CABA
La banda que vuela: Susy Shock y la bandada de colibríes
Acaban de editar su primer disco, Traviarca, pero vienen tocando, bailando y haciendo cantar desde hace tiempo. Mezclan ritmos saberes que viajan por el país llevando canciones sobre diversidad e identidad. El resultado es una sutileza que convierte a esta banda en el sonido de la época que viene. Por Claudia Acuña.
Su poesía es tan potente y su trans-identidad tan Grito Político Urgente, que este disco que acaba de ponernos Susy Shock en la mesa de la actualidad corre el riesgo de quedar en un plano que no merece. Hay que celebrar, entonces, que Traviarca esté ante todo y sobre todo. Y también analizar por qué al colocarlo en primerísimo lugar podemos apreciar todo lo que eso representa: si Traviarca significa, nada menos, que la banda sonora del desafío por venir, analizar ese sonido, entonces, puede darnos una pista sobre qué nos espera, pero también de lo inesperado.
Ha nacido una nueva etapa.
Celebremos.
Y también maduremos, porque al mismo tiempo nacieron nuevas batallas.
Sentidos de lo nuevo
Susy Shock concibió los sonidos de Traviarca junto a una bandada. Es decir, junto a un grupo que actúa de forma homogénea, pero no son necesariamente parte de la misma especie. Las une el trayecto, la búsqueda de horizontes, el proceso, el guiso cocinado en ese proceso y cada uno de sus ingredientes: primer sentido.
Eso significa, además, que Susy Shock se transformó en un nombre de fantasía en varios sentidos: identifica a una artista y, a la vez, a una forma de concebir el arte. Y esa forma es colectiva y autogestiva: segundo sentido.
Pero esta autogestión, a su vez, encarnada en una bandada significa, al mismo tiempo, una voz propia: tercer sentido, que tal vez sea el más complicado de explicar, porque implica esa delicada trama de producir algo entre muchas personas sin que ninguna de ellas pierda su propia identidad, sino, por el contrario, la potencie.
Y así como Traviarca confirma que Susy Shock cada día canta mejor, así también nos advierte que es cada vez más rica, si entendemos por riqueza la sabiduría. Ese saber que expresa Susy en Traviarca es puntada y es hilo. Borda así una delicada trama que dirige Caro Bonillo desde el piano, la guitarra y la voz, sin batuta y con mano amorosamente firme; y entrelaza los saberes de Sole Penelas (voz), Solana Biderman (contrabajo y voz) Horacio Vázquez (percusión) y Carla Morales Ríos (baile): La Bandada de Colibríes. Así logran lo que llega a tus oídos: los acordes del nuevo pop argentino, aquello que tradicionalmente llamamos folklore: cuarto sentido.
Desde esa trinchera nos advierten que estos son tiempos tormentosos y confusos, complejos, complicados. Y que en tiempos así el arte necesita raíces para poder volar: quinto sentido.
Así, también, nos anuncian el nacimiento de una nueva era de la música criolla y así también nos invitan a comprender que aunque esa era no nació ni hoy, ni con Susy Shock ni con Traviarca, encuentra en esta época, en esta artista y en este disco un punto de inflexión, algo así como una marca en el calendario de la Historia que conviene entonces registrar hoy, para disfrutar plenamente ser sus contemporáneos beneficiados. Nosotros somos el sexto sentido. Estamos ahí, formamos parte, creamos lo que hacía falta para que lo nuevo suceda: la oreja, invirtiendo el aporte del billete y la fortuna del aplauso, y todo lo que necesario y suficiente para que aquello que queremos, suceda.
Y ahí está.
Vivito y chayeando.
Con este shock, Susy nos invita a descifrar, además, qué representa la calidad que recorre toda la factura de Traviarca -desde la ejecución de cada instrumento hasta el arte del packaging- y también por qué ese perfecto Saber Hacer implica una posición ética y por eso mismo política, que potencia y completa ese ser trava-libre-autogestiva, porque finalmente se trata de ser mejor, y sostenerlo del dicho al hecho: séptimo sentido.
Los sonidos de Lohana
Zambas, condombe, milongas, coplas, huellas, chayas, chamamés, vidalas; cada una con sus condimentos y elementos que le dan sabor y textura -murgas, badoneones, cellos-; cada una con sus poéticas y con sus espadas apuntándonos:
“Me pegaste una etiqueta
Antes de saber quién soy
Cuando me pusiste nombre
Me condenaste a ser vos”.
Cada una con sus intenciones, homenajes y sensibilidad y todas juntas elevándonos la mirada hacia el cielo hasta abrazar a Lohana Berkins, nuestra Traviarca.
Ese es, entonces, el sentido final: recordarnos que todo límite es principio.
Y que donde hay Bolsonaro, hay Susy Shock.
De nosotres depende, como siempre, lo importante: qué escuchamos.
Manifiesto
Escucho ahora a Susy, en un alto del ensayo, advertirnos que estamos en una etapa clave. Nos recuerda entonces aquello que ya aprendimos y hoy tenemos la obligación de recordar. Y valorar: “La experiencia que nos dejó el 2001 y todo lo que vino después, desde entonces hasta hoy, nos tiene que servir para reconocer a la autogestión como forma de hacer y de crecer”.
Ese es nuestro piso y nuestro cielo.
Escucho, además, que define que este disco “ha sido gestado desde la belleza y la furia”, pero también desde el cuerpo, que literalmente colapsó en un estudio de grabación, con dos consecuencias que valora como lecciones: cuidar la energía y no apurarse. “Tengo tiempo”, sintetiza. Y en esa frase encierra la victoria que representa haber esquivado el destino que condena a toda trans. “Pienso en ese promedio de vida de mis compañeras y hermanas…¡y me siento en venganza! Entonces, en represalia de amor, seré viejita y les cantaré con mi voz envejecidita, pero con mi sueño joven”. Dirá también que lo que viene ahora, después de las convulsiones y el coma diabético, es “otro recomenzar, con cuidados nuevos y nuevos hábitos a sostener. Sanar y aceptar que para dar luz a veces hay que prenderse fuego”.
Escucho luego cómo ha tejido el recorrido del próximo desafío, que la llevará con toda la bandada a Europa y a escenarios que incluyen, por ejemplo, al Museo Reina Sofía, de España, donde el sábado 31 de octubre hará bramar su Traviarca, que la web del museo presenta así: “Quizá el concepto más apropiado para situar a este grupo musical sea el de canción de protesta en clave neo-tropical”.
Escucho, finalmente, cómo ese tiempo nuevo de esta renacida Susy Shock, en el cual se planta más profunda y menos apurada, la coloca en el escenario del teatro Margarita Xirgú –donde presentó formalmente Traviarca- ante una sala desbordada de afectos, alegría y ovaciones, para la cual recita el mismo manifiesto que leyó por primera vez ante unos pocos aunque entusiastas seguidores, allá por 2014 y en la ya mítica sala Giribone, desde donde se propuso y nos propuso -estrenando en nuestros oídos eso que ahora llamamos “lenguaje inclusivo”-, construir aquello que ahora sí vemos.
Escuchamos entonces a Susy Shock decirnos:
“Otro será el cantar…
Porque no pensamos sólo en la canción de hoy, sino que nos vamos proyectando en las que vienen, las que vamos construyendo entre todxs, mientras vamos deconstruyendo lo viejo que impone el mercado cada vez más supermercado.
Porque esa canción no desconoce lo infinito que nos ha traído hasta aquí, ningunx de esxs enormes faros desde donde nos reconocemos, pero esta canción es la canción de su propio tiempo y ese tiempo nos habla y nos exige nuevos diálogos con todos los temas y sus formas.
Hoy cantar contra la megaminería y contra toda forma de opresión del capitalismo es el compromiso al pensar en una posible canción desde la tierra desde este lado del mundo, pero no será suficiente si no le oponemos canto al mismo tiempo al patriarcado y a todas sus prácticas poderosamente arraigadas.
Es necesaria una canción inclusiva, entonces. Eso piden estos tiempos. Así como nos exigen también nuevas prácticas creativas y autogestivas desde donde hacer y ser cultura.
No olvidemos que el folklore, con sus artistas, también fue un recurso del Estado para fomentar los símbolos de una patria que necesitaba tener su propia identidad en medio del aluvión inmigratorio y sus nuevas informaciones culturales, para construir un imaginario de patria que todavía hoy tiene su relato, por ejemplo, en un ‘nacionalismo militarista y clerical’, en el campo como ‘proveedor natural’ de las riquezas del país y también en el machismo. Bailes y canciones le dan a lo femenino el lugar de la sumisa bonita que es ‘celebrada’ y, a la vez, algo tan caro como la misma Pachamama queda relegada al rol de madre, santa y proveedora, abonando el lugar que ocupa lo colectivo en el inconsciente colectivo.
Ponemos en práctica entonces este espacio amoroso de alegría y de diálogo.
Necesitamos una canción nueva.
Y necesitamos escenarios nuevos.
Y necesitamos festivales nuevos, con lógicas solidarias y profundas que abonen la posibilidad del encuentro con la poesía y con un nuevo público que tiene que ir naciendo junto con nosotres.
Por eso tenemos que encontrarnos, mezclarnos, informarnos de las novedades de un tiempo que en sí es diverso y plural.
Tenemos un compromiso que es letra y es pentagrama y es danza y es canto y es encuentro.
A eso les invitamos”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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