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Crónica de un día agitado, de la 9 de Julio a General Paz. Qué y cómo se festejó y se sigue festejando, más acá del Campeonato Mundial.

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Fotos: Sebastián Smok para lavaca

Una joven cruza en la 9 de Julio algunos de los 5 millones de cuerpos en la movilización popular más impactante de la historia argentina. Se acerca al fotógrafo de lavaca y le pide un favor: «Quiero una foto con mi amiga, pero está un poco lejos», y al oído explica una jugada digna de la scaloneta: «Yo le voy a dar un beso y sacame la foto». La joven camina, la encuentra, dice «es ella», la toma de los cachetes y la besa. La foto se cumple. 

Y mira, feliz: «Esperé 10 años para darle este beso». 

36 años para levantar una celebración como la que inunda las calles, 10 para un beso.

La calle, ni más ni menos que un 20 de diciembre, está eligiendo cómo ser feliz.

De fondo, miles de personas colman la 9 de Julio, y desde las 11 de la mañana la marea ya entendió que por acá no entra ni un triciclo. Por momentos  se quedan en el Obelisco, por otros peregrinan hacia 25 de Mayo porque un tuit de la cuenta oficial de la Selección lo informa como nuevo punto de encuentro, pero de pronto la marea vuelve corriendo en dirección contraria, porque la información que circula por los celulares ya es caótica: los accesos están colapsados y el camino en anillo que iba a oficiar de alfombra roja se convirtió en un mar celeste y blanco. Por los cielos vuelan helicópteros y avionetas como intentando entender el tablero. La marea, de todos modos, no se detiene. Y Candela, Melanie y Gladis, desde Florencio Varela, lo sintetizan así: «Somos orgullo».

El grito, el desahogo, es más grande que los vaivenes logísticos que no tapan tanta felicidad. ¿Qué está mandando pallá esta marea con tanto festejo? Tefi (35) es uruguaya y filósofa: «La impotencia, la frustración, el racismo y la misoginia». Franco y Pablo (22 y 25) son de Saavedra y devuelven la provocación: «A todos los europeos que criticaban el fútbol latino». Alejandra (56) es de Pilar y pragmática: «A mi marido». Patricia (62) es de Monserrat con un toque popular: «A mis amigas gorilas que no quieren que festejen». Macu (29) es de Lomas del Mirador y un rebelde: «A mi laburo porque mi jefe no me quería dejar venir». Maxi (31) es de Caseros y tiene una espina: «A mi exseñora». Daniela y Charly (36 y 37) son de Almagro: «A los envidiosos». Diego (46) y una preocupación: «La desocupación». Nahuel y Fiama (25 años): «A la rutina». Nahuel agrega: «A mis pacientes: soy psicólogo».

Girando por el conurbano

Mientras tanto, en General Paz, el mediodía es un gran picnic. La avenida está cortada y se llenó de familias que esperan que por acá pase el micro que lleva a la Selección en andas. El horizonte para un lado y para el otro está lleno. Hay niñes con remeras y banderas, y con pancartas escritas a mano. Hay manos que chequean celulares para saber si el recorrido sigue en pie.. Hay mate, galletitas y fernet. Nadie sabe nada.

León tiene puesta la de Messi. Un pibe se escribió los lentes negros con liquid paper: “andá pa allá” en un ojo y “bobo”, en el otro. Son 12.30 y escala un grito: “Cada día te quiero más”. El micro no está ni cerca, pero pasa un auto con un cartel gigante de Messi en el techo. Hay un nene que llora porque se aburrió. Hay decenas de mamás dando teta a bebés sentadas bajo el pedazo de sombra que regalan los árboles frente al cemento. Por ahora no hay nadie vendiendo nada, lo que parece poco real pero marca el pulso de lo espontáneo. En un rato van a vender camisetas. En el kiosko más cercano hay una cuadra de gente. Todes se tratan con amabilidad. “Que lo llevan adentro como lo llevo yo”, se canta ahora.

Un poco más allá, en General Paz y Richieri, un nene espera con un álbum en la mano para mostrarle a los jugadores. Tres infancias abrazadas saltando en ronda cantan Muchachos. Un grupo de jóvenes con cerveza y fernet: «Oh oh oh, hay que alentar a la selección». La copa de los árboles son el refugio para ver pasar la copa del mundo. Gente con calor. Con hambre, con sed, con ganas de ir al baño. Todo está colapsado. No hay señal en el teléfono. Remeras celestes y blancas. Violetas. Azules. Todas tienen algo dulcemente viejo: dos estrellas bordadas en el lado izquierdo del pecho. Gente en reposera duerme en alguna sombrita escuálida. Réplicas de la copa del mundo pequeñas, de un tamaño similar a la original y también gigantes. Una remera reza una canción del Indio “cuando el fuego crezca quiero estar ahí”, y el pueblo está acá.

Cerquita está Penélope. No fue a trabajar por el feriado y le pasaron para otro día uno de los finales de la carrera de Trabajo Social. Un videito que le mandaron de los jugadores en Ezeiza emprendiendo la caravana durante la madrugada, actuó como resorte y decidió levantarse temprano, despertar a su hijo Agustin y salir de casa para cumplir el mismo deseo de cinco millones de personas que hoy se movilizaron para ver pasar el micro con los jugadores. Fueron hasta el peaje del Mercado Central, de la Autopista Richieri, esperaron tres horas bajo el sol implacable y empezaron a caminar por la autopista hasta que vieron el micro a lo lejos. Siguieron esperando y obtuvieron recompensa: “Una locura, yo le gritaba a mi hijo: mirá a Messi, que estaba ahí sentado. Una emoción gigante”. Penélope registró ese momento con su celular, donde se escuchan los cánticos que se convirtieron en clásicos y la palabra “Gracias” multiplicada decenas de veces.

“Un amor como el nuestro no puede morir jamás”, suena en el parlante y el vendedor de latas de cerveza saca a bailar a una chica sin dejar de sostener la heladerita sobre su hombro derecho. El brazo izquierdo está levantado y agarra la mano de la joven que menea las caderas, con la sonrisa pintada, sobre una avenida atestada de gente. Ambxs son sub 30, es su primera alegría mundial.

Un hombre sube a un vagón lleno del tren Sarmiento y a viva voz, enuncia: “Muy buenas tardes a todos, Campeones del Mundo”. Ovación. Desde el domingo, el clima social es de una alegría que se respira a cada paso. La multitud en las calles es la eufórica contracara de una época pandémica muy reciente que nos mantuvo encerrados, sin posibilidad alguna para el encuentro. Solo el adiós a Diego pudo quebrar la distancia y ahora, otra vez el fútbol logra lo que nada ni nadie puede. 

Es tarea de sociólogos analizar causas y razones. 

Mientras tanto, el pueblo festeja, en un día que tiene la particularidad de ser un 20 de diciembre, fecha imborrable en la memoria colectiva. 

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Fotos: Sebastián Smok para lavaca

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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