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La alegría del barrio

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 En la Villa 31 de Retiro una murga autogestiva creó su propio circuito de presentaciones, y pelea su independencia todos los días, desde hace casi diez años. Cómo espantan vampiros y policías, entre otros disfraces.

La alegría del barrio

En el barrio Comunicaciones de la Villa 31 hay casas chiquitas y precarias. En una de ellas, sobre un paredón, se proclama: “Nelly y Ramiro los queremos”. Alrededor, hay varios esténciles con la cara del cura Carlos Mugica, cuyos restos descansan desde 1999 en la capilla Cristo Obrero de ese barrio en donde “el curita de los pobres” hizo un trabajo social durante la década del 70 que lo terminó convirtiendo en un referente de justicia y bondad y también en una víctima de la fuerza asesina de la Triple A. La casa del paredón es la de Nelly Benítez fundadora de la murga Los Guardianes de Mugica y vecina del barrio, desde que llegó del Chaco cuando apenas tenía un año. Con ella y con Ramiro Giganti –el otro referente de la murga y los amores de quienes dan vida a esa aventura–, mu compartió un día entero de carnaval que empezó en el patio de Nelly, cuando varias docenas de chicos de entre 8 y 13 años corrían de acá para allá, haciendo preguntas, intentando juntar a más compañeros. ¿Qué pasa, dónde están todos?, pregunta Ramiro mientras camina de un lado para el otro. Nelly le contesta: “Ya te dije: hay un cumpleaños de unas mellizas y faltan muchos porque son todos parientes”.
La murga se formó en octubre de 1999 cuando llegaron los restos de Mugica a la capilla Cristo Obrero. En ese momento, los vecinos hicieron mitad marcha, mitad procesión y a Nelly -que ya venía trabajando con los chicos del barrio en distintos proyectos sociales- se le ocurrió armar una murga para acompañarla. “A fines del 99 se empezó a discutir en la villa si la policía debía cuidar el mausoleo. Los chicos fueron los que dijeron: “No. Acá que no venga nadie, lo cuidamos nosotros”, cuenta Ramiro. Para que no quedaran dudas, se pusieron el nombre Los Guardianes. Un año después, la murga se presentó por primera vez en una fecha emblemática: el 11 de mayo, día en que asesinaron a Mugica.
Desde 2001 participan de todos los carnavales, algunos con más integrantes que otros según, explica Ramiro. “Hubo carnavales en los que la murga salió con cien chicos y otros con 35. Últimamente estamos entre los 40 y los 70. Ahora hay un grupo de adolescentes más grandes: los varones hacen percusión y las chicas bailan, pero el 70 por ciento de nuestra murga son pibes de 12 años para abajo”.
La pregunta obvia es cómo funciona la organización con tantos niños y ahí Nelly se agarra la cabeza y larga un sincero: “Como se puede”. Pero no se trata de la clásica fórmula “todo a pulmón” de cualquier proyecto autogestionado, sino de una muy especial, porque en la villa hay vampiros. “Cuesta mucho sostener una murga como la queremos nosotros, independiente, autogestionada. Acá los punteros están todo el tiempo con los colmillos preparados para tirarse encima de todo lo que les pueda dar rédito”, cuenta esta mujer con una tranquilidad inquietante y explica cómo tienen que lidiar con la desconfianza lógica de los vecinos: “Siempre está rondando la idea de que la murga genera plata y que por eso es un negocio. Eso corta mucho la participación de las madres que piensan que hay un puntero atrás. Pero el beneficio más grande que les puede reportar nuestra murga a los chicos del barrio es darles un lugar de pertenencia, un lugar donde estar contenidos, un lugar para expresarse, para crear, para aprender un montón de cosas en grupo: valores, unidad, solidaridad, compromiso, responsabilidad…”.
Tanto rondan los punteros, que muchas veces logran su cometido: “Hubo un grupo de gente que se acercó a la murga con la idea de lucrar y les prometió a los chicos una murga mejor que la de Los Guardianes, con todas las cosas que nosotros no podemos tener, zapatillas blancas, lentejuelas… Eso fue hace cinco años. Si bien esa murga nunca funcionó, con esas promesas consiguió llevarse a los chicos. Muchos volvieron”, relata Nelly.
La realidad económica de Los Guardianes revela que nunca obtuvieron nada a través de partidos políticos: organizan fiestas, bingos, lo que sea, y juntan moneda a moneda. “El año pasado hicimos dos fiestas y en las dos tuvimos re mala leche: nos fue bastante mal. Y aun así mirá: hoy es carnaval y tenemos la plata para salir. A los ponchazos, pero salimos”.
Los mensajes que llevan esta temporada Los Guardianes a otros barrios zurcidos en sus canciones murgueras denuncian la situación en la villa, la pobreza, las presiones de los punteros y la llegada del nuevo jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, con su fantasma de urbanización: “La situación política la vemos bastante fea. Ya no hay valores que nos unan como sociedad porque nos rompen todos los lazos y eso se ve en un barrio como el nuestro, donde tenemos que estar unidos para pensar cómo hacemos con esa gente que nos oprime o que nos quiere llenar la cabeza de cosas que nos hacen mal. Pienso que acciones como las que hace una murga, una resistencia de tipo cultural, es una buena forma de decirle no al sistema y transmitirle a otros que se puede y que hay que seguir intentando”.
Esta murga con casi diez años de vida en el barrio, por la que han pasado centenares de chicos, no tiene aun, y parece insólito, un espacio físico donde juntarse: “Una vez mandamos un proyecto al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para poder arreglar un galpón que tenemos al lado de mi casa, tener los trajes en condiciones, nuestro propio lugar de reunión, pero nunca lo aprobaron. Otra vez, mandamos un proyecto al Gobierno de la Ciudad para lo mismo, aunque ahí la propuesta incluía talleres. Y tampoco lo aprobaron”. No es lo único que sienten que les dio la espalda.

El cura Guillermo Torres, que está al frente de la Capilla Obrera de Mugica, no mantiene ninguna relación con la murga desde que ellos desobedecieron su consejo de no asistir a una Marcha de la Resistencia organizada por las Madres de Plaza de Mayo. Que el cura que está en la Capilla Obrera tenga ese tipo de conversaciones con ellos, ¿no les resulta paradójico? Responde Nelly: “No, es totalmente lógico que hayan puesto a una persona como él en una capilla como ésta. Si hubiera otro Mugica esto estaría en llamas porque no estaríamos ni tan divididos ni tan hechos mierda. Si tan sólo hubiera un grupo de gente que siguiera la palabra de Mugica, las ovejitas no estarían tan mansas como ahora. No es extraño, entonces, que con la figura de Mugica se haya edificado un santuario. El mensaje es: no hagas nada por tu vida y sentate a esperar un milagro”.
Lejos de quedarse quieto, este grupo para el día de hoy tiene preparadas tres presentaciones en el circuito independiente: una en Santos Lugares, otra en Villa Fiorito y la última en Quilmes. Ramiro está como loco, mientras a Nelly se la ve en paz. Los chicos ansiosos miran pasar colectivos enormes y dicen “Ojalá sea ése el que nos viene a buscar”.
Pero el que llega es el clásico micro color naranja, un tanto despintado.

El circuito que hoy recorren Los Guardianes es una iniciativa de Murgas Independientes, un espacio nacido en diciembre de 2004, cuando muchas murgas ya habían huído de la pista oficial. “Ser parte del circuito oficial implica varias cosas: cobrás un dinero que te obliga a aceptar que te califique y te controle una especie de veedor, por ejemplo”, explica Ramiro. Cuando el control incluyó la calidad de las lentejuelas, Los Guardianes consideraron que ya habían cruzado el límite y siguieron por su lado. “Nos empezamos a juntar con otras murgas que también se habían ido y se empezó a formar el espacio más serio. Organizábamos nuestro propio circuito de corsos. En las primeras reuniones éramos 4 ó 5 murgas, hoy somos como 40”, explica Ramiro.
Ahora estamos en la plaza de Santos Lugares. Un grupo de vecinos está acicalando el escenario y por los parlantes comienzan a anunciar que ya arranca el corso. Para poder hacerlo, los vecinos tuvieron que juntar firmas, porque hace tiempo que el intendente del municipio de Tres de Febrero, Hugo Curto, muestra los colmillos en este tipo de fiestas. Hoy no es la excepción: la policía no tarda en llegar. Un oficial de la Comisaría 3ª, de apellido Corvera, informa, sintético: “El corso no se puede hacer porque Curto no quiere y punto”. La discusión con los vecinos sube de tono y dura más de una hora. Finalmente, Los Guardianes de Curto aflojan: hay corso. Los vecinos se sientan en los cordones y aplauden a los murgueros de la Villa 31. Entonces Nelly, desde arriba del escenario, los presenta con una hermosa, delicada voz, de esta manera:

Siete décadas pasaron,
del primer asentamiento,
con obreros inmigrantes
que acamparon frente al puerto

Siete décadas pasaron
y miles de campesinos
con sus sueños arribaron
a la villa de Retiro

Siete décadas pasaron,
y también pasó un curita,
que derramando su sangre
le dio el nombre a esta murguita

Siete décadas pasaron,
y unas cuantas topadoras
lastimaron nuestra historia
…y quieren volver ahora

Siete décadas pasaron,
y nos siguen engrupiendo…
Siete décadas pasaron…
¡Y seguimos resistiendo!

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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