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Pare de sufrir

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Mujeres públicas. Este original grupo feminista presenta su última producción: Elige tu propia desventura. La increíble y triste historia de una cualquiera de nosotras. Un libro que propone jugar al juego de la violencia sexista, en clave de humor.

Primero, lo primero: Mujeres Públicas se piensa como un grupo de acción política feminista. Dice que fue construyendo su identidad en el camino, en el hacer y rehacer. Y este recorrido “tiene que ver con un proceso de diálogo y puesta en común de experiencias y temáticas que nos interpelan o preocupan, experiencias por las cuales transitamos las mujeres como colectivo”. Los mensajes que se ponen en juego –mediante afiches, intervenciones y objetos– siempre tienden a visibilizar sistemas de opresión y violencia que tienen como objeto a las mujeres.
Pero semejante tarea tiene en Mujeres Públicas una forma particular de expresión: el humor es parte de su identidad. “Es la manera que hemos encontrado de poder abordar temas que resultan muy arduos y difíciles”. Violaciones y abuso sexual, abortos clandestinos y muertes que se derivan de esa clandestinidad, modelos de belleza opresivos, de heterosexualidad obligatoria. El catálogo de Mujeres Públicas refiere a cosas feas, incómodas e injustas. Y es ahí donde el humor resulta indispensable. “Si podemos reírnos de todo esto entonces, quizás, podamos empezar a cambiarlo”.
 
Por arte de lucha
Las producciones del grupo transitan por el borde entre la esfera artística y la política. En este sentido, Mujeres Publicas considera que “la lectura depende, en gran medida, del punto de vista del análisis y de los elementos de contexto de las acciones”. Advierte, además, que no le importa demasiado cuánto hay de artístico y cuánto de político en lo que hace.
Concede, eso si, en que podrían inscribirse en una tradición de arte activista –feminista o no– nacida en los años 60 y con raíces en algunos movimientos de vanguardia de principios del siglo pasado. “Somos un poco Dadá, de eso no cabe duda. Somos también tributarias de las Guerrilla Girls, de Martha Roesler, de Judy Chicago, Ana Mendieta y una –por suerte– larga lista de mujeres que un buen día –y no por arte de magia sino por arte de lucha– comenzaron a abandonar su histórico lugar de objetos para pasar al de sujetos de la representación, del discurso y de la política y de la historia”.
 
Un juego
Este contexto de estilos e ideas es el telón que hay que descubrir para anunciar la salida a escena de la última creación del grupo: Elige tu propia desventura. La increíble y triste historia de una cualquiera de nosotras. Un libro que se inició como un juego de mesa, con tablero y fichitas, cuando Mujeres Públicas intentaba abordar el caso de Romina Tejerina, hace tres años atrás. “No sólo encontramos diferentes situaciones de violencia hacia las mujeres sino cierta interrelación entre ellas –explica–. El juego entonces parecía un buen soporte para evidenciar esa red de opresión”.
 
Las desventuras
En un principio el proyecto proponía que cada participante recorriera un camino cargado de estas violencias. Cada tanto, una encrucijada, lo obligaba a tener que elegir entre dos opciones. Cualquier decisión siempre lo conduciría a espacios donde se le aplica un correctivo, una crítica, un maltrato.
La primera historia era sobre una mujer acosada por los mandatos de belleza y, especialmente, por el imperativo de la delgadez. A esa historia le seguirían otras, que definirían el perfil de los demás personajes en juego: la de una mujer lesbiana en un mundo héterosexista; la víctima de violencia doméstica o sexual; la obligada a enfrentar un embarazo no deseado; la sin recursos económicos o culturales enfrentada al desempleo, a la precariedad laboral, a la explotación.
Durante este proceso creativo el grupo sufrió una escisión, con los consecuentes replanteos en la dinámica grupal y en lo afectivo, pero “una parte del grupo siguió adelante y en el momento en que retomó este proyecto apareció la idea del libro”.
Como todo para ellas, no fue una decisión ligera. “Involucró re-pensar el contenido, las destinatarias, los circuitos de circulación, las relaciones que se plantearán entre la esfera de producción y de recepción, el nivel de interacción y participación y el lenguaje a utilizar”.
Para Mujeres Publicas la diferencia no solo pasa por el formato. Una cosa es un afiche pegado en la pared anónimamente y otra muy distinta, es la entrega en mano de un objeto. “Si bien por lo general la lectura de un libro es individual, esperamos que sirva de disparador en talleres y grupos de mujeres, volviendo así a la idea original de juego, de participación colectiva”.
 
Sin libreto
“Elige tu propia desventura –como antes fueron las intervenciones “Todo con la misma aguja”, los proyectos “Heteronorma”, “Trofeo de guerra” y “Esta belleza…” entre otros– marca una manera diferente de asumir el discurso feminista. “Muchas veces no se nos entiende, ya sea por ignorancia o por la interminable lista de prejuicios que circulan alrededor del feminismo”. Para ellas esa soledad se conjura con más trabajo. “La pasión, la energía, no tiene medición y es un factor importantísimo en la construcción y sostenimiento de nuestro grupo”. Están convencidas de algo: “a la larga, la búsqueda de una verdad, de una ética, de una revolución, tienen infinitas retribuciones”.
Y eso es para estas mujeres lo primero.

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