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Modelo de salud

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Pueblos fumigados. Después de sufrir trabas por parte del decano de la Facultad, la Práctica Final de la carrera de Medicina de Rosario volvió a realizar un campamento sanitario. Fue el más grande de todos, en San Antonio de Areco. La crónica y los resultados preliminares. POR DARÍO ARANDA

Modelo de salud

El mapa está dividido en 186 manzanas, todas numeradas. Se reparten entre 211 estudiantes de medicina (a una materia de recibirse), que recorrerán las casas con una encuesta detallada. De allí saldrá el perfil socio-sanitario del pueblo (San Antonio de Areco, norte bonaerense). Es una experiencia inédita, de la materia Práctica Final de la Universidad de Rosario, que ya realizó 30 campamentos sanitarios y las pruebas recolectadas inquietan al poder: reunió evidencias claras del incremento de enfermedades vinculadas al modelo agropecuario.

El Abecé

ilvia tiene dos nietos y sus fotos pueblan el living donde nos recibe amable, ofrece agua y sonríe. Avisa que escuchó en la radio que cientos de estudiantes universitarios iban a encuestar al pueblo para saber qué enfermedades los aquejan, cómo es la situación hospitalaria y luego informarán los resultados. Silvia también sincera que algunos dicen que es un maniobra del Intendente, pero ella no cree eso. Por eso abrió la puerta, sonríe y quiere responder.

Silvia vive en San Antonio de Areco y es una de las 100 mil encuestadas por camadas de estudiantes que desde hace ocho años vienen realizando la práctica final de la facultad rosarina, una acción inédita para una universidad nacional donde estudiantes deben rendir su última prueba: una semana de relevamiento epidemiológico en un pueblo, jornadas de control de salud de alumnos de escuela primaria, talleres de medicina preventiva en plazas y teatros, universidad y medicina al servicio del pueblo.

¿Qué problema hay?

artes por la mañana. El sol disfraza el frío de junio. Dos estudiantes-encuestadoras permiten que las acompañe. Tienen el mapa de San Antonio de Areco y las manzanas asignadas. Las instrucciones indican encuestas casa por medio. Si no hay nadie, se vuelve por la tarde. Si tampoco hay suerte, se regresa al otro día. Tres intentos y, plan b, la casa vecina que estaba fuera del plan inicial. El objetivo, que la mitad de las familias estén dentro del censo.

Caminata de algunos minutos y la cuadra señalada. La mayor parte son casas en construcción, un loteo reciente. Solo albañiles trabajando. En otras, ya habitadas, no responde nadie.

Miran el mapa. Manzana siguiente. Muchas casas fueron censadas el primer día. El resto, una decena, todas parecen habitadas. Tocar timbres, resonar de manos. En ninguna atienden. No hay suerte.

Llamado en busca de otras alumnas. Caminar diez cuadras y aparecen otras dos alumnas, Brenda Cabrera y Camila Burgos. Tocan timbre en la esquina de Alvear al 600. Atiende Silvia. Vive con su esposo. Ambos jubilados y abuelos. Comienza un cuestionario de seis carillas. Unos 20 minutos.

Algunos datos: 67 años, primaria completa, jubilada, se atiende por PAMI, anduvo con tos, está tomando un jarabe y extraña mucho el cigarrillo, que no toca desde hace treinta días por recomendación médica. Meses atrás tuvo que realizarse una tomografía, y viajó a Ciudad de Buenos Aires. Le costó 5.000 pesos. Cuenta con agua de red, cloacas, gas natural y el techo es de chapa y losa. Consume agua embotellada y ante una emergencia concurre al hospital público, al que evalúa con ocho puntos (las críticas son a la infraestructura e insumos, no a los médicos y enfermeros); tiene presión alta (enumera los medicamentos) y su esposo es hipertenso. Ante alguna complejidad de salud, viaja a Luján o a San Andrés de Giles.

Una de las últimas preguntas es abierta. ¿Existe algún problema de salud en la ciudad? Silvia responde al instante: “Mucho cáncer”. Como posibles causas, ha escuchado hablar de las fumigaciones con agrotóxicos, sobre todo en las escuelas rurales, pero ella cree que deben ser los transformadores eléctricos (décadas atrás contenían PCB, un químico cancerígeno).

Fin de la encuesta. Continúa la caminata.

Calles anchas, casas bajas, prolijas, es cerca del centro de Areco. Brenda y Camila miran el mapa. Ven qué vivienda falta censar. De esa manzana, solo resta una. Llaman: abre Estefanía, 37 años, tres hijos, estudios universitarios completos. Trabaja seis horas por día, su esposo más de 14 horas, nadie fuma en la casa, cuenta con medicina prepaga. Utiliza purificador de agua, detecta que muchas veces hay mal olor en la ciudad (identifica a un basural de las afueras como posible foco). Ante una emergencia concurre al hospital público, al que evalúa con cinco puntos, sobre todo “por la falta de recursos”.

Afirma que en los barrios más alejados hubo muchos problemas de alergias y en la piel. No sabe a qué se deben, aunque sospecha de la contaminación en el río, donde explica que se arrojan residuos cloacales y de algunas fábricas.

Solo dos encuestas, de las 1.500 que se realizaron en Areco. De las 100 mil de los 30 campamentos sanitarios. En la planilla, números fríos. En los estudiantes, historias de carne y hueso.

Matices en grupo

escanso en la sede del campamento. Cintia, Andrea, Rafael, Romina y Alejandra comparten mate y galletitas. Tienen entre 24 y 28 años y son de Bovril (Entre Ríos), Marcos Juárez, Rosario, Brasil y Colombia. Cuentan que el segundo día tuvieron mejor suerte con las encuestas, con más respuestas y mejor recepción.

Una de ellas plantea que no está de acuerdo con que el campamento sea una instancia obligatoria y explica que algunos no tienen buena predisposición, por ejemplo, para dormir en el piso. Pero también hay matices entre el mismo grupo. “Yo prefiero esta evaluación a otra forma más tradicional. Y está bueno que como futuros médicos nos vinculemos con la comunidad, más desde una facultad pública, ver si podemos aportar algo a la comunidad. No está bueno que venga gente mal predispuesta, pero todos deberíamos tener ganas de esta experiencia”, contrapone una de ellas.

Algunas aún no saben qué especialización seguirán. Otros apuestan por cardiología, cirugía y medicina general.

Celebran el perfil que les brindó la Facultad. “Se intenta una orientación más social, fuera del modelo hegemónico. Tengo amigos que estudian en Córdoba y tiene una formación más cerrada en lo científico-médico. Está muy bueno que la Facultad te ofrezca otra opción, luego cada uno elige”, destaca Andrea Salinas. Rafael Milo, de Brasil, lo resume: “Los médicos curamos pocas enfermedades, pero tratamos mucho con personas, entonces en necesaria una mirada que contemple lo social, lo humano”.

Suelo tóxico

an Antonio de Areco está ubicado en el norte de Buenos Aires, parte de la pampa húmeda, corazón agrícola y, desde hace dos décadas, tierras de transgénicos y agroquímicos. La ciudad, de 26.000 habitantes, quedó atrapada entre fumigaciones.

En lucha contra el modelo nació la asamblea Grupo Ambiente Areco y critica por igual al poder político como al empresariado que impulsa el agronegocio. Otra exponente de la resistencia es Ana Zabaloy, docente rural de la escuela número 11. Cuenta: la primera fumigación la sufrieron en horario de clase, a las 9 de la mañana. Los propios chicos advirtieron que era el veneno que usan en los campos. Se trataba del peligroso 2-4D. En dieciséis meses radicaron cuatro denuncias por fumigaciones.

El Espacio Multidisciplinario de Interacción Socio-Ambiental (Emisa), de la Universidad Nacional de La Plata, analizó el suelo de la escuela y encontró siete químicos, todos relacionados a la actividad agropecuaria. Zabaloy siempre lo remarca: “El padecer de las escuelas fumigadas no es solo para la número 11 de San Antonio de Areco, se repite en toda la provincia de Buenos Aires y en tantas escuelas rurales de nuestro país que son fumigadas sin piedad. Los intereses económicos están por encima de los derechos a la salud de los chicos”.

trabas y persecución

os campamentos sanitarios comenzaron a gestarlos en 2008 un grupo de docentes y estudiantes, y tuvo el visto bueno del decano Carlos Crisci. “Están locos, pero es necesario”, les dijo. Y en 2010 se hizo el primero, en Santa Isabel (Santa Fe). Nació también el Instituto de Salud Socioambiental.

Pasaron 29 campamentos. Y el 30 casi naufraga.

El decano Ricardo Nidd, que llegó con el apoyo de los docentes de las materias Práctica Final (a cargo del campamento) y de Salud Socioambiental, comenzó un giro adverso, que tuvo su pico en noviembre de 2016, cuando intentó secuestrar las miles de encuestas de los campamentos. “Persecución ideológica en la Universidad de Rosario por denunciar los agroquímicos y transgénicos”, fue el título del comunicado que lanzaron los docentes, graduados y alumnos que sostienen las materias. El Decano ordenó cerrar con cadenas y candado el ingreso a la oficina que contenía el trabajo de años de campamentos.

El comunicado alertó que detrás de la maniobra estaban, además del Decano, funcionarios provinciales y empresas del agronegocio, molestos por lo que evidencian los campamentos: el impacto del modelo transgénico en la salud de la población.

Damián Verzeñassi, uno de los referentes de la materia, resaltó que el decano Nidd “mantuvo reuniones con sectores vinculados al gobierno provincial y les habría ofrecido la coordinación de la materia Práctica Final, es decir, de los campamentos sanitarios. Tememos que el próximo paso del Decano sea echar a más docentes, no renovando sus designaciones a fin de año, y pretender desmantelar el Instituto de Salud Socioambiental y los campamentos sanitarios”.

Verzeñassi explica que las autoridades de la Facultad intentaron suspender los campamentos e incluso “pusieron trabas” con intendentes que ya habían dado luz verde.

Llegar a San Antonio de Areco fue en sí mismo un logro. Nunca habían relevado una ciudad tan grande (26.000 habitantes).

Chicos al doctor

de la mañana de miércoles. Gabriel Keppl es el docente-tutor. Camina junto a una docena de jóvenes hasta la escuela municipal Manuel Belgrano. Todos con sus ambos celestes, estetoscopios y anotadores. Tan central como las encuestas son las visitas a las escuelas.

Los estudiantes-médicos se dividen en grupos de cinco. Ingresan los niños de primer grado, también en grupos de cinco. Cada estudiante recibe a un niño y hace todo el recorrido: altura, peso, vista, dientes, frecuencia cardíaca, posibles lesiones en la piel, ortopedia.

El tutor sigue de cerca. Observa y evalúa. El clima es distendido, pero serio. Es parte de la evaluación final de la carrera. Uno de los alumnos-médicos es alto, casi 1,90, y de hablar seco. Keppl se acerca y le sugiere que sea más descontracturado, sobre todo con el paciente de primer grado.

Algún niño intenta hacer trampa en la prueba visual, otro tiene la boca llena de golosinas y no se le pueden contar las caries. Todo transcurre con normalidad. Los alumnos de último año de medicina ya hicieron prácticas, aunque no siempre con chicos tan pequeños. La secretaria de la escuela celebra la posibilidad: “No todos los chicos tienen la posibilidad de una revisación y, a los que la tienen, tampoco les viene mal”.

Resultados

l último día, viernes 9 de junio, Damián Verzeñassi y Gabriel Keppl presentaron los resultados preliminares en el Cine Vieytes de Areco. De 3064 hogares, respondieron en el 47 por ciento de los casos. Entre los problemas de salud (del último año) detectaron hipertensión arterial (9,6 por ciento), hipotiroidismo (3,1), diabetes (2,7) y dislipidemias -alto nivel de colesterol o grasas- (1,9). “Cuatro de cada diez habitantes tiene algún problema de salud crónico, asociado al estilo y condiciones de vida”, explicaron.

También es común que los encuestados señalen que no tienen problemas de salud, pero reconocen que toman fármacos. Por lo cual sí tienen alguna patología.

Las causas de muerte (últimos quince años): 32 por ciento por neoplasias-tumores (cáncer), 23 por ciento por problemas cardiovasculares (hipertensión, enfermedad coronaria) y otro diez por ciento por problemas respiratorios (neumonía, EPOC, insuficiencia respiratoria). Las fuentes de contaminación mencionadas por la comunidad fueron el río, las cerealeras y los frigoríficos.

En los problemas de salud identificados por la población sobresalen el cáncer (40 por ciento), enfermedades respiratorias (7 por ciento) y drogas (5 por ciento).

Verzeñassi afirmó que el principal objetivo no puede ser solo un título universitario ni la salvación individual, sino que buscan un “profesional comprometido con su gente y su momento histórico”.

Remarcan que los datos serán procesados y analizados con mayor detalle, en un período que puede llevar entre seis meses y un año. Y volverán a Areco con el informe final.

Verzeñassi explicó que los resultados van en línea con los 29 campamentos anteriores (realizados en pueblos de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires). Afirmó que confirmaron que, en promedio, en el 50 por ciento de las enfermedades y muertes se da “algo diferente que hace 30 años atrás, y permite asociar los cambios de morbi-mortalidad con el modelo productivo”. Puntualizó en casos de cáncer, diabetes, malformaciones, problemas endocrinos, hipotiroidismo. “La línea de tiempo entre el aumento de estas enfermedades coincide con el avance del agronegocio. Y otro dato fundamental es que todos estos pueblos y ciudades tienen fumigaciones con agrotóxicos a menos de mil metros de sus casas”, precisó. También destacó que la mayoría de las localidades antes se alimentaban de lo que producían en sus alrededores. Ahora consumen alimentos procesados que llegan desde grandes ciudades.

Ante los cuestionamientos o dudas de funcionarios y algunos sectores de la ciencia, Verzeñassi contrapone: “Tenemos evidencia clara de que cambiaron los datos epidemiológicos. No lo decimos desde un escritorio, lo sabemos porque lo comprobamos en territorio con 100 mil encuestas a las familias. Esa es nuestra fortaleza. Y muchos se ponen nerviosos porque esto afecta sus negocios o porque tienen responsabilidades en lo que está pasando en la salud de la población”.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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