Sigamos en contacto

CABA

Margarita Padilla: ¿Por qué esto? ¿Por qué a mí?

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Ees española, forma parte de la Red Ciudadana de afectados por el atentado de Atocha y promovió un encuentro con los familiares de Cromañón. Sus reflexiones sobre estas luchas sin modelos.

Margarita Padilla: ¿Por qué esto? ¿Por qué a mí?

Buenos Aires, 30 de diciembre de 2004. Ciento noventa y cuatro personas, en su mayoría jóvenes, fallecen en un incendio en la discoteca República Cromañón, ocasionado por una bengala. La salida de emergencia estaba cerrada con candado, el sistema antiincendios no funcionaba, el aforo era el triple del permitido y el techo estaba cubierto por un material que, en contacto con el fuego, emanó cianuro de hidrógeno y dióxido de carbono, entre otras sustancias letales. Luego del incendio se generó una situación de caos.
Madrid, 17 de diciembre de 1983. Ochenta y una personas fallecen en un incendio en la discoteca Alcalá 20. El Estado, declarado responsable civil subsidiario por los jueces, pagó doce millones de euros en indemnizaciones a las familias en el verano de 1997, casi catorce años después de la desgracia.
Si “lo que nos pasó es lo que somos”, Alcalá 20 y República Cromañón serían dos modos distintos de “lo que nos puede pasar”. En la España del año 83, recién terminada la transición política y con un gobierno de mayoría absoluta socialista, la lucha política, enferma de “desencanto”, no podía ocuparse de los alienantes estilos de vida discotequeros. La lucha política tenía otros asuntos más importantes que atender. Quizá por eso, en Alcalá 20 “no pasó nada”.
En la Argentina de 2004, la insurrección de 2001 ¿ha quedado atrás? Ahora el gobierno es progresista y la sociedad está preocupada por la inseguridad. Pero, después de la masacre de Cromañón, las marchas reclamando Memoria, Verdad y Justicia han ocupado las calles y todavía se celebran, siempre hasta Plaza de Mayo.
La masacre hizo que los chicos de Cromañón mostraran sus modos de vida, su pasión por el rock, sus trabajos de catorce horas, su sentido de la fiesta, sus cálculos a corto plazo. Así fue como conocimos a la Generación Cromañón.

Conocimos a la Generación Cromañón nueve meses después de que el 11 de marzo de 2004 acercara los horrores de la guerra a la puerta de nuestra casa. El horror, convertido en acontecimiento, puso en crisis las relaciones de sentido y de poder imperantes, y abrió un vacío existencial desde donde pudieron emerger preguntas verdaderamente radicales: ¿qué es tener una vida?
Las lógicas de la “gran política” enseguida se apresuraron a cerrar la crisis de sentido y de poder, tomando la iniciativa para recuperar la hegemonía, poniendo en primer plano las sospechas sobre qué intereses había detrás del atentado y cómo se modificó el tablero electoral. Pero las lógicas de la “gran política” debían ir más allá. Debían, también, evitar que esas preguntas verdaderamente radicales que desde un vacío existencial pudieron formularse se hicieran de modo colectivo. Así pues, se pusieron en marcha todas la estrategias posibles para encerrar a cada uno en su propia individualidad y, según la vieja consigna de “divide y vencerás”, el objetivo fue y será dividir a lo social, dividir las familias, dividir incluso a cada afectado en miles de pedazos que se bloqueen entre sí. Estas estrategias irán desde abonar rentabilidades y promesas hasta hacer cálculo de proporciones, pasando por instrumentalizar el dolor, representarlo, interpretarlo, apropiarse de él, llevarlo al “deber ser”… Todo, antes que permitir que esas vidas rotas dejen de ser vidas privadas y se encuentren en una interioridad común que amplifique hasta el infinito la radicalidad de las preguntas compartidas. Por eso, el momento “cero” de toda lucha es luchar contra la soledad y el aislamiento.
Tal vez entre la quema de vehículos en las periferias de París, desencadenada por la muerte de dos chicos en una persecución policial (otoño del 2005) y la devastación producida en Nueva Orleans por el huracán Katrina, gestionada con espeluznante parsimonia por parte del gobierno de ee.uu. (agosto de 2005) pueda tejerse un hilo de dolor y de luchas. Sería un hilo que se enredase en Cromañón, pero también en los atentados del 11-s, 11-m y 7-j; en el incendio en Guadalajara (España, verano de 2005), con la muerte de diez trabajadores y una trabajadora forestales; en las muertes de emigrantes en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla (frontera española, verano de 2005); en las muertes por violencia entre iguales, y, por supuesto, en las muertes en carretera, en el trabajo… ¡y en tantos otros escenarios de la catástrofe contemporánea!
Pero no se va a armar una lucha porque alguien muera; ni siquiera porque muera mucha gente. ¿Qué es lo que verdaderamente puede armar una lucha? Se arma una lucha cuando alguien señala la muerte acaecida como una “muerte política”. Entonces, ¿qué significa señalar con el dedo y afirmar que ésa “es una muerte política”? Significa rebelarse ante el hecho de que ese ser único e irrepetible, cuya ausencia abre un vacío que jamás podrá ser colmado, murió (lo mataron) sin que llegara a “tener una vida”. Significa asumir que esto no funciona, que es intolerable y que las condiciones de vida hiperprecarias sitúan a la mayoría de la humanidad permanentemente al borde de la catástrofe, individual o colectiva.

Una nueva sensibilidad
Si para el capitalismo trucho la gente es sólo basura, la catástrofe a la que nos arroja ese capitalismo trucho pone en evidencia cómo sólo “la gente”, cómo únicamente los otros, todos y cualquiera, son los que pueden salvarme. Pero, paradójicamente, esos que pueden salvarme también pueden, en el momento de la catástrofe (o sea, cada día), pisarme la cabeza.
Este descubrimiento da lugar a una nueva sensibilidad o, si se quiere, una nueva politización. Una nueva politización que entiende que su lugar está en la cuerda floja, en el filo de lo ambiguo, pues reconoce en la construcción de lo común la única vía de liberación, así como también asume que esta construcción de lo común de ningún modo está garantizada. Habrá que construir, sí, lo común, pero cimentado en un vacío. Construir lo común cimentado en un vacío es vérselas con la ambigüedad; es crear mundos donde recuperar la libertad tanto como hacerse cargo de la carga de negatividad que la masacre, el atentado, el “accidente”… han depositado en sobrevivientes, víctimas, afectados… Es, casi seguro, prescindir de la “línea correcta”.
Esta nueva politización tendrá que cruzar una frontera, estar ahí donde se elaboran los modos de entender, sentir y actuar; hacerse tan frágil como otros; mirar el mundo desde una salvaje oscuridad; comunicar con la escucha y el silencio; desplegar una ética cálida, femenina; abrirse a la sensibilidad y al afecto. En definitiva, tendrá que pensar con y desde el cuerpo o, dicho de otro modo, trabar lo existencial con lo político, y viceversa.
ensar con y desde el cuerpo significa que lo político y lo existencial dejan de responder a lógicas distintas; significa que el pensamiento y la vida ya no están separados. Pensar con y desde el cuerpo significa hundir todas las trascendencias.
Cuando se lucha con y desde el cuerpo, desde una nueva sensibilidad, surgen nuevas amenazas. Por supuesto, siempre actuarán la represión, la criminalización, el desprestigio, la división… Pero la mayor amenaza para las luchas que se arman desde una nueva sensibilidad consiste en que la dimensión propiamente política haga perder la dimensión existencial, o viceversa. Consiste en que una de las dos dimensiones tome hegemonía y organice, sin atender a la otra, los modos de entender, sentir y actuar.
Rota la horizontalidad entre las dos dimensiones, la lucha se privatiza, deja de ser una lucha que habla a todos y a cualquiera, que es de todos y de cualquiera, para pasar a ser la lucha de unos cuantos que pelean por “lo suyo”, no importa si “lo suyo” es un reclamo político o un espacio de autoayuda.
Hacer a cada momento la horizontalidad entre lo existencial y lo político es un camino extenuante porque no hay garantía de que la solución política y la solución existencial siempre coincidan, e incluso sospechamos que no van a coincidir. O, como escuché decir en una ocasión a nuestra amiga Ivana, hermana de Yamila (asesinada en Cromañón), “cuanto mayor es el logro más grande es el vacío”. Entonces, estas luchas tienen que plantearse la pregunta sobre qué es un logro porque, posiblemente, ninguna victoria consiga colmar el vacío y, en ese sentido, toda victoria sea una victoria precaria.
¿Significa eso que la lucha fracasa? Ni mucho menos. Significa, sólo, que nuestra lucha no tiene modelos.

Margarita Padilla, desde Madrid
diciembre de 2006

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

CABA

La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

Seguir leyendo

Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.046