CABA
Pendejadas: Carolina Unrein
Tiene 20 años. Publicó un libro sobre su vida de adolescente trans. Firmó con Planeta para escribir otro. Actúa, modela y encarna una nueva generación que toma el legado de figuras como Lohana Berkins y Susy Shock. Ideas frescas sobre amores, mandatos y libertades. MARÍA DEL CARMEN VARELA
Este es el mejor día de mi vida, pensó Carolina Unrein cuando empezó el rodaje de Yo, adolescente, el film dirigido por Lucas Santa Ana y basado en los textos del blog de Zabo Nicolás Zamorano. Interpreta a Flor, la chica más linda del colegio; así describieron a su personaje cuando se presentó al casting. “Todo adolescente es punk, o debería serlo”, “Mi chica ideal no puede ser un chico”, “Alguien en alguna parte debe estar pasando por lo mismo”, son frases que se escuchan en el tráiler de la película próxima a estrenarse. La filmación arrancó en junio, cuatro meses después de que Carolina abandonara el pueblo entrerriano donde vivía con su familia, para venir a probar suerte a Buenos Aires. “Me voy a estudiar actuación”, les dijo a sus padres y en febrero de este año, armó las valijas y se vino. Se anotó en la Licenciatura de Actuación en la Universidad Nacional de las Artes, hizo el ingreso y después dejó: “Las academias e instituciones no son lo mío”. En realidad, lo de estudiar era más una excusa, un argumento para dejar tranquilos a sus padres, pero al menos lo intentó. “Me podría haber venido a trabajar en Rappi o en Glovo o de mesera, donde sea, no importa. Necesitaba estar acá y encontrarme con gente a la que le pasan las mismas cosas que a mí”.
Salvar la vida
Carolina se marchó del pueblo cuyo nombre parece también definirla a ella, revelando su esencia e insinuando su destino: Diamante. “Me vine porque en mi pueblo ya no me quedaba más vida para vivir”, dice a sus recién cumplidos 20 años. Sintió que allá se le acababa la vida y urgió parirse de nuevo. “Era enfrentarme a la muerte y yo creo que el proceso de venirme y tomar esa decisión fue bastante instintivo, como de supervivencia, muy primitivo. Fue una decisión que me salvó la vida”.
Cuenta Carolina que en Diamante tenía una amiga marica y una amiga torta. Las tres eran blanco de burlas, despreciadas y marginadas. Ella tenía a favor que siempre había contado con el amor incondicional y el abrazo de sus padres. “También represento mucho más el modelo hegemónico de persona trans que los medios ahora están intentando vender, y por esa misma razón me parece que al pueblo le fue más fácil digerirme a mí. A veces siento que no estoy pudiendo comunicar del todo lo que significa estar con gente como vos, porque entiendo que inevitablemente la gran mayoría de la gente es cis o hétero o es las dos cosas y no entienden, no se les pasa por la cabeza lo difícil que es vivir en un pueblo para alguien así”. Con sus únicas amigas, armaron un grupo de teatro, creaban obras, organizaban varietés que presentaban cada tanto ante público. Apenas llegada a la Capital, hizo su primer casting y quedó seleccionada. “No creí que fuera a entrar en una película tan rápido. Me dieron un papel de una persona cis, cosa que no pasa nunca, y no sé si es la primera vez que sucede en el cine argentino, al menos. Nunca me habían pagado por actuar. El primer día estaba con un compañero del rodaje, Thomas Lepera, y en un momento dije ‘pará, pará, estoy haciendo una película, mi cara va a quedar registrada por siempre en el archivo cinematográfico argentino y algún día la van a pasar en el canal Volver y mi cara va a estar ahí’. Y me pareció muy loca esa idea, estar haciendo historia y pensaba en esto de un personaje cis hecho por una persona trans, y me emocioné un montón. No puedo pensar en otro día en que la haya pasado mejor. Fue darme cuenta de que yo ocupo un lugar en el mundo y que no soy una tonta que no tiene nada para decir, como siempre me dije a mí misma. Fue un antes y un después, un hito para mí”.
El nido trava
Siete años atrás, en Canal 7 se emitía la miniserie La viuda de Rafael, donde actuaba -con un rol protagónico- la actriz, cantante y escritora trans cordobesa Camila Sosa Villada. Carolina quedó impactada y algo hizo click en su cabeza y en su determinación. El año pasado fue a Paraná para participar de la Marcha del Orgullo, ahí se cruzó con la artista trans Susy Shock, quien le preguntó si quería participar del ciclo Cotorras, que durante dos años tuvo lugar en Mu Trinchera Boutique, el espacio cultural de la cooperativa lavaca. Carolina aceptó la invitación encantada. Ya instalada en Buenos Aires, sus principales ámbitos de amor y contención fueron Cotorras y Casa Brandon. “Hicieron que todo sea mucho más sencillo. Mudarse a Buenos Aires siendo trans, siendo tan chica, es un proceso súper complicado y todavía está transcurriendo”.
Como adolescente trans, para Carolina fue clave apreciar la existencia de dos artistas que la alentaron a valorar y expresar su propio arte. “Ya transicionada me crucé con Susy Shock, con Camila Sosa Villada y me partió la cabeza ver artistas trans que escribían, que creaban desde lo artístico y que había gente que las escuchaba, que les interesaba lo que tenían para decir y ese proceso de verme reflejada en lo que escribían me inspiró para empezar a escribir, después de verlas a ellas”.
Susy Shock -la tía Susy, como le dice Carolina-, cuenta: “En el nido trava, Carito es una pichona de las más talentosas, de las más aguerridas, tiene vuelo propio. Viene de las palabras, la poesía y eso nos hace estar muy cerquita. La conocí en Diamante, cuando salimos de gira con la Bandada de Colibríes, en una sala de teatro donde ella era parte. Fuimos a comer a su casa y de ahí no nos separamos más, después vino a Buenos Aires y eso hizo que ese lazo se profundizara. La quiero mucho, siento que tenemos que cuidar a nuestras pichonas, hagan el vuelo que hagan, que para eso peleamos, para que puedan trascender ese aparente destino travesti que es solamente la calle, la criminalización, estar afuera de todo, para que haya otras nuevas voces como la de Carito”.
Caro aprendió a leer y escribir a los 3 años, siempre tuvo facilidad para el lenguaje, para redactar textos en español y en inglés. A los 13 escribió un cuento para poder participar en un concurso literario y quedó tercera, a los 15 empezó a escribir poesía y un año más tarde editó su primer fanzine. “Se lo dediqué a Marlene, a Susy, a Nadia, a Camila, a Diana, a Lohana, estoy infinitamente agradecida de todo lo que hicieron por nosotres”. En 2016 escribió un capítulo para el libro Ni una menos – Desde los primeros años, de Editorial Chirimbote, y este año publicó –también con Chirimbote- el libro Pendeja – Diario de una adolescente trans. Textos, poemas, fotos de actos escolares, primera comunión, eventos familiares, de cuando era llamada Agustín. “Quedate tranquila, todo va a estar bien, Agus. Ya va a llegar el momento de ser Caro”, dice en una de sus páginas.
En poco tiempo más, un nuevo libro de su autoría saldrá a la luz: Fatal. Será publicado por Editorial Planeta. “Nunca pensé que iba a ser escritora”, reconoce Carolina. “Fatal es una revisión más adulta de Pendeja, que es un libro que cumple con el propósito de comunicar la vida, la cabeza, los pensamientos, las ideas, las emociones de la adolescencia trans. Fatal es más prosa, es mi transición a la literatura adulta y las cosas que dejé en el tintero con Pendeja: primero mi vaginoplastia, porque Pendeja lo escribí al mes y medio de haberme operado y no lo quise escribir ahí, me parecía que era para otro libro y fue una buena decisión. La pregunta que yo me hacía cuando lo estaba escribiendo era cómo se construye una identidad femenina entendiendo el arquetipo de femeneidad sumiso, suave y dócil y el arquetipo de masculinidad, como fuerte, dominante, rudo, grande. Cómo se construye una identidad femenina teniendo en cuenta esos conceptos cuando sufrís un abuso sexual y tenés que de algún modo también procesar ese abuso. Cómo salgo yo del lugar de víctima, de la sumisión, del ser violentada, cuando este proceso de abuso sucede en el medio de mi construcción de una identidad femenina. Esa es la pregunta que me hago en Fatal y también el puntapié para pensar todo lo que viví desde mi infancia hasta el momento de la operación, hasta mi llegada a Buenos Aires, en la que trato de algún modo de encontrar las respuestas a esas preguntas, que en realidad no sé si las encuentro”.

Nazis del cuerpo
ctriz, poeta, escritora. Y también modelo. Caro trabaja en la agencia Pink Models. Ya la habían llamado antes de otras dos agencias pero no aceptó. Le exigían bajar de peso, entrenar, cuidar su imagen: con quién se la veía en público, qué subía a su Instagram, qué decía en entrevistas. No le pareció que todo esto fuera lo que había venido a buscar a esta ciudad. “Unos nazis del cuerpo, es lo que pasa en la mayoría de las agencias. La industria de la moda es bastante transfóbica y gordofóbica. Yo no dejo de ser una modelo hiper hegemónica, blanca, alta, flaca, pero al menos soy trans y esa palabra está empezando a ser instaurada en la industria de la moda y el mundo que queremos construir es uno con una industria de la moda en la que haya mujeres negras, gordas, de todos lo tamaños, personas no binarias, trans de todas las formas”.
No hace un año aún que Carolina partió de Diamante para vivir su vida en la ciudad y ya han florecido varios logros, como la independencia económica, que le permite alquilar un departamento en el barrio de Boedo. La Carolina actriz participó en una película, la Carolina escritora publicó un libro y está por lanzar otro con una de las editoriales más conocidas y la Carolina aventurera, sagitariana de belleza clásica posa como modelo luciendo ropa sofisticada. Hace un par de años, Margot, de Cotorras, le dijo que ella representaba la generación que quería y por la que había luchado la activista trans Lohana Berkins, fallecida en febrero de 2016. “Me parece que tanto yo como los chicos del Movimiento de Juventudes Trans y esta nueva generación en general somos la generación que quería Lohana, que puede elegir sobre su propio cuerpo. Tanto a mí como a ellas, las trans más grandes, el mundo nos quiso muertas, invisibilizadas, solas, tristes y no había espacio para nosotras en este mundo. ¿Cómo ser una persona maravillosa, buena y comprensiva cuando viviste toda esa mierda? Esta nueva generación tiene otras herramientas y oportunidades y no está mal plantearnos ser de otra forma”.
Define su transición como pueblerina, en la que sumó tener a sus padres cerca y le restó sentirse incomprendida por su entorno más amplio. “No sentirse válide es un sentimiento muy recurrente en las personas trans, y también la soledad. No hay persona trans que no se sienta sola o no se haya sentido sola en algún momento de la vida, y te puedo asegurar que cualquier persona trans que conozcas se siente sola, y eso me parece un concepto muy fuerte. Queremos que nos lean, que nos escuchen, que el mundo se entienda ignorante y se tome el trabajo de ponerse en el humilde lugar de receptor y escucharnos, porque no tenemos vidas fáciles y nos sentimos solas y no tenemos un promedio de 35 años por nada y la gran mayoría de nosotras no termina la secundaria o labura en la calle por nada. Esto de venirse a Buenos Aires y la urgencia de vivir, todo se reduce a un pedido de que no nos queremos seguir muriendo, no queremos ser la próxima que se muera”.
En un capítulo de Pendeja, Caro se refiere a la sexualidad trans adolescente. A los orgasmos, a la masturbación y a las similitudes entre los genitales masculinos y femeninos, que hacen que sea posible una cirugía de reasignación de sexo. La vaginoplastia “es, en esencia, reacomodar los genitales a la forma original en la que se encontraban cuando estaban en el útero”. El orgasmo también transiciona y de ser un placer genital de unos pocos segundos generado por la eyaculación pasa a ser una sensación de placer en gran parte del cuerpo, más duradera y que puede repetirse por estimulación. “El deseo y el placer trans y especialmente el de las femineidades trans es mucho más invisibilizado y olvidado porque también somos consideradas como ciudadanas de segunda, como el puto que se fue de mambo, y hay algo en nuestras existencia que en los ojos de los varones hétero, es leído como agujero, muñeca, cosa, artefacto que uso para violentar de la manera en que no puedo hacerlo con mi novia cis. Nadie me dijo que yo podía desear, que mi deseo era válido y yo tenía derecho a sentir placer. Así se dan las situaciones de abuso por las que pasé. Me acuerdo que era tener un encuentro con un chabón y que haya un acuerdo tácito de que estemos ahí para darle placer a él y que todo gire en torno a su poronga. Viví la adolescencia así y me estoy planteando esto. Y hay un montón de pibitas trans y cis que se lo plantean, ¿cuántas veces fui abusada y no me di cuenta, cuántas veces hice algo que no quería hacer o cuántas veces me preguntaron si acabé? ¿O cuántas veces me pregunté si podía tener un orgasmo y sentí deseo de que sea tan respetado como el de la persona con la que estoy? No hay nada escrito, por eso me quise abocar a hacer un libro contando esa experiencia en primera persona. Son cosas que escribo que yo entiendo que a mí me hubiera servido tenerlas, hago las cosas que a mi me faltaron”.
Teoría de los destinos
¿Cómo pensar las relaciones sexoafectivas en este contexto que nos toca vivir? “Estamos en un momento bisagra, no solamente para las relaciones sino en todo sentido, estamos construyendo un mundo nuevo. Me da orgullo haber nacido en esta época, ser parte, ser contemporánea a este momento, porque nos estamos planteando la posibilidad de construir un mundo nuevo como queramos y parte de esa agenda, de esas construcciones nuevas tienen que ver con cómo pensamos las relaciones. Lo crucial es sacarse la idea de que la monogamia, la familia y los hijos son la única opción posible, el único destino y lo único a lo que podemos aspirar en nuestras vidas y también nos estamos empezando a preguntar cuáles son esas construcciones, esos otros destinos sobre los que no hay casi nada explorado. Entiendo que las relaciones abiertas o poligámicas no se tienen tampoco que convertir en las nuevas relaciones hegemónicas o en las nuevas únicas opciones; el trabajo de deconstrucción también es preguntarse si realmente deseamos estar en relaciones monogámicas o lo deseamos porque nos dijeron que tenemos que desear eso”.
En su libro Caro se refiere a la vida como la propia película, donde sos protagonista, elegís los personajes principales, la escenografía, el vestuario y dónde colocar la luz para hacer foco en aquellas cosas que quieras destacar. ¿Cuáles son las luces y sombras en este momento? “Estoy tratando de hacer el laburo de poner el foco, de poner la luz en las cosas que me hacen bien y que estoy haciendo bien. Porque de pronto me carcome la sombra de que no es suficiente lo que estoy haciendo, de dudar de mí misma y del trabajo de poner la luz sobre cosas que estoy haciendo bien y me está yendo bien y que estoy cambiando un poco el mundo, como siempre había soñado”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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