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Teatro y cine: viajes a los seres humanos

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En épocas con vidas monitoreadas por lo artificial, el arte va por la comprensión –y el disfrute posible– de la vida real. Paradójicamente, o no tanto, lo hace a través de la ficción (que casi nunca es tan ficción). La propuesta: tres experiencias artísticas que atravesaron la necesidad de llevar a escena la propia historia. El documental Imprenteros, de Lorena Vega y Gonzalo Zapico: el devenir familiar que nació como biodrama y también se convirtió en libro con una pregunta: ¿cómo volver al lugar de donde no quisimos irnos? ¿Cómo recuperar esos retazos de la infancia? En el ámbito teatral, Nena gorda y El David marrón, son dos obras que tienen en común el debate sobre los cuerpos, la discriminación y el maltrato, haciéndose fuertes desde el humor para encontrar otros caminos. Por María del Carmen Varela

Imprenteros, el documental

¿Qué es una familia?  Lorena Vega escribió en su diario íntimo a los 10 años mientras estaba internada en un hospital. Habrá tantas respuestas como seres dispuestos a responder. La suya se fue construyendo con el paso del tiempo y las vivencias que involucraban a mamá, papá y dos hermanos, las personas más cercanas del entorno de esa niña que vivía en el barrio de Flores. Hasta que el padre, gráfico de oficio y dueño de la imprenta Ficcerd ubicada en Lomas del Mirador, dejó de ser tan cercano. Se separó de Yeni — así llaman a la morocha formoseña que supo cautivar el corazón de Alfredo —y formó otra familia. La obra teatral Imprenteros germinó en un taller de biodrama dictado por Vivi Tellas en el Centro Cultural Rojas al que asistió Lorena Vega. Que tras el fallecimiento de su padre los hijos de su segundo matrimonio cambiaran la cerradura del taller gráfico y no les permitieran la entrada a Lorena y a sus hermanos,  Sergio y Federico, fue el acontecimiento que disparó la necesidad de dialogar con ese pasado con clausura impuesta. ¿Cómo volver al lugar de la infancia?

Mientras transcurre la sexta temporada de la obra teatral y salió a la luz en el 2022 el libro, del mismo nombre: Imprenteros, asoma el documental dirigido por Lorena y Gonzalo Zapico. Fue filmado entre 2020 y 2023 y podria ser visto sin haber presenciado la  obra o leído el libro . Teatro,  literatura y cine, cada lenguaje proporcionó lo mejor de su género a la historia familiar de los Vega. Durante la pandemia y mientras su hermano Sergio le insistía: Hay que  hacer el libro, Lorena aprovechaba el tiempo disponible en su casa para llevar adelante una película sobre una mujer sola, filmada por el guionista y director de cine Gonzalo Zapico, su pareja. Sergio ganó, Lorena dejó de lado el proyecto de la película y se abocó a la tarea de juntar material para el libro. Si la obra teatral era tan exitosa, por qué no llevarla al papel para que el oficio paterno —y también el  de Sergio— fuera el protagonista del producto final.  La elaboración de los textos, la elección de las fotos, la residencia de una semana en Córdoba de lxs hermanxs Vega con Gabriela Halac y Clara Ciarapica de Ediciones Documenta, aparece en el documental y nos permite ser testigxs de cómo se gesta un libro. Incluso del momento en que se imprimió.

Teatro y cine: viajes a los seres humanos

¿Extrañás a papá? Pregunta Lorena a su hermano Federico. No, dispara mientras fuma un cigarrillo.  También interroga a Sergio acerca de su primera reacción ante este contratiempo – el cambio de cerradura— y él responde que tenía ganas de tirar el portón abajo con la camioneta, sacar a quienes estuvieran ahí y quedarse en el taller gráfico. Lxs hermanxs Vega no pudieron volver a entrar a la imprenta de su padre, pero de alguna manera regresaron. Sí, el arte ayudó a reparar las fracturas que irrumpieron en el camino y en esta oportunidad, colaboró de distintas maneras. “Hermanita, gracias por enseñarme a tirar ese portón debajo de una manera diferente a la mía”, le dijo Sergio a Lorena después de haberse subido al escenario en Imprenteros.

La imagen del afiche del documental (la primera que aquí mostramos) es la foto que nunca existió. Gracias a los beneficios de la tecnología, el arte fotográfico a cargo de César Capasso, amigo de Lorena, compone las fotos  que ningún click permitió ver la luz. Así aparecen lxs tres hermanxs Vega junto a la vieja máquina de la imprenta paterna, como si estuvieran trabajando en ella. Las fotos de la imprenta las había sacado César a pedido de Lorena cuando el padre cumplió 60 años. Su regalo fue enmarcarlas y colgarlas en Ficcerd. Esas fotos quedaron allí.  Cuando Lorena le diljo a César que ya no podrían entrar, él la tranquilizó: “No te preocupes, me dedico al retoque digital, yo con Photoshop lxs meto a lxs tres de nuevo adentro”. Mirando las fotos de familia, Lorena se dio cuenta de que no tenían ninguna con madre, padre y hermanxs. Entonces Capasso intervino y podemos asegurar que la foto de lxs cinco existe. El documental da cuenta de muchos aspectos que no aparecen en la obra teatral ni en el libro, quizás sea la pieza que faltaba para terminar de armar esta historia entrañable que ninguna cerradura puede dejar en el olvido.

Sala Lugones, Av. Corrientes 1530, CABA

Del 1 al 4 de agosto, 21 hs y del 6 al 8 de agosto, 18 hs

Museo Malba, Av. Presidente Figueroa Alcorta 3415, CABA

Sábados de agosto, 22 hs

Nena gorda

¿Quién me rellenó? ¿Por qué me rellenaron? ¿Cómo me saco el relleno? Preguntaba Barby, una niña a la que se calificaba como “grandota”, “gordita”, “morruda”o el adjetivo que pretendía ser más condescendiente: “rellenita”. Corría la década del ´90, Barby tenía ganas de bailar con sus amigas y concurría a las clases de danza clásica en la academia barrial. Por su apariencia física siempre le tocaba estar en la fila de atrás cuando se estrenaban las coreografías. En la escuela y cuando llegaba la hora de hacer deportes, era la última que elegían en los equipos. Bárbara Bonfil es ahora una mujer de 38 años, estudió actuación en la Universidad Nacional de las Artes, tiene una marca independiente de ropa (Ofeelia), baila flamenco y es autora y protagonista de un biodrama al que llamó, sin eufemismos, Nena gorda.

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Durante la pandemia y con tiempo disponible para hacerse preguntas, surgieron algunas. ¿De qué tengo de hablar? ¿Qué quiero contar con el teatro? Barby encontró respuestas mirando algunos espectáculos de referentes de la vanguardia del flamenco como Manuel Liñan, que compone su obra desde la homosexualidad, y Rocío Molina, que hace referencia a la menstruación, al aborto, a los cánones de belleza y notó que hablar desde su propia experiencia era una característica que le interesaba explorar. “Estaban haciendo arte desde algo que tenían impreso en sus cuerpos y que necesitaba ser contado y exteriorizado”. Y así germinó el proceso de creación que fue moldeando Nena gorda junto a la directora y dramaturga Laura Fernández.   

“Empecé un proceso muy introspectivo para indagar en cuál era mi huella personal, la herida latente, eso que puede seguir estando aunque no se ve , eso que pasado el tiempo seguía siendo parte constitutiva de mí. Descubrí que haber sido una nena gorda me había marcado durante muchos años y  que en mi mente y cuerpo delgado de adulta  seguía habiendo resabios de esas miradas acusadoras, de esas exigencias desmedidas, de ese señalamiento cruel que recibí por parte de allegados y compañeros de escuela”. Barby tomó el desafío de hablar en primera persona, para poner en escena a esa niña juzgada por su aspecto físico y lo que consiguió fue una obra divertida, profunda, que invita a conocer a la Barby de los ‘ 90 a través de fotos, videos, registros de esa infancia en zapatillas de punta, vestuarios para las muestras de fin de año, la filmación del padre, buscándola con la cámara hasta encontrarla, en la fila de atrás.

El trato que reciben las infancias, la influencia de la mirada de lxs adultxs, la construccion de su autoestima, son aspectos sobre los que le interesaba reflexionar mientras diseñaba la obra. “Generaciones enteras de mujeres  atravesadas por dietas, malos tratos  y condicionamientos que responden a exigencias y estándares de belleza que son violentos, generando frustración en el mas leve de los casos  y en el peor traumas y problemas alimenticios”. Propone Barby abrir preguntas. ¿Qué tanto nos condiciona la sociedad y la mirada de lxs otrxs en nuestras elecciones? ¿Somos quienes queremos ser o lo que nos dejaron ser? ¿Podemos realmente elegir de adultxs o estamos condicionados por el pasado? ¿Qué culpa tenemos de no haber tenido el cuerpo que se necesitaba para lo que se deseaba ser o hacer? ¿Quien determina lo que podés hacer o no, y por qué?

Otro aspecto que también inevitablemente aparece en Nena gorda es el gusto por la comida. Cuestionado por las personas adultas. Ya te comiste tres mollejas, Barby, ¿de verdad tenés hambre?  “En mi familia judía siempre se habló mucho de comida, se cocinaban manjares. Comer era sinónimo de momentos juntxs, agasajos para los seres queridos. ¿Por qué entonces sentir culpa de comer pensando siempre en los kilos que vas a engordar? ¿Por qué no disfrutar de ese momento, de ese compartir?”.  No se hablaba del bullyng en ese momento. “Opinar sobre el cuerpo ajeno en los ´90 era algo común e incluso aceptable. Recuerdo una tía diciendole a mi mamá, conmigo al lado y con mucha soltura: ¡qué gordita que está Barbarita! ¿va a la nutricionista? Mi mamá muchas veces me mandaba coser vestiditos con una modista porque lo que había en los locales para niñas de mi edad no me entraba”.

¿Cómo fue el preoceso de resignificar el cuerpo desde la disciplina y los stándares de la danza clásica a permitirte disfrutar del baile y el goce vital? “Cuando comencé a hacer actividades que me gustaban y me sentía aceptada y valorada fue cuando empecé a sentirme algo mejor. El teatro me ayudó mucho, ya que el cuerpo se ponía en juego desde un lugar mas lúdico, menos rígido . Más tarde me encontré buscando una danza donde me sintiera a gusto, probé contemporáneo y no,  hasta que llegué al flamenco y sentí que era mi lugar. Si bien es muy técnico como todas las danzas, me resulta  super democrática en relación a la inclusión de los cuerpos y a las edades que lo pueden practicar. Hay algo del peso de los cuerpos, del volumen , que se reivindica en el flamenco que suma a la hora de la expresión y el movimiento, que no se intenta modificar o tapar, que se incluye y se agradece . Yo en el flamenco tuve mi revancha con la danza”.

¿En qué cambiaron las cosas desde los ‘ 90 hasta ahora?  Barby resalta que el feminismo fue clave para abrir las compuertas y hablar de estos temas.  “Hoy nosotras podemos pensar sobre nuestros cuerpos, cuidarlos, valorarlos, defenderlos y hasta hacer una obra de teatro referida a ello, gracias a un colectivo que sacudió una estructura violenta y opresiva. Pero la estructura no se cae de un dia para el otro y no alcanza con que algunos grupos aborden estas cuestiones. La sociedad toda tiene que hacerse cargo. Es importante sostener el debate y el accionar para que por fin , en un futuro, haya generaciones que ya no consideran que gordo es un defecto y flaco es un valor. Donde las infancias sean aceptadas en todas las actividades que les guste hacer, donde las mujeres no sientan que la sociedad las desprecia por sus arrugas o canas, donde el género no determine quién sos ni lo que podes hacer o no. La cuestión del respeto por los cuerpos va para largo y hay mucho terreno por ganar. Pero lo  que sale a la luz , no vuelve nunca mas a la oscuridad”.

El Crisol, Malabia 611, CABA

Sábados 20 hs, hasta el 31 de agosto

El David marrón

Un romance que prende su primera chispa durante  la observación-admiración de la estatua del David de Miguel Angel en un museo de la ciudad de Buenos Aires. Las miradas se cruzan, se sostienen, se enciende el deseo y se desata presuroso en el baño del museo. David, el marrón y Juan, el rubio, se acurrucan, se besan y dan inicio a una historia de dos, aunque alguien más tiene peso en esta trama. El David de mármol, tan perfecto como frío, observa desde la altura, desde esa superioridad que le otorga la belleza.

David, el marrón, se deslumbra con Juan, el rubio, abogado, a quien todo el mundo le sonríe porque cae bien. Juan también se fascina con él. ¿Qué refulge en el otro? ¿Qué motiva a cada uno cuando emerge la pasión? Esta historia permite tirar del hilo para desentrañar muchas otras caras de la misma moneda. El arte consagrado y su pátina racista. La belleza encorsetada, disciplinada, esculpida, y blanca, por supuesto. El chico blanco que ejerce sometimiento hacia el marrón y en eso radica su goce.

Teatro y cine: viajes a los seres humanos

El actor, director, productor y dramaturgo David Gudiño comenzó a escribir el texto de este unipersonal en 2019, haciendo pie en 2012, cuando estaba viviendo en otro país y no le creyeron que era argentino, le dijeron que parecía vietnamita o filipino.  “Durante años acumulé anécdotas, algunas más chotas, como que me pare la policía y me revise de arriba abajo en plena luz del día y otras más graciosas como que me pidan que les venda verduras cuando yo también estoy comprando”. En cuanto a la incorporación del David esculpido, cuenta que fue lo último que apareció. “Yo quería que fuera algo del orden de lo real. No me gustan los unipersonales que hablan para el afuera sin razón o hacen que hay alguien que no está. Cuando me di cuenta que mi madre me puso el mismo nombre que la escultura más conocida del mundo encontré a quien decirle todo esto que tenía para decir y sin razón echarle todas las culpas. El David de Miguel Ángel es una víctima perfecta”.

El David marrón es la séptima obra que escribió y estrenó este salteño que creció en Tierra del Fuego, autor también del monólogo Marrón y es integrante del colectivo antirracista Identidad Marrón. Su cortometraje Argentina no es blanca tuvo más de 20 millones de visualizaciones en redes sociales, donde muestra desde un costado humorísitico la cantidad de prejuicios que afronta en lo cotidiano una persona morocha. ¿Cómo surgió la idea del unipersonal El David marrón? “Me di cuenta que si seguía haciendo castings no iba a quedar y si quedaba iba a hacer de ladrón o de policía. Entonces me cansé. Sentarme a escribir fue una decisión sobre todo laboral. Necesitaba que ser actor más allá del sueño. Necesitaba poder trabajar de esto”.

 David trabaja con el humor. “No podría vivir conmigo mismo haciendo una obra que no busca aunque sea sacar una leve risa del espectador. Pueden no reírse, pero sí encaré la escritura desde la imagen colorida que abre sentido”. En esta obra también trabajó, junto a la directora Laura Fernández, sobre lo vulgar. “No me interesa hacer un marrón bueno espiritual y conectado como Pocahontas. Quería expandir el rol y vulgarizar al David de Miguel y profanar al museo como institución”. Laura  le propuso conectar con lxs espectadorxs. “En ese sentido la obra no es algo para observar cuál cuadro muerto, sino que estoy todo el tiempo mirando a los ojos de quienes observan, buscando que les está pasando y dejándome afectar. Llegamos al punto en que puedo hacer la obra mirando a los ojos continuamente a una persona sin irme y eso es un abismo hermoso”.

Dumont 4040, Santos Dumont 4040, CABA

Viernes 22 hs hasta el 30 de agosto

Teatro

ENTRÁ: una semana de teatro contra la motosierra

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El Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa (ENTRA) organiza una semana de funciones teatrales de todas las salas que quieran sumarse, del 3 al 9 de julio, como una gran vidriera del trabajo artístico “y un megáfono para visibilizar la situación de emergencia cultural que atraviesa el sector”, según plantea. La crisis incluye el desfinanciamiento del Instituto Nacional del Teatro, que pone en crisis tanto lugares y puestos de trabajo, como la riqueza teatral y cultural que se ha venido gestando con el correr del tiempo. Trabajadorxs de las Artes Escénicas de Buenos Aires con redes en todo el país planean distintas acciones performáticas y el Festival teatral. Los datos para sumarse y participar.

La asamblea de artistas ya lleva tres encuentros en El Galpón de Guevara de Chacarita (CABA), y está en contacto permanente con otras asambleas de distintos puntos del país: su espíritu federal busca visibilizar la falta de políticas destinadas a la gestión cultural pública. El resorte que puso de manifiesto la necesidad de juntarse a pensar y pasar a la acción fue el decreto presidencial que perjudica, entre otros,  al Instituto Nacional del Teatro (INT) y una precariedad cada vez más notoria que afecta fuertemente al sector desde hace años y se agravó desde la asunción del actual gobierno.

¿Qué dice el decreto 345/2025 sobre el INT?

Este decreto publicado el pasado 21 de mayo, convierte al INT en una unidad organizativa de la Secretaría de Cultura de la Nación y disuelve su Consejo de Dirección. Crea un Consejo Asesor con carácter ad honorem. De esta manera le quita su condición de ente autártico, es decir, pierde la capacidad de gestionar sus recursos y pasa a depender de la Secretaría de Cultura. El decreto alega “una gestión deficiente de la administración”. Se espera que el resultado sea el progresivo desmantelamiento y más despidos con el fin de “equilibrar las cuentas públicas”.

¿Para qué sirve la Ley Nacional de Teatro?

El Instituto Nacional del Teatro fue creado gracias a la Ley Nacional de Teatro (24800), una norma modelo impulsada por el sector artístico que está vigente desde 1997 y con el tiempo consagró a Buenos Aires como una de las ciudades con más salas teatrales del mundo. El apoyo a teatros, espectáculos y elencos a partir de concursos, muestras, festivales, premios, becas, planes de formación e investigación, permitió que cada vez más salas y espacios culturales surgieran a lo largo del país y generó trabajo para trabajadorxs del arte. Si el INT se desfinancia, el resultado será el cierre de salas y pérdida de puestos laborales y de esa riqueza cultural gestada en años de trabajo.

Como modo de manifestar la necesidad de defender la cultura, la asamblea propone –en articulación con asambleas de todo el país– un Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa (ENTRA), del 3 al 9 de julio. ¿Para qué un encuentro de teatro? “En el marco del decreto 345/2025 por el cual se pretende modificar los elementos esenciales del funcionamiento de INT y convertirlo en una oficina más de la Secretaría de Cultura de la Nación y en el contexto de ajuste sistemático a la cultura, nos proponemos brindar una semana de funciones teatrales como una gran vidriera del trabajo artístico, utilizando el hecho escénico como megáfono para visibilizar la situación de emergencia cultural que atraviesa el sector. El festival tiene como finalidad difundir nuestra actividad, fortalecer los lazos entre creadores y públicos y reivindicar el valor del arte como herramienta de resistencia y transformación social”.

De este Encuentro Federal podrán participar todas las salas que quieran sumarse y proponer al menos una función a la gorra del 3 al 9 de julio, día en que se realizará una asamblea abierta con el objetivo de trazar un mapa cultural nacional donde cada asamblea de cada localidad del país redacte un breve documento con reflexiones y propuestas.

Para participar, cada sala podrá completar el formulario, hasta el 23 de junio:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdC-_McOtllp3grunOnY97VjU8C16vldEJP3O3ez3x4vVZS8w/viewform?pli=1

e-mail: [email protected]

IG: @festivalentra

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Artes

Esa musiquita

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Liliana Herrero y Susy Shock presentaron Hay palabras, que no es un show sino una ceremonia que sembró emoción y magia. Junto al guitarrista Pedro Rossi y con artistas invitadas, las dos funciones programadas se agotaron en menos de 24 horas. Así fue la primera.

Por Claudia Acuña

Fotos Lina Etchesuri

Esa musiquita

Susy Shock tiene todas las palabras necesarias escritas en un libro que lee saboreando el tono exacto que necesita esta época. Las despliega como si sacara de una cajita mágica pañuelos de colores o palomas, o cualquiera de esas cosas que maravillan justamente porque no son exóticas, sino precisas: tocan algo que está muy adentro. ¿Será memoria? ¿Quizá emociones? No hay que esperar mucho para saberlo. Apenas un tema que templa las delicadas cuerdas de Liliana Herrero y entonces, sí, ya está, a la segunda canción, apenas nos estamos acomodando en la silla para disfrutarla, la pequeña gigante ya es La Herrero. No es justo decir que canta porque lo que hace es algo que va más allá de interpretar un tema. Tampoco lo actúa. Diría que lo siente, lo acaricia, lo sacude y lo atrapa como una médium poseída por los acordes y los sentidos de cada estrofa. Nos cantará Liliana:

“Toda la patria en el suelo
sobre dos palos en cruz
y encima el viento
y abajo el viento”.

Y entonces La Herrero es ese viento. Literalmente y sin metáforas.

Ya está.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

A los pocos minutos de iniciado lo que nunca podrá denominarse show estamos definitivamente atrapadas en una ceremonia regada con lágrimas. Lloramos todes, sí, y es difícil definir por qué o demasiado fácil: no es por tristeza, aunque también; no es por dolor, aunque también; definitivamente no por nostalgia: es la belleza lo que conmueve.

Un rato antes y en el camarín Liliana estará brindando porque los chequeos médicos la consagraron ganadora de una guerra contra las células malas y Susy recordará aquella vez en la que su maestro de teatro, Héctor Propato, les preguntó qué era la felicidad. Luego de escuchar algunas respuestas, las corrigió: “La felicidad es ser lo que soñaste ser a los 20 años”. Susy tenía por entonces 18. Le pregunto cuál era su sueño. “Esto”.

Al verlas juntas en el escenario es difícil reconocer la fragilidad del cuerpo de Liliana baqueteado por los tratamientos, pero es evidente la seguridad que transmite la mirada de Susy cuando contempla lo que significa su compañera de escena, no solo para ella, sino para ese público y para esta época. Hay algo ahí para aprender, para valorar y para llevarse como recuerdo. Algo que abriga.

Esa musiquita

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

“Lili nos constituye como disidencia”, dirá Susy para hacer explícito ese legado. ¿Cuál es? Estoy, estamos, frente a una mujer de 77 años que no tiene edad cuando canta. Que lo hace, además, de una manera única, que es especial y esencial. Especial porque no hay otra como ella y esencial porque invita a romper moldes y barreras. También porque lo hace, hay que decirlo, desde el folklore, si se trata de ponerle una etiqueta a lo que entona para transformarlo en otra cosa. ¿Qué cosa? Otra vez será Susy la que tiene la palabra exacta:

“Me siento como una hormiguita frente al huracán

Así de inútil

Así de estallada”.

Así me siento, nos sentimos, porque este Hay palabras nos ha dejado sin ellas para definirlo.

Hay más, por supuesto.

Esa musiquita

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

Quizá lo que emociona, también, es escuchar a Valen Bonetto en su dulce interpretación de Brotecitos.

Y a Mochi cantar:

“Nunca te entregues

ni te apartes del camino:

Nunca digas: No puedo más y aquí me quedo”,

Elles interpretan lo que hoy más se necesita: el futuro.

También suma que nos sorprenda Teresa Parodi agitándonos con Esa Musiquita:

“Tanta soledad, tanta falta
Tanta lejanía
Tanto no poder, tanta nada
Tanta despedida

Tan dolor de puertas cerradas
Tan dolor que humilla,
pero en tu piecita de lata
esa musiquita.

Cómo te devuelve a la vida

esa musiquita”.

Esa musiquita

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

Esa musiquita, dirá Susy, es una poética.

La nuestra.

La que jamás tendrán ellos.

Quizá por eso mismo lloramos: para regarla.

Esa musiquita

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

Esa musiquita

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca.

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Músicas

Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad

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Por Claudia Acuña

 Están sentadas frente a frente en una amplia mesa repleta de palabras y de cosas. Hay lapiceras y cuadernitos de coloridas tapas, empanadas, ceniceros, libros, vino, agua, flores, y un sinfín de amorosos recuerdos de las formas más variadas, todo en un desorden creativo que da cuenta que desde hace horas que están allí urdiendo lo que soñaron y disfrutando como dos criaturas que juegan muy en serio a crear con lo que hay lo que falta. Susy Shock y Liliana Herrero mantienen por eso mismo una conexión de miradas emocionadas y cómplices durante toda esta charla que intenta dar cuenta de aquello que ese gesto hace obvio: qué las une. Lo harán explicito es una ceremonia que titularon Hay palabras y que agotó en menos de 48 horas todas las localidades para el domingo 15 de junio (a las 20 horas, en La Paz Arriba), lo que las obligó a programar otra el domingo 29, que también se agotó, y ojalá más.

“Si las solas se juntaran la soledad queda sola”, nos recuerda la canción de Susy Shock y esta reunión es exactamente la puesta en práctica de ese verso. De eso también se trata este Hay palabras: de la coherencia entre el decir y el hacer. Las dos cargan con grandes ausencias que están tan presentes como para encender este motor que las impulsó a compartir escenario: sus compañeros de vida –Horacio González y Joel– las acompañan desde otro plano y acomodarse a esa nueva realidad les ha dado una sensibilidad que las impulsa a producir con ese peso, alas. Sin duda, ellos también están sentados en esa mesa, disfrutando lo que intercambian y que de alguna extraña manera ayudaron a concretar. Durante la charla explicitarán que también están allí y aportando a esa olla que las hace hervir Batato Barea, Evita, Lohana Berkins, Nora Cortiñas, Hebe de Bonafini… y muchas más. “Son seres que nos constituyen”, dirá Susy.  A partir de esa memoria sensible, este encuentro -se entiende- es abrazo.

Encuentro cercano

Susy es muchísimas cosas, pero sobre todo poeta. Liliana es tantísimas más, pero fundamentalmente cantora. Una desplaza con el impulso de la pasión el orden previsible del lenguaje. La otra, tiene la espada del oído preciso: sabe escuchar aquello que es nuevo y es certero.

Dirá, por ejemplo, Lili, buscando en su cuadernito de tapas coloridas:

“Acá anoté una frase que dijo Susy que abrió una puerta: Todo país es una poética”.

Explicará Susy:

“En estos tiempos de crueldad lo que intentan destruir no se limita a cerrar un ministerio, recortar un programa o pegarles a los jubilados. También se trata de destruir la poética que somos, esa belleza de lo sagrado que nos legaron personas que hicieron muchas cosas en momentos también terribles, que vencieron al miedo, que no estaban adormecidas y de las que hemos heredado una épica que es la que nos va a salvaguardar de esta época de mierda”.

Dirá, también, Lili, leyendo otra anotación de su cuardenito:

“Otra frase que dijo Susy: esta época es más de fieras que de aves”.

Explicará Susy:

“Cuando nos pusimos hablar con Liliana nos fuimos contando las cosas que nos constituyeron y fueron apareciendo historias de nuestra vida personal, muchas personas que nos enseñaron cosas, muchos encuentros colectivos que nos dejaron experiencias, trayectos que atravesamos hasta llegar acá. Y así fuimos poniendo el acento no en esta situación horrible que estamos atravesando, sino en cómo fuimos construyendo nuestras disidencias, cómo fuimos dando nuestras batallas, que son muy similares porque las dos somos guerreras”.

Completará Liliana:

“Que son historias muy diferentes, pero interesantes para cada una de nosotras, porque nos completan. Por ejemplo, en un momento de la charla Susy me dice: “yo siempre decido qué decir”. Y eso me explica también. Porque nunca a ninguna nadie nos pudo imponer letra. También Susy me habla de la importancia de la tribu en momentos así. Y me reconozco en esa definición.”

Así, acobijándose en las palabras, fueron tramando lo que harán y lo que dirán, lo que cantarán y lo que actuarán –atención: Liliana va a actuar!– y lo que tratarán de transmitir.

Para explicarlo, ahora es Susy la que cita una frase de Liliana:

“Me dijo: a través de una canción se puede pensar un país. Y eso es lo que celebramos cuando nos encontramos: la belleza de nuestras canciones. ¡Las de ellos son horribles y ni riman! Entonces es un momento en el que tenemos que hacer algo, que no sé si lingüísticamente es correcto, pero es algo así como elongar hacia la belleza. Nuestra propuesta es esa. No vamos a inventar nada nuevo, sino convidar los sabores que nos constituyen porque creemos que es un momento para aferrarse a eso, de abrazar eso y de honrarlo, de hacer una gimnasia de autoestima. Si lo que pretenden es que odiemos a nuestro país para poder venderlo, lo que necesitamos es indignarnos como cuando escupen algo sagrado.”

Completa Liliana:

“Soy una cantora y como tal nunca pude hacer nada sola: no toco un instrumento, por ejemplo. Pero también como cantora soy responsable y me siento honrada por todo un legado de cantoras, toda una memoria que me sostiene y que, como intérprete, me obliga a interrogarme qué hago con eso. Hay que conversar con ese legado, intervenirlo, cuestionarlo, debatirlo. Y sobre todo formular las preguntas que faltan. Todavía no hicimos todas las preguntas que necesitamos para saber qué fuimos, qué queremos ser y qué queremos aportar a ese legado nosotras. La derrota sería esa: no saberse parte de esa historia y no comprender lo que puede aportar tu voz a ella”.

A esta altura de la charla tengo plena conciencia de que no voy a encontrar las palabras exactas para definir lo que significa esta maravillosa conspiración que representan, así que les pido que lo hagan ellas, porque pueden y saben. La respuesta es una imagen:

“Somos las dos manos que están en el escudo nacional que representan la alianza, la fuerza, la lengua en común, el encuentro, el amor, la amistad y la disposición a no aceptar que las cosas sean inevitablemente como son. No vamos a aceptar ser como ustedes quieren que seamos: eso somos. Y me parece que nuestro país está necesitando que digamos eso”.

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