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El grito de Mateo: cómo vive y piensa un niño tucumano

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Es el protagonista de un video viral en el que le reclama a los concejales de su ciudad que hagan algo. Tiene 8 años y sintetizó el grito de una época: “Nos morimos de hambre”. Un viaje al cirujeo, la fama, los tarifazos y la vida en Concepción de Tucumán. FRANCO CIANCAGLINI
Mateo es un niño especial.
Es decir: como todos los niños.
Pero Mateo es distinto a varios de los denominados “grandes”, entre otras cosas, porque es el autor de una frase que quizá sintetiza esta época: “Ustedes no hacen nada y nosotros nos morimos de hambre por su culpa”.
El grito de Mateo (y su llanto después de decir esas palabras) son grito y llanto de un país en el que uno de cada dos niñxs menores de 14 años es pobre. Uno de cada dos niñxs es Mateo.
Dijo lo que dijo, en la cara, a los concejales de su ciudad Concepción, al sur de Tucumán, la segunda más grande de la provincia.
Cualquiera que pise el barrio 1º de Mayo II donde vive Mateo puede ver la pobreza, el hambre, la desesperación y el abismo entre la Capital Federal y las provincias, entre las ciudades y pueblos, entre los discursos y la llamada realidad.
Pero no todos pueden verla con tanta lucidez como un niño de 8 años.
Y gritar.
Y hacer algo.

Tucumán arde

Al llegar a la terminal de San Miguel un altoparlante avisa que existen varios recorridos suspendidos por el corte de las rutas 157 y 38 que van al sur de la provincia. La protesta es protagonizada por la Corriente Clasista y Combativa para pedir alimentos, planes sociales y la baja de las tarifas de energía.
En el camino hasta el corte ya es notable el contraste de los afiches y las pancartas electorales con la grotesca ausencia estatal, ilustrada en ranchos de madera y chapa a la vera de la ruta, el 90% de calles sin asfaltar, los arroyos contaminados. Y niños jugando en la calle, con lo que hay.
El sur tucumano es una zona de plantaciones de limón, caña y papa, principalmente. Hay algún trabajo temporal durante la cosecha, pero los lugareños aseguran que “cada vez menos”. A Concepción le dicen turísticamente “La perla del sur” por su aparente oferta de naturaleza y aventura. Pero es difícil encontrar en el paisaje rural perla alguna.

La última casa

La última casa del último barrio, antes del basural: unas rejas marcan la frontera del terreno de la familia Silva, donde hay más tierra que ladrillo levantado. Adentro, se acomodan cocina, baño y el cuarto donde duermen los hermanos Mateo (8) e Isaías (11) junto a Pedro y Analía, sus padres, y los conejos Kone y Grisi. Afuera, agrandan la familia cuatro perritos indocumentados.
Hay dos teles, una antena de DirectTV que incluye el pack fútbol, pero una heladera que muestra que las cosas no andan bien. Hace seis años que los Silva viven en esta casa de un barrio construido durante la presidencia Kirchner. Trazan una comparación: “Pasamos de ser pobres a ser miserables”. La diferencia es no tener trabajo, y tener que changuear o cirujear para comer.
Según Analía, en el barrio no hay ni planes sociales: “Porque no estamos con ningún partido”. Muchas familias reciben en cambio “donaciones” que, aclaran, no vienen del Estado sino de “gente solidaria”, probablemente de la Iglesia barrial. Por eso, en la casa de los Silva cada vaso y cada plato es distinto, y la ropa rara vez coincide con la medida de quienes la usan.
Según el cálculo de Analía pronto aparecerán los punteros del intendente radical de Cambiemos Roberto Sánchez, que busca renovar mandato, pero cree que esta vez no alcanzarán las prebendas: “No necesitamos bolsones ni planes: necesitamos trabajo”.

El costo de ser padre

Pedro es ayudante de construcción: “Hace seis meses me he quedado sin laburo. Ganaba 1.500, 2.000 pesos por semana. Alcanzaba nomás para comer y pagar la luz”. Muestra la última boleta de electricidad: 1.555 pesos. “Antes pagábamos 100 pesos o menos, y ya nos parecía mucho”.
La pareja ha vuelto a una vieja práctica: el cirujeo. “No tenemos para la luz. Pagamos el la tele 200 pesos, para saber las noticias. Pero no te alcanza para comer. Y vamos al basural”.
Lo más codiciado es el cobre y el aluminio, que se encuentran en restos de electrónicos arrojados al basural. El cobre se paga 110 pesos el kilo. El kilo de lata, 15 pesos. Todos buscan, incluso Mateo: “Él vendió dos bolsitas y se hizo 140 pesos. Pidió 10 pesos prestados y compró los conejos”, cuenta su padre sobre el origen de los animales.
Analía: “Ahora no hay trabajo. Ya no vivimos: sobrevivimos”. ¿Cómo? “Gracias a dios hay que dar las gracias a las personas. Mirá”, señala dos cortadoras de césped. Pedro: “No es por la intendencia, es gente común que vio el video de Mateo y nos trajo máquinas. Por un corte hago 200 pesos para parar la olla”.
Hoy en la casa de los Silva se almorzará un exquisito guiso de fideos con menudos de pollo. A la noche, solo un mate bien azucarado y galletas con mermelada de durazno, hasta que la tele haga llegar la hora de dormir.

La madre de las batallas

Analía es la otra protagonista del video. Se sonroja por sus gritos ante los concejales, que también se hicieron virales. “Tenía la necesidad de decirles por qué nos cobraban tanto. Hay gente que no tiene un trabajo, que sobrevive como puede, y ellos lo saben”.
Aquella sesión había sido llamada para discutir los aumentos al alumbrado, barrido y limpieza. Analía repite las tres palabras, y se ríe: “¡A nosotros nos cobran eso! Mirá”, dice y señala la calle oscura, de barro y con un basural en frente. La creatividad impositiva a veces supera las metáforas. “Yo veía cómo la gente protesta en Buenos Aires, cómo luchan, y aquí no hacemos nada. En Tucumán todos aceptan el mal y se quejan. Le dicen de todo a Macri, pero nadie se anima a ponerse en frente. Y los medios no muestran la realidad. Un día le dije a Pedro: si aumentan y no me dan una solución, me voy a encadenar”.
n día llego la boleta de los 1.555 pesos.
Analía no se encadenó, pero generó una cadena de reacciones que terminaron pariendo esta historia.

La marcha de la cacerola

«Así quedó”, dice Analía exhibiendo una cacerola abollada y agujereada, agotada de su función culinaria. “Veía por la tele que en Buenos Aires se usaban las ollas y dije: ¿por qué no hacemos una caminata al Concejo? Yo voy con ollas, y los carteles me los llevan los changos”. Uno reclamaba “Manzur, da la cara” (por el gobernador peronista) y en el otro se leía “Macri gato”. Sin grieta.
La marcha comenzó en la ruta, donde ocho mujeres se venían juntando para hacer cortes parciales por los aumentos de tarifas (y aclaran: “no somos de ningún partido político”). El 3 de abril el corte derivó en una marcha a la Municipalidad: “Tremendo ruidaje hicimos. Salían de los negocios, han empezado a aplaudir. ‘¡Seguí, seguí!’. Toda la gente apoyando. ‘¡El pueblo unido, jamás será vencido!’, cantaban”. Mateo, a su lado, recuerda y canta: “¡El pueblo, unido!”
Analía: “Dimos vuelta a la plaza, ya nos habíamos agrandado. Llegamos a la oficina de Roberto Sánchez (el intendente) dele darle a la olla. ‘¡Sinvergüenza, da la cara, no nos querés dar trabajo y mirá lo que nos querés cobrar, andá ver el barrio!’, le gritamos. Una de las concejalas pidió silencio, a ver si nos recibían; yo seguía haciendo ruido. Al rato vuelve diciendo que podemos entrar, pero que hagamos silencio. Y entramos”.

Cómo hacer un viral

Susana no es community manager ni especialista en redes, no estudió comunicación y desconfía del periodismo. Sin embargo, o gracias a eso, logró que el video de Mateo recorriera el país y la web.
Es otra de las ocho mujeres que protestan por las tarifas en Concepción. “Cuando entramos los concejales se empezaron a reír, como que nosotros éramos payasos”, recuerda del día del video. “Entonces les digo: ¿cómo pagamos la luz, sin trabajo? Me he cansado de venir a pedir para limpiar las calles, no hay otro trabajo para la mujer aquí. Y de repente, veo que Mateo decía cosas y nadie lo escuchaba. Saco el celular y comienzo a filmarlo. Así nace el video”.
Cuenta Susana que “al toque” percibió que el video iba a ser viral: “Un nene diciendo lo que todos piensan. Dijeron que estaba guionado, que lo mandamos a que diga… ¡Qué guionado!”, se indigna, mientras el chico escucha atento la charla, y dice mirándolo: “Hay muchos Mateos”.
La familia Silva ha elegido a Susana como la madrina de Mateo.

En silencio no hay salud

Hoy Analía recibió dos malas noticias, que coronan la larga lista de problemas de salud que aquejan a sus hijos y que son resueltas más por los medicamentos que llegan de las donaciones, que por lo que brinda el hospital municipal: “Mateo tiene problemas serios en la vista, y a Isaías lo tienen que operar de una hernia en el pupo”. Cada cimbronazo de salud se vive como un calvario de esperas, trámites, turnos y dinero con el que se contaba para otras cuestiones. Por ejemplo, comer.
La mala nueva sobre la salud de Mateo puede conectarse con sus supuestas dificultades para leer desde el pizarrón en la escuela, según Analía: “Pensábamos que era de vago pero no: debe ser por esto”, razona acariciando a su hijo menor, que no parece mortificarse por el asunto. Mateo sugiere que repitió un grado de la escuela por este problema que ahora le descubrieron.
Si verá o no el futuro a través de lentes se definirá con un estudio llamado “fondo de ojo”. El turno: “En mayo la doctora de iba de vacaciones, así que me dieron para junio”.

El pan o la regla

Son las 4 de la tarde y desde la puerta del colegio Monseñor Ferro se escucha a las maestras entonar un saludo de despedida y una oración de gracias al señor. El colegio es público. Mateo llega fuera de horario para que le revaliden la matrícula. Apenas lo ven, tres niños se le acercan y comentan: “Es el del video”.
Analía entra a una reunión con la directora de la que saldrá horas después. El resultado parece insólito, pero es real: la jefa de área de salud del Hospital donde Analía había ido a la mañana aparece en la escuela de Mateo para garantizarle a la familia que podrá hacerse el fondo de ojo antes de mayo y que Isaías será operado en San Miguel. Ese fue el poder de su grito: lo que no funcionaba comenzó, mágicamente, a funcionar.
Para algo sirve gritar.
Mientras tanto, dos profesoras curiosas alertadas por la presencia de periodistas se acercan a hablar sobre los niños pobres. “Los chicos cuentan que hay días que no comen. Tenemos que hacer de maestra, de psicóloga, de asistente social. Todos son Mateos acá, cada vez más”, dice la más joven. La más veterana cuenta que su termómetro es el comedor del colegio: “Damos una merienda: mate cocido y facturas o un yogur con algún cereal. Desde este año no alcanzan las raciones, porque mandan menos y los chicos comen más”. Han organizado una colecta para comprar reglas: “Los nenes ya no traen útiles, porque no los pueden comprar”.

Cosas en la cabeza

Mateo ahora es famoso. En el barrio, grandes y chicos lo saludan y él responde seriamente: “Qué tal”. Su padre aporta una anécdota: “Al otro día del video vienen dos changuitos que antes no lo dejaban jugar a la pelota. Se arriman y lo llaman: ¡Mateo! Ya voy. ¿Qué quieren? ¿Vamos a jugar? Ah, ¿ahora que soy famoso quieren jugar conmigo? ¡Y los dejó parados ahí!”
Mateo se la pasa en el patio pateando la pelota o jugando con muñecos de superhéroes. “No ve tele como el hermano, ni noticieros: no sé de dónde saca lo que dice. Son cosas que tiene en la cabeza”, dice su padre.
Analía está orgullosa de su hijo y cree, a diferencia de Pedro, que su rebeldía viene de la casa. Pero no de una bajada de línea, sino de otro lugar: “Yo sabía que si ganaba este hombre íbamos a terminar mal. Como buena bruja, era una intuición. Y algo de eso de intuir es lo que tiene mi hijo”.

El mundo según mateo

¿Cómo se te ocurrió decir lo que dijiste en el Concejo?
Del co-ra-zón.
¿Te acordás lo que dijiste?
¿Lo digo? “Mientras nos morimos de hambre ellos solo se sientan y se ríen de nosotros… ¿de qué nos sirve?”.
¿Y por qué dijiste que se mueren de hambre?
No sé, porque es lo que todos dicen.
¿Vos sufrís hambre?
Sí. Bah, ya no…
¿Por qué les dijiste a los concejales que “están ahí sentados…”?
Porque es la verdad, son como hormiguitas. Los veo así (junta dos deditos chiquitos).
¿Qué pensás sobre los políticos?
No me importa la política, lo único que me importa es dis-cu-tir.
¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?
Te doy una pista: balón, arquero y arco. Jugador profesional.
¿Por qué pensás que llamó la atención lo que dijiste?
¿Porque soy guapo? ¿Y fuerte?
¿Tus compañeros vieron el video?
Sí, y ahora me felicitan.
¿Qué les dirías hoy a los concejales?
Eso es algo que tengo que pensar
¿Y al presidente?
No me gusta cómo vivimos. Me gustaría robarle su lugar. ¿A qué edad puedo ser presidente?
¿Qué harías como presidente?
No tengo idea. Es algo que no he pensado.
¿Cuál es tu superhéroe favorito?
Gokú, de Dragon Ball. Porque cuando cambia de fase hace una liberación de su instinto.
¿Qué es el instinto?
Algo dentro de tu cuerpo; como que se libera un lobo y reacciona de la nada. Solo reaccionar. ¿Cómo te lo explico? Como que sentís que ya no existís, y que tu cuerpo reacciona solo. Y así vas a ganar y no perder.
Mateo tiene la capacidad de conectar la realidad y la ficción. Es decir: la realidad y la política, donde los concejales parecen vivir más lejos de lo real que este ser instintivo que inspira a Mateo llamado Gokú. Su realidad cambió un poco, o quizá definitivamente, al menos hasta que pase el furor de su video, las cámaras se apaguen y él vuelva vivir acaso donde siempre: en la pobre Concepción.
El grito que dejó seguirá sin embargo retumbando como una lección, o como la liberación de un instinto cuando ya no queda más nada.
Escuchémoslo.
Y hagamos algo.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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