CABA
Qué es la justicia
Marta Montero, mamá de Lucía Pérez. La mamá de Lucía Pérez, la joven de 16 años asesinada en 2016, habla después del juicio que absolvió a los acusados del abuso sexual y femicidio de Lucía, mientras espera la resolución de Casación tras la apelación. Del primer Paro Internacional de Mujeres a la fuerza que encontró en la movilización social. Por qué el Estado es responsable de los femicidios. Y la política como acción que sale del corazón.

Marta Montero es la mamá de Lucía Pérez, que tenía 16 años el 8 de octubre de 2016, cuando se convirtió en otro emblema de los femicidios. El crimen de Lucía en Mar del Plata provocó el primer Paro Internacional de Mujeres y una enorme movilización en todo el país, que no se detiene. Marta Montero, su esposo Guillermo Pérez y su hijo Matías, decidieron no callar y llegaron a un juicio que terminó en impunidad. Un juicio en el que los jueces se comportaron con una ideología machista y patriarcal. Pero Marta siguió adelante como tantas madres. Decidió seguir reclamando justicia y por eso está aquí. Hola, Marta. Gracias por venir.
¿Qué es para vos la justicia?
Un circo romano. Es una vergüenza. Es un desprecio tan grande a la vida del otro, al respeto del otro. La justicia no nos tiene respeto. No le interesamos las personas. Está totalmente deshumanizada. Ellos creen que manejan expedientes, papeles, que las personas somos carpetas que apilan. Ellos nos consideran de esa manera. Para ellos no somos nada. No le interesamos tampoco. Es muy difícil esperar que la justicia salga de esos barrotes oscuros y fríos. Es muy difícil. La justicia la vamos a hacer nosotros, como la hicimos con Lucía. Si nosotros no hubiésemos salido a la calle a buscar justicia, hoy estos tres individuos estarían en la calle. ¿Por qué? Porque la Justicia es funcional a ellos. De qué manera: este sistema es tan perverso que divide las clases. Como acá hay una persona que es de clase social muy alta, y de mucho poder, que es Offidani… Para que ustedes dimensionen: su padre era, en ese momento, el presidente del Colegio de Escribanos de Mar del Plata. Todos sabemos cómo se manejan. Siempre dijimos que era gente de mucho poder, que podía terminar de la forma que terminó, porque veíamos cosas nosotros y también lo decíamos. Acá lo que no se entendió es porque no se quiso entender. Lo que no se vio es porque no se quiso ver: las pruebas estaban y sobraban. Esta sentencia fue pergeñada desde el primer momento. Todo lo que hicimos fue acumular papeles. Esto iba a ser así. Entonces para mí la Justicia, en realidad, no existe. Porque así como salgo yo, salen muchísimas madres. No es que yo soy un hecho aislado y que me pasó lo que me pasó, que no tuve justicia. No: eso es la justicia en nuestro querido país.
En principio la Justicia debería tener un significado noble. Pienso en la ciudad de la que sos, que tiene el mote de La Feliz. Pienso en esa otra cara y en cómo se vive ese contraste.
Tenemos que ponerle La Feliz para vender. Es mentira: feliz no es nada. Aparte de La Noche de las Corbatas (los secuestros que se produjeron durante la última dictadura cívico-militar), ¿ustedes se acuerdan de las desapariciones de mujeres? ¿Del “loco de la ruta”? Acá no había ningún loco. Era vox pópuli. Y para muchas de esas mujeres no hubo justicia. Aparecía una vez por mes, cada dos meses, una mujer descuartizada a la orilla del camino. Nadie investigaba. Nadie veía nada. Nunca tuvieron justicia. Eso es Mar del Plata. Hubo hechos neonazis que golpearon chicos por otra orientación sexual. Y los femicidios: los dedos de las manos no me alcanzan para contártelos. Mar del Plata es el hambre, la desidia, el tribunal que hace lo que quiere, que no le interesa la gente.
¿Creés que esta idea de instalar lo de La Feliz hace que se tape esta otra realidad?
Obvio. Ejemplo: el caso de Lucía fue en octubre. Había que tapar en diciembre, que ya se venía la temporada. ¿Por qué gastar en sillas o reposeras gratis, que no sirven para nada? ¿O es lo que se quiere, tener un grupo de elite y otro grupo pobre arrastrado en la vida? ¿Se quiere esa diferencia social? Bueno, esa diferencia social se cosecha, porque es lo que tenemos. En lugar de hacer eso, denle a todos. No necesito un baño gratuito por parte del Estado: necesito que las mujeres tengan contención, un psicólogo, un refugio donde ir. Que a las mujeres se las escuche. Que las mujeres tengan justicia. Eso necesitamos. No necesitamos cuatro reposeras y dos balnearios gratis en el verano. Las mujeres necesitamos respeto y necesitamos justicia. No pedimos más que eso.
Pensaba en las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que cuentan que no tenían conciencia política y fue la desaparición de sus hijos y nietos el hecho que las empujó a tomar esa conciencia. ¿Cómo fue en vos?
La vida a mí me cambió en un ángulo de 180 grados. Era una mujer que vivía, trabajaba, soy enfermera, todos los días me levanto muy temprano, volvía a las 3 de la tarde a mi casa. Tenía mi vida con mis hijos, estudiaban los dos, mi marido trabajaba. Esa era mi vida. Siempre me interesaron los derechos de los demás, la problemática social. De hecho, la elección mía de trabajo es muy social y personal, y de vocación, porque nunca se podría trabajar en ese lugar. Y agradezco al hospital regional para que yo pueda estar acá. Agradezco a ellos lo que me ayudan a mí. Y cuando pasa esto, con Lucía, que fue un antes y después, en la vida jamás podés pensar esto. Cuando nos pasa esto, al principio decís: la Justicia lo va a resolver. Y cuando empezás a caminar, y a darte cuenta con las personas que te estás enfrentando, te empezás a dar cuenta y a despertar. Lejos de quedarme llorando en mi casa, yo al mes y medio empecé a trabajar. “De acá salgo”, yo misma dije. Porque si me quedo, no salgo. Y ahí seguí. Y cuando empezás a leer la causa, a preocuparte, empezás a ir, y a hablar, te empezás a dar cuenta de muchas cosas, que por ahí fui prudente hasta la sentencia, pero ya había un montón de cosas que no sólo veía, sino que me estaba adelantando a la jugada. La frutilla de la torta fue la sentencia. Ahí dije basta. Ya pierdo, y si querés una forma grosera de hablar, el respeto. Ya no me interesa. Sigo para adelante. Y acá es la forma en la que tenemos que luchar, y soy una convencida que si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie por nosotros. Si nosotros no salimos a luchar y a exigir, nadie lo va a hacer por nosotros.
¿Qué encontraste en la movilización popular?
Encontré esa calidad que uno puede seguir. Ese abrazo que te da el otro, ese calor que te da el otro. Cuando fue la sentencia de Lucía fueron 14 jornadas. No les puedo decir lo que fue ir 14 días a ese lugar. Cuando llegábamos siempre había un abrazo. Y cuando nos íbamos, siempre había un abrazo. Hubo días de lluvia, días de mucho frío, y las personas estaban. Cuando te lo digo me da frío en el cuerpo. Porque vuelvo a estar en esa situación, en ese momento. Y lo que nosotros vivimos fue eso. Salir de esa sentencia, de esa oscuridad, del tratamiento que había hacia Lucía, de las barbaridades que decían de Lucía. Y encontrarnos ese abrazo de las chicas de la misma edad que Lucía, y ese mate calentito cuando salíamos, es lo que te fortalece. El propio pueblo es el que te acompaña. Las propias víctimas, las propias madres son las que te abrazan. Y eso nos fortaleció y nos enriqueció a nosotras como personas poder decir: de acá tenemos que salir, acá no nos tenemos que quedar, esto no tiene que terminar acá, pero es por Lucía y por tantas Lucías. Y porque ya no vamos ni por Lucía, ya vamos por todas. Lucía será el emblema, pero acá hay muchísimas Lucías que no se ven. Lo que es la crueldad de la justicia: el día de la sentencia había un aparato preparado de policías, de escudos, una playa de estacionamiento gigante donde están los autos de los fiscales y jueces, todo estaba ocupado por policía. En la esquina había un bar con policías de civil armados. Enfrente de Tribunales eran personas como nosotros, comunes, esperando la justicia. Personas esperando esa sentencia. Y cuando se da, fue demoledor. Recuerdo esa mirada con mi marido, teníamos la cara desencajada, de decir: qué pasó. Y no fue sólo con nosotros, sino era con el resto de las personas, todas estaban esperando una condena ejemplar. Obvio que había más policías en la sala que las familias que tendríamos que haber estado. Todo un cordón tapándolos a ellos con escudos. Era una preparación de ese propio sistema. Ahí ves cómo se manejan. Ese es el manejo que tiene: cuidando a estas personas. ¿Entonces qué hacemos? Nos levantamos y nos fuimos a decirles a las personas: fueron tantos los años que dieron, pero no importa, vamos a seguir pidiendo justicia. Fuimos una marcha hasta el centro, un montón de gente, y todos los escudos de todas las policías que se lo lleven y se los guarden a sus lugares, y se los lleven tranquilos, porque acá no necesitamos que nos repriman a palos. Acá necesitamos, con nuestra propia voz y nuestros propios pasos, justicia.
Ese sistema, tan perverso y nefasto, no sólo actúa dictando una sentencia nefasta, sino que sufriste otras agresiones. Hubo campañas de difamación. ¿Qué te pasó a vos?
Difamar a un menor, condenar a un menor que la culpa la tiene él. Es terrible. Me pasaron esas cosas y más, pero la verdad que lo único que saqué es mi cabeza y frialdad, y en sentarme a ver las cosas porque yo no programo, no pergeño nada, es lo auténtico que a uno le sale desde la verdad. Porque yo no tengo que mentir nada. No tengo que aclarar nada. Ni tampoco le vendí mi alma a nadie. Y si hablo, hablo con total claridad, y si alguien me ayudó, me ayudó de la mejor manera, gente que no tenía nada que ver, porque la gente que realmente tenía que hacerse cargo, que era la gestión de este momento, nunca se hizo cargo. Nunca.
¿Qué sentiste cuando fue el primer Paro Internacional de Mujeres?
Lo vi después. Imaginate que 19 días después del asesinato de Lucía, yo no podía entender ni lo que estaba pasando. Yo no vi televisión durante dos meses, porque si no era entrar en un pozo depresivo y no salir más. Si el otro no me cuida, me voy a cuidar yo, porque es la única manera que tengo de salir adelante. Cuando lo vi, me sentí orgullosa de las mujeres, de hasta ser mujer, y orgullosa por Lucía, porque eso lo había conseguido ella. Es la luz que tiene Lucía. Es la persona que era Lucía. Era una buena persona. Y esta gente oscura, esta gente nefasta, que este Estado no vio, porque también la culpa la tiene el Estado: este feminicidio que hicieron con Lucía fue el Estado que permitió que esa droga se vendiera en la puerta de ese colegio. Había una camioneta vendiendo droga a menores frente a un colegio y el Estado nunca lo vio. Nunca le interesó. Y no era el único, porque esa camioneta vendía droga en tres colegios. Ese es el abandono que hizo el Estado con Lucía, con Melina, con cuántas chicas más. Bueno, ese es el Estado. Y no pueden negarlo, porque las propias cámaras lo tienen filmado.
Lucía era parte de las pibas que hoy están haciendo esta revolución feminista. ¿Tenían charlas al respecto?
Lucía era una persona muy luchadora. Ella veía puntualmente en el otro algo que faltaba, y estaba ella. Una anécdota. En su escuela hubo un chico que se desmayó por falta de alimento. ¿Qué hizo Lucía? Fue a mi casa y me dijo: “Mamá, ¿puedo sacarle algo a un chico?”. Algo era arroz, fideos. Le ayudaron, le dieron. Yo no sé si Lucía iba a cuarto año. Ese ser era Lucía. Veía un ser sufriendo y estaba ayudándolo, desde el abrazo, desde el estar. Lucía miraba por el otro. Después me entero que en el colegio estaban trabajando un tema con la violencia.
¿Qué es para vos la política?
La verdad, no tengo idea. Nunca estuve en política. Nunca me metí en política. Lo que hago, lo hago desde el corazón. La ayuda que hago con mis compañeras la hago desde mi corazón. No cobro nada porque yo trabajo, no me siento en un sillón, nadie me pasa nada, y tampoco lo quiero. Dignamente soy esta enfermera. Y voy a seguir laburando de la manera que trabajo. Será en este hospital, sea donde sea, pero dignamente soy esta persona. No me interesa cobrar un sueldo para ser figura. Por qué te digo esto: lo viví en carne propia, a mí nadie me ayudó. Si salí adelante fue por mi familia, por personas que no tenían nada que ver pero estuvieron con nosotros, y por nuestra fe y nuestra convicción. Si no, no hubiésemos salido para adelante.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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