar dentro de las instituciones, con respecto al Estado, esperando ser protegidos por la Policía, declarándose como víctimas frente a la justicia, pensando la revuelta en curso con sus conceptos anglos y académicos, deseando la integración, anhelando la normalidad, echando siempre cuentas con su calculadora del Fondo Monetario Internacional y sus buenas intenciones de ONG, con su conciencia tranquila de buenas feministas de izquierdas, de buenos gais democráticos, llenando siempre sus cuentas de Instagram de consumo y de nihilismo.
Me encantaría hacerles mi propia versión de mis temas preferidos de María Galindo, como “No hay bikinis para indias”, “Hijos de puta”, “Soy indígena porque me gusta y me da la gana” o “El feminismo muerde”. Pero, limitándome a mi rol de telonero, les haré un pequeño pregón biográfico y les cantaré mi versión del que considero el temazo de Galindo y que da nombre a este libro: “feminismo bastado”. Todo esto se lo diría mejor enmascarado, montado a caballo, fumando una pipa y mascando una hoja de coca, pero los prólogos son escenarios improvisados al borde de un libro y no había presupuesto para extras, así que aquí va la primera canción.
Pregón biográfico
Sigan mi canción, mírenme perreando, así les vengo a cantar. Dicen que María Galindo nació en una familia boliviana, de esas que se creen políticas, en la ciudad de La Paz, en 1964, cuando el sol empezaba a tocar casi verticalmente el suelo. Cuentan que la niña Galindo dimitió de su familia como un joven llamado a ser soldado que alega objeción de conciencia y rechaza integrar la vida militar. Esta negación de la genealogía familiar – de la guerra que lleva los nombres de familia, de Estado y de Nación-, esta renuncia, al mismo tiempo al padre y a la patria, a la clase y a la pureza racial, será para ella constitutiva y anticipará todas sus otras formas de disidencia. Su anarquismo será un anti-patriarcalismo y su feminismo una crítica de la estructura colonial del Estado-nación. Al negar la genealogía familiar y nacional, Galindo renunció a su papel de Antígona – un papel en el que ella estaba abocada a ser la buena hija, rebelde y heroica, pero acababa muriendo- y se dio a la fuga llevando como única brújula el ojo de vidrio que su madre tuerta le había dejado de herencia al morir y con el que ella se hizo un anillo que ahora la acompaña siempre. De ahí surge su primera definición de feminismo: la práctica de mirar la historia de la violencia de la emancipación con el ojo prostético de la madre muerta. Fucking anti-Antígona chola y lesbiana.
Exiliada del neoliberalismo, que no migrante, la niña de los tres ojos huyó a Europa a mediados de los años 80 y encontró refugio, ni más ni menos, en el Estado Vaticano. Seguro que creen que exagero en beneficio de darle glamour a este pregón de telonero, pero les juro, por la barba de Juana de Arco, que todo lo dicho aquí está certificado por el servicio de aduanas. Galindo estudió teología y psicología en Roma para entender el libro de los inquisidores que la declararían al mismo tiempo blasfema y psicótica. Por eso María Galindo conoce de primera mano la ciencia de los que la juzgan, encierran y clasifican. Es así como aprendió a elaborar pócimas discursivas y ritos electrónicos contra las pócimas y ritos del capitalismo patriarco-colonial. María Galindo fue traductora en Italia, cuidadora de enfermos en Alemania, trabajadora sexual en Bélgica, hechicera en Madrid… por eso habla todas las lenguas (el aymara, el quechua, el español, el italiano, el alemán, el inglés, el francés…) con acento bastardo. De esos y otros miles de aprendizajes, María Galindo salió convertida, según sus propias palabras, en “cocinera, agitadora callejera, grafitera, radialista (no se sabe si por la radio o por la radioestesia), escritora, lesbiana pública, loca, agitadora, cineasta, chismosa, bocona, malcriada, bastarda, insolente, agresiva, anarca-feminista”. Fucking anti Antígona, puta, blasfema y encima sabionda.
A su vuelta a Bolivia, en 1992, la niña de los tres ojos funda el grupo anarcofeminista y liberatario Mujeres Creando con el que organiza desde entonces decenas de acciones de guerrilla callejera, grafitis, instalaciones efímeras, murales, recitales y manifestaciones, y con el que abre el espacio cooperativo anarco-feminista La Virgen de los Deseos, en la avenida 20 de Octubre de la ciudad de la Paz. La casa Virgen de los Deseos es un lugar físico de acogida autogestionado y un espacio de política-ficción, una utopía, una ucronía, un laboratorio en el que imaginar cómo viviríamos en un mundo pospatriarcal y radicalmente descolonizado.
Dando forma pública a las prácticas y conocimientos subalternos de las mujeres indígenas y a las tradiciones políticas y literarias del anarquismo, el punk y el activismo lésbico bastardo, María Galindo y Mujeres Creando han elaborado durante los últimos 15 años una práctica política, artística y literaria singular, que, me atrevo a afirmar, aparece hoy como una de las más innovadoras y radicales del continente americano. Y esa radicalidad pasa por la oposición a la institucionalización y normalización de feminismo y del indigenismo como políticas de Estado. María Galindo, tránsfuga y no melancólica, como una anti-Antígona punk del Altiplano, regalará el cadáver de la izquierda parlamentaria a los cóndores y escupirá a la cara de Evo-Creonte. Esta oposición a las políticas patriarcales del indigenismo y a la colonialidad de la izquierda, la lleva en 2006 a declararse candidata a la Asamblea Constituyente por el Movimiento Bolivia Libre (MBL) y a redactar una Constitución Política Feminista del Estado. Este es un proyecto que permanece abierto hasta el día de hoy y que María Galindo mantiene a través de experimentos de producción cooperativa de soberanía, como el Parlamento de los Cuerpos o el Parlamento de las Mujeres.
Pero María Galindo no es una “mujer política”. Conviene más bien para calificar a María Galindo la noción de “tecnochamana”, tal como la define el artista también bastardista Guillermo Gómez Peña: como el chamán es el viajero entre los mundos materiales e inmateriales, el tecnochamán es el viajero entre los mundos materiales e inmateriales de las sociedades capitalistas, postcoloniales y tóxicas de la modernidad tardía. Para el tecnochamán, la radio, el video, la televisión, el uso de internet y de las redes sociales, la intervención performativa y la escritura ocupan el lugar que para el chamán tenían la planta, el ritual, el canto o el enunciado. Así se entiende el uso del tecnochamánico que María Galindo hace primero de la radio y de la televisión, de la publicación ensayística, pero también de las instituciones estatales, de Parlamento o de los espacios museísticos y expositivos.
En 2007, Mujeres Creando funda la radio libre Deseo, que emite diariamente un programa anarcofeminista. Galindo es también autora, junto al colectivo Mujeres Creando, de una docenas de películas DIY entre las que cabe destacar Mamá no me lo dijo (2004), difundida en Bolivia en canal abierto, serie de televisión que fue objeto de persecución judicial por actos obscenos iniciada por el Estado de oficio; Exiliadas del neoliberalismo (2004) que documenta la vida de las mujeres bolivianas migrantes a España; y Amazonas, mujeres indomables (2009), documental sobre un grupo de acción argentino de lucha contra la violencia machista, instalado en los barrios habitados mayormente por migrantes bolivianas, peruanas y paraguayas.
Galindo es además la autora de una docena de libros, en su mayor parte autoeditados en Bolivia o publicados y distribuidos por colectivos activistas como Lavaca en Argentina, algunos de cuyos textos se encuentran recogidos en esta antología. El texto no es para María Galindo trabajo académico, sino protocolo de un proceso político y estético en curso, maleficio de un ritual de brujería feminista, poema que se susurra al oído electrónico a través de la radio, canto que se declama en la calle, oración blasfema de la Iglesia, chiste que se escupe a la cara del militar. La palabra es siempre performativa, constituyente, al mismo tiempo protección y promesa, hechizo y canto.
Estamos, por tanto, frente a una obra total e inclasificable que desafía las diferencias genéricas y las convenciones estilísticas: arte y activismo, ficción y ensayo, manifiesto y manifestación, performance y acción de guerrilla. La escritura y la práctica artística de María Galindo pertenecen a un linaje de activistas poéticos, donde también podríamos ubicar las obras de Audre Lordre, Monique Wittig, Pedro Lemebel y las Yeguas del Apocalipsis, Ocaña, Miguel Benlloch, Sergio Zevallos, Annie Sprinkle y Beth Stephens, Guillermo Gómez Peña y Balitrónica o Susy Shock.
Pero, ¿qué puede el arte, qué puede la palabra en un contexto de necolonialismo autoritario en el que las lógicas del feminismo y las políticas de identidad indígena han sido absorbidas por los discursos humanistas, religiosos y neoliberales como nuevas estrategias de control? María Galindo responde desplazando el arte de mercado y de la galería, y el saber de los espacios universitarios devolviéndolos al lugar donde pueden ser cuestionados y reorganizados: la calle, la plaza pública, el ritual social.
Frente a la purificación racial y sexual del cuerpo, la obra de María Galindo exorciza el terror de la historia colonial mediante una teatrailización bastarda e iconoclasta de los símbolos católicos y patriarcales. Frente a la economía capitalista de explotación y destrucción ecológica, el animismo artístico de María Galindo utiliza objetos y cuerpos “baratos y rotos”, invirtiéndolos en nueva vida como tótems de una revolución poética por venir que pretende desafiar nuestros modos de percepción urbana, sus espacios son las calles, las cloacas, los burdeles, los mercadillos, los tugurios en los que se reúnen divorciadas y madres solteras, lesbianas, maricas, trans, los museos, los archivos, las universidades de saberes indígenas creadas por las propias indígenas, los talleres de artistas, los hospitales y los cementerios. A María Galindo le atraen los mercadillos, los trastos, las miniaturas como maquetas portátiles de un mundo, como monumentos microscópicos a la lucha invisible, las ruinas, la cacharrería, las copias baratas y los objetos falsos, lo que se fabrica en casa, se vende en la calle, se intercambia o se encuentra en la basura, los viejos juguetes, los disfraces, los sellos de correos, los nuevos y los usados, las fotos de tarjeta postal y en realidad todas las imitaciones que, al estar hechas por las manos más pobres y al ser transportadas como mercancías de contrabando, llevan inscritas en su factura y en su distribución el mapa al mismo tiempo de la dominación y de la supervivencia.
La escritora de ciencia ficción Octavia Butler afirma que para crear un estilo propio es necesario imaginar como referente a un escritor que no existe. Y quizás eso es lo que ha llevado a María Galindo a convertirse en una escritura y activista única. Mientras todos seguíamos los ritmos académicos norteamericanos y nos volvíamos queer cuando teníamos que ser queer, hablábamos de performatividad cuando había que hablar de performatividad y cambiábamos la palabra sexo por género cuando había que cambiar la palabra sexo por género, María Galindo, ajena a las modas académicas, imaginaba como referente un feminismo que todavía no existía y al hacerlo, inventaba el feminismo del siglo XXI.
Libros
Lecciones de resistencia, solidaridad y rocanrol: Generación Cromañón, a 19 años de la masacre
Compartimos para bajar libremente el libro Generación Cromañón-Lecciones de resistencia, solidaridad y rocanrol, al cumplirse hoy 19 años de la masacre que marcó una generación. El incendio durante un show de rock en el local República Cromañón, de Once, dejó 194 muertes, más de 1.400 heridos y afectados de distintos modos, y de por vida, y una herida imborrable en la sociedad. Se la cataloga, a nivel mundial, como la peor tragedia en la historia del rock: fue una tragedia, pero fue también un crimen.
La respuesta desde lavaca –que en 2004 era una de las primeras agencias de notas y noticias del país– fue escuchar. De allí surgió Generación Cromañón-Lecciones de resistencia, solidaridad y rocanrol. Comenzamos a producirlo esa misma semana: desde los primeros encuentros de los familiares, el desgarro infinito, la angustia, y la primera movilización para reclamar justicia. “Ni la bengala ni el rocanrol, a nuestros pibes los mató la corrupción” se cantaba en las calles pese, incluso, a la represión policial. Acompañamos las asambleas, los debates, las acciones, los dilemas. Escuchamos especialmente a los chicos y chicas, los llamados “sobrevivientes”, que también fueron víctimas. La voz habitual en los medios era la de padres y madres. En nuestro libro, son los jóvenes: la generación que contó un mundo. La que participó en una batalla contra la impunidad, la resignación y la muerte.
Generación Cromañón es una historia, una crónica a corazón abierto, un enorme ensayo fotográfico (de la entonces cooperativa Sub) y también un mensaje al futuro.
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teatro
Michel Nieva, arte y barbarie
Fue reconocido en Estados Unidos como una de las mejores y nuevas voces de la ciencia ficción, pero su mirada se sitúa en el sur: en su última novela, La infancia del mundo, retrata un futuro distópico en el Caribe Pampeano, protagonizado por niños dengue en un territorio dominado por la violencia de las virofinanzas… El grotesco, con guiños desde Mansilla y Sarmiento a Philip Dick y los videojuegos: ideas sobre cómo parar el fin del mundo hoy, con la literatura como forma de crear otros imaginarios.
Texto: Franco Ciancaglini
Fotos: Sol Tumi
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“La lucha social y la calle son los lugares de producción de pensamiento”: María Galindo presentó Feminismo Bastardo en la Manzana de las Luces
Ayer por la tarde la activista feminista boliviana María Galindo presentó su nuevo libro “Feminismo bastardo” en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces. Antes, grafiteó en el monumento a Roca, saludó y abrazó a cada una de las personas que se acercaron a verla y firmó y dedicó todos los libros que aguardaba por sus lectores sobre una mesa en el patio de la Manzana. “Este es un libro escrito por fuera de la academia. La bibliografía es tu mirada llena de ilusión. La bibliografía es tu entrepierna. La bibliografía son tus tetas”, dijo María ante más de un centenar de personas que se acercaron a la presentación.
“Vengo a lo de la María”, dice una mujer de larga cabellera negra que llega cuarenta minutos antes de que arranque la presentación del libro Feminismo bastardo, el nuevo libro de María Galindo editado por lavaca, en la histórica Manzana de las Luces. “La María”, le dice con confianza y familiaridad no sólo ella sino más de un centenar de personas que irán llenando la sala para verla y oírla.
Un rato antes de la hora pautada para la presentación, María se acercó a la gente que se había juntado a hojear y comprar ejemplares del libro exhibido sobre una mesa en uno de los patios de la Manzana de las Luces. Con un impactante vestido largo negro, con apliques multicolores en el cuello y al final de la falda, se dedicó a saludar, abrazar, sacarse fotos y firmar los libros de cada una de las personas que la rodeaban. Les preguntaba sus nombres y a qué se dedicaban. “Marica y costurero”, dijo uno. “Ama de casa, y tengo tres niños”, dijo otra. “Estudiante”, dijo una adolescente. “Estoy acá por mi hija, por ella te conocí. Vive en Francia, le voy a mandar el libro: no lo va a poder creer”, dice una señora que no para de sonreír mientras le acerca el libro para que María se lo dedique a su hija. La gran mayoría de les asistentes a la presentación pertenece a la colectividad boliviana.
“Soy costurero y te traje esto, te la puedes poner” le dice mientras le entrega una campera con los colores de la whipala. María se la quiere comprar, el le dice que se la quiere regalar. “No, hermano. Yo traigo aquí mis libros para vender porque de esto vivo y tú tienes que hacer lo mismo. Tú me sacas los costos, porque esta campera yo me la voy a poner. El que me la tiene que firmas eres tú”.
Una costurera le acerca otro regalo y María se maravilla. Es una “Muñeca María”, de grandes ojos celestes, de cabellera de lana negra, con la imitación de su costado rapado y el cabello más cortito adelante, de vestido y botas rojo fuego, tal cual estaba vestida en la filmación de un videoclip hace poco más de tres semanas en La Paz, en el que baila una cumbia que compuso la banda Los Brothers.
A las seis y cuarto María interrumpió la firma de libros y anunció: “ Ahora acompáñenme hasta el monumento; luego volvemos y más tarde seguimos firmando libros”. Con el ruido de sus botas plateadas inaugurando la procesión hasta el monumento a Roca que está emplazado a pocos metros de la Manzana, María encabezó la caminata agitando una de sus herramientas de comunicación más habituales: un aerosol. Sobre las rejas, se extendía una friselina negrasobre la que María escribió:
“No son redes sociales, son redes empresariales que lucran con relaciones humanas”
“No se puede descolonizar sin despatriarcalizar”
“Todo femicida acaba con dos vidas, con la de la mujer que asesina y la suya”.
Todo, con su característica letra cursiva redonda y estampó la firma colectiva “Mujeres Creando”.
Cerca de las seis y media arrancó la ceremonia en la Sala de Representantes. Allí la actriz y cantante Sofía Dieguez leyó un fragmento del libro de María (“Bibliografía feminista imprescindible”) y la artista Pauli Garnier presentó a María a través de su prontuario de detenciones: por pintar penes de colores en la plaza pública, por atentado contra la riqueza nacional por un grafiti que decía “fiscalía rima con porquería”, por instalar un altar blasfemo destruido por fanáticos católicos, censura por una obra sobre el aborto, expulsión por denunciar que la universidad católica boliviana fue la sede principal de las deliberaciones golpistas. “Y faltan muchas”, cerró Pauli: “Y faltan las que vendrán”.
Después de ver en la pantalla el videoclip filmado en La Paz, María agradeció la presencia de todes quienes se acercaron a la Manzana: “Esta es una invitación para soñar, por lo que he compartido con ustedes, para la mayor parte de la gente que está acá pensar está prohibido, preguntar está prohibido por eso es doblemente importante que estén aquí, porque estamos para pensar, para debatir y para soñar. Este es un libro que tiene un peso propio, una originalidad propia y quiero compartir con ustedes varios de estos elementos que lo constituyen. El primero y central es que este libro está escrito desde donde está prohibido escribir, por lo tanto el solo hecho de escribirlo es un acto de desobediencia”.
María habló, cuestionó, se paró sobre la mesa, se sentó, caminó, argumentó y se emocionó . “Es un libro escrito fuera de la academia. Está escrito desde la lucha social y desde la calle. Y por eso el acto de hoy ha empezado escribiendo en la calle. Pero eso no significa que no sea un libro profundo. Eso no significa que no sea un libro de teoría, eso es teoría feminista. ¿Pero cómo se atreve? ¿Pero dónde está la bibliografía? La bibliografía es tu mirada llena de ilusión. La bibliografía es tu entrepierna. La bibliografía son tus tetas. La bibliografía son tus cabellos. La bibliografía es la chamarra que me acaban de regalar, cosida con la whipala. No, estás haciendo demagogia, María, eso no es bibliografía, ahí no hay pensamiento: eso es lo que hay que desobedecer, por favor entendámoslo y entendámoslo en serio, hay que desobedecer el mandato de que seamos idiotas. No somos idiotas y nuestras luchas sociales son luchas que no solo producen una frase y una reivindicación, sino que hay pensamiento que sacar, que escribir, que escuchar. La lucha y la calle son lugares de producción de pensamiento”.
Una vez finalizada su exposición, María respondió cuatro preguntas del público y en el patio continuó firmando libros, charlando con la gente, filmando videos con tiernas dedicatorias, hasta que finalizó la fila que cada une de les asistentes hizo con paciencia y entusiasmo.
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