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Esto es cultura

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El agite cultural. Una red de organizaciones culturales agita la ciudad de Buenos Aires al ritmo de las arbitrariedades estatales. Clausuras, tarifazos y vacíos en la reglamentación que son resistidos y solucionados por estos actores sociales. ▶ LUCÍA AITA Y MARÍA DEL CARMEN VARELA

Esto es cultura

En diferentes espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires la escena se repite: hay una ronda grande de mujeres y hombres jóvenes que debaten, mate de por medio.  Los artistas, estudiantes, docentes y gestores de centros culturales están en pie de guerra. Los motivos son muchos: suba de tarifas, falta de fomento, clausuras arbitrarias, entre otros. Las estrategias para dar pelea también son numerosas y variadas: clases abiertas, volanteadas, intervenciones en el espacio público, acciones de repudio y festivales. Los protagonistas de la movida cultural porteña accionan de forma optimista frente a un panorama político y económico desolador. Aquí, el variado menú de esa resistencia:

Escena

En la actualidad, Buenos Aires tiene uno de los mejores niveles mundiales de teatro y danza independientes. “Para potenciar esto, el gobierno no debería cerrar espacios sino, por el contrario, ayudar a su creación y preservación. Esta es su obligación constitucional”, plantean los integrantes de Escena. Esta organización nació en el 2010 y reúne a más de veinte espacios culturales y teatros independientes de la Ciudad. Sus miembros sostienen que prefieren que sus obras se caractericen por el valor artístico y no por el comercial. Desde el origen, los miembros de Escena realizan acciones  culturales  en las que exigen, entre otras cosas, que no se clausuren ni cierren más teatros ni espacios culturales.

Una de esas acciones fue en la puerta misma de la Agencia Gubernamental de Control para exigir que se reabra la Unidad de Proyectos Especiales, un espacio creado por decreto que obliga a designar un representante de Habilitaciones y uno de Fiscalización y Control para trabajar en conjunto con el sector cultural y mejorar sus condiciones.

Este grupo realiza y gestiona todos los años el Festival Escena, en el que participa una gran cantidad de salas y artistas  independientes. Este año el festival todavía está en proceso de organización, pero adelantan que buscan que su contenido sea “un manifiesto en oposición al statu quo político actual”.

Cultura Unida

Desde Cultura Unida se lanzó la campaña Emergencia Cultural. La primera acción fue un apagón de un minuto en más de 200 espacios culturales, para evidenciar el momento crítico que atraviesan por las subas de luz y agua. Desde hace dos años este movimiento viene trabajando por la defensa y la promoción de la cultura, atento a las necesidades del sector. Integran Cultura Unida: ARTEI (Asociación Argentina del Teatro Independiente), MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos), ESCENA (Espacios Escénicos Autónomos), FAAO (Frente de Artistas Ambulantes Organizados), AOM (Asociación de Organizadores de Milongas), CLUMVI (Cámara de Clubes de Música en Vivo), Seamos Libres, Foro de Danza en Acción, Abogados Culturales, FACC (Fuerza Artística de Choque Comunicativo), Construyendo Cultura, Potencia Unida, Roja y Blanca Actores, LaCulturaNoSeClausura, Peñas Unidas.

Reclamaron una tarifa diferenciada en el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación. La Procuración General de la Nación se propuso como intermediaria para llevar adelante la acción administrativa y legal.

La EMAD en emergencia

Directivos, docentes, no docentes y estudiantes de la Escuela Metropolitana de Artes Dramáticas declararon al establecimiento en estado de emergencia. Toda la comunidad educativa de una de las principales instituciones públicas de formación teatral de Buenos Aires anuncia que si no se toman medidas deberán cerrar sus puertas. “A principio de año hubo un recorte formal del 30 por ciento del presupuesto sin tener en cuenta la inflación ni la suba de tarifas. Por eso  el recorte real que sufrimos es de un 70 por ciento”, dice Christian Chen Serna, estudiante de tercer año de la carrera de Formación de Actor. Agrega: “Necesitamos ser escuchados y salir ya de esta situación. Nos empezamos a organizar porque nuestro deseo es seguir  formándonos para hacer  lo que nos gusta”. Los reclamos de los miembros de la EMAD son: designación de horas docentes, aumento del personal no docente, aumento de horas cátedra, refacción edilicia inmediata de todas las sedes y cumplimiento de normas básicas de seguridad.

La EMAD depende de la Dirección de Enseñanza Artística (DGEArt), a cargo de Marcelo Birman, y de la Subsecretaría de Políticas Culturales y Nuevas Audiencias del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Darío Lopérfido. La primera acción fue movilizarse atrás de una bandera  que decía: “EMAD: Aquí se forman los teatristas de la ciudad” y llevar una carta  a la DGEArt  y después, al Ministerio de Cultura. También juntaron adhesiones de una gran cantidad de actores y directores reconocidos y realizaron clases públicas en las puertas del Teatro Colón. Con esta última intervención lograron una reunión con Birman, en la que reconoció que había un 400 por ciento de aumento para reformas edilicias de las escuelas de arte y prometió hacer las obras correspondientes. “En primer lugar nos dijo que iba a poner aire acondicionado. Le contestamos que se nos está cayendo el techo, no tenemos casi personal no docente que abra las puertas de la escuela y tenemos compañeros con dengue por un estancamiento de agua lleno de mosquitos en una de las sedes”, enumera Christian. “Además investigamos el presupuesto y ese aumento del 400 por ciento estaba desde enero, no lo habían comunicado y es solo para infraestructura, mientras que en el presupuesto para funcionamiento diario figura un recorte del 13 por ciento”. Todos los miembros de la EMAD piensan hacer un seguimiento  exhaustivo de las medidas de la DGArt y si no hay ningún cambio, van a seguir con las acciones.

Lopérfido Renunciá Ya

El 25 de enero de este año, Darío Lopérfido, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y director artístico del Teatro Colón, sostuvo en una entrevista que en Argentina no hubo 30.000 desaparecidos. Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, Madre de Plaza de Mayo desaparecida, dirigió una carta documento al ministro de Cultura de la Ciudad exigiendo su renuncia. Un grupo de artistas y representantes de la comunidad cultural acompañó ese reclamo. “Con sus afirmaciones, pone en tela de juicio la integridad de los organismos de derechos humanos y banaliza una lucha de 40 años por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, dicen los miembros del colectivo, que declaró al ministro  persona no grata para la cultura. Desde ese momento, los artistas comenzaron una serie de acciones para exigir que Darío Lopérfido renuncie a su cargo porque no los representa como comunidad cultural.

Algunas de las acciones realizadas:  una volanteada con el pedido de renuncia en la apertura de la programación del Teatro Colón, una intervención con  velas en la puerta del Teatro General San Martín y la marcha unificada de la comunidad artística el 24 de marzo.

Otra acción que llevan a cabo los actores, bailarines y directores: al comenzar  cada función piden a los espectadores que graben lo que va a suceder: entonces, pasan el audio de las declaraciones del ministro y la exigencia de su renuncia. Esa misma acción, a su vez, fue replicada por directores de cine en el BAFICI. También hicieron oír las palabras de Lopérfido con un megáfono en la inauguración de ArteBA 2016. Todas las acciones terminan con un grito fuerte y claro que refleja su repudio y reclamo colectivo: Renunciá Ya.

Fuerza Artística de Choque Comunicativo

La FACC nació cuando un grupo de artistas, a partir del cambio de gobierno nacional, sintió que les urgía poner el cuerpo fuera de sus teatros. Si bien sus encuentros comienzan a partir del triunfo de Cambiemos, los artistas que conforman la FACC aclaran que no son un colectivo antigobierno, sino que “quieren instalar una simbología en la calle que hable de un grado de resistencia y que explicite que una parte de la sociedad está enojada y en pie de protesta”.

La chispa que encendió la primera acción fue la llegada de Obama a la Argentina y su presencia el 24 de marzo en el país.  Los integrantes de la FACC dicen que sintieron la necesidad de salir hacia los espacios públicos por una combinación de motivos políticos y sociales, que van desde el constante atropello a los espacios culturales hasta la violencia social general. “Frente a un Estado policial que reprime el arte la respuesta que encontramos fue salir a hacer lo que sabemos hacer. No nos interesa el teatro panfletario. No es nuestra estética, ni nuestra búsqueda poética, por eso seguimos en la investigación para ser claros con el mensaje, prepararnos y aprender a ponerle el cuerpo a la calle”.

Utilizan las técnicas de la creación teatral para realizar sus acciones. “Tenemos esa herramienta. Somos artistas escénicos, artistas performáticos, gestores culturales, y tenemos los espacios. Todo eso ahora lo queremos poner en función de lo que pasa”.

La FACC lleva cinco acciones en tres meses de trabajo intenso. Por un lado, una pila de cuerpos desnudos que simbolizó, entre otras cosas, la violencia estatal argentina y estadounidense sobre los cuerpos de la sociedad. Por otro, una intervención sobre el puente de Juan B. Justo y Córdoba: se pararon al borde del puente con globos amarillos atados al cuello. Por último, pusieron el cuerpo para acompañar a una asamblea en contra de un desalojo en el barrio del Abasto. Hicieron un living humano para abrazar y sostener a  las familias y  vecinos que resistían el desalojo.

ARTEI

Casi trescientas  salas de teatro independiente se distribuyen en la geografía porteña. La cartelera del off crece día a día en cantidad y calidad. Para atender, expresar y resolver los problemas propios de estos espacios en expansión, en 1998 se fundó la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI). Obtener subsidios para adecuar y mejorar la  infraestructura y así acompañar su crecimiento fue una de las necesidades del sector, aunque en este momento la emergencia es otra: la suba  desmedida de tarifas pone en riesgo su labor. Aumentos de hasta el 500% son una amenaza concreta: la mayoría de las salas no puede costear las facturas de luz, agua y gas. Tampoco quieren trasladar ese aumento desmedido al valor del espectáculo, ya que si lo hicieran en el mismo porcentaje, una entrada pasaría a costar entre 700 y 900 pesos.

Imposible.

La Carpintería es un teatro que tiene capacidad para cien espectadores. Tras el tarifazo, pasó de pagar 1.500 a 7.500 pesos por el servicio eléctrico y de 400 a 6.000 pesos por el de agua. Sol Tester, actriz y una de las gestoras de esta sala del barrio del Abasto,  explica qué significa esto: “Fue un cambio brusco y no hubo medidas que puedan acompañar ese tarifazo. Están  en riesgo un montón de espacios porque las entradas no se pueden subir a ese nivel de aumento. Tampoco hay presupuesto para abrir una sala. Para entrar a Proteatro tenés que tener antes nueve meses el teatro abierto”.

Desde ARTEI, que también forma parte de Cultura Unida, solicitan ser incluidos en una tarifa social.

Cámara de Clubes de música en vivo

La música en vivo está en la mira de los controles después de diciembre de 2004. La masacre de Cromañón en lugar de condenar la corrupción en el sistema de control estatal, aumentó las restricciones. Si bien la actividad musical siguió desarrollándose, muchos espacios sufrieron clausuras y multas al no estar amparados por una ley que los defina como centros de música en vivo. Encuadrarse como teatros independientes fue la solución transitoria que encontró este tipo de espacios. “Somos lugares autogestivos y  vivimos al día. Lo que generamos lo utilizamos para mantener en norma el lugar. Somos espacios prolijos, nuestras principales clausuras son por desvirtuación de rubro o por falta de una persona para el plan de evacuación. Hay lugares de tango que son para 30 personas y te exigen una planta de evacuación atendida por siete personas, algo imposible por desproporcionado”, explica Hugo, del espacio El Emergente. Para exigir la actualización de las normas de habilitación y discutir problemáticas afines, hace un año surgió la Cámara de Clubes de música en vivo, que reúne a más de 40 lugares de la Ciudad de Buenos Aires.

Además de las clausuras y la falta de implementación de la ley que ya está vigente, el nuevo obstáculo es el aumento de tarifas. En el caso de El Emergente, pasaron de pagar 1.700 por bimestre a 4.500 por mes. Y así, la actividad toda fue puesta en riesgo.

Frente de Artistas Ambulantes Organizados

Músicos, malabaristas, actores, clowns, muralistas, estatuas vivientes, bailarines que desarrollan su arte en espacios públicos están agrupados en este Frente desde hace dos años. Los inconvenientes que afrontan los artistas autogestivos -que suman 2 mil en la ciudad de Buenos Aires-  están relacionados con la criminalización de actuar en la calle. Cuando la Policía Metropolitana se hizo cargo de la seguridad en los subtes comenzaron las actas contravencionales.  Los artistas callejeros solían encontrarse en la Defensoría del Pueblo y en la cola de denuncias decidieron crear el Frente. Así elaboraron un Manual de Artistas Ambulantes, instructivo que contiene  la normativa legal vigente. Ruidos molestos es la principal acusación. Los Amigos de la calle Florida, los anticuarios de San Telmo y la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) son los recurrentes denunciantes. “Hay un proyecto de ley hecho a nuestras espaldas que parece dictado por representantes de estas cámaras. Es un mamarracho. Fue presentado por el PRO. Establece que la autoridad de aplicación es el Ministerio de Espacio Público: nos trata como sombrillas. Nuestra actividad tiene que estar regulada por Cultura”, afirma Alejandro Cabrera Britos, integrante de la banda Jamaicaderos y miembro del Frente. “La ley vigente establece que la actividad del artista callejero no constituye contravención, salvo contraprestación pecuniaria. Como nuestra actividad es a la gorra o voluntaria, estamos cumpliendo con lo que dice esa ley. Y además, el artículo 32 de la Constitución de la Ciudad dice que el Estado debe fomentar, velar y proteger la diversidad cultural en el espacio público y lo incumplen constantemente porque para ellos la cultura es mercancía y para nosotros un derecho”.

MECA

Otra consecuencia de Cromañón: el vacío legal para regular la actividad de los centros culturales. Así, las inspecciones municipales derivaron en multas y clausuras arbitrarias, amparadas en la falta de una normativa específica que regule estos ámbitos que no son restaurantes ni librerías, ni teatros ni clubes sociales.  Pero que pueden ser todo eso y mucho más. Desde 2010 un grupo de representantes de distintos espacios se juntan para debatir, consensuar y proponer. Así nació MECA, un movimiento conformado por 22 centro culturales, que redactó la ley, elaborada durante tres años,  aprobada en 2015 en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, pero que aún no se aplica. Lisa Kerner y Jorgelina De Simone, de Casa Brandon, participaron de la redacción. Lisa: “Tardó mucho en publicarse en el Boletín Oficial: tuvimos que hacer presión. Una vez que lo logramos, lo que tenía que hacer el Ministerio de Cultura era abrir el Registro de Usos Culturales. Recién hace diez días abrieron el Registro porque fuimos todos juntos a reclamar”. A las clausuras se suma el tarifazo: “Estamos teniendo todas las reuniones que se puedan tener con todos los funcionarios, afinando  la inteligencia para cranear todos juntos estrategias de supervivencia y de presión. Son reclamos urgentes”.

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