CABA
Al por mayor: Comercialización agroecológica

La Unión de Trabajadores de la Tierra posee en Avellaneda un mercado que mueve 625 toneladas mensuales de alimentos agroecológicos. Calidad, cantidad y los precios competitivos que atraen cada vez más a verduleros y compradores. El rol de la comercialización, de la tierra a la mesa. La idea de un plan federal de distribución de comida de verdad. Tendencias que están prefigurando un cambio alimentario, social y cultural que es una necesidad y no una moda. Datos de lo que crece, y cómo hacer para lograr un tiempo mejor en medio de enfermedades, desigualdades y monopolios. Por Sergio Ciancaglini.
¿Cuáles son los mejores alimentos del país?
Respuesta pragmática y bastante obvia: los agroecológicos.
Razones:
No están contaminados por pesticidas y tóxicos a los que son sometidos los comestibles agroquímicos.
Evitan por lo tanto el estallido de enfermedades de todo tipo asociadas a la malnutrición, desde obesidad y sobrepeso hasta las provocadas por estos químicos (disruptores endocrinos) que se acumulan en el cuerpo pudiendo provocar a mediano plazo daños respiratorios, cardiovasculares, metabólicos, hormonales, oncológicos, cognitivos, reproductivos, por nombrar solo algunos.
Los alimentos agroecológicos tienen todos sus nutrientes, pero los de origen agroquímico se han ido vaciando de nutrientes por su propio proceso de producción. (Ver MU 157: Cómo como).
Por eso mismo los productos agroecológicos alimentan (incorporan nutrientes a nuestro cuerpo), cosa que no ocurre u ocurre en menor medida con los comestibles agroquímcos a los que generosamente se suele llamar “convencionales”.
Por sus nutrientes los alimentos agroecológicos son mucho más ricos, más sabrosos. Los producidos con agroquímicos suelen tener el gusto diluido o irreconocible.
Su precio es equivalente o menor al de los productos agroquímicos, y muy inferior a los que tienen sello orgánico.
La forma agroecológica de producción recupera la fertilidad del suelo, combate de modo directo la crisis climática, preserva el agua. Es de las pocas actividades productivas que en lugar de dañar al planeta, ayudan a recuperarlo.
El precio barato para quienes consumen significa a la vez un precio justo para quienes producen, ya que ganan entre el doble y el triple de lo que les pagaría el circuito comercial masivo. Rompen la intermediación, pero a la vez están creando nuevos canales de distribución.
Por esta última razón, las asambleas de agricultoras y agricultores dedicados a la agroecología, establecen los precios de los productos dos veces por año y los mantienen por 6 meses dándole a quien consume previsibilidad y tranquilidad frente a la psicosis inflacionaria.
Se podrían seguir agregando razones gastronómicas, de salud pública y personal, culturales, de sostenibilidad, sociales, ambientales, ecológicas, éticas, pero en este caso se abordará algo mucho más prosaico y práctico: la comercialización.
Números y legumbres
Gran parte del cambio cultural y de hábitos con respecto al rol de la alimentación tiene como protagonistas a miles de personas que empezaron a considerar críticamente lo que consumen y a cientos de familias agricultoras.
El punto de encuentro entre ambas visiones se instaló, por ejemplo, en la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), el mayor gremio campesino del país, que está fomentando la transición productiva de sus integrantes a la agroecología. Es decir: producción sin pesticidas ni agrotóxicos de ningún tipo, haciendo policultivos en lugar de monocultivo, que ubica en un rol central al cuidado y fortalecimiento de la tierra para que recupere la vida –microorganismos, nutrientes– que luego pasa a los alimentos y luego a quienes los consumen.
La UTT nació en 2010. En 2014 comenzó a trabajar agroecológicamente una familia, la de Rosalía Iturbe y Miguel Reyes. Resultados con la lechuga: “De no creer, era espectacular por la cantidad y la calidad” contaron a MU. El beneficio fue también de salud y económico al prescindir de venenos y fertilizantes químicos que cotizan según el dólar. El circuito comercial no le prestaba atención a lo agroecológico. Seguían cobrando mal y tarde. La organización empezó a preparar bolsones para venderlos por su cuenta. La idea confluyó con un incipiente número de consumidores que buscaban comer sano y a precios accesibles (porque los productos con certificación “orgánica” simbolizan un negocio destinado a sectores de alto poder adquisitivo).
A los dos años eran 80 familias. A los tres eran 200. Hoy son más de 500 las familias productoras de alimentos agroecológicos de la UTT, número que no deja de multiplicarse, que además abastece a una demanda creciente, y que se está entrelazando con otras experiencias y otras geografías de producción alimenticia.
Hoy la UTT tiene sus Almacenes de Ramos Generales en Capital (Almagro y Devoto), Monte Grande y La Plata, almacenes de campo en San Vicente, Lisandro Olmos, Domselaar, Alejandro Korn y Jáuregui.
En Avellaneda, en la zona de Dock Sud, abrieron además un Mercado Agroecológico y el primer Mayorista Agroecológico del país. Daniela Carrizo, del área de Comercialización, explica sobre el Mayorista: “Abastecemos a 100 clientes al por mayor que tienen sus almacenes o verdulerías, a 160 nodos de compra que llegan a unas 3.000 familias. Hay unas 300 compras comunitarias que implican otros 3.000 bolsones de verduras. También abastecemos a los almacenes minoristas de la UTT y a unos 70 comedores. A diferentes provincias enviamos unos 8.000 bultos semanales de 12 kilos cada uno y localmente son unos 6.000 bultos semanales de 10 kilos cada uno”. El total que mueve el Mayorista de Avellaneda es de unas 625 toneladas mensuales. En el caso de los almacenes minoristas el de Almagro, por ejemplo, tiene un promedio de 220 clientes diarios, con picos de 350 según el día.
Juan Pablo Della Villa es el secretario de Comercialización de la UTT: “En Buenos Aires abastecemos a más de 25.000 familias y a otras 20.000 a través de las ventas de alimentos al Estado” (municipios como el de San Martín y ministerios como el de Desarrollo). A esas redes se han sumado unas 85 cooperativas productoras de alimentos de valor agregado (embutidos, vinos, yerba, miel, lácteos de todo tipo, dulces, harina, aceite, pastas, arroz, legumbres y todo un universo productivo de calidad que no existe en los supermercados) que integran la Federación de Cooperativas Federadas (Fecofe), con impacto de generación de trabajo para 2.500 familias.
“Estamos muy movilizados con la experiencia en la Comarca Andina”, plantea Juan Pablo. “Nos organizamos para poner allí a disposición alimentos de la UTT como verduras, frutas y carne de cordero, pero también los productos cooperativos que enviamos desde Buenos Aires. A través de las compras comunitarias llegamos a más de 4.000 familias de la Comarca, con unos 600.000 kilos de alimentos a más de 17 ciudades, pueblos y parajes rurales. Con el tema de los incendios, directamente nos dedicamos al reparto de comida. Y además ya tenemos un galpón de acopio en El Bolsón y otro Almacén de Ramos Generales en El Hoyo”.
Todo esto puede resultar pequeño frente al consumo masivo (en el Mercado central se comercializan 106.000 toneladas de frutas y verduras mensuales) pero puede resultar enorme si se lo toma como el indicador de una tendencia que crece en Argentina y en el mundo en busca de comida de verdad.
La publicidad de Coca
Juan Pablo recuerda: “Hace un tiempo me dijeron que la Coca es un veneno, y tiene que montar herramientas comunicacionales para venderlo. En cambio nosotros estamos sobrepasados de contenidos legítimos, pero sin esas herramientas. Nuestros contenidos son que producimos alimentos sanos, a precios accesibles, y además eso mejora la calidad de vida de las familias agricultoras y campesinas, e impacta sobre pueblos y comunidades”.
Se queda pensando: “Todo bien con los bolsones, los nodos, todo lo que nos ha permitido crecer. Pero ahora hay que agregar un salto más porque estamos en un país cagado de hambre. Hay que romper otra barrera de crecimiento que abarque la comunicación, la distribución y lo comercial. Estamos haciendo lo de los almacenes y los mercados mayoristas en el marco de un proyecto que es aplicar la agroecología en escala, con niveles cada vez mayores de producción y de consumo”.
Lo que está germinando es la idea de un plan nacional y federal que, imagina Juan Pablo, “contenga las necesidades de los pueblos que tienen tierra y no tienen trabajo, y de las ciudades que tienen gente y no tienen comida sana. La agroecología puede ser un motor, una tracción en cada geografía”.
Dos ejemplos: “Salta produce banana, pero podría dejar de ser artesanal, aplicando esa agroecología a escala con tecnología que facilite la producción y que luego no tenga que pasar por Buenos Aires para desde ahí ir a Córdoba. Es un delirio. En las producciones de verduras podríamos tener galpones de primer nivel para la elaboración de bioinsumos en escala, o la maquinaria que en cada caso se precise. O por ejemplo en Tapalqué hay 400.000 hectáreas de tierras, 12.000 habitantes, y no se produce ni un kilo de verdura. O mandamos a Misiones acelga cultivada en La Plata, cuando allí podrían producirla. Ahí funciona el enfoque agroecológico. Promover la producción local. Y lo que no se puede producir en una provincia como Misiones y sí en otra como Rio Negro, por ejemplo, debe ser enfocado comercialmente para ver cómo abastecer todo con precios accesibles”.
¿Cómo se combina lo social con lo comercial? “Es lo que estoy pensando cada día de mi vida. Pero no es que empezamos armando una empresa: la construcción de sentido de lo que hicimos fue siempre de abajo para arriba. Las necesidades del territorio nos fueron construyendo el sentido. Entendimos que el camino para que la gente esté mejor es la agroecología. Después entendimos la importancia de la comercialización. Y ahora entendemos que hay que ampliar esa idea. Hace un par de años el problema era cómo llevar verduras de El Pato al almacén de Almagro. Hoy es cómo mandar bananas de Salta a Chubut. Pero además, ¿Con qué vuelvo de Chubut?”.
La UTT está cultivando este sueño, o proyecto. “Pero estamos en un sistema que hasta te regula qué come la gente. Hay que poner eso en discusión. Lo que pasa es que creemos que la forma de poner las cosas en discusión es con acción. Hacerlas. Si no, nos pasamos cuatro años pintando pancartas contra intendentes o funcionarios que nunca te dan bola. Te quedás en la denuncia y no hacés nada”.
La clave: “Pensar la autonomía, incluso la autonomía económica con una empresa social que encima está en la trinchera contra 70 injusticias por día. ¿Cómo mejoramos la capacidad económica del negocio en buenos términos, para que los números den bien, sacando al alimento del rol de mercancía y poniéndolo en su rol social? Así es que estamos mandando alimentos a la Comarca que allí no pueden comprar, porque encima todo depende de los supermercados monopólicos. Por eso todo esto lo pensamos en el marco de un plan nacional y federal de distribución, comercialización y consumo que genere trabajo en las economías regionales”. ¿El rol del Estado? “Nos dicen: ‘te financiamos las heladeras del almacén’. No, flaco, las pagamos nosotros, pero recuperá los trenes, comprá camiones y armemos una logística nacional y federal no para la UTT, sino para que este sea un país distinto”.
Necesidad y porotos
«Se necesita cambiar el modelo de producción no por una cuestión ideológica sino por una necesidad”, dice Agustín Suárez, ingeniero agrónomo y uno de los integrantes de la coordinación nacional de la UTT. “Así construimos nuestra propuesta para que las familias productoras estén mejor, mientras rompemos la idea de que la comida de calidad solo puede ser consumida por cierta clase social”.
Algunos ejemplos actuales: lechuga, $70 el kilo; tomate, 80; zanahoria, 45; papa, 55; naranja, 50; banana, 110; cebolla, 55; queso cremoso, 410; fideos, 49; yerba, 150 (medio kilo); aceite, 262 (900 cc); leche, 60 (un litro).
“Demostramos que se puede producir sano y que la barriada puede acceder a precios económicos. Con la fijación de precios semestralmente por asambleas, también transparentamos cuánto gana el productor, cuánto se lleva el intermediario y a cuánto la comunidad paga luego los productos”. Suárez cuenta que han lanzado un Programa de Impulso a la Agroecología, de créditos en plantines para facilitar la diversidad de la producción. “Así como lo hacemos nosotros, el Estado podría planificar la producción, para independizarte del mercado y del valor del dólar. Empezás a tener una proyección sobre las cadenas de producción que es algo que no pasa, por ejemplo, con la exportación de granos. Un barco se va por lo legal, y cinco no sabemos por dónde. Entonces no tenemos control de precios, ni de impuestos ni de nada. Nosotros intentamos mostrar cómo se pueden hacer las cosas de otra manera”.
El concepto: “En esta propuesta hay volumen y potencial enorme de crecimiento, de llegada a toda la sociedad. Apostamos al acceso a la tierra de más campesinos. No por la reforma agraria sino por créditos, o con tierras del Estado totalmente en desuso que pueden albergar colonias agroecológicas en todo el país y multiplicar la producción”. La soja y la necesidad de dólares van a seguir existiendo, reconoce Suárez: “Pero el modelo de monocultivo, la lógica de arrasarlo todo con transgénicos nos tiene hace 30 años en el mismo lugar. Los intelectuales afines a este gobierno te dicen que hay que aumentar la hectáreas de soja, la minería, todo lo extractivo, porque eso ‘da más inclusión’ (brinda fondos al Estado para reforzar el asistencialismo). Es una lógica que ya vimos que no da resultados. Ahí no hay grieta: estamos en el horno si seguimos profundizando ese modo de pensar”.
Juan Pablo llama “porotos” a cada uno de los pasos de crecimiento que van dando (cada almacén, cada colonia, cada proyecto): tal vez como los que se juntan durante un partido de truco, o como semillas de lo posible y de lo que no se resigna a estar en el horno.

Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
- Revista MuHace 3 semanas
Mu 207: Crear lo que viene
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Triple narcofemicidio: la respuesta al horror
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio
- NotaHace 1 semana
Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Femicidios territoriales: las tramas de la violencia