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El Renacimiento: el postcoronavirus en Italia

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Crónica desde el país que causó impacto mundial por la cantidad de muertes durante la pandemia, después de la ola de contagios y ya instalada una crisis económica. La disputa por el desembarco de dinero europeo de salvataje. Quiénes fueron los más golpeados y el rol de las empresas. Cómo reacciona el sector cultural, junto a las nuevas voces que salen a la calle para reclamar contra los virus que quedaron: precarización y ajuste. Por Giansandro Merli.

El Renacimiento: el postcoronavirus en Italia
Foto: Altavilla Giannitelli

Paseando por el centro de Roma, que hace ya años ha vendido su alma al turismo, el paisaje es de bares y restaurantes cerrados, hoteles vacíos y guías turísticas sin turistas.

Barrios enteros de las ciudades se vaciaron y no volvieron –¿aún?– a llenarse. Como San Lorenzo, donde queda La Sapienza, la universidad más grande de Europa, que anunció que seguirá haciendo exámenes solo de manera online. O como las áreas donde se encuentran ministerios y oficinas que hasta marzo se poblaban de miles de empleados que iban y venían del trabajo: muchos de ellos trabajan desde las computadoras de sus casas.

Hay muchos sectores que contrajeron serios problemas económicos. Entre ellos sin dudas el de la producción artística y cultural. Cines y teatros fueron los primeros en cerrar y los últimos en abrir. Del principio de marzo a la mitad de junio no hubo un espectáculo, un concierto, una proyección. Nada. Miles de artistas, técnicas de sonido, instaladores de escenarios, trabajadoras teatrales, performers, diseñadores de vestuario, dueños de pequeños cines se quedaron de repente sin posibilidad de ingreso. Nada.

Las ayudas estatales en muchos casos excluyeron a estos trabajadores, atípicos y precarizados. También la posibilidad de volver a abrir desde el 15 de junio no se dio igual para todos los espacios, por la cantidad de reglas y protocolos a respetar. “Queremos una renta básica de continuidad estructural y un subsidio de desempleo hasta que las actividades empiecen de nuevo a funcionar a toda máquina”, declararon los trabajadores el 3 de julio, ocupando por unos minutos y a la vez los escenarios del concierto de Max Gazzé y del Teatro Argentina, en Roma.

Pero el gran evento de las organizaciones fue la asamblea de “Estados Populares”. Cientos de trabajadores del mundo de la cultura y del espectáculo tomaron el micrófono durante esta manifestación inspirada en una idea de un sindicalista italo-ivoriano, Aboubakar Soumahoro, que se encadenó fuera de los “Estados Generales” convocados por el gobierno, un encuentro para planear la estrategia económica con distintos actores del poder. Soumahoro consiguió cruzarlo y anticiparle al primer ministro: “Vamos a organizar otro encuentro, donde puedan hablar todos los que acá no tuvieron voz”.

El Renacimiento: el postcoronavirus en Italia
Foto: Altavilla Giannitelli

Ahora que sí nos ven

En los “Estados Populares” se reunieron cientos de voces que explicaron los nuevos problemas surgidos con el Covid, pero también los que afectaban al sector cultural desde antes: tanto en términos de derechos sindicales como la categoría misma que tiene este tipo de trabajo cultural para el Estado, evidenciada durante la pandemia. “Queremos cambiarlo todo, queremos una producción cultural que no mire al mercado, sino a las transformaciones sociales”, dijo un joven desde el mismo escenario.

En la plaza del pueblo se encontraron así luchas viejas y calientes, nacidas dentro de la emergencia del Covid, con otras que llevan más tiempo y otros ritmos. Obreros que se oponen a la relocalización de sus empresas hablaron junto con profesoras que piden acabar con la teledidáctica y volver a las aulas; activistas por los derechos civiles con movimientos feministas y ecologistas. La manifestación quiso juntar a “los invisibles”, los excluidos de las políticas del gobierno y los que están sufriendo más la crisis económica que la crisis sanitaria.

La movilización fue convocada y animada por los más invisibles de todos: los migrantes que trabajan en los campos, sobre todo en el sur de Italia, como peones. Gente con mucha dignidad y pocos derechos, que llegó a Europa cruzando el desierto y el mar y acabó en la trampa de la falta de papeles y dinero, que lleva directamente a los campos y guetos de Foggia, Nardò, Rosarno, Castel-Volturno. Los mismos inmigranes a los que ahora se los señala como posibles contagiadores.

“¿Nos ven? ¿Nos escuchan? Acá estamos”, dijo desde el estrado Ousmane Mbou, joven senegalés que cada mañana se levanta a las 4 en el gueto de Borgo Mezzazone y trabaja duro en los campos de Foggia por pocos euros. “Llevo dos años en Italia recogiendo fruta y verdura. El dueño del campo no me quiso regularizar: no quiere gastar los 500 euros”.

Es que en el medio de la pandemia el gobierno se dio cuenta de que, debido a la posibilidad de circular solo por razones de trabajo y frente a la imposibilidad de ingreso de trabajadores de temporada, era necesario dar papeles a los irregulares presentes en el territorio nacional. El riesgo era que los dueños se quedaran sin trabajadores, y que se detuviera de hecho esa producción. Se estima que alrededor de 600 mil inmigrantes viven en Italia sin permiso de estadía. Pero por la manera en la que fue escrita la ley, bajo las presiones de la derecha racista, fueron muchos menos quienes tuvieron posibilidad de regularizarse: el gobierno esperaba 220 mil solicitudes y en el primer mes llegaron solo 80 mil. “El gobierno que venga a ver este pueblo que tiene hambre, que pide papeles para trabajar”, dijo entre los aplausos Yacouba Saganogo, militante de la Coalición Internacional de migrantes y sin papeles.

Así, como estas, están pasando muchas cosas en las calles en las últimas semanas. Muchas manifestaciones pequeñas y sin proyectos comunes. Muchos cuerpos que se asoman por primera vez a la calle desorientando a los militantes más acostumbrados a dar forma a las luchas. 

Los “Estados Populares” fueron un buen lugar para escucharlas hablar y buscar relaciones entre ellas.

La crisis sanitaria no está resuelta, pero parece verse una luz. 

Nadie aún puede saber si es el fin del túnel o solo una ventanilla abierta. 

Mientras los expertos discuten sobre si habrá una segunda ola o si el virus ya perdió fuerza, mientras el personal sanitario sigue en los hospitales y los investigadores buscan una vacuna, en las calles se empiezan a sentir nuevas voces que piden más derechos.

El Renacimiento: el postcoronavirus en Italia
Foto: Ilara Turini

A dónde irá la ayuda

Aunque no fue una guerra, la nueva temporada se parece a la de una reconstrucción histórica. Aún no hay números formales pero se estima una caída del PBI italiano entre el 8 y el 14% en 2020, y un saldo de 500 mil puestos de trabajos perdidos.

Por otro lado, se abrieron políticas expansivas europeas como hace tiempo no se veían. “Ayudar a los Estados más golpeados es interés de los demás”, hizo entender la presidenta de Alemania, Angela Merkel. Así la Unión Europea destinó dinero para esparcir más de mil billones de eu-ros, entre deudas y ayudas directas. Se dice que a Italia podrían llegar entre alrededor 172 y 206 billones (en 2019 el PBI fue de 1.787,7 millones de euros). Y se abre una disputa por el destino de esta montaña de dinero.

Muchas empresas, aunque no todas, tuvieron que aceptar frenar la producción, ante el riesgo de que sean los contagios exponenciales de trabajadores los que paren las fábricas y que haya responsabilidades empresariales. Pero en esta nueva etapa reina la sensación de que el plan de los empresario es tener que recuperar el tiempo – y el dinero – perdido. Las vidas vuelven a ser más sacrificables porque hay menos riesgos de contagio efectivo. 

Entre estos mundos, y la ayuda que viene, se disputará no ya el relato de qué pasó durante la pandemia, sino cómo y con quiénes se re-construye el futuro de Italia.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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