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La patria es la risa

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Campaña Antiargentina. Una película se propone unir todas las tragedias argentinas en un solo disparate. De Gardel a hoy, quién tiene la culpa de todo. Por María del Carmen Varela.

La patria es la risa
¿Casualidad, mala suerte o atentado terrorista? El 24 de junio de 1935 el avión en el que viajaba Carlos Gardel chocó con otro avión que esperaba para despegar en el aeródromo Olaya Herrera, de Medellín. Fallecieron 17 pasajeros, entre ellos, el Zorzal Criollo. En mayo de 1976 un escopetazo apunta a su corazón y termina con la vida del boxeador Oscar Ringo Bonavena, en un burdel en Reno, Estados Unidos. Otro boxeador, Carlos Monzón, muere en 1995 en un accidente automovilístico en Santa Fe cuando regresaba a la prisión, luego de una salida transitoria por buena conducta. Otro ídolo popular que encontró la muerte trágicamente fue el actor Alberto Olmedo, quien cayó de un piso once en un edificio marplatense, en 1988. La lista de ídolos populares muertos en circunstancias excepcionales sigue. También hay otros hechos menos trágicos, pero misteriosos y perjudiciales para la idiosincrasia argentina, que despiertan suspicacia: ¿Quién no recuerda el rostro de Sue Ellen Carpenter, la enfermera que acompañó a Diego Maradona al control antidoping una vez finalizado el partido contra Nigeria en el Mundial 94?  Oh casualidad: estaba divorciada de un argentino. Pocos días más tarde, como todos recordamos, el antidoping dio positivo y Diego pronunció su famosa e inolvidable frase: “Me cortaron las piernas”.   ¿Y el árbitro uruguayo nacionalizado mexicano Edgardo Codesal, quien cobró un dudoso penal a favor de la selección alemana en el minuto 84 en la final de Argentina-Alemania en el Mundial 90?  ¿No es evidente que esta sucesión de hechos desafortunados para nuestro país es producto de  una conspiración, un complot minuciosamente orquestado por un grupo maquiavélico que se propone nuestra desventura? Esto imaginaron Alejandro Parysow y Pablo Marchetti, director y guionista de Campaña Antiargentina, un largometraje que, basado en sucesos históricos, propone una visión absurda y disparatada acerca del origen de estos males que afectan nuestro sentimiento nacional.

Identidad en cuestión

“Es una comedia atípica que no vas a encontrar en la filmografía local. Busca que nos riamos de nosotros mismos, de nuestra identidad”, resume Alejandro.

La idea se gestó hace doce años. Primero fue pensada como un programa de radio, durante los recreos de Alejandro y su socio, Alejandro Alem, en su trabajo como editores de cine y televisión. “Queríamos hacer un programa al estilo Orson Wells en La guerra de los mundos, sobre un complot internacional en contra de la Argentina, haciendo programas apócrifos”. Apenas germinada la trama, sumó a Pablo Marchetti y trabajaron en un documental con esa consigna.

¿Y si hacemos una película? se preguntaron. Escribieron el guión, lo presentaron hace seis años al concurso de ópera prima del INCAA y ganaron. Para celebrar el logro brindaron con una botella de vino de la bodega de Francis Ford Coppola que un amigo de Alejandro le había regalado y que sólo sería descorchada para una ocasión especial. Ese momento había llegado.

El rodaje se hizo hace dos años y fueron sumando otros elementos a la maniobra conspirativa: Máxima reina, Papa argentino, Messi crack.  Pablo: “Campaña antiargentina es un delirio. Estoy orgulloso, es un proyecto colectivo, con Ale como cabeza, y es mi primera película como guionista”.

La conspiración

El misterio de la confabulación internacional es descubierto por Leo J., un exitoso actor y cantante pop que arrancó su carrera a los cuatro años cantando en Festilindo. Defensor de los animales, hace yoga y fascina a todos con su encanto personal, incluso a Adrián Suar, que se empeña en imitar su mirada enigmática. Actor fetiche en films como El carnicero y El portero, con jugadas actuaciones alabadas por la crítica especializada, es entrevistado por Andy Kusnetzoff y formula una frase inspiradora que resuena en las reflexiones del conductor radial: “Hoy estamos, mañana no sé”.

Leo J. hereda de su padre una casona en zona norte que alberga secretos insospechados. La conspiración antiargentina es una realidad, urdida por la Logia Cisneros, encargada de sabotajes y asesinatos que derrumban emocionalmente a todo un pueblo. El último virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, vuelve a España una vez destituido por la Revolución de Mayo y organiza una logia con el objetivo de que la Argentina nunca pueda crecer y convertirse en una potencia mundial. Esa es su venganza.  “Nuestro amado país está siendo victima de una conspiración. Son muchos y muy poderosos los enemigos que pretenden destruirnos”, advierte  Leo J. en los primeros minutos del largometraje. “Cualquier idiota quiere salvar a la patria”, afirma el tráiler. A partir de este hallazgo, se obsesiona con develar el plan de la Logia Cisneros y su vida se transforma en una militancia extravagante.

Juan Gil Navarro es el actor que le pone el cuerpo y el glamour al personaje: “Cuando leí el guión recordé  lo que me pasaba con Tato Bores los domingos a la noche cuando yo era chico y mi vieja lo miraba. También traía a casa la revista Humor.  Sentí que era una mezcla de todo eso, algo irreverente y pensé: si esto se puede hacer bien me parece que es un golazo sacarle la lengua a toda esta cosa de los argentinos, de lo que creemos que somos, la mirada que creemos que el mundo tiene de nosotros, de recelo porque somos geniales y vivimos en el país que tiene todo para progresar, pero evidentemente hay una conspiración internacional que nos jode para que no podamos ser lo grandiosos que queremos ser. Como punto de partida me pareció una genialidad”.

Mientras llevaban a cabo el rodaje Juan actuaba en el musical Priscilla, la Reina del Desierto, en el teatro Lola Membrives interpretando a Adam, uno de los tres protagonistas de un show de drag queens que canta Chica material, ataviado como Madona.  Alejandro: “Juan venía a la mañana todavía con purpurina, muerto de sueño, pero siempre con pilas. También en la película canta un tema, Amor animal, con letra de Pablo. El rodaje fue un placer”.

Patrioteros

¿Qué es ser un patriota?  Juan: “El patriotismo lo usamos para el fútbol, para los mundiales, para las Malvinas. Todavía sigue pesando esto de revista Billiken, de escarapela, de la bandera que no se lava ni se plancha, aspectos casi milicos de la concepción de lo patriótico, hay mucho olor a naftalina. Defender un país es mucho más que tener una buena retórica y ser escandalosos en programas políticos. Tiene que ver con poder apoyar la cabeza tranquila en la almohada y saber que uno está haciendo lo mejor que puede por el vecino”.

Alejandro: “Hay una lectura que tiene que ver con los medios, con la historia, donde siempre la culpa está afuera. Hay algo de eso, pero hay algo general de nosotros, como país, que no nos hacemos cargo de las decisiones que tomamos, endiosamos a personajes o los tiramos al tacho”.

Pablo: “La palabra patriota para mí tiene una connotación negativa, que roza lo pelotudo, y de la que sé que hay una categoría de la que no puedo escapar,  en algún lugar aparece. Pero es porque también tiene algunas cosas buenas. No lo patriota en sí, porque la palabra es bastante berreta, pero sí el saber reconocerse en determinados gestos mínimos y poder gozar con determinadas expresiones. En cine lo veo a Leonardo Favio, por ejemplo, y agradezco haber nacido en la Argentina para poder tener una comprensión cabal y profunda de niveles de lectura  a los que no  podría acceder si no hubiera nacido en este país en una época determinada. Me pasa lo mismo con las canciones de Charly García, con los programas de Capusotto. Agradezco a dios, si es necesario, y eso que soy ateo. Es parte de lo nacional que construye lo patriótico finalmente”.

Con funciones en 52 salas, la película propone seguir pensando. ¿Qué hechos del presente nos llevan a sospechar que la Logia Cisneros sigue trabajando sin pausa en una interminable campaña antiargentina?

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