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El gobierno porteño quiere cerrar la única escuela pública de fotografía de CABA

En otro golpe a la cultura y a la educación, el ministerio de Educación le impidió a la escuela Maestro Quinquela Martín, de La Boca, inscribir alumnos para este año. Además, le comunicó que quienes debían cursar el segundo y último año, tampoco podrán terminar la carrera. Las voces de una asamblea conformada por docentes, estudiantes, egresadas y egresados, que resisten a un vaciamiento que lleva años de ejecución y desgaste. Las formas de organizarse en la base, ante una gestión que busca darle el golpe final a una institución estatal y gratuita.
Por Francisco Pandolfi
Miguel Caruso llega con la asamblea empezada. Se sienta atrás de todo, en silencio, pero no puede pasar desapercibido aunque lo quiera. Aunque no monopolice la palabra. Aunque solo tenga un par de intervenciones en las casi tres horas que dura el encuentro entre docentes, estudiantes actuales, egresadas y egresados de la Escuela de Fotografía Maestro Quinquela Martín, en el barrio porteño de La Boca, donde la comunidad educativa se congrega para definir los pasos a seguir en pos de evitar el cierre de la única escuela estatal y gratuita de fotografía en la ciudad. Aunque la lógica marque que debiera ser al revés, quizá en esta cualidad se explique la voracidad de la gestión porteña por avanzar, otra vez, contra el establecimiento.
Miguel Caruso se obstina a estar en un segundo plano, pero no puede porque en él yace parte de la historia que el Gobierno de la Ciudad busca borrar. Y no por primera vez, ya que en 2020 se vivió una situación similar. Miguel tiene más de 80 marzos y egresó de la escuela en 1963. Fue docente por más de 30 años, hasta 2007. La sigue llevando en el corazón y en la memoria. “No sólo exigimos que no se cierre, también pedimos volver a ser una tecnicatura, de tres años”.
EL LEGADO DE QUINQUELA
En 1940 el reconocido pintor Benito Quinquela Martín donó los terrenos para construir una escuela de Artes y Oficios. Una década después, se inauguró la Escuela Fábrica de Educación Técnica Nº 121 de Artes Gráficas, que en 1967 pasó a llamarse Escuela Técnica N° 31. Hace unos años, se le agregó el nombre de “Maestro Quinquela”.
Allí funciona la secundaria en el turno mañana y tarde, y el curso de fotografía a la noche, de donde egresó en 2002 Elena, hoy docente de Laboratorio Digital en la escuela de fotografía. En una ronda a la que se va sumando más gente a medida que avanza la tarde, apunta: “Lo que hace el gobierno porteño es un golpe al legado de Quinquela”.
El lunes 18 de marzo debería iniciar el año lectivo pero, por obra y (des) gracia del del ministerio de Educación, eso no sucederá. Explica la asamblea: “El martes 5 de marzo notificaron a través de un acta que no podíamos inscribir a los más de 200 ingresantes, y que no podíamos continuar con la cursada de los primeros y segundos años de la carrera”. Los responsables a los que apunta la comunidad son varios: “La ministra de educación porteña, Mercedes Miguel; el Director de Escuelas Técnicas, Adrián Rastelli; el Rector de la Escuela Técnica N°31, Juan Acuña; el supervisor de la región 4, Fernando Biondi y al director de la Agencia de Aprendizaje a lo Largo de la Vida, Gustavo Álvarez”.
Comunicarse con los teléfonos del ministerio es una tarea imposible. Lo mismo sucede con el despacho de la ministra Mercedes Miguel.

La comunidad educativa tiene experiencia en organizarse contra el gobierno porteño.
EL CONFLICTO
En 2020 perdió vigencia la resolución que daba validez a los títulos. El reclamo masivo de la comunidad educativa resguardó el cierre de la escuela y logró una nueva resolución, pero sólo hasta los ingresantes en 2021. Desde ese momento, el gobierno porteño se desentendió de la situación: “Ellos dejaron caer la resolución, lo único que deben hacer es poner una firma para dar continuidad a la escuela”, sintetiza Nicolás Ramos, ex alumno de la escuela ubicada en la avenida Pedro de Mendoza 1777.
Completa: “Cuando quisieron cerrar la escuela, las y los docentes presentaron un anteproyecto para declarar la tecnicatura superior con toda la carga horaria, con los alcances de un título técnico, de tres años. En la dictadura de Onganía se pasó a dos y después los sucesivos gobiernos de la ciudad lo dejaron estar, hasta que pasó a escuela media y técnica, y ahora lo quieren pasar a formación profesional. O sea, siguen degradando el título, la carga horaria, en detrimento del cuerpo docente y del alcance que tiene nuestra titulación. Así como está la situación, los compañeros que terminaron en 2023 no van a tener su título y quienes estudiaron primer año, no podrán seguir estudiando”.
ORGANIZACIÓN POPULAR
La asamblea realizada en un espacio cultural de La Boca se extiende porque lo que debería haber sido una semana de planificación, de cara al inicio de clases, viró a resistencia, angustia e incertidumbre; no a parálisis. Llueven propuestas que lo demuestran: volanteadas a Caminito; acampe en la puerta; panfleteadas por todo el barrio; aviso a las demás escuelas de la zona; articulación con las asambleas barriales y organizaciones de la comuna; flyers, videos, notas en distintos medios; convocatoria puerta a puerta; reuniones con las universidades cercanas; radio abierta. Hay comisiones para ordenar el trabajo: legales; gremios; comunicación y difusión; vínculo con el territorio.
“El próximo miércoles 20 de marzo la escuela cumple 74 años”, dice una docente del secundario. “Hagamos un abrazo a la escuela”, plantea un vecino. “A las 12 del mediodía”, se sugiere, y por unanimidad ya se empieza a pensar ese abrazo para evitar que pocos brazos cierren la cursada. Además se planifica un camarazo para el 3 de abril; y además una juntada de firmas virtual; y además una repartida de volantes para concientizar por el barrio.
La comunidad está organizada, organizada de verdad.

El cierre de año 2023 en la Quinquela.
UN OASIS EN LA CIUDAD
Mariano Corbacho fue alumno y es docente de la escuela. Trabaja también en el sector de educación no formal de la Agencia de Aprendizaje a lo Largo de la Vida donde da tres cursos de fotografía. Son cuatrimestrales, de dos horas por semana. “La población viene con una idea de acercarse a una disciplina, casi exploratoriamente, en una actividad lúdica, recreativa, que puede ser una primera puerta para pensar tus estudios en fotografía y profundizarlos a futuro”.
Describe el valor social y fundamental de la Quinquela: “Es un curso de cinco veces por semana, dos años, que tiene laboratorio de revelado blanco y negro y ampliación, tiene salas de tomas que las construimos con los docentes, no con infraestructura de Gobierno porteño; también tenemos equipamientos para hacer las prácticas, una estructura pensada para hacer un curso largo. La población que asiste busca formarse en fotografía como una carrera y una forma de vida; esa es la gran diferencia. No son comparables la Quinquela con los cursos de educación no formal, van destinados a distintos tipo de inquietudes”.
74 años de historia. Única escuela pública y gratuita de la ciudad. Se han llegado a anotar 600 inscriptos por año, sin difusión alguna del gobierno porteño. 1700 horas cátedras. Miles de egresadas y egresados.
Amplía Mariano: “Queremos dar un curso de excelencia, de calidad, con las mejores herramientas disponibles para un alumnado que está con la decisión de formarse en eso y hacerlo una forma de vida; es fundamental abrir nuevamente las inscripciones para seguir formando fotógrafos y fotógrafas para el campo profesional. Hoy nuestra carrera tiene atrasos tecnológicos por la falta de respuesta del Ministerio y las autoridades de la institución, y queremos revertirlo hasta tener una tecnicatura superior”. Propone: “Exigimos una mesa de trabajo para discutir franca, sincera y pedagógicamente con el Ministerio, certificar los títulos de nuestros estudiantes, que se extienda esa certificación, que se implemente la tecnicatura superior como fue originalmente. Somos un oasis dentro de la ciudad y no entiendo cómo esta gestión no lo toma como bandera; no aprovecha tener egresados que recorren el mundo con sus fotos tras haber aprendido acá”.
Tímidamente, Miguel Caruso, el más experimentado de la ronda, el egresado hace 50 años, pide la palabra. Saca un papel del bolsillo y lee una lista que da cuenta del trampolín que representa la escuela:
–Salida laboral inmediata y autónoma.
–Reporteros gráficos en los periódicos más reconocidos, así como en revistas técnicas especializadas.
–Premios obtenidos por participaciones en concursos y salones internacionales, con cartas de reconocimiento a la escuela.
–Empleos como investigadores en universidad y hospitales, a partir de la documentación fotográfica.
–Fotografía Publicitaria
–Ilustración fotográfica de muchísimos libros
–Docencia en diversos espacios como colegios y municipios.
–Asesoría técnica en casas de venta de artículos fotográficos.
–Artífices de muestras y exposiciones en el país y el exterior.
Miguel sigue leyendo una larga lista de etcéteras.
BRONCA Y LUCHA
Toda la comunidad educativa es perjudicada por esta nueva embestida, pero hay un grupo que el avasallamiento lo siente distinto: las y los estudiantes que empezaron la carrera en 2023, que cursaron primer año de lunes a viernes, que les falta un año para egresar y que ahora parece que no, que desde el mismísimo Estado se les dice que no. Que no pueden. Que no se reciben. Que las puertas están cerradas. En la asamblea que empezó por la tarde y está terminando de noche, hay muchos estudiantes en esa situación. Una de ellas se llama Laura Luque. Anota todo lo que se dice en la ronda. Está atenta. Está activa. Y le dice a lavaca: “Somos estudiantes con la incertidumbre de no saber si vamos a poder terminar la carrera, ya que además nuestra escuela es la única municipal de fotografía. Me da bronca, porque queda claro que no les interesamos ni tampoco les interesa el derecho que nos ampara como estudiantes a formarnos. También da bronca la manera que nos quieren dar de baja, minimizándonos, ninguneándonos, intentando borrar nuestra historia, nuestra identidad. Es muy triste, y por eso mismo vamos a luchar todo lo necesario para que la Quinquela siga funcionando”.

Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Actualidad
Héctor Guerrero procesado: el gendarme que le disparó a Pablo Grillo

El fallo de la jueza María Servini confirma que el 12 de marzo el gendarme Héctor Guerrero disparó horizontal y directamente a la cabeza de Pablo Grillo, y que realizó otros cinco disparos antirreglamentarios, del mismo tipo. Luego lo nombraron instructor de tiro. La contundente descripción de lo sucedido, y de la responsabilidad del cabo. Lo que explican a lavaca el hermano y el padre de Pablo: Ahora que la Justicia comprobó al autor material, hay que ir por quienes dieron las órdenes.
Por Francisco Pandolfi
La jueza federal María Servini procesó este martes al cabo Héctor Jesús Guerrero por los delitos de lesiones gravísimas y abuso de armas reiterado en cinco oportunidades, agravado por integrar una fuerza de seguridad: Gendarmería Nacional.
La jueza además dio por probado que Guerrero disparó desde la intersección de las calles Hipólito Yrigoyen y Solís la granada de gas lacrimógeno que impactó en la cabeza dal fotógrafo Pablo Grillo, dejándolo al borde de la muerte, el miércoles 12 de marzo en el marco de la movilización de jubiladas y jubilados en las inmediaciones del Congreso de la Nación.
“No revisten dudas razonables acerca de que ese fuera el agente que realizara los disparos en cuestión”, dice el fallo de 293 páginas.
El resultado que buscaba
El dictamen es contundente y explica que Guerrero hizo lo que se proponía (no hubo error o accidente): “La figura de las lesiones gravísimas puede ser cometida tanto por dolo directo como por eventual, del material probatorio incorporado a esta causa me permito afirmar que por este delito Guerrero actuó, respecto a ese resultado gravísimo, con este último. El aquí procesado se representó la posibilidad de producir las lesiones gravísimas, y con su actitud o predisposición psíquica, le resultó indiferente la eventualidad del resultado. Vale decir que procedió sin importar que ello suceda. Esta actitud de indiferencia o de asentimiento hacia la probable producción del resultado es lo que hace inclinarme a dictar su procesamiento por el delito de forma dolosa”.

Pablo Grillo, durante un momento de recuperación, tras el cual volvió a terapia intensiva y a múltiples operaciones.
Disparo horizontal
La jueza Servini, a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 1 de la Ciudad de Buenos Aires afirmó que el disparo de Guerrero fue de forma horizontal y antirreglamentaria “a sabiendas de que con su accionar podía poner en riesgo la integridad física de cualquiera de las personas que se hallaban frente a él, o incluso la vida”.
Servini se refirió a la prueba audiovisual con la que basó su decisión y desechó el argumento esgrimido por el gendarme en su declaración del pasado 17 de septiembre, sobre carecer de la visual de los manifestantes:
“De estas imágenes puede apreciarse sin ninguna duda que Guerrero efectuó el disparo de forma antirreglamentaria en dirección hacia la cual se hallaban los manifestantes, con una visibilidad más que clara, sin haber ni humo ni agua ni ninguna otra sustancia u obstáculo que pudiera haber evitado que el nombrado detectara la presencia de una gran cantidad de personas en la dirección hacia la que disparó”.

Guerrero en septiembre, al ir a declarar ante la jueza Servini.
El instructor de tiro
Servini resaltó en el procesamiento que el cabo estaba capacitado para disparar este tipo de armas. “Surge con claridad la experiencia con la que contaba Héctor Jesús Guerrero, no tratándose de una persona inexperta, todo lo contrario”.
Nueve días después de la ejecución criminal, el cabo fue reconocido. Dice Servini en su resolución: “Es dable destacar que el día 21 de marzo de 2025 ejerció funciones como instructor de tiro de la Sección de Empleo Inmediato, por lo que el nombrado resulta ser una persona capacitada en cuanto a ello”.
El 11 de agosto pasado y por orden del Juzgado, la División Balística de la Policía de la Ciudad junto con peritos de la querella y la defensa reconstruyeron la ejecución producida por Guerrero y descartaron que el disparo hubiera sido en 45 grados hacia arriba o entre los 30 y 45 grados hacia abajo, como obliga el manual de las pistolas lanzagases. Y dictaminaron que si Guerrero hubiese disparado en cualquiera de esas dos formas, el cartucho no hubiera alcanzado a Pablo del modo en que sucedió.
El juzgado comprobó que Guerrero durante la represión disparó contra los manifestantes otras cinco veces de forma antirreglamentaria. El procesamiento es sin prisión preventiva, se le impuso un embargo de 203 millones de pesos y le mantuvo la prohibición de salir del país.
Pablo hoy, y lo que empieza
Pablo Grillo continúa en el hospital de rehabilitación neurológica Manuel Rocca, a casi siete meses del disparo que estuvo a punto de quitarle la vida, y que se la cambió para siempre. El 12 de marzo estaba cubriendo la manifestación hasta que a las 17.18 recibió el impacto de munición de gas lacrimógeno en la parte frontal de su cabeza, herida que le hizo perder masa encefálica y derivó en múltiples cirugías que lo mantuvieron internado en terapia intensiva durante meses.
Desde la organización de familiares y amigos de Pablo comunicaron hoy las novedades de su estado de salud: “Su evolución es positiva, está empezando a comer papilla con ayuda. Continúa con sonda como alimento principal. Se sienta y se levanta con asistencia. Le están administrando medicación para que esté más reactivo. Seguimos para adelante. Lento, pero a paso firme”.
Su hermano Emiliano le cuenta a lavaca lo que siente tras enterarse del dictamen judicial: “Con este procesamiento tengo un montón de sensaciones. Una mezcla de alegría, bronca, tristeza, porque mi hermano no tendría que estar así, todo esto no debería haber pasado. Yo me niego a naturalizar estas situaciones. Sabíamos que más tarde o más temprano este procesamiento iba a llegar porque El Mapa de la Policía hizo un trabajo extraordinario y demostró quién fue el que tiró. Estamos satisfechos con la decisión de la jueza. Ahora que la Justicia comprobó al autor material, hay que ir por quienes dieron las órdenes. Hasta el momento tenemos una justicia parcial, para que sea total hay que ir por la cadena de mandos”.
Agrega a lavaca Fabián, el padre de Pablo: “Es un paso importante, está dentro de lo que esperábamos. Hay que seguir, veremos lo que resuelve el juzgado de aquí en más. Las sensaciones son raras, porque no podría decir que es alegría ya que Pablo todavía no está bien. Mejorando mucho, pero no bien del todo. Lo importante es que se empiece a hacer justicia. Este es sólo el comienzo”.

Imagen durante uno de los actos frente a Comodoro Py.
Actualidad
Marcha de jubilados: guerra, paz y fernet

El acto de jubiladas y jubilados volvió a exhibir este miércoles la absurda represión contra personas que trabajaron toda la vida y se manifiestan pacíficamente ante la licuación brutal de sus ingresos. Tras los golpes, las fuerzas de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal (que no parecen estar donde deberían), recibieron orden de retirada, mientras la gente celebraba otra batalla ganada. El acompañamiento de personas discapacitadas, la creatividad de los carteles, las estampitas de la Virgen y las teorías sobre el fernet para describir parte de la actualidad.
Por Lucas Pedulla y Sergio Ciancaglini
Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org
El horario de marcha de jubilados y jubiladas de todos los miércoles es a las 15 horas: a la hora señalada ya había un jubilado detenido –Julio Vargas, luego liberado– y una decena de heridos entre gases, palos y escudos. Por ejemplo Carlos, más conocido como Chaca, el mítico hincha de Chacarita Juniors, en un día en el que el gobierno había anunciado descuentos en supermercados: “Ni enterado, pero ya nadie les cree nada. Mirá”, dice y muestra sus brazos golpeados, su codo ensangrentado, el labio partido por un golpe. “Hoy de vuelta nos fajaron. Pero que hagan todo lo que quieran hacer, ya se van”.

Golpes en los brazos, el labio partido y la sonrisa de Carlos Chaca: las fuerzas de Bullrich terminaron yéndose mientras la gente celebraba.
Tapar a Espert
Las agresiones incluyeron a la Prefectura Naval y a la Gendarmería, ubicadas en Rivadavia y Callao para castigar a personas ancianas mientras las fronteras siguen siendo un colador por el que entran y escapan narcos, según se informa cada día.

Un total de 20 heridos, según mencionó el Centro Provincial por la Memoria.
Después de la represión, la escenografía del Congreso volvió a evidenciar su irracionalidad: el cordón de policías federales, prefectos y gendarmes circundaba la plazoleta y abarcaba dos cuadras. Es la segunda semana consecutiva en la que el despliegue del operativo queda a cargo de las fuerzas federales, luego de varios miércoles donde la única fuerza que se veía era la Policía de la Ciudad.
“Esto se llama Operativo No Rompan Las Pelotas”, define Lorenzo, 73 años, vecino del partido bonaerense de San Martín. “No quieren mostrar debilidad y quieren tapar a Espert. Tienen mil quilombos, y creen que esto a Bullrich le suma puntos para su campaña”.

La marcha pacífica después de otra represión absurda. Gendarmería y Prefectura, ¿no deberían estar en otra parte?
Esa sumatoria todavía está por verse: alguien debió pensar algo distinto si hoy desistieron repentinamente de agredir a jubilados. El razonamiento de Lorenzo emparenta el despliegue policial con la candidatura de la ministra de Seguridad a una banca en el Senado, un lugar donde tendrá fueros que la podrían proteger ante un eventual avance en las causas por las diversas represiones que la tienen como la máxima responsable política, entre ellas el balazo que dejó al borde de la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, hoy en rehabilitación.

Retenciones y fin de mes
A Lorenzo lo escucha Juan Manuel, uno de los tantos jubilados que redacta carteles que van marcando el ritmo de la época: lleva 115 frases anotadas en una libretita, ordenadas por fecha de creación.
Hoy exhibe dos, que aquí registramos:


Sobre esta última hipótesis, Juan Manuel hace un gesto con su mano derecha, como quien describe a algo que está rumbo a otra parte.
Despidiendo policías
Los que primero parten, en este caso, son los efectivos (?) federales. La gente de a poco fue sobrepasando al cordón policial, empujándolos hacia la vereda, hasta que de alguna parte llegó la orden de abandonar el lugar.
La manifestación los despide cantando: “Son todos narcos”. Lo pesado de los trajes policiales, sus escudos, armas y tonfas, hace cada movimiento más robótico, y en muchos sentidos más absurdo. El vallado que separa el punto de fuga de la plaza es tan grande que solo por un pequeño pasillo los cientos de efectivos se escabullen a un ritmo que permite que el estribillo que no cesa –“son todos narcos”– sea capturado por cientos de cámaras.

Una imagen resulta conmovedora. Alberto, un hombre ciego, camina con un bastón en la mano derecha y la izquierda la lleva apoyada –para guiarse– en el hombro de Sergio, que avanza en silla de ruedas.

Alberto y Sergio.
Forman parte de un pequeño grupo que incluye a Ariel, que tiene síndrome de Down, Remigia en su andador eléctrico, integrante de la CTA, Julito, también ciego, Sol, Daniel. Marcela y Leonor los acompañan y llevan una pequeña bandera que dice “Unidos por la especial”, en referencia a la educación especial eliminada, calcula Leonor, en más de 20 escuelas porteñas. Alguien que ve a ese pequeño grupo manifestarse plantea una posibilidad: “Este pueblo es invencible”.

Alberto dice: “No podemos dejar que nos quiten los derechos, nos pisoteen como un trapo sucio en el fondo de una casa”. Sergio agrega: “Hoy encima, como vienen las elecciones, te dicen que te van a dar descuentos en los supermercados. Nos toman de idiotas. Pero así les va a ir”.
Sobre las estampas y el fernet
Cuando se va el último policía, la plaza celebra. Entonces empieza la marcha, como cada miércoles. Aparece una tercera fuerza –Policía de la Ciudad– que sólo armará un cordón sobre Sáenz Peña para que la marcha no siga hasta Plaza de Mayo.
Allí está Patricia, 68 años, de zona norte del conurbano, que le reparte estampitas de la Virgen María a los policías.

La sonrisa de Patricia, observada por la policía y por un «eternauta» de prensa.
Algunos se ríen, otros permanecen inmutables, y ella dice: “Necesitamos bendiciones. Prefiero confiar en la misericordia. Es una forma de decirle al Presidente que se está equivocando. Confiemos en que puede escuchar, ¿no? Escuchó el resultado de las elecciones, pero no está escuchando la calle. Hay que seguir viniendo. Y pedir por los derechos del pueblo”.
La insistencia sonriente de Patricia genera lo inesperado: varios policías aceptan la estampa de la Virgen y le agradecen. Nadie sabe muy bien cómo interpretar eso. Ella arquea las cejas: “No se pueden conocer los caminos de la misericordia”.
Un poco más allá hay una celebración de cumpleaños, con orquesta de bombos y trompetas, con baile de jubiladas y jubilados al ritmo de «como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar».
Selva, 65 años, vecina del barrio porteño de Floresta tiene una bandera argentina atada como capa, gorrito celeste y blanco, y un cartel que ranquea entre los más llamativos de la jornada:

Su situación –dice– es como la de cualquier otra jubilada: “Tengo la suerte de tener mi casa, un baño con agua caliente, mi comida calentita, pero la veo feo para mis hijos”. Por eso no se pierde un miércoles. Tampoco pierde el humor: “Toda mi vida traté de ser respetuosa. No me gusta venir y pelear con la policía. Pero no nos vamos a dejar asustar. A mi hermana y a mí nos tiraron con el hidrante en el invierno pero seguimos luchando”.
¿Cómo seguimos? “Hay que ir a votar. Cada uno sabe en qué momento estuvo mejor. Hay que luchar. Siempre con esto”, dice y señala su obra de arte sobre el fernet: “Con la palabra y la sonrisa”.


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