CABA
Un viaje al plato
Marcos Filardi y su viaje por la soberanía alimentaria. A lo largo de un año recorrió 24 provincias argentinas para trazar un mapa de conflictos, pero también de alternativas al mal vivir. ▶ SOLEDAD BARRUTILa foto de perfil de Facebook de Marcos Filardi podría ser un cliché: rubio, de ojos claros, con cuerpón de buena vida, rodeado por niños negros que, pese a todo, conservan la sonrisa Unicef. Están en África, en algún lugar incierto de ese continente dibujado con regla. Hasta allá entendió que debía ir si quería ver el hambre perpetuo, las caras reales de esas estadísticas que ya no dicen nada. Los ciegos, los malformados, los exhaustos, los piel y hueso, eso que abunda en aquel continente teóricamente rico, pero prácticamente pobre; ese lugar como acá nomás, pero un poco peor. Sin embargo, el detrás de la foto de Filardi es todo lo contrario a un lugar común: lejos de regodearse con lo fácil que es hacer caridad ante una desgracia como esa, lo que hizo fue investigar. No venía de cualquier lado: en Argentina y con solo 26 años había sido parte de la Unidad de Seguimiento de las causas por violaciones a los Derechos Humanos por parte del Terrorismo de Estado. Con esa experiencia aterrizó en Sudáfrica y siguió: Lesotho, Swazilandia, Mozambique, Madagascar, República de Comores, Botswana, Namibia… En un año y medio recorrió 18 países y trabajó buscando responderse varias preguntas. El porqué, el qué, el cómo, el hasta cuándo: eso quería saber. Por qué el no acceso a la comida pega de lleno y con tanta intensidad en ese lugar. Entendió enseguida que problemas con la comida hay prácticamente en todos lados. “Lo que encontré, luego de un año de viajar, es que el hambre tiene que ver con un acaparamiento de las mejores tierras, la privatización del agua, y la participación activa de fundaciones -como la de Bill y Melinda Gates- que quieren hacer una Revolución Verde vendiendo paquetes biotecnológicos”, dice hoy, a una década de esa experiencia.
De regreso a Argentina, Filardi armó un seminario Interdisciplinario sobre el Hambre y el Derecho a la Alimentación Adecuada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, pero solo pensaba en volver a África. Quería trabajar en la Acción contra el Hambre, en los campos de refugiados. Y en eso estaba, cuando en 2007 Argentina vivió el desembarco inesperado de polizones que llegaban de ese continente sin compañía. Tuvo a su cargo el tutelaje de 300 menores, la mayoría adolescentes, mientras continuaba con sus clases. Empezó a conocer a los referentes de la lucha por la soberanía alimentaria -como Miryam Gorban- sin dejar de trabajar para esa partecita de África que había aterrizado en el país. Por entonces, los años se pegaron unos con otros, como cuando el asunto va bien.
El largo viaje
En 2013 se inauguró la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de Nutrición, y él ya era parte. Sin perder contacto con sus chicos que se hacían grandes, armaban familias, se iban a vivir a otras ciudades, se le hizo inevitable la causa alimentaria local, el atropello del agronegocio y sus posibles salidas más humanas y más justas. “Me fui interiorizando cada vez más en lo que significa el derecho de los pueblos a decidir sobre su alimentación, a acceder a alimentos sanos, a poder producirlos. Me entusiasmé con muchas experiencias y personas que conocí en este tiempo. Pero me di cuenta de que me faltaba mirar el asunto de cerca. Me faltaba un nuevo viaje”. Eso es lo que Filardi está haciendo ahora y desde hace seis meses, y lo que hará durante seis meses más: El Viaje por la Soberanía Alimentaria.
Se trata de un recorrido por las 24 provincias argentinas para ver cómo se producen, cómo se distribuyen y cómo se consumen los alimentos, identificando las violaciones a los derechos humanos que genera este sistema, pero sobre todo, las salidas posibles. Un viaje por tierra sobre un viejo Alfa Romeo morado, al que bautizó Rocinante, cargado de libros y un bolso con poca ropa. Un viaje que espera resulte en un mapa que destaque todo eso que ofrece -o no- la mesa diaria de este país.
Filardi trazó un recorrido con las experiencias que ya conocía y un itinerario climático. Limitado a un año, empezó en diciembre por lo más difícil: el sur. Subió por la cordillera y llegó a Mendoza. Desde ahí seguirá por la Mesopotamia, para terminar en el Norte y volver por lo que le quedó sin ver del centro, hacia Buenos Aires.
Entre sus políticas de ruta está el alojamiento barato y familiar. No solo por presupuesto, sino porque ahí empieza el mágico boca a boca que ilumina caminos que no aparecen en GoogleMaps.
Entre sus políticas de investigación está no ir al INTA como primera opción; de hecho ni lo visita a no ser que las personas del lugar se lo recomienden especialmente. Así se libra de la historia oficial y rescata sólo a los más aguerridos. Hasta ahora encontró tres: en Gregorias, Santa Cruz; en Río Grande, Tierra del Fuego, y en Anguil, Santa Rosa- que perseveran adentro de esa institución nacional que parece que perdió el rumbo. O que tiene uno solo: el agronegocio.
El sur que existe y el que no
«Fue muy interesante haber empezado por el Sur. Me di cuenta de que hay dos Patagonias: una al Este y otra al Oeste. Y que eso habla mucho de lo que somos. Hacia el Oeste fue donde se resguardaron los mapuches, con sus saberes, y también donde hubo una gran migración de personas que venían militando en causas sociales, con una trayectoria organizativa muy importante. Los que eligieron Bolsón, por ejemplo, lo hicieron por algo y desde entonces lo defienden, no lo van a entregar así nomás. Si viene una minera se organizan”, dice Filardi.
Es diferente en Comodoro Rivadavia o Río Grande. “Ahí está el trabajador que migró siguiendo un puesto que le prometía hacerse la América. Hay una media de personas con poca educación y grandes salarios. Tienen ingresos mensuales de 50 mil, 60 mil pesos, que se usan para sostener el modelo de vida que ofrece el extractivismo, porque ni un teatro hay, nada que no sea consumo fugaz. Es una mezcla de desarraigo, pérdida de identidad, impermanencia con camionetas y autos caros, prostitución, trata, cocaína, y una obesidad increíble, que pone en evidencia que la comida y sus consecuencias son reflejo de una ideología”.
Estar lejos de casa en esas condiciones es para muchos una oportunidad para adoptar hábitos que desde la infancia les resultaron aspiraciones esquivas. El supermercado, la Coca Cola, los combos que emulan a McDonald´s -empresa que todavía no llegó a establecerse allá lejos- la harina y el aceite vegetal en sus combinaciones ultraprocesadas, llenan un vacío oscuro: el reflejo sobre el plato de una sociedad que es cada vez menos rigurosa al momento de definir comida.
“En el sur no hay soja. El problema es la minería, el fracking, el gas, sumado a la presión inmobiliaria que compite directamente con la producción de alimentos. Es un problema que se sostiene cuando subís por la cordillera hacia Neuquén o te vas para Río Negro. Los alimentos están perdiendo espacio porque no conviene producir o por la contaminación: las mejores chacras que podrían dedicarse a la agroecología se están perdiendo. Si bien la carne en la estepa todavía es de pasturas, ya están llegando los corrales de engorde; de vacas y de jabalí. En las regiones costeras nadie come pescado y cuando lo comen es salmón chileno. Es muy poco el respeto que hay por lo que puede dar cada lugar. He visto cigüeñas petroleras entre los frutales, en el Alto Valle . La contaminación petrolera se suma a un fuerte problema que tienen hace años por agrotóxicos, más los bajos precios de sus productos: las economías regionales, que son las que proveían de comida a gran parte del país, están ahogadas”.
Corporación al plato
El derrotero de problemas llega y se va en camión, entre lechugas del Mercado Central de Buenos Aires y limones tucumanos: si no aparece comida de los mercados concentradores grandes, en buena parte del país no hay qué comer. Así, los efectos de la sojización también se hacen presentes: las grandes cadenas comercializan la misma comida en Cholila y en La Matanza. “Juguitos, postrecitos, galletitas: las marcas son las mismas”, dice Filardi. “Por lo demás, la gente busca carne, pero hoy cuando uno piensa en carne tiene que pensar en precios imposibles que generan que la comida nacional ya no sea el asado, sino la hamburguesa. Eso fue lo que más encontré para comer hasta ahora en este viaje: hamburguesas. Un delirio”.
“Si no empezamos a hacer que la comida Argentina sea otra cosa estamos perdidos”, dice Filardi, que conserva un buen ejemplo: “En toda la historia de Bariloche hubo un solo referéndum: la gente votó para poner una sucursal de WalMart”.
Si bien el recorrido no contempla centros médicos sí tiene debates con profesionales de la salud, muchos de ellos miembros de alguna de las trece cátedras libres de soberanía alimentaria que en los últimos años se constituyeron en distintas partes del país. Porque si bien el objetivo es salir de la denuncia o en todo caso hacer una denuncia positiva –mostrar dónde están las alternativas invisibilizadas, pero fuertes y posibles- no puede pasar por alto esta nueva generación de argentinos: los malnutridos.
¿Encontraste similitudes entre África y Argentina?
Nuestro nivel de desnutrición aguda no tiene nada que ver con el de Burundi o Madagascar. Acá afecta al 2,5 por ciento de la población, según el mapa global del hambre. ¿Eso significa que estamos bien comidos? No. En Argentina hay una desnutrición oculta, disfrazada de sobrepeso. Hay anemia entre calorías vacías. Nos morimos de enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas a la alimentación. Pero no producción de comida sino acaparamiento de tierras, desplazamientos, negocios que ocupan el lugar de los alimentos. En ese caso, lo mismo que en África, pero sin Médicos sin Fronteras, y con felicitaciones de la FAO en el medio, eso sí.
Un país de muchos mundos
Por suerte, ante la evidencia de todo lo malo, el mapa viene resultando un prolífico compendio que da una esperanza grande. De Ushuaia para arriba se encontró con funcionarios con proyectos que hablan de dinamizar las chacras, aumentar el consumo de alimentos regionales y limitar la expansión extractivista. También agrupaciones de productores y técnicos unidos con un objetivo en común. Un ejemplo: Trigo Limpio, una asociación de acopio y molienda de materias primas agroecocológicas que elaboran pan para todas las escuelas del municipio de El Bolsón y que cuesta un 50 por ciento menos que el alimento industrial.
En estos meses, Filardi se encontró con una necesidad cada vez más ruidosa de la gente de reivindicar lo que es justo y unirse alrededor: cooperativismo, organización social, recuperación de los bienes comunes. “Hay cosas chiquitas, como el orgullo que encuentran los mapuches después de haber devuelto a su dieta el piñón que se había perdido y reencontrar sabores que ya no tenían. Pero enseguida podés ver que eso se entrecruza con una recuperación de plantas nativas para alimentación y para la medicina, de la mano de Eduardo Rapopot: un biólogo de más de 80 años que vive en Bariloche y ha dedicado su vida a identificar y difundir los alimentos silvestres para abrirnos la cabeza en torno a nuestro universo comestible. Estamos rodeados de un montón de cosas de alto valor nutricional, cosas deliciosas que no incorporamos a nuestra dieta”.
Si bien lo masivo sigue siendo –cuándo no- la apatía, también encontró una buena oferta de ferias y mercados que se acercan a las ciudades o a las cabeceras de los pueblos. “Los dos ejemplos que más me gustaron son Choele Choel y Mendoza, con la Bioferia. La primera no es necesariamente agroecológica pero la de Mendoza sí. Me pareció importante que el precio que fijan los productores es casi igual al que encontrás en el supermercado, y muchas veces, más bajo”.
Son productores familiares, campesinos y recién llegados a un mercado que están empezando a entender. Jóvenes y mayores y entremedio, una marcada generación vacía. “Entre 45 y 60 años casi no encontrás. La generación a la que se le metió en la cabeza que el desarrollo pasa por otro lado casi se perdió”, dice Filardi. “En la agroecología hay mayores, imprescindibles, que no abandonarán nunca, y un nuevo sujeto: los que están empezando; que no son los que uno imaginaba que iba a terminar en el campo. Son sectores medios, profesionales, con familia, que optan por una mejor vida. O con romper con las tradiciones de su familia que tiene campos y siempre hizo en ellos cosas desastrosas ambientalmente hablando. Estos treintañeros, por lo general, terminan involucrados en alguna lucha porque eso es inevitable en todo el país: conflictos hay ante cada pedacito de tierra fértil”.
Entre las provincias que lleva recorridas la que más lo conmovió fue la última que visitó de subida, Mendoza: emprendimientos agroecológicos consolidados entre frutales, viñedos y olivares; la fuerza de las asambleas que lograron leyes por el agua y contra las minas; y los movimientos campesinos, como Unión de Trabajadores sin Tierra que lidera una de las cinco escuelas campesinas del país, ubicada en Jocolí: un espacio de formación de jóvenes, que en vez de tener geografía por materia, tienen territorio. “La diversidad de propuestas, de historias, de proyectos es para celebrar. Hay una nobleza, un compromiso, unas ganas de que todo sea mejor. Y trabajan para eso, producen para eso, venden para eso. O se corren del circuito formal completamente e intercambian: verduras por lechones, quesos por frutas, semillas por semillas. Es interesantísimo porque lo que muestra es que hay una fuerte inquietud instalada: la gente quiere saber lo que está comiendo y cuando lo sabe, reclama y sale a buscar alternativas, pone en juego la creatividad, la solidaridad, valores que aparecen por fuera del modelo dominante. ”.
¿Cuál es tu expectativa con el viaje, el mapa, estos encuentros?
Me interesa contribuir con la construcción de una red que tenga todos los elementos: la producción, la comercialización o el intercambio, la comensalidad. En Mendoza empecé a trabajar en eso. Junté a los de la Asamblea por el Agua, con los del UST y a ambos con la Bioferia, les propuse que trabajaran juntos, y que gestaran una cátedra de Soberanía Alimentaria. Y creo que los dejé muy entusiasmados. De eso es este viaje: de hacer visible lo invisible y posibilitar un trabajo colectivo articulado para un país mejor. Lo tomé como misión. Una misión de esas que hacen que las cosas se vuelvan imparables.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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